La Primera Ruptura

By Julie18_08

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Lo único que Derek deseaba en la vida era equilibrio y tranquilidad, pero con lo exigente que era consigo mis... More

0. Un discurso inolvidable
1. Una residencia casi vacía
2. La ironía de la ventana
3. Era un buen tipo
4. Algunos favores
5. Ventajas y desventajas de una amistad
6. La chica de la fiesta
7. Lo que la gente piensa
8. La inexistencia del amor
9. Respira
10. No está bajo control
11. Patrones
12. Amigos y sus amantes
13. Algo de malhumor
14. Compañeros en la tragedia
15. Malentendidos
16. Terapia: la profesional y la amateur
17. Dos ventanas
18. Un momento
19. Viaje
20. Relaciones fracturadas
21. Cuestionamientos
22. Sigue corriendo
23. Coincidencia
24. Ser cuidadoso
25. Buenos términos
26. La posible existencia del amor
27. Relaciones platónicas
28. ¿Qué?
29. Bajo la lluvia
30. Acuerdos
31. Casi
32. Un poco de caos
33. El glamour de la mañana
34. Un límite difuso
35. Hablando del drama
36. Cambié, ¿tu cambiaste?
37. Un juego perdido
38. Una noche sin sueño
39. Una prueba
40. Se acerca
41. Como lo concretamos
42. Los últimos días
43. Casa
45. Más que un hotel
46. En lo público
47. Ir con lentitud
48. Un joven con reservas
49. Perturbaciones
50. Unas últimas palabras

44. Algunas cosas inevitables

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By Julie18_08


Tal y como había dicho Maya el día que volví a casa, habían algunas cosas que eran inevitables y sin duda Alice era una de ellas.

Pasaron dos semanas antes de que escuchara noticias de ella, semanas en las cuales me dediqué a pasar tiempo con mi familia y a despejar mi mente de todo lo que pudiera traerme preocupaciones. Sabía que Alice me buscaría tarde o temprano, era una realidad que me había encargado de dejar en espera porque me negaba a darle demasiada importancia. Sin embargo, también era consciente de que nos habíamos separado en malos términos y que esta vez fui yo quien rompió el lazo que habíamos creado de forma tan brusca como ella lo había hecho el año anterior.

En esta ocasión no tuvo que recorrer los patios de otras casa ni escalar por un balcón para llegar a mi porque le di permiso para que entrara por la puerta. Mamá ya había decidido que Marco le caía mil veces mejor que Alice a pesar de que no lo conocía, por lo que no la emocionó en lo más mínimo saber que la vería otra vez.

Decir que ver a Alice no me afectó era mentira, pues lo quisiera o no ella me había marcado de formas que nunca nadie lo había hecho. Eran sentimientos conflictivos, confusos y fuertes; estaba resentido, enojado y triste, aliviado y con una sensación agradable y nerviosa. Era una mezcla terrible.

-¿Te parece si salimos a caminar?- le pregunté en el recibidor.

Alice miró hacia el interior de la casa por sobre mi hombro, probablemente porque sabía muy bien que ya no era realmente bienvenida. Posó sus ojos claros sobre mi y con un suspiro resignado asintió, me dio la espalda para salir y seguí sus pasos de cerca hasta que nos encontramos en la vereda.

Caminamos por fuerza de costumbre en dirección ascendente por la colina en la cual se encontraba mi casa, porque sabíamos que más adelante había una laguna artificial rodeada de un parque silencioso y poco concurrido. Sólo los residentes del condominio tenían acceso a ella, pero lo más probable era que la gran mayoría ya hubiera hecho sus maletas y dejado la ciudad.

Al llegar nos sentamos sobre el césped perfectamente cortado, bajo un árbol que brindaba la sombra necesaria como para no derretirse bajo el sol. Era otro día acalorado y brillante, como todos los días desde que había vuelto a casa. Me pregunté si es que a Marco le gustaría el clima, aún no sabía si prefería los meses fríos o los cálidos.

-Nunca pensé que tu estrategia de emergencia era la evasión.- habló ella al fin, acomodando su espalda en el tronco.

Dejé escapar una risa irónica y me posicioné a su lado, sacudiendo ligeramente la cabeza ante aquel comentario. No estaba seguro del curso que tomaría esa conversación si comenzábamos con críticas y observaciones despojadas de todo contexto.

-Ya lo tengo contemplado en mi lista de temas que abordar en terapia.- dije con ligereza.-¿Alguna otra sugerencia?- pregunté.

-Estuve enojada por varias semanas, así que te aseguro que usé gran parte de ese tiempo en buscar todo lo que puede estar mal contigo.- contestó.-Pero creo que es mejor que te des cuenta solo, no que yo te lo diga.-

-Definitivamente lo prefiero así.- asentí.

-Sigo enojada.- dijo con un suspiro cansado.-Pero por sobre todo me siento... dolida.-

-Alice.- dije con firmeza.-¿Qué quieres? Porque si viniste para cerrar el ciclo, no voy a oponerme; pero si estás aquí porque quieres otra cosa te digo desde ya que no funcionará.- terminé con claridad.

Estaba cansado de arrastrar el peso que ponía Alice sobre mí cada vez que no estábamos de acuerdo, de dejar que nuestra historia se apoderara de todo lo que hacía y pensaba. Pero a pesar de que deseaba ponerle fin aún guardaba una mínima esperanza de terminar con todo en buenos términos, consciente de que una parte de mi seguía negándose a dejarla ir por completo. Era estúpido.

-¿Cómo sabes que no funcionará?- preguntó.

Miré en su dirección y me encontré con sus ojos grises observándome con anhelo. Tal vez había sido el poder de la costumbre, pero nos habíamos sentado uno junto al otro, con nuestros hombros rozándose y a una distancia que me permitía sentir el aroma de su perfume. De pronto sentí la calidez de su palma posándose en mi mejilla y algo se contrajo dentro de mi pecho, mi respiración se alteró...

Alejé su mano y desvié mi vista hacia el parque. La sensación de que una serie de pequeños temblores me recorría el cuerpo se hizo presente y con una terrible resignación me di cuenta de que podría haber aceptado lo que fuera que me pidiera aunque me costara mi propio bienestar. Sentir eso por alguien no podía ser sano.

-No quiero volver contigo.- negué.

-Podríamos empezar otra vez, aprender de lo que nos sucedió este año... ser más fuertes juntos.-

Reí con cierta amargura y volví a mirarla. Ya había descubierto que mentirme a mi mismo era la peor manera de resolver mis conflictos, así que no volvería a hacerlo. Quería a Alice, pensar en la posibilidad de estar con ella otra vez era tentadora y algo me decía que funcionaría si ambos en verdad lo intentábamos. Ella siempre había sido una chica llena de potencial y ahora era una mujer que sabía qué hacer con ese potencial; y yo era un hombre que había aprendido mucho gracias a ella.

Habría hecho de todo por ella, pero ahora entendía que esa convicción se volvía peligrosa si ponía mis sentimientos y planes bajo los suyos. No podía volver a eso, no cuando había encontrado a alguien que me estaba haciendo bien.

Sabía que era difícil de entender, también de explicar; pero estaba convencido de que Alice y Marco me habían atraído con la misma fuerza y que los contemplaba con el mismo querer. Alice tenía la ventaja de la historia, pero Marco la del descubrimiento.

-Podríamos hacerlo.- le dije y vi un atisbo de esperanza en sus ojos.-Pero no lo haremos, no lo haré.- precisé.

-Pero sigues queriéndome.-

-Nunca lo he negado.- suspiré.-Pero eso no significa que tenga que estar contigo, además... lo intenté y ambos sabemos que no funcionó como esperábamos.-

-Eso no fue nuestra culpa.- dijo sacudiendo la cabeza.-Fue porque alguien se inmiscuyó entre nosotros, ¿no lo ves?- preguntó.

-Tiene nombre.- comenté observándola, ya no iba a continuar esta conversación mirando hacia el parque.

-No me importa su nombre.-

-Se llama Marco.- dije viendo la forma en la que su rostro se tensó.-Y no sabes cómo fueron las cosas entre nosotros, no tienes idea de cómo ha sido hasta ahora ni como fue en un principio.-

-No quiero saber.-

-¿No quieres explicaciones?- pregunté realmente curioso.

-No quiero escucharte contar su historia y darme cuenta de que en verdad quieres estar con él.- dijo cerrando los ojos por un segundo.

-Creo que yo no soy el único que elige ignorar las cosas dolorosas.-

Alice se llevó una mano al rostro y se cubrió los ojos, dejando escapar una respiración temblorosa y contenida. En otro momento la habría abrazado y dejado que se aferrara a mi por el tiempo que considerara necesario, ahora sólo esperé a que se contuviera por su cuenta.

-Entonces... ya tomaste una decisión.- murmuró.

-Es lo que he estado tratando de hacerte entender por todo este tiempo, al menos ahora no me estás gritando.- bufé.

-Estoy demasiado dolida como para eso.-

-¿Intentas hacerme sentir mal?-

-Sólo te estoy diciendo lo que siento, es cosa tuya lo que creas que estoy haciendo.- dijo.-No me gusta esta decisión, estás desperdiciando los años que estuvimos juntos por un capricho y porque quieres probar que no me necesitas.-

-Quererte y necesitarte son cosas diferentes, quizás antes te necesitaba pero ahora sólo te quiero.- suspiré.-Puedo quererte y estar sin ti, puedo elegir.- dije apoyando mi cabeza en el tronco del árbol.-Deberías entenderlo, porque lo hiciste antes que yo.-

-Te dejé para vivir una experiencia.- dijo comprendiendo a qué me refería.-Tu me estás dejando para estar con alguien más.-

-Alice.- dije son un resoplido.

-Escúchame.- dijo poniendo su mano sobre mi brazo y sosteniéndolo con firmeza.-Sé que no lo ves ahora, pero volverás a mi.-








Escuchaba a mamá hablar con su usual energía, pero no estaba entendiendo nada de lo que decía. Mi mente se encontraba en otro lugar, un lugar donde lo único que podía escuchar y entender eran las palabras que Alice había pronunciado hacía seis días mientras estábamos sentados en el parque.

La verdad era que no sabía qué hacer con esa información, sólo sabía que no podía ignorarlo a pesar de lo absurdo que era. Pensaba en lo irónico que sería que en verdad volviera con ella en el futuro, como si que lo hubiera dicho fuera alguna clase de presagio. Otras veces me sonaban más a una amenaza que a una promesa, como si hubiera decidido no dejarme avanzar en el campo de las relaciones amorosas.

Al menos se había mantenido alejada de mi casa y no me había llamado, por lo que tal vez su objetivo no era molestarme... quizás era hacerme pensar en ella, recordarla y extrañarla. ¿La extrañaba? Con un alivio inmenso me di cuenta de que la respuesta era un "No"

De pronto algo frío me chorreó por el hombro y pestañeando desconcertado vi que mamá acababa de voltear su vaso de agua sobre mí. Dejé escapar una exhalación divertida y la miré con el ceño fruncido. Ella simplemente me sonrió y dejó el vaso sobre la mesita.

-No me estabas prestando atención.- se excusó.

-Estaba ocupado pensando en la vida.- le expliqué.

Estábamos en el patio trasero, sentados alrededor de una mesa de exterior con sillas de mimbre; Maya tomaba sol junto a la piscina y papá leía las noticias o algo por el estilo en su teléfono. Era temprano y estábamos aprovechando el tiempo libre para hacer nada, literalmente.

-Mis super instintos me dicen que estabas pensando en cierta persona cuyo nombre no volveremos a decir en esta casa.- dijo.-No quiero que me hables de ella, así que si tienes la necesidad de comentarlo con alguien elige a Eric o a Maya.- los apuntó a ambos y se desentendió del tema.

-¿No se supone que deberías darme apoyo emocional o algo así?- pregunté con una sonrisa insípida

-Eh... sí, pero no tengo ganas hoy.- admitió.-Eric o Maya.- repitió.

Me levanté de la silla y le rodeé los hombros por detrás, la apreté sin mucha fuerza pero aún así se quejó como si la estuviera ahorcando.

-Te voy a demandar por negligencia.- bromeé.

-Tienes 22, así que legalmente ya no soy responsable por ti.- respondió con sarcasmo.-¡Qué alivio!-

La solté mientras reía y me encaminé hacia la piscina, me quité la camiseta que de todas formas estaba húmeda y simplemente salté en el agua. Me quedé un momento sumergido, dejando que mi cuerpo se acostumbrara al cambio de temperatura y aguantando la respiración. Cuando sentí que ya no podía retener el aire por más tiempo volví a la superficie y dejé que mi cuerpo flotara.

No me sentía cansado, pero si había una sensación extraña en mi cuerpo; era tensión en mis músculos y un malestar en mi estomago. Puede que se debiera a la mala racha que me había acompañado durante el año y que ahora se estaba liberando, o tal vez era a causa de la visita de Alice. Fuera lo que fuese el frescor del agua estaba ayudando a calmar la sensación.

-¡Derek!- escuché que me llamaba Maya.

Me cegué por el fugor del sol por un momento, pero cuando mi vista se adaptó vi a mi hermana sentada en el borde de la piscina. Nadé hasta ella y cuando la alcancé tiré de su pie sólo para asustarla, lo cual funcionó porque me salpicó agua con una mano justo en los ojos.

-Si me hubieras arrastrado contigo me habría ahogado.- se quejó, exagerando demasiado la situación.

-Nunca dejaría que te ahogaras.- respondí.-Me haría un muy mal hermano mayor.- recalqué.

-Cómo sea.-

-Además sabes nadar.- apunté.

-¿Y si no supiera?-

-Pero sabes...-

Maya rodó los ojos exasperada y movió vigorosamente sus pies, haciendo que más agua salpicara a nuestro alrededor. Le tomé ambas piernas para detenerla y de pronto estábamos forcejeando, yo tratando de meterla a la piscina y ella tratando de evitarlo. Obviamente gané porque tenía más fuerza que ella y la llevé al centro de la piscina, empujando su cabeza bajo el agua y riéndome de las caras que ponía y sus débiles intentos por hacerme lo mismo.

-¡Ya para!- me gritó.

-Ok. lo siento.- me disculpé riendo.

-Y yo que creí que tu eras el maduro.-

-Lo soy.- dije con obviedad.

-Ugh, no quería mojarme el cabello.- refunfuñó.

-¿Entonces para qué te acercas a la piscina?-

-Ah, venía a avisarte que tu teléfono estaba sonando.- dijo con una sonrisita.-Qué lastima que perdieras la llamada.- suspiró.

-No creo que haya sido nada importan...- me detuve a media frase y la empujé fuera de mi camina con suavidad.

Salí de la piscina y recogí la toalla que mi hermana había traído con ella; la usé para secarme las manos y la cabeza mientras atravesaba el patio. Mi móvil estaba en la mesa junto a mamá, lo tomé con curiosidad y justo antes de que pudiera encenderlo vibró en mi mano. En la pantalla apareció el nombre de la persona que esperaba me estuviera llamando y esperé que sonara un poco más sólo para calmar la repentina ansiedad que me embargó.

-Hola.- respondí comenzando a vagar por el patio.

-Hola.- saludó él.

Marco y yo nos habíamos estado comunicando de vez en cuando en las ultimas semanas, tal y como habíamos dicho que lo haríamos. En general hablábamos de cosas simples, de cómo estaban nuestras familias y qué habíamos hecho en esos días. No le había contado acerca de la visita de Alice y aún no lograba convencerme de que sería buena idea hacerlo.

-¿Cómo te trata la vida?- le pregunté sentándome en el pasto.

-Como siempre.- dijo suspirando.-Oye, no tengo mucho tiempo para hablar ahora... sólo tenía una pregunta.- dijo.

Me senté un poco más recto y fruncí el ceño. No se escuchaba especialmente diferente, de hecho, sonaba bastante normal; sin embargo me pareció extraño que llamara de esa forma tan repentina y con algo tan especifico en mente.

-¿Sucedió algo?- quise saber.

-Nada preocupante.- me tranquilizó.

-Pero algo pasó.- indiqué, sin dejar que cambiara de tema.

-Derek, siempre está pasando algo.- comentó restandole importancia.

-Si no tienes tiempo ahora, ¿puedo llamarte en la noche?-

-¿Aún crees que pueda...?- hubo una pausa inusualmente larga que solo me hizo fruncir más el ceño.-¿Puedo visitarte?-

-Sí.- respondí en voz baja, algo confundido.-Cuando quieras.- agregué volviendo en mí.

-Gracias.- me agradeció y creí percibir alivio en su voz. 






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