- ¿Y detuvieron ahí sus investigaciones? - nos pregunta mi mamá.
- Lo dudo mucho - le dice en cambio mi padre - Algo me dice que su curiosidad no se detiene ahí.
- Hannah no estaba de acuerdo con nuestras sospechas - le dice Hermione.
- Eso no me detuvo en ayudarlo - les digo.
- Eso no nos sorprende de escuchar - comenta Remus.
—Ya sabía que Salazar Slytherin era un viejo chiflado y retorcido — nos dijo Ron, mientras se abrimos camino por los abarrotados corredores, para de ir a cenar —. Pero lo que no sabía es que hubiera sido él quien empezó todo este asunto de la limpieza de sangre. No me quedaría en su casa aunque me pagaran. Sinceramente, si el Sombrero Seleccionador hubiera querido mandarme a Slytherin, yo me habría vuelto derecho a casa en el tren.
- Aclaro que lo decía por mi generación y las anteriores - dice Ron al ver que las dos pequeñas serpientes agachan su cabeza - Ustedes son diferentes.
- Gracias tío Ron - le dicen ambos y noto a Draco algo sorprendido, pero no dice nada.
Hermione asintió entusiasmada con la cabeza, pero Harry no dijo nada y me di cuenta de que parece angustiado, más tarde hablaré con él.
Mientras caminamos empujados por la multitud, pasó Colin Creevey.
—¡Eh, Harry!
—¡Hola, Colin! — dijo Harry sin darse cuenta.
—Harry, Harry.., en mi clase un chico ha estado diciendo que tú eres...
Pero Colin era demasiado pequeño para luchar contra la marea de gente que lo llevaba hacia el Gran Comedor. Lo escuchamos chillar:
—¡Hasta luego, Harry! — Y desapareció .
—¿Qué es lo que dice sobre ti un chico de su clase? — preguntó Hermione.
—Que soy el heredero de Slytherin, supongo — dijo Harry, y eso me hizo recordar cómo lo había rehuido Justin Finch-Fletchley a la hora de la comida.
- Esa es una tontería, tú no eres el heredero - le dice su abuelo, realmente molesto de que pensaran eso de Harry.
- No lo soy, pero si lo creerán - le responde él - Hasta he tenido mis dudas...
- Es imposible, tú eres un buen chico - le dice su abuela.
- Se lo repetí todo el año - les aseguro.
- Gracias Hannah.
—La gente aquí es capaz de creerse cualquier cosa — dijo Ron, con disgusto.
- A demás, solo unos brutos pensarían eso, tú eres todo un león - le dije en buscando de levantar su ánimo.
La masa de alumnos se aclara, y conseguimos subir sin dificultad al siguiente rellano.
—¿Crees que realmente hay una Cámara de los Secretos? — preguntó Ron a Hermione.
—No lo sé — respondió ella, frunciendo el entrecejo — Dumbledore no fue capaz de curar a la Señora Norris, y eso me hace sospechar que quienquiera que la atacase no debía de ser..., bueno..., humano.
- Quiero saber cual era el monstruo - nos dice Sirius y con mis amigos nos miramos.
- Si no puedes esperar... has tu propia investigación - le digo con una sonrisa.
- Pareces ser más la hija de James que la de Freddy...
- ¡Oye! Será mi niña - lo interrumpe mi padre.
- Si conocieras a mi papá de mi tiempo, no pensarías lo mismo - le digo en cambio.
Al doblar la esquina nos encontramos en un extremo del mismo corredor en que había tenido lugar la agresión. Nos detenemos y miramos. El lugar estaba tal como lo habíamos encontrado aquella noche, salvo que ningún gato tieso colgaba de la argolla en que se fijaba la antorcha, y había una silla apoyada contra la pared del mensaje: «La cámara ha sido abierta.»
—Aquí es donde Filch ha estado haciendo guardia — dijo Ron.
Nos miramos unos a otros. El corredor se encontraba desierto.
- Sería muy prudente de su parte dar la vuelta y alejarse de ahí - nos dice Remus y los de nuestro grupo dejan escapar unas cuantas risas.
- Si lo hicieran, no serían ellos - le responde Neville.
- Es más que seguro que se acercaron a ver - agrega Ginny.
- ¿Nos van a deceir que ninguno de ustedes se hubiera acercado a ver? - les pregunta Ron.
- El chico tiene razón - comenta Sirius - Nosotros lo hubiéramos hecho.
- Son unos increíble dolores de cabeza - los regaña la Señora Potter.
—No hay nada malo en echar un vistazo — dijo Harry, poniéndose a gatear en busca de alguna pista —¡Esto está chamuscado! — dijo —. ¡Aquí... y aquí!
—¡Ven y mira esto! — dijo Hermione — Es extraño.
Harry se levantó y nos acercamos a la ventana más próxima a la inscripción de la pared. Hermione señaló al cristal superior, por donde una veintena de arañas estaban escabulléndose, según parecía tratando de penetrar por una pequeña grieta en el cristal. Un hilo largo y plateado cuelga como una soga, y da la impresión de que las arañas lo han utilizado para salir apresuradamente.
- Eso es extraño, pero ¿Por qué sería una pista? - nos pregunta el papá de Neville.
- Teníamos en cuenta cualquier rareza - le respondo - Y eso no era para nada normal.
- Muy listos e intuitivos - nos felicita Ojoloco.
- Gracias.
—¿Habían visto alguna vez que las arañas se comportaran así? — preguntó Hermione, perpleja.
—Yo no — dijo Harry —. ¿Y tú, Ron? ¿Ron?
Volteamos la cabeza hacia nuestro amigo. Ron había retrocedido y parecía estar luchando contra el impulso de salir corriendo.
—¿Qué pasa? — le preguntó Harry.
—No... no me gustan... las arañas — dijo Ron, nervioso.
—No lo sabía — dijo Hermione, mirando sorprendida a Ron—. Has usado arañas muchas veces en la clase de Pociones...
—Si están muertas no me importa — explicó Ron, quien tenía la precaución de mirar a cualquier parte menos a la ventana— No soporto la manera en que se mueven.
Hermione soltó una risita y por mi parte intentaba no hacerlo.
—No tiene nada de divertido — dijo Ron impetuosamente — Si quieres saberlo, cuando yo tenía tres años, Fred convirtió mi... mi osito de peluche en una araña grande y asquerosa porque yo le había roto su escoba de juguete. A ti tampoco te harían gracia si estando con tu osito, le hubieran salido de repente muchas patas y...
- ¡Fred Weasley! - lo regaña su madre - ¿Cómo pudiste a ver traumado a tu hermano?
- Ambos éramos niños y también fue magia accidental de mi parte - le responde - Estaba enojado, pero tampoco buscaba traumarlo de por vida... Lo siento Ron.
- No importa, ya pasó...
- Pero... ¿Tú superaste ese miedo? - le pregunto.
- Claro que no, luego de eso fue en aumento - me responde - No sé cómo ustedes dos no les temen ahora.
- ¿Qué hicieron? - nos pregunta mi madre.
- Nos vimos acorralados e hicimos algo que no sabíamos que iba ocurrir, pero al menos obtuvimos buenas respuestas - le respondo.
- Sospecho saber... - comenta Hagrid.
- Tal vez sí, tal vez no... ya lo sabrán.
Dejó de hablar, estremecido. Era evidente que Hermione seguía aguantado la risa. Tal vez pensando que sería mejor cambiar de tema, Harry dijo:
—¿Recuerdan toda aquella agua en el suelo? ¿De dónde vendría? Alguien ha pasado la fregona.
—Estaba por aquí — dijo Ron, recobrándose y caminando unos pasos más allá de la silla de Filch para indicárselo —, a la altura de esta puerta.
Toma el pomo metálico de la puerta, pero retira la mano inmediatamente, como si se hubiera quemado.
—¿Qué pasa? — preguntó Harry.
—No puedo entrar ahí — dice Ron bruscamente —, es un aseo de chicas.
La gran mayoría comienza a reír y nosotros tres intentamos no unirnos para no molestar aún más a nuestro amigo.
- El año anterior no te detuvo ir a la zona prohibida, pero ¿si lo hace el aseo de de las chicas? - le dice entre risas Sirius.
- Es por respeto - le responde cruzando sus brazos.
- Hiciste bien hijo - le dice Arthur.
- ¿Eso no los detuvo? - pregunta su madre.
- No, igual entramos los cuatros - le responde Hermione.
—Pero Ron, si no habrá nadie dentro — dijo Hermione, poniéndose derecha y acercándose— aquí es donde está Myrtle la Llorona. Venga, echemos un vistazo.
Y sin hacer caso del letrero de «No funciona», Hermione abrió la puerta.
Era el cuarto de baño más triste y deprimente en que había puesto los pies. Debajo de un espejo grande, quebrado y manchado, había una fila de lavabos de piedra en muy mal estado. El suelo estaba mojado y reflejaba la luz triste que daban las llamas de unas pocas velas que se consumían en sus palmatorias. Las puertas de los retretes estaban rayadas y rotas, y una colgaba fuera de los goznes.
Hermione nos pidió silencio con un dedo en los labios y se fue hasta el último retrete. Cuando llegó, dijo:
—Hola, Myrtle, ¿qué tal?
Con Harry y Ron nos acercamos a ver. Myrtle la Llorona estaba sobre la cisterna del retrete.
—Esto es un aseo de chicas — dijo, mirando con recelo a Harry y Ron — Y ellos no son chicas.
—No — confirmó Hermione — Sólo quería enseñarles lo... lo bien que se está aquí.
- Y luego el que no sabe mentir soy yo - le dice Harry a nuestra amiga.
- Tú y Hermione, van parejo en ese tema - le dice Ron.
- ¿Entonces Hannah y tú son los experto en ese asunto? - nos pregunta mi abuelo.
- Solo para salir de un gran aprieto o para proteger la vida de alguien - le respondo primera - De lo contrario, con han estado escuchando, solemos decir la verdad.
- Esa repuesta me agrada - me dice mi padre y sospecho que pronto cambiara de opinión.
Con la mano, indicó vagamente el espejo viejo y sucio, y el suelo húmedo.
—Pregúntale si vio algo — dijo Harry a Hermione, sin pronunciar, para que le leyera en los labios.
—¿Qué murmuras? — le preguntó Myrtle, mirándolo.
—Nada — se apresura a decir Harry — Queríamos preguntar...
—¡Me gustaría que la gente dejara de hablar a mis espaldas! — dijo Myrtle, con la voz ahogada por las lágrimas — Tengo sentimientos, ¿saben?, aunque esté muerta.
—Myrtle, nadie quiere molestarte — le dije con calma — Harry sólo...
—¡Nadie quiere molestarme! ¡Ésta sí que es buena! — gimió Myrtle — ¡Mi vida en este lugar no fue más que miseria, y ahora la gente viene aquí a amargarme la muerte!
—Queríamos preguntarte si habías visto últimamente algo raro — dijo Hermione dándose prisa — Porque la noche de Halloween agredieron a un gato justo al otro lado de tu puerta.
—¿Viste a alguien por aquí aquella noche? — le preguntó Harry.
—No me fijé — dijo Myrtle con afectación — Me dolió tanto lo que me dijeron en la fiesta, que vine aquí e intenté suicidarme. Luego, claro, recordé que estoy..., que estoy...
—Muerta ya — dijo Ron, con la intención de ayudar.
- Sospecho que eso no fue de gran ayuda - comenta Bill.
- No, solo sirvió para que llorara más fuerte y se fuera.
- Vaya que es duro tratar con ella - comenta Lily.
- Un poco, luego te acostumbras y aprendes hablarle de la manera correcta.
Myrtle sollozó trágicamente, se elevó en el aire, se volteo y se sumergió de cabeza en la taza del retrete, salpicándonos, y desapareciendo de la vista; a juzgar por la procedencia de sus sollozos ahogados, debía de estar en algún lugar del sifón.
Harry y Ron se quedaron con la boca abierta, pero Hermione, que ya estaba harta, se encogió de hombros, y les dijo:
—Tratándose de Myrtle, esto es casi estar alegre. Bueno, vámonos...
Harry acaba de cerrar la puerta a los sollozos gorjeantes de Myrtle, cuando una potente voz nos hace dar un respingo a los cuatro.
—¡RON!
- Ese no el grito de Minnie - comenta James.
- No, era preferible ella - le dice George - Sospecho que se trata de nuestro prefecto favorito.
- Solo quería alejarlos de los problemas - se defiende él.
- Tú no comprendiste a ninguno de nosotros cuatro - le dice en cambio Fred - Eran más importantes tus objetivos.
- Lo sé, me di cuenta tarde y me arrepiento - les responde molesto - No sé cuantas veces más se los voy a tener que repetir.
- Suficiente todos - los regaña Bill - Desde que nos fuimos de la casa con Charlie, ustedes se volvieron un caos, pero somos familia y siempre debemos estar seguro de poder contar con el otro.
- Así que olviden esas estúpidas discusiones y piensen en el futuro - agrega Charlie.
Todos los pellirrojos Weasley asintieron hacia sus hermanos mayores, bajo la orgullosa mirada de sus padres.
Percy, con su resplandeciente insignia de prefecto, se había detenido al final de las escaleras, con una expresión de susto en la cara.
—¡Esos son los aseos de las chicas! — gritó — ¿Qué estás haciendo?
—Sólo echaba un vistazo —dice Ron, encogiéndose de hombros—. Buscando pistas, ya sabes...
Percy parecía estar a punto de estallar.
—Marchen... fuera... de aquí... — dijo, caminando hacia nosotros con paso firme y agitando los brazos para echarnos — ¿No se dan cuenta de lo que podría parecer, volver a este lugar mientras todos están cenando?
—¿Por qué no podemos estar aquí? — repuso Ron acaloradamente, parándose de pronto y enfrentándose a Percy — ¡Escucha, nosotros no le hemos tocado un pelo a ese gato!
—Eso es lo que dije a Ginny — dijo Percy con contundencia —, pero ella todavía cree que te van a expulsar. No la he visto nunca tan afectada, llorando amargamente. Podrías pensar un poco en ella, y además, todos los de primero están asustados.
—A ti no te preocupa Ginny — replicó Ron, enrojeciendo hasta las orejas —, a ti sólo te preocupa que yo eche a perder tus posibilidades de ser Representante del Colegio.
— ¡Cinco puntos menos para Gryffindor! — dijo Percy secamente, llevándose una mano a su insignia de prefecto — ¡Y espero que esto te enseñe la lección! ¡Se acabó el hacer de detective, o de lo contrario escribiré a mamá!
Y se marchó con el paso firme.
- Me importaban más ustedes - nos dice él.
- Eras difícil de descifrar - le responde Ron - Y tampoco nosotros no quedábamos quietos.
- Aunque fue bueno que no lo hicieran - le dice en cambio Ginny.
Aquella noche, en la sala común, con Harry, Ron y Hermione elegimos los asientos más alejados del de Percy. Ron estaba todavía de muy mal humor y seguía emborronando sus deberes de Encantamientos. Cuando, sin darse cuenta, agarró su varita mágica para quitar las manchas, el pergamino empezó a arder. Casi echando tanto humo como sus deberes, Ron cerró de golpe el libro reglamentario de hechizos (clase 2). Para mi sorpresa, Hermione lo imitó.
—Pero ¿quién podría ser? — dijo con voz tranquila, como si continuara una conversación que hubieran estado manteniendo — ¿Quién querría echar de Hogwarts a todos los squibs y los de familia muggle?
—Pensemos — dijo Harry con simulado desconcierto — ¿Conocemos a alguien que piense que los que vienen de familia muggle son escoria?
Miró a Hermione. Hermione miró hacia atrás, poco convencida.
—Si te refieres a Malfoy...
- Por favor... ahora seré yo al que tengan como acusado - protesta Draco.
- Siendo honesto, tenías todas las virtudes desde nuestra perspectivas... - le dice Harry y queda pensativo un momento - Excepto para Hann, ella nunca lo creyó.
- Gracias Luciérnaga.
- De nada Dragón, pero confiaba en ti.
—¡Naturalmente! — dijo Ron — Ya lo escuchaste: «¡Los próximos serán los sangre sucia!» Venga, no hay más que ver su asquerosa cara de rata para saber que es él...
—¿Malfoy, el heredero de Slytherin? — dijo escépticamente Hermione.
—Fíjate en su familia — dijo Harry, cerrando también sus libros — Todos han pertenecido a Slytherin, él siempre alardea de ello. Podrían perfectamente ser descendientes del mismo Slytherin. Su padre es un verdadero malvado.
—¡Podrían haber conservado durante siglos la llave de la Cámara de los Secretos! — dijo Ron — Pasándosela de padres a hijos...
- ¿Tiene una llave? - pregunta Regulus.
- No, fue una manera de decir - le responde Ron.
- ¿Y como la abren? - le pregunta Lily.
- Muy lista madrina, pero ya lo sabrán - le digo en cambio.
—Bueno — dijo cautamente Hermione —, supongo que puede ser.
—Pero ¿cómo podríamos demostrarlo? —preguntó Harry; en tono de misterio.
—Habría una manera — dijo Hermione hablando despacio, bajando aún más la voz y echando una fugaz mirada a Percy — Por supuesto, sería difícil. Y peligroso, muy peligroso. Calculo que quebrantaríamos unas cincuenta normas del colegio.
- Esperen un segundo... ¿Ella está sugiriendo hacer algo que quebrantarían tantas normas? - nos dice incrédulo Sirius.
- Era por una buena causa - le dice en cambio Herms.
- ¿Tan rápido comenzaste a romper las reglas? - le pregunta James - A nosotros nos llevo más tiempo convencer a Remus para que acepte nuestras ideas.
- Lo que ustedes hacen también es una locura y no tienen demasiado cuidado - le dice ella - Y sí, como una hija muggle, estaba preocupada.
- Tienes un buen punto cariño, aunque no comparto que rompan tantas reglas - le dice la Señora Potter.
—Si, dentro de un mes más o menos, te parece que podrías empezar a explicárnoslo, háznoslo saber, ¿vale? — dijo Ron, airado.
—De acuerdo — repuso fríamente Hermione — Lo que tendríamos que hacer es entrar en la sala común de Slytherin y hacerle a Malfoy algunas preguntas sin que sospeche que somos nosotros.
—Pero eso es imposible — dijo Harry, mientras Ron se reía.
—No, no lo es — repuso Hermione — Lo único que nos haría falta es una poción multijugos.
- Muy lista, pero demasiado arriesgado para niños de segundo año - le dice mi abuela.
- Creíamos que era nuestra única salida - le dice Ron.
—¿Qué es eso? — preguntaron a la vez Harry y Ron.
—Snape la mencionó en clase hace unas semanas.
—¿Piensas que no tenemos nada mejor que hacer en la clase de Pociones que escuchar a Snape? — dijo Ron.
—Esa poción lo transforma a uno en otra persona. ¡Piensen en ello! Nos podríamos convertir en cuatro estudiantes de Slytherin. Nadie nos reconocería. Y seguramente Malfoy nos diría algo. Lo más probable es que ahora mismo esté alardeando de ello en la sala común de Slytherin.
—Esto del multijugos me parece un poco peligroso — dijo Ron, frunciendo el entrecejo —. ¿Y si nos quedamos para siempre convertidos en cuatro de Slytherin?
—El efecto se pasa después de un rato — dijo Hermione, haciendo un gesto con la mano como para descartar ese inconveniente —, pero lo realmente difícil será conseguir la receta. Snape dijo que se encuentra en un libro llamado Moste Potente Potions que se encuentra en la Sección Prohibida de la biblioteca.
- ¿Tú qué opinas Hannah? - dijo Harry - No has dicho nada.
- No creo que Draco sea el heredero - les dije segura - Si fuera así, su padre hubiese empapelado el castillo para alardear y se lo refregaría en la cara de mi padre - añadí - Sin embargo, los conozco lo suficiente a los tres, para saber que proseguirán con el plan y como dijo Ron, si la poción sale mal puede ser peligroso.
- Al menos fuiste la voz de la razón al menos una vez - me dice mi padre.
- No, solo dije lo que pensaba y los conozco a los tres y iban a cambiar de parecer - le respondo y suspiro - Así que... me iba a sentir más segura si los ayudaba.
- Y mi ilusion duro poco...
- Papá, tengo un buen juicio... la mayoría de las veces.
- ¿Sabes hacerla? - me preguntó Hermione entusiasmada.
- Sí, Godric me enseñó en el verano - le respondí resignada - En el diario que tú me regalaste, tengo anotado la receta y las instrucciones.
- ¿Nos ayudarás? - dijo Harry.
- Sí, aunque creo tener razón.
- Fin del capitulo - nos dice Alice y me regresa el libro.
- Sabía que había algo raro en eso idiotas esa vez - nos dice Draco.
- Así que lo hicieron - nos dice Lily.
- Ellos tres - le digo - Yo regrese a casa por las vacaciones de invierno y no me sentía muy alegre sabiendo lo que harían y que no estaría con ellos.
- No sé si felicitarte o regañarte - me dice mi madre.
- Pónganse en nuestros lugares, ¿Abandonaría a su mejor amigo? - les pregunto - Cuando leamos lo de Hermione, nos entenderán.