Agridulce ◆ Kookmin ; 국민

By theparkjimin

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Hablemos de que Jimin ama el rosa y Jungkook es un idiota tatuado. ➫ no copias ni adaptaciones. ➫... More

Preludio.
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Finale.

Extra ☆ Niñez

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By theparkjimin

Esta frente al vitral de la tienda mirando directamente hacia el maniquí que lleva un vestido rosa platinado corte corazón, peluca rubia y guantes blancos decorados con brillos. Su pequeña mano acaricia el vidrio como si eso fuera suficiente para adueñarse del lindo vestido, aunque sabe que eso no sucederá. El era un niño y la gente le decía constantemente que esas no eran cosas que un niño usaba. Dentro de sí mismo siempre estuvo la duda de cuál era el daño que un inofensivo niño con un vestido podía hacerle al mundo, y es que debía ser algo grande para que las personas se escandalizaran de manera tan grave cada vez que veían algo así.

Su madre le llama. Jimin se da media vuelta cabizbajo y vuelve al auto.

Habían salido a hacer las compras de la semana y ya era hora de volver a casa. En ese entonces tenía 6 años y su padre estaba en un viaje de negocios por lo que pasaría el día con su madre, lo que se le hacía muy agradable ya que la mujer nunca le impidió jugar con lo que le gustaba o actuar de manera más femenina. Jimin era muy feliz cuando su mami estaba a su lado.

— ¿Qué estabas viendo, Jiminnie? —Le pregunta la mujer que ya ha dejado las bolsas con comida en el asiento trasero y ahora subía a su hijo a la silla del auto.

— Un vestido, mami. Era muy lindo.

Ante eso la señora Park se da media vuelta y ve la tienda frente a la cual su hijo estuvo parado hacía unos minutos. Podía ver claramente el vestido al que se refería y no pudo evitar sentir una punzada en el pecho. Aquello siempre le pasaba cuando el miedo de no ser capaz de hacer completamente feliz a su hijo se hacia presente.

Suspira. El mundo era demasiado complicado para una alma tan pura como su bebé.

— ¿Te gusta? —Pregunta y Jimin asiente con la cabeza— Muy bien ¿Y recuerdas que hoy vamos al Festival de primavera? Pues todos los niños pueden llevar el disfraz que quieran. ¿Quieres vestirte de princesa, Jiminnie?

La sonrisa que se dibujaba en la cara de su hijo le parecía impagable.

Con eso dicho bajan del auto y se devuelven a la tienda para comprar el vestido, la peluca y los guantes. Jimin no deja de dar pequeños saltitos mientras sostiene la mano de su madre con anhelo. Para él la mujer era su heroína y su mejor amiga. No importaba que fuera, podía hablar de todo con ella y siempre se sentiría protegido. Mientras su padre le regañaba por hacer cosas de niñas, ella se ponía en frente y lo defendía diciendo que era perfecto tal y como era. Quizá no significaba mucho en ese momento siendo tan pequeño, pero sería una de las cosas que le harían ser fuerte a medida que creciera.

El Festival de primavera era a las afueras de la ciudad y llegaba todos los años con sus luces de colores y sus infinitos juegos. A Jimin le gustaba ir. La comida era deliciosa y siempre se divertía mucho. Los años anteriores nunca iba disfrazado porque realmente no podía usar los trajes que quería ya que su padre siempre andaba con ellos, pero ese año su corazón palpitaba rápido en su pequeño pecho de la emoción de poder usar el lindo vestido que su madre le había comprado. Iba a ser la princesa más linda de todas, eso lo podía apostar.

Cuando llegaron a la casa comenzaron los preparativos e inmediato. En auto el viaje duraba unos 40 minutos y el Festival comenzaba a las 9 pm quedándole apenas unas dos horas para irse. Su madre le ayudo con mucha paciencia a colocarse el vestido que se le ajustaba perfectamente a su piel de porcelana y luego se dieron el tiempo para maquillar un poco el rostro de Jimin. Tan solo necesitó una pizca de sombra de ojos rosa, un poco de brillo labial y colorete en las mejillas para quedar igual que las princesas que siempre veía en televisión. Cuando vio su propio reflejo en el espejo de su habitación sonrió tan grande que al otro día le dolería la boca por ello.

El último paso era la peluca. Su madre se dio el tiempo de hacerle un peinado trenzado y ondular el cabello antes de colocársela. Jimin la ayuda y luego de un par de minutos más ya tenía su disfraz completo y se había convertido en la versión más feliz de sí mismo.

— ¿Cómo me veo, mami? —Le preguntó y la mujer le sonríe.

— Como el niño más lindo de este mundo, Jiminnie.

Y Jimin se sentía igual.

Toman el auto y comienza el trayecto al Festival. Jimin va mirando todo el tiempo por la ventana, perdido en el paisaje de los arboles. Estaba demasiado feliz. Ya tiene todo un itinerario armado en su cabeza sobre las cosas que hará cuando llegue allí, los juegos a los que se subiría y toda la comida que probaría. Lo que más deseaba era que las demás personas le vieran con su vestido. Quería recibir elogios y hasta que le agarraran las mejillas, a ese nivel llegaba su excitación.

Cuando llegan al Festival prácticamente Jimin se baja corriendo del auto y comienza a apurar a su madre para que entren.

— ¡Vamos, vamos! ¡Ya ha comenzado!

Frente a el estaba la entrada en forma de arco decorada con serpentinas y luces de colores que daba la bienvenida al Festival de primavera. Apenas pagaron sus boletos salió corriendo hacia dentro, seguido por la señora Park de cerca. Era temprano, pero ya estaba lleno de niños que llevaban disfraces de todo tipo. Desde animales hasta superheroes. También pudo divisar la ansiada fila de puestos de comida y al final de todo se encontraban juegos como un castillo inflable gigante, el carrusel y una rueda de la fortuna. Era mucho para los ojos de Jimin y ya no sabía por donde empezar.

— ¿Qué tal si primero vamos por unas manzanas acarameladas? —Pregunta su madre y Jimin asiente.

— ¡Sí, por favor!

Así pasaron el rato en el festival, comiendo y jugando en las diversas atracciones. Jimin estaba en un punto culmine de felicidad. Se sentía tan libre que por el se quedaría a vivir en el Festival por siempre y no volvería a casa donde su padre le obligaba a usar ropa que nunca le gustó. Allí era feliz, allí podía ser la princesa que siempre soñó.

Hubo un momento en el que su madre necesito ir al baño así que se acercaron a la zona de niños donde habían personas haciéndose cargo de lo que parecía ser una guardería.

— No te muevas de aquí, Jiminnie —dice su madre—. Vuelvo enseguida, ¿sí?

Jimin asiente y ve como su madre se marcha.

En donde estaban habían varios niños más esperando a sus padres, así que pronto Jimin se vio a si mismo revoloteando esperando poder hacer algún amigo ya que nunca había tenido uno. Pidió jugar a las escondidas junto con un grupo de niños vestidos de animales que le miraron de arriba a abajo antes de decir:

— No jugamos con chicas.

Y Jimin se ríe. Eso no sería un problema.

— ¡Yo soy un niño! —Contesta orgulloso— ¡Hoy me vestí de princesa!

Tenía seis años. Aún no tenía idea de lo crueles que podían ser los demás infantes cuando algo que no entendían se les paraba en frente.

— ¿Un niño? —Pregunta el que esta vestido de león y hace una mueca de asco— ¡Vas vestido de chica, eres un fenómeno!

Fue una frase con pocas palabras, pero cortaba mas que una daga y ahora el corazón de Jimin ya no se aceleraba de felicidad, sino de la tristeza más pura que había sentido. Los demás se ríen de lo que dijo el chico y no logra entender. ¿Se reían porque quería jugar con ellos vestidos de princesa? ¿Por qué era tan raro? ¿Es que acaso nadie podía dejarlo ser feliz?

— Vete de aquí —habla esta vez el que esta vestido como un lobo—. Nos pegaras lo raro.

Y el último chico le propina un empujón que logra que se desplome en el suelo bajo la mirada de varios niños más. Quiere llorar y pronto se ve a si mismo haciéndolo. Ahora el vestido que tanto adoraba estaba rasgado a un lado producto del empujón y cubierto con algo de polvo del piso. Hace apenas unos momentos era una princesa hermosa, llena de brillos y felicidad. Ahora, tirado allí, tan solo era un niño completamente triste por culpa de las palabras de quienes serían sus amigos si fuera igual de "normal" que ellos.

Llora mientras cubre con sus pequeñas manos sus ojos. No sabe si alguien más lo observa y poco le importa. Solo quería que su madre llegase pronto para poder irse lejos de allí, lejos de esas palabras horribles y lejos del que no sería el primer golpe que recibiría por su forma de ser.

— ¿Estas bien?

Levanta la mirada. Frente a Jimin hay un chico vestido de Spiderman al cual la mascara le tapa completamente el rostro. Inconscientemente levanta los brazos para proteger su cara. Tenía miedo que quisiese hacerle lo mismo que los otros niños y es así como espera pacientemente sentir un golpe que nunca llega.

Alza la mirada. El chico está estirando la mano para darle algo.

— Ten.

Lo que el chico le estaba ofreciendo amablemente era un montón de dulces de esos que pintaban la lengua. Jimin no lo entiende, pero de todas formas quita las manos de su cara llena de lagrimas y las estira para recibir el regalo. Es así como Spiderman le llena ambas manos con los dulces antes de hablar una vez más.

— Tu vestido está lindo. Esos niños son unos idiotas.

Estaba tan sorprendido que le tomo al menos un minuto volver a la realidad y querer agradecerle al chico, que parecía tener su edad porque eran del mismo tamaño, por su gesto, pero en ese mismo momento escucha la voz de su madre llamándole desde la entrada de la zona de niños.

— ¡Hijo —dice la señora Park a lo lejos—, aquí estoy! ¡Vamos!

Ve a su madre haciendo las señas y luego vuelve a mirar a Spiderman. Debía irse, pero antes de eso le sonríe a quien le había de vuelto la felicidad de estar en el Festival de primavera.

— Gracias, Spiderman.

Diciendo eso se pone de pie y corre a encontrarse con su madre. Recuerda que el resto de la noche pensó solamente en el niño con disfraz de Spiderman y se prometió a si mismo que algún día, sí volvía a verlo, le daría muchos dulces a cambio y le preguntaría su nombre para que fueran amigos por siempre. Esa noche durmió con una sonrisa de oreja a oreja a pesar de que ahora el vestido que le enamoró en la vitrina yacía roto en un rincón de su habitación.

Eso le enseñó que a pesar de todo, siempre habría una buena persona que te tendería la mano en la adversidad.

Cuando Jimin se pierde en la multitud de la mano de la señora Park, el niño vestido de Spiderman se queda jugando un poco más antes de escuchar la voz de madre llamándolo también.

— ¡Ven, Jungkookie! ¡Ya debemos volver a casa!

Jungkook asiente y se va corriendo mientras que de su cabeza no sale la imagen de la linda princesa que estaba llorando en un rincón.








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— ¿Qué es esto? —Pregunta Jimin tomando el pedazo de papel en sus manos y de inmediato la cara se le ilumina como si un foco se hubiese encendido.

Jungkook alza los hombros como si no fuera la gran cosa.

— Pensé que como íbamos a la tumba de tu madre podríamos aprovechar el resto del día y hacer algo. ¿Quieres?

Por la mente de Jimin pasan un montón de recuerdos y sonríe. A pesar de que ya no era un niño para ir disfrazado, el solo hecho de asistir le hacia sentir la misma felicidad que cuando era pequeño. Por eso besa la mejilla de su novio, creyendo que era una linda coincidencia que le estuviese regalando entradas para el Festival de primavera que tanto adoraba.

— Muchas gracias, amor —dijo y Jungkook sonríe.

El castaño se sonroja, pero como siempre mantiene el semblante serio intentando que no se note lo mucho que le afectaban los mimos de Jimin.

— Ve a arreglarte, Mariposa. Tenemos que salir en veinte minutos más.

Jimin ríe y luego sale corriendo escalera arriba para llegar a su armario, con su fiel perro Bekdu siguiéndolo de cerca, y así decidir que atuendo usar en el Festival. Lo único de lo que estaba completamente seguro era que deseaba encontrar algo con que combinar los nuevos zapatos rosas que se había comprado el día anterior, ya que a su novio le habían gustado bastante cuando se los mostró y ese era uno de esos días en los que quería  impresionar al castaño para que no desviara la mirada de su persona.

Por su parte, Jungkook se dejo caer sobre el sofá de la sala mirando las entradas. Sin querer le es imposible no sonreír. Hace un par de noches había recordado aquel día cuando tenía seis años y fue al Festival de primavera vestido de Spiderman y ayudo a una princesa en apuros con un par de dulces que había guardado para si mismo. Le tomó unos minutos, pero claramente se dio cuenta que era Jimin. Aquellos ojos no podría olvidarlos aunque quisiera, por lo que estaba seguro.

Y le contaría. Justo después de darle los anillos de compromiso.

Quién diría que Spiderman se casaría con una princesa.








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Muchas gracias por el 1M de leídas. Mi pobre corazón no puede con tanto.

Esto es para ustedes y que comiencen el año con mucho fluff. Lxs amo.

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