Hey, Dad. [Larry Stylinson] [...

By fanfics_everywhere

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La vida de un famoso puede ser genial: fiestas, amigos, sexo, drogas y alcohol. Sin embargo, un error del pas... More

»Información poco interesante.
#NC: Libro de entrevistas.
#0: Prólogo.
#1: El niño en mi cocina.
#2: Yo soy tu hijo.
#3: Benjamin ❝El salvador de carreras❞ Tomlinson.
#4: Feeling like Alexis Sánchez.
#5: Desorden en palacio.
#6: Ziam.
#8: Nightmares.
#9: Ahuyentando a los pretendientes.
#10: La bruja del oeste.
#11: Entre dientes y abuelos.
#12: 'L' de Louis.
#13: Explicaciones para una cabellera rizada.
#14: Memorias de un embarazo.
#15: Stay with me.
#16: Memorias de un padre soltero.
#17: Crazy Little thing called love.
#18: Adore you.
#19: Y ahora, ¿qué?
#20: Memorias de una relación fracasada.
#21: Halcón caído.
#22: Siempre hay motivos.
#23: Un día en la vida de Charlotte.
#24: La creación: Ben Tomlinson.
#25: Un día en la vida de Chris.
#26: Final.
#27: Marzo es sinónimo de escuela.
#28: Cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta.
#29: Ben vs Colegio.
#30: Memorias de un ❝Leeds Festival❞
#31: Zouis.
#32: And I'd marry you, Harry.
#33: Niall Horan.
#34: Familia.
#35: I do.
#36: Wedding party.
#37: Un paseo por Venecia.
#38: Pijamadas.
#39: ¿Un nuevo integrante en la familia?
#40: Felicidades, chicos.
#41: Hormonas.
#42: Feliz cumpleaños, Ben.
#43: Final countdown.
#44: Valerie Tomlinson Styles.
#45: Lo inesperado siempre llega tarde.
Epílogo: Hey, dad.
Agradecimientos.
Bonus: baby, I can feel your halo.
cONCHETUMARE !!!!111!!!1!

#7: Son cosas de niños.

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By fanfics_everywhere

                                                          Pasaron algunos días y las cosas en la casa de Styles iban de maravilla. Después de que Ben le diese la lección de "aprender a cumplir las promesas", Harry y él, estaban mejor que nunca; compartiendo una relación de "padre e hijo" envidiable. Así que, sí. Las cosas iban viento en popa, incluso para Stefan y Charlotte quienes no tenían que estar detrás del pequeño todo el tiempo cuidándolo, y no es que les molestara hacerlo, pero ellos también tenían obligaciones que cumplir.

Harry, al pasar más tiempo con su hijo, había aprendido —un poco— a ser más tolerante, responsable y respetuoso. Ya no salía de casa para ir a beber a un bar de mala muerte, ni para revolcarse con cualquier tipo que encontrase, se encontraba fuera de las portadas de las revistas y los medios de comunicación —cosa que no había pasado en un largo tiempo— y todo eso era gracias a Ben. Charlotte y Stefan no podían estar más agradecidos con el muchacho como lo estaban.

Ahora, Charlotte se encontraba fuera del despacho de Harry, algo nerviosa preguntándose por qué demonios su hija viajaba tanto y le pedía ese tipo de cosas a ella. Suspiró. Charlotte realmente necesitaba un favor enorme, y debía pedírselo a Harry. Si bien sabía que el joven de rizos era una persona amable, la trataba bien, y jamás le diría que no, estaba nerviosa de todas maneras porque era un gran favor.

Él se encontraba tocando algunas melodías suaves en el piano de cola que tenía en el despacho mientras Ben jugaba en el patio de atrás con Stefan a la pelota. Charlotte, golpeó la puerta suavemente, inhaló profundamente, arreglándose un poco el delantal de cocina celeste; escuchó las teclas del piano detenerse de forma elegante, sin hacer un estruendoso sonido. Y un grito:—¡Adelante!

Ella abrió la puerta con suavidad, entrando despacio. Harry se encontraba sentado aún en frente del piano, anotando con una caligrafía perfecta en un cuaderno de pautas algunas notas y letras al azar. La mujer cerró la puerta tras sí, y caminó hasta quedar a una distancia prudente del rizado.

—Uhm, ¿señor Harry?

Harry alzó la vista, algo sorprendido, dejando el lápiz en el cuaderno. Rara vez Charlotte se aparecía por el despacho, más que para decirle que tenía visitas o decirle que Chris estaba ahí, por lo que se alarmó un poco, sobre todo, porque la notó nerviosa.

—Oh, nana —el rizado se levantó de la silla en frente del piano, caminando hacia el sofá— ponte cómoda. ¿Ben está bien?

Charlotte se sentó en frente de Harry, en el sofá de cuero blanco, se movía incómoda mirando hacia todos lados, repasando los cuadros de pintura en las paredes, esos cuadros que tantas veces había visto y limpiado.

—Sí, él está bien. Juega con Stefan fútbol—la mujer sonrió, moviendo las manos en su regazo— no vengo por algo malo, vengo por otra cosa. Necesito un favor.

El rizado soltó un suspiro de alivio, sonriéndole.

—No hay problema, Charlotte. ¿Qué necesitas?

La mujer movió sus dedos, sonriéndole de lado.

—Bueno, verá —comenzó— mi hija tiene una hija, y ella debe viajar por cosas de la empresa a otro país junto con su esposo, y ellos no saben con quién dejarla más que conmigo —la mujer lo miró con ojos suplicantes— ¿Mi nieta, se podría quedar aquí mientras ellos viajan? Quiero decir, ella se quedará el día entero aquí mientras yo trabajo y después en la noche, volvemos a mí casa. ¿Podría hacerlo?

Harry la miró por un momento, procesando toda la información. ¿Tener un niño más en la casa? Parecían más problemas, pero ¿por qué no? ¿Por qué no tener más problemas de los que Ben ya le daba? Él sonrió ante la idea.

—¡Claro que sí! —el rizado contestó, mostrando sus hoyuelos— eso sería bueno para Ben, tendría a alguien más con quien jugar.

Charlotte se veía sorprendida.

—¿Habla en serio?

Harry se levantó del sofá, caminando hacia el piano para tomar su celular.

—Por supuesto —asintió— Charlotte, puedes traer a tú nieta cuando quieras. Y puede quedarse cuanto tiempo necesites.

El ama de llaves sonrió tanto como sus mejillas le permitieron.

—¡Gracias! En serio —la mujer se levantó del sofá para darle un abrazo— no tiene idea de cuánto lo agradezco.

El rizado la abrazó de vuelta. Charlotte era una buena y humilde mujer a la que apreciaba mucho. Tener los brazos alrededor de esa mujer le hacía recordar a su madre, y sonrió más.

—Es lo menos que puedo hacer —Harry rió— ya que tú haces mucho por mí.

—Es mi trabajo.

—Lo sé —el mayor se encogió de hombros— tengo que subirte el sueldo.

—Qué pena que no hayan testigos —la mujer se separó del chico rizado— porque esas palabras valen oro. Gracias otra vez, iré a decirle a mi hija.

Harry rodó los ojos, asintiendo. Viendo  Charlotte desaparecer por la puerta del despacho. Miró el cuaderno de pautas sobre el piano y decidió dejarlo ahí, ya que deseaba ver cuántos goles Ben le había hecho a Stefan y burlarse de su chófer por ser tan malo en el deporte. Así que, salió del despacho para ir hacia el patio trasero, sin embargo, Ben y Stefan ya estaban en la sala con la pelota en mano y sin zapatos.

Harry no supo quién estaba más sucio. Aunque podría haber sido un empate.

—Vaya, ¿quién ganó?

El rizado mayor se acercó un poco a sus jugadores favoritos. Escuchó cómo Stefan soltaba un bufido molesto.

—Ben —rodó los ojos— para variar. Tres - uno.

—¡Soy el mejor!

Ben corrió hacia su padre con una sonrisa en la cara para darle un abrazo. El rizado sonrió, subiéndolo, tomándolo entre sus brazos. El menor olía a tierra, pasto y sudor. Harry arrugó la nariz al sentir su aroma, mirando a su hijo con el ceño fruncido.

—Ben, deberías darte una ducha.

—¡Jamás! —el menor gritó. Pidiendo que lo bajara.

El rizado suspiró dejándolo en el suelo. Stefan se fue hasta la ducha de invitados, soltando una risa al escuchar la exclamación del pequeño Ben.

—¿Por qué no quieres ducharte? 

Harry quedó a la altura de su hijo menor, mirándolo con la cabeza ladeada. Según recordaba, Louis no podía estar un día sin meterse en la ducha, y a veces, Harry se metía con él, pero aun así, terminaban bañándose, él suponía que Ben tendría los mismos hábitos de higiene que su padre, pero al parecer no. Ben sonrió de forma traviesa.

—Porque —canturreó, gritando a todo pulmón— ¡Cada vez que me baño, me hace daño. Por eso me baño, una vez al año!

—Oh, Dios  —Harry rodó los ojos— el bañarte no te va a hacer ningún daño.

—¡Claro que lo hará!

—¡Por supuesto que no! ¿De dónde has sacado esa idea?

—De ninguna parte —Ben rió— sólo no quiero darme una ducha. ¡Y jamás lo haré!

Harry inhaló profundamente, soltando el aire pesadamente.

—Te vas a dar una ducha sí o sí, Ben.

Ben lo quedó mirando por unos segundos con el ceño fruncido, cruzó los brazos por sobre su pecho y cargó todo su peso en una pierna, alzó una ceja antes de sonreír con maldad.

—Sólo si tú te duchas primero, papá.

Harry soltó un bufido, acomodando su cabello detrás de su oreja, levantándose porque sus piernas empezaban a doler debido a su posición.

—Yo ya me duché —comentó con orgullo.

Ben achicó los ojos:—Sabes que no es cierto.

—¿Ah sí? —el rizado mayor se cruzó de brazos— ¿por qué lo dices?

—Tú pelo está liso por la suciedad —Ben comentó, alzando una ceja, Harry frunció el ceño— ¡Já! Gané. Ahora deberás darte una ducha también.

—Nah, las duchas son para los idiotas.

Entonces, él se dio cuenta de que no debió haber dicho eso. Ahora Ben, con menor razón, querría darse una ducha. Y tenía razón, porque su sonrisa triunfal en su aniñado rostro lo delataba.

—Si es por eso —comentó— tú deberías darte duchas más seguidas.

—¿Me acabas de llamar idiota? —Harry alzó una ceja mirándolo confundido.

—Probablemente.

El rizado menor soltó una risa, haciendo que Harry rodase los ojos como por enésima vez en una hora. Sin embargo, se acercó más a Ben y lo miró, sonriendo él ahora. Ben lo miró confundido y Harry lo alzó, cargándolo en su espalda, como un saco de papas

—¿Qué haces? —el menor pataleó desde la espalda del rizado— ¡No. Papá, bájame!

—No, Ben —Harry intentó no reír— lamento informarte de que debes darte una ducha.

—Pero yo no quiero. ¡No puedes obligarme! ¡Soy humano, tengo derechos! ¿Acaso no has leído los derechos del niño?

El rizado empezó a subir las escaleras directo al baño de arriba, intentando no reír por la exageración de su hijo y todo gracias a que él no se quería dar una ducha.

—En ninguna parte dice algo sobre obligar a los hijos a darse duchas.

—Ehm —Ben murmuró— ¡exijo hablar con un abogado!

Harry bufó por lo alto, dejando a su hijo en el suelo, y abriendo la puerta blanca del baño, exclamó:—Ya supéralo, y sólo date una maldita ducha.

Ben se cruzó de brazos.

—No maldigas a las duchas, padre.

Harry le sacó la lengua, girando sobre sus talones para bajar las escaleras.

—Espero que cuando vuelva a subir, estés duchado, Ben. 

Y con eso, él desapareció, escuchando el último grito de provenir de la pequeña boca y voz chillona de su hijo:— ¡Te detesto!

Harry rió.

−×××−

Un golpe arriba, otro golpe abajo y las estrellas empezaron aparecer. Ben se movía hacia un lado aun repartiendo golpes, viendo a su adversario caer y las palabras "Tonny win" en la pantalla aparecían con letras brillantes. Él sonrió, mirando cómo su padre suspiraba derrotado.

—Me has ganado.

El menor sonrió.

 —¡We are the champions, my friends! —cantó Ben, alzando las manos— ¡And we'll keep on fighting till the end! ¡Tan, tan tan!

Harry tomó asiento en el sofá, mirando a su hijo cantar una tan conocida canción de Queen mientras se movía de lado a lado, gritando a todo pulmón. El rizado se sintió algo confundido, porque Queen era de la época de él, era casi imposible que un niño de siete años conociera esa canción.

—¿Cómo es que te sabes esa canción? —preguntó Harry, finalmente.

Ben detuvo su canto, y se acercó a su confundido padre encogiéndose de hombros:—Papá coloca mucho a King.

Queen, Ben —Harry rió— ¿en serio siempre coloca su música?

—Sí y repite una en especial —el menor se sentó a su lado, mirándolo con la cabeza ladeada— creo que se llama, lazy little can...

Crazy little thing called love.

—¡Esa! —Ben  le sonrió— él dice que le trae buenos recuerdos.

Y Harry lo sabía bien. En algún momento cuando ellos fueron pareja, esa había sido su canción, la bailaban, la cantaban, la tocaban, viajaban con ella e incluso habían tenido buenos tiempos escuchándola. Es por eso que quizá Louis también la escuchaba y por eso Ben se la sabía. Harry suspiró con una sonrisa nostálgica en su cara, y cuando estaba a punto de decir algo el timbre de la puerta sonó.

—¿Crees que sean Liam y Zayn? —preguntó Ben, mirando pasar a Charlotte y abrir la puerta.

—No son ellos— Harry negó— Liam y Zayn tenían una sesión fotográfica para no sé cuál marca de ropa. Y estarán ocupados un tiempo.

—¿Y quién puede ser?

La pregunta de Ben fue casi respondida de inmediato en cuanto Charlotte hizo su aparición en la sala. Llevaba de la mano a una niña de ocho años, con cabellos negro, ojos cafés y de tez pálida. Tenía pecas en sus mejillas y nariz, y sonreía con timidez. Ben abrió los ojos, mirándola embobado.

—Señor Harry —Charlotte comentó— ¿Recuerda que le dije que traería a mí nieta? —Harry asintió, levantándose— bueno, ella es. Saluda, corazón.

—Hola —la voz de la pequeña era tan suave como la tela.

Harry se levantó del sofá para acercarse a la pequeña. Él no quería asustarla ya que se quedaría un tiempo con ellos, así que, se acercó lo más amable que pudo, con una sonrisa para entrar en confianza. La pequeña tenía su mano hecha un puño en la falda de Charlotte y lo miraba con un poco de pánico.

Ben aún seguía embobado.

—Hey, cariño —Harry le sonrió, agachándose para quedar a su altura— soy Harry, y espero que estés bi-

—¡Muévete, papá! —Ben le interrumpió, prácticamente corriendo hasta la pequeña, empujando a su padre en el proceso, le sonrió a la pequeña coquetamente y preguntó:— ¿Qué hay, nena?  tomando la mano de la menor le dio un beso en ésta— ¿Cómo te llamas?

Las mejillas de la pequeña adquirieron un fuerte tono carmesí.

—Soy Nina —contestó suavemente— ¿cómo te llamas tú?

—Soy Ben —el rizado sonrió con orgullo— déjame decirte que eres muy linda.

Y ahora, las mejillas de Nina eran tan rojas como el tomate.

—Gracias —murmuró, mirando sus zapatos— me gusta el color de tus ojos.

Harry miró la escena algo enternecido y divertido. La sonrisa de Ben era la misma sonrisa que Louis había utilizado con él la primera vez que se conocieron, lo único diferente es que al pequeño rizado se le formaban hoyuelos.

—¡Vaya! —Harry comentó desde el suelo— el niño me salió hetero. Qué ironía.

Charlotte soltó una risa, ayudando al rizado a colocarse de pie. Mirando al par de niños conversar animadamente. Nina se sonrojaba cada vez que Ben le decía algo tierno y la hacía reír. Ellos realmente se llevarían bien.

—Quizá deberíamos darles espacio —Harry comentó soltando una risa.

El ama de llaves asintió:—Es una buena idea.

Ambos se encaminaron hasta la cocina, comentando cosas sobre sus pequeños mocosos. Charlotte le contaba a Harry de Nina, ella era la segunda hija que Daphne, su hija menor, tenía. Y también le dijo, que Nina era un amor, además de tranquila. Así que no daría muchos quehaceres en el hogar. 

En la sala, Ben estaba conversando con Nina. Al pequeño Tomlinson le llamó la atención la manera en la que la chica de cabellos negros se reía, porque tapaba su sonrisa con una mano y se formaba un pequeño hoyuelo en su mejilla derecha. También, le llamó la atención las pequeñas manchas en sus mejillas y nariz, eran como chispas de chocolate pero más pequeñas y cuando lo miraba se veía realmente adorable.

La chica le sonrió, sacando su flequillo de sus ojos.

 —Eres muy divertido, Ben  — comentó.

 —Gracias  —el rizado le guiñó un ojo— me lo han dicho a menudo.

Nina soltó una risa suave, haciendo que Ben sonriera más.

 —¿Qué dices si jugamos a algo?

El menor asintió pensando en algo que a Nina pudiese gustarle. Y que también fuera divertido para él. Ben había conocido chicas en su escuela que sólo jugaban a las muñecas, o a la "casita" o a ser madres y llevaban bebés en coches a pasear por todo el patio. Eso, obviamente, no era divertido para él, ni para ninguno de sus amigos varones, sin embargo, su mejor amiga Carter jugaba a las carreras de autos y a la pelota con Ben. Así que eso podría funcionar si Nina era como su mejor amiga Carter.

Ben esperaba realmente que Nina jugase a la pelota, sino, la repentina atracción que sentía por ella se esfumaría un poco. Aunque no lo suficiente.

 —¿Te gustaría jugar a la pelota?  —preguntó tímidamente.

—Claro que sí —Nina asintió frenéticamente— amo jugar a la pelota. Mamá suele llevarme a practicar a un club deportivo. 

—Eres la mujer perfecta —Ben suspiró, tomándole la mano— vamos a jugar.

−×××−

                                        Pasaron tres días desde que Nina se encontraba viviendo, teóricamente, en la casa de Harry. Ella realmente se había estado portando bien y servía mucho para distraer a Ben y jugar con él. Nina había sido otra fuente de alegría en la casa, y a pesar de que hacían travesuras con el pequeño rizado, no era una chica a la que quisieran devolver tan rápidamente a su hogar.

Sobre todo Ben, quien era el que menos quería que se fuera.

Harry estuvo componiendo la mayor parte de la tarde y ya se encontraba cansado. Caminó desde su despacho directo a la cocina a dejar un vaso con agua, tarareando alguna melodía que se le había ocurrido en el camino y que podría ser parte de su nueva canción. Dejó el vaso en el lavamanos, sacó una banana del frutero y girándose para terminar la canción que estaba componiendo, vio que Ben estaba sentado ahí. Tenía su brazo en la mesa, apoyando su cabeza en éste junto con un vaso con leche. El rizado se sentó en frente de él, mirándolo con preocupación.

—¿Qué pasa, Ben?

El rizado abrió su banana empezando a comerla. Ben suspiró, mirando a su padre con los labios fruncidos.

—Creo que estoy a punto de divorciarme, papá.

Harry casi se atraganta con su banana. Abrió los ojos enormemente y exclamó:—¿Divorciarte? Espera, ¿te has casado con Nina?

El rizado mayor no entendía muchas cosas, como por ejemplo, cómo es que Ben sabía qué es lo que era un divorcio. Lo más probable es que lo supiera debido a la cantidad de televisión que veía. Y otra cosa, cómo es que se había casado con Nina. Él no tenía idea de nada.

—Sí —hizo una mueca alzando sus cejas— bueno, no exactamente. ¿Darle un dona en vez de un anillo cuenta como matrimonio?

—Supongo que sí —Harry frunció el ceño— Oh, Dios —el rizado se lamentó— tu padre me matará si llegas con novia y ¡casado!

—No te hará nada, papá.

Ben rodó los ojos, Harry suspiró.

—Pero, ¿cómo es que se casaron si llevan menos de tres días de conocerse?

—Papá —Ben suspiró enamorado— eso fue amor a primera vista. No hay explicación para eso. No puede explicar el amor.

Harry rodó los ojos. No le iba a decir a Ben que él no sabía de amor, porque muchas veces, los niños pequeños saben más de eso que los adultos porque aman con inocencia y con el corazón, no como los adultos o los jóvenes que a veces aman sólo por necesidad. 

—Bien, déjame ver si lo tengo —dijo, en cambio— estás casado y ahora quieres divorciarte, ¿no? —Ben asintió— ¿Por qué no me invitaste a la boda y por qué quieres divorciarte?

—No te invité porque fue de un momento a otro, me tomó por sorpresa —el oji-azul se encogió de hombros— y me quiero divorciar porque ella es tan...Ella es tan....odiosa.

—¿Lo es? —Harry parecía sorprendido— ella se ve realmente tierna, ¿cómo es que puede ser odiosa?

—Es porque tú no la conoces como yo lo hago —el menor le dio un sorbo a su leche— Ella...yo no la entiendo. A veces quiere que juguemos y otras que sólo veamos televisión, pero cuando yo no quiero jugar, ella se enoja porque dice que siempre la dejo sola. ¡Pero jamás la he dejado sola! Además, dijo que el Arsenal era el peor equipo del mundo. ¡Sólo porque a ella le gusta el Real Madrid! ¡Ya no aguanto esto, papá!

Harry tuvo la tentación de reír, pero no lo hizo.

—Si quieres te contrato un abogado, Ben —el rizado fingió preocupación, aguantando la risa— conozco uno de los mejores. Él podría ayudarte con los papeles del divorcio.

Ben pareció realmente aliviado cuando escuchó a Harry decir tales palabras.

—Te lo agradecería un montón.

El rizado cruzó sus manos en la mesa, mirándolo con una ceja alzada, lo más serio que pudo. Los niños no entendían el peso de la palabra divorcio o el peso de la palabra matrimonio, sin embargo, eran cosas de niños fingir que sí sabían acerca de eso. 

—Pero, Ben —le llamó— ¿estás seguro de que quieres divorciarte? A veces, tomamos decisiones cuando estamos enojados y no son las mejores.

—¿Debería pensarlo? —Harry asintió— Está bien —Ben suspiró mirando al cielo— Mujeres, ¿quién las entiende?

—Yo no —el rizado sonrió— por eso prefiero a los hombres.

Ben soltó una risa pequeña, seguido  por Harry. Ellos se miraron un tiempo antes de que Ben decidiera salir a jugar.

—Bueno, papá  —el pequeño se bajó del taburete — fue una buena charla. Pero ahora iré a jugar. 

—Espero que resuelvas las cosas con Nina.

—Intentaré hacerlo  —el menor comentó, saliendo de la cocina— ¡Nos vemos luego!

Harry observó cómo su hijo salía corriendo por la puerta de la cocina. Suspiró, levantándose también, buscando otra banana para llevarse al despacho y una botella de agua.

—¡Está casado! —Harry murmuró para sí— Louis me matará cuando se entere de esto.

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