[FANFIC] Truly, Madly, Deeply...

By aj___575

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He decidido, por fin y después de mucho tiempo, escribir algo romántico con otro personaje. Esta ship es muy... More

Capítulo I // Cafetería
Capítulo 2 // Declaración de Guerra
Capítulo 3 // Derrota
CAPITULO 4 // Sueño
Capítulo 5 // La reina
Capítulo 6 // Shinsou y el gato
Capítulo 7 // Te amo
Capítulo 8 // Cosas por hacer
Capítulo 9 // Un sentimiento absurdo
Capítulo 11 // Gracias

Capítulo 10 // Testigos

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By aj___575

Cada noche, desde que había comenzado su entrenamiento, Shinsou y Ashido conversaban sobre cualquier cosa, podían durar muchas horas así, era agradable. Ignoraban completamente el pasar del tiempo, no era como si les importara mucho, simplemente se dejaban llevar y permitían que las cosas surgieran naturalmente. En secreto, cada uno, amaba platicar con el otro, amaban esos momentos, silenciosamente, construían una situación agradable que los hacía más cercanos.

Aquella noche no fue la excepción, habían estado inquietos por que estaban próximos a partir de aquel hermoso sitio, extrañarían cada vista y cada sonido, cada olor. El viento estaba agresivo aquella vez, no era algo por lo cual preocuparse, pero había algo diferente en aquella noche que ambos sintieron, pero de nuevo, en silencio, decidieron proseguir.

Aquel balcón había sido testigo de pláticas confusas, simples, monótonas. Pláticas de todo tipo, situaciones de todo tipo. Aquella noche no sería diferente. Aquella noche habría mucho que contar y mucho por escuchar.

Su cabello se ondeaba acorde al ritmo del viento, sus ojos reflejaban lo prohibido del universo, sus labios esculpidos por algún artista misterioso yacían pasivos en su armoniosa cara, era pequeña, pestañas largas, un semblante tranquilo; su ropa bailaba al compás de su cabello, hacía mucho viento aquella noche, sus mejillas se tornaron rojizas y, por algún extraño motivo, Shinsou sintió que sabía la razón de aquella situación.

No estaba 100% listo, nunca lo estaría, pero había decidido que confesaría sus sentimientos sin importar las adversidades o inconvenientes que pudieran surgir; la amaba con locura, lo sabía perfectamente, amaba cada milímetro de ella, cada acción, cada movimiento, cada respirar. Amaba su existencia por encima de cualquier otra en el mundo, la amaba enloquecidamente y odiaba eso, odiaba sentirse vulnerable, odiaba saberse víctima de las redes del amor, odiaba sentirse cursi cuando pensaba en todo lo que podría decirle.

Odiaba con locura amar tanto a alguien.

Y era momento de confesarlo, confesar aquello que durante tanto tiempo le había traído altibajos, confusiones y problemas. Pero no estaba listo, dudaba aún de su capacidad para transmitir fielmente aquellas emociones tan profundas, aquellos pensamientos tan sensibles que, sin más, aterrizaban en su mente todas las noches.

-Sabes, las personas podemos tener secretos tan increíbles que ocasionaríamos conflictos interminables. –vaya forma de iniciar una confesión amorosa, Shinsou estaba terriblemente nervioso y el contexto no ayudaba mucho. La noche ya había caído, tintineantes estrellas iluminaban el cielo, todos dormían, todos menos ellos dos. El viento volvió a soplar, el césped se balanceó suavemente, las flores danzaron sin mayor complicación; una extraña melodía atestiguaba algo inevitable, algo que tarde o temprano debía suceder.

-¿Eh?, ¿te pusiste melancólico ahora?, ya sé que mañana es el último día que estaremos aquí, así que es un poco triste, pero podemos volver después~ -animosa, como siempre, Mina daba palabras de aliento al chico con el que había estado conversando desde hace 2 horas sin parar, aquellas charlas nocturnas se habían vuelto una especie de costumbre entre ambos.

-Lo siento, he estado un poco estresado por ciertas cosas... -las pausas constantes reflejaban lo difícil que le estaba siendo confesarse, debía juntar el valor que le quedaba para sincerarse con su persona favorita.

-¿Estresado?, ¿sobre qué? –el viento hacía de las suyas siempre que podía, el suave y esponjoso cabello de Mina se movía de tal forma que su rostro era descubierto plenamente, sus pequeñas orejas aparecían para enternecer aún más el corazón de Hitoshi, toda su aura cambiaba drásticamente debido a ello.

No quiso dar más explicaciones, darle vueltas al asunto era tortuoso, aburrido y le causaba angustia. ¿Para qué alargar algo así?, ya había pasado tanto tiempo, simplemente no quería perder ni un segundo más, ni siquiera le importaba la respuesta que recibiría porque, a pesar de eso, él estaría tranquilo sabiendo que al fin confesó sus sentimientos. Al fin.

-Te amo. –confesó, sin más, sin dudas, sin temores, sin tapujos. -Te amo mucho, erhm... Yo, justo ahora, estoy teniendo una especie de conflicto interno debido a ti, cada día pienso en cómo sería estar contigo, como sería abrazarte, besarte... Cómo sería vivir sin fantasías estúpidas que solo me hacen sentir como un idiota; todo este tiempo me atreví a entender este sentimiento, lo acepte y progresivamente decidí que quería decírtelo, a pesar de mis múltiples conflictos internos, seguías causándome la misma sensación tormentosa una y otra vez. Odiaba sentirme así, odiaba mencionarlo siquiera o pensar en ello, odiaba amarte... Pero no es tan literal, ¿sabes?, no odio amarte, simplemente odiaba la idea de sentirme vulnerable, saber que tengo una debilidad tan preciosa, tan encantadora y alegre, eres mi debilidad y fortaleza al mismo tiempo, sé que suena estúpido pero así son las cosas; yo amo todo de ti, cada momento, cada fibra, cada milímetro, cada instante en el que estás ahí, lo amo, te amo demasiado. He llegado a un punto en el qu...

-Ya entendí~ -le interrumpió con un gesto atrevido, había colocado tres dedos sobre los labios de Hitoshi para impedirle seguir hablando. Cuando se aseguró que el chico no emitiría palabra alguna, los apartó.

-Lo siento...

-¿Por qué te disculpas?

-Me emocioné, olvídalo. –frotaba su cuello con insistencia, aquella manía tan peculiar en él, desviando la mirada a más no poder, temblaba ligeramente, sus mejillas estaban de un tono rojizo, era adorable con solo verlo.

Repentinamente Mina subió a la borda del balcón, impulsada por su propia fuerza, sin temor alguno y con aquella determinación y valentía que la caracterizaban; infló sus pulmones tomó tanto aire que hubiera sido posible inflar una bolsa completa de globos. Impulso más y más su pecho y llegó el momento de dejarlo salir:

-¡¡¡YO TAMBIÉN TE AMO!!! –gritó, algunas aves salieron volando a pesar de ya haber anochecido, las cabañas vecinas también mostraron actividad y reacción ante tal grito.

-¡¿Qué te pasa?! –reaccionó Hitoshi jalándola, la bajó bruscamente de la borda y con un evidente rubor en su cara la regañó por ser tan ruidosa. –Eres demasiado imprudente, no puedes gritar así a esta hora.

-Lo siento, me emocioné~ -burlona, respondió los regaños de Shinsou. –Sabes, siento que tuvimos la misma idea.

-¿De qué hablas?

-Ambos decidimos confesarnos en el mismo lugar, aunque yo lo hice desde antes, así que gané. –sonreía como siempre, era como si la confesión de Hitoshi no le hubiera sorprendido en absoluto, como si siempre hubiera sabido lo que él sentía por ella.

-¿Qu..Qué?, no te...

-¡Mira! –sacó su celular y le mostró los mensajes que días antes habían intercambiado. –Justo aquí, ahí escribí "TE AMO" y ni siquiera lo notaste.

"-Tengo otra duda~~

-¿De qué se trata?

-Estaba pensando ¿quieres que nos vayamos juntos?~

-¿Uh?, ¿en serio?

-A mi me agradaría ir acompañada, no conozco

a nadie más~, además podemos ir platicando ^o^)~

-Está bien... ¿no te importa?

-Mejor para mí, me gusta platicar contigo~

-Gracias. También me gusta platicar contigo. (^• ω •^)

te veo el viernes temprano, junto a la máquina de dulces.

-Okaaaaaaay~♡"

-¿Estas bromeando?, eso no tiene nada de ser una confesión real, más bien parece uno de esos acertijos de los periódicos. –respondió incrédulo

-¡Claro que no!, si cuenta como una confesión.

-No, no cuenta

-¡¿Quieres que cuente?! –no había entendido que no debía gritar, pero igual ya no importaba, seguramente los demás ya los habían oído.

-Deja de gritar, ¿quieres?

-Entonces hare que cuente. Te amo. ¿Sí?, te amo más de lo que amo salir a divertirme, no eres el tipo de persona que suele salir a fiestas, divertirse y ese tipo de cosas, y aun así, no me importa. Porque amo estar contigo, siempre me siento feliz cuando platico contigo, el tiempo se vuelve eterno junto a ti y eso es precisamente lo que me gusta de todo esto. Amo cuando me buscas para ayudarte, amo cuando me regañas porque soy la persona más imprudente en circunstancias absurdas, como ahora, amo cuando me dices que todo lo que hago me sale bien a pesar de que eres el que tiene mejores calificaciones en toda la clase y sin necesidad de ir a clases extra. Te amo más que a nadie, te amo muchísimo y creo que no alcanzaría el tiempo para decirte todo lo que amo de ti, incluso amo cuando eres un búho gruñón conmigo, porque de algún modo u otro, sé que así tengo tu atención.

-No necesitas hacer nada para tener mi atención. –le interrumpió oportunamente, sostenía la mirada, era como si pudiera ver su interior.

-¿Eh?, ¿ah?, ¿en serio?

-Solo basta con que estés ahí... uhm... sin hacer gran cosa, incluso si estas dormida, tendrías mi completa atención; solo por ser tú. –el rostro de ambos se había tornado rojizo, era como ver dos enormes tomates conversando.

-¿Ah sí?, pues, pues... pues, yo amo que existas.

-Yo también.

-¿Ah?, no, eh... pues. –tal y como si se tratase de una competencia, Mina había iniciado una especie de guerra de confesiones con Shinsou, la competencia más absurda y tierna de todas.

-También amo cuando me sacas de quicio porque eres muy infantil, amo cuando me arrastras a alguna de tus tontas cosas para divertirte, amo que me obligues a no rendirme porque sabes lo patético que puedo ser, y amo que a pesar de eso, sigas ahí, conmigo.

-Yo amo que me ames y que ames que yo te ame. ¿Qué tal?, supera eso.

Suspiró profundamente, había sido una confesión desastrosa, pero no esperaba algo diferente y hablando honestamente, estaba feliz del resultado. Quería retomar la seriedad de la situación, pero con Mina era imposible, estaba agradecido por su constante insistencia a hacer todo más amigable, después de todo así era ella, y así fue como él se enamoró.

-Cuando iba en la primaria, llegué a tener pensamientos muy oscuros respecto a mí, y respecto a mi existencia. Creía que mi motivo de vida no era importante, y que estaba ocupando un lugar que podría aprovechar mejor alguien más. Estaba seguro de eso, porque nadie quería hablarme, a nadie le agradaba y sinceramente tampoco era que a mí me agradasen los demás. Solo quería estar solo, estaba esperando el momento en el que yo desapareciera al fin, y así poder estar tranquilo. Fue un momento muy difícil. Jamás... -lágrimas comenzaron a salir, no se tomó la molestia de ocultarlas, aquel momento sensible había llegado al punto crítico. Secó suavemente sus ojos, Mina lo ayudó, su semblante desesperado conmovió a la chica quien sin pensárselo besó su rostro tiernamente, acto correspondido inmediatamente.

-Tranquilo, ya no estás solo ¿sabes?, estoy aquí. -juntaron sus frentes suavemente, entrelazaron sus dedos y con delicadeza frotaron sus narices.

-Lo sé, me alegra saberlo, y me alegra haberte conocido. Es solo que, lo siento, me puse sensible y recordé cosas innecesarias. Justo ahora debería estar feliz y no triste. –ambos murmuraban sus sentimientos, se hablaban en secreto, como si aquellas palabras no pudieran ser escuchadas por nadie más.

-Entonces, convirtamos esas lágrimas de tristeza, en unas de felicidad. Te amo mucho, te amo más que a nadie y quiero que a cada minuto lo tengas presente. ¿Ok?, te amo mucho. –sus suaves pestañas rosaban la cara de Shinsou, ambos estaban entrelazados por un precioso abrazo, juntaban sus mejillas y se miraban a los ojos una y otra vez. Se encargaban de tener el mayor contacto posible, amarse era lo que importaba en ese momento, amarse y nada más que eso.

-Me gusta tu olor. –le dijo –Es fresco y delicioso, también me gusta tu cabello, es muy suave, esponjoso y cálido. Te amo completamente. –la volvía a abrazar, llenaba sus mejillas con besos imparables, como si su vida dependiera de ello. Beso tras beso, la existencia de Mina estaba repleta de aquellas tiernas muestras de amor que su ahora novio plantaba en su rostro.

-Veo que eres bastante cariñoso, una sorpresa para mí, creí que debía encargarme completamente de eso~, increíble. –elogió mientras sostenía la cara de Shinsou con sus manos, estaba suave y cálida, quizás era por la situación y el momento, pero no importaba, porque la distancia entre ambos se había minimizado y estar tan cerca le representaba una satisfacción increíble. Amaba tenerlo con ella, poder contemplarlo tan cerca, y saberse con la libertad de demostrárselo cuando quisiera.

-Gracias, creo que ahora entiendo mi existencia, es debido a ti. Eres mi motivo para seguir existiendo... -pretendía abrazarla tras lo dicho, pero no le fue permitido, la chica de piel rosa y aspecto tierno, estaba enfurecida con él. No era algo de temer en realidad, a Shinsou le parecía terriblemente adorable cuando ella se enojaba por algo, pero en aquel instante notó que iba en serio.

-No digas eso. –le regañó, con el ceño fruncido y una mirada penetrante, Ashido Mina estaba regañando, quizás, por primera vez a Shinsou. –No digas cosas tan tontas.

-¿Qué cosas? –estaba sorprendido, le había tomado por sorpresa tal reacción.

-No quiero ser tu motivo para existir, ¿entonces qué?, si yo desaparezco ya no tendrás nada más que hacer y terminaras con tu vida ¿eh?, así no son las cosas. Te amo demasiado, cuando entendí lo que significabas para mí y lo que quería hacer por ti, supe que tenía que esforzarme más, cuando estoy contigo soy muy feliz. Esa felicidad es la que me motiva a seguir adelante, la felicidad que tu me das, la felicidad que me da el estar con mis amigas, la felicidad que me da ver flores, la felicidad que me da escuchar música. Esa felicidad es la que hace que la vida valga la pena. Quienes estén ahí para compartirla contigo son parte de esa felicidad, pero es una felicidad que yo misma he tenido que buscar, una felicidad que he encontrado en muchas situaciones, personas y aspectos a lo largo de mi vida. –palabras tan maduras provenientes de alguien que con anterioridad había hecho una competencia de confesiones con su ahora novio. –Quizás estoy siendo muy ruda, pero detesto esas palabras, no existes debido a mí. Existes porque te lo mereces, porque viniste a este mundo, a esta vida, para ser feliz. Y quiero que me escuches, me voy a encargar de hacerte malditamente feliz, tanto que vas a asquearte y desear nunca haberme conocido.

Con una actitud airosa, segura de sus palabras y determinada a hacerle entender la realidad, Mina había enseñado una gran lección a Hitoshi, quien anonadado la miraba sin palabras, ¿Qué podría refutarle? En el fondo sabía que estaba en lo correcto, solo que él desconocía aquel motivo real detrás de su existencia.

Mina comenzó a sollozar.

-Ah, lo siento... me emocioné, de nuevo. –tallaba sus ojos, las lágrimas brotaron sin advertencias, fue un acto reflejo o una consecuencia a tantas palabras sentimentales que habían estado diciéndose sin parar.

Sin pensárselo si quiera, Shinsou la abrazó con todas sus fuerzas, estaba seguro de que si ella fuese otro tipo de chica le habría causado dolor aquel abrazo tan efusivo.

-Gracias.

Con aquellas simples palabras Shinsou dirigió lo que sería el primero, pero no último, beso a su precioso tesoro. La amaba con locura, amaba su cabello, sus ojos, su mirada, sus labios, su nariz, amaba la forma en la que ella lo trataba, amaba su personalidad, amaba su energía y amaba con locura saber que era real, que podía verla, tocarla, oírla, sentirla. No se lo pensó ni un momento más, la besó profundamente, sus labios eran suaves y cálidos, se coordinaban perfecto con los suyos, cada toque y cada roce era perfecto, cada beso lo transportaba a otra dimensión a un mundo lejano donde solo existen cosas hermosas, donde solo existen ellos dos. Se tornaron más intensos, era como si de una coreografía se tratase, se besan una y otra vez, no tenían miedo a pesar de ser inexpertos. Enredaban sus dedos entre mechones de cabello, querían estar seguros de que estaban viviendo algo real, acariciaban consecuentemente sus caras, estaban a punto de estallar, ambos poseían un color rojo intenso en sus mejillas.

-Te amo

-Yo también te amo

Se dijeron en voz baja, no querían interrumpirse más, amaban estar juntos, y se amaban mutuamente, aquellos besos eran solo un poco de lo mucho que podrían demostrarse. Querían llegar más lejos, más allá de lo permitido, sentirse tan cerca era emocionante, una experiencia ajena al mundo terrenal; detestaban tener que separarse por unos milisegundos para poder comenzar con el siguiente beso, era tortuoso tener que tomar un respiro para entonces perder el aliento entre besos y caricias. Amaban con locura estar así, se amaban intensamente. Besaban sus labios una y otra vez, no sabían cuánto tiempo había transcurrido, pero aquella sesión de besos fue placentera y memorable.

Quien sabe cuántas veces se confesaron el uno al otro, no parecían hartos de hacerlo, estaban dispuestos a ello cuantas veces fuese necesario, se amaban y siempre se lo repetirían sin importar que.

-Será una noche larga. –dijo y plantó un tierno beso en la frente de su novia, amaba despejar su rostro y contemplarlo sin obstrucciones, ante sus ojos era la más bonita del universo. –Te amo mucho

-25

-¿Qué?

-Van 25 veces que me dices eso...

-¿Estas llevando la cuenta?, en serio eres...

-Es solo que, me gusta oírte decirlo, y en algún momento creí que perdería la cuenta, pero ya vi que aún te falta mucho. –estaba retándole, de nuevo, un juego astuto de su parte.

-Entonces te lo diré un millón de veces más hasta que se acabe el tiempo. –volvían a frotar sus narices tiernamente, sonreía de tal forma que era irreconocible.

-Yo te lo diré 10 millones de veces. –le retó, estaba sonriendo como de costumbre, pero algo en aquella sonrisa era diferente. Mina estaba sonriendo guiada por algo más que la felicidad cotidiana que alberga su vida.

-Inténtalo. –la retó.

La noche misma, las aves lejanas que habían huido del estruendoso grito, el césped, las flores dormidas, la borda. La más mínima existencia era testigo de aquello, eran los testigos perfectos de la declaración de amor más desastrosa del mundo, y de la pareja más conmovedora. Nadie puede asegurar con exactitud si lograron decirse "te amo" millones de veces, pero tienen toda una vida por delante para hacerlo, y están decididos a averiguarlo. 

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