Demons (2° y 3° temporada) [...

By happin3ss

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Las cosas cada vez estaban peor. Estaban en una búsqueda desesperada por sus amigos, al mismo tiempo en que... More

Deseos.
Un sentimiento nuevo.
Propiedad.
Propuesta.
Lágrimas.
Aumento.
Nacimiento.
Sin retorno.
Demonios dormidos.
Luna de fuego y sangre. (Parte uno)
Luna de fuego y sangre. (Segunda parte)
Luna de fuego y sangre. (Última parte)
Nieve primaveral.
Padre.
Recuerdos de fuego, sangre y lágrimas.
Con la fuerza de mil trescientos gigantes.
Caballero de fuego. (Primera parte)
Caballero de fuego. (Segunda parte)
Buenos momentos.
El rey de las Sombras.
Una explicación.
Demoníaco.
Hermanos de Sangre. (Primera parte)
Hermanos de Sangre. (Segunda parte)
Una nueva víctima.
Guardián de las puertas del Cielo.
Llamas del Infierno. (Primera parte)
Llamas del Infierno. (Segunda parte)
Llamas del infierno. (Parte final)
Sangre de ángeles.
Primer aliento.
Epílogo. ChanKai./El indeciso rey de las tinieblas./

Ataque.

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By happin3ss

Pst. Hey. Pst. Lucifer.


El hombre pelirrojo se detuvo en seco cuando unas suaves voces femeninas se escucharon en medio de la pequeña brisa que se colaba entre los enormes troncos de los árboles en el patio trasero de los Kim.

Miró de un lado a otro, percatándose de que sus pisadas habían quedado marcadas en la nieve, creando círculos irregulares que le hacían darse cuenta de lo ansioso que estaba.

Unas risas suaves se dejaron escuchar segundos antes de que una chica alta, de cabello negro y lacio, se asomara por detrás de un tronco.

ChangMin parpadeó rápido, aumentando su confusión cuando cuatro chicas más aparecieron del mismo modo. Con sus hombros desnudos y, parte de sus cabellos, sucios con algo de nieve.

Dio un respingo cuando una de las chicas avanzó hacia él. Un par de segundos más y una sonrisa se formó en los labios del demonio.


—¡Dríadas! Nunca había tenido la suerte de ver una en persona.


—Y eso que eres el rey de las tinieblas.


La chica rubia que tenía un peinado alto, le sonrió, manteniendo las manos en su espalda en un gesto corporal demasiado inocente. ChagMin hizo una leve venia con su cabeza en señal de respeto.


—¿A qué se debe el honor?


ChangMin preguntó de inmediato. La calma que inundaba su voz no iba acorde con la forma en que movía sus dedos.

Las chicas se miraron entre sí, y la de negro cabello, la más alta, dio un paso al frente.


—Nos gustaría conversar contigo de cosas más... ¿Divertidas? Pero ahora tenemos algo importante que decirte.


El pelirrojo arqueó una de sus cejas. El cambio de actitud de la chica, pasando de una alegría extrema a una sombría mirada, fue escalofriante y extremadamente preocupante.


—¿A qué te refieres?


—El bosque lo sabe todo. Los árboles saben que no has pisado el infierno en más de veinticuatro horas y que eso te debilita. La naturaleza nos grita que estás preocupado y la tierra nos dice que ellos ya están acá.


ChangMin volvió a parpadear rápido cuando la Dríada habló. Pasaron segundos en los que una fuerte ráfaga de viento les agitó los cabellos y alzó la negra chaqueta del hombre que, en ese preciso instante, entendió lo que la chica le había dicho.

Una expresión de pánico se adueñó de su rostro. Su ceño terminó fruncido y sus manos empuñadas a los costados de su cuerpo.


—Pero... ¿Cómo? ¿Por dónde? Joder. Joder.


Bufó tal y como un animal furioso, haciendo que las chicas frente a él se miraran de reojo.


—Hay un túnel que conecta el castillo con otra propiedad de los Kim. Ellos lo sabían, sabían que estarías vigilando y por eso se escondieron.


La chica rubia de peinado alto habló.

ChangMin asintió.


—Entra al castillo y ve al subterráneo. Ahí encontrarás un estudio que, además, es la salida de aquel túnel.


Una muchacha de cabello ligeramente a anaranjado fue la que esta vez habló. ChangMin volvió a asentir, dándose media vuelta.


—Tráelos al bosque, les ayudaremos en todo lo que podamos.


Y ChangMin no vio quien dijo aquello, simplemente agitó una de sus manos y las sombras crecieron a sus pies como fuertes remolinos que soltaban pequeños destellos de luz muy similares a los de una tormenta eléctrica.


Les debo la vida.


El hombre susurró y desapareció.




...




El aire se clavaba en sus pulmones provocando un fuerte dolor que le hacía desear tener el tiempo para detenerse y así, poder masajear los costados de su cuerpo; pero no era el momento.

Y es que apenas habían salido del estudio del rey, aquel manto que había hecho ChangMin para protegerlos se había desvanecido. El hombre, su abuelo, se veía algo cansado, pero aún así mantuvo la orden de que fueran a buscar a los demás lo más rápido posible, diciendo algo respecto a las Dríadas y al bosque en el patio del castillo, pero ChanYeol no le puso demasiado atención, corriendo lo más rápido posible para ir en búsqueda de su hermano.

Siempre con JongIn a su lado.

Y la verdad es que no podía pensar demasiado en una situación como esa. Su mente estaba dando vueltas en millones de preguntas que parecían no tener respuesta y que, además, se mezclaban entre sí haciendo imposible que pudiese formular algo que sonara coherente.

Fue un alivio encontrar rápido a sus amigos y a su hermano, el problema vino en el instante en que salieron del castillo.

El viento soplaba con tanta fuerza que ya algo de nieve les golpeaba a pesar de que aún no comenzaba a nevar (seguramente la nieve que estaba en los árboles o el techo del castillo). Sus pasos se hicieron lentos y torpes gracias a que la blanca capa que cubría el piso era lo suficientemente densa como para que quedaran sucios de las rodillas hacia abajo.

ChangMin era quien iba a la cabeza junto a JunMyeon, detrás todos venían revueltos.

¿Qué tan lejos podrían llegar?

Además, ¿qué pasaba con aquel cambio físico en JongIn? ChanYeol le miró de reojo, aquel brillo rojizo en los bonitos ojos del moreno parecía aún más intenso.

Se detuvieron en seco apenas llegaron al límite del bosque. Una especie de felicidad se instaló ligeramente en el pecho de ChanYeol al ver que ahí estaban las Dríadas que habían conocido en el bosque de la mansión de los Kim, pero esa felicidad no duró demasiado cuando sintió como JongIn le tomaba de la muñeca y le enterraba los dedos en la cara interna del brazo con obvia desesperación.

Alzó las cejas cuando notó la expresión de dolor en JongIn. El príncipe tenía el puente de su nariz fruncido y se mordisqueaba el labio inferior como si buscara de una forma desesperada el encontrar algún estímulo que le hiciera distraerse. ChanYeol le iba a preguntar qué le sucedía, pero la marca en su espalda quemó como si el fuego le estuviera marcando la piel (por muy irónico que sonara aquello).

El dolor se instaló en su cuerpo y por la manera en que JongIn le miró, supo que él también lo sentía. 

Fue una fracción de segundos lo que se necesitó para hacerles perder la noción de lo que sucedía a su alrededor gracias al dolor.


—¡ChanYeol! Joder. ¿Están bien? ¿JongIn?


ChanYeol parpadeó rápido cuando volvió en sí. Ya no dolía, de hecho, se sentía casi refrescante.

ChangMin estaba parado delante de ellos dos, sosteniendo a ambos de los hombros con una expresión de preocupación inundando sus varoniles facciones. ChanYeol entrecerró los ojos. ¿Por qué se veía tan cansado?

JongIn fue el primero en asentir, claramente confundido.

ChanYeol le siguió con torpeza.


—¡ChangMin! Por la mierda, supongo que tienes un plan, porque ahí vienen...


La voz de Key hizo que los tres dieran un respingo. ChanYeol vio como ChangMin abría más los ojos delante de ellos dos, alzando sus cejas antes de mirar por encima de ellos  para comprobar, seguramente, las palabras del brujo.

ChanYeol supuso que lo murmurado por su abuelo había sido una maldición pero en algún idioma extraño. 

Dejó de estar tan seguro cuando repentinamente una enorme cúpula negra los envolvió, mezclándose con las gruesas ramas de los árboles.

Las dríadas también estaban ayudando.


—Este es el plan.




...




—¿Irene? ¿Hola? ¿Hay alguien en este bosque?


El duende de cabello rubio y de rosados pantalones se detuvo al lado de un enorme árbol, teniendo una expresión de enfado que se mezclaba con la tristeza de que nadie le contestara. Dio un golpe contra la nieve con uno de sus pies, bufando.

Y el silencio siguió reinando.


—¿Después de tanto tiempo se fueron a otro bosque? Pero... ¿Por qué no me avisaron?


El labio inferior de JongHyun, el duende en su forma humana, se abultó en un gesto típico de un niño de cinco años, comenzando a juguetear con sus suspensores amarillos mientras miraba de un lado a otro en una señal clara de que no le gustaba estar solo. La pequeña bolsa de género raído que colgaba del cinturón de su pantalón, se movió ligeramente, haciendo que las monedas de oro que traía dentro sonaran en un tintineo que le puso en alerta inmediatamente.

Al parecer no estaba completamente solo.

Una brisa suave agitó las ramas de los árboles, trayendo consigo un agradable aroma a durazno, además de un frío que parecía congelar los huesos.

JongHyun frunció el ceño, llevando una de sus manos hasta la pequeña bolsa con monedas de oro.

¿Durazno?


—Hace tiempo que no te veía tan nervioso, Jjong.


Una voz suave, algo adormilada, se dejó escuchar en medio del susurro del viento. JongHyun alzó las cejas. ¡Claro que conocía aquella voz! Pero... ¿De dónde provenía?

El duende miró de un lado a otro, dando un paso hacia atrás y otro hacia adelante por si es que llegaba a ver a su amigo. Lo cual no fue así.


—Tonto. Estoy aquí arriba.


JongHyun alzó la mirada y una amplia sonrisa se dibujó en sus labios.

Un chico de cabello café, ondulado y algo desordenado, estaba parado sobre una de las ramas de aquel enorme árbol. Traía puesta una capa que se veía gruesa, teniendo un báculo en una de sus manos que, si JongHyun no hubiera sabido que era un báculo, habría pensado que sólo era la rama de un viejo árbol.

El chico le sonrió y sus ojos apenas se vieron gracias a aquel gesto.


—¡Jinki! Joder. ¡No sabía de ti hace muchísimo tiempo! ¿Cómo estás? ¿Qué haces acá? ¡Tu cabello está más largo!


JongHyun estuvo a punto de ponerse a dar brincos, pero en ese momento algo brilló a los pies de JinKi, lo cual le ayudó a bajar hasta donde estaba su amigo. El rubio no tardó en tirarse en contra del cuerpo de aquel mago, abrazándose a sus hombros.

JinKi volvió a sonreír.


—Estuve llorando a Taemin. Si bien fue un maldito, era mi primo.


El mago se encogió de hombros, en tanto JongHyun fruncía las cejas.


—Además estuve concentrado estudiando sobre el control de la nieve y, bueno, aquí me tienes. Ahora puedo manejar la nieve.


JongHyun apoyó sus manos en los hombros de JinKi y se alejó un tanto de él sólo para poder mirarle al rostro. No había ni un rastro de burla en las inocentes facciones de su amigo que seguía sonriendo.


—¡Eres genial! Deberíamos ir a buscar a Key y-


—De eso te quería hablar.


JinKi (También conocido como Onew) le cortó con una seriedad que no siempre se veía en él. JongHyun tragó saliva, haciendo un asentimiento de cabeza para indicarle que podía hablar. Ni siquiera se había molestado por haber sido interrumpido tan repentinamente.


—Key está con los Kim. ¿Verdad?


JongHyun asintió, JinKi apretó los labios.


—Los ángeles se dirigen para allá. Lo escuché de casualidad y, ya sabes, las noticias vuelan rápido en este mundo. Vine para acá a ver si es que estaban las chicas y así pedirles ayuda porque me enteré de que ellas estuvieron con los Kim hace unos meses, pero... No las encontré. Sospecho que fueron más rápidas que nosotros.


Hubo un momento de silencio.


—Espera. ¿Qué?


JongHyun arqueó una de sus cejas completamente confundido. JinKi soltó una risa.


—Debemos ir donde los Kim. Si queremos ayudar a Key, debemos ir para allá.


—Pero, pero... ¿Por qué los ángeles van para allá?


JinKi rodó los ojos con la pregunta de JongHyun, tomándole de la muñeca.


—Por el camino te explico. ¡Vamos!




...




Los casi cincuenta vampiros que habían en aquella sala se miraron entre sí. La cantidad de integrantes había bajado considerablemente después del ataque que hizo la antigua reina Kim en contra del clan del norte, destruyéndolo casi por completo.

MinHo soltó un suspiro.


—Saben bien que, quien no está de acuerdo y no se quiere meter en esto, se puede ir.


El silencio fue denso e incómodo, un par de vampiros se pusieron de pie para salir de la sala, y MinHo esperó a que abrieran la puerta para volver a hablar.


—Y supongo que también tienen claro que si salen por aquella puerta, tendrán que buscar un nuevo clan. No quiero cobardes en mi familia.


El vampiro murmuró segundos antes de que se escuchara como la puerta se cerraba. Eran seis vampiros menos, pero no se iba a preocupar por eso en aquel momento.

MinHo se puso de pie, apoyando las manos en la redonda mesa de reuniones que tenía frente a él. La sala estaba casi a oscuras, siendo iluminada sólo por el candelabro que colgaba justo encima de la mesa y que tenía ocho velas encendidas.


—Mark. Según lo que me dijiste, uno de ustedes escuchó que los ángeles quieren matar al demonio que está encerrado en el menor de los Kim. ¿No es así?


Mark, un vampiro de baja estatura, cabello rubio, crespo y facciones aniñadas, asintió. A pesar de su apariencia, era considerado el líder del clan del norte, aunque ahora se habían unido junto al clan de MinHo para mantenerse más protegidos entre sí.

El tal Mark asintió, y MinHo frunció el ceño.

Lucas, TaeYong y Johnny se miraron entre sí.


—No hay un gran plan detrás de todo ésto. Si lo que nos dijo Satanás es cierto, deberíamos mantenernos cerca de los Kim en caso de que llegaran los ángeles.


Todos los vampiros asintieron. Menos Lucas, el vampiro de grandes ojos cuadró los hombros, ganándose una mirada de soslayo por parte de TaeYong.


—Recuerden que pueden morderlos pero no succionar su sangre, a menos que quieran morir.


MinHo arqueó una de sus cejas. Lucas levantó una de sus manos.


—MinHo...


—Dame un segundo, Lucas.


El vampiro mayor le contestó al joven, quién se ganó una mirada preocupada por parte de JongDae que estaba sentado lo más alejado posible de todos.


—No hay que preocuparse por la estadía, el rey SuHo me dijo que podíamos quedarnos allá.


Y lo que comenzó a hablar MinHo con Mark pasó a segundo plano cuando a la distancia, JongDae le preguntó a Lucas que estaba sucediendo, sólo moviendo los labios cuando el vampiro de grandes ojos le miró.

Lucas alzó las cejas, modulando algo que inundó de pánico las facciones de JongDae.

Y el vampiro Kim se puso de pie, dando un golpe de puño en contra de la pared para llamar la atención. Y lo logró, todos se quedaron en silencio, mirándolo. MinHo tenía el ceño fruncido.


—Al carajo con el plan, MinHo. ¡Tenemos que ir ya, maldición!


JongDae no dijo nada más antes de caminar a pasos agigantados hacia la puerta. No iba a esperar a que alguien lo siguiera.

MinHo miró inmediatamente a Lucas, quien dio un respingo. 


—Key. El aroma de la sangre de Key llega hasta acá y está inundado de pánico.


Dijo Lucas y no se necesitó nada más. MinHo soltó un gruñido.


—Muévanse.


Todos siguieron de inmediato el paso de MinHo y de JongDae.




...





ChanYeol miró por encima del hombro de ChangMin, todos estaban ubicados tal y como el hombre pelirrojo les había indicado. Él y JongIn se mantenían espalda con espalda, mientras que ChangMin miraba directamente hacia dónde se suponía estaba la entrada del bosque, los tres puestos en medio de aquel círculo que estaba conformado por las cincos Dríadas que cuidaban la retaguardia, seguidas por SeHun a su derecha, luego BaekHyun, Key, el rey, MinSeok y finalmente KyungSoo que era quien cerraba aquel círculo, todos en posición para poder pelear.

¿Por qué esa formación? ChangMin no dio ninguna explicación. ¿Por qué ellos tres al centro? Tampoco dio un porqué, pero a ChanYeol le preocupaba que los hombros de su abuelo temblaran de tal manera que le hacía creer que le faltaba el oxígeno.


—Es momento, chicas.


ChangMin murmuró sin mirar a las Dríadas, quienes de inmediato asistieron.

Aquella era la señal.

Y ChanYeol alcanzó a darle una mirada rápida a JongIn, encontrándose con que el moreno había hecho lo mismo con él.

Pero el tiempo no alcanzó para más, aquella cúpula formada por gruesas paredes de sombras y ramas de árboles, desapareció, dejándolos en el bosque bajo el manto rojizo del atardecer completamente vulnerables, y es que el cuadro con el que se encontraron fue mil veces peor de lo que ChanYeol hubiese imaginado.

Escuchó como JongIn retenía el oxígeno en sus pulmones gracias a la sorpresa, y no era para menos.

Frente a ellos había un ejército de aproximadamente treinta ángeles, mientras que otros tantos estaban distribuidos alrededor de ellos, puestos de manera estratégica entre algunos árboles; pero lo peor era aquella veintena de seres escalofriantemente hermosos que estaban de pie en las copas de los árboles mientras los apuntaban con arcos y flechas que parecían ser de cristal, o de hielo, muy similares a los que solía crear MinSeok.

ChanYeol tragó saliva.


—¿Qué tenemos aquí? El mismísimo Satanás protegiendo a unos malditos humanos.


La chica rubia que habló tenía un tono burlesco tal, que incluso ChanYeol se sintió fastidiado.

Aquella muchacha era baja, aproximadamente un metro cincuenta, de contextura delgada, mentón pequeño, tez blanca, lo cual hacía resaltar aún más sus ojos que eran de un suave color lila y que no pegaban para nada con aquella sonrisa torcida que daba cierto aire terrorífico a todo su rostro que buscaba ser angelical. ChanYeol frunció el ceño, escuchando un gruñido por parte de ChangMin.

La pelirroja, que estaba al lado de aquella muchacha (y que según ChanYeol se veían tan similares entre sí) soltó una risa.


—Creí que tenías mejor gusto por los humanos, Lucifer.


¿Qué mierda le pasaba?

ChanYeol soltó algo parecido a un gruñido, sintiendo inmediatamente la mano de ChangMin en contra de uno de sus brazos, seguramente para tranquilizarlo.

El hombre pelirrojo soltó una risa.


—¡Tiffany! No te reconocí, pensé que después de tanto tiempo ya no estarías como guerrera. ¿Tu Dios no te ha bendecido aún? Veo que incluso TaeYeon ya no es una simple cadete como tú. Vaya, que triste, ¿no es así, cariño?


ChangMin habló con fingida tristeza, de hecho, ChanYeol vio con sorpresa como su abuelo se llevaba una mano al pecho y ladeaba la cabeza, dramatizando aún más, burlándose de manera clara y concisa.

La pelirroja soltó un gruñido, pero la rubia fue la que dio un paso al frente sin pensar en consecuencias. Pero el alto hombre que estaba en medio de ellas dos y que parecía ser quien dirigía todo aquel Ejército, extendió un poco los brazos para detener a las chicas que no le llegaban más arriba de los hombros.

Un silencio incómodo se creó, mientras Key miraba de reojo a ChangMin, esperando alguna señal.


—Se calman, o no participan en la cacería.


¿Esto era una cacería para ellos?

Todo el cuerpo de ChanYeol tembló, y a pesar de tener calor, sentía que su sangre corría fría por sus venas, indicando que aquella frase le había molestado de sobremanera. Se mordió el labio inferior, apegándose más a la espalda de JongIn mientras una pequeña llama se formaba en el centro de su mano empuñada.

Estaba preparado en caso de cualquier movimiento.

El que cayera un cuerpo delante de él no era algo que precisamente estuviese esperando, mucho menos si cada uno de los huesos de aquel ángel crujió al momento de que los pies de JongDae le cayeron encima, quedando justo a la altura de la cadera del ángel en una posición bestial.

ChanYeol alzó las cejas, escuchando que varios abogaban un grito.

JongDae tenía sus manos manchadas de sangre, manchas que subían hasta sus codos. Pero eso no era todos, sino que parte de las mejillas del chico Kim también tenían salpicaduras de aquel carmín líquido, y que creaba un contraste aterrador con sus amarillos y brillantes ojos. Nunca había visto en ese estado a JongDae.

El vampiro jadeaba y sus colmillos le rozaban el labio inferior. No miró a nadie, no le importó nada, y a pesar de que aquel ángel bajo él ya estaba muerto, volvió a enterrar una de sus manos en el centro de aquel angosto pecho, atravesando la carne y, bueno, todo, con una facilidad difícil de creer.

ChanYeol apretó los dientes, sin saber cómo mierda creerse aquella cruda imagen frente a él. Escuchó un suspiro tembloroso de parte de JongIn.

JongDae se puso de pie, haciendo crujir las caderas del ángel muerto.


Atrévanse a tocarle un pelo a mi familia...


El vampiro de felinas facciones habló con profundidad, moviéndose en cosa de segundos con una velocidad que era imposible de seguir.

Si no se hubieran escuchado quejidos, o la sangre cayendo de manera casi irreal en contra del piso, ChanYeol habría pensado que JongDae acababa de desaparecer.

Cuerpos de ángeles comenzaron a caer con más de una herida en sus torsos, escupiendo sangre y agonizando por cada fractura en sus huesos.

Fue, literalmente, una lluvia de sangre y de cuerpos.

Los ángeles que estaban alrededor de ellos se abalanzaron una vez reaccionaron del shock, dispuestos a atacar, dispuestos a matar.

ChanYeol envolvió sus puños en potentes llamas, las sombras danzaron alrededor del cuerpo de JongIn y de ChangMin, mientras que sus amigos hacían uso de sus poderes para comenzar a atacar.

Flechas llegaron de algún lugar al mismo tiempo que una gran cantidad de vampiros bajaban desde el cielo (por irónico que aquello sonara) atacando a los ángeles con la misma brutalidad que había utilizado JongDae.

Estos no eran clones, y aún así tenían que matarlos.

Era casi como un sueño.

Un mal sueño.

Y es que por mucho que atacaran a los ángeles, esto no estaba siendo para nada fácil.

Hubo un detalle. Un detalle que hizo a ChanYeol detenerse y apagar las llamas que se envolvían en sus muñecas.

¿Dónde estaban esas dos chicas?

ChanYeol frunció el ceño.

¿Habían desaparecido?

No tenía un buen presentimiento.

Frunció el ceño y miró de un lado a otro. JongIn detrás de él seguía atacando, ChangMin, por su parte, estaba de pie en su lugar sin hacer nada. ChanYeol se percató de que el pelirrojo miraba en todas direcciones.

Así que él también se había dado cuenta.

ChanYeol abrió la boca para hablarle a su abuelo, pero una risa chillona y escandalosa hizo que se detuvieran. Que todos se detuvieran. 

Si su piel se erizaba con lo escalofriante que era la risa de la reina Kim, esta vez ni se le comparó. Todo su cuerpo se volvió hielo puro gracias al pánico que le provocó.

Alzó la mirada, justo en la rama que quedaba sobre la cabeza de JongIn estaban aquellas dos chicas, la rubia reía y la pelirroja simplemente sonreía con superioridad.


—Es hora de llevarse al menor de los Kim.


La pelirroja susurró.

ChanYeol escucho un gruñido (seguramente por parte de JongDae) pero no le importó. Se movió lo más rápido que pudo, tomando una de las muñecas de JongIn para tirar de él en su dirección y así obligarlo a que saliera de debajo de aquella rama, pero la chica rubia ya había atacado, lanzando una daga que se acercó a ellos a toda velocidad.

Mierda.

No alcanzaría a evitarla.

Aferró el cuerpo de JongIn al suyo, apoyando la mejilla sobre los grises cabellos del Príncipe, esperando que a él le llegara aquel golpe.

Pero nada pasó.

Y cuando fue consciente, todo se había vuelto negro a su alrededor, excepto JongIn y ChangMin.

El hombre pelirrojo tenía la respiración agitada y sudaba a mares.

Se notaba que las sombras eran inestables, pero habían ayudado a detener el ataque.

A lo lejos se escuchaban gritos. 


—Si no lo quieres liberar, ChanYeol, debes invocarlo, porque él es el único capaz de ayudarnos.


ChangMin, apenas dijo esto con la voz temblorosa, la marca de ChanYeol ardió, quemando del mismo modo en que las marcas de JongIn cambiaban de color a un intenso color rojizo, como el fuego vivo.

Mierda... 

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