Alma Guerrera EN REVISIÓN Y E...

By meevale

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Michelle Harrison es una adolescente con una vida solitaria, sin colores ni sabores. La típica asocial del i... More

Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20

Capítulo 17

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By meevale

El resto del día no supe nada de mi padre ni de Anthony, por un lado me alegraba y por el otro me mantenía en total alerta y nerviosismo. Y era imposible no mirar a mí alrededor y caer en la paranoia de que pueden aparecer en cualquier momento.

Por esa causa el resto del día pasé con Stephane en su hogar, en Helheim. Y por lo que sabía ellos no pisarían este lugar, por la amenaza constante de los Jotuns; y porque sería como una traición a Alfheim.

Eso significa que estoy escondida y traicionando.

Sin embargo, algo en mí me alerta que Anthony sí sabe de mí paradero, y puedo decir que mi padre también, y no es porque sea obvia sino que no tengo otro lado a donde ir.

En Midgard no pertenezco y donde pertenezco me obligar a hacer algo que no quiero.

En este momento me siento sin rumbo alguno.

Y aunque la sonrisa que llevo en el rostro no ha desaparecido en todo el día, me siento fuera de lugar; porque aunque tenga a Stephane a mi lado en este momento siento que me falta algo, al muy esencial.

Siento que perderé muchas cosas si consigo tenerlo todo.

Por el tiempo que llevo en la casa de Stephane calculo que ya ha anochecido en Midgard.

Stephane ha ido a Midgard mientras dormía una siesta y ha traído algo de comida, en este momento se encuentra dándome la espalda y preparando algo para cenar.

Los músculos de su espalda y de sus brazos se contraen en cada movimiento y no puedo dejar de pensar que esa es la vista más magnifica que tuve en mi vida.

Da media vuelta y me mira sonriente, sonrió junto a él. No podría hacer otra cosa, el me hace inmensamente feliz.

Vuelve junto a mí con un plato en su mano derecha, ha hecho sándwich para mí.

-Es lo único que sé hacer -dice mientras toma asiento al lado mío y me besa en la mejilla.

-No importa, muchas gracias -le sonrió y le beso, esta vez en la boca.

Devoro lo que el preparo en pocos minutos, en verdad estaba famélica.

Stephane me observa en silencio, no me siento nerviosa ante su mirada fulminante, quizás porque él me mira de esa manera todo el tiempo y ya se ha hecho costumbre.

Al acabar dejo el plato a un lado y vuelvo a encarar al pelirrojo que me roba el aliento.

El me toma en sus brazos y deposita un tierno beso en mis labios.

- ¿Estuvo rico? -pregunta, susurrando.

Me sonrojo levemente.

-Delicioso- respondo.

El sonríe de forma arrebatadora y yo solo me sonrojo mas.

- ¿Ya te dije que cuando te sonrojas te ves encantadora?

Me sonrojo aun más.

-Creo que ya lo has mencionado.

-Tu rostro ahora mismo está del mismo tono que mi cabello -agrega, divertido.

-Cállate -digo, aun mas avergonzada.

El solo se ríe y yo hago lo mismo, nos quedamos en silencio, solo mirándonos a los ojos. En este momento las palabras sobran, solo importa el amor que nos transmitimos.

Y en momentos como este me doy cuenta de lo maravilloso que es el amor, cuando con una mirada, el hecho más insignificante, puedes entregar el más sincero amor.

-Te amo tanto -rompe el silencio Stephane.

Sonrió débilmente.

-Lo sé -digo en un susurro-, yo te amo también -agrego.

Y nos besamos hasta el cansancio.

Si todos los días es así junto a él, me acostumbraría rápidamente.

-----------------

Han pasado aproximadamente dos días desde que estoy en Helheim, nadie ha venido a buscarme pero eso significa que no lo harán.

Con Stephane nos pasamos todos los días juntos, charlando o simplemente besándonos. Es algo irreal, y me gusta, mucho.

El día de hoy he decidido ir a Midgard, para visitar a Emma, hace más de tres días que no sé nada de ella, ni de nadie.

Stephane sostiene mi mano con fuerza mientras caminamos fuera de Helheim, dentro del hogar de Stephane todo es cálido, acogedor. Pero afuera todo lo cálido se congela, todo es frio y sombrío.

Aquí el tiempo no pasa.

Esto es el maldito inframundo.

Evito mirar a mis costados, pero siento como miles de seres sobrenaturales me observan con lentitud, como si me conocieran.

Stephane aligera el paso cuando llegamos al bosque, pero sigue sosteniendo mi mano con fuerza, como si no me quisiera dejar ir.

Quiero decirle que no hace falta, que nunca me alejare de él. Pero luego pienso en la cantidad de veces que ya se lo he dicho.

Sonrió como una tonta.

Nos detenemos en medio del bosque y lo miro al rostro, tengo que alzar la vista para poder conectar sus ojos a los míos, el es increíblemente alto. No puedo esperar otra cosa, es hijo de un gigante.

Con su mano libre acaricia mi cabello y me regala una sonrisa enamorada.

- ¿Lista? -pregunta.

Asiento con la cabeza.

Empieza a correr y yo lo hago tras él, sin dejar de sostener firmemente su mano. El recita las palabras y de un momento a otro traspasamos la barrera de los mundos, y aunque creamos seguir en el mismo bosque, estamos en Midgard.

Recupero el aliento y lo sigo hasta salir del bosquecillo de la ciudad de Londres.

Es mediodía, lo noto por la posición del sol y por la ausencia de mi sombra.

-Quiero ir a mi casa.

-Como tú quieras princesa.

Necesito tomar un baño urgente, en la casa de Stephane debía tomar el baño en una tina que él se encargaba de llenar de agua, pero nada se compara con una ducha.

Y con cuestión de la ropa, Stephane viene a Midgard y busca ropa para mi, a veces no sé si las compra o roba pero me sirven mucho entonces no le pregunto.

Llegamos a la que era mi casa, saco de debajo de una maseta una llave de emergencia e ingreso a la casa.

Todo se encuentra en silencio, y cada cosa esta como lo había dejado. Al parecer mi padre no ha vuelto.

Subo las escaleras y siento a Stephane tras mío.

Abro la puerta de mi antigua habitación, todo está reluciente y en su lugar. Entro en la habitación y voy directo a mi armario; saco una maleta y dentro de ella pongo la mayor cantidad de ropa posible.

Stephane observa mi habitación con detenimiento.

-Es la primera vez que entro a tú habitación.

Pongo los ojos en blanco.

-Hubiera sido indecoroso dejarte pasar en otra ocasión.

Lo escucho reír.

-No tan indecoroso como ir a vivir con tu pareja antes de ser formalmente un matrimonio. -dice divertido.

Dejo de acomodar mi ropa y cierro los ojos, sintiendo como mis mejillas queman y toman color.

-Cállate Stephane.

Lo escucho reír nuevamente, lo hace a propósito.

Lo hecho de mi habitación, tomo un baño y me visto con mi ropa, después de varios días.

Stephane me espera en la sala de estar, mira la televisión. Pero cuando me ve la apaga de inmediato y se pone de pie.

-Te ves hermosa.

Se acerca a mí y me besa en los nudillos.

-Gracias -respondo -Ahora debemos ir a la casa de Emma, o se hará de noche.

Stephane asiente con la cabeza, cargo con mi maleta y nos dirigimos a la salida. Me encargo de dejar con seguro la puerta y de devolver la llave a su lugar.

La distancia de mi casa y la de Emma es considerable, pero esta vez me pareció muy cercano. En estos últimos días estoy muy ligera.

Golpeo con mi nudillo derecho la puerta de su casa, escucho a alguien acercándose desde adentro hasta abrir la puerta.

Emma me recibe con una enorme sonrisa, tan deslumbrante como su rubia cabellera, rodea sus brazos a mi alrededor y empieza a murmullar un montón de cosas, preguntándome donde estaba, porque no había ido al instituto y lo desgraciada que soy por desaparecer esos días y no haberle mencionado nada antes.

-Emma... no respiro -digo con voz casi inaudible.

Ella me suelta y sonríe como gesto de disculpa.

-Lo siento, fue la emoción -justifica.

Yo me limito a asentir con la cabeza, sonriente. Extrañaba a mi mejor amiga.

Emma mira a Stephane que se encuentra tras mío y me sorprendo al ver como mi amiga abraza a mi novio.

No es que se llevaran mal, pero nunca habían demostrado ningún tipo de afecto uno por el otro.

Al menos no, frente mío.

Un sentimiento de ira creció en mi interior, pero lo deseche de inmediato.

Es estúpido sentir celos de tu mejor amiga.

-Bien -juego con mis dedos -, espero no haberte molestado Emma.

Ella se acerca a mí y me rodea con un brazo.

-Claro que no Michelle, tu nunca me molestarías -dice moviendo la mano de un lado a otro, como si fuera la cosa más obvia - ¿Pasan? -pregunto abriendo la puerta en su totalidad para que podamos entrar.

-Claro -respondo.

Seguimos a Emma hasta la sala de estar y tomamos asiento en el largo sofá de cuero blanco que se encuentra ahí.

-Debes contarme todo -exige Emma, mirándome inquisidora.

Observo a Stephane y el asiente levemente con la cabeza.

-Estaré viviendo con Stephane, en su casa-revelo.

La boca de mi amiga cae, asombrada.

- ¿Ustedes dos? ¿Viviendo justos? Acaso ya se han acos...

- ¡Emma! -exclamo avergonzada.

Mis mejillas arden y Emma rompe en una carcajada, a mi lado Stephane también ríe.

A ambos les encanta avergonzarme.

-Solo jugaba Michelle -dice secándose una lágrima imaginaria, pongo los ojos en blanco. -, volviendo al tema ¿Por qué decidieron eso?

-Me la quieren quitar -responde Stephane por mí.

Emma agranda los ojos, sin entender nada.

-Ya sabes Emma, en Alfheim; quieren casarme con Anthony. -expliqué.

Ella pareció comprenderlo porque sus facciones se relajaron, pero luego de unos segundos una alarma pareció encenderse en su interior.

- ¡¿Qué, Anthony?! ¿Tienes que casarte con ese imbécil?

Su pálido rostro tomo un tono rojizo, parecía en verdad enfurecida.

Tragué saliva.

-Quieren casarme con él, pero tú sabes que no lo hare.

-Además que yo nunca lo permitiría -agrego Stephane.

Que tierno...

-Pues yo tampoco -tercia Emma.

Dios, ambos detestan a Anthony.

-Entonces te escapaste y ahora vivirás con el amor de tu vida, el aquí presente, Stephane -continua diciendo.

Asiento con la cabeza.

-Me parece perfecto, debes alejarte de Anthony. -refunfuña.

Se acerca a mí y me abraza nuevamente.

-Perdón por no poder hacer nada ante esta situación.

Sonrió levemente y acaricio su espalda.

-Tú siempre haces algo ante mis problemas, ahora puedo solucionarlas yo sola -susurro en su oído.

-Y con ayuda de tu sexy novio.

Rio ante sus palabras, y tengo certeza que Stephane la escucho.

---

El cielo ya se oscurecía, y ya nos despedíamos de Emma, dentro de poco la volvería a ver.

Con Stephane cargando con maleta, corrí en el bosque recitando hasta llegar a Helheim, donde todo seguía igual.

A veces me impresionada lo tenebroso de ese lugar, me extrañaba que alguien como Stephane habitara en ese horrible sitio, pero así era.

Con un leve empujón la puerta se abrió y entramos en la casa de él, dejo mi maleta en la mesa que se encuentra a un lado de la puerta.

Durante estos días que me quede aquí Stephane cambio un poco el entorno, ahora en lugar del viejo sofá, una cama grande se encuentra ocupando ese sitio. Y es donde voy.

Me tiro en ella relajando todos mis músculos.

-Gracias a Dios no nos topamos con mi padre -menciono.

Cierro los ojos y escucho a Stephane quitarse los zapatos y sentarse a un lado mío.

-Fue suerte -dice el.

Siento sus labios rozar los míos, ambos suaves comienzan una danza con frenesí.

Hasta que alguien toca la puerta.

Nos separamos y ambos nos miramos detenidamente.

Los habitantes de este lugar no nos darían una visita jamás, son muertos después de todo.

Y en mi cabeza solo estaba un grupo de personas: los líderes de Alfheim, mi padre y Anthony.

-Yo voy -susurra Stephane.

Lo tomo de la mano y niego con la cabeza.

-No, lo tengo que hacer yo.

Stephane me mira hasta que se resigna y yo voy a abrir la puerta.

Miro la puerta con miedo, respiro hondo, armándome de valor y entonces giro el pomo de la puerta.

Entonces lo veo.

-Michelle tenemos que hablar -su voz en ronca y decidida.

Esta sudado y mira a su alrededor con constancia.

-Anthony...

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