Ahí estaba el rubio, sentado en la oficina del director, sus ojos llenos de lágrimas, sus mejillas rojas por el llanto anterior y su labio inferior temblando.
— No puede hacer esto... Necesito aprobar mis exámenes y mi beca escolar la necesito. Esto hará que me bajen calificación.—
— Fue mi decisión, y no fue la peor, así que tranquilo...—
— ¡Yo no tuve la culpa! ¡Él inició todo! —
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Taeyong se encontraba sentado en una de las sillas del comedor frente a la cafetería, tenía varios libros en la mesa y su almuerzo a un lado. Sabía que el exámen que tendría en unas semanas era importante, necesitaba aquella beca escolar, necesitaba continuar con sus estudios. Mordió sus labios mientras intentaba comprender aquello que para él era extramadamente difícil.
— Deberías dejar de estudiar para eso.— la voz de Alex detrás de él le hizo rodar sus ojos y cerrar su libro.— Igual sabemos que los afeminados como tú... No llegan lejos.— Alex el típico chico que tomaba esteroides y se creía mejor que todos por estar con varias chicas.
— ¿Por qué no te tiras de un puente? — Tae respondió mientras juntaba sus libros aún dándole la espalda para después guardar aquellos en su mochila.
— No seas ridículo, me extrañarías.—
El menor simplemente rodó sus ojos mientras ladeaba su cabeza dando un trago a su botella de agua acomodando su pequeña boina la cual fue arrebatada de su cabeza.— Hey, ¿Qué te pasa? ¡Dámela! — se puso de pie y miró como Alex observaba aquel accesorio con atención.
— Por Dios Taeyong, todos sabemos que eres un pobre que hace su propia ropa parecer cara... No perteneces aquí.— lanzó aquello boina al rostro del más bajo mientras fruncía su ceño. El más bajo frunció su ceño ante lo último dicho y se giró tomando la bandeja en sus manos para irse del lugar.— Ve a ayudar a tu madre a barrer la empresa Jung's Designs... Para que por lo menos tengas para un almuerzo más.
Varias risas de las personas que presenciaban aquella escena se escucharon por el lugar, Taeyong muerto de pena y sobre todo lleno de coraje se giró acercándose a Álex con una sonrisa en sus labios. Apretó la bandeja en sus manos unos segundos para después, sin pensarlo golpear la cabeza del más alto con la bandeja de plástico, destrozándola al segundo.
Varios gritos y risas se escucharon nuevamente mientras el menor se tiraba contra Álex dejándolo en el piso golpeandolo repetidas veces mientras el contrario intentaba alejarse ya que la mayoría eran rasguños de Taeyong. Mientras la mayoría de las personas solo grababa aquella escena.
Eran meses de estar aguantando las humillaciones de aquel idiota, y claramente Taeyong tenía un límite y está vez había llegado al suyo, lo había sobrepasado. No pensó, no pensó las consecuencias, simplemente actuó por su coraje.
De un momento a otro un profesor tenía agarrado a Taeyong del torso alejándolo de Álex mientras este se ponía de pie mirando con odio a Tae el cual sólo pataleaba y lanzaba pedazos de plástico hacia el contrario.
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Taeyong y Alex estaban sentados en la oficina del director ambos en completo silencio mientras escuchaba el largo sermón del Señor Cappola, la vista del menor se alzó al escuchar su nombre y pudo sentir como su corazón se hacía pequeñito al escuchar el castigo.
— Señor Lee... Una semana de suspensión.— suspiró mientras firmaba un papel negando levemente.— Y sobre su beca... No sé si aún se podrá, con el incidente de ahora... Significa que no podrá venir a la institución por esta semana, ni a la biblioteca, sus trabajos de las materias, etcétera.
Álex soltó una fuerte carcajada mientras miraba al menor al borde de las lágrimas.— Lo hubieras pensado antes de casi arruinar mi bello rostro, nenita.—
El rubio abrazó su cuerpo con sus ojos llenos de lágrimas, sus mejillas rojas por el llanto anterior y su labio inferior temblando.
— No puede hacer esto... Necesito aprobar mis exámenes y mi beca escolar la necesito. Esto hará que me bajen calificación.—
— Fue mi decisión, y no fue la peor, así que tranquilo...—
— ¡Yo no tuve la culpa! ¡Él inició todo! —
— ¡Tu me golpeaste con una bandeja! — Álex intentó defenderse mientras se volteaba para ver al menor.— ¡Todo es la culpa de su educacion! Claro, no tiene dinero y tal vez su padre lo golpeó o tiene esas conductas gracias a sus padres. ¿Y si en un futuro atenta contra la escuela? No es bueno, yo opino que lo expulsen; su conducta es violenta.
Taeyong pudo sentir como un nudo se formaba en su garganta al escuchar la palabra "padre" frunció su ceño y negó apretando sus labios sintiendo sus lágrimas caer.— Es la primera vez que hago esto, él comenzó todo... Créame, no sólo me sancione a mi.—
—El joven Alexander también se irá suspendido una semana... Así que no debes de ponerte así.— el director habló, intentando calmar a Tae.
— Pero él tiene la facilidad de seguir estudiando, yo necesito esa beca... No pu...—
— Ya tomé mi decisión, así que joven... Ya no siga.— le interrumpió mientras tomaba aquel papel y el teléfono de la oficina.— Llamaré a su madre para que venga por usted, así que necesito su número de te...—
— No es necesario, ya me voy — se puso de pie tomando aquel papel del escritorio colgando su mochila en su espalda. Salió de la oficina mientras escuchaba varios murmullos de alrededor de sus compañeros. Sonrió hacia los demás de una manera victoriosa mientras se dirigía hasta la salida del edificio.
Cuando salió del lugar no pudo evitar romperse en llanto, talló sus ojos mientras caminaba hacia el edificio donde trabajaba su madre, sus labios temblaban del llanto, su nariz roja y sus ojos claramente cristalizados. ¿Con qué cara le diría a su madre que fue suspendido y eso claramente afectaría su oportunidad de una beca?
No tardó mucho en llegar a aquel lujoso lugar, entró a aquel edificio y buscó la de sirvientes con la mirada, al encontrarla corrió a esta entrando empujando la puerta. Ahí estaba su mamá, acomodando varias telas que habían llegado hace unas horas; no sé había dado cuenta de la presencia de su hijo hasta que le escuchó.
— Mamá...— su voz cortada fue lo suficiente para que la mujer se diera cuenta que algo andaba mal. Se giró a verle y su mirada rápidamente fue a sus rodillas las cuales tenían algunos raspones y pequeños moretones. Su brazo izquierdo tenía un notorio moreton al igual que sus nudillos.— Perdóname...—
El menor no tardó en abrazar a su madre y acurrucarse en su hombro.— Tae... ¿Qué pasó? —
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Habían pasado ya algunas horas, Taeyong estaba sentado en uno de los sillones del lugar mientras miraba con atención aquel precioso lugar, su mamá había "curado" sus rodillas mientras escuchaba todo lo que había pasado. Sorprendentemente no se había molestado, o no le gritó; simplemente besó su frente susurrándole "Todo estará bien, tu seguirás."
Miraba a su madre doblar las telas, con pequeños papeles escribir las características de estas y dejarlos sobre aquellas.
— ¿Enserio tendré que acompañarte a trabajar? No quiero ser una molestia — el menor susurró acercándose hasta la mesa donde trabajaba su madre y observó las telas.— Puedo buscar a mi padre y decir...—
— No. Ni siquiera lo pienses — su madre respondió de forma firme mientras miraba de reojo a su hijo.— Tae... Después de lo de ahora, me da miedo dejarte solo y hagas algo tonto.
— ¡No soy un niño! — chilló mientras hacía un puchero inclinándose para después recargarse en la mesa osbervando con atención las telas. No pudo evitar sonreir y pasad sus dedos por estas.
— Pues te comportas como uno.— siguió escribiendo mientras su mirada rápidamente fue a parar a los dedos de su hijo.— No... Deja eso, las vas a arruinar y son demasiado costosas.—
— Esta tela es preciosa, apuesto que puedo hacer un vestido para la mujer más hermosa.— dijo a su madre mientras acomodaba su cabello y rió.— Te maquillo y peino, con ese vestido ¡Boom! Tendré de nuevo a mi padre.—
— Deja de jugar — su madre bufó un tanto molesta mientras tomaba los brazos de su hijo y colocaba las telas en sus manos — Mejor ayúdame a llevar esto a la oficina del joven Jung y no las arruines, no hagas nada tonto y no pierdas tiempo.—
El menor soltó una risa y asintió mientras salía de aquella habitación caminando al elevador, esperó unos segundos para que la puerta abriera y poder entrar a éste tomando de mejor manera las telas. Miró alrededor hasta que una voz algo baja se escuchó y unos pasos rápidos también. Alzó su mirada un tanto confundido y pudo ver como una mano se colocaba en medio de las puertas segundos antes de que cerrara y éstas volvieran a abrirse.
Un joven pálido y de cabello negro había entrado al elevador, Tae frunció su ceño y observó cómo aquel chico tenía un mechón de color rosa en su cabello, sus mejillas estaban demasiado rojas. Venía hablando por teléfono mientras comía un helado.
— No. Te prometo que estoy siguiendo aquella dieta.— se escuchó su voz responder mientras comía aquel helado de fresa que mancha sus labios.— Sí, claro. En un momento... No, no grites, espera.—
Tae frunció su ceño mientras miraba con atención al chico, el cual tenía un short color amarillo mostaza y una playera blanca, tenía colgada una mochila de Pikachu, a lo que el menor rió bajo. Al momento que el elevador se detuvo Taeyong alzó su mirada saliendo del elevador y buscó con la mirada la oficina que su madre había dicho.
— Disculpa...— le habló a la recepcionista mientras acomodaba las telas en sus manos y jugaba con sus pies. La mujer alzó su mirada y sonrió.— La oficina del señor Jung...— susurró un tanto confundido. La mujer le sonrió y señaló la última puerta del centro.
— Es la puerta roja — respondió mientras volvía su mirada a la computadora. El menor sonrió y asintió dirigiéndose a aquella puerta, miró el timbre y lo tocó repetidas veces.
No hubo respuesta a lo que simplemente entró, Taeyong abrió sus ojos sorprendido al ver lo bello que era aquel lugar. El cual estaba vacio; caminó hacia el escritorio dejando aquellas telas sobre este. Se giró poco para poder ver con atención y caminó hacia unos cuadros que habían colgados en la oficina, sonrió y observaba estos con atención notando lo preciosos que eran los atuendos de aquellas fotografías.
Se percató que habían algunas telas en el sillón color vino y las tomó, pasando sus dedos por estas mientras sonreía un tanto emocionado. Siguió caminando pasando sus dedos por las demás telas que habían, un cuaderno con algunos bocetos en el sillón.
No pudo evitar hojearlo y apreciar los diseños que habían en éste.— Entonces el señor Jung si es talentoso.— susurró para sí mismo y se acercó a un maniquí de costura que había y notó que habían unas telas negras sobre éste. Pasó sus dedos por aquello y acomodó la tela de forma que pareciera un saco. La tela era preciosa, de seguro muy costosa.
— ¿Crees que tengo talento? — otra voz se escuchó mientras el menor se giraba de golpe asustado.