¡Esto NO es Un Fanfiction! (T...

By MY_REALLY_MACHINE

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TodoBaku/Bakutodo «-Hola -saludó Todoroki, con aquel tono neutral de siempre- ¿Me recuerdas? Soy el chico que... More

Nota importante
Capítulo 01: Un tropiezo conveniente.
Capítulo 02: Pizzas debajo de la luna.
Capítulo 03: Sigamos adelante.
Capítulo 04: Por la razón o la fuerza.
Capítulo 05: Una fiesta cualquiera.
Capítulo 06: Chico lindo con vida linda.
Capítulo 07: Prejuicios confesados.
Capítulo 08: No hay mejor lugar que el hogar.
Capítulo 09: El pasado fue mejor.
Capítulo 11: Lo que se evitó contar.
Capítulo 12: ¿Quién se supone que somos?
Capítulo 13: Desempolvando recuerdos.
Capítulo 14: Cuando Troya arda en llamas.
Capítulo 15: Con amor, de COLD_Fire a Blasty_23.
Extra: Molestas telas que nos ocultan.
Capítulo 16: Prueba y error, quiero seguir intentando.
Capítulo 17: Cosas y personas buenas.
Capítulo 18: Lo que se anticipaba.
Capítulo 19: Ciclos que se cierran
Epílogo: Solo queremos ser felices.
Extra: Locos, jóvenes y enamorados
Comentario final

Capítulo 10: Una desastrosa navidad.

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By MY_REALLY_MACHINE

La casa era igual de pequeña como lo recordaba. Aunque en el pasado, al menos la decoración navideña no se encontraba inconclusa. A un lado de la mesa de comedor se hallaban las cajas con las decoraciones del árbol, en torno al pasamano de la escalera una única guirnalda le brindaba un poco de color y en la mesa de centro un niño Jesús solitario, sin pesebre, José o María.

En general, la casa lucía triste y apagaba, pero no culpaba a la Sra. Himiko por eso; en realidad, le impresionaba que continuara viviendo en una casa ella sola, en una presencia silenciosa.

Bakugou depositó el plato con pastelillos en la mesa de centro y la Sra. Himiko le trajo unas cuantas servilletas, junto a un par de tazas. Analizó sus débiles y lentos movimientos, acompañados de unas manos temblorosas.

—¿Por qué la internaron?

La mujer se detuvo un instante, mordiéndose el labio y terminó de servir el agua caliente. A pesar de tener los apetitosos pasteles en frente, el estómago de Katsuki se le cerró al momento; ya llegaría a casa a comer.

—Varias cosas, le encontraron alcohol y metanfetamina en los exámenes de sangre... además de un indicio de drunkorexia.

Bakugou la quedó viendo sin comprender del todo.

—Un trastorno alimentario en el que se restringe la comida antes del consumo del alcohol —explicó la mujer, ocasionando que Bakugou se quedara con la mano suspendida un largo segundo—. El problema es que Toga ya tiene veintiuno, cuando decida que ya pasó demasiado tiempo, puede abandonar el tratamiento... y no podré hacer nada.

—¿Está en el centro médico de Tokio?

—Pedí que la trasladaran al consultorio de aquí, mientras estaba inconsciente.

Al mencionar esa última palabra, Bakugou pidió sin palabras, pero con un gesto irritado, la historia completa.

En resumidas cuentas, Himiko, fue encontrada en el suelo de un bar; en un coma etílico y tras el lavado de estómago, la llevaron al consultorio de Miyajima. La buena noticia era que Himiko ya había despertado, la mala; era que la chica debía pasar una semana obligatoria ahí internada, para decidir si continuar con el tratamiento o volver a la mala vida.

—Es consciente de las amistades que tiene Toga ¿no?... hace un tiempo la vi, y me mandó a la mierda, no solo ella, sino también su novio.

La mujer abrió un poco la boca, sujetándose la cabeza como si tuviera una jaqueca.

—Toga ya no me contesta las llamadas y como se mudó de piso no la pude localizar hasta hace un par de días —se excusó la mujer— no sé porque se destruye de esa forma, cuando ella era una niña tan...

—Pero esa Toga se quedó en América, la persona que vi hace un tiempo, no fue la chica que conocí; la verdad, no sé qué espera que le diga, la Toga actual es una completa desconocida.

—Sé que sigue ahí dentro, en alguna parte Bakugou... contigo ella fue tan feliz.

Bakugou suspiró frustrado, al intuir hacia donde se dirigía la conversación.

—Toga y yo cortamos hace un par de años, Sra. Himiko; ella me dijo que me largara de su vida y usted no sabe el tiempo que me ha costado aprender a vivir sin ella.

—¡No quiero que vuelvas con Toga, Bakugou! —exclamó la mujer, al ver el ademán de Katsuki queriendo levantarse de la silla—. Quería pedirte que fueras a verla; que platiques un rato con ella, quizás así permita que me deje entrar al cuarto donde está.

—¿Y qué le asegura que ella me va a dejar entrar?

La mujer se mordió el labio buscando un argumento lógico el cual emplear; Bakugou lo vio en los mismos ojos de Toga, esa desesperación, que le rasguñaba la piel y lo hacía querer no tener empatía.

—Inténtalo, por favor; ya no sé qué hacer... si no lo haces, voy a tener que comenzar un proceso judicial y siento que eso va a ser peor para nosotras...

Bakugou se puso de pie, dejando intacta la taza de té. A lo mejor, si se apuraba, alcanzaría a almorzar con su familia. Se acercó a la puerta, con la cabeza en blanco.

—Bakugou, te lo imploro...

La miró de reojo, no con altivez sino más bien con pena.

—Iré pasado mañana y ese será mi último intento de tratar de salvar a alguien que no quiere ser salvado. Nos vemos.

Tomó el plato de dulces, y se echó en el hombro las bolsas de Kirishima; salió de la casa de la Sra. Himiko con el estómago retorciéndose, aunque no era por hambre.

Si apuraba el paso, llegaría justo a la hora para almorzar, pero Bakugou no quería apresurarse, porque cada mísero paso que daba en la vereda le recordaba de manera obsesiva a Toga.

Llegó a casa, donde fue recibido por los jugueteos del perro. Trató de alegrarse pero fue imposible; Mitsuki apareció por el umbral de la puerta de la cocina, con los brazos cruzados.

—¡Te dije que no iba a esperar por ti!

Katsuki alzó la mirada, a lo que su madre abrió los ojos sorprendida. No supo que fue lo que Mitsuki vio, sin embargo no debió haber sido agradable ya que se acercó a Katsuki, le quitó el plato de las manos y lo abrazó.

—Hijo... ¿Qué ocurrió?

Bakugou se quedó estático, con la mirada en cualquier otra parte, menos ahí, con Mitsuki. Sentía la calidez de su madre, la cola de Kayaku rozándole las pantorrillas y pronto la mirada nerviosa que Masaru compartía con Mitsuki.

Se preguntaba: ¿por qué le dolía tanto? ¿Qué le faltaba lograr para continuar fortaleciendo su carácter? Al menos, los ojos no le picaban, aunque las fuerzas se le drenaron del cuerpo en menos tiempo del que esperaba.

—Quiero acostarme —dijo Bakugou, separándose de su madre—. Necesito una siesta; luego hablamos.

No se quedó para escuchar reclamos, aunque no existió ninguno. Subió las escaleras hasta el dormitorio, se tendió en la cama y cerró los ojos.

Que doloroso que era volverse consciente de que las personas dejaban una marca más duradera de la que creía.

『 °*• ❈ •*°』

"Era cierto, dolía; pero al menos soportaba mejor el someterse a un dolor físico que uno sentimental.

Era más fácil de reparar y solucionar.

Lo que le dolía más, era ver que esa persona que lo atacaba con tanto odio se trataba de la persona a quien le confió todas sus verdades.

Eso, sí que dolía."

De: Lo que nunca existió, epílogo. Publicado por COLD_Fire en enero del 2016.

『 °*• ❈ •*°』

Su familia no era religiosa, aun así, durante ese día querían aparentar que si lo eran.

Shoto continuaba aflojando el nudo de la corbata mientras esperaba a que el resto acabara de alistarse. Continuaba sin comprender la necesidad de ir bien vestido a misa, es decir, no era como si Dios le hiciera un chequeo de etiqueta antes de entrar al paraíso.

En cuanto estuvieron listos, Shoto se fue en auto junto a sus padres, Natsuo y Nara; en el otro jeep, iba la familia de Fuyumi. Shoto, segundos anteriores a entrar al coche, alcanzó a ver las constantes protestas de Hiro, respecto a la incomodidad del conjunto adorable que usaba. Nara, al menos no se quejaba, aunque tampoco parecía contenta respecto al vestido que no le permitía trepar o hacer muñecos de nieve.

El viaje en auto fue desagradable, considerando que Enji no pronunciaba ninguna palabra y Rei se encontraba ensimismada en su propio mundo. Nara jugaba con el teléfono de Natsuo, quien intentaba generar conversaciones que acababan en nada.

Bien era cierto que de por sí, Japón, no era un país cristiano, mucho menos católico. No obstante, en Kioto, existían unas cuantas catedrales bastante pequeñas, donde en las fechas festivas como lo era navidad; los fieles (y no tan fieles) se reunían.

—No te maquillaste —señaló Enji, reteniéndolo un momento dentro del auto—. Maquíllate la marca.

Shoto observó la base y corrector que le extendió, pero negó. Le sorprendió bastante el factor de que tuviera maquillaje dentro del auto, pero recordó que su fuente principal de dinero era generada a base de aparentar buenas apariencias; ese maquillaje ni siquiera se hallaba abierto.

—No quiero, el maquillaje me reseca la piel.

Enji frunció el cejo y apretó los nudillos en torno al manubrio.

—Estamos tratando de pasar desapercibidos, Shoto.

—Asumiré las consecuencias.

Se dio media vuelta y entró agarrado del brazo junto a Rei, que aprovechó de ordenarle el cabello. Se sentaron en una de las filas del medio, sabiendo que recibían algunas miradas de reojo.

Enji decía eso de pasar desapercibido, porque a él no lo conocían tanto. Enji nunca salía en los reportajes y todas las declaraciones que daba eran escritas. Existían fotos, pero no tan extendidas como las de Shoto en su mejor tiempo. Varias personas jóvenes, con las que lucía compartir edad, lo reconocieron más no se atrevieron a acercarse. Tal vez era por la imagen de Jesús que vigilaba los movimientos de todos o la voz del coro que comenzó a cantar villancicos.

Una cosa fue clara, entre que Hiro no paraba quieto y quería ir a investigar el altar y Nara que quería largarse aburrida; los Todoroki llamaron demasiado la atención. Hasta el punto en que el coro de la propia iglesia fue opacado por el sonido de los periodistas que aguardaban afuera. Enji lo miró enfurecido, ya que la gente que quería ir a profesar su fe en condiciones fue interrumpida por la presencia silenciosa de Shoto que seguía la misa como correspondía.

Hace tiempo que no era partícipe de una situación similar; en parte porque viajaba poco y las veces que lo hacía, se cubría la boca con mascarilla. De cualquier modo, ver a todas esas personas aglomeradas a las afueras de la capilla, luchando por obtener una primicia, no le evocó buenos recuerdos.

Le sonrió a un par de cámaras, mientras Enji apartaba con su gran cuerpo a las multitudes. Fuyumi y su familia pudieron pasar desapercibidos, al igual que Natsuo y Nara; pero Shoto no. Varios sujetos intentaron agarrarlo para que hablara y, él los tuvo que apartar con la suficiente delicadeza para no causar daño. Rei decidió quedarse a hablar con el cura, a medida que la marea de personas se iba reduciendo, lo que no sucedió hasta media hora después... Se metió al auto, junto a Enji, que no paraba de regañarlo.

—¡Te lo repetí! ¿¡Por qué nunca me haces caso?!

Shoto no bajó la cabeza o murmuró una disculpa, en lugar de cualquier gesto de arrepentimiento, apretó la mordida y tensó el cuerpo, intentando no soltar algún insulto de improvisto.

—No creía ser tan reconocible.

—¡Excusas y más excusas! —gruñó escuchando como el teléfono sonaba y se conectaba la llamada de forma automática al bluetooth del auto—. ¡Ni una palabra!

Shoto se cruzó de brazos, sabiendo de antemano quién llamaba.

—¡No nos dejan de llamar, Enji! ¡Es nochebuena y todo es una locura! ¿¡Qué mierda ocurrió con tu hijo?!

—Mejor anda preparándote para la oleada de reportajes que saldrán mañana, Hawks.

Shoto hace tiempo que no recordaba esa asfixiante sensación. El temor de asomarse por la ventana y un profundo odio por lo que significaban las raíces de su familia. Shoto frunció el cejo al mismo tiempo que Enji discutía por teléfono, sin poder dejar de pensar en que la culpa de la situación no era de él.

Era de Enji, el hombre fue quien lo metió a ese núcleo del cual era casi imposible salir, pero ¿valía la pena reclamarle lo mismo una y otra vez, aun sabiendo que eso no traería nada más que discusiones?

Ese era el mundo de Shoto, se comía las amarguras en silencio porque conocía las consecuencias que trajeron consigo el sublevarse contra a Enji y tampoco buscaba hacer sufrir a su madre; ya tenía suficiente con la difícil tarea de levantarse todos los días simulando que no le dolían las articulaciones a causa del invierno.

Al final, terminaron llegando a la casa una hora tarde. La cena estaba fría en la mesa, y el resto de la familia esperaba con hambrientos rostros la llegada de ambos.

Shoto entró a la sala, para recibir el fuerte abrazo de Nara y tantas preguntas que comenzó a responder monosílabos con claro hastío.

Comieron tratando de evitar el tema del ataque de la farándula, y en un intento de esto Fuyumi encendió la televisión, para encontrarse las retransmisiones del asunto.

Odiaba vivir en ese momento en Japón país primermundista, y con las tasas de criminalidad más baja... tal parecía que lo único interesante, en plena víspera de navidad, era ver el patético gesto tímido de Shoto y los inútiles intentos del mismo para escapar de las cámaras y micrófonos.

Enji dejó los palillos con pollo al lado, arrugando la nariz y apagó la televisión arrebatándole con fuerza el control remoto a su hija.

—Enji, no seas prepotente —trató de tranquilizar Rei, recibiendo un marcado desaire.

—¿¡Es que acaso te cuesta demasiado seguir una orden?! —inquirió Enji.

—No voy a continuar discutiendo el asunto, padre.

—¡Es que fuiste un gran...! ¡Agh! ¡Solo verte me irrita!

—¿¡Y que vas a hacer?! —exclamó Shoto, dejando los palillos de un manotazo en la mesa—¿Mandarme castigado a mi cuarto? ¡Ya no soy un niño!

—¡Siempre problemas contigo! ¡Siempre!

—¡Tú fuiste él que hiciste esto! ¡Estoy harto de seguir viviendo esta situación! ¡Pero tú lo hiciste...!

Ya nadie comía ningún alimento. Shoto se levantó de la mesa, acercándose al puesto de Enji con el labio temblando de rabia.

—¡Tú nos hiciste esto! —gruñó Shoto.

Fue a la entrada, siendo perseguido por sus hermanos. Shoto se puso la chaqueta con rapidez, al igual que el par de zapatos y una bufanda roja.

—¿Dónde vas? —preguntó Fuyumi, con las manos cerradas en dos puños—... No puedes, los regalos...

Shoto revisó la billetera, al igual que la batería del teléfono y el par de llaves. Se colocó una mascarilla.

—No puedo, de verdad que no... regreso mañana cuando no piense en lo mucho que quiero pegarle.

—Es muy tarde, Shoto —interrumpió Natsuo, tomando a Shoto por el cuello del polerón, en el momento en que este ya abría la puerta.

—Quédate. Nara te necesita. Me pediré un taxi.

Shoto tuvo que esperar un par de minutos por un taxi, se subió y apoyó la cabeza contra el cristal, mientras que el taxista lo llevaba a "cualquier buen hotel".

Quizás escribiría en los computadores del hall, o se limitaría a dormir. En cualquier caso, no era como si fuera la primera navidad que no pasaba con la familia.

Para Shoto, la familia se componía de personas que de verdad asumieran la responsabilidad de sus acciones y respetaran las decisiones que deseaba tomar.

『 °*• ❈ •*°』

"Fue la sensación, durante años, en todos lugares veíamos los distintivos rasgos del pequeño Todoroki-chan. Se crearon foros y las colas en los kioscos llegaban a impresionar a los mismos turistas cada vez que salía una nueva edición de la revista "Teens".

Gracias a él, se destacó la belleza de lo imperfecto, con la marca de nacimiento de Shoto. Recordamos en la escuela, como más de una chica tenía de fondo de pantalla, en los primeros teléfonos "touch", los cautivadores ojos de Shoto, o su última sesión de fotos.

Pero, tal como la magia nos cautivó, de la noche a la mañana, Shoto desapareció. Nunca fueron publicadas sus redes sociales, nadie le siguió el rastro; al menos hasta hoy, que volvió a aparecer, junto a su padre; el empresario Enji Todoroki, quien lo llevó en aquel entonces a la fama. Tal fue la impresión cuando vimos las fotografías publicadas en Twitter y ya no nos encontramos con las suaves facciones de Shoto, ahora conocimos el lado "b"; las internautas, incluso, ya han comenzado a exigir que vuelva a modelar. ¿Será este el inicio de una nueva era?

Continúa leyendo; la historia del legado Todoroki..."

/Más abajo salía una foto de Shoto sonriendo timido, aunque en varias fotos se cubría el rostro avergonzado. Enji, se mostraba furioso, y arrastraba a Shoto agarrado por el delgaducho brazo. Al lado, se mostraba una de las sesiones fotográficas de Shoto del pasado, en donde posaba a modo de colaboración con la revista KERA, en la portada con ropa alternativa, lleno de cadenas y con un maquillaje intenso/

De: la revista electrónica "Los tapujos al sol" ¡Todoroki Shoto a la vista! rescatado el 25 de diciembre de 2019.

『 °*• ❈ •*°』

No le gustaban los hospitales, porque una vez dentro, nunca sabía que debía hacer o donde ir. Lo bueno, es que ese se trataba de un centro pequeño, por lo que caminó a la recepción, recibiendo la mirada de dolor de un niño de siete.

—Vengo a ver a Himiko Toga.

La recepcionista, que era una anciana que revisaba tranquila una revista de crochet, asintió y le indicó con el arrugado dedo el fondo del pasillo.

—Debe ir a la unidad de pacientes internados, ahí hable con la recepcionista.

Bakugou asintió y frente a esa zona, se encontró con otra mujer que veía la telenovela. Le repitió la petición, a lo que la mujer marcó con rapidez en un teléfono y tras un par de segundos habló.

—Toga ha declarado que no quiere recibir visitas.

Bakugou miró el teléfono de cable por el cual la mujer hablaba, impresionado de que continuaran utilizándose ese tipo de artefactos.

—¿Está en la línea? —la mujer asintió—. ¿Puedo hablar con ella?

Preguntó a Toga y luego de un instante le entregó el teléfono a Katsuki que se quedó en silencio.

—Soy...

—Vete, Katsuki, márchate.

—Vine a verte. No me voy a ir como si nada,

—¿Por voluntad o te lo pidió la estúpida de mi madre?

Katsuki se quedó en silencio y suspiró.

—No necesitas complacerla...

—No digas nada más, Toga. Sí, tu madre me lo pidió, pero no hubiese venido solo por una petición y lo sabes... quiero verte.

Toga aguardó en silencio un largo minuto. Ella era de las personas que mejor conocían la dificultad que a Katsuki le generaba la palabra "querer".

—Está bien, dame con la mujer.

Después de rellenar un largo formulario, Katsuki acompañó a un enfermero hasta la habitación de Himiko. La tenía para ella sola, aunque eso resultaba hasta más deprimente de lo que debía ser estar internado ahí.

Le costó reconocerla, pero al hacerlo, tragó en seco.

Aún, con tantos libros leídos, continuaban existiendo palabras que no comprendía. Una era volátil. La palabra sonaba tan hermosa hasta que comprendió, al ver a Toga el significado de la misma. Ella era etérea, pero no en el buen sentido, era referido a esa cualidad donde uno no sabe si al abrir los ojos volverá a estar ahí.

Avanzó dos pasos, hasta que Himiko se dignó a voltearse hacia Katsuki, donde los surcos de las mejillas se marcaban igual que las modelos de las revistas que se mataban de hambre y las ojeras demostraban lo mal que lo estuvo pasando.

Sin embargo, Katsuki no comprendía como debía sentirse. ¿Culpable? Pero si intentó llevarla con él en más de una ocasión ¿Triste? A pesar de que consideraba que ya había soltado todas las lágrimas por ella ¿Enfadado? No podía enojarse con alguien tan pasajera como era Himiko en ese instante.

Quizás sentía una profunda decepción al verla. Ya que recordaba lo mucho que pudo haber sido y lo poco que acabó siendo.

—¿Qué fue lo que te ocurrió?

Toga lo miró, sabiendo que no se refería a la razón por la que se encontraba internada; si no mas bien Katsuki lo decía en el sentido de ¿Por qué estás en ese estado tan lamentable?

—No me mires con lástima, Bakugou, no la necesito.

—Lástima... ¿Crees que ahora puedo mirarte de otra forma?

La chica se volteó para observarse en el cristal de la ventana, al devolver la mirada, Katsuki atrajo una silla cerca de la pared, donde se sentó con los brazos cruzados, encorvado hacia adelante.

—Hay cosas en las cuales es mejor no meterse; una de esas cosas soy yo —dijo Toga, apretando las manos en las sábanas—. Olvídame y podrás avanzar.

—¿Y tú? ¿Te quedaras aquí estancada? ¿Acaso qué tipo de persona crees que soy?...

—Eres una persona con futuro. Ve y haz tu vida como cualquier otro; ese chico, el de pelo de dos colores que estaba la última vez contigo, es un Todoroki ¿no? —Bakugou asintió sin comprender por qué lo nombraba— ¿acaso no lo comprendes? Eres lo suficientemente importante como para que un Todoroki quiera involucrarse contigo. Yo soy un obstáculo, olvídame y sigue con tu vida.

—¡Todoroki es mi amigo, incluso antes de que supiera qué mierda era un Todoroki! —exclamó Katsuki, la chica frunció el cejo—. Tu mamá me dijo...

—¡Mi madre no sabe nada! Ella siempre trata de hacerme recapacitar, de encerrarme en este pueblo de mierda. Voy a regresar a Tokio, con Shigaraki y...

—¡¿Es que acaso no lo ves?! Ese imbécil está contigo solo para acostarse con alguien. Lo dices como si de verdad te hiciera feliz, pero... mírate los brazos y ahí reconocerás lo que te hace feliz.

Toga extendió las delgadas extremidades, notando los claros hematomas hechas por las inyecciones que se infligía a sí misma, con drogas.

—Si no te detienes ahora, mañana ni siquiera podrás seguir engañándote. Es tu decisión, Toga, eres una adulta —concluyó Bakugou, levantándose de la silla—, pero te estás matando y por más explicación que tengas, el daño que comenzaste a hacerte ya penetró demasiado en lo que eras y en lo que quieres ser.

Bakugou se volteó y caminó hasta la entrada, cuando deslizó la puerta, Toga, lo llamó de un grito, a lo que se detuvo. Dio un largo suspiro, giró sobre sus talones y la miró.

—No le he contado esto a nadie.

—Dime Toga ¿alguna vez te he ignorado?

La chica negó con la cabeza.

—Entonces ¿Qué te hace pensar que no te voy a escuchar?

La chica esbozó una media sonrisa, y le señaló el asiento a Bakugou, quien se acercó a paso lento y se sentó.

—No pido que me comprendas o tengas pena de mí. Si quieres enfádate... me da igual, pero necesito contarlo y saber que alguien de verdad me escucha. Por favor... tampoco me interrumpas, que no estoy segura de que pueda contar lo mismo dos veces.

El aire acondicionado comenzó a funcionar, emitiendo un suave calor que los envolvió a ambos, mientras una fuerte lluvia daba contra la ventana. En contraste con las gotas de agua, Himiko abrió la boca y se contentó con escuchar la misma voz que ella utilizaba cuando, en el pasado, interpretaba con tanta maestría las líneas tan practicadas.

Eso era magia pura.

『 °*• ❈ •*°』

"—¡Siempre he estado aquí! ¿Acaso no lo ves?

Axel se golpeó el pecho varias veces, antes de tomar a Roxas por los hombros, quien se limitó a bajar la cabeza y alargar un suspiro.

—¿Por qué insiste tanto, Axel? No tenemos corazón.

Axel se mordió el labio, y se inclinó sobre Roxas para besarlo; el chico abrió los ojos impresionado, al momento en que se separaron se percató que Axel lloraba.

—Dime entonces... ¿Por qué estoy sintiendo esto con tanta intensidad?"

De: Incorpóreos, por COLD_Fire, publicado en abril del 2014.

『 °*• ❈ •*°』

Este capítulo nunca me terminó de convencer, pero es necesario. 

Es probable que la actualización de mañana salga más tarde de lo usual. Disculpas anticipadas ¡Haré lo posible para que salga a la hora, pero no prometo nada! 😪

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