It was always about Thomas [{...

By YessiDean

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¿Qué pasaría si los peaky blinders vivieran en estos tiempos? Una historia de ellos en esta época moderna. ... More

Personajes
Parte I
Parte II.
Parte III
Parte V.
Parte VI
Parte VII
Parte VIII
Parte IX
Parte X
Parte XI
Parte XII
Parte XIII
Parte XIV
INEDITO CAPÍTULO VII
Parte XV.
Parte XVI
Parte XVII
Parte XVIII
Parte XIX
Parte XX
Parte XXI
Parte XXII
Parte XXIII
Parte XXIV
Parte XXV
Parte XXVI
Parte XXVII
Parte XXVIII
Parte XXIX
Parte XXXI
Parte XXXII FINAL

Parte XXX

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By YessiDean

Seis meses después.

Observé a Thomas jugando con Antía sobre el suelo, movía un peluche acercándoselo a la nariz para luego retroceder cuando ella reía agitando sus manitas, sonreí, revolviendo las tazas de café para ver a Antía correr por el pasillo alejándose, Thomas se levantó sentándose en la barra frente a mi.

– ¿De qué querías hablarme? – Pregunté apoyándome en la encimera para ver a la niñera tomando de la mano a la bebé entrando a la habitación.

– Negocios – Respondió bebiendo del café – necesitamos legalizarnos. Así que vamos a vender todo – Fruncí el ceño retrocediendo – Si, se que suena un poco extraño.

– ¿Ya te decidiste?

– Si – Aseguró estirándose a sacar una carpeta de su bolso – Dividiremos entre todos, quiero que te reúnas con Gambino, pronto.

Antonia Gambino me observó atentamente mientras revolvía su martini, llevaba una camisa blanca lo suficientemente desabotonada como para dejar expuestos los torneados bordes de sus pechos al natural, sin un brasier.

Subió las mangas de la camisa hasta los codos levantándose para observar la mesa con los papeles, metió las manos en los pantalones de tela rosada, acercándose a fumar al balcón.

– No te ves tan mal como dijeron.

– ¿Dijeron?

– En su momento escuché de lo que sucedió, claro, el atentado, el trasplante, dijeron que tu rostro había quedado desfigurado. Yo solo veo un ojo de otro color – Sonreí – lamento mucho lo que sucedió con Pétrov – Se giró a verme aspirando su cigarrillo – Dimitri siempre fue un maldito, alguien iba a terminar volándole la cabeza algún día.

– No pasa nada.

– ¿Por qué Tommy quiere vender?

– La verdad es un deseo que yo he postergado bastante, queria hacerlo desde hace un tiempo y lo evité de todas formas – Ella asintió estirándome su cigarrera – con lo que sucedió con Luca, terminé de convencerme, más ahora luego de la muerte de Alfie.

– Mis condolencias. Jamás supe de tu embarazo.

– Ni yo. Muchas cosas sucedieron – Dije agitando mi mojito virgen – ¿estás interesada?

– Claro que lo estoy, si compro su negocio seré dueña de todo el tráfico ilegal de Gran Bretaña – Sonrió entusiasmada, la misma expresión que tendría una niña en una dulcería – ¿Cuál es el precio? – Deslicé por la mesa el papel con la obscena cifra que hizo que Gambino se removiera en su asiento.

– Quieren asegurar a su linaje – Exclamó sonriendo – ¿cuánto obtienes tú?

– Soy parte de la familia, todo el dinero es de todos.

– Estoy interesada, pero es una cifra importante, déjame hablar con mis contadores y te contactaré en tres días – Asentí bebiendo de la bombilla de metal – ¿Cuándo será la boda?

– ¿Qué boda? – Ella sonrió.

– Amor, has estado a punto de casarte tres veces con tres hombres distintos – Agarró la bombilla para beber de su trago – ya es hora de que te cases con Thomas de una vez y dejen de hacerse sufrir – reí.

– Aún no hay fecha – Observé hacia otro lado.

– Es una lástima. Siempre esperé que ustedes se casaran – Dijo tomando una de las brochetas de fruta – Thomas estaba vuelto loco cuando fue lo del atentado.

– Todos estábamos asustados.

– No, cariño, Thomas estaba en plena crisis de pánico buscándote. Entró por esa maldita puerta y dijo "Luca atacó a Mirina. Dame a tus hombres, si lo encuentran hay recompensa" conciso, apresurado, desesperado – No dije nada, me quedé observándola en su narración
– Thomas sabe que la cagó en dejarte, y sufre todos los días por eso, ahora el universo los ha juntado otra vez.

– Al parecer conoces mucho a Tommy.

– Solo veo muy detalladamente.

– Si ve tanto a Tommy quizás debería verle más seguido – Ambas sonreímos.

– Al parecer no lo ha notado, Mirina, pero soy la clase de mujer que prefiere la compañía de otras mujeres – Sonreí sorprendida.

– No tenía idea.

– No tiene porqué tenerla. ¿Otro mojito virgen?

– Vale.

Gambino y Thomas firmaron una tarde de jueves, el sol se escondía y la llovizna era ligera, se reunieron en el techo del edificio del que ella era dueña, Gambino llevaba un hermoso traje blanco y un abrigo rosado, con su larga cabellera rubia atrapada en un moño de bailarina.

Sentía envidia de su cabello hasta la cintura y la abundancia de cabellos dorados. Thomas me observó antes de firmar casi pidiendo mi aprobación bajé la mirada encendiendo un cigarrillo.

Oficialmente la familia Shelby estaba fuera de todo negocio ilegal, los peaky blinders ahora eran administrados por Arthur, manejando el monopolio de pubs y protección a empresario en todo Gran Bretaña.

Abandonar todo nuestro imperio, nos ganó muchos miles de millones de libras esterlinas, mucho más dinero del que esperábamos y el que, por decisión de Thomas, fue dividido en partes iguales para él, Arthur, Ada, Finn, Polly y para mí.

Ya no éramos delincuentes.

Un año después.

Dirigía la campaña política para primer ministro de Thomas, había ganado popularidad porque todos o la mayoría sabía quién era y que había dedicado gran parte de su vida a hacer crecer la economía de la isla aunque de forma ilegal, siempre aportando para mejorar las condiciones educacionales, y de salubridad en todas partes del país, no había vuelto a casarse, no había vuelto a tener novia.

Ada se había casado y ahora esperaba a su primer hijo, se veían alegres. Finn vivía en Francia con su nueva novia rusa, y Polly salía con un hombre desde hace algunos meses. Todo parecía ir perfectamente. Antía era una niña preciosa, de cabellos castaños claros y ojos grisáceos, de una piel tan pálida que casi podías ver a través de ella, la amaba infinitamente.

Subí la mirada para observar a Thomas acercándose junto a Arthur y su asistente Marcos, un joven delgado y desaliñado que lo seguía como perro faldero a todas partes, volví a bajar la mirada para continuar revisando las fotografías en el ordenador, me levanté tomando la carpeta para esperar a que Shelby despachara a los dos hombres que le acompañaban.

– Tienes que firmar estos papeles – Dije siguiéndolo a su oficina para dejar la carpeta sobre el escritorio, regresé para cerrar las puertas de dos hojas para encontrarme con Shelby quitándose el abrigo.

– ¿Qué es?

– Papeleo – Respondí abriendo el ventanal para encenderme un cigarrillo.

– ¿Qué tienes? – Me giré a observarlo quitándome los tacones altos, una falda tubo de color negra delineaba mi figura, me quité la chaqueta del traje dejando ver la camisa blanca para acercarme al escritorio.

– Nada...

– No intentes mentirme, mujer por favor – Sonrió reclinándose en el belgere mientras me apoyé junto a él en el escritorio – déjame ver tu mano.

– Vete a la mierda, Tommy – Sonreí estirando mi mano para recibir la petaca que me ofrecía y beber de ella – ¿Qué tal todo?

– Arthur tuvo algunos problemas con el pub anoche, al parecer aún hay personas que no se han enterado de lo retirados que estamos.

– ¿Qué sucedió?.

– No quiero que te preocupes – Aquella frase erizó mi piel, claro que debía preocuparme.

– Habla – Crucé los brazos observándolo atentamente.

– Pétrov – Asentí largamente volviendo a beber de la petaca para disimular el nudo que se había volteado en mi estómago, bajé la mirada – quiere mover producto, y quería hablar conmigo para conseguir nuestro permiso.

– Los peaky blinders aún somos dueños de Birmingham – Asintió reclinándose en el belgere, observó mis pies colgando por el borde de su escritorio para aprisionar mi tobillo entre sus dedos pulgar y medio – Peor sería que simplemente hubiera pasado ¿Qué le dijeron?

– Arthur dio su bendición, obtendrán regalías – Volví a beber, sentía un vacío inexplicable, había pasado suficiente tiempo, pero sentía escalofríos de saber que estaba en la ciudad y de que podía topármelo en cualquier momento  – Tu me pediste que te lo contara.

– Tranquilo – Busqué su mirada moviendo mi pie atrapado en su mano – mira nada más a dónde estamos. Parece que era ayer cuando nadábamos en la cantera.

– La cantera – Recordó sonriendo – deberíamos volver a ir, retroceder el tiempo a cuando éramos niños, y no había tantos líos. Joder, que tiempos.

– Si – Me observó metiendo la mano en la chaqueta para sacar la cigarrera y encender un cilindro mientras yo aspiraba el mío, sentí decepción de que dejara de tocarme  – ¿vendrás conmigo a la cena de el miércoles – me encogí de hombros.

– Tengo otra cita.

– Solo dímelo, Iri – Deslizó su mano hasta mi rodilla acariciando las medias ligas que se sostenían en el ligero – Te conozco desde que tus bellos ojos se abrieron al mundo – Se levantó irguiéndose frente a mí – Tu cabello está precioso.

– Basta – Sonreí sin moverme.

Jugaba con fuego, siempre jugaba con fuego, había siempre jugado con fuego, seguí sus ojos azules acercándose a mí para depositar un beso en mi quijada, luego en mi cuello, regresando para besar mi frente, mis ojos, mejillas y nariz, sonreí cuando su boca cayó en la comisura de mis labios, me observó pedía mi permiso para besarme dejé caer mi mano derecha sobre su mejilla acariciándolo suavemente

– ¿Cuánto más vas a esperar?

– Cuánto te tome sanar de todo lo que nos pasó desde que nos separamos – Respondió fijando su mirada en mis labios, para tomarme las manos – desde que nos separamos hemos estado escuchándonos, al menos tratando de hacerlo.

– Te extraño, Tommy – Estaba tan cerca de mi – te extraño y no lo soporto.

– Vuelve conmigo – Tomó mis mejillas observándome – Iri, sabes que quieres hacerlo – Asentí.

Lo deseaba, no podía dejar de amarle. Moví mi cabeza para besarlo lento, tomó mi cuello para corresponder el beso nostálgico, me abracé a él, no quería soltarle, quería que el mundo se detuviera para quedarme nallí en sus brazos por siempre.

No era capaz de amar a nadie más.

Siempre se había tratado de Thomas.

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