Es mío

By Cambril

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Mia solo quería seguir su vida como estaba haciéndolo hasta ese momento, la única preocupación era mantener s... More

Es mío
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capítulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capítulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33

Capitulo 10

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By Cambril

PIII PIII PIII

El timbre, quién será...

Me dirigí hacia la puerta pensando quien me podría llamar a estas horas, más bien tenía esperanza que Adenilton hubiera recapacitado, después de casi dos años juntos con convivencia incluida me esperaba algo más de él. No es que yo lo mantuviera, bueno en parte si, no pagaba ni alquiler ni luz ni agua, pero él era el que hacía la compra, limpiaba la casa y la mantenía ordenada.

-¡Hola! Buenos días, espero no a verte despertado cielo.

-Buenos días señora Graice, por supuesto que no, ¿un café?

-No, no preciosa solo vengo a pedirte un poco de Maicena, voy a hacer un gran bizcocho y se me ha olvidado la Maicena.

-Claro ahora se lo doy.

Fui a la cocina, y le di un sobre de Maicena, era una vecina estupenda, su marido murió hace unos años, era un soldado de la segunda guerra mundial, la señora Graice dijo que su marido nunca hablaba bien de la guerra o de sus superiores, decía que no le gustaba que le diesen órdenes. La casa de la señora Graice es como la mia, salvo por ese olor a muebles viejos y cuadros por todas las paredes recordando el pasado que una vez fue mejor.

PII PIII PII

Pero qué...

-¿Señora Graice se ha olvidado algo?- Mia se volvió del cuarto del bebé para abrirle la puerta murmurando que tendría que volver a calentarse el café.

-Hola

-¿Jace? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabes donde vivo?

-Hola Mia, pues quería hacerte una visita ya sabes que el otro día no pude ir a comer y te lo quería compensar invitándote hoy a comer.

-¿Cómo sabes donde vivo?-Mia le miraba como si fuera una profesora preguntando la cosa más difícil de responder.

-Bueno, tenemos la ficha de todos los clientes. ¿Puedo pasar? ¿O interrumpo algo? Discúlpame si es así, yo no pensé que tendrías visita, me iré, perdóname.

-¿Qué? Jace espera, no tengo visita, ven pasa. ¿Quieres una taza de café?

-Claro.

Mia se fue a la cocina, y Jace la siguió mirando el piso, era pequeño, el cuarto de estar junto a la puerta y la cocina en el cuarto de estar, un estrecho pasillo que salía de la cocina y dirigía hacia cuatro habitaciones, Jace se sorprendería si en alguna había más de cinco metros. Mia le tendió el café y se dirigió hacia el sillón, hasta que recordó que quería tomarse la taza de café en el cuarto del bebé, así que retrocedió y se dirigió hacia allí ante un obediente Jace, que le seguía en silencio.

La primera habitación era la de el bebé y Jace entró detrás de Mia, esta se sentó en el suelo y le ofreció a Jace la silla.

-Bueno, y qué te trae por aquí Jace.

-Ya te he comentado quiero invitarte a comer.

-No voy a salir contigo Jace, mi prioridad es mi hijo.

Jace se asombró ante tal respuesta y no pudo sino otra cosa que reír.

-No quiero que salgas conmigo Mia, quiero que me dejes llevarte a comer, créeme no eres mi tipo. Todavía no he encontrado a mi tipo.

-¿Eres gay?

-No, no soy gay Mia, pero no he encontrado a la persona adecuada.

-Pero eres mayor.

-Bueno solo tengo un par de años más que tú. Dime este es el cuarto del bebé.

Una sonrisa muy grande llegó a la cara de Mia ante la simple mención de la criatura.

-Sí, ayer le compré esta alfombra y esos dos bodies, me falta traer la cuna y las demás pertenencias de casa de Emma, y comprarle un armario. También intenté ayer meter el sofá pequeño del salón pero no me entró por la puerta, así que coloqué esa silla. Quizás debería pintar el cuarto de azul.

-Si quieres yo te puedo ayudar.

-¡Oh! No, no quisiera molestarte además yo puedo, pero muchas gracias Jace. Me voy a duchar, me cambio y salimos.

Mia cogió las dos tazas de café las depositó en el fregadero y se dirigió hacia el pequeño baño, donde una ducha fría la relajaría y aclararía por qué su querido abogado había ido a verla. Quizás solo era por la comida, pero había algo que no le cuadraba.

Jace mientras tanto se quedó en ese pequeño cuarto del bebé, donde aún faltaban muchas cosas por hacer, pero se dijo que el bebé allí sería feliz. Sonrió para sí, al recordar a su hermano, él estaría en la casa de sus padres haciéndoles frente, mientras el se iba a comer con Mia, estaba seguro que su hermano se enteraría, tan seguro como que nada más hacerlo le llamaría por teléfono exigiéndole no sé cuantas estúpidas cosas.

La comida transcurrió tranquila, fuimos a un pequeño restaurante italiano, era el mejor en preparar pizza, nos trajeron una de barbacoa con extra de beicon y queso que sorprendentemente devoramos rapidísimo aunque le  quité el último trozo a Jace y este empezó a reír. Fue una salida muy agradable, Jace me dejo en el piso y, aseguró que como abogado mío que era tenía que acompañarme junto al administrador de los señores Stone.

Me fui directa a cambiarme. Mañana sería un día duro, lo presentía.

El lunes empezó como todos los lunes, con café irlandés para el jefe y café con leche para mí. Lo saboreaba sin dejar de mirar al dichoso ordenador que parecía que hoy no se quería encender, así fue. Tuve que llamar al técnico y me dejó un portátil en sustitución, nunca pensé que un ordenador iría tan rápido. Me fui a comer con las chicas, y de pronto ya era hora de salir, había quedado dentro de media hora en mi piso con el administrador y Jace vendría a recogerme en su coche.

Digamos que cuando baje a bajo y vi su coche, me quedé sorprendida, no era un coche desbordantemente lujoso, sino era un BMW serie 1, cuatro puertas, negro y con una graciosa antena plateada. Nada que ver con el coche de su hermano al que incluye chofer.

Al llegar a mi apartamento había un hombre pequeño, medio calvo y con un bigote muy grande, era el administrador, entramos en mi piso ofrecí café y mientras tomábamos café el señor administrador empezó a husmear en mi piso.  Tan solo dijo que era demasiado pequeño, a lo que yo le conteste que para un bebé sobraba y que estaría bien en un piso pequeño donde pudiera vigilarlo y no en uno grande como el de Emma donde no me sentiría cómoda estando allí, había demasiados recuerdos.

-Comprendo que no quiera estar en el piso de su amiga pero, ¿cogerá algo para el niño?

-Sí, había pensado cogerle la cuna y la ropita que compramos cuando iba a nacer, mucha de ella no le cabrá a estas alturas, pero estoy segura que los pañales, bodies, biberones y demás utensilios que le compramos sí que servirán.

-Bien, esta es la llave, puede ir mañana y coger lo que necesite, pero me tiene que poner en una hoja de inventario todo aquello que coja y mandármelo vía fax a esta dirección.

Le entregó a Mia su tarjeta y decidió que ya era hora de irse, dejando a Mia y a Jace solos, mientras Mia miraba la llave que estaba encima de la mesita del salón con angustia.

-Mia, yo te acompañaré mañana, te pasaré a buscar al trabajo con ropa cómoda, y te ayudaré a hacer la mudanza.

Jace, la llevó hasta la cama, donde ella se metió sin quitarse la ropa y con una cara muy triste, donde tan solo pensar volver a entrar a casa de su amiga le partía el corazón. Jace la arropó y le dio un beso de buenas noches, diciendo que mañana se encontraría más fuerte para afrontarlo.

No pudo estar más desatinado, la mañana siguiente Mia estaba nerviosa, no sabía hacer una simple fotocopia, la Srta. Yuri le había gritado delante de sus compañeros y le había puesto en ridículo. Se escondió en el baño hasta que diese la hora de salir, no estaba dispuesta a ver otra vez a esa arpía.

Jace como el día anterior estaba esperándole con una gran sonrisa, le dio dos besos e intentó que no se notara la tensión que había en el coche. Cuando entraron a ese piso, todo tipo de sensaciones le hicieron echarse hacia atrás, donde Jace la agarró por lo hombros y despacio le adentró hacia dentro.

El apartamento de Emma, era mucho más grande que el de Mia, estaba situado a pocas manzanas de su piso, pero era un barrio mucho mejor que el suyo. Tenía un amplio salón, con unos ventanales que daban a una pequeña terraza donde había una mesa y dos butacas. El salón en tonos negros y naranjas, daba cuenta de la clase de persona que era Emma, le gustaba llamar la atención pero con gusto. Los sillones eran negros de piel, donde hacían juego con la vitrina naranja tenue que resguardaba la televisión de plasma, así como una mesita de cristal. El siguiente cuarto era un pequeño cuarto de baño de color pistacho, donde tan solo cabía una persona, eso sí con un gran espejo. La cocina era del mismo color que el salón, un naranja ligero, envolvía los electrodomésticos negros. El cuarto al que se dirigían era muy luminoso, de color rosa, donde una cuna y montones de ropa, pañales y bodies, sobre salían de un armario corredizo.

Mia se dirigió hacia allí, empezó a montar las cajas de cartón que habían llevado y a meter toda la ropita con ayuda de Jace. Jace desmontó la cuna, con ayuda de Mia, la verdad que no era tan difícil, pero estaba apretada muy dura y Mia no podía. Apuntaron en una hoja todo lo que cogieron para mandársela al administrador. Cuando se iban, Mia quiso entrar en el cuarto de Emma, salió con un porta retratos azul intenso, cerró la puerta después de echar un vistazo y se fueron a casa de ella cargados.

La verdad, que no sabía que le habían comprado tanta ropa, todo le parecía poco a Emma y al final acabaron por comprarle la tienda entera. Jace montó la cuna mientras, Mia le daba ordenes de como lo tenían que hacer, mirando a las fotos que habían echado por si tenían dudas. Después de una hora, consiguieron que no sobrase ni faltase ningún tornillo. Mia invitó a Jace a cenar en el piso y, después de una gran ensalada y varios lomos con pimientos, Jace se fue a la casa familiar.

Mia se lo había pasado bien montando la cuna con Jace, había sido un gran apoyo cuando entró en casa de Emma, sin él, probablemente no lo hubiese hecho, no se hubiese atrevido a entrar, él le ayudó y le cuidó en aquellos minutos que lloró, sin importarle nada más, él solamente le había acariciado la espalda y le había dicho que todo dolor pasa. La verdad que se había portado muy bien con ella y, quería agradecérselo.

Se despidió de ese día mientras daba un ligero beso a sus dedos índice y corazón, y los depositaba en aquel porta retratos azul intenso donde salía Emma y ella en su graduación. Primeras de la clase, mejores amigas y hermanas de la vida.

"El más difícil no es el primer beso, sino el último. Paul Géraldy"

 ______________________________________

Bueno, rápidamente he realizado este capítulo. Espero que no haya ningún fallo y que os guste, se que no descubre muchas cosas en este último, pero pronto empezará a desvelarse ciertos, secretos. 

Os dejo una fotito de Jace, a mi me ha enamorado ¿y a ti?

Gracias por leer y por votar. Un beso enoooooorme =)

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