Lo que encontré en ti

By Alewriting29

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Soledad, tristeza, odiar con toda tu alma a las personas que te hacen daño y tener un rencor tan grande al no... More

PROLOGO
01 VALENTINA
02 VALENTINA
03 VALENTINA
04 SEBASTIÁN
05 VALENTINA
06 SEBASTIÁN
07 VALENTINA
08 SEBASTIÁN
09 VALENTINA
10 SEBASTIÁN
11 VALENTINA
13 SEBASTIÁN
14 VALENTINA
15 SEBASTIÁN
16 VALENTINA
17 SEBASTIÁN
18 VALENTINA
19 SEBASTIÁN
20 VALENTINA
21 SEBASTIÁN
22 VALENTINA
23 SEBASTIÁN
24 VALENTINA
25 SEBASTIÁN
26 VALENTINA
27 SEBASTIÁN
28 VALENTINA
29 SEBASTIÁN
30 VALENTINA
31 SEBASTIÁN
32 VALENTINA
33 SEBASTIÁN
34 VALENTINA
35 SEBASTIÁN
36 VALENTINA
37 SEBASTIÁN
38 VALENTINA
EPILOGO SEBASTIÁN
Agradecimientos

12 VALENTINA

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By Alewriting29


A la mañana siguiente me dieron unas ganas muy extrañas de salir a correr así que me puse unos pantalones de licra negros, una camiseta deportiva y una sudadera a juego, busque mis zapatillas deportivas y al ponérmelas baje a la cocina por algo de comer. Me prepare solo un café y rellene un bollo de pan con mantequilla. Cuando ya llevaba el bollo por la mitad escuche que alguien bajaba por las escaleras. Era extraño tener compañía en casa después de tanto tiempo.

Gabriel llevaba unos pantalones de dormir, sin camisa y descalzo, se estaba hurgando los ojos cuando me miro, levanto una ceja y me señalo con el dedo índice.

- ¿Por qué estas vestida así?

- Porque voy a salir a correr – dije como si fuera más que obvio.

- ¿Y desde cuándo corres? – termine de tomarme el café y camine hacia él.

- Desde hoy – dije con una sonrisa.

- ¿La pasaste bien anoche? – mi sonrisa decayó pero volví a ponerla en alto lo más rápido que pude antes de que se diera cuenta.

- Bien. Me tengo que ir, hablamos cuando llegue – le di un beso en la mejilla y me fui antes de que comenzara con el interrogatorio.

Cuando salí eran como las ocho de la mañana así que tenía el tiempo suficiente para regresar a darme una ducha e ir a casa de Isabella.

Llevaba aproximadamente una media hora corriendo y ya me sentía cansada, esto del deporte no era lo mío. Nunca fui buena en nada relacionado con ello, siempre cuando teníamos educación física y hacían los grupos de voleibol que comenzábamos a jugar la pelota siempre me pegaba a mí, yo era un imana para ella, nunca faltaba un momento en el que no se estrellara contra mi rostro, era tedioso y a la vez doloroso; en baloncesto siempre me empujaban y me quitaban el balón; en soccer yo era la portera y aparte que nunca paraba los goles cuando me ponían en el campo se me enredaban los pies y me terminaba cayendo; en béisbol siempre me hacían strike, y cada vez que me lanzaban la pelota o terminaba lanzando el bate, no le daba o simplemente me iba del lugar porque le tenía miedo a la pelota; finalmente con el futbol americano (ese era mucho peor que todos los anteriores), cuando me lanzaban el balón no lo atajaba y cuando lo hacía (que eran muy pocas la ocasiones) todas se me lanzaba encima haciendo que yo cayera al piso, las chicas eran más agresivas que los chicos. Efectivamente el deporte no iba conmigo al igual que los balones.

Vi el reloj de mi muñeca y marcaban las nueve y media de la mañana. Decidí parar por unos minutos para no desmayarme ahí mismo, compre una botella de agua y fui a un parque donde hacían ejercicio, me senté en uno de los bancos a ver a las personas, algunas corrían y otras paseaban a sus perros. Alguien se sentó a mi lado y lo primero que vi fue que tenía un pastor alemán de compañía, era grande así que como no sabía si era rabioso me alejé un poco de la persona.

- No pensé que le tuvieras miedo a los perros – se me escapo una sonrisa pero trate de que mi tono fuera serio.

- No, Jeyden, no les tengo miedo – voltee a verlo –, pero no sé si este tenga malas mañas – dije y señale a su perro.

- ¿Estas insinuando que lo he enseñado mal? – pregunto con una sonrisa y una ceja levantada, yo solo asentí.

- ¿No tenías que estar en el trabajo temprano?

- Me preguntaron esta mañana si podía ir a partir de las seis de la tarde y no me negué, es mejor trabajar de noche, resulta ser más tranquilo – acaricio al perro y me miro –. Así que volviendo al tema de como entreno a mi perro porque no le dices que haga algo y veras como cambias de opinión.

- ¿Qué le digo?

- No lo sé, lo que tú quieras. Se llama Irón – lo soltó de la correa y este se puso frente a nosotros. No tenía idea de que cosa ordenarle así que le dije lo típico.

- Irón siéntate – el perro obedeció –. Da vueltas – lo hizo.

- Ordénale algo más interesante – dijo con tono irritado y volteé a verlo.

- ¿Por qué mejor no lo haces tú? – dije seria.

- Muy bien – Jeyden se levantó y se puso frente al pastor, saco una pelota y la puso sobre el hocico –. Irón sígueme – el perro comenzó a hacerlo de una forma tan pausada para que la pelota no se le callera, cuando iban a dar la vuelta casi se le cae pero al parecer se dio cuanta porque se detuvo, espero que la pelota dejara de tambalearse y siguió caminando; era algo impresionante. Cuando estuvieron de nuevo frente a mi Jeyden chasqueo los dedos e Irón hizo girar la pelota atajándola con su boca. Comencé a aplaudir y Jeyden solo se inclinó dando las gracias.

- Eso estuvo muy bueno – Irón vino hacia mí dándome la pelota y comencé acariciarlo.

- Le agradas, casi nunca se acerca a las personas, siempre terminan llamándolo y él no les hace caso – se acercó y lo acaricio.

Le lance la pelota y Irón la busco, lo hice de nuevo y cuando vino hacia mí se lanzó a lamerme la cara, lo baje y le dije que se sentara. Me baje el cierre de la sudadera y note que Jeyden me miraba.

- ¿Qué tanto me miras? – le sonreí nerviosa y el me aparto un mecho de pelo de la cara.

- No tengo porque decírtelo si ya lo sabes – se acercó a mí –, pero creo que tendré que hacértelo saber otra vez – me acaricio el cuello –, eres preciosa Valentina, por eso me gusta tanto mirarte.

- Gracias, Jeyden. Oye quería pedirte perdón por lo de ayer, estuvo mal haber salido de esa forma sin siquiera haberme despedido como era debido – él solo rio y paso a acariciarme la mandíbula.

- Tranquila, no te preocupes. ¿Pero porque te pusiste así de repente?

Me quede callada y mire al frente, no quería decirle que por culpa de otra persona había arruinado mi salida con él, y que de por sí esa persona es la razón por el cual no creo que pueda tener algo con él.

Estúpidos sentimientos que no se van, los odio.

- Es solo que de repente me dio un mareo y preferí que me llevaras antes de que ensuciara tu auto – mentí descaradamente.

- ¿Y sentiste eso cuando intente besarte? – estaba serio pero no molesto, en cambio yo sentía la cara caliente y con unas ganas de irme de ahí.

- No, no sentí eso.

-¿Y qué sentiste? – me acaricio los labios y me puse nerviosa. ¿¡Que iba a contestarle!?

- No lo sé – se acercó y tuve que cerrar los ojos esperando lo que ya sabía que iba a pasar.

- ¿Vale? – los abrí de golpe y volteé lentamente.

- ¡Daniel! – me levante y volteé ver Jeyden que lo miraba mal. Volví a mirar a Daniel y este tenía una sonrisa divertida en los labios –. Mmm ¿Qué haces aquí?

- Siempre vengo a hacer ejercicio en este parque – se encogió en hombros y miro a Jeyden –. ¿Quién es él y porque me está mirando así? – me pidió en un susurro.

- Daniel él es el mejor amigo de mi hermano, Jeyden – lo tome de la mano haciendo que se levantara –, Jeyden él es Daniel, un gran amigo mío – enfaticé la palabra "amigo" y note que sus músculos se relajaron.

- Un placer – dijo Daniel con una sonrisa sincera.

- Igualmente – dijo Jeyden y estiro la mano para que Daniel se la estrechara. Cuando se terminó la presentación me sentí más tranquila.

- ¿Y que estaban haciendo? – pregunto de forma picara con una sonrisa y volví a ponerme nerviosa. Cuando Jeyden quiso contestar me aproximé a hacerlo yo.

- Nada. Solo estábamos hablando.

- ¿O sea que las personas hablan con los ojos cerrados y aproximándose a sus bocas? – quería matarlo.

- Uy pero que tarde es – mire el reloj y eran las diez –. Será mejor que me vaya, tengo que ir a donde Isabella y no quiero llegar tarde – cuando pronuncie su nombre los ojos de Daniel brillaron; bingo.

- ¿Vas a casa de Isabella?

- Pues eso parece, sí.

- Voy contigo – me tomo de los hombros con fuerza pero sin hacerme daño –. Llámala y dile que te acompañare.

- Lo siento Daniel, pero es una reunión de mejores amigas y no puede estar más nadie, solo ella y yo – sacudí los hombros para liberarme y sonreí de forma divertida –. Así que nos vemos después – me acerqué para darle un beso a Jeyden en la mejilla y después a Daniel.

Comencé a trotar para apurar el paso; creo que fue un poco cruel de mi parte haber emocionado a Daniel de esa forma, pero se lo merecía por hacer preguntas tan tontas y a la vez le agradecía de haber llegado ya que me había salvado de besar a Jeyden, si ese beso hubiera pasado no sé cómo hubiera sido mi reacción hacia él, es mejor no saberlo.

Al llegar me dirigí a la cocina por algo de comer, ese bollo no había llenado lo suficiente mi estómago. En la isla había una nota de Gabriel esta decía:

"Tina fui a hacer unas cuantas cosas con respecto a lo de mi graduación, no estoy seguro a qué hora llegue. Te deje unos huevos revueltos, con tocino y tostadas en el microondas. Y si te estas preguntando por qué no te deje un mensaje de texto en vez de una nota, pasó que mi celular estaba muy lejos de mi alcance, en pocas palabras, no lo encuentro y me dio pereza buscarlo, tal vez lo haga después.

Te quiero mucho.

Atte. Gl

P.D. Tal vez las tostadas estén un poco quemadas, no te culpo si no quieres."

Me reí por lo último y decidí ver lo que había preparado mi hermano, y estaba en lo cierto, las tostadas estaban como carbón, con todo el dolor de mi alma las deseche e hice unas nuevas. Estaba en el sofá terminando de comer cuando sonó el timbre, me levante y abrí la puerta, no me sorprendí ya que me imaginé que podría ser él.

- Mi hermano no está Jeyden – dije pero el solo me miro serio sin decir nada –, así que no sé porque estás aquí.

- Solo quiero estar contigo – dijo con un deje en la voz y se encogió en hombros. No tuve corazón para dejarlo ahí parado así que me hice a un lado para dejarlo pasar.

- Pasa; pero no estaré mucho tiempo aquí ya que tengo que ir a donde mi amiga – él asintió con rapidez y entro.

- Oye perdón por lo que paso en el parque, no debí ser tan abusivo – dijo con la cabeza gacha y yo solo pude sonreír, me parecía muy lindo que se disculpara por tratar de darme un beso. Le tome una mejilla con mi mano y la acaricie.

- Tranquilo, no te incomodes por eso – me miro y le sonreí más abiertamente.

- Es que no sabes las ganas que tengo de darte un beso y simplemente no me puedo contener – dijo y volvió a mirarme los labios.

- Jeyden yo... - no me dejo terminar.

- Solo un beso Valentina, solo uno y no te vuelvo a molestar, pero por favor ayúdame a deshacerme de esta ansiedad – sonaba desesperado. ¿Que debía hacer?, si no lo hacía era capaz de que se molestara conmigo, pero si lo hacía no sabía lo que podría pasar después, lo pensé por unos segundo y tome mi decisión.

- ¿Solo será uno?

- Si, y puedes estar segura que nada cambiara, seguiremos como estamos ahora, solo dame ese honor – era raro escuchar que alguien dijera que era un honor besarme. Tomare su palabra y espero no arrepentirme de esto.

- Esta bien – dije en un susurro y tan rápido como termine esas dos palabras sentí los labios de él sobre los míos.

Inicio de una forma lenta, solo con un simple roce, pero después se volvió más fuerte, intenso. Caminamos un poco y chocamos contra la pared dejándome contra ella. Comenzó a besarme de una forma tan intensa que necesitaba separarme para poder tomar aire, pero no quería hacerlo, besaba muy bien; paso sus manos por mi cuello y sentí como su lengua entraba en mi boca, y justo en ese momento recordé a Sebastián, recordé como me besaba, y solo con ese pensamiento en mi mente tuve que separarme. Ejercí presión sobre su pecho y logre apartarlo un poco. Estábamos jadeando y con las respiraciones muy agitadas, Jeyden puso su frente contra la mía y nos miramos.

- Besas muy bien – dijo y sonrió, yo hice lo mismo para que no pensara nada malo.

- Tu igual – se inclinó para hacerlo otra vez pero hice la cara a un lado –. Me dijiste que solo sería uno – apoyo la frete sobre mi hombro y sentí como asentía.

- Es cierto – se enderezo y me miro –. Me gustó mucho Valentina y puedes estar tranquila, ¿todo bien?

- Todo bien – le sonreí y me abrazó.

- Te estoy repitiendo que si no llegamos a nada no te tienes que preocupar ya que no habrá rencores. No quiero que pienses que soy alguien malicioso que hará lo posible para que te quedes conmigo cuando no quieres eso. Y pensándolo mejor, ya no quiero que me des una semana porque creo saber que tal vez tu estas enamorada de alguien y yo solo estoy haciendo que te confundas – me separe de golpe y lo mire.

- ¿Cómo lo sabes?

- Me acabas de confirmar mis dudas – rio de forma divertida y yo baje la cabeza, pero este volvió a levantarla –. Está bien, ya me dejas en claro que solo podremos ser amigos, y lo respeto, lo único que quiero son dos favores – enarque una ceja extrañada.

- ¿Cuáles?

- El primero, que no te sientas incomoda cuando estés conmigo, trátame como un amigo más y segundo, dame un último beso – puse los ojos en blanco y me reí.

- El ultimo – esta vez fui yo quien lo inicio.

No besamos por muy poco tiempo así que cuando todo eso finalizo decidí ir a bañarme y Jeyden me dijo que esperaría abajo. Cuando terminé mi baño de treinta minutos busque la ropa que usaría para ir a casa de Isabella, llegaría más temprano de lo planeado. Estaba bajando las escaleras y pensaba preguntarle a Jeyden si me podría llevar cuando este habló.

- Si vas a donde tu amiga yo te llevo – se levantó del sofá y saco las llaves de su bolsillo trasero.

- Me leíste la mente porque justamente te iba a pedir ese favor.

- Bueno entonces vámonos – me jalo de la mano haciéndome terminar de bajar de las escareas y dirigiéndome a la puerta.

De camino la pasamos escuchando música y cantando a la vez; Jeyden tenía razón, no me sentía extraña estando con el sola después de lo que paso, todo estaba en mi cabeza, me hice un mundo pensando que tal vez eso arruinaría mi amistad con él, pero no lo hizo, más bien pienso que ese acto nos hizo un poco más cercanos. Cuando aparco frente a la casa de Isabella me volteé y lo mire.

- Gracias Jeyden.

- Por nada Vale – me dio un pico al cual no proteste y salí del auto.

Al llegar a la entrada toque el timbre dos veces y dentro de la casa se escuchó un estruendo antes de que abrieran la puerta.

- ¡Vale! – grito Isabella antes de abrasarme.

- ¿Qué fue eso que se escuchó antes?

- Nada, solo que mientras bajaba las escaleras y venia corriendo para abrirte tropecé y se cayó una mesa junto con un jarrón de mama – se separó de mí y se encogió de hombros.

- ¿Y lo dices así con tanta calma? – no pude evitar reír mientras ella me daba paso para entrar.

La casa de Isabella era igual de grande que la de Sebastián. Por fuera estaba pintada de un azul claro y por dentro de un turquesa del mismo tono. Al entra te encontrabas con el recibidor de invitados; hacia la parte izquierda estaba el comedor y había una puerta que te llevaba a la cocina al igual que una que estaba en el recibidor; hacia la derecha tenían una escalera en forma de espiral y del techo colgaba una lámpara en forma de araña de los tiempos de antes.

- Si, no creo que mama ni papa se den cuenta, en este momento están de viaje así que no lo notaran... Y si lo hacen diré que estaba medio dormida y que era de noche cuando eso pasó... – comenzamos a subir las escaleras mientras ella seguía diciéndome las opciones que les diría a sus padres.

La madre de Isabella, la señora Adele Rogers era una de las mejores diseñadoras de todo el país y reconocida a nivel mundial. Ella nos contó una vez que su salto al mundo de la moda no fue nada fácil, nadie reconocía su talento, hasta que un día conoció al que ahora es su marido el señor Colin Smith que era de muy buena familia ya que sus padres eran dueños de una aerolínea y conocían a muchas personas; mientras se conocían y formaban una amistad él le daba sus diseños a muchos diseñadores importantes y en el transcurso en el que él buscaba a personas que apreciaran su talento se fue enamorando de ella. Por fin después de tanto luchar y buscar, una empresa de diseñadores la contrato y les gustó mucho su trabajo, no era una muy grande pero a la señora Rogers le gustaba y fue gracias a ella que esa empresa surgió y es lo que es ahora, actualmente se llama Rogers and fashion. El señor Smith siguió los pasos de su padre y es piloto y dueño deño de la aerolínea al igual que él. Los padres de Isabella se conocieron cuando tenían veinte años y se casaron cuando cumplieron veinticinco. Actualmente tiene veinte años de casados y aun con los años y a pesar de que ella no era de familia adinerada lograron romper los prejuicios y luchar para salir adelante.

Ya en el cuarto de Isabella el cual era también muy grande y de color rosa con las columnas negras me senté en su cama que era una matrimonial mientras ella se quedaba parada en medio de la habitación.

- Y bien ¿Qué es tan importante para que utilizaras los códigos y no fueras específica?

- Bueno, como ya sabes se acerca mi cumpleaños y quiero que me ayudes con los preparativos.

- ¿Enserio utilizaste los códigos que sabes que son en caso de emergencia para esto? – me lleve las manos a la cara y me las pasé por el cabello.

- Esto es una emergencia – dijo agitando los brazos a los costado.

- Faltan dos semanas para tu cumpleaños, podemos organizarla en una y de paso no usar los puñeteros códigos.

- Ok no los volveré a usar para este tipo de casos, pero enserio, necesito que me ayudes. – Se arrodilló y se acercó a mi mientras juntaba sus manos – Porfiiis.

- Sabes que no tienes que implorarme, lo haré con los ojos cerrados – dije mientras reía y ella se levantó para abrazarme.

- Gracias Vale. – Al separarse se sentó en la cama a mi lado – Oye, tengo pensado invitar a Daniel y a Sebastián, sé que está siendo un idiota últimamente, pero es el primo de Daniel así que...

La interrumpí poniendo un dedo sobre sus labios.

- Esta bien, no tienes por qué pedirme permiso. Solo tengo que ignorar a Sebastián como lo he estado haciendo últimamente y no habrá problema. – Sonreí y ella hizo lo mismo – Y hay una cosa que tengo que contarte.

Comencé a relatarle todo lo que pasó con Jeyden, cuando me vio en toalla de baño el cual hizo que casi se echara a llorar del ataque de risa que le dio, lo que paso en el auto (obviando el hecho de que vi a Sebastián con Natalie), cuando salí a trotar en la mañana y diciéndole lo que paso con Daniel haciendo que se sonrojara un poco y finalizando con los dos besos que nos dimos.

- ¡Te besaste con él! – grito y comenzó a saltar en la cama.

- Si Isabella me bese con él, pero le dije que seriamos solo amigos, es el mejor amigo de mi hermano y sería muy raro – dejo de saltar y se sentó de golpe mirándome seria. Ay no.

- ¿Dime que no lo hiciste por Sebastián? – Odio que me conozca tan bien, así que como no podía negar nada solo baje la cabeza – Ay Vale.

- Lo siento – ahora me siento idiota.

- No lo sientas, lo respeto, son tus sentimientos, no los míos. Solo te pido que no esperes mucho de Sebastián, sé que hace unos días dije que podría sentir lo mismo que tú, pero ahora no sé qué pensar.

- Tranquila, aun lo quiero, pero él solito va a matar este sentimiento si sigue comportándose como lo está haciendo.  

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