El camino a casa

By MTeresaLTI

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"¿Te imaginas abrir los ojos y descubrir que ya nada es como antes, que estás perdido en tu propio cuerpo, qu... More

1. La voz que me llama
2. Oscuridad
3. La losa
4. Desbocado
5. La decisión
6. El contrato
7. El reflejo de los míos
8. Otro pentagrama
9. El primer paso
10. Prometido
12. A mi lado
13. Una nueva ilusión
14. La llave
15. Tu nombre en el teclado
16. En mil pedazos
17. Todas las que vengan
18. Si no estás tú
19. Por los dos
20. Luminosos y felices
21. Lo que supone nuestro mundo
22. Nunca pasará
24. Un pequeño regalo
25. Mejor que antes
26. La cadena resquebrajada
27. Cuando se habla de amor
28. Unidades de medida
29. ¿Estás preparada para el mundo?
30. Más consciente que nunca
31. Te estaba esperando
32. Estrellas fugaces
33. Declaración de intenciones
34. A través del cristal
35. La palabra más bonita
36. ¿Acaso importa?
37. Lo que necesito para mi cumpleaños
38. Nupcias musicales
39. De todas las formas posibles
40. Muchos años soñándolo
41. Casa
42. Ahora es realidad
43. Gracias
44. El final de este camino
Agradecimientos

11. Rescate suicida

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By MTeresaLTI

Sin embargo, para cuando vuelvo de la rehabilitación, todo mi entusiasmo se ha esfumado.

Noto una sensación rara.

Los especialistas que han estado hoy conmigo me han parecido buenos profesionales. Pero sé que hoy solo es una toma de contacto, y no quiero ni pensar cuando llegue la rehabilitación "de verdad". Se me encoge el estómago: mi miedo a decepcionarme a mí mismo incluso ha aumentado, porque ya no se trata solo de mí. Ahora tampoco quiero decepcionar a Amaia.

Pero la losa me sigue aprisionando. La situación no ha cambiado, solo mi visión sobre ella. Trato de buscar la luz que Amaia ha traído a mi corredor. Y trato de aferrarme a esa esperanza.

Lo haré por ti, Amaia.

Pero hoy sigue sin ser mi día, ya que, nada más verme de nuevo, Amaia se abalanza sobre mí y me da una noticia que me dejaría clavado en el sitio... Si no lo estuviera ya.

-¡Alfred! ¿Sabes qué? –se acerca más a mí y baja la voz, como si fuera a contarme alguna travesura. Veo la ilusión en sus ojos-. Vamos a volver a vivir juntos.

NO.

Realmente, no sé muy bien qué motiva mi reacción. Se me escapa uno de mis horribles gruñidos, pero esta vez casi que lo agradezco. Y mi cabeza encuentra el camino para desviarse y evitar la mirada de Amaia.

No. Solo de pensarlo se me revuelve todo.

¿Ahora qué vas a ser, mi cuidadora? No lo necesito. Gracias.

Tengo que reconocer que mi reacción puede haber sido un poco desproporcionada. Pero es que...

Vuelvo a mirar a Amaia y ya la lamento. Se siente desconcertada, con esa cara que siempre pone, como una niña pequeña que no entiende lo que ha hecho mal. Puede que esto le haya hecho más daño que mis golpes. Se me encoge el corazón. No quiero que este sea el nuevo Alfred...

No quiero hacerte daño, Amaia.

¿Cuántas veces se lo he dicho ya? ¿Cuántas veces me lo he repetido? Y, a pesar de todo, no puedo dejar de hacerlo... Y eso me destroza aún más que la losa.

Pero no me da tiempo a lamentarlo más, ya que mamá se acerca rápidamente y se pone a la altura de mi oído. Empieza a susurrarme en nuestra lengua materna, y me siento reprendido. Ahora el niño pequeño soy yo. Pero lleva razón, lo he hecho mal. Y ellos van a necesitar ayuda...

Se me llenan los ojos de lágrimas. No puedo negar la realidad. Me he convertido en una carga. Ahora solo me queda tratar de paliar las consecuencias para los demás.

Pero, por primera vez, me admito a mí mismo que estoy muerto de miedo. ¿Y si no soy capaz de luchar contra esta losa? ¿Y si no soy capaz de avanzar? ¿Y si me desespero y me canso de luchar? ¿Y si...? ¿Y si...?

Hay demasiadas incógnitas. Me abruman. Me abruman más que el peso de la losa.

Me sobra la vida

Me falta el cuerpo

Las notas vuelven a mi mente, la melodía toma cuerpo, ese que a mí me falta. Y la busco con la mirada, y trato de pedirle perdón. Y, por fin, llego a un acuerdo conmigo mismo: día a día. Me enfrentaré a lo que venga día a día. Tendré que aprender a ser paciente, algo de lo que siempre he cojeado. Siempre.

Me acuerdo de lo mal que lo pasé en los últimos días en la Academia. Ya solo quería salir, y meterme en mil proyectos. Y, desde entonces, nunca volví a parar. Tampoco lo hacía antes, a decir verdad. Así que ha llegado el momento, aun en contra de mi voluntad.

Me revuelvo, y mi cuerpo se descontrola.

Sí hay algo que me urge: la música. Tengo que darle cauce cuanto antes. A ver, piensa, Alfred, piensa...

Lo más bonito es despertar

Volver del infierno a la vida

Ver tus ojos frente a los míos

En este rescate suicida...

Creo que esos no eran los versos originales, pero me gusta. Lo importante es que no los olvide. Me los repito varias veces, para tratar de fijarlos en mi memoria. Paciencia y memoria. Ahora ya sé dos cosas que voy a sacar de todo esto.

Me sumerjo en mis pensamientos, que me reclaman, frenéticos. Es el único refugio que me queda, donde puedo ser verdaderamente libre. Ahí no tengo restricciones de tiempo, de espacio, de masa ni de volumen. Ahí no hay losas que me aprisionen ni puertas cerradas. Ahí solo tengo la música...

Ojalá pudieras venir conmigo, Amaia.

Es lo que me falta. Me falta ella. Pero me siento desorientado. ¿Cuál es el camino?

La llegada de Mario me desconcierta y me saca bruscamente de la vorágine en la que andaba metido. Viene para firmar el contrato de colaboración con Amaia. Él firmará en mi nombre, como mi representante, pero ha querido hacerlo delante de mí.

Ojalá pudiera decirle cuánto le agradezco el gesto... No quiere que olvidemos que Lejos de ti sigue siendo mío.

Justo antes de firmar, Amaia me lanza una mirada indecisa, que hace saltar todas mis alarmas.

No dudes, Amaia. El tema es tuyo, yo te lo regalo. Y sé perfectamente de lo que eres capaz.

Pero la bruma se ha instalado en su mirada. Y firma, pero a estas alturas ya sé que algo le pasa. Y puede que no tenga que ver con la canción.

Me revuelvo inquieto. Querría cogerla de la mano y sacarla de allí. Sentármela frente a frente.

¿Qué te ocurre, Amaia? Cuéntamelo todo.

Por suerte, no había caído en que esta noche le toca a ella quedarse a dormir conmigo. Por fin. Mi corazón salta de alegría cuando veo que mamá y papá se despiden de mí para irse a casa.

Pero la realidad vuelve a golpearme cuando nos quedamos solos: a pesar de que he dado unas cabezadas por la tarde, no sé si aguantaré mucho. Mi cuerpo inerte sigue sin darme tregua...

Te prometo que lo intentaré, Amaix. Sé que es importante.

La sigo con la mirada y veo cómo coge una silla. Los versos de ese tema tan especial para mí reclaman mi atención.

Ven, ven y acércame la oreja, que quiero susurrarte mis secretos si me dejas...

Salen solos. Quiero darles vida. La música siempre es la respuesta. ¿Pero cómo puedo hacérsela llegar? Hay tantas cosas que querría decirle...

No he podido darte las gracias, Amaix. Pero sé que estoy en deuda contigo. ¿Me oyes? Para siempre.

Amaia me devuelve una mirada profunda como noche sin estrellas. Lentamente, me coge la mano.

-Ya te lo dije antes, Alfred, pero estoy enamorada de tu nuevo single. Lo... Lo hiciste pensando en mí, ¿verdad?

¿Pero aún te caben dudas, cuquita? Y ahora, es tuyo.

Le aprieto la mano, y veo cómo un escalofrío la recorre. Sonrío.

Llevas razón. Hemos vivido tanto juntos... Pero, ¿qué te pasa, Amaia?

Lanzo un grito. Y me alegro al comprobar que es algo más decente que los gruñidos... Ay. Quizás sea un primer paso.

-Perdón. Es que... Hoy mi hermano me ha dicho algo que... No sé. Buah, la verdad es que no sé...

Aquí estaba mi Amaix en su más pura esencia. Trato de repetir el mismo sonido de antes.

No te líes, Amaia.

-Bueno... Me dijo que podría haber hecho lo que quisiera, "si te lo hubieras propuesto". Sí, esas fueron sus palabras. Pero no sé... No sé.

Baja la mirada.

¿De qué estás hablando, Amaia? ¿Dudas de ti misma? ¿De tu amor por la música? ¿De que ella lo es todo también para ti?

-Le estaba hablando del single –continúa, aún sin atreverse a mirarme-. Pero yo..., nunca he sido tan buena como tú.

Ah, no. Por ahí no paso. Me apresuro a apretarle la mano dos veces. Eso significa que no estoy de acuerdo, y ella lo sabe. No es simplemente que la respuesta sea un no. Es que mi opinión es radicalmente opuesta a la suya. Aunque, una vez más, no puedo expresarlo con palabras. Pero sí puede ver la verdad en mis ojos.

Mírame, Amaia.

Trato de imprimirle a mi mirada toda la fuerza de la que soy capaz. Sé que eso también la enamoró.

Shake it out. ¿Me oyes? Sacúdelo. Es tu momento.

Respira hondo, quizás para calmarse y no empezar a llorar. También noto su pulso en mi mano. El corazón debe irle a mil por hora. ¿Cómo puede estar tan guapa, incluso cuando está nerviosa o angustiada?

Tranquila, cuquita.

-Vale. Quizás algunas de los primeros discos eran buenas.

¿Buenas? Permíteme que lo niegue. Eran jodidamente maravillosas. Todas y cada una de ellas.

-Pero tú estabas conmigo para ayudarme. Tú también fuiste siempre mi inspiración. Después te marchaste y...

Sigue, cuquita, sigue. Sacúdelo.

Aunque me parta el alma lo que me estás diciendo.

-No sé. Me sentí como sola... Sí, sola, desamparada. No sé componer sin ti...

Eso no es verdad. Es una puta mentira.

Me debato interiormente, como siempre. Querría cogerle la cara con las manos y ayudarla a abrir los ojos. Ahora sí que la siento pequeña y desamparada. Pero sé que no lo es. Es una estrella, siempre lo ha sido, solo que las nubes no la dejan ver, no la dejan brillar como se merece.

Te perdiste, Amaia. Pero no pasa nada.

-Sé quién soy, Alfred. Pero estaba demasiado acostumbrada a verlo en el reflejo que tú transmitías al mundo sobre mí. Ese reflejo era mejor que yo misma, y me animaba a querer ser mejor, para estar a la altura..., de lo que tú veías.

¿Ese reflejo? ¿Igual que lo que tú reflejas de mí? Yo solo reflejo la verdad. Tu verdad, Amaia. Tienes que creer eso. Tienes que hacerlo.

Se me parte el corazón viendo cómo se deshace delante de mí y yo no puedo hacer nada para apoyarla. Veo cómo empieza a llorar sin control, y sus hombros se convulsionan.

Cuquita... Si tan solo pudiera abrazarte...

Pero no tengo fuerzas ni para enojarme conmigo mismo por eso. Me limito a apretarle la mano, a hacerle sentir que estoy con ella.

Ahora sí, Amaia, estoy contigo. Te prometo que ya no me iré más...

Toma aire. Aún no ha acabado.

-La gente se piensa que..., yo no me daba cuenta. Mi hermano, Lorenzo, Alejandro... ¡Todos! Nadie confiaba en mí como tú. Y me sentía perdida... Desorientada. Me faltaba ese amor que lo hacía todo más hermoso. Incluso a mí misma.

Amaia...

Siento como si me quedara sin respiración, no solo por lo que ha dicho, sino por la fuerza con la que ha pronunciado las últimas palabras. Pero yo no puedo... No puedo.

Perdóname. Perdóname por lo que te hice. Perdóname por haberte abandonado. Sabes que pensaba que era lo mejor.

Entonces veo que levanta la mirada de nuevo, con esos hermosos ojos rojos e hinchados. Y me acaricia la cara. Ese contacto es el mejor bálsamo para mi corazón sangrante.

-¡Ay, Alfred!...

Se tumba a mi lado, y apoya la cabeza en mi pecho, como tanto le gustaba hacer antes.

-¿Por qué nos hicimos esto? –El temblor de su voz hace que tiemble también mi alma.

Perdóname, Amaia. Nunca debí habértelo hecho.

La tengo tan cerca... Podría acariciarle el pelo. Sería tan fácil... Y a la vez tan difícil. Pero me atrevo. A fin de cuentas, la cabeza es una de las cosas que más fácil me resulta mover. Y siento alivio cuando por fin lo logro. Siento su melena rozando en mi barbilla.

Tranquila, pequeña. Ya pasó... Ya pasó. No volverás a estar sola. Siempre nos tendremos el uno al otro.

Las notas vuelven a mi mente, reclamando su espacio.

Qué bonito es despertar

Volver del infierno a la vida

Ver tus ojos frente a los míos

Amándome sin medida

Mi cuerpo se relaja y, con eso, noto cómo empieza a invadirme el sopor del sueño. Quisiera rebelarme, quedarme sintiendo la presencia de Amaia a mi lado. Pero sé que es inútil...

Mis pensamientos se van haciendo más pesados. Pero antes de dormirme por completo, me apunto mentalmente que hablar con ella, encontrar el medio, es ahora incluso más urgente.

Volverás a brillar, Amaia. Y no será por mí, sino por ti misma.

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