MÍA

By GinLestrange

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Hermione ha perdido la confianza en su esposo, pero más que eso... ha perdido tres meses de su vida, en donde... More

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Mal Sueño
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Abismo de Fuego
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Prisma
A un Alto Precio
Nuestro Turno
Mi Prisionera, Nuevamente...
Destinos sin Cruzar
Decisión
Epílogo

Cautivos

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By GinLestrange

Sus ojos estaban cerrados, pero tenía plena conciencia de su cuerpo, movió una pierna y luego una mano. Se sentía completa y sin ningún dolor, pero desorientada. Lentamente abrió los ojos, pero al hacerlo sintió como si en sus párpados hubiese cientos de partículas de arena. Le ardían, debía haber dormido más de la cuenta... ¿desde cuándo? No lo recordaba. Su boca estaba amarga, señal de no haberse lavado los dientes y también de no haber comido. ¿En dónde estaba? Hacía frío y ese olor a humedad no le era familiar.

Miró a su alrededor, pero no había nada. Era un cuarto pintado de blanco, sin muebles, ni adornos. Solo estaba ella acostada en un colchón en el piso. Se sentó, pero al hacerlo un dolor horrible sintió en la cabeza. Al tocarse se dio cuenta que estaba despeinada y también desaseada, ¿cuánto tiempo llevaba allí?

Se miró la ropa y solo tenía puesta una playera blanca y sus calzones. Ni zapatos, ni pantalón, nada. ¿Cómo había ido a parar allí? ¿Y en esa facha?

Se puso de pie y se sintió mareada. Ahora caía en la cuenta: había sido raptada, no recordaba mucho. Solo que se había detenido en la autopista a prestar ayuda a alguien, luego una luz y después solo oscuridad....

—¡Hola! ¿Hay alguien allí? —preguntó golpeando la puerta que estaba cerrada por fuera. En ese momento, una trampilla con una rejilla de alambre se abrió en la parte inferior de la puerta y alguien metió una bandeja con un vaso de leche, dos panes, tocino y agua.

—¡Ey! ¿En dónde estoy? ¿Por qué me tienen aquí? —gritó, pero nadie respondió.

Luego de un par de segundos, nuevamente la trampilla se abrió y un ejemplar de un diario muggle le era entregado. Hermione lo tomó y lo leyó de inmediato: Ayer fue el funeral de Hermione Malfoy, Fundadora de la Casa de Acogida Mía Clearwater...

—¡¿Qué?! ¿Qué demonios? ¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Yo no estoy muerta! Estoy aquí... ¡Estoy viva! ¡Draco! ¡¿Draco, dónde estás?! ¡Dios mío, mi hijo!

Los gritos desesperados de Hermione fueron escuchados por alguien que también despertaba de su letargo, al principio no reconoció esa voz, pero luego supo de quién se trataba...

Ronald Weasley escuchó atento los gritos ahogados del llanto de la mujer que debía estar a solo unos cuantos metros de su cuarto, pero no se atrevía a contestar puesto que al pegar su oído en la pared, pudo advertir que alguien se paseaba por ese lugar, además a lo lejos lograba escuchar unas voces confusas. Aun así se dio cuenta claramente que una correspondía a un hombre y la otra a la de una mujer. Así las cosas, esperaría un tiempo prudente para poder establecer comunicación con la persona que gritaba en las cercanías.

Por otra parte, por más que intentara, no lograba deducir en dónde se encontraba. Por lo pronto veía que se hallaba en una habitación blanca, en cuyo centro había un colchón viejo tirado en el piso, un destartalado velador y un baño sin puerta, el cual contaba de un retrete a sucio y viejo, una ducha oxidada con moho en las paredes y sin ventilación. También había una ventana que daba justo con una muralla. Lo que significaba que no tenía ningún referente que le pudiera entregar indicios de dónde estaba.

Además no recordaba nada. La última imagen nítida que tenía era el momento en cual había pagado al taxista por haberlo trasladado hasta las inmediaciones de La Madriguera y de ahí en adelante todo estaba en blanco. No tenía que desgastarse mucho pensando, para darse cuenta de que había sido víctima de un hechizo Obliviate. La pregunta era, ¿quién había sido el causante? Y, lo que era más intrigante, ¿con qué fin estaba retenido allí? (como si fueran poco los cuatro años que estuvo encerrado en San Mungo...) Era evidente que había sido víctima de un secuestro, como también lo era la mujer que pedía auxilio cerca de él.

A su mente viajaban diversas probabilidades, desde una fea broma de sus hermanos, la cual descartó de lleno al escuchar esos gritos desesperados, puesto que conociéndolos tan bien, jamás harían pasar un mal rato a una mujer; incluso barajó la idea de una venganza de alguien ligado al clan de los G.G. También llegó a pensar que el hecho de salir de San Mungo y verse libre nuevamente había sido solo una ilusión y que se encontraba en alguna celda de castigo o algo parecido, pero luego reaccionó y analizó bien la situación: estaba retenido en algún sitio por alguien, ¿con qué fin? No se lo imaginaba, pero tenía que ver con ella, con la mujer que gritaba... y eso lo había deducido en el momento que había despertado en esa habitación y al poco rato escuchó sus gritos... los gritos de Hermione... estaba seguro de que quien gritaba y decía que estaba viva era ella... ahora aparecía otra interrogante, ¿por qué ellos estaban allí? ¿Serían los únicos? ¿Estarían en manos mortífagos rezagados que querrían cobrarse venganza por la muerte de Voldemort? Entonces, visto de ese modo, era también probable que cerca de ellos estuviese Harry.

Mientras no lograra comunicarse con Hermione, no tendría las respuestas. Conocía a la perfección la mente aguda y perspicaz de su amiga y ella deduciría qué les había ocurrido o por lo menos, tendría sospechas de quién o quiénes estaban detrás de todo.

Al cabo de un rato los gritos de Hermione habían cesado y la luz del cuarto se convirtió en oscuridad. Sólo le quedaba un poco de penumbra del anochecer, de seguro algún foco de la calle era lo que lograba iluminar tenuemente la habitación. Por otra parte, por más que buscó cerca de él, no vio ninguna fuente de luz eléctrica o algún interruptor de encendido. Los soquetes muggles para la instalación de bombillos estaban vacíos.

Mientras divagaba en la forma de cómo obtener algo más de claridad, la rejilla inferior de la puerta se abrió y le dejaron una bandeja con un vaso de agua, un pedazo de pan, papel higiénico, jabón y toalla.

No dijo nada, pero ese detalle del aseo no debía pasarlo por alto. Debía ser una pista. Volvió a pegar el oído en la pared y al cabo de un par de minutos escuchó un portazo lejano y luego un absoluto silencio. Respiró profundo. Estaban solos y quizá con cuántos hechizos de ocultamiento encima, por lo que era muy probable que Hermione no lo pudiera escuchar. Pero, nada perdía con probar.

—¡Ey, Hermione! ¡Hermione! ¿Me escuchas? ¿Estás ahí? Soy yo... Ronald... Ronald Weasley.

En la habitación contigua Hermione estaba hecha un ovillo en el viejo colchón del piso, pues sentía que se congelaba. Si bien sus captores le habían dejado una bandeja con comida y útiles de aseo, nada, ni siquiera una mísera manta le habían arrojado y a estas alturas se encontraba totalmente fría. De seguro le daría hipotermia si continuaba así. Al escuchar esa voz, su corazón dio un vuelco. La conocía a la perfección, ¡¿cómo antes no se le pudo ocurrir?! ¡Ronald Weasley estaba detrás de todo! ¡Era él quien la había secuestrado!

—¡Debí haberlo adivinado! ¡Así que tú estás detrás de todo esto! ¿Cómo pudiste? ¡No te cansas de hacerme daño! —espetó a todo pulmón mientras Ronald en la otra habitación se acercaba a la pared.

—¿Qué? ¡No, Hermione, no! ¡Hermione, escúchame...! Yo también estoy secuestrado, ¿me entiendes? ¡A mí también me han secuestrado! No sé qué está pasando. ¿Hermione, me escuchas?

Ella guardó silencio unos segundos al otro lado y si era cierto eso, ¿quién estaría detrás de todo? ¿Por qué ellos? Se daría el valor y le respondería, cosa que jamás imaginó... pensó que nunca más en su vida volvería a dirigirle la palabra a Ronald, pero ahora parecía que ambos eran víctimas.

—¿Qué? ¿Cómo? ¿Tú también?

Hermione no daba crédito a lo que estaba escuchando. Si Ron y ella estaban allí, entonces era muy posible que Harry también... ¿de qué se trataba todo eso? ¿Es que acaso había aparecido algún desquiciado mortífago que se quisiera cobrar venganza por la caída de El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado?

—Hermione... Hermione... ¿me escuchas? —volvió a preguntar una vez que ella guardó silencio.

—¿Qué? —Hermione aún no procesaba bien la información, sin embargo comenzaba a moverse por la habitación en busca del sector en donde se escuchaba mejor la voz de Ronald.

—Si crees que Harry también es otro secuestrado, pues yo pienso lo mismo. Además sospecho que nos han dejado solos... ¿Hermione? ¿Me escuchas?

—Sigue hablando, Ron. Te estoy escuchando. No te calles.

—¿Qué?

—¡Qué hables! —con el tiempo había copiado la poca paciencia que generalmente tenía Draco y la comenzaba a expresar ella misma.

—Bueno... te digo que creo que estamos solos porque no se escucha ningún ruido.

En ese momento, Hermione llegó a un sector en la pared que estaba a su derecha y dio un par de golpes. Ronald al otro lado los sintió frente a su rostro.

—Estamos separados solo por este muro —afirmó ella. A esas alturas estaba convencida que Ronald le hablaba con la verdad y de que ambos se encontraban retenidos en algún sitio escondido.

—Así, es. Te escucho más cerca. Este muro no es de concreto pero lo suficientemente firme para no poder traspasarlo. Imagino que tampoco tienes tu varita.

—Ni varita... ni nada... y estoy que me congelo.

—Yo por lo menos tengo algo más de ropa... mi chaleco y una chaqueta, pero ¿cómo te la puedo hacer llegar? —Ron, a pesar de la situación en que se encontraba, sentía algo de felicidad ya que el hecho de volver a hablar con Hermione, sin que ella le expresara su odio o él sin sentir ningún tipo de resentimiento, hacía que en medio de esa situación pudiera estar un tanto alegre. Era como remembrar sus años de adolescente en Hogwarts. Aunque allí muchas veces habían peleado, sin embargo, la mayor parte del tiempo fueron amigos. Y al parecer esa amistad podría volver a florecer aunque la situación fuese totalmente adversa.

—No se me ocurre cómo —Hermione se había sentado en el piso justo en el vértice de dos paredes, pegando la frente al muro de su lado derecho.

—Ron miró la ventana del cuarto que tenía una gruesa, empolvada y vieja cortina. Si Hermione tuviera una de esas en su cuarto, podría protegerse y evitar congelarse.

—¿Tienes ventana con cortina?

Hermione miró al frente y efectivamente había una ventana allí, con una cortina. ¿Cómo no se le ocurrió eso antes? Se acercó y de un jalón la logró descolgar. El polvo salió expelido por toda la habitación y quién sabe qué tipo de ácaros habría allí pero, considerando la situación, era la mejor opción que podía tener. Sin mayor análisis, se envolvió con ella y de inmediato pudo sentir que su cuerpo comenzaba a recuperar el movimiento.

—Gracias. Por lo menos con esto no me congelaré. Ron, debemos hablar. Aquí ocurre algo muy grave.

—Lo sé, pero yo no recuerdo nada.

—¿Ah? Disculpa, no te escuché.

—Que no recuerdo nada...

—Creo que es difícil hablar a través de esta pared.

Hermione, miró nuevamente la habitación, buscando alguna forma de encontrar algo que la ayudara a salir o, por lo menos, de tener un contacto más cercano con Ron. Era imperativo hablar directamente con él, no con ese muro interfiriendo, ya que con ese tono tan alto alguien los podría escuchar. Pudo darse cuenta entonces que en donde se encontraba cautiva era una construcción muggle. Eso no tenía aspecto de haber sido edificado por alguien con poder mágico, además era evidente que si ellos, siendo magos secuestrados, debía ser por alguien con cualidades similares a las de ellos.

De repente detuvo la mirada en un pequeño relieve en forma cuadrada ubicado a un costado de la pared casi a la altura del techo. Esperaba no equivocarse, pero aseguraría que se trataba del ducto de aire acondicionado que debía estar cubierto con papel tapiz. Si lograba romperlo podría ver si efectivamente había allí una rejilla cubierta y por ende, también el ducto. Pero era muy alto para alcanzarlo.

—Ron... Ron... Escúchame. Creo que podemos hacer algo, ¿me escuchas?

—Sí, dime.

—Observa la pared por sobre tu cabeza y dime si ves una especie de cuadro cubierto con el papel tapiz... es poco notorio, debes fijarte en el relieve...

—Hmm... ¡Sí, ya lo vi! ¿Qué es? ¿Una salida?

—No, es el conducto de aire acondicionado... algo que los muggles usan... Yo no logro alcanzarlo, soy baja de estatura y para colmo estoy descalza, ¿crees que puedes trepar y tratar de ver qué hay allí?

—Sí, claro —lo haría todo con tal de recuperar la confianza de su amiga y lograr algo de perdón. 

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