It was always about Thomas [{...

By YessiDean

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¿Qué pasaría si los peaky blinders vivieran en estos tiempos? Una historia de ellos en esta época moderna. ... More

Personajes
Parte I
Parte II.
Parte III
Parte V.
Parte VI
Parte VII
Parte VIII
Parte IX
Parte X
Parte XII
Parte XIII
Parte XIV
INEDITO CAPÍTULO VII
Parte XV.
Parte XVI
Parte XVII
Parte XVIII
Parte XIX
Parte XX
Parte XXI
Parte XXII
Parte XXIII
Parte XXIV
Parte XXV
Parte XXVI
Parte XXVII
Parte XXVIII
Parte XXIX
Parte XXX
Parte XXXI
Parte XXXII FINAL

Parte XI

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By YessiDean

Capítulo extra largo!

Salí de la casona de los Shelby, observando el Mercedes estacionando a lo lejos, me despedí con la mano de los hermanos que jugaba a la pelota en el jardín para caminar por el camino asfaltado deteniéndome frente al carro, me acerqué.

– Sabía – Sonreí viendo al mismo hombre que me había abordado en el pub tiempo atrás preguntándome por lo que vendía, completamente dormido. Toqué el vidrio riendo cuando dio un salto espantado – ¿Qué vendes, bonito? – Repetí las mismas palabras que él me había dicho esa noche.

– Me cago en la puta...

– Bueno, para ser policía eres bastante estúpido – Señalé con la mirada la placa que sobresalía de su cinturón – debes ser nuevo...

– Bien, me descubriste.

– Por imbécil. ¿Crees que no sabemos qué están vigilando?

– ¿Te llevo? – Di la vuelta para subir del lado del copiloto – supongo que es si – Se restregó la barba acomodándose el gorro burdeo de lana para encender el motor – ¿A dónde?

– Ya sabes dónde estoy – Comenzó a conducir observándome de reojo – ¿Qué? Te gusta nada más mirar ¿no? Tenerme cerca te pone nervioso.

– Sé a qué te dedicas Mirina Doyle.

– Uuuy te sabes mi nombre completo – Reí observando por la ventana.

– Sé lo que hacen los Shelby para mantener esa hermosa casita.

– Todos lo saben – Sonreí observándolo – se dedican a la exportación de autos desde 1922, Arthur y John tienen una constructora bastante reconocida.

– ¿Y tú qué? – Detuvo el auto en el sitio baldío junto al embalse, apagó el motor, estiré mi mano a su camiseta gris atrapando el micrófono para lanzarlo por la ventana acercándome a su oído.

– Yo vendo la droga de los Shelby y las armas de los italianos – Susurré solo para él mordiendo suavemente el lóbulo de su oreja, bajé del automóvil.

– Mirina – Se bajó del auto tras de mí siguiéndome – voy a atraparlos y encerrarlos.

– Vi i itripirlis i incirrirlis – Me burlé abriendo la puerta de mi casa y lanzando la chaqueta de cuero negro adentro para quitarme las converse del mismo color y desabotonar la blusa, sonreí cuando pestañeó largamente para observar la piel bajo la blusa – ¿Te gusta?

– E.e.e.e – Se aclaró la garganta – estoy en servicio – desabotoné el jeans guiñándole un ojo.

– Tu superior es el Sargento Alfred Smith ¿Verdad? – Asintió torpemente sin dejar de observarme jugando con el borde de mi blusa para dejarle ver la piel de mi estómago – Dale mis saludos y recuérdale que lo veo el martes de la semana siguiente – le guiñé un ojo metiéndome de espaldas a la casa para cerrar la puerta.

Sonreí.

Me giré en el belgere luciendo mi camiseta blanca con un estampado con la leyenda "A.C.A.B" subí los pies al escritorio al escuchar llegar al dueño de la oficina, el sargento Smith me observó cerrando rápidamente tras de sí.

– Uno de tus hombrecitos está tras de nosotros – Hablé rápidamente inclinándome para dejar el bolso de cuero sobre el escritorio – Vigila la casona.

– ¿Robert? Es solo un muchacho obsesionado con el tráfico de drogas. No es peligroso.

– Quiero su expediente – Me levanté del belgere acercándome a la puerta – que él lo lleve a mi casa.

– Mirina, no puedes usar esa camiseta aquí.

– Vete a la mierda Alfred – Salí por la puerta.

Me sonreí, me sentía como una estúpida cada vez que el barbón londinense enviaba algún mensaje o hacía alguna llamada.

Me había quitado recién las zapatillas y calcetines cuando tocaron a la puerta tres veces, sonreí victoriosa al encontrarme con el detective con el que días antes había estado husmeando afuera de la casona.

– Mi sargento me pidió que le trajera esto – Levantó una carpeta que venía sellada en papel transparente.

– Ese Alfred – Sonreí recargándome en la puerta y tomando la carpeta – siempre tan servicial ¿vas a pasar? – bajó la mirada para verme a los ojos, un metro noventa quizás media, de cuerpo claramente trabajado en un gimnasio se pasó la mano por la barba indeciso – Sin micrófono ni Armas – lo detuve dejando mi mano en su pecho para luego señalar la mesita afuera se arrancó el audífono y dejó ambas armas sobre la mesa.

– ¿Así? – Me hice a un lado para dejarlo pasar, alzó la mirada observando el interior de la casa – no se vuelve loca aquí.

– Ah ah – Señalé el frasco de vidrio lleno de dinero con un cartel que decía "no te vuelves loca aquí? Y variantes – cinco libras, son reglas de la casa – el hombre sonrió sacando su billetera para meter el papel dentro.

– Ni siquiera nos hemos presentado – Se acercó mientras yo abría el papel que plastificaba la carpeta.

– Yo sé quién es usted – Las hojas con el expediente hicieron que me sonriera – Es Robert Brown, nacido el treinta y uno de octubre de 1988 en Inverness, Escocía a las 21.30 en el hospital Raigmore. Madre inglesa, padre escocés, una hermana mayor. Tuvo la mejor calificación en la escuela de la policía y se convirtió en detective hace solo cinco añitos – me recargué en la encimera cerrando el expediente mientras él me observaba perplejo – Soy Mirina Doyle.

– También sé quién es usted.

– Hizo su tarea detective Brown, cuénteme.

– Su madre era reina de los gitanos aquí en Inglaterra, estaba casada con Melquiades y cuando conoció a su padre abandonó la caravana siendo desterrada y renegada por su pueblo y familia. Su padre murió cuando usted tenía ocho años y su madre se suicidó al año siguiente – Asentí – desde ese entonces la señora Shelby se hizo cargo de su cuidado y fue criada en la casa como una hija más. Thomas y usted iniciaron su romance cuando usted tenía dieciséis años y él veintiuno – Bajó la mirada sonriéndome – y comenzó a vender el afamado producto Shelby en las calles a los diecisiete. Luego de su fallido embarazo la relación con el líder de los peaky blinder comenzó a venirse abajo hasta que terminó completamente en marzo, de este año, hace ocho meses.

– Vaya – Exclamé acercándome a la mesa para servirle una taza de café se sentó frente a mi – si sabe tanto de nosotros porque nos espía.

– Tienen a todo el maldito departamento de policía comprado, nada pasa en Birmingham sin que ustedes no lo sepan, o lo autoricen, no negaré que lo que hacen por el crecimiento y la gente de la ciudad es bueno, pagan colegiaturas en universidades, apadrinaron el orfanato, donan dinero al hospital, dan trabajo bien remunerado a familias, etc. También han hecho cosas terribles, volver adictos a jóvenes adolescentes, matar personas, incendiar negocios.

– No sé de qué me está hablando – Me encogí de hombros bebiendo de mi té – ha de confundirnos con otra familia.

– Ustedes son los malos, Mirina, no nosotros.

– Claro que no somos los malos, la gente nos ama hacemos cosas buenas.

– Me gusta, eres lista. Dices todo y dices nada – Asintió observándome – Nada incriminador. Lo que me intriga bastante es el lugar que ha ocupado en esta seudopandilla claramente patriarcal que por alguna razón la tiene a usted como una diosa.

– Soy una maldita diosa. Soy parte de la familia.

– ¿Cómo se ganó su lugar ahí?

– ¿Te gustaria cogerme? – Su cara se contrajo, para dar paso a sus sonrojadas mejillas observándome.

– Yo...

– Si, si, estoy en servicio. Fuera – Respondí por él empujándolo fuera de la casa.

– ¿Seguirá en pie esa propuesta?

– No lo creo – Cerré la puerta en su cara.

Me restregué la frente observando a Thomas sentado en el escritorio leyendo el archivo, Arthur tras el belgere leía también, no lo veía desde hace meses, se había dejado el cabello y la barba larga, John me regaló una sonrisa guiñándome un ojo sentado sobre la orilla del escritorio, mientras Polly se paseaba de un lado a otro quemando un cigarrillo, Ada leía su copia cómodamente sentada en la poltrona tomando una taza de té. Sonreí cuando John se me acercó abriendo su cigarrera.

– ¿Qué pasa con Moira?

– Esa mujer es un misterio – Me encendió el cigarrillo para luego encender el suyo – ¿qué pasa con Solomons?

– ¿Cómo sabes eso?

– Sé muchas cosas. Como que tú rosada boquita sabe a fresas silvestres – Le di un codazo que lo hizo gemir atrayendo la atención del resto; Thomas me observó.

– ¿Alfred te dio esto?

– Ajá.

– ¿Qué dices de él? ¿Crees que es peligroso?

– Creo que por ahora no lo es – Expliqué aspirando el cigarrillo – pero el tipo es persistente, se las arreglará para encontrar algo con lo que incriminarnos. Está tras nosotros.

– ¿Qué sugieren? – Preguntó observándolos a todos.

– Volarle la cabeza – Dijo Arthur seriamente, John y yo reímos – es una molestia en el zapato ahora, no es gracioso, hermana – cerré la boca asintiendo.

– Ofrécele algo – Interrumpió Polly rodeando el escritorio para sentarse junto a Ada – compramos al departamento de policía, el muchacho es un recién llegado, debe haber algo que quiera, algo que necesite o algo con lo que pueda ser chantajeado.

– John, quiero que investigues al respecto – Ordenó Thomas observando a las puertas cuando Grace se adentró en un vestido maternal que dejaba ver su abultado vientre de casi siete meses. Sentí náuseas – ¿Qué sucede? – la rubia le hizo una señal para que saliera con ella del escritorio.

– ¿Todo bien? – Susurró John dejando su mano en mi espalda. Asentí.

– ¿Qué está sucediendo con Solomons? – Preguntó Polly observándome con una sonrisa, caminé hasta quedar en medio del escritorio.

– Tenemos tratado con él, Thomas ha enviado a algunos de nuestros chicos para trabajar en sus laboratorios y otros para vender nuestro producto en la capital, de igual forma Solomons, envío hombres para trabajar aquí y vender su producto. Obtendremos ganancias de su venta aquí y el de nuestra venta en Londres.

– ¿Cuánto?

– 35% ambos obtendremos lo mismo – Le respondí a Ada sonriéndole.

– ¿Y Changretta? – La voz de Arthur apareció junto a mi.

– Tommy puso el avión que compraste hace poco, Solomons al Piloto, y se comercializará producto de todos de manera internacional, las ganancias serán divididas en igual cantidad o dependiendo de quién exporte más producto – Guardé silencio observándolos.

– ¿Por qué Tommy no nos dice nada de esto? – Alzó la voz John notoriamente molesto – estuvo hace un mes en Italia y nadie sabía de los negocios con Changretta, digo, si sabíamos, pero no específicamente como son las cosas.

– Está ocupado con Grace y el resto de asuntos aquí.

– Siempre estás justificándolo, Mirina – Interrumpió Ada dejando los papeles sobre la mesa – no entiendo como puedes seguir haciéndolo luego de todo lo que ha sucedido.

– No tiene que ver lo que sucedió con nuestra relación sentimental, el trabajo es una cosa aparte.

– Maldito Thomas – Habló Arthur golpeando la mesa – es un verdadero imbécil, discúlpenme chicas – observó a Ada y a Polly – pero desde que la rubia llegó solamente hay mierda y más mierda en esta casa – guardé silencio bajando la mirada mientras Arthur Hablaba con cólera – Thomas está perdido, prácticamente no sabe cómo llevar a los peaky; tú has hecho todo desde que ella llegó, y no tendrías porqué hacerlo después de lo que pasó.

– Solo hago mi trabajo.

– No eres una empleada más Mirina – Interrumpió Polly levantándose a verme – eres una de las cabezas de nuestra institución y Thomas considera tu palabra más que cualquier otra antes de tomar acción en cualquier asunto – Dejó caer sus manos en mis hombros – has respondido con lealtad incondicional a nosotros aún cuando no tenías porqué seguir haciéndolo – Thomas estaba en las puertas con el semblante caído.

– ¿Podrian dejarme a solas con Mirina? – de inmediato todos comenzaron a salir del escritorio. Thomas cerró la puerta acercándose a mí – ¿corremos riesgo?

– No por el momento, pero yo tendría un plan b; transfiere dinero a cuentas en el extranjero, compra propiedades para asegurar el dinero retirémonos de las calles un rato. Podemos sobrevivir del dinero de la empresa, la exportación de carros, y la constructora – Tomó asiento cubriéndose los ojos, me apoye en el escritorio – ¿Qué tienes?

– Grace está volviéndome loco.

– Yo también estaría volviéndome loca si la ex de mi actual pareja no saliera de mi casa – Me observó largamente restregándose las mejillas.

– Es una desgracia que seas parte de esta casa desde hace milenios, es tan joder, siempre está susurrándome, que Polly esto, Ada aquello, John me observó de esta forma. Mirina aquí y allá – Lanzó un largo suspiro – lamento hablar así pero es una maldita víbora, susurrando, poniéndome en contra de todos, odio como te ve cuando entra en la habitación, ella busca ver cómo tu rostro se desfigura cuando la vez, lo disfruta.

– No creo que así sea.

– ¿Por qué lo haces? – Bajó la mirada – Quiero que te hagas cargo de los peaky blinders el tiempo que sea necesario, la verdad es que esta situación me tiene agobiado. Polly quiere que me case con ella, para no ensuciar más nuestro apellido, ella quiere que le dé el maldito anillo de mi madre ¡joder! – golpeó la mesa levantándose – "pídele el anillo, Tom, no tiene porque tenerlo" ¡mierda!

– Si quieres...

– No te atrevas a sacártelo – Me interrumpió cuando comencé sacar la cadena de mi cuello – aunque me muera ese anillo es tuyo, mi madre te lo dio a ti, no por ser mi novia, o por ser mi futura esposa, te lo dio a ti. Haré una boda civil – asentí viéndolo caminar por el escritorio, divagaba– pero antes de eso quiero que aceptes hacer el papeleo para cambiar tu apellido a Shelby...

– ¿Qué?

– Necesito que lo hagas.

– No podemos, estamos bajo investigación, si algo llega a suceder la única forma de zafarte es conmigo.

– Si no cambias tu apellido al nuestro, Grace hará lo que quiera con los peaky.

– Tú eres el líder, Tommy.

– No puedo dejar a Arthur al mando, los mataría a todos. John arruinaría los negocios, Ada es muy lista pero su intuición es terrible, Polly es mi mejor opción pero es demasiado impulsiva, Finn solo es un niño. Necesito mi apellido en tu nombre.

– Podemos hacer un contrato en el que me dejes a cargo sin necesidad de cambiar mi apellido.

– Es una opción que no había considerado.

– Porque tu mente está revuelta. ¿Cuándo será la boda?

– Este fin de semana.

– Volveré a Londres.

– Hice llegar un bouque y una corona de flores para el señor Solomons por la muerte de su madre – Sonreí.

– Si sabes que los judíos no usan flores en los funerales ¿verdad? – Se cubrió el rostro avergonzado – descuida seguro apreció tu gesto.

– ¿Pasa algo entre ustedes? – Se detuvo recargándose junto a mí en el escritorio.

– Algo así – Respondí sin observarlo, Thomas sonrió.

– Le presenté al amor de mi vida, su nuevo romance. ¡Joder! Me matas, Iri, me matas – Lo observé dejando mi mano en su hombro para besarlo en la mejilla.

– ¿Vendrás?

– No creo que ella me quiera ahí.

– Yo te quiero ahí, te necesito ahí, verte hará que al menos pueda imaginar que es a ti a quien leo mis votos.

– Ella te ama, Thomas.

– Y yo te amo a ti – Lo observé atentamente sin saber qué decir – por favor ven a la boda.

– ¿Puedo llevar a alguien?

– ¿Solomons?

– A menos que quieras que lleve al detective.

– Tu círculo social me da cáncer.

– Es por culpa de mi jefe, controla a las personas a las que puedo ver.

– Solomons estaba invitado de todas formas. Mañana firmaremos tu y yo – Asentí cuando estiró su brazo por sobre mis hombros para estrecharme – compra un vestido bonito.

– Bien – Lo besé en la mejilla caminando hacia la puerta.

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