Alaska
Jason está durmiendo, yo sigo temblando de ansiedad, así que me aleje al sillón que esta en la esquina de la habitación.
—creo que fue una buena decisión venir con él.—dice la anciana de la otra vez, está frente a mí.
—¿tú ya sabías sobre él?— pregunto, ella hace un gesto demasiado raro que no se como definir.
—lo veía venir.—dice.—debes dormir, Alaska.
—vives en mi cabeza, ¿cómo lo viste venir?—apesar de estar hablando con ella, sigo escuchando murmuros por toda la habitación.
—antes de vivir en tu cabeza, solía ver cosas que tienen que ver con la gente que amaba...
—¿ya nos conocíamos?— pregunto confundida.—¿cuál es tu nombre?
—Mackenzie O'Niell.— contesta, para luego desaparecer. Veo por todos lados y se ha marchado.
Mi vista se posa en Jason. Quiero recordarlo, pero creo que mi mente aún no se ha sanado lo suficiente, tengo miedo de jamas sanar.
—no, no...— solloza Jason. Está durmiendo, soñando más bien.
—¿qué ha pasado contigo?— susurre, para no interrumpir su sueño. Me acerco a él por alguna razón, apenas lo toque y pasa algo extraño.
Observo a mi alrededor. Es una bodega, oscura casi en su totalidad. Sólo hay un pequeño espacio con un foco. Ahí está, un chico vestido muy raro, lleva un antifaz. Puedo ver sus ojos verdes, llenos de miedo, está amarrado a una silla, tiene sangre en sus mejillas.
—HaHaHaHaHa— rie de manera macabra otra persona, la cual aparece en la luz. Cabello verde y piel muy pálida.—bienvenido a casa, Jason...¿dónde está Batman? HaHaHaHaHa
Es extraño, puedo verlos pero ellos a mí no. Creo que esto es un recuerdo de Jason, pero, por alguna razón, siento que ya había visto esa bodega.
Cierro los ojos, no quiero ver recuerdos de Jason, es su mente y merece privacidad. Abro los ojos. Estoy en la habitación otra vez, frente a Jason, él tiene la respiración agitada, pero no despierta. Es su pesadilla, supongo. Me alejo de él y vuelvo al sofá de la esquina.
Siento que será una noche larga.
[...]
Una alarma suena. Son las once de la mañana. Jason se despierta, y me ve observándolo desde la esquina.
—soy muy guapo, lo sé.— dice tallando sus ojos. Se pone de pie, no lleva camiseta, tiene el abdomen bien marcado. Camina hasta su baño, puedo ver su espalda, con algunas cicatrices. Creo que el hombre pálido lo lastimo mucho.—iremos a comprarte ropa.
—¿no podemos desayunar antes?— pregunto.—muero de hambre.
Observo mis manos, tengo un pulso muy raro, estoy temblando mucho.
—no, será después de comprar tu ropa. Yo no tengo comida aquí, así que comeremos en el centro comercial.
¿centro comercial? Bien, creo que estará bien, no recuerdo que es un centro comercial. Estar encerrado hace que se olviden algunas cosas, una vida por ejemplo.
—en mi mochila hay ropa que robe de Arkham, creo que era de alguien más. En tus cajas no había ropa, además no creí que te fuera a quedar.— dice saliendo del baño.
—iré por tu mochila.
Camino hasta el salón, donde está su mochila, empiezo a buscar, una camisa negra de tirantes y unos pantalones azules, busco zapatos, no hay ningunos.
—¿no tienes zapatos?— pregunto. Jason se aparece con unos de tacon, demasiado altos. Yo no sé caminar con ellos.
—ni lo pienses.— comento.—yo no sé caminar con esas cosas...
—puede que me lo creas ó no, pero hace cuatro años eras como Dios en caminar en tacones...
—¿en serio? ¿ó lo dices para que no discuta?
—me gusta discutir contigo, pero esta vez tengo hambre y quiero que te des prisa, así que, lo digo en serio.
[...]
Llegamos al centro comercial, estar en este lugar, es como tener un eterno dèjá vu. Entramos a un lugar de ropa.
Miro a Jason confundida, ya que nos detenemos justo en la entrada.
—lo siento, sólo que...
—¿qué?— pregunta confundido.
—no sé mi talla, ó que comprar, Jason.— digo y él me mira con ternura.—¿qué?— pregunto con seriedad.
—nada.— contesta sonriendo.— creo que es divertido que los papeles se inviertan...
—¿a qué te refieres?
—antes, la gran Alaska me traía y escogía mi ropa.— contesta.—todo ha a cambiado.
—si, todo ha cambiado.— repito. Jason toma mi mano y la entrelaza con la suya, por alguna razón, no me hace sentir incomóda, seguimos nuestro camino hasta llegar a un maniquí.
—creo que se te vería bien.— dice viendo el vestido floreado.
—no me convence...
—¿puedes probartelo? No es necesario que lo compre.
Minutos después ya estoy con la bolsa de ese vestido. Y en unas horas, ya tengo ropa para un mes, hasta hemos comprado lencería.
—¿sabes qué te falta?— pregunta Jason.—lentes de sol.— se contesta a sí mismo.
—¿para qué?
—ayudan a ocultar tu rostro un poco, y en lo personal, creo que se me ven increíbles.
Suelto una risa por su actitud. Tiene un autoestima muy alto. Entramos a una tienda de accesorios.
—mira estos.— dice poniendose unos.
—creo que se te ven bien.— comento y sigo viendo. La chica del aparador, no para de observarme, creo que cree que robare.
—¿Alaska?— me pregunta con un aire de incredubilidad. Jason la ve y luego a mí.
—¿si?— pregunto confundida.
—soy yo, Celeste Wallas.— dice la morena. Mierda. No sé quien es.
—no te había reconocido.— contesto tratando de disimular.—¿cómo haz estado?
—no me quejo, ¿sabes? Los hijos pueden alegrar tus días...
—¿tienes hijos?— pregunto, se ve de mi edad, bueno, según yo tengo 21 años, y me parece una edad corta para tener hijos.
—dos, Daniel y Mérida.— contesta.—¿qué hay de ti? Escuché que luego de lo de tu madre te fuiste a Londres.
¿qué le paso a mi madre? ¿Londres?
—he estado bien, dentro de lo que cabe...
—tenemos que irnos, Alaska.— dice Jason, quien ya regreso los lentes al estante.
—¿mis ojos me engañan? Eres Jason Todd.— comenta Celeste con alegría.—dijeron que moriste, bueno te dieron por muerto...
—si, realmente odio hablar de eso— dice Jason bastante cortante.—un gusto verte, maldita.
Celeste se queda sorprendida, al igual que yo. Salgo de la tienda con Jason.
Ninguno de los dos dice nada, caminamos hasta la zona de comidas.
Jason pide un café y yo igual, tambien pide dos ordenes de "hot cakes".
—¿qué es un hot cake?— pregunto en cuanto tomamos asiento.
—¿es en serio?— pregunta con asombro.— era tu comida favorita, Alaska.
—¿de verdad? Mierda. ¿qué pasa conmigo? ¿por qué no recuerdo nada?— suelto con desesperación. Jason baja la cabeza.
—prometo que estarás bien, en unas semanas podrás recordar todo.
—tengo mucho miedo.— contesto. Jason coloca su mano sobre la mía, y creo que se da cuenta.
—¿por qué tiemblas así?
—creo que necesito mi medicina, pero no quiero tomar eso nunca jamas.
—puede afectar...
—no me importa, Jason. Esa maldita "medicina" no era más que sedantes combinados con droga.— contesto tratando de estar tranquila.
—bien, pero buscaré la manera de ayudarte.
—creo que puedes ayudarme de una forma.— digo y él me ve, hace un gesto para que siga hablando.—quiero que me cuentes mi vida...
—no.—interrumpe.—eso puede causar un daño psicologico, mayor al que ya tienes, Alaska.
—eso no me importa...
—a mi si. Me importas tú, Alaska.— dice con seguridad.
—¿por qué te importo tanto? ¿qué quieres de mí?
—no quiero nada de ti.— contesta. —me importas porque eres la primer chica de la que me enamoré y creo que serás la única. Por eso me importas.
—¿eramos novios?
—no, bueno, nos amabamos pero alguien se interpuso y nos daño mucho...
—¿Ronald?
—si, Ronald.— contesta.— ahora yo estoy buscando venganza contra él, el Joker y Batman...
—¿Joker?
—si, un payaso de cabello...
—¿verde?— pregunto. Jason me ve con asombro, otra vez.—creo que debo contarte algo raro...
—¿qué? ¿cómo sabes quien es el Joker?
—ayer, yo no podía dormir, tenía ansiedad.— comienzo a contar.—luego de unas horas tú empezaste a sollozar y me acerque para ver que te pasaba, cuando toque tu frente...
—¿qué paso?
—creo que ví un recuerdo tuyo que no debía— contesto, tengo miedo de como pueda reaccionar Jason.
—¿me viste en una...
—¿bodega? Si, pero no sabía si eras tú, llevabas un taje raro...
—era mi traje de Robin.
—creo que debes explicarme todo este asunto de personas con nombres raros.—murmuro y él forma una leve sonrisa.
—supongo que debo darte unas clases de cultura general.