Belleza Oscura [En Librerías]

Autorstwa JessRe

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Alayna Novak es una asesina sin corazón, pero cuando su camino se cruce con el de Luca Vitale, despertará en... Więcej

¡Belleza Oscura en Librerías!
Sinopsis 🦋
Prólogo 🦋
Capítulo 1 🦋
Capítulo 2 🦋
Capítulo 3 🦋
Capítulo 4 🦋
Capítulo 5 🦋
Capítulo 6 🦋
Capítulo 7 🦋
Capítulo 8 🦋
Capítulo 9 🦋
Capítulo 10 🦋
Capítulo 11 🦋
Capítulo 12 🦋
Capítulo 13 🦋
Capítulo 14 🦋
Capítulo 15 🦋
Capítulo 16 🦋
Capítulo 17 🦋
Capítulo 19 🦋
Capítulo 20 🦋
Capítulo 21 🦋
Capítulo 22 🦋
Capítulo 23 🦋
Capítulo 24 🦋
Capítulo 25 🦋
Capítulo 26 🦋
Capítulo 27 🦋
Capítulo 28 🦋
Capítulo 29 🦋
Capítulo 30 🦋
Capítulo 31 🦋
Capítulo 32 🦋
Capítulo 33 🦋
Capítulo 34 🦋
Capítulo 35 🦋
Capítulo 36 🦋
Capítulo 37 🦋
Capítulo 38 🦋
Capítulo 39 🦋
Capítulo 40 🦋
Capítulo 41 🦋
Capítulo 42 🦋
Capítulo 43 🦋
Capítulo 44 🦋
Capítulo 45 🦋
Capítulo 46 🦋
Capítulo 47 🦋
Capítulo 48🦋
Epílogo 🦋
SECUELA DISPONIBLE 👑

Capítulo 18 🦋

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Autorstwa JessRe

Alayna

Luca recuperó la fuerza de manera sorprendente. La tos era mínima y su estado de ánimo mejoró. Su abuelo solicitó verlo en el hospital, pero usó la excusa de que la gripe podría afectarlo. Era un excelente mentiroso, me fascinaba ver su lado manipulador.

No estaba de acuerdo con su decisión de ver a Ignazio. Apreciaba su valentía por más estúpido que fuera. No podía predecir cuál sería la reacción de Ignazio porque nunca lo conocí realmente. Era muy bueno con las apariencias y yo me dejé llevar por todas.

Lo había visto por primera vez cinco años atrás, cuando fui asignada a una misión. Mi principal objetivo era su hermano Matteo, pero Ignazio se atravesó en mi camino. Oscuro, seductor, imponiendo autoridad. Anticipó mis movimientos desde el primer momento. Creí que iba a delatarme, pero me ayudó. No solo en los negocios, también en problemas familiares. Estuvo ahí para mí, aunque por sus propios intereses. Él no hacía las cosas por la bondad de su corazón.

Yo era su mano derecha, la mujer que lo acompañaba en cada paso. Quería que fuera su mercenaria personal. Yo no era el tipo de persona que se apegaba mucho a alguien, pero Ignazio me hizo desearlo. Quería ser algo más que su máquina de matar.

—¿Vienes a recordarme que tomé una mala decisión o a patear mi trasero? —preguntó Luca sin mirarme.

—Quizás ambas.

Apagó la máquina de correr y se giró a verme con el cabello húmedo por el sudor. Las gotas se deslizaron por su pecho y lo limpió con la toalla alrededor de su cuello. Caminó hasta dónde me encontraba parada cerca de la pared.

Era obvio que cuidaba su cuerpo. Sus abdominales destacaban un paquete de seis y la V remarcaba su estrecha cintura. Brazos fuertes y piernas musculosas. Atribuciones que me encantaban en un hombre. Pero sus ojos eran mi debilidad. Grises, pálidos, una tormenta a punto de colapsar. Esa mirada expresaba mucho sin necesidad de pronunciar palabras.

—Encontré el sitio perfecto que podría funcionar como coartada—dijo y destapó la botella de agua que sostenía en la mano—. Ponte tu mejor vestido esta noche.

—¿Qué lugar?

—El club de mi tío Eric —sonrió—. Si Moretti no va, encontraremos otro modo de llamar su atención. Ese trabajo te lo dejaré a ti.

Puse los ojos en blanco.

—Claro.

Se acercó demasiado hasta que invadió mi espacio personal y su aroma me rodeó como una nube. Olía a jabón de ducha con una mezcla de sudor. Mi boca se secó cuando miré sus labios húmedos.

—Quiero tenerte de nuevo pronto, Alayna.

Puse una mano en su duro estómago y los músculos se tensaron ante mi contacto. Su piel era cálida, firme, suave.

—No volverá a pasar.

Soltó una risa áspera y envolvió una mano en mi garganta. Aplicó una mínima presión que me robó el aliento.

—Tu cuerpo dice lo contrario —Me robó un descuidado beso con mordiscos en mis labios antes de apartarse. Ambos teníamos el aliento desenfrenado—. Sigue mintiéndote a ti misma si eso te permite dormir.

Me soltó y avanzó hacia la puerta sin echarme otro vistazo. No solo me ponía incómoda, también me confundía y no entendía por qué. Nada me afectaba, pero el príncipe mafioso perturbaba mi mente y empecé a disfrutarlo. ¿Por qué? Eso aún debía descubrirlo.

🦋

Luca descansó su mano en la parte baja de mi espalda mientras pasábamos la fila de gente que esperaba para ingresar al ruidoso y elegante club. Mi corazón se estrelló contra mis costillas y una sensación de ansiedad me cubrió. Si mi plan era exitoso hoy vería nuevamente a Ignazio. Habían pasado tres años desde la última vez que habíamos cruzado miradas y no tenía buenos recuerdos de él.

—No tenemos que pensar en él toda la noche —masculló Luca—. Si no aparece encontraremos el modo de sacarlo de su escondite.

Me burlé.

—Ignazio no se esconde —dije y observé nuestras manos entrelazadas. Era un gesto personal, casi romántico. ¿Por qué permitía que me sostuviera? Cualquiera podía vernos y se metería en problemas con su prometida. ¿Pero desde cuándo me importaba lo que pensaban los demás?

El custodio nos dejó pasar sin hacer preguntas y los hombres de seguridad se abanicaron a nuestro alrededor en una formación bien ensayada. Cada uno tenso y rígido como si estuviera dispuesto a recibir una bala por Luca. El arma seguía enfundada en mi muslo derecho, pero un poco de ayuda no iba a venir mal. Ignazio no era fiable.

El príncipe me condujo por una habitación con arañas de cristal negras en el techo y sillones de terciopelo rojo. La música electrónica golpeaba el edificio, haciendo que la pista pulsara bajo mis pies. A pesar de que el sonido era fuerte y escandaloso, tenía un toque sexy. La gente se balanceaba moviéndose unos contra otros. Luca apretó mi mano y empujamos más allá de algunas personas sudadas para abrirnos paso hacia la sección VIP que quedaba en el segundo piso.

Reconocí a sus primos y Liana bebiendo sentados en el inmenso sofá de cuero. La noche se puso más que interesante.

—Hey, Luca —Gian corrió hacia nosotros y le dio un abrazo de oso a su primo—. Me alegra verte aquí. Echaba de menos nuestras fiestas.

Liana nos sonrió.

—Ustedes dos lucen muy bien juntos.

Me aparté de Luca y acepté el vaso de champagne que ella me ofrecía. Liana era linda y encantadora.

—¿La ardilla no anda por aquí?

Soltó una sonora carcajada cuando comprendió a quién me refería.

—¿Marilla? ¡No! Sus padres aún no le dan permiso.

—Es una lástima.

Los ojos del príncipe nunca abandonaron los míos, estaba hipnotizado. ¿Y por qué no? Me encargué de lucir mi atuendo más sensual. El diminuto vestido apenas cubría mi trasero y los tacones altos hacían de mis piernas un gran espectáculo. Me encantaba lucir bien.

—Siempre es agradable verte, Alayna —Luciano besó el dorso de mi mano —. ¿A qué se debe el honor de sus presencias?

—Negocios —alegó Luca por mí —. Y un poco de diversión.

Luciano sonrió con las cejas elevadas, juzgando el tipo de relación que tenía Luca. Él sabía que no había nada estrictamente profesional entre nosotros.

—Ya veo.

Liana le entregó el vaso a Gian.

—¡Bailemos! —chilló Liana.

Agarró mi mano y me llevó a la pequeña pista de baile que ofrecía la zona VIP.

—Estoy trabajando.

—¿De verdad? No vas a desperdiciar tu vestido—Hizo un mohín —. Oh, vamos.

Cedí con los hombros hundidos y ella se rió fuerte mientras bailaba. Le seguí la corriente. Luca se sentó sin despegar los ojos de mí.

—¿Qué sucede entre tú y Luca? —preguntó Liana—. Te ve como si estuviera a punto de comerte.

—Tuvimos sexo —solté sin pensarlo.

La boca de Liana se abrió ampliamente.

—¡Oh, Dios mío! —exclamó—. ¡Eres tan directa que me encantas!

Bailamos unos minutos más y admití que ella era muy divertida. Me comentó que conocía a Gian desde la infancia y era hija de un soldado. La familia de su novio no le daba importancia a los rangos sociales así que la aceptaron sin problemas.

—Alguien quiere su turno —Liana se rió y miró sobre mi hombro. Sabía de quién hablaba sin darme la vuelta —. Nos vemos después, Alayna —Me guiñó un ojo y se unió a Gian.

Pronto un gran cuerpo se presionó contra mi espalda y suspiré. El olor de su colonia era inconfundible. Apartó el cabello suelto de mis hombros y acarició mi cuello con su nariz. El hormigueo entre mis piernas aumentó. Él sabía lo que hacía.

Mi sonrisa se expandió cuando froté mi trasero contra su entrepierna y se puso duro en cuestión de segundos. No era un gesto que fuera con mi personalidad, pero al diablo. Era una mujer soltera.

—Mariposas —murmuró, apreciando los tatuajes en mi hombro. La primera vez que estuvimos juntos no le di tiempo de ver mucho.

—Tienen un gran significado para mí.

—Quiero descubrir cada significado de tu vida, Alayna.

La palma de su mano se deslizó sobre mi estómago y luego bajó por mi vestido.

—¿Qué haces? —inquirí un poco agitada.

—Olvida todo por esta noche. Mañana puedes volver a ser la misma, pero ahora déjame tocarte. Me muero por tocarte.

—Luca...

—¿Tienes idea de lo que me haces?

La lujuria que giraba en la atmósfera era tóxica y deseaba más. Quería que me llevara a su cama y me hiciera suya sin contemplaciones. Nuestros cuerpos siguieron moviéndose al ritmo de la música mientras él me daba placer.

—Dime que te gusta —susurró Luca y aplicó presión en mi clítoris.

Abrí mis piernas un poco más.

—Sí —Me mordí el labio mientras un dulce orgasmo amenazaba con derrumbarme. Él sostuvo mi cintura para evitar una caída.

—Ven conmigo.

Permití que me guiara lejos de sus primos que ahora mismo compartían un baile erótico con Liana. Entramos al baño dónde me apoyó contra el lavabo y levantó mi vestido para dejar al descubierto mi trasero. El espejo mostró mi rostro sonrojado y labios hinchados. No me reconocía en absoluto.

—Eres tan hermosa —gimió—. Ni siquiera puedo respirar cuando te veo.

Arrastré la tanga por mis piernas y bajó la cremallera de su pantalón. No podía soportarlo más, estaba demasiado excitada como para pensar.

—Te necesito —musité.

Se rió y besó mi hombro antes de enredar mi cabello con su puño.

—Pensé que no volvería a suceder.

—Solo hazlo —ordené al borde de la locura—. Ahora.

Empujé mis caderas hacia atrás para darle acceso y separó mis piernas con sus rodillas. Entonces se deslizó dentro de mí de un solo golpe. Ambos nos quedamos sin aliento, inmóviles por la sensación de él en mi interior. Estaba ardiendo, temblando de placer.

—Luca... —jadeé. La lujuria se apoderó de mi razón y me estremecí de necesidad. Sentí que iba a morir—. Por favor...

Mi súplica lo dejó de piedra e incluso a mí me sorprendió.

—¿Qué has dicho?

—Por favor...

La ancha cabeza de su pene volvió a empujar con brusquedad y me mordí el brazo para callar los gritos. Luca era tan grande que dolía, pero yo estaba muy lubricada. Se sentía demasiado bien.

—Sostente fuerte —mandó.

Mis uñas rechinaron en los bordes del lavabo mientras empujaba una y otra vez. Bombeó duro, rápido, furioso. Quería gritar, pero me mordí los labios para callarme. Manos fuertes agarraban mis caderas, usándome como le placía.

—No te reprimas conmigo —gruñó y se salió un segundo—. Déjalo salir.

—No... —La frase quedó suspendida cuando me penetró con violencia y esta vez sí grité.

El sonido de su risa acompañó a mis quejidos. Idiota. Le pedí duro, pero era casi demasiado. Mis ojos rodaron hacia atrás. Había pasado mucho tiempo desde que me habían tomado así.

—¿Qué pasa? —preguntó—. ¿Ya terminaste con tus burlas?

—Yo...

Enrolló más mechones de mi cabello en su puño y tiró mi cabeza hacia atrás. La música alta se mezcló con el sonido de respiraciones agitadas y la húmeda bofetada de nuestras pieles al chocar. No había nada suave o cariñoso en los movimientos de Luca. Él estaba completamente perdido. Empezó a frotar mi clítoris. Para alguien que no me conocía en absoluto sabía cómo tocar mi cuerpo a la perfección.

—Dámelo, mariposa.

Mi cabeza golpeó el espejo cuando él terminó y apreté los puños a medida que los espasmos me zarandeaban. Tenía la boca abierta y el cabello desordenado mientras Luca hundía la cabeza en mi cuello. Se vació dentro de mí y su aliento se mezcló con el mío. Busqué sus labios. Me besó despacio, suave, dulce.

—Me tienes de rodillas —susurró.

🦋

Luca

Mierda, eso fue... no tenía una definición adecuada. Sabía que volvería a repetirse, pero no me esperaba algo tan intenso. Las réplicas de placer me aturdieron mientras sostenía a Alayna. No quería salirme de su interior.

—Dios, Alayna...

Nuestros cuerpos se amoldaron y me incliné en su espalda para inhalarla. Olía a cálidas especias perfumadas combinadas con sexo. La levanté en mis brazos y la acomodé sobre el lavabo. Sus pechos seguían agitados por la falta de aire. Inhaló varias veces para recomponerse y sonreí. Se veía dolorosamente hermosa y destruida.

—Debemos establecer algunos límites sobre esto—dijo.

—¿Esto?

Agarré un paño y lo mojé antes de acercarme entre sus piernas. Alayna me miró con el ceño fruncido. Limpié mis restos de ella, aunque el trabajo no fue tan brillante. A mi lado posesivo le gustaba saber que olería a mí el resto de la noche.

—Es sexo—Se aclaró la garganta—. No pasará más de eso.

—¿Por qué te preocupa si lo tienes muy claro?

Bajó del lavabo con las piernas temblorosas y recogió su ropa interior del suelo. Se tambaleó un poco cuando se la puso.

—Porque conozco a los de tu tipo, no te conformarás con algo casual.

Esta mujer era tan segura de sí misma que no se equivocaba. No me conformaría con menos, pero no le daría motivos para huir. Si ella quería creer que lo nuestro era solo algo casual, perfecto.

—Solo quiero dos cosas de ti, Alayna—Me arreglé el cabello, mirando mi reflejo en el espejo —. Tu cuerpo y tu ayuda. Eso es todo.

Sus hombros se relajaron y me dio una leve sonrisa de satisfacción. También conocía a mujeres de su tipo. Le aterraba cualquier compromiso emocional. Prefería mostrarme indiferente ante ella sin dejar en evidencia que tenía un gran poder sobre mí. No esperaba que jugara su juego y era otro punto a mi favor. Se entregaría de buena gana.

—Entonces no hay nada que perder aquí —Verificó su maquillaje, peinó su cabello con los dedos y quitó las arrugas de su vestido. Hermosa y desastrosa—. Mientras cualquier sentimiento esté fuera nada podrá destruirnos.

—Lo tengo presente.

Me dio un rápido mordisco en el lóbulo antes de salir del baño. Se me escapó una risa y sacudí la cabeza. Ella ya era mía, aunque todavía no lo supiera.

🦋

Regresé con los demás a la zona VIP mientras la camarera servía algunas copas de champagne y vasos de vodka. Alayna se reía de un chiste que había hecho Liana. Eché un vistazo a mi entorno y no encontré nada fuera de lugar. Me equivoqué al asumir que Moretti vendría. ¿Por qué lo haría? Tal vez la mariposa no significaba nada en su vida. Los monstruos como él no tenían debilidades. Necesitaba investigar más a fondo cómo era la relación de ambos, pero ella no se abriría a mí. Alayna era una caja fuerte inquebrantable.

—¿Entonces es tuya? —preguntó Luciano, sentándose a mi lado—. Te aseguraste de que cada bastardo vea que la follaste.

Bebí un trago.

—Cállate, no hables así de ella.

—Oh, vamos. Cuéntame algo.

La sonrisa vino a pesar de que intenté suprimirla.

—Te dije que ardería en las llamas de ese infierno.

—Hijo de puta... —Me palmeó el hombro y soltó una carcajada—. Cuando Marilla se entere de esto...

—¿Qué? —Lo miré—. Ella perdería todo si se atreve a tomar represalias —suspiré —. ¿Alguna novedad sobre su relación con el guardaespaldas?

Luciano estiró las piernas.

—La he visto distante con él. Tu advertencia la hizo ser más cuidadosa, pero tengo un nuevo plan. La próxima semana mi padre irá a casa de Carlo por negocios y aprovecharé la oportunidad para entrar a la habitación de Marilla. Instalaré una pequeña cámara y un micrófono que nos dará pruebas. Sé que follaba con Iker en su propia casa. ¿Planeas delatarla antes de la boda?

—No quiero arruinar su vida —admití —. Su padre es capaz de matarla si se entera.

Rodó los ojos.

—No hagas que toda mi investigación se vaya a la basura.

—Lo usaremos si es extremadamente necesario —mascullé—. No cargaré su muerte en mi consciencia.

—Siempre tan correcto.

¿Correcto? Estaba lejos de serlo. Marilla no era mi persona favorita, pero no me agradaba la idea de romperla. Ella era una chica manipulada por su padre y una víctima de las circunstancias. Los únicos que merecían mi ira eran los hombres que me habían arruinado.

—Como prefieras —dijo Luciano —. Recuerda que estoy de tu lado.

—Lo sé, gracias.

Miré de nuevo hacia dónde se encontraba Liana besando a Gian, pero no vi a Alayna. Me alarmé de inmediato.

—¿Has visto a Alayna?

Luciano negó.

—Quizás fue al baño. Relájate, hombre.

¿Relajarme? Ella no me perdería de vista, no cuando su deber era cuidarme. Eso significaba una sola cosa: Ignazio Moretti estaba aquí.

🦋

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