SCARS

By EvelinRadcliff

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"Las únicas cicatrices que jamás sanarán son aquellas que no eres capaz de ver." Annaleigh Wild es una... More

Prólogo
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Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31.
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40.
Capítulo 41
42
Capítulo 43.
Capítulo 43 parte 2
Capítulo 44.
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48.
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Epílogo
One shot ganador.
LITTLE SCARS
C U A T R O.

15

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By EvelinRadcliff

«Quiero llegar a conocerte mejor.

Puedes contarme todos tus secretos.»

Get to know you – Jai Waetford.



Estaba sentada en una banca del patio del exterior esperando a Will. Me sentía ansiosa por verlo y por volver a tener esa desconocida sensación de placer que sentía al tenerlo cerca.

Había mucha gente que iba de un lado al otro, algunos caminaban con bandejas de comida y se sentaban en las pocas mesas vacías que había para disfrutar de su tardío almuerzo, había también muchos niños que se divertían con los juguetes que les daban de obsequio en algunas tiendas de comida por comprar su almuerzo en ellas. Reí al verlos tan contentos y felices gracias a un simple juguete de plástico.

Mientras seguía con la vista a un niño que corría con un pequeño Super Man en su mano, vi a Will doblar en la esquina que daba al ingreso del centro comercial y mi corazón se aceleró. Otra vez se veía demasiado bien. Llevaba puesta una camiseta como la que había usado hacía unos días con la inscripción Arctic Monkeys en ella, pero esta vez no tenía mangas, me propuse preguntarle qué o quiénes eran los que llevaban ese nombre y por qué le gustaba tanto. Vestía pantalones hasta las rodillas color negros y zapatillas del mismo color. Jamás lo había visto vestir con otro color que no fuera negro.

Caminó con seguridad hasta mi lado y se sentó junto a mí. Sonreí como una idiota al oler su delicioso aroma.

—Hola —saludé.

—Annaleigh, prefiero estar con cualquier persona a estar oliendo los gases de Daxton. La próxima vez deja que me encargue de él y quédate —dijo sonriendo mientras sacaba una etiqueta de cigarrillos del bolsillo de sus pantalones.

—¿Puedes no fumar? —pregunté mientras encendía el cigarrillo.

—Puedo, pero no me da la gana dejar de hacerlo —dio una calada a su cigarrillo y tras mantener el humo un momento dentro de su boca lo soltó en forma de O frente a mi rostro.

—Eres desagradable —me quejé mientras volteaba mi rostro y trataba de alejar el humo de mí.

—¿Pensaste que dejaré de hacer todo lo que hago solo porque me atraes? —preguntó con tono burlón—. Si es así, has alcanzado un nivel desconocido de ridiculez. Felicitaciones.

—No quiero que dejes de hacer lo que haces —dije volviendo mi vista a él con el ceño fruncido—. Lo único que te pido es que no fumes cuando estoy cerca, odio el humo del cigarrillo. Su olor es apestoso.

—Ya me lo has dicho —se encogió de hombros sin darle mucha importancia, eso me molestó—. Por cierto, ¿haces algo esta noche?

Mi corazón se aceleró una vez más y mi enfado desapareció en un instante. Quizá estaba pensando en invitarme a salir y llevarme a algún lado a cenar, o quizá a alguna discoteca... Cualquiera que fuera su idea no me negaría. Tenía demasiadas ganas de pasar tiempo con él y no podía creer que estuviera a punto de invitarme a algún lugar como si fuera una cita, como hacían la mayoría de los adolescentes, como hacía Halley, Brandon... en definitiva, como hacían todos a excepción de mí.

—¿Y? —preguntó impaciente.

—No —dije rápidamente.

—Quería invitarte a un lugar —comentó quitando la mirada de mis ojos—, es parecido a Dark Game, pero a este si puedo entrar. Irías como si fueras mi pareja. Sólo si quieres, por supuesto —volvió a darle otra calada a su cigarrillo y luego de soltar el humo volvió la mirada a mis ojos en busca de una respuesta.

Intenté que mi rostro no reflejara la decepción que sentía en el momento. Pensaba que el tema de las apuestas había quedado atrás, sólo había hecho eso para que Will me ayudara con el proyecto de historia y realmente no pensaba volver a meterme en algo como eso otra vez, pero como él había dicho, no iba a cambiar por mí, y me parecía bien ya que comenzó a gustarme por ser de esa manera sólo que... no me lo esperaba.

—Mejor olvídalo —dijo apoyando su espalda en el respaldo de la banca, mirando un punto inexistente tras apartar la mirada de mis ojos.

—Iré, es obvio que lo haré. Quiero pasar tiempo contigo, pero nunca pensé que me dirías eso.

—Déjame adivinar —pasó su dedo índice por su barbilla una y otra vez fingiendo pensar algo—, pensaste que te invitaría a hacer algo estúpidamente romántico y que iría a buscarte a tu casa con un ramo de flores, tus favoritas por supuesto. Yo llevaría puesto un esmoquin para impresionar a tu madre, aunque sinceramente no creo que deje de odiarme ni aunque me gane el Premio Nobel de la Paz.

—Idiota —murmuré lo suficiente alto para que me escuchara.

—No soy así, Annaleigh. Siento decepcionarte.

—¡Deja de llamarme Annaleigh como si estuvieras siempre enfadado conmigo! —dije levantándome de la banca.

—¿No es así como te llamas? —se paró a mi lado riendo, había algo en el dulce sonido que emitía al reír que me tranquilizaba.

—Claro, Holworth —dije y comencé a caminar hacia un café que había a unos metros de nosotros, me habían dado ganas de tomar algo.

Will me siguió en silencio hasta la tienda. Luego de entrar y comprar un refresco a base de café y chocolate me senté en una de las mesas que había en el interior junto a una ventana, ya me había cansado de oír tantas voces a la vez y había comenzado a molestarme un poco el calor excesivo que había afuera.

Will no pidió nada, pero se sentó frente a mí. Aunque trataba de no mirarlo me era imposible. Me sentía demasiada observada y su sonrisa burlona me enloquecía.

—Entonces —dijo—, ¿vendrás esta noche?

—Mi hermana está en casa por si no lo recuerdas —dije luego de darle un sorbo a mi bebida—. No creo que pase por alto mi ausencia en la noche.

—Oh, vamos. ¿Esa es la mejor excusa que tienes?

—No, también podría decirte que mi gato murió.

—Lo siento —dijo apenado.

—Pero el punto es que no tengo un gato —reí.

—Muy graciosa.

El teléfono de Will vibró sobre la mesa y él frunció el ceño al mirar la pantalla, aunque, de todos modos, deslizó su dedo por la pantalla y se llevó el teléfono al oído.

—¿Qué quieres? —espetó al contestar—. Claro. Sí, entiendo. Estaré ahí en un momento.

Cuando terminó la llamada metió el teléfono al bolsillo de sus pantalones y se levantó de la silla. Me miró un instante algo molesto, pero no cabían dudas de que no estaba molesto conmigo sino con algo que había tenido que ver con la llamada.

—¿Está todo bien? —pregunté levantándome de la silla y siguiéndolo hacia la salida.

—No —dijo tajante.

—¿Me dirás lo que sucede?

—No —respondió desacelerando su paso para caminar a mi lado—. Anna, no quiero que pienses que te oculto cosas, pero prefiero mantenerte lejos de los problemas, así no te pasará nada. Si no tienes información útil Charles no te hará daño, no le servirás. En cambio, si te digo lo que ocurre... —no continuó, pero tenía una idea de lo que sucedería si lo hacía.

Todo esto se trataba de aquél hombre desagradable que aún no conocía, pero solo saber que ponía de mal humor a Will y que arruinaba nuestros buenos momentos me enfurecía y llegaba a odiarlo.

No podía creer que un hombre fuera capaz de generar tanta presión y temor en otros como para que dejaran de hacer lo que estuvieran haciendo para prestar atención a lo que él decía y concentrarse en nada más que ello.

Me preocupaba la manera en la que Will actuaba cada vez que hablaba de Charles, me intrigaba qué era lo que aquél hombre le decía y con qué cosas lo amenazaba para que se pusiera de esa manera. ¿Sería capaz de meterse con su familia? Estaba casi segura de que sí lo haría... yo no pondría a mi madre en peligro y seguramente Will mucho menos a sus padres.

Caminamos en silencio hasta el aparcamiento en donde Will había aparcado su Range Rover a unos metros de la salida. Entramos en el auto, pero no comenzó a conducir.

—Anna, ponte el cinturón —ordenó.

Le hice caso y me coloqué el cinturón de seguridad. Me intrigaba el por qué siempre se aseguraba que lo tuviera puesto, pero él nunca se lo ponía.

—Will —dije cuando salió del aparcamiento.

—¿Qué sucede? —dijo con suavidad, aunque parecía estar demasiado tenso.

—¿Tu familia está en peligro? —pregunté observando su rostro concentrado en la carretera.

—No —respondió.

—¿Qué quiere Charles entonces? ¿Por qué te preocupas tanto?

—Anna, dije que no hablaré sobre el tema.

—Pero quiero saber.

—Y yo quiero que estés a salvo, pero no lo estarás si te lo digo. No insistas —ahora hablaba con brusquedad.

Me estremecí por el tono de su voz. Me gustaba que se preocupara por mí, pero no creía que el tal Charles se enterara de mi existencia. Sólo había pasado por su amado pub una sola vez y no creía volver a hacerlo, al menos no hasta que Will estuviera seguro de que no me pasaría nada malo. No obstante, no era eso lo que él pensaba y seguiría firme con su decisión de mantenerme alejada e ignorante de todo lo que sucedía con Charles.

Miré por la ventanilla del auto para distraerme, pero el nombre de Charles y la imagen de un tipo asqueroso con una sonrisa sínica no se borraban de mi mente... a pesar de que no lo conocía, esa era la imagen que tenía de él.

Cuando por fin llegamos a la entrada de casa no me bajé y me quedé contemplando el perfil de Will. Quería pasar más tiempo con él y que no se fuera.

—¿Estás seguro que no puedes decirle a alguien más que haga las cosas por ti? Sólo por hoy —insistí.

—Anna —suspiró y volteó a mirarme—, no vuelvas a decir eso porque me bajaré contigo y entraré como un ladrón a tu habitación para que tu madre no me vea.

—Quédate —insistí una vez más.

—Tu madre...

—Ella no está.

—Tampoco estaba cuando vinimos a hacer el proyecto —dijo molesto.

—Por favor —insistí.

—Loco, me vuelves loco —dijo al igual que hacía un par de horas mientras negaba con la cabeza.

Reí mientras él llamaba a Daxton para decirle que se encargara de todo.

—En serio Daxton, tengo cosas importantes que hacer, es sólo por hoy. ¡Que no estoy con putas! —dijo molesto—. Ocúpate de Charles. A la noche hablamos.

Largué una gran carcajada cuando terminó la llamada. Daxton era demasiado gracioso.

Will dejó su auto en la esquina de la calle para que mi madre no se diera cuenta de que había algo que andaba mal si llegaba a casa y él aún se encontraba ahí.

Bajamos del auto y caminamos juntos hacia la casa aun riendo por lo que había dicho Daxton.

Le indiqué a Will que rodeara el patio de la casa y que entrara por la ventana de mi habitación para no arriesgarnos a que Jennifer o Matthew lo vieran. Siguió mis indicaciones y yo entré a la casa.

Al parecer mi hermana y Matt se habían pasado por otro lugar antes de venir a casa y mi madre y Dan aún estaban fuera ya que lo único que se podía oír era un silencio absoluto.

Caminé rápidamente a mi habitación y cerré con seguro, no quería que por algún motivo alguien entrara a mi habitación y me encontrara con Will dentro.

Al voltear lo vi del otro lado de la ventana, estaba cerrada para que el ambiente se mantuviera fresco por el aire acondicionado. Me apresuré a abrirla porque Will esperaba impaciente; cuando lo hice, él entró ágilmente y se sentó al final de mi cama.

Me quedé parada junto a la ventana. No sabía qué hacer. Jamás había llevado a un chico a mi habitación que no fuera Brandon, pero esto era diferente, a él lo veía como un hermano y Will me atraía de una manera inexplicable, quería besarlo en todo momento y no separarme de él, pero era demasiado apresurado, al menos para mí. Hacía menos de veinticuatro horas que habíamos confesado que nos sentíamos atraídos el uno por el otro. A pesar de que anteriormente habíamos estado diciéndonos las cosas indirectamente, todo estaba sucediendo a una velocidad irreal.

—Así que esta es tu habitación —dijo rompiendo el silencio y observando todo a su alrededor—. Me impresiona, me esperaba un cuarto rosado.

Las paredes de mi cuarto eran de color blanco y el piso era de un parqué color claro. Tenía algunos cuadros de marco negro con fotografías colgadas, un escritorio y una silla color blanco junto a la ventana, el armario y el buró también blanco, una pequeña biblioteca junto a la puerta del baño y mi cama con dos las mesitas de luz a sus costados.

—Linda foto —dijo tajante y señaló una en la que Brandon y yo estábamos abrazados.

—Lo sé —dije para molestarlo, aunque él sólo se limitó a mirarme—. ¿Qué significa Arctic Monkeys? —pregunté tratando de comenzar una conversación que no fuera conflictiva.

—Es el nombre mi banda favorita —dijo con una sonrisa, de esas que tanto me gustaban.

—¿Hacen buena música? —pregunté sentándome a su lado.

—¿No los has escuchado? Dime que estás bromeando conmigo —negué con la cabeza—. ¿Qué tipo de música se supone que escuchas?

—Nada en especial, sólo lo que pasan en la radio —me encogí de hombros.

—Es por eso que vas a lugares como Movin' On —dijo divertido negando con la cabeza.

—Bueno, al menos no voy a hacer apuestas cada noche... ¿tus padres nunca te dan dinero? ¿Por qué lo haces?

—No quiero hablar de mis padres —dijo con dureza.

Al parecer Will no se llevaba muy bien con ellos y por eso siempre estaba fuera de casa y tenía un departamento en el que solía pasar el tiempo, aunque me había dicho que sólo lo usaba para llevar chicas... todo me parecía muy extraño, pero respetaba su decisión si no quería hablar de ellos, al igual que yo querría que él hiciera si me preguntara por mi padre.

—¿Quieres que te haga un sándwich? —pregunté observando cómo su mandíbula se había tensado.

—Lo único que quiero ahora es besarte —dijo con una sonrisa torcida, pero noté que no llegaba a sus ojos.

Me sentí algo mal por haber hablado de algo que le disgustaba, pero a fin de cuentas yo no sabía que él tenía problemas con sus padres. No era mi intención que dejara de estar divertido y pasara a estar tenso.

Me acerqué más a él y acaricié su hermoso rostro con mi mano derecha mientras miraba sus ojos... se veía tan vulnerable.

Lamí mis labios cuando mis ojos se posaron en los suyos. Era increíble el efecto que Will estaba causando en mí siendo que acababa de conocerlo y no sabía nada sobre él.

—Perdóname —dije quitando mi mano de su rostro.

—¿Qué dices? —preguntó confundido.

—No quise que te pusieras así, pero no conozco nada sobre ti. No sé qué te gusta, qué no, qué te alegra o qué te entristece —llevé la vista a mis manos.

—No te preocupes.

—Me preocupo —dije volviendo la mirada a él. Will me miraba con el ceño fruncido.

—No deberías.

—Entonces tu tampoco, pero lo haces.

—Annaleigh, cállate —resopló.

Me sentía como una niña cuando la regañaban, ¿qué estaba haciendo mal ahora? Me hubiera encantado conocer más a Will, haberle prestado más atención desde que había comenzado el año escolar, pero en cambio había tratado de mantenerme alejada de él desde que supe de su existencia. Pensaba que era un problema, pero ahora más que un problema lo veía como una necesidad. Lo necesitaba, necesitaba estar tan cerca de él como fuera posible.

No pude controlar más mis ganas de besarlo y lo hice. Él me siguió al instante rosando mi labio superior, luego el inferior y luego saqueó mi boca por completo. Sin separarnos me tomó por la cintura y me sentó de lado sobre su regazo. Ahora estábamos más cómodos y más cercanos. Con un brazo rodeaba mi cintura y con la otra acariciaba mi mejilla. Yo rodeaba su cuello con ambos brazos. Me sentía en el paraíso.

—No tienes que preocuparte por mí, pero por favor se prudente —susurró en mis labios.

Sabía que lo que decía tenía que ver con Charles, pero estaba segura de que no pasaría nada. No había manera de que alguien descubriera que yo tenía relación con Will o con Daxton a no ser las personas que estaban cerca de nosotros, y ninguno de ellos era aquel asqueroso hombre.

—¿Sigue en pie la invitación de esta noche? —pregunté sin levantarme de su regazo, su cercanía me hacía sentir demasiado bien.

—Sólo si tú quieres —susurró en mi cuello.

—Ayúdame a escoger qué ponerme —dije parándome con pocas ganas.

—¿Crees que tengo más sentido de la moda que una chica? —rió mientras me seguía en dirección a mi armario.

—Quiero verme bien para ti.

Él no dijo nada y me arrepentí de haber dicho eso. Me sentí completamente incómoda y avergonzada. Tenía que comenzar a dejar algunas cosas para mi mente y no decir todo lo que se me viniera a la cabeza.

Abrí las puertas del armario en donde se encontraban todos mis vestidos. Will los miraba detenidamente pero no se acercaba a tocarlos o a mirar cómo se veían de frente.

—Ponte el azul —dijo señalando uno de los vestidos.

—Es mi favorito —dije sonriente.

—Seguramente porque el azul es tu color favorito —fruncí el ceño al oírlo.

—¿Cómo es que sabes eso?

—Me lo dijiste cuando estabas ebria —explicó.

—¿Qué más te he dicho?

—Nada importante, sólo eso. Luego te quedaste dormida.

—Claro, nada importante. Sólo te dije que me gustabas demasiado. Nada importante —repetí.

—Oh, esa parte sí ha sido importante.

—Seguro —estaba enfada y no entendía por qué.

—Annaleigh —dijo.

—¿Qué quieres? —volteé a mirarlo.

Me tomó de la cintura, me acercó a él y volvió a besarme. ¡Ya iban tres besos en un día! No podía creer que estaba contando las veces que nos besábamos, ¿lo seguiría haciendo cada día? ¿Me causaría esa placentera vibración cada vez que lo tenía cerca? Eso esperaba.

Me puse de puntillas para besarlo mejor. Él lo hacía con tanta intensidad que comencé a caminar hacia atrás, chocamos con la cama y caímos sobre ella. Él estaba sobre mi... lo quería de una manera que nunca antes había querido a un muchacho.

Comencé a bajar mis manos por su espalda mientras él me acariciaba el cabello, pero de repente se separó de mí con brusquedad.

—No —dijo sentándose a un lado de la cama y poniendo la cabeza entre sus manos.

—¿Qué sucede? —pregunté sentándome a su lado.

—Debo controlarme.

—No comprendo.

—No quiero lastimarte.

—Sólo estábamos besándonos.

—Sí, acostados en tu cama. Todos sabemos a lo que nos lleva eso —no hacían faltas más aplicaciones. Sabía a qué se refería.

Ahora comprendía por qué todos los padres no quieren que sus hijas no lleven muchachos a sus habitaciones. Nunca antes me había pasado, pero de todos modos me sentía bien al saber que Will se había controlado y había frenado antes de que algo pasara porque, honestamente, si no lo hubiera dicho yo no lo hubiera detenido.

El timbre de la casa sonó mientras estábamos en silencio, pero decidí no atender. Will tenía la vista clavada en el suelo y me sentía mal de que estuviera así por mi culpa.

Ahora el que molestaba era el sonido de mi teléfono. Lo saqué de mi bolsillo y miré la pantalla. Respondí con pocas ganas.

—¿Dónde rayos estás? —Escuché la voz de mi mejor amigo—. Estoy en la puerta de tu casa y nada me atiende.

—Lo siento, Brandon. Tenía los audífonos puestos y no he oído nada —mentí.

—¿Qué esperas para abrirme?

—Dame un minuto.

Terminé la llamada y miré a Will, quien parecía estar molesto.

—Creo que será mejor que me vaya —dijo levantándose de la cama.

—Lo siento —murmuré.

—Te veré esta noche. No te librarás de mí tan fácilmente —sonrió, pero otra vez la sonrisa no llegaba a sus ojos.

—Adiós —dije sin ganas. No quería que se fuera.

—Adiós —plantó un beso en mi frente y salió por la ventana.

Corrí a abrirle la puerta a Brandon para que no viera salir a Will.

—Hola —dije y lo invité a pasar.

—Finalmente —se quejó en broma y entró a la casa.

Nos dirigimos a la sala y nos sentamos en el sofá. Brandon comenzó a contarme lo que había hecho el sábado luego de que me fui, pero no le prestaba mucha atención, sólo pensaba en Will.

—Entonces un extraterrestre bajó y nos sacó las cabezas uno por uno... ¡Annaleigh, no me estás escuchando! —gritó haciendo que volviera a la realidad.

—Claro que sí.

—¿Qué he dicho? —preguntó. Ya no podía seguir mintiendo, no había escuchado ni una palabra de lo que había dicho.

—Está bien, estoy algo distraída

—Dime que no estás pensando en Holworth.

—No —mentí.

—¿Entonces?

—Estaba pensando en la boda de Jennifer. Hoy he elegido el vestido y no sé si a todos les gustará —últimamente mentir se me daba muy bien.

—Oh, claro que sí, Anna.

—Eso espero. Ahora cuéntame lo que decías, prometo escucharte.

—Decía que el sábado he conocido a una chica.

—Oh, Brandon, por favor dime que no es como Natalie porque no volveré a besarte para que te libres de una chica otra vez.

—¿Me crees tan tonto para volver a salir con alguien como ella? —rió.

—Honestamente... sí.

—¡Vaya amiga!

—Sólo intento ser lo más sincera posible —reí.

Brandon me contó con toda confianza sobre su nueva chica. No me sorprendía lo rápido que había dejado de lado lo que sentía por Natalie y comenzaba a tener nuevos sentimientos hacia su nueva conquista. Me estremecí al pensar que a Will le podría pasar lo mismo conmigo. Se cansaría de mí, de tener que estar protegiéndome todo el tiempo porque supone un peligro para mí y me dejaría por otra más, tal como Brandon lo había hecho con Natalie.

Aunque traté de escuchar con mucha atención lo que mi amigo decía, solo escuché la mitad de las cosas porque no podía dejar de pensar en Will. La chica se llamaba Madison, era una morena alta y con curvas, según Brandon, perfectas. Tenía nuestra edad, pero iba a otra secundaria, era la prima de uno de sus compañeros de baloncesto y vivía a diez minutos del centro de Los Ángeles.

Brandon sonaba muy entusiasmado, pero había actuado de la misma manera cuando conoció a Natalie y sabía que había muchas probabilidades de que Madison fuera como Natalie en su escuela.

—Siento que estoy enamorado, fue como amor a primera vista. Creo que es porque ella es diferente a todas las chicas que he conocido antes —dijo con los ojos brillantes.

Diferente...

Will había dicho lo mismo de mí, que era diferente a todas las chicas, entonces quizá él también se sentía como Brandon, enamorado de mí. O quizá todo lo contrario ya que ellos no se parecían en nada. Quizá Will lo único que sentía era una atracción como la que cualquier chico siente por una chica tras pasar algo de tiempo juntos.

De nuevo la idea de que me usaba para sus apuestas volvió a mi mente. Eso me frustraba y me hacía sentir pésima, ¿podía hacerlo y fingir tan bien que sentía algo más por mí? Ojalá me equivocara.

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