¿Matrimonio falso? |¿MF? #1|

By Sky_Black1999

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|Historia ganadora de los premios Wattys 2015 en la categoría "Las Favoritas de los Coleccionistas"| -¿Quiere... More

¿Matrimonio falso?
Prefacio
Capítulo 1: Lo que me esperaba
Capítulo 3: Muestras de afecto
Capítulo 4: La Sra. Foster
Capítulo 5: ¿La propuesta?
Capítulo 6: ¿Acepto o no acepto?
Capítulo 7: ¿Acaso eso era una sonrisa?
Capítulo 8: Fase uno: conocernos
Capítulo 9: Jackson, Jimmy... ¿O era Jeremy?
Capítulo 10: Fase dos: Cambio extremo
Capítulo 11: La cruda realidad
Capítulo 12: Todo se derrumbó
Capítulo 13: No llores
Capítulo 14: El día más esperado
Capítulo 15: Siendo directos
Capítulo 16: La muralla de almohadas
Capítulo 17: El anillo
Capítulo 18: Un gran aprieto
Capítulo 19: Quemándome viva
Capítulo 20: La Gran Manzana
Capítulo 21: De celos y sonrisas secretas
Capítulo 22: Sesión de besos
Capítulo 23: Diane y Matt
Capítulo 24: Más drama en mi vida
Capítulo 25: Ataque de pánico
Capítulo 26: Te protegeré
Capítulo 27: El regalo más grande
Capítulo 28: La carta
Capítulo 29: Sus ojos ya no me sonreirán
Capítulo 30: Las mentiras crecen
Capítulo 31: El arreglo de flores
Capítulo 32: Luchar por ella
Capítulo 33: Vive el presente
Capítulo 34: Una incómoda situación
Capítulo 35: Manos cálidas
Capítulo 36: La soledad y la muerte
Capítulo 37: ¿Perdonados?
Capítulo 38: Una telaraña de problemas
Epílogo
Capítulo especial #1
Capítulo especial #2
Capítulo especial #3
Capítulo especial #4
Capítulo especial #5
Capítulo especial #6
Agradecimientos
¡Ganamos! *grito fangirl*
Pregunta importante
«Mi única opción»
Noticias

Capítulo 2: El testamento

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By Sky_Black1999


Jay



La muerte era una porquería.

Siempre lo he sabido y estoy seguro de que todos lo sabemos perfectamente, aunque solo lo llegas a entenderlo bien cuando se vive algo relacionado con ello. Lo acabo de vivir y es horrible.

Me sorprendió la reacción que tuve hace unos días en el apartamento de Matt y Kim, pero me sentía tan frustrado que no pude manejar mis emociones.

Mi padre no fue el mejor de todos ni tampoco el peor. Se mantuvo neutro.

Pero eso no era lo que yo quería. Yo quería a un padre con el que pudiera hablar de chicas y de juegos de fútbol. Quería que me aconsejara sobre alguna relación y que me apoyara cuando tomara una decisión. Sin embargo, eso no lo obtuve ni lo obtendré.

Lo más importante para papá fue su trabajo. No me gustaba pensar que mi mamá y yo no le interesamos lo suficiente, pero era inevitable hacerlo porque era la verdad. Para él nosotros no éramos lo primordial.

Suspiré con pésame y me senté en la orilla de la cama con los codos apoyados en las rodillas. Una mano delgada empezó a acariciar mi espalda y me estremecí.

—Vamos, Jay. Todavía es temprano. —Era cierto. Eran las siete de la mañana, pero yo no quería más de ella—. Ven, bebé. Sé que quieres...

Rodé los ojos y me paré de la cama, sin importarme que aquella chica tuviera una buena vista de mi trasero desnudo. Me dirigí al baño y cerré la puerta con pestillo para prevenir.

Después de ducharme, me enrosqué una toalla en la cintura y salí del baño. Me sorprendí al no ver a la chica en la cama, pero escuché unos ruidos en la cocina, así que supuse que allí estaría. Fue una gran noche con ella, sin embargo, no quería una relación por ahora.

Saqué una camisa negra del armario, un jean desgastado y me puse los zapatos cafés de siempre. Cogí unas gafas y bajé al primer piso.

—Jay, ¿por qué no me esperaste? —La chica no-tengo-idea-de-su-nombre hizo un puchero que la hizo lucir realmente sexy—. Quería bañarme contigo.

Pasé mis brazos por su pequeña cintura y la atraje a mí en un beso desmedido. Al separarnos, bostecé, no con intención de ofenderla, sino más bien porque acababa de despertarme y no había desayunado aún. Pero al parecer ella no lo entendió.

Se puso furiosa.

—Eres un idiota —masculló y se separó de mí enojada. Apenas me había percatado de que solo traía mi camisa puesta, solo eso. Nada debajo de ella—. ¿Es que acaso te aburro?

Suspiré y me dirigí al refrigerador a sacar algo para saciar el hambre que traía conmigo.

—Claro que no, nena —respondí con voz monótona. La chica era muy guapa y experta en... eso, aunque eran de esas personas que solo quieres para un momento nada más. Pensar de esa forma sabiendo que tan solo hace unas horas estaba revolcándome de placer en la cama con ella era grosero de mi parte, pero bueno... yo era grosero.

—¿Y entonces? —Quiso saber y yo cerré el refrigerador porque su voz me distraía.

—¿Y entonces qué? —pregunté tratando de estar serio, aunque mi tono decía claramente que me estaba burlando.

Ella suspiró y al parecer pensó en olvidar mi actitud porque se acercó y rodeó mi cuello con sus brazos con dificultad, ya que era de baja estatura. Oh no, eso sí que no.

Quité sus manos de mi cuello y la miré directo a los ojos.

—Lo siento, pero debes irte —ordené.

Ella jadeó y dio un paso atrás, mirándome de manera dolida. No dejé que me afectara su mirada.

—¿Qué estás...? —La interrumpí.

—Mira, te seré sincero. Ahora mismo no quiero una relación ni nada por el estilo. Solo quiero acostarme con cuantas mujeres se me crucen en el camino. Tú eres una de ellas, así que te pido amablemente que te vayas, porque ya no te necesito más —expliqué mientras veía cómo su rostro se volvía rojo de la furia. Supongo que fui cruel, pero solamente dije la verdad y a muchos la verdad no les agrada.

—¡Eres un malnacido hijo de...! —explotó y me golpeó en el pecho con las manos en puños. En realidad no me dolía porque era delgada y débil como una pluma, pero aun así la agarré de las muñecas y las apreté, haciendo que ella parase de insultarme.

—Cariño, creo que es mejor que te vayas ahora mismo —susurré con voz determinante. Ella tembló, pero alzó la barbilla con impotencia.

—Algún día alguien te va a rechazar tal como has hecho ahora y eso no te va a gustar, te lo aseguro —escupió al zafarse de mis brazos con brusquedad. Se encaminó a mi cuarto, de seguro a ponerse la ropa que dejó allí. Crucé los brazos y me apoyé en la pared cercana mientras la esperaba.

Era un completo idiota, pero la sinceridad era algo que siempre me había identificado. No podía decirle que la volvería a llamar y que tendríamos una cita porque era mentira; era mejor ser sincero que romperle el corazón después. Aunque estoy seguro que ahora su corazón está furioso.

Después de unos minutos, ella salió ya vestida y al verme se acercó y me agarró del cuello, agachándome a su altura para darme un beso fogoso que en definitiva no me esperaba. No le correspondí de la manera en que ella quería porque me tomó por sorpresa, pero no fue necesario, ya que al separarse de mí golpeó con fuerza mi mejilla, provocando que mi rostro se volteara.

Joder, ¿con qué maniática me metí?

—Lástima que seas un idiota, eres genial en la cama —espetó entre rabiosa y lujuriosa para después darse la vuelta meneando las caderas. Lancé un silbido al tiempo en el que la puerta se cerraba detrás de ella y me reí negando con la cabeza.

Eso fue inesperado, pero candente. Ojalá aquella chica no tome represalias contra mí.

Ya estando libre de cualquier interrupción indeseada, desayuné y tomé las llaves del apartamento y el auto. Hoy mamá y yo teníamos que ir a hablar con nuestro abogado acerca de todo el asunto de la herencia. Yo estaba completamente seguro de que papá le dejó todo en manos a mamá, pero era necesario que yo estuviera presente por ser su hijo.

Lancé un suspiro mientras esperaba que el auto encendiera. Incluso estando muerto, papá me metía en sus cosas y yo no podía hacer nada para evitarlo.

Mamá y yo estábamos esperando a que el abogado hablara, pero al parecer estaba tan ensimismado en lo que decían los papeles que llevaba en manos porque en ningún momento nos miró. Ni siquiera cuando llegamos nos dirigió la mirada; simplemente nos dijo que tomáramos asiento y que esperáramos. Esa espera en realidad me estaba impacientando al punto de que movía los dedos de mi mano derecha de manera frenética en mi rodilla. Era un hábito que tenía desde niño; siempre que estaba preocupado o nervioso por algo movía los dedos así.

Sentí una mano apretando mi rodilla y volteé hacia mi mamá, quien me miraba con reprimenda, haciéndome saber que mi impaciencia se destacaba. Asentí y dejé de mover mi mano. Unos segundos después, el abogado por fin separó la vista de esas hojas y nos miró.

—Realmente siento ser tan irrespetuoso. —Sí, claro, se notaba que lo sentía—. Pero debía primero saber todo acerca de la herencia antes de comunicarles a ustedes las noticias.

Entrecerré los ojos.

—¿Cuáles noticias? —pregunté.

El abogado me miró y sonrió de forma amable, aunque yo no le hubiera devuelto la sonrisa.

—Felicidades, joven. Realmente su padre debió de confiar en usted para dejar todo en sus manos —comentó y yo prácticamente palidecí.

Sabía muy bien que mi padre quería que yo me encargara de su trabajo si alguna vez moría. Lo que no sabía era que ese "alguna vez" sería tan pronto y mucho menos me esperaba que muriera de un ataque cardíaco. Papá era una de las personas más comprometidas en su trabajo que hubiera conocido y nunca lo vi estresado ni nada por el estilo, así que me sorprendió el hecho de que su corazón no aguantara el estrés que estaba generando el empleo. Pero de igual forma no tenía manera de saberlo porque él nunca permanecía en casa. Se la pasaba viajando y la mayoría de su tiempo estaba en el hotel arreglando todo el papeleo o en la oficina.

Su trabajo era como su elixir. Sin él no hubiera sido nada, pero su mismo elixir fue el que lo mató.

—¿A qué se refiere con que todo está en mis manos? —inquirí y el abogado me miró ceñudo.

—¿No lo sabe aún? —No me lo preguntó a mí, se dirigió a mamá. Volteé a verla y ella agachó la cabeza, luciendo avergonzada pero ¿de qué?

—¿Qué es lo que no sé? —Mi paciencia se estaba agotando y que los dos estuvieran callados mientras yo sufría internamente me hartaba de gran manera—. ¡Joder, díganme!

—Jay —me reprendió mi madre y suspiré con pesadez para tratar de no explotar, porque ella no merecía que yo me sulfurara.

—De acuerdo, me calmaré, pero necesito toda la información ahora mismo o no querrán verme furioso —murmuré entre dientes. Mi madre abrió los ojos y se puso completamente roja, de seguro imaginándose en lo que estará pensando el abogado ahora mismo de mí. A mí, especialmente, me importaba un bledo.

El abogado suspiró y empezó a hablar. Yo no lo interrumpí ni en un segundo.

—A lo que me refería es que el testamento, el cual fue escrito por su padre mismo, dice claramente que todos sus bienes están en sus manos. —Hizo una pausa mientras yo trataba con todas mis fuerzas no zarandearlo por los hombros—. Según el testamento, la casa, los autos, todos los muebles de la casa, están a su poder. Hasta... —Echó una mirada a mi madre y luego volvió a mirarme—. Hasta la empresa.

Espera un segundo...

—¿Está queriéndome decir que ahora soy el dueño de Stay home? —Resumí básicamente lo que él quiso decirme. Me esperaba que algunos bienes me fueran dejados, aunque no pensé que todo lo que tenía cayera en mi poder. Quería que mamá hablara, pero se mantuvo callada en todo momento.

—¡Oh! Pero la propiedad que su esposo tenía en Miami está a su nombre, Audrey. —Ignoró mi comentario y prosiguió—. Él al parecer sabía lo mucho que a usted le gusta esa casa y se la dejó. Es completamente suya, pero ya sabe que primero hay que hacer todo el papeleo correspondiente.

Mamá asintió, me miró de reojo y preguntó:

—Entonces, ¿la empresa está a su nombre? —Al menos ella estaba igual de interesada en el tema que yo. Solo que mi interés era diferente; quería que el abogado me dijera que estaba equivocado, porque realmente yo no quería nada de eso.

El abogado suspiró y se pasó la mano por la cabeza escasa de cabello y asintió.

—Sí, es lo que dice el testamento. Lo pueden ver si quieren —ofreció y yo ondeé la mano, restándole importancia. El señor asintió y miró a mi madre. Sabía que ella de reojo me estaba observando—. Solo que... hay más.

—¿Hay más? —preguntamos mi madre y yo al unísono.

—Siendo sincero, no sé cómo decirles de la manera más conveniente... —Hablé antes de que prosiguiera.

—Estoy seguro de que preferiríamos que fuera directo, por favor —gruñí porque toda esta palabrería de verdad que me estaba hartando más de lo que debería y mi paciencia estaba al borde del colapso.

El abogado asintió y frunció el ceño con mis palabras, pero después se recompuso.

—De acuerdo, lo sé. Lamento todo este drama. —Bastante drama pensé yo, pero mantuve mis labios cerrados—. Lo que sucede es que al parecer su padre no dejó todo la franquicia de hoteles a su nombre. —La mejor noticia que me pudieron dar—. Sin embargo, usted es dueño del cincuenta por ciento del negocio.

Asentí, dándole a entender que podía seguir, pero mamá habló antes.

—¿Quién es el dueño del otro cincuenta por ciento? —Me estaba preguntando lo mismo.

—Yo no lo conozco; no obstante, lo que tengo entendido es que era el mejor amigo de su padre, Jacob Abrams. Era el segundo al mando, por así decirlo. Básicamente, el segundo dueño del negocio después de su padre, cuando estaba vivo. S e esperaba que él se quedara con todo, pero su padre nos sorprendió a todos cuando nos dejó esto. —Señaló los papeles—. La otra cosa es que hay un requisito para que usted sea el dueño parcial de su parte. Algo que su padre quiso que usted hiciera, aunque él no estuviera presente para verlo con sus propios ojos.

No quería escuchar lo que seguía.

—Según el testamento... usted debe estar casado legalmente para recibir su parte.

Bueno, eso en definitiva no lo esperaba.

—¿Qué? —espeté e incluso vi que escupí un poco, pero en realidad no me importaba.

—Como escuchó, joven. El testamento lo dice, y cito textualmente: "A mi primer y único hijo, Jayson Sullivan, le dejo parte de mi franquicia, Stay Home. El cincuenta por ciento le es correspondido, pero para que pueda recibir su parte debe estar comprometido en matrimonio. Es mi palabra y espero sea cumplida". —Terminó de citar y yo quedé aún más confundido—. Su padre me dijo que quería que usted estuviera en una edad adecuada y madura para poder manejar su negocio.

Lo miré con ironía.

—Y, según él, ¿la mejor manera es casarme? —Solté una carcajada igual de irónica y vi cómo fruncía el ceño—. Déjeme decirle que realmente no me importa lo que hagan con esa franquicia. Denle mi parte a ese tal Jacob. Si mi papá hubiera confiado en mí completamente no me habría dejado solo la mitad.

—Él lo hizo, Jay, él confió en ti. —Fue la primera vez en el día que me llamó por mi nombre. Lo miré con atención—. No es por ofenderle, pero no creo que usted entienda lo serio que es este asunto.

—Sí lo entiendo —aclaré con firmeza y luego sonreí—, mas no me importa.

Me paré del asiento donde estaba, pero antes de dar media vuelta una mano agarró mi muñeca y me lo impidió. Ese simple movimiento de parte de mi madre me hizo parar abruptamente.

—Siéntate, cielo. —Oh no, utilizó una palabra cariñosa, lo que significa que está impaciente conmigo. Hice lo que dijo a regañadientes. Ella le sonrió de manera incómoda al abogado—. ¿Podría explicarnos con más detalles, por favor?

El abogado asintió.

—Es muy necesario que usted acepte esto, joven Jay. —Que utilizara de nuevo la palabra "joven" no ayudó a que me calmara—. El negocio de su padre es conocido mundialmente, lo que usted ya sabe. Una sola persona no es capaz de manejarlo solo y, según lo que tengo entendido, usted fue enseñado toda su vida para esta clase de trabajos. Es la persona más adecuada para manejar el negocio de su padre. Por otro lado, si no lo hace, se puede decir que todo ese trabajo duro que hizo su abuelo y después su padre se irá a la basura.

—Entiendo claramente todo eso, pero lo que no entiendo es la necesidad absurda de mi padre de que me case para reclamar mi parte. Se supone que es mía. Debo firmar los papeles que sean y listo, es completamente mía —comenté a lo que el abogado suspiró.

—Su padre quería que usted estuviera en una actitud más... madura. El matrimonio es un paso muy grande para todo ser humano y da inicio a la madurez.

—Entonces, según él, yo no soy lo suficientemente maduro para manejar todo, ¿no es así? —Claro, era obvio que mi padre pensara eso de mí.

El abogado se reclinó en su asiento y suspiró. Yo tendía a estresar a las personas que estaban a mí alrededor.

—No hay necesidad de hablar mal de su padre en este asunto. Lo importante aquí es que usted debe estar casado o contraer matrimonio para hacerse cargo de su parte —declaró y yo lo miré con los ojos entrecerrados.

—Y... ¿qué pasa si no es así? —pregunté.

—Como le dije antes, una sola persona no puede manejar toda la franquicia. Si usted no acepta, me temo que el negocio bajaría notablemente. —Hizo una mueca—. Además de eso, este negocio va pasando de generación en generación. Su padre querría que usted se hiciera cargo de lo que le corresponde.

—Pero... —Al parecer no se pudo contener más.

—¡Basta! —exclamó, lo cual hizo sobresaltar a mi madre—. Realmente he sido muy paciente con usted desde un principio, sin embargo, tengo un límite y lo ha rebasado con todos sus comentarios sarcásticos. —Eso me hizo sonreír. El abogado gruñó lo siguiente—. No he querido ser brusco en este asunto, pero creo que llegó el momento de ser directo y conciso. —Puso las palmas en el escritorio y habló en voz baja, como si estuviera compartiendo un secreto con nosotros—. Si no cumple lo que dice el testamento y, por lo tanto, no acepta su parte, estarán en la ruina.

Eso en definitiva fue muy directo.

—Jay —llamó mi madre y volteé a verla. No quería ser un problema para ella, pero con mi sola actitud ya lo estaba siendo—. Sabes muy bien que esto es muy importante.

Asentí muy a mí pesar.

—Lo sé. —Suspiré y miré al abogado—. ¿Tengo que dar una respuesta definitiva ya?

Él se hiperventiló, como queriendo quitarse el estrés de encima, y negó con la cabeza después de unos segundos.

—No, sé muy bien que procesar esto es muy difícil, pero no es necesario que nos dé una respuesta ahora mismo —respondió—. Lo cual no significa que debe dárnosla en un mes o más. No debe ser ahora mismo, sin embargo, entre más pronto mejor.

Asentí comprendiendo y me paré del asiento dispuesto a irme para aclarar mi mente de todo este asunto.

—Le daré mi respuesta en cuanto lo crea conveniente. —Era lo más cerca a ser amable que tuve como respuesta. El abogado se paró de su asiento, al igual que mamá—. Prometo que será pronto.

—De acuerdo —concluyó él y yo me di la vuelta sin despedirme.

—Realmente lo siento mucho. —Escuché que decía mi madre y que el abogado le respondía, pero ya en ese momento mi mente estaba en otro lugar. Necesitaba despejarme y la mejor manera era hablando con Matt. Además, sabía que él tenía cervezas en su apartamento, lo cual también me ayudaría.

Fui por mi coche y me dirigí allí.

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