Capítulo 18
"Un encuentro en Londres"
Shannon:
Tiempo después...
Me encontraba caminando sola por el Hyde Park. Amaba aquel lugar, no obstante, mientras pensaba que había sido la gran idea el haber decidido dejar mi automóvil en Cambridge y haber tomado un bus hacia Londres. Pronto me encontré con la cruda verdad que no había sido así. Me detuve un momento a contemplar aquel paisaje, sin importarme el tiempo. ¡Total!, era mi día libre y había decidido ir sola allí. Y nadie estaría esperándome en otra parte. Sin embargo, alguien que no esperaba, interrumpió mis pensamientos.
—Siempre suele andar sola.— me había expresado ese alguien al devolverme a la realidad.
Volteé sorprendida al reconocer aquella voz. Hasta casi pierdo el equilibrio debido al disgusto de verlo allí junto a mí.
— ¿Tú?
— Es sorprenderte verte de nuevo... No sabía que te encontrabas viviendo en Londres— expresó con picardía— . ¿Puedo hacerte compañía por los viejos tiempos?
— No creo que sea de buena compañía..._ expresé en un tono seco.
— Nunca acepto un no como respuesta... Pensé que te había quedado claro...
— Lamento, entonces, que sea la primera vez que lo escuches...
—Shannon... ¿Me sigues odiando?
— ¿Pretendes tener una conversación conmigo, Mark? Es mejor que ni pierdas tu tiempo... Permiso. Tengo muchas cosas que hacer...— le expresé con chocancia, mientras me disponía a alejarse de él.
— Mmm... ¿Y pretendes que te crea?... Mas bien, piensas irte porque me encuentro aquí. — cruzó los brazos mientras se sonreía con cierta picardía.
— Piensa en lo que te dé la puta gana...— << Idiota cabrón. Te odio... >>, pensé, mientras trataba mantener la calma.
Me alejé de él, mientras él me miraba.
Edward:
Había decidido escapar a Londres y así hacer algo diferente con mi vida. Sacar de mi cabeza a Shannon y volver a hacer yo mismo, aquel que ya ni miraba al verme en el espejo. Tenía que admitir que saber que había conseguido ganarme su indiferencia, no hacía más que sacarme de quicio.
Pero parecía que la vida disfrutaba aquellos encuentros inesperado, y más, cuando me hacía verla tan vulnerable, sin ella quererlo. Miré mi reloj, sorprendido por la hora, sabiendo que pronto anochecería.
— ¿Shannon? ¿Shannon eres tú?
— ¿Sparks? ¿Qué haces aquí?
— Lo mismo me pregunto, ¿qué haces aquí? ¿Has venido sola?
— No es tu problema...
— Tienes razón... ¿Por qué llorabas?
— No es asunto tampoco tuyo..._ miró su reloj_ Es mejor que vaya a la parada de bus... O perderé mi bus a Cambridge.
— Entonces, es mejor que sepas que tendrás que perderlo...No me puedo permitir dejarte ir sola. Mi automóvil esta cerca de aquí... No seas tan dura, ni tan terca... Solo es un favor que te haré. Además, yo no suelo comer gente, que recuerde yo...— sonreí con picardía.
Shannon guardó silencio, y sus ojos se posaron en la distancia, sintiendo que alguien nos miraba. Y la había seguido hasta allí. Hasta aquel Starbucks... ¿Qué otra opción tenía? Era demasiado tarde para poder encontrar alguien más que la auxiliara en ese momento, al ver a aquella persona detestable allí.
— ¡Está bien!... Tú gana...— dijo resignada, sin ocultar su enojo.
Shannon:
— Déjame ayudarte._ me dijo al abrirme la puerta. Preguntándose por qué me encontraba tan callada.
— No era necesario... Sé como se abre una puerta.
— De eso estoy más que seguro..._ me dijo, mientras yo subía a su automóvil.
La indiferencia se volvió mi armadura ante Edward. Él conducía, mientras yo miraba hacia la ventana. Afuera llovía fuertemente, como aquella vez en que... no lo quería recordar, pero los pensamientos volvieron presente a aquel recuerdo. Mientras tanto, Edward conducía un poco rápido, haciendo posible también aquello.
— Darren, por favor, no insistas... Déjame vivir con mi dolor. ¿Acaso no ves cuanto me duele ver quien era en realidad Mark y lo que estuvo apunto de hacer?
— Cálmate...solo escúchame...
— ¿Calmarme? ¡Mírame!... No puedo creer que no se conformó con engañarme todo este tiempo, sino que también... Estuvo apunto de abusar de mí. ¡No sé que hubiese sido de mí si tú no hubiese llegado a tiempo!
— Eso ya paso... Lo importante es que ahora estás bien y que descubriste quien era él en realidad... Él se pierde la maravillosa persona que eres y de eso tarde se dará cuenta. ¡Y claro que veo tu dolor! Solo que no lo acepto. Shannon, mírame. Fue mejor que abrieras los ojos ahora y no después... Eres inteligente, hermosa y maravillosa._ me decía, mientras él conducía_. Ahora que te miró, me provoca tantas cosas... ¡Me hubiese gustado romperle su ego como lo hice con su cara cuando lo golpee!
— Tal vez fue culpa mía...
— No, no lo fue...Si él te hubiese amado la mitad de lo que afirmaba hacerlo. Jamás se hubiese atrevido a hacer lo que hizo... Cuando se ama, no se hiere ni se engaña. Ni se lastima la integridad de quien se ama.
Edward en aquel instante decidió prender la radio, al observar mi fría distancia. Sin ni siquiera sospechar que mi mente se encontraba lejos de aquel lugar. Algo me mantenía aislada de mí misma, por ese motivo me encontraba en un profundo silencio.
En mis recuerdos aparecieron aquellos momentos que había querido olvidar. Mi corazón latía con más fuerza, mientras las lágrimas empezaban a bañar mi rostro. Aquella noche era tan parecida a aquella noche y aquella canción que sonaba en la radio era por simple casualidad la misma de aquella noche. Era "So Far Away" de Staind.
— Y ya no soporto verte llorar más por culpa de él... Nadie tiene el derecho de hacerte llorar._ me susurró Darren con una voz dulce.
— ¿Por qué siempre eres tan bueno conmigo, Darren? ¿Por qué desde que éramos unos niños, siempre has tratado de protegerme?_ lo miré a los ojos, sintiendo la necesidad de saber aquello. Mientras secaba mis lágrimas. No obstante, Darren no respondió, se mantuvo en silencio.
Él guardó aún más silencio, mientras giraba hacia la derecha. Sentía que el corazón le impulsaba a hablar y a confesar aquella verdad, que su silencio había mantenido ocultó por mucho tiempo.
— Siempre te he amado, solo por eso siempre he querido lo mejor para ti. Por que te amo... Aunque tú no lo supieras...
Mis ojos lo miraron con dulzura. Con esa ternura con la que solía mirarlo desde que éramos unos niños.
— ¿Tú?..._ expresé sorprendida, sin imaginar que nuestras vidas fuesen a cambiar en aquel instante. En aquel preciso momento.
— Sí, siempre te he amado a ti, sin esperar nada a cambio. Por eso odio...
— ¡CUIDADO!..._ grité al ver aquel automóvil que se vino encima de nosotros.
La fuerte lluvia de aquella noche y la velocidad que tenía el otro conductor, al girar hacia aquella curva que lo llevaba a la misma vía en que nos encontrábamos Darren y yo, le había quitado la visualidad, perdiendo el control de su automóvil.
Darren había intentado protegerme como siempre. Y lo había logrado, a pesar de su propio ser.
— Baja la velocidad...— le había suplicado en un tono suave y bajo a Edward, mientras las lágrimas bañaban mi rostro. Aún así, él parecía no escuchar—. Por favor, baja la velocidad..._ agregué una vez más al ver que él no me había escuchado_. Baja la velocidad... ¡BAJA LA VELOCIDAD!
Edward volteó, al fin al escucharme. Y me vio llorando y temblando, como si tuviese frío.
— Por favor, baja la velocidad... Detente... Te lo suplico._ bajé la mirada como si intentara buscar la manera de recobrar la sensatez y así poder respirar con calma.
— ¿Sucede algo?— me preguntó al frenar, mientras yo al subir la mirada me encontraba con la luz de otro automóvil que venía en sentido contrario.
Cerré los ojos. Sintiendo tan vivo aquel pasado. Como si todo volviese a suceder. Como si él que tuviese a mi lado fuese Darren y no Edward.
— ¿Te sientes mal?... ¿Por qué lloras?..._ expresó preocupado, mientras colocaba su mano derecha, en mi mano izquierda_. ¡Estás helada!
— ¡Déjame!... ¿Acaso no ves lo que has hecho?
—¿Qué hice?... ¿Por qué lloras?
— ¡Estabas conduciendo como un loco!... ¡Ten cuidado!... ¿Acaso no ves que puedes matar a alguien?
— Lo siento... no pensé que te afectaría tanto mi forma de conducir._ expresó con pedantería, mientras yo volvía a mirar hacia mi ventana.
Edward:
Había querido entenderla, pero me había encontrado con su fría chocancia. Tras aquella armadura que siempre llevaba sobre ella.
— Te llevaré "viva" a Cambridge...