SCARS

By EvelinRadcliff

8.4M 393K 83.4K

"Las únicas cicatrices que jamás sanarán son aquellas que no eres capaz de ver." Annaleigh Wild es una... More

Prólogo
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31.
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40.
Capítulo 41
42
Capítulo 43.
Capítulo 43 parte 2
Capítulo 44.
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48.
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Epílogo
One shot ganador.
LITTLE SCARS
C U A T R O.

16

165K 7.5K 670
By EvelinRadcliff

«Cuéntame tus secretos.

Eres el misterio del que nunca me arrepentiré.»

Secrets – Jacob Whitesides.



Brandon se fue luego de que mi madre y Daniel volvieran a casa. Seguramente se había sentido incómodo por la discusión madre-hija que había sucedido hacía unos momentos cuando ella me notificó que cenaríamos en familia esa misma noche y, al decirle que tenía otras cosas que hacer y que no las cancelaría, comenzó su típico circo. Lamentaba que Brandon tuviera que escuchar todas esas tonterías.

Me encontraba en el patio trasero sentada al borde de la piscina sacudiendo mis pies suavemente dentro del agua. No dejaba de pensar en qué rayos haría para no ir a esa estúpida cena familiar e ir a donde sea que Will tuviera pensado llevarme para acompañarlo en las apuestas.

Por más que le rogara, mi madre no cedería, por lo que sólo me quedaba la opción de hablar con Jennifer para que me ayudara a persuadirla. Seguramente a ella le haría caso y no ignoraría sus peticiones.

Me sorprendí a mí misma al pensar cuánto había mejorado mi relación con mi hermana en solo unos días, ya casi podía pasar un día entero junto a ella sin tener ganas de arrojarle lo que fuera por la cabeza. No tenía dudas de que Matthew había cambiado un poco su forma de ser ayudándola a no convertirse en una mujer como mi madre.

—¿Annie?

Me exalté al oír la voz de Jennifer. No la había oído llegar.

Seguí moviendo mis pies dentro del agua sin decir una palabra. Tenía que pensar que podía decirle a mi hermana para que me ayudara a no ir esa noche, pero lamentablemente nada pasaba por mi cabeza.

—Mamá me ha dicho que no quieres ir a cenar con nosotros, ¿sucede algo? —se sacó los tacones y se sentó a mi lado metiendo los pies en el agua.

—Tenía planes —murmuré sin mirarla.

—¿Brandon? —preguntó haciendo que enfureciera.

—¿Puedes sacarte la idea de que Brandon y yo estamos en algo? —Bufé—. Por favor, Brandon es mi mejor amigo, jamás de los jamases lo vería como algo más y echaría nuestra amistad a la basura.

—Discúlpame, es que mamá...

—Sí, lo sé —la interrumpí—. Al parecer tiene tantas ganas de que salga con Brandon que se inventa historias en su cabeza.

—Entonces —volvió a hablar—, ¿cuáles son tus planes?

Me arrepentí de haber dicho que no era Brandon con quien tenía planes. Hubiera sido mucho más fácil que creyera eso a que creyera que tenía una cita de estudio con cualquier otro muchacho de mi clase.

—Iré a ver a Halley, se sentía algo mal y quería ver como estaba —mentí.

—¿Por qué no vas ahora y vamos a cenar más tarde? —dijo animándome con ganas.

—Halley debe ver al doctor ahora. Además, le he dicho que veríamos unas películas, ya sabes...

Detestaba mentir, y mucho más detestaba usar como excusa el malestar que tenía mi mejor amiga. ¡Ni siquiera había pasado por mi cabeza ir a visitarla! Solo quería estar con Will y nada más que eso.

Me sentía completamente egoísta por solo pensar en mí y no preocuparme por mi amiga, incluso había olvidado llamarla para saber cómo estaba.

—Hablaré con mamá e intentaré que cambie de opinión —dijo sacando sus pies de agua y levantándose.

—Seguro lo harás, ya sabemos quién es la preferida aquí —murmuré mientras imitaba su acto.

—Annie... —dijo con pena.

—No, no hagas eso.

—¿El qué?

—Hablarme con un tono como si tuvieras lástima. Lástima de que tu madre, mi madre, me deteste. Lástima de la horrible hija que soy. Lástima de no ser tan perfecta como tú lo eres.

—Pensé que ya habías superado eso.

—¿Acaso crees posible superar que tu madre te deteste? —Jennifer no respondió—. Claro, no sabes y seguramente jamás sabrás lo que se siente.

Entré a la casa a pasos apresurados sin escuchar lo que mi hermana me decía detrás de mí.

Cerré la puerta de mi habitación de un portazo, tomé el vestido azul que Will había escogido para que llevara esa noche y los mismos tacones que había usado para ir a Dark Game y los metí dentro de mi bolso. Cogí mi teléfono y las llaves de mi auto para luego salir por la ventana.

Estaba a punto de estallar en lágrimas, ¿cómo fui capaz de pensar que Jennifer comenzaba a entenderme? Ella lo había tenido todo, incluso el amor de su madre, lo único que le faltaba era tener a su padre junto a ella para haber tenido una vida perfecta y sin complicaciones. Y luego estaba yo, todo lo contrario a ella, ni siquiera mi madre me quería y mi padre se había ido de casa gracias a mí.

Subí a mi auto sin pensar dónde iría, prendí el motor y comencé a conducir.

Estaba mal porque había mentido y porque mi relación con mi madre era pésima y el hecho de que mi perfecta hermana estuviera en casa solo ayudaba a recordarme cuán despreciada era por Georgia.

Me sobresalté cuando escuché la bocina de un auto. Había pasado un semáforo en rojo.

Me concentré en el camino dispuesta a que eso no volviera a ocurrir y me di cuenta que la carretera por la que iba conduciendo me llevaba a un solo lugar: el departamento de Will.

No podía ir otra vez sin avisarle, simplemente no podía ir, pero tampoco podía quedarme dando vueltas en mi auto hasta que oscureciera.

Aparqué a cuatro calles del departamento de Will y eché todo mi cuerpo contra el respaldo del asiento. Will se cansaría demasiado rápido de mí si seguía así, ni siquiera el amor más grande aguantaría esas cosas.

Apoyé mi cabeza en el volante y comencé a pensar.

Me odiaba por no ser como mi madre quería que fuera, por fallar en cada intento que hacía por agradarle más, por no ser como Jennifer, perfecta y elegante, y por cientos de cosas más que pasaban por mi cabeza tan rápidamente que eran imposibles de numerar.

Por más que estaba totalmente angustiada, no iba a llorar. Había pasado esa etapa hacía ya varios años cuando me di cuenta que eso no ayudaba en nada, porque a pesar de que te sintieras aliviado en el momento, la sensación de angustia volvería y todo sería como un ciclo repetitivo que nunca acabaría.

Generalmente hubiera pensado en algo para hacer que mi madre estuviera orgullosa de mí, pero ya no me quedaban ideas. Había hecho de todo desde que tenía ocho años, desde regalarle flores hasta joyas. A las primeras siempre las tiraba a la basura en cuanto me iba a mi habitación, y a las últimas las usaba ocasionalmente, lo que me ponía algo contenta, aunque sabía más que bien que no eran sus preferidas y sólo las usaba cuando ninguna otra combinaba con su vestimenta.

En ese momento por primera vez en mucho tiempo volví a desear que el año escolar acabara e irme a una universidad lejos de Los Angeles. Pero había un problema, no sabía a dónde iría, aún no había planeado nada sobre la universidad, no me faltaba dinero así que conseguir una beca no me era necesario y mis calificaciones eran altas, tampoco debía preocuparme por si ingresaría a una universidad de un nivel mediocre o a una de alto grado académico.

Por otro lado, estaba Halley, tampoco quería alejarme de ella. ¿Qué sería de mí sin mi mejor amiga? ¿Quién me animaría cuando sintiera que el mundo se me caía encima? Pero para mí mala suerte ella había ya decidido estudiar en la Universidad de California.

Seguía inmóvil sobre el volante de mi auto. Hacía mucho calor y no tenía ganas de salir y dejar el refréscate aire acondicionado del interior de mi coche.

Alguien golpeó la ventanilla del asiento del acompañante asustándome y provocando que levantara mi cabeza de golpe. Mi alma volvió a mi cuerpo al ver el rostro de Will tras es cristal.

Lo observé por un instante. Estaba demasiado transpirado tan así que su cabello se pegaba a su frente, aunque no dejaba de lucir guapo, al menos no para mí.

Me precipité para salir del auto, cerré la puerta de un portazo y caminé hacia Will.

Ahora entendía por qué estaba tan sudoroso. Vestía una camiseta sin mangas y shorts y zapatillas deportivas. Seguramente había salido a correr.

Él me observó un instante y dijo:

—¿Qué haces aquí? —no sonaba muy contento de verme.

—La calle es pública —dije encogiéndome de hombros.

—No he dicho que no puedas estar aquí —dijo duro—, pero ¿qué haces a cuatro calles de mi departamento?

Empezaba a pensar que Will tenía un trastorno de doble personalidad o algo parecido. Cuando estábamos solos se comportaba de una manera increíble pero cuando estábamos rodeados de muchas personas se comportaba como si me detestara. ¿Acaso se avergonzaba de mí? Sí, no era la chica más linda y arreglada de todas, pero tampoco era para que exagerara de esa manera y me hiciera sentir aún peor de lo que ya estaba.

—¿Annaleigh?

—No sé qué hago aquí —frunció el ceño y me miró molesto, seguramente pensaba que estaba mintiendo—. Me fui de casa porque he tenido una discusión con mi madre y luego con mi hermana y cuando me di cuenta estaba aquí, yendo hacia tu departamento, entonces aparqué aquí —expliqué.

—Sube al auto —dijo con un tono más suave abriendo la puerta del acompañante—. Yo conduciré.

Seguí sus indicaciones y lo observé mientras el rodeaba el auto para subirse frente al volante. Tenía mucha gracia al caminar y cada paso que daba lo hacía de una forma extrañamente segura y autoritaria. Me recordaba en parte a Jennifer.

—El cinturón —gruñó al subirse.

—¿Dónde vamos? —pregunté mientras abrochaba mi cinturón. Otra vez él no lo hacía.

—Estuve pensando en conducir hasta el muelle y arrojar el auto por ahí con nosotros dentro —dijo con sarcasmo mientras ponía el auto en marcha.

—Oh, eso sería fantástico —dije con la voz apagada.

Will no respondió y condujo las cuatro calles que faltaban para llegar a su departamento.

Ya no le temía, pero me sentía completamente incómoda cuando dejaba que yo fuera la que hablara al final y él no respondiera. Dejaba una gran molestia en mi cabeza pensado si había dicho algo que estaba mal.

Dejó el auto en el estacionamiento del subsuelo del edificio y luego subimos a su departamento en completo silencio.

—Tomaré una ducha y luego hablaré contigo, ¿de acuerdo? —dijo mientras entrábamos a la cocina.

—Claro —asentí.

—Si quieres saca lo que quieras del refrigerador, he ido esta tarde a comprar unas cosas así que está bastante lleno.

—Gracias —murmuré.

Mientras Will se daba un baño me culpaba de lo estúpida que había sido. Había aparcado para no terminar en su departamento y ahí era donde estaba. Si seguía así él me daría una patada en el trasero en menos de una semana.

Sentí mi boca seca así que me serví un vaso de agua y luego me dirigí a la sala para distraerme viendo un poco de la basura que pasaban en la televisión hasta que Will terminara de bañarse.

La programación era pura basura, ni siquiera los dibujos animados eran tan divertidos como cuando era pequeña, ya no pasaban ni Coraje, el pero cobarde, y al menos cinco canales estaban diciendo chismes sobre las hermanas de una famosa familia, al parecer una de ellas se casaría por tercera vez y todos apostaban que su matrimonio duraría como mucho dos semanas, al igual que los anteriores. ¡Qué encantador!

—Dime que no consumes esa mierda —gritó Will desde el pasillo.

—Saber de la vida de una familia que se hizo famosa por subir un video pornográfico a internet es la cosa más interesante del mundo, ¿sabes? —grité entre risas.

Apagué la televisión cuando escuché a Will aproximarse por el pasillo.

Ya se había cambiado con su típico atuendo todo negro, pero aún llevaba el cabello mojado sobre su rostro. Lucía fantástico y olía aún mejor.

Se sentó del otro lado del sofá y giró su cuerpo de manera tal que podía mirarme de frente cómodamente.

—Ahora, vamos a hablar —dijo tranquilo.

—¿Sobre esta noche? —pregunté algo nerviosa.

—No. Sobre ti.

—Ya sabes mucho sobre mí.

—¿Qué fue eso de que sería fantástico que arrojara el auto al muelle y muriéramos? —preguntó pasando lo que había dicho.

—¿Qué...?

—No me respondas con otra pregunta —interrumpió.

—A veces creo que sería la mejor manera de acabar con todo el sufrimiento —dije tras soltar un suspiro.

—¿Acabar con el sufrimiento? ¡Tienes una vida fantástica! Quitando a tu madre, todo es color rosa.

—Exacto, quitando a mi madre. ¿No es una madre lo más importante para cada persona en este jodido mundo?

—Acompáñame —se paró y se dirigió hacia la puerta de la salida.

Lo seguí sin decir nada, aunque me intrigaba muchísimo lo que tenía entre manos debido a que el tema de conversación había sido algo tenso y sin sentido, ¿a qué venía todo eso?

Nos subimos al elevador del que acababan de descender dos hombres que iban de traje de unos veinticinco años de edad, clavaron su mirada en mí y rieron de una manera que provocó que me estremeciera. Al parecer Will no lo notó o prefirió no hacer anda.

Una vez dentro Will presionó el botón con el número más alto en las columnas de los pisos, el número 67.

No temía a las alturas, pero jamás había estado en un nivel tan alto como para decir que no le temería.

—¿Qué haremos? —dije con un nudo en la garganta.

Will no respondió y mi nerviosismo aumentó. Podía sentir los latidos de mi corazón, al igual que mi respiración agitada.

Cuando estábamos llegando al último piso, Will dio un paso hacia mí y tomó delicadamente mi mano. Sentí esa sensación de cosquilleo por todo mi cuerpo y estuve a punto de saltar a sus brazos y besarlo. Su toque me volvía loca.

Una vez que las puertas se abrieron noté que estábamos en la terraza. Sólo lograba ver el cielo azul y las esponjosas nubes blancas. Una sensación de paz me invadió provocando que mi pulso y respiración disminuyeran lentamente.

Will apretó mi mano y salió del elevador caminando hacia el frente, seguí su paso sin decir nada. Me sentía, literalmente, en las nubes.

Nos detuvimos cuando llegamos a uno de los lados. Miré hacia abajo apoyada en la cerca de cemento y me dio un poco de pánico ver qué tan alto estábamos. Todo se veía tan diminuto desde ahí.

Dirigí mi mirada a Will, acababa de soltar mi mano y ahora estaba apoyado con los brazos cruzados en la cerca con la vista clavada en el mar. ¿Qué le sucedía?

—Hace un tiempo venía aquí con las intenciones de saltar y acabar todo el dolor —murmuró—. Pero no podía, no era tan valiente. Tampoco lo soy ahora.

No fui capaz de decir nada, ¿acababa eso de salir de la boca del imperturbable Will Holworth?

Él se movió y se sentó sobre la cerca. Tenía un miedo inmenso a que callera, pero estúpidamente no hice nada. Seguía inmóvil observando cada uno de sus movimientos.

—Hacía esto y luego cruzaba mis piernas —giró levantando sus piernas hacia el otro lado, ahora colgaban hacia la avenida.

—¡Will! —reaccioné al fin desesperada con mucho temor, pero no lo toqué por temor a hacer algo torpe y dejarlo caer.

—Pero nunca logré saltar —frunció el ceño aun mirando hacia el mar—. No por mí, sino que no quería hacerle daño a mi hermana, ni a los pocos amigos que me quedaban —sonrió—. Es irónico, ahora solo lo tengo a Daxton y a mi hermana. A nadie más.

—¡Bájate! —volví a gritar. Sentía un fuego que invadía mi pecho, para nada agradable—. Por favor, Will.

—Luego de un tiempo me di cuenta de que no solucionaría nada haciéndolo —volvió a levantar sus pies y giró hacia el edificio. Cuando por fin puso sus pies en el suelo me entraron enormes ganas de abofetearlo, pero aun así no lo hice—. Lo único que lograría con eso es hacer sentir peor a la gente que me rodea, sería un jodido egoísta, peor aún de lo que ya soy —me regaló una sonrisa torcida.

—No me suicidaré —dije casi inaudible.

—Eso no es lo que quiero. Quiero que no desees estar muerta, quiero que no desees que el mundo se acabe, ¿me entiendes? —se acercó a mí y apoyó su frente en la mía. Él estaba mucho más tranquilo que yo, que aún no superaba el susto, y él que había sido quién había tenido colgando sus piernas a sesenta y siete pisos de altura estaba como si nada.

—Prométeme que no harás eso nunca más —ya no me pude contener y lo abracé hundiendo mi cabeza en su pecho.

—No tienes que preocuparte por mí, estoy bien —me estrechó en sus brazos acercándome más a él.

—¡Pero lo hago! ¿Acaso no entiendes eso? —Will soltó un suspiro.

—No debí haberte mostrado eso.

—¿Qué sucedió para que quisieras haberlo hecho? —pregunté aún con la cabeza hundida en su pecho.

—Eso ya no importa —dijo duro.

—¿Has recurrido a alguien que pueda ayudarte? Un psicólogo o algo así...

—¡Qué rayos tiene la gente con los psicólogos! ¡Me han hecho sentir más mierda de lo que soy!

—No eres mierda —dije separándome para ver su rostro—. Eres una buena persona.

—¿En serio? —Largó una carcajada—. No creo que lo estés diciendo en serio.

—Lo hago, Will.

—¿Volverás a tu casa o tendré que comprarte otro vestido? —noté que quiso cambiar abruptamente de tema y la idea no me agradaba.

—No hagas eso —dije frunciendo el ceño.

—¿A qué te refieres?

—A cambiar el tema de conversación como te da la gana. Me importas y quiero saber de ti.

—Mi nombre es Will y mi apellido es Holworth, eso es todo lo que deberías saber, pero no es así. Sabes mucho más de lo que estaba dispuesto a decirte hacía unos días y no te conformas con eso, ¿puedes intentar hacerlo?

—No soy una persona conformista que digamos.

—Y yo tampoco soy de ceder —rió—. Volvamos a mi departamento.

—¿Siempre harás eso? —me crucé de brazos.

—Siempre y cuando sea necesario.

—Puedes confiar en mí, ¿lo sabes?

—Tienes todas las herramientas necesarias para ir a decirle a la policía todo lo que hago y sin embargo no lo haces, ¿crees que no sé qué puedo confiar en ti? —Tomó mi mano y la apretó mientras caminábamos de vuelta al elevador—. Sin embargo, hay cosas que prefiero no contarte o que simplemente no quiero recordar.

—¿Cómo lo de Charles? —pregunté.

—Eso y otras cosas más que prefiero que no sepas.

—¿Por qué?

—Porque lo prefiero así, Annaleigh —respondió tajante.

Las puertas del elevador se cerraron, pero no las respuestas que tenía en mi cabeza. Otra vez.

¿Por qué Will había querido quitarse la vida? ¿Por qué me lo contó? ¿Por qué no me contaba el resto de la historia?

Había una sola cosa que estaba conclusa y era que cada vez que viera a Will tendría que llevar un papel y un bolígrafo para no olvidarme de todas las cosas que debería preguntarle cada vez que tuviera la oportunidad.

Continue Reading

You'll Also Like

1.6M 73.9K 66
La asesinaron un 23 de octubre, y desde entonces todos se preguntan: ¿Qué le pasó a Elizabeth Parker? Venus, la protagonista, tras el reciente asesi...
856 94 6
Un día te vi a la lejanía, mi corazón por ti saltó y mi mente inmediatamente imaginó un mundo a tu lado. Tu sonrisa tan cálida y hermosa la recuerdo...
18.6K 4.1K 32
«Ella lidera una agencia de cupidos, él es jefe de una organización que rompe relaciones. ¿Quién caerá primero cuando deban intervenir en la misma bo...
Cold By sweetener

Teen Fiction

20.2M 1.2M 48
Las personas frías son aquellas que son insensibles, en sus venas la sangre se traslada de un sitio a otro en forma de cubitos de hielo. Son personas...