Lo que encontré en ti

By Alewriting29

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Soledad, tristeza, odiar con toda tu alma a las personas que te hacen daño y tener un rencor tan grande al no... More

PROLOGO
01 VALENTINA
02 VALENTINA
03 VALENTINA
04 SEBASTIÁN
05 VALENTINA
06 SEBASTIÁN
07 VALENTINA
08 SEBASTIÁN
10 SEBASTIÁN
11 VALENTINA
12 VALENTINA
13 SEBASTIÁN
14 VALENTINA
15 SEBASTIÁN
16 VALENTINA
17 SEBASTIÁN
18 VALENTINA
19 SEBASTIÁN
20 VALENTINA
21 SEBASTIÁN
22 VALENTINA
23 SEBASTIÁN
24 VALENTINA
25 SEBASTIÁN
26 VALENTINA
27 SEBASTIÁN
28 VALENTINA
29 SEBASTIÁN
30 VALENTINA
31 SEBASTIÁN
32 VALENTINA
33 SEBASTIÁN
34 VALENTINA
35 SEBASTIÁN
36 VALENTINA
37 SEBASTIÁN
38 VALENTINA
EPILOGO SEBASTIÁN
Agradecimientos

09 VALENTINA

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By Alewriting29


- ¡Valentina arriba tenemos que arreglarnos! – grito Isabella arrojándome el uniforme en la cara.

- ¿Qué día es? ¿Qué hora es? – dije con voz pastosa y tapándome con la sabana hasta la cabeza.

- Es lunes y son las seis y media y muévete que ayer no me quisiste contar lo que paso con Sebastián – me quito la sabana –. Mueve el culo Valentina Leister, te quiero duchada y vestida en media hora – me jalo de los pies y después se fue.

Me levante de la cama a regañadientes y fui directo al baño, cuando entre que abrí la ducha toda el agua fría cayó sobre mi cabello y me desperté enseguida, mientras me pasaba el jabón por el cuerpo recode como Sebastián acariciaba mi cuerpo, su toque era suave pero sus besos eran salvajes, me sonroje y se me escapo una sonrisa; alejando esos pensamientos termine de ducharme y salí. Me estaba poniendo el uniforme cuando Isabella grito desde la planta baja:

- ¡Te quedan diez minutos!

Estaba de esa forma ya que anoche no le conté lo que paso, me insistió hasta más no poder, llego a ponerse de rodillas, pero la convencí diciéndole que lo haría apenas nos levantáramos, ya supongo que no debió dormir tranquila esperando a que se hiciera de día, me daba mucha vergüenza decírselo ya que yo me había prácticamente jurado de que eso no volvería a pasar, pero no me arrepentía de haberlo hecho, lo deseaba mucho, y valió la pena arriesgarme. Ya lista baje e Isabella estaba sentada en una silla de la isla con los dedos entrelazados y su mentón reposaba sobre en ellos, ya el desayuno estaba hecho.

- Siéntate Vale – dijo en tono sofisticado haciendo un ademan hacia la silla del frente, trate de no soltar una carcajada y me senté - ¿Quieres tu café con azúcar o prefieres jugo?

- Sabes que prefiero café, y si, con azúcar, gracias – lo sirvió como si estuviéramos en la realeza, me mordía la mejilla interna para contener la risa. Me lo dio y cuando le iba a dar un sorbo me dijo:

- Ahora Vale cuéntale a tu mejor amiga que paso ayer con Sebastián.

- ¿Y si comemos primero?, tengo hambre – cuando fui a tomar una tostada me detuvo.

- No estuve casi toda la noche despierta aguantando la incertidumbre para que tú me digas que quieres comer primero. ¡Habla ahora!

Ok, esto estaba siendo demasiado gracioso, pero si seguía dejándola con la duda era capaz de encerrarme en la casa y no ir al instituto para hacerme hablar, así que solo tome un poco de café y proseguí a hablar.

- Intento besarme primero en la cocina y descubrí... - no sabía si contárselo, pero sé con certeza que ella no diría nada – marcas en sus brazos.

- ¿Marcas? ¿Así como las tuyas?

- Si, eran cortadas, no me dijo porque lo hacía, solo que se arrepentía de haberlo hecho y entonces intento besarme pero lo frene. Isabella me jure no hacerlo otra vez, no volver a besarlo más; pero cuando estábamos en el jardín, comenzamos a hablar tan bien que simplemente cuando me pregunto no me pude negar, sus ojos brillaban con una intensidad tan hermosa que mi respuesta fue un rotundo "si".

- ¿Qué sentiste cuando lo besaste? – dijo y se llevó una tostada a la boca.

- No sé cómo describirlo, fue muy lindo, me acariciaba el cuerpo y lo mejor de todo es que no lo hacía con desagrado, nada lo hizo con ese sentimiento, todo él fue tierno, no quería que ese momento acabara – di un suspiro y sonreí –, y también justo antes de que se fuera me dio un pico en los labios.

- Creo que ahora si te perdimos Vale – dijo y levanto una ceja.

- ¿Y qué me dices de ti? Daniel te beso la comisura de la boca y no lo apartaste, ¿acaso paso algo de lo que no me hayas hablado Isabella? – me cruce de brazos y noté que se puso nerviosa.

- Estábamos dándole el recorrido a la casa como ya sabes, es muy grande, tiene de todo, un salón de fiesta, una biblioteca, un gimnasio, una... - se calló cuando noto que le levante una ceja y me puse seria – Lo siento, me desvié del tema. Bueno entonces llegamos a su habitación – abrí los ojos de par en par pero no se dio cuenta ya que estaba mirando hacia otro lado –, era muy mono, estuvimos un rato hablando y me levante para ir a ver algo que me llamo la atención en su escritorio, cuando me acerque lo sentí detrás, me respiraba en la oreja y no pude evitar voltearme, me tomo de los muslos y me sentó, estuvo a punto de besarme pero no lo deje, así que en vez de eso, paso a besar mi cuello, mis hombros, mi cara, menos mis labios – se le escapo una sonrisa –. Dijo que haría todo lo necesario para ganarse un beso.

- Estas enamorada – dije levantándome de mi asiento para ir a lavar los platos.

- Yo... creo que sí. Con él me siento bien, me gusta cómo me trata, como me mira, como me habla, es lindo sentirse así – se bajó de la silla y busco nuestras cosas en mi habitación; para cuando estuvimos listas dijo –. Y sé que Sebastián siente lo mismo por ti, he notado como te mira y lo hace de la misma forma que tú a él.

- Eso espero. Pero ya, vayámonos antes de que se nos haga tarde.

Todo el trayecto estuvimos hablado de Daniel, ya me tenía harta de tanto escuchar su nombre, esto era un suceso que no se veía todos los días, nunca había visto a Isabella tan feliz, y me ponía contenta que estuviera de esa forma porque sabía que él la quería de verdad. Cuando estábamos a unos cuantos kilómetros de llegar alguien llamo a Isabella.

- Bella – esa voz, se me hacía conocida, al darnos la vuelta Isabella me apretó el brazo.

- Erick – dijo en un susurro – ¿Qué-que haces por aquí?

- Solo daba una vuelta y cuando te vi decidí acercarme para saludar – estaba distinto, no era el mismo de hace dos años, tenía la voz más grave, su mirada era fuerte, se podría decir que hasta malvada y cuando estaba haciendo mi análisis me miro –. Hola Valentina.

- Hola Erick – me escrutaba con la mirada, como si quisiera atravesar mi cuerpo.

- ¿Aun sigues con tu problema? – dijo y se le asomo una sonrisa.

- No es tu problema así que mejor lárgate de aquí idiota – dije y su sonrisa se borró, cuando se iba a acercar a nosotras alguien se puso en el medio.

- Ya escuchaste, es mejor que te largues – era Sebastián, Daniel llego y se puso al lado de Isabella.

- ¿Estas bien? – mi amiga solo asintió, no pensé que le afectara tanto volverlo a ver.

- Así que ese es tu nuevo noviecito, ¿ya te acostaste con él o lo dejarás esperando al igual que a mí? – dijo en una carcajada –. Hermano si quieres a una que te complazca no la busque a ella, créeme, no lo hará, es solo una calienta pollas – Daniel estaba a punto de lanzársele encima cuando Sebastián lo detuvo.

- Vuelve a decir una palabra y te partiré la cara – Erick solo rió y volvió a mirarme.

- Yo ya me voy, nos veremos luego... Adiós Vale – y se fue.

Abrace a Isabella y pude sentir unos cuantos sollozos, mientras yo trataba de calmar a mi amiga Sebastián lo hacía con Daniel. No entendía porque Erick después de tanto tiempo la buscaba, primero en el callejón y ahora aquí; pero lo que más me intrigaba era su mirada, sobre todo la que transmitía hacia mí, él y yo nunca tuvimos una relación de amigos, por eso me parecía extraño que la hubiera dirigido tantas veces hacia mí.

- ¿Quién era ese? – pregunto Daniel y se acercó a abrazar Isabella.

- Era el exnovio de Isabella – dije y mire a Sebastián, estaba serio pero cuando me miro se relajó un poco.

- Es un idiota, como se le ocurre decir eso delante de personas que no conoce – dijo mi amiga llorando, esto le debió afectar mucho ya que ella no acostumbraba a llorar frente a otras personas. Daniel le beso la frente y la estrecho más fuerte.

- ¿Por qué dijo eso? – pregunto Sebastián, mire a Isabella y ella afirmo con la cabeza dándome permiso para contarles.

- Isabella y Erick fueron novios por dos años, terminaron porque la engaño ya que ella nunca quiso estar con él, así que él se fue por lo fácil y se acostó con cuanta mujer se le dio la gana. Hace unas semanas Isabella lo volvió a ver pero forcejeo con ella en un callejón; supongo que está buscando venganza, no lo sé – los mire a ambos y Daniel estaba que echaba humo por las orejas y Sebastián, como siempre, estaba neutral.

- Tranquila, no dejare que te pase nada, ven que se nos hace tarde – Daniel volvió a besarle la frente y puso un brazo sobre su hombro para dirigirse al instituto. Iba a avanzar cuando sentí que me tomaron de la muñeca.

- ¿Por qué te miraba tanto? – pidió Sebastián un poco molesto, acaso... ¿estaba celoso?

- No lo sé, eso también lo quisiera saber yo – note que tenía las mangas puesta y no pude evitar tocarlas -, son negras, me gustan – sonreí y él asomo una casi invisible.

- No quiero que estés cerca de ese tipo, se ve peligroso – dijo y coloco un mechón de cabello detrás de mi oreja.

- Tranquilo, yo tampoco lo quiero cerca de mí.

- Me alegro de escuchar eso – me tomó de la mano y fuimos al instituto.

Al entrar las miradas se posaron en nosotros, trate de hacer oídos sordos a las voces que hacían comentarios ofensivos, pero cuando estaba a punto de lograrlo hubo una entre todas que fue la que no pude evitar oír.

- ¿Así que ahora tienes novia Sebas? – dijo Natalie detrás de nosotros.

Paramos en seco y todos comenzaron a murmurar, pero lo que hizo que se me cayera el alma a los pies fue cuando Sebastián me soltó la mano, se volteó y dijo:

- Como se te ocurre esa estúpida idea Natalie, por supuesto que no – dijo serio; ya todo estaba claro, ser mi novio era una humillación para él, era la única explicación, como pude ser tan estúpida al creer, tan solo un poco, que Sebastián podría sentir algo por mí. Con mi dignidad en alto me di la vuelta y la encare, no por él, sino por mí.

- Pues veras que no Natalie como ya lo escuchaste, así que es todo tuyo, consérvalo – dije y me dirigí al salón con la cabeza en alto y sin derramar una sola lagrima.

Al llegar al salón me senté en mi puesto, saque un libro y lo comencé a leer, Isabella no estaba al igual que Daniel, en realidad no había nadie. Trate de concentrarme en la lectura pero no podía, sentía una presión en el pecho, al parecer lo que le dije a Sebastián el día que estábamos estudiando y lo que paso ayer no significo nada. Cuando mire hacia la entrada allí estaba él, solo me miraba. Con expresión seria volví la mirada al libro y sentí como se sentó en su lugar.

- Valentina lo que dije en el pasillo... yo – lo interrumpí.

- No importa Sebastián, dijiste la verdad, no somos nada... y nunca lo seremos. No te mortifiques por eso – estire la mano y le apreté el antebrazo, volteo a verme y le sonreí.

- Valentina lo dije porque – no quise seguir escuchando.

- Te dije que está bien, no le des importancia – sonó el timbre y di gracias por ello, no quería seguir con esa incomoda conversación. Sebastián dio un suspiro de resignación y se volteó al frente.

La semana trascurrió de una forma muy incómoda al igual que yo muy molesta, cada vez que Sebastián me hablaba o lo ignoraba o le contestaba cortante; sabía que superaría lo que había dicho, pero por ahora prefería mantenerme de esta forma con él.

Llego el viernes, Gabriel llegaría hoy. El día anterior después de llegar del instituto limpie toda la casa y prepare sus comidas preferidas, estaba muy ansiosa, solo faltaba un clase para salir así que me dispuse a concentrarme. Ya terminada la hora me apresure a guardar mis cosas pero cuando quise salir un cuerpo se interpuso en mi camino.

- ¿A dónde vas tan deprisa? – pregunto Sebastián con una sonrisa.

- No te importa, muévete que no tengo tiempo – quería llegar antes que Gabriel lo hiciera para arreglar la mesa, pero el idiota que tenía al frente se movía hacia todos los lados en donde yo encontraba un lugar para escabullirme.

- ¿Te vas a encontrar con alguien o qué?

- Si Sebastián me voy a encontrar con alguien y si no te quitas llegare tarde – trate de empujarlo pero me tomo de los brazos y me hizo verlo a los ojos.

- ¿Con quién? – su sonrisa se fue y ahora estaba serio. No tenía tiempo para esto, no sé de donde saque fuerzas, pero logre empujarlo y pude salir del salón. Corrí por los pasillos y sentí que él me seguía, pero cuando estuve en la entrada del edificio pare de correr y se me escapo una sonrisa al notar quien era el que me esperaba fuera.

- Tina – dijo cuándo me vio y una gran sonrisa se le formo en los labios, abrió los brazos y no pude evitar correr hacia él para arrojármele encima; me estrechaba con fuerza, me levanto del piso y me dio vueltas en el aire a lo cual reí, no me había dado cuanta en que momento mis ojos se me llenaron de lágrimas.

- Gabriel te extrañe muchísimo, no sabes cuánto – dije haciendo que mi voz se trabara en el proceso.

- Yo también Tina, yo también - dijo y se le escapo un sollozo.

Mientras Gabriel aun me tenía abrazada él quedo de espaldas al instituto y pude ver a Sebastián en la entrada con expresión de molestia, en este momento no me importaba más nadie que no fuera mi hermano, así que le puse los ojos en blanco y volví a mi momento familiar. Gabriel me bajo y tomo mi cara limpiándome las lágrimas.

- Estas hermosa Tina y también muy grande, a ver date la vuelta – me tomo de la mano haciéndome girar –, sacaste la belleza de mama – dijo y volvió a abrazarme.

- Tu también estas muy guapo – levante la cara y me dio un beso en la frente.

- Ven, te invito a cenar.

- En realidad te tengo una sorpresa en casa, vamos – nos separamos y me aferre a su brazo.

Gabriel y yo pasamos todo el camino de vuelta a casa hablando de como era su universidad. Él estudiaba en la Universidad de Georgetown, nunca entendí porque quiso que nuestros padres le pagaran una universidad tan alejada si aquí también había unas muy buenas, pero a él le gusto mucha esa y no entraron en discusión. Me contó todo, de cómo era el campus, en cuales asignaturas se le hizo difícil adaptarse, que tuvo muchas fiestas y muchas cosas más. Llegamos a casa y note sus maletas en la entrada.

- Pase por aquí antes de ir a buscarte – por esa razón se me hacía extraño que no tuviera su equipaje cuando estábamos en el instituto.

- Ven te mostrare tu sorpresa – dije y nos dirigimos a la cocina, cuando saque lo que le prepare sus ojos se abrieron de par en par.  

- ¡Macarrones con queso, me encanta! – dijo para darle la vuelta a la isla y abrazarme.

- También prepare tu postre preferido – dije separándome de él y saque del horno una bandeja llena de brownies.

- Eres la mejor hermana del mundo – me volvió al levantar del piso pero esta vez me puso en su hombro y comenzó a darme vueltas.

- Ya Gabriel bájame – pedí entre risas y me puso en el piso –. Ahora ve a lavarte para comenzar a comer.

- De acuerdo – me acaricio la mejilla para luego subir las escaleras.

Fui a mi habitación para cambiarme cuando escuche que mi celular estaba sonando, no lo encontraba y el sonido me estaba desesperando, por fin lo encontré envuelto entre las sabana, al ver la pantalla era un número no registrado, descolgué la llamada y conteste.

- ¿Hola?

- Al fin contestas.

- ¿Sebastián? ¿Cómo conseguiste mi número? – no recordaba habérselo dado.

- Daniel me lo dio – y ya lo suponía, me parecía raro que no se lo hubiera dado antes.

- ¿Qué quieres? Estoy ocupada – dije buscando algo para ponerme.

- ¿Recuerdas que tenemos un trabajo que entregar la semana que viene y no hemos discutido que vamos a decir?

¡Mierda!

- Si, si, ya me acorde, bueno ven mañana igual a las tres, si vuelves a llegar tarde ni siquiera pienses que te abriré la puerta, tendrás que arreglártelas para defender tu parte – dije y mientras hurgaba la ropa encontré un suéter que me regaló Gabriel el cual era azul oscuro y decía "LOVE" en negro, intente ponérmelo mientras tenía el celular en la oreja.

- Tranquila esta vez seré puntual... oye quería – lo interrumpí, no tenía tiempo ni quería hablar con él.

- Perfecto, nos vemos mañana adiós – dije y colgué; me termine de poner unos tejanos y buque mis bailarinas negras, cuando las encontré me las puse y bajé. Gabriel estaba poniendo la mesa cuando me acerqué y le quité un plato de las manos.

- Siéntate, yo te atenderé hoy.

- Tina deja que te ayude – le levante una ceja y él levanto los brazos en forma de rendición –. Ok me siento, me siento.

- Bien, iré por la por la comida – fui a la cocina y cuando regresé comencé a servir.

- Se ve muy bueno, de verdad gracias Tina, no pensé que fueras... a hacer esto cuando llegara – dijo y su tono de voz fue bajando hasta que llego a ser un susurro. Lo mire y tenía la vista en el plato.

- ¿Porque no lo haría Gabriel? Hace cuatro años que no te veo, era lo menos que podía hacer – dije con una sonrisa y el me miro.

- Tina lo que paso la última vez que nos vimos – le puse un dedo en los labios.

- Tengo algo que contarte, pero primero comamos que se enfría – dije simple y él entendió que hablaríamos de eso luego.

Toda la cena la pasamos hablando de cómo iba en el instituto, mis notas, hablamos de Isabella, le conté que se estaba enamorando, que el pretendiente era muy bueno; hablamos de las chicas de su universidad, dijo que eran lindas, pero que no se había enamorado de ninguna, cuando dijo que solo eran para pasar el rato le levante una ceja y se calló para cambiar de tema e iniciamos uno que para los dos no era muy agradable.

- Tina mama estuvo hablando conmigo.

- ¿Ah sí? Y ¿Qué te dijo? – Fui a meterme el tenedor en la boca cuando note que tenía la mirada perdida en el plato vacío, así que lo tome de la mano –. Eh ¿Qué ha pasado? – esto me estaba inquietando mucho. Le apreté la mano y fue cuando me miro.

- Nuestros padres no van a estar en mi graduación – eso que acababa de decir era una broma ¿verdad?

- ¿Estás hablando en serio Gabriel? – dije en tono molesto, el solo asintió y yo avente el tenedor sobre el plato –. Esto es el colmo, que no lo entienden, es tu graduación, es la meta más grande que pudiste haber conseguido ¿y ellos se la van a perder por el trabajo? Esto no es justo Gabriel – me levante de la mesa y comencé a caminar de un lado a otro.

- Están haciendo lo mejor para darnos lo mejor Tina, tienes que...

- ¿Entenderlos? ¿Me estás hablando en serio? Se están perdiendo el día más gran de tu vida. Hace unos días hable con ella ¿y qué crees? Me dijo que no pasaran navidad con nosotros ¿y sabes cuál es la razón? Gabriel, ¡es por la puñetera adicción al trabajo! – le grite y lo noté dolido, ya de por si debía de sentirse mal sabiendo que nuestros padres no estarán y yo aquí gritándole como si el tuviera la culpa. Di un suspiro y me acerque a él.

- Perdón Gabriel, no debí gritarte, tú debes de estar más decepcionado de ellos que yo – me abrazo por la cintura recostando su cabeza en mi estómago y comencé a acariciarle el cabello.

- ¿Irías a mi graduación Tina? – me quede un momento en silencio, después de lo que paso hace cuatro años no pensé que fuera a pedírmelo o para decirlo mejor no pensé que yo fuera a aceptar. Le bese lo alto de la cabeza y le respondí.

- No me la perdería por nada – me abrazo con más fuerza y después me miro.

- Gracias.

Recogimos la mesa y fuimos a lavar los platos, al terminar pusimos los brownies en otro plato y nos sentamos en el sofá a ver películas, veíamos una de Adam Sandler llamada Luna de miel en familia y justo cuando iba por la parte donde Hilary conoce a Jake me acorde de algo.

- Oye quería decirte que mañana vendrá un compañero de clases a estudiar – dije y Gabriel se puso serio.

- ¿Compañero o novio? – me puse roja pero conteste en seguida.

- ¡NO! – Grite –, no vuelvas a pensar eso, esa cosas no me pasan a mí – su rostro se relajó pero se formó una de duda en él.

- ¿Porque no? Eres una niña muy linda – me acaricio la mejilla.

- Porque nadie podría querer a una persona como yo – dije con una sonrisa.

- ¿Una persona como tú?, no te entiendo – creo que ya era hora de hablar del tema.

- Gabriel quiero mostrarte algo, pero antes quiero que prometas que no serás malo conmigo – frunció el entrecejo pero al final asintió con la cabeza -. Cierra los ojos, por favor – cuando lo hizo pase a quitarme el suéter seguido de los tejanos y las bailarinas para solo quedar en ropa interior. Como la luz estaba apagada fui a encenderlas y cuando ya estaba preparada me puse frente a él –. A una persona así Gabriel, ábrelos.

Cuando lo hizo sus ojos se abrieron de par en par y su boca lo hizo un poco. Alzo la mano lentamente y la paso por mi estómago, después por mis muslos, observe como las lágrimas caían pero no quería decir nada, tenía miedo de saber cuál sería su reacción, tenía miedo de volver a como estábamos antes. Sus lágrimas aumentaron y entonces fue cuando me miro.

- Valentina yo-yo no sé qué – se llevó una mano a la boca y comenzó a llorar con fuerza. Estaba tratando de ser fuerte, no quería llorar y tampoco quería que él lo hiciera. Me arrodille y tome su cara en mis manos.

- Si estás pensando que esto es culpa tuya, pues no, no lo es, no es culpa de nadie, esta fue mi decisión – dije tratando de mantenerme lo más seria posible. Me tomo de los brazos sentándome en sus piernas, me abrazo por la cintura con fuerza poniendo su cara sobre mi hombro, me volví hacia él y lo abrace por el cuello.

- Perdón Valentina, perdón por no haberte prestado atención todos esos años, por apartarte, por reírme de ti ese día, era un crio muy idiota que solo quería la aprobación de los demás, pero sobre todo te pido perdón porque cuando te vi haciendo eso en vez de ayudarte lo que hice fue herirte, debí haberte ayudado, hablarlo contigo, soy un gran imbécil – no pude evitar que mis lágrimas salieran, pero quería darle fuerzas a mi hermano así que como pude me las limpie, me separe de él y lo tome de la cara para que me mirara.

- Te perdono – él esbozó una pequeña sonrisa y pase a quitarle las lágrimas de la cara –, pero nadie puede ayudarme, esto es algo el cual debo superar yo sola... y no se si aún estoy dispuesta a hacerlo.

- Tina pero esto no te hace bien y lo sabes – dijo con visible preocupación, yo solo sonreí y le di un beso en la frente.

- Lo sé, y algún día dejare de hacerlo, pero no será ni hoy ni mañana, todo a su tiempo – me levante y recogí la ropa –. Así que quiero que cuando me mires – me señale de arriba a abajo – que mires mi cuerpo, no te sientas mal ni por ti ni por mí, mírame como solías hacerlo cuando estábamos pequeños, como tu hermanita pequeña, la que siempre está sonriendo, quiero ver esa expresión en tu rostro cuando me veas mañana por la mañana – fui directo a las escaleras y comencé a subirlas.

- Tina... – me gire y vi que Gabriel tenía una leve sonrisa – aun con tus cortes sigues siendo muy hermosa y te aseguro que el chico que se enamore de ti va a ser muy afortunado en tenerte a su lado.

- Gracias Gabriel, te quiero, buenas noches – dije con una sonrisa y termine de subir las escaleras.

Al terminar de lavarme los dientes me puse el pijama y me metí de una vez en la cama, hoy había sido un día lleno de muchas emociones, siento que me quite un gran peso de encima al haberme reconciliado con Gabriel, saber que a partir de ahora podré hablar con él de este tipo de cosas y me apoyara, porque para eso están los hermanos, para cuidarse y protegerse en todo momento. Ojee un poco mi celular y en ese momento entro una llamada sin registro, ya lo había hecho con Sebastián así que era más que obvio que no era él, no espere más y respondí.

- ¿Hola? – Nadie contesto, solo se escuchaba una respiración – ¿Hola? – y en eso se cortó; mire la pantalla extrañada pero no le di importancia, apague el aparato y me dispuse a dormir. Mis pensamientos fueron directo a Sebastián y sin querer hacerlo comencé a soñar con él.

Me levante al día siguiente con una gran sonrisa, soñar con Sebastián fue tan perfecto, aún seguía molesta con él pero ese sueño había hecho que se me pasara un poco el enojo. Salí de la cama y fui a darme una ducha, al salir encendí el celular, eran las once de la mañana. Me dispuse a ponerme unos leggins negros, una camisa blanca y una chaqueta de algodón rosa.

Baje descalza y Gabriel estaba sin camisa en la cocina preparando el desayuno, me estaba dando la espalda así que me acerque en silencio y me le puse detrás muy cerca de la oreja.

- ¿¡Que estás haciendo!? – le grite y casi se le cae lo que tenía en las manos, yo me estaba partiendo de la risa mientras él trataba de no tener un paro cardíaco, su cara era un poema.

- ¿Quiere que me dé un infarto o qué? – se puso una mano en el pecho y cuando se le paso el susto se rió conmigo –. Estas muy graciosa hoy.

- Me levante de buen humor – mire lo que tenía en el bol – ¿Qué preparas?

- Velo por ti misma – del horno saco una bandeja llena de galletas con chispas de chocolate; comencé a saltar como una niña pequeña.

- ¡Ay! Que rico, me encantan – lo abrace y pase a comer una –, están riquísimas Gabriel, no sabía que fueras tan bueno – dije y tome como cinco más.

- Cuando vives solo tienes que aprender a darte gustos tú mismo – dijo y tomo una –, y menos mal que te gusten, porque no prepare desayuno así que aliméntate con esto – dijo con una sonrisa y salió de la cocina. No me importaba, podría comer galletas toda la vida y nunca me cansaría.

Pase todo ese rato en la habitación de Gabriel jugando videojuegos, él haciendo trampa y yo restregándole cada vez que le ganaba, prepare comida para almorzar y también comimos en su habitación; cuando vi la hora en mi teléfono busque los apuntes y los puse sobre la mesa de centro, justamente cuando marcaron las tres sonó el timbre, y cuando abrí levante la ceja y sonreí sarcástica.

- Por lo que veo mi amenaza te hizo hacer caso – me miro con el ceño fruncido.

- No seas tonta, de que haya llegado tarde esa vez no significa que lo iba a volver a hacer – Sebastián miro por encima de mi hombro y al voltear Gabriel estaba bajando con una camisa en sus manos, volví a ver a Sebastián y parecía molesto –. ¿Quién es él y porque esta sin camisa?

- ¿Quién eres tú y porque le hablas así? – Gabriel se puso detrás de mí. Ok tenía que presentarlos antes de que pasara algo sin yo saber porque.

- Ok los presentare Gabriel él es Sebastián mi compañero de clases del cual te hable ayer – lo mire y sus facciones se relajaron, bien, ya había calmado a uno, faltaba el otro –. Sebastián él es mi...

- Novio ¿vedad? – dijo notablemente molesto. Trate de no reírme y sé que Gabriel estaba igual que yo.

- Hermano Sebastián, él es Gabriel mi hermano mayor – cuando termine de hablar la cara que puso Sebastián era tan pero tan graciosa que estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no partirme en risa ahí mismo.

- Oh.             

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