La clase de literatura había comenzado hacía media hora y yo seguía aburrida por lo fácil que me resultaba el tema. Esto me impulsaba a levantar la mano y contestar todas las preguntas del profe.
-Pss Lola- Carla me llamó la atención sin dejar de mirar al profesor.
-¿Que?- susurré de la misma forma.
-¿Sabes dónde está Martu?- preguntó seria, signo de que está preocupada.
Miré a mi alrededor y ví como su asiento, ubicado dos mesas atrás de nosotras. Estaba vacío.
-No, no la he visto desde que se fue a hablar con Adrian- fruncí los labios mirando hacia la puerta.
-Que raro che...Ella nunca falta una clase y mucho menos de literatura; su materia favorita.
-Voy a buscarla- y cómo si me hubieran escuchado, mi celular comenzó a vibrar en mi bolsillo.
Lo saqué de mi pantalón discretamente y ví el nombre de "Ana".
-Profe- levanté la mano interrumpiendo su atención.
-¿Quiere agregar algo a mi explicación, señorita Naviera?- preguntócon aire entusiasta.
-No, quisiera poder contestar el celular- dije mostrándole el aparato en mi mano -Es algo súper importante.
-Por su magnífica colaboración en clase la dejo- sonreí satisfecha y salí casi corriendo del aula.
Llamada Telefónica:
-¡Anita! Chiquita mi amor ¿Sabías que yo te amo?- dije contenta mientras me alejaba del curso.
-Ok...¿Estás drogada nena?- preguntó desde la otra línea.
-No boluda, solamente que me llamaste justamente cuando lo necesitaba.
-Ahhh y hablando de eso...Necesito que me hagas el favor de ir a buscar a las peques del jardín y llevarlas a la casa de un amiguito de ellas- dijo lentamente.
-¿Qué? ¿Es joda? ¿Y por qué no lo haces vos?
-Pues porque...- la interrumpí.
-No me digas que Brian te invitó a salir- insinué alzando una ceja.
-¿Qué? No- luego de un silencio se escuchó como suspiró -Bueno sí, sí me invitó ¡Pero necesito que me ayudes! Dale- estoy segura que hizo un puchero de suplica.
-Solamente porque me sacaste de clases- se escuchó como empezó a festejar, seguramente estaba bailando.
-¡Gracias!- alargó la "S" -Solo hay un pequeño inconveniente...
-¿Qué pasa ahora?- rodé los ojos.
-Ese nenito vive en la casa de los Morgan...- dijo suavemente.
Abrí los ojos como platos -¡¿Qué?!- grité sin darme cuenta. Algunos que estaban en el pasillo me miraron extrañados -¿Vos estás loca?
-El lado positivo es que, según tengo entendido, Scott no va a estar allí porque sale con sus amigos.
-¡Ana! Sabes perfectamente lo que pasó con él y lo que menos quiero ahora es encontrármelo en su casa- dije severa -Suficiente con verle la jeta acá.
-Dale por favor...Si lo haces te juro que te lo voy a pagar con cualquier cosa que necesites-
Sonreí como el Grinch, una vez más.
-¿Cualquier cosa?
-Si, cualquier cosa- replicó.
-Bueno dale, mándame la dirección por whatsapp.
-Te amo hermanita ¿Lo sabías?- sonreí negando.
-Si ajá, yo también. Chau y suerte en tu tonta "cita".
-By- dijo alegre para luego cortar la llamada.
Fin de la llamada telefónica.
Guardé mi celu en mi bolsillo y me dirigí al patio a buscar a Martu.
Como no estaba allí pregunté a unas chicas que estaban en unas bancas pero dijeron que no la habían visto.
Continué mi búsqueda por los baños, cuando escuché varios sollozos que despertaron mi curiosidad.
-¿Martu? ¿Estás acá?- golpeé la puerta de uno de los cubículos.
-Déjame sola Lola- se escuchó su voz quebrada desde el otro lado.
-¿Estás bien?- dije preocupada.
Abrí la puerta lentamente encontrando0me con una escena muy triste. Ella está sentada al lado del inodoro, con las rodillas apoyadas a su pecho, sus brazos rodeándolas y su cabeza escondida entre ellas.
-Martina...Ey ¿Qué pasó?- me agaché en frente de ella.
-Nada. Toda mi vida es una mierda. Eso es lo que pasa- dijo distante sin levantar la cabeza.
-Si es una mierda no vale la pena llorar o sentirse mal por culpa de ella, es más, deberías enfrentarla y demostrarle que sos una mujer fuerte y valiente.
-Vos no entendés- levantó la cabeza y me miró, dejando mostrar una mirada llena de dolor. -No entendés lo difícil que es para mí qué a él lo bese, qué a él le sonría, qué a él lo abrace y...Que a mí me ignore- se quedó mirando fijo a la nada mientras otra lágrima se le resbalaba por la mejilla.
"Alexa" pensé al instante.
-Ya no puedo más Lola...No soporto que me odie- sollozó nuevamente.
Fruncí el ceño -¿Odiar? ¿Por qué te odiaría ella si ni siquiera te conoce?- pregunté sorprendida.
Ella no dijo nada solo me miró en silencio.
-¿O...sí?- la miré confundida.
-Claro que nos conocemos- sonrió nostálgica -Éramos tan buenas amigas antes...Que ahora no hay día en que no me arrepienta de haber hecho lo que hice.
-¿Qué pasó?- le acaricié el pelo.
-Juré no decirle esto a nadie...Perdón- dijo parándose abruptamente.
-¡No!- la miré severa impidiéndole el paso para que se fuera -No voy a permitir que me ocultes la razón de tus lágrimas, además sos mi amiga y me encantaría saber que es lo que borra tu linda sonrisa.
Pasaron unos segundos en completo silencio de parte de las dos, hasta que suspirando ella comenzó:
-Años atrás, Alexa y yo tuvimos una amistad tan unida que nos consideramos hermanas. Con el paso del tiempo empecé a sentir cosas más fuertes por ella- tomó una bocanada de aire y continuó -Un día yo decidí confesarle lo que sentía por ella y entonces...- no pudo terminar porque se derrumbó en el suelo llorando.
Apenada y triste la ayudé a levantarse y la abracé fuertemente. Tan fuerte como me daban los brazos en mis ataques hace años.
-Shh, tranquila, todo va a estar bien- susurré acariciando su espalda.
-Ella solo me comenzó a evitar, a ignorar y se transformó en lo que hoy es: una completa desconocida que jamás me amará como lo hago yo.