Primera parte de la doble actualización.
Caminé, y caminé, y caminé, la casona de los Shelby quedaba a al menos treinta minutos de donde había dejado mi auto y la casa rodante, para cuando llevaba la mitad del camino el monzón cayó para coronar un día de mierda.
Me coloqué la sudadera negra que se empapó a los segundos de colocármelo. Me giré para ver tras de mí la camioneta que sonaba su claxon se detuvo a mi lado.
– ¿Quiere que la lleve? – Sonreí al ver a John con el labio roto.
– ¿Qué te pasó?
– Thomas me golpeó – Continuó diciendo sin dejar de conducir, detuvo el auto para dejarme subir – los Shelby se caen a pedazos desde que la rubia esa apareció, la detesto – me encogí de hombros.
– Finn me besó – Me coloqué el cinturón de seguridad sintiendo las palmadas de John sobre mi rodilla.
– Se le pasará – Me consoló observando la carretera.
– A veces quisiera tener amigas – Comenté recostándome en el asiento – no tengo con quien hablar una mierda.
– Gracias.
– Thomas se termina enterando de todo lo que tú y yo hablamos.
– No de todo, no sabe que te vi desnuda – Me guiñó el ojo mordiéndose la lengua – vivirá en mis recuerdos ahora.
– Tarado – Viró para meterse en el embalse deteniéndose frente a la casita rosada.
– ¿Qué harás mañana?
– Me iré a Londres. ¿Vienes a buscar mi casa?
– Claro. ¿Ha que vas?
– A olvidarme de tu maldito, bastardo, puerco, hermano – John rió – Dale esto a Thomas – me saqué la cadena que pendía de mi cuello sosteniendo un anillo con un enorme zafiro.
– Mirina, no. Mi madre quería que tú lo tuvieras – Dijo con un tono de voz muy triste – Yo no quiero que ella lo use.
– Me iré un tiempo – Me quité el cinturón observándolo con una sonrisa – cuando vuelva me habré deshecho de esta Mirina que solo sabe sufrir – me acerqué a él besándolo suavemente en la boca.
– ¿Qué haces?
– Quitándome el antojo. Ya casi he besado a todos los hombres de esta familia – John colocó su mano en mi cuello para besarme fuerte, comiéndome la boca me dio un suave mordisco en el labio cuando nos separamos – Nos vemos pronto – me besó en la frente sosteniendo el anillo en la palma de su mano. Bajé del auto.
**************
Toqué la puerta de la casona cargando la mochila en mi espalda, me había tardado hora y media llegar a Londres en el tren, había alquilado una suite en el primer hotel que había encontrado, había recorrido las calles a pie hasta llegar al afamado camden town donde antiguamente las mafias se habían dedicado a producir ilícitamente licor, hoy estaba rodeado de pubs y bares.
Volví a tocar acomodándome las mechas sueltas de cabello tras la oreja. Un muchacho moreno abrió la puerta observándome.
– Buscó al señor Solomons – Dije sonriendo.
– ¿Quién le busca?
– Mirina Doyle – Tomó su smartphone y texteó rápidamente – sígame.
Se metió por la oscura casa guiándome por el alargado pasillo dentro del lugar habían hombres con trajes plásticos y mujeres en ropa interior armando los paquetes de droga, subí por las escaleras chirriantes siguiendo al muchacho que abrió la puerta dejándome entrar para cerrar tras de mi.
– ¿Señor Solomons? – Llamé caminando por la amplia habitación con paredes repletas de anaqueles con libros, los ventanales sucios apenas dejaban entrar la luz por los visillos repletos de tierra – Joder, aquí aparece Drácula – Di un salto cuando escuché la cadena del retrete y la puerta se abrió dejándome ver a Alfie secándose las manos en el mandil azul que traía puesto.
– No esperaba verla tan pronto – Se acercó con una sonrisa besándome en la mejilla, temblé – ¿Cómo esta?
– Escapando, la verdad – Respondí siguiéndolo para sentarme en una de las poltronas frente al escritorio.
– ¿Problemas en el paraíso?
– Algo así.
– ¿Es por la rubia estirada embarazada?
– Qué rápido se sabe todo – Se encogió de hombros deslizando por la mesa una cajetilla de cigarros saqué un cilindro para prenderlo.
Alfie Solomons se levantó del escritorio acercándose a mí para tomarme con un solo brazo por la cintura, sentándome sobre el escritorio, antes de que pudiera pestañear me había quitado los jeans y bajadose los pantalones para escupir sobre su miembro y penetrarme con fuerza, embistiéndome una y otra vez, sosteniéndose a mi cintura con fuerza, sus labios besaban mi cuello dando pequeños mordiscos, mi piel se erizó cuando comenzó a gemir en mi oído, golpeándome con más fuerza, penetrandome más profundo.
– Me moría por cogerte – Susurró en mi oído...
– Mirina. Mirina – Sacudí la cabeza observando al hombre frente a mí que me observaba divertido, sentí las mejillas sonrojadas y me vi obligada a quitarme la pañoleta de calaveras negras que tenía enrollada en el cuello – ¿está bien?
– ¿Qué? Si, lo lamento. Estoy cansada por el viaje solamente – Mentí acomodándome en la poltrona, lamí mis labios – decidí aprovechar estos días libres que me tomé para comenzar con usted y su negocio.
– Que amable de su parte – Lo vi estirarse alzando los definidos brazos por sobre la cabeza, mi móvil vibró en el pantalón, observé la pantalla "Él Shelby" llamaba, envié a buzón – pero ya es un poco tarde para eso, qué tal si la invito a cenar. Conozco un lugar en el que preparan unos filetes maravillosos, y papitas que cambiarán su vida – Sonreí agarrando mi pañoleta cuando él se levantó tomando la chaqueta con la que lo había conocido, me dejó caminar delante de él dejando su mano tras mi cintura para salir de la casona.
Tenía una personalidad electrizante su voz era un poema épico sacado de las guerras vikingas, estaba completamente hipnotizada por sus movimientos, su sonrisa torcida hacia el lado izquierdo la forma en que acariciaba su cabello y su barba, me preguntaba si me vería como una estúpida mirándolo mientras charlaba con él, nunca había puesto tanta atención a algo tan trivial como el mundo de las motocicletas me removí en el asiento viendo a la mesera acercarse para dejar un vaso de whisky frente a él y un tequila margarita para mi.
– Gracias.
– Gracias, primor – Balbuceó observando descaradamente el redondo trasero de la muchacha, me observó – Lo lamento.
– Por favor, hay que admitir que tiene unas bellas posaderas – Sonreí bebiendo de mi copa – si no la veías tendría que hacerlo yo.
– Lo malo de este lugar es que se demoran un poco con la comida – Metió las manos en su chaqueta a un costado de los asientos que rodeaban la esquina en la que estábamos – ¿me acompañas con un cigarrillo? – me levanté caminando detrás de él podía ver como la camiseta blanca se traslucía un poco dejándome ver la espalda definida.
¿Podía tener algo malo este hombre? ¿Sería heterosexual? Quizás tenía algún tipo de parafilia, al menos sabía que no era vegetariano; abrió las puertas francesas para dejarle salir al balcón donde encendí mi cigarrillo acercándome al barandal para apoyarme en él observando hacia abajo.
– ¿Es tu restaurante?
– Si – Sonrió apoyando los codos en la balaustrada – en realidad no se tardan tanto, cuando volvamos probablemente estará servido, quería venir por un cigarrillo – Asentí escupiendo el humo – ¿vas a contarme acerca de Tommy rompecorazones Shelby? – Lo observé alzando una de mis cejas – no lo malinterpretes, pero veo en tu aura algo que la perturba.
– En mi aura.
– No solo los gitanos pueden ver esas cosas – Aspiró su cigarrillo para luego escupir el humo lentamente – No tienes que hacerlo, comprendo, no nos conocemos tanto.
– Thomas y yo estábamos juntos desde que yo tenía dieciséis años – Lo interrumpí sin observarlo, me acomodé el cabello – me pidió matrimonio hace como seis meses, y habíamos fijado fecha para el dieciséis del próximo mes – Suspiré al sentir como el nudo en mi garganta comenzaba a aflojarse – entonces vino aquí a Londres, tenía cosas pendientes contigo, y se encontró con la linda Grace en un bar, ella, ella siempre estuvo rondándolo, y Thomas no pudo controlar su maldito libido – me encogí de hombros – no me enteré de lo qué pasó hasta unos días después cuando su conciencia ya no contuvo más el secreto. Terminamos, recaímos y cuando pasó esto último al día siguiente supe que ella estaba preñada – era como si contar lo que había sucedido en voz alta liberada todo el dolor que había guardado – es reciente, ella tiene tres meses casi el mismo tiempo llevamos separados.
– Creía que Tommy era un tipo listo.
– Ya ve que no tanto – Sonreí aspirando el cigarrillo para cerrar los ojos – ha estado insistiendo en que volvamos y hagamos como si nada, pero es diferente, hay una criatura de por medio, y no tengo nada que hacer contra eso. Agradezco al universo que no sucediera luego de habernos casado.
– Al menos te mantienes positiva – Dejó caer su mano en mi espalda dando unas pequeñas palmaditas – ¿Qué harás al respecto? Digo, volverás con él.
– Creo que no soy tan estupida.
Cenamos, charlamos, reímos y por supuesto, bebimos. Continuaba hipnotizada por la forma en la que se expresaba y hablaba con la gente, los gestos machistas que yo consideraba caballerosos, dejándome pasar antes que él, sacando las sillas para que me sentara, estirando su mano a la mía para ayudarme a saltar los charcos de agua, yo era completamente capaz de ello, pero no me negaba a sus pequeñas atenciones.
Una cita, es lo que parecía.
– ¿Cuánto tiempo te quedarás en Londres? – Preguntó caminando a mi lado mientras lamía el helado de chocolate que le ensuciaba la barba.
– Aún no lo sé. No tengo planes de volver a Birmingham pronto, pensaba salir de la isla e ir a Europa – Mordí mi helado observando que a una cuadra estaba el hotel donde me quedaría.
– Iré a Italia en un par de días. Tengo unos amigos con los que quiero ver un par de negocios; quizás a los peaky blinders les interese.
– ¿De qué se trata?
– Invítame un trago en el bar de tu hotel y podemos hablarlo – Saqué mi teléfono para ver qué marcaba las dos de la mañana.
– Vale – Se quedó de pie a la entrada del edificio observándome – ¿no vienes?
– Así no, preciosa – Sonreí – dijiste que me invitarías.
– ¿Quisieras beber un trago conmigo? – Sentí mis mejillas sonrojarse, él sonrió cubriéndose el rostro como si se avergonzara – ya, vamos, no me hagas rogarte. Solo son negocios.
– Creí que esto había sido una cita – Torcí una sonrisa observando hacia otro lado – si era así creo que estaba saliendo bien.
– ¿Vendrás?
– Claro – Se detuvo junto a mi viéndome desde su prominente altura – me gusta ver como te sonrojas – Se metió al vestíbulo dejándome allí.
Joder, ¿me coqueteaba?