Más valiosa que el oro

Od inunoe

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Una versión del hobbit desde un punto de vista más femenino, acción, aventura y romance se unen para dar vida... Více

Mi hogar
Un viaje inesperado
Comienzo
Recuerdos
Trolls
Un encuentro
Una criatura fascinante
Una larga jornada
Asquerosos Trolls
Miradas
Rivendel
Besos y discusiones
¿Celos?
Toda una reina
Mía
Azog está muerto
El pálido orco
Nunca había estado tan equivocado
Segunda parte
Buenas noches, mi rey
Descansa mi reina
Beorn
Orgullo
No te equivocas
¿Reina? ¿Yo?
Eso es muy peligroso
Confío en ti Gandalf
¿Te has vuelto loca?
¿Tenéis prisa?
La ciudad del lago
El muy canalla nos ha vendido
Somos los enanos de Erebor
Si alguien lo tiene, soy yo
Erebor
¡Volved, volved!
¿Qué hemos hecho?
Más valiosa que el oro
El caos
Respuesta
La batalla de los 5 ejércitos
Guerra o alianza
Les he puesto en bandeja de plata mi vida
Te escuchamos
El acuerdo y la amenaza
Siempre hay esperanza
Promesa
Adorable

¡Venganza!

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Od inunoe

(Perspectiva Thorin)

Estar de nuevo dentro de los muros de Erebor, era algo mágico y hacerlo con Noelia, solo lo mejoraba. Este sería nuestro hogar y habíamos entrado juntos.

-Reconozco estos muros- dije acariciándolos- estos pasillos, esta piedra, ¿recuerdas Balin?, Cámaras inundadas por la luz dorada.

-Lo recuerdo-dijo entrando a la cueva tras nosotros, seguido del resto de la Compañía.

-Aquí yace el séptimo reino del pueblo de Durin- leyó Gloin en una de las escrituras talladas en la piedra- qué el corazón de la montaña una a todos los enanos, en defensa de este hogar.

-El trono del rey- dijo Balin, explicándole a Noelia qué era el dibujo tallado bajo la inscripción.

-¿Y qué es eso?, Justo encima- preguntó Noe.

-La piedra del arca- dijo Balin- el motivo por el cual necesitábamos un saqueador.

-¿Así que, ese es mi trabajo, encontrar esa piedra?- preguntó Noe.

-Así es- dijo Balin.

-Pero iré contigo- dije- puede ser peligroso ahí abajo, si el dragón no ha muerto como pensamos.

-No te preocupes, es mi trabajo y lo haré sola- dijo Noe- ¿cómo es la piedra?

-Es una gran joya blanca- dijo Balin.

-¿Ya está? Imagino que abajo habrá unas cuantas así- dijo Noe.

-No hay más que una piedra del arca, sabrás cual es en cuanto la veas- dije.

-Está bien, ¿por dónde se baja a los salones? - preguntó Noe.

-Yo te guiaré- dijo Balin.

-Ten mucho cuidado, si ves peligro, sube de inmediato- dije acercándome a Noe- no me podría perdonar que algo te ocurriese.

-Estaré bien, soy sigilosa y sé defenderme- dijo sonriéndome- volveré con la piedra.

-Vuelve sana y salva, es lo único que me preocupa- dije antes de besarla.

Tras separarnos, Balin la guió hasta una de las entradas a los salones del tesoro, sentí la ansiedad crecer con cada paso que ella daba, alejándose de mí. Un par de minutos más tarde, Balin se unió de nuevo a nosotros y esperamos impacientes a Noelia. Tras un tiempo, los nervios se apoderaron de la compañía, no solo yo me preocupaba por ella, todos la tenían en gran estima y por ello, sufrían como yo al no saber qué ocurría. Pero también se decía que, la falta de noticias, son buenas noticias, así que, esperamos algún indicio de lo que ocurría, algún ruido o escuchar su voz.

Escuchamos como las monedas y tesoros se deslizaban, tal vez estuviese buscando entre las montañas de tesoros, escuchamos un estruendo que hizo temblar la montaña.

-¿Eso es un terremoto?- preguntó Ori.

-No, eso es un dragón- dijo Balin.

-Está vivo- susurré antes de adentrarme en uno de los pasadizos de la montaña, seguido por el resto de la Compañía.

Rogué a los dioses una y otra vez que, Noelia, estuviese a salvo, no dejaba de murmurar su nombre a modo de súplica. Al doblar uno de los pasillos, el calor de las llamas llegó hasta mí desde una de las salas, no me lo pensé dos veces y corrí en su dirección. El aliento se quedó atascado en mi garganta cuando vi la inmensidad del tesoro frente a mí, salas y salas llenas de oro y joyas, en cualquier otro momento, me hubiese recreado ante semejante imagen, pero apenas lo aprecié unos instantes, el tesoro más valioso de esa montaña era Noelia y no conseguía verla.

Sentí unos pasos veloces a mi espalda y tras girarme, vi a Noelia aparecer corriendo.

-Estas viva- dije tomándola entre mis brazos.

-No por mucho tiempo- dijo agitada por la carrera- el dragón me persigue.

Cuando terminó de pronunciar esas palabras, Smaug apareció tras una de las columnas de la sala. La Compañía llegó en ese instante y se posicionó a mi lado, dejando tras nosotros a Noelia a salvo.

-Vais a arder- dijo Smaug avanzando hacia nosotros.

-Corred, por allí- ordené.

Nos lanzamos desde las escaleras al oro para llegar a un umbral y resguardarnos de las llamas, yo iba el último, para asegurarme de que todos entraran y el calor de las llamas alcanzó mi capa, prendiéndole fuego.

Me lancé al suelo, rodando, para tratar de apagar el fuego y quitarme la capa, por suerte, no traspasó la ropa.

-¿Estás bien?- me preguntó Noelia preocupada.

-Sí, no os paréis- apremié.

Guié a la Compañía por los laberintos que entrañaba Erebor, tratando de ser silenciosos para dejar atrás a Smaug, al llegar a uno de los altos puentes, hice que se detuvieran, para asegurarme de que era seguro cruzarlo.

-Hemos logrado zafarnos- dijo Dori.

-Nó, es muy astuto- dijo Dwalin.

-¿Y a dónde vamos?- preguntó Noe.

-Al puesto del vigía- dije.

-Está muy alto- dijo Balin- ahí es imposible.

-Es eso o nada- dije- hay que intentarlo, vamos, vamos.

Comenzamos a cruzar el puente en silencio, cuando escuchamos caer al suelo una moneda, todos nos detuvimos para observar de donde había caído y al levantar la cabeza, vimos a Smaug pasar sobre nuestras cabezas, sin darse cuenta de nuestra presencia, les hice un gesto a los demás para que se diesen prisa en cruzar y aprovechar esa oportunidad.

No podía ser cierto lo que veía frente a mí, el puesto del vigía estaba lleno de cadáveres de nuestros hermanos enanos y la salida estaba bloqueada.

-Se acabó, no hay salida- dijo Dwalin.

-Los últimos de los nuestros- dijo Balin- vendrían aquí queriendo hacer posible lo imposible.

Escuché un pequeño gemido de angustia por parte de Noelia, me giré para verla y se despojó de su capa para cubrir el cadáver de un pequeño bebé en los brazos de su madre.

-¿Y si intentamos llegar a las minas?-propuso Balin- Tal vez sobrevivamos unos días.

-Nó- dije dando un paso al frente- no pienso morir así, agazapado, luchando por respirar, iremos a las fraguas.

-Nos verá, segurísimo- dijo Dwalin.

-No si nos separamos- dijo Noelia, apoyando mi propuesta.

-Exacto- dije poniéndome a su lado.

-Thorin, no lo conseguiremos- dijo Balin.

-Algunos quizás sí- dije- llevadlo hasta las fraguas, mataremos al dragón, si esto tiene que acabar con fuego, abrasémonos juntos.

Sentí como Noelia tomaba mi mano y me miró a los ojos, dejándome claro que hiciese lo que hiciese, ella estaría a mi lado. Nos dividimos en parejas y tríos. Balin, Noelia y yo iríamos juntos, fuimos los primeros en salir de la sala.

-Por aquí- dije guiándolos a través de un puente.

-Huid, huid, poneos a salvo, no hay donde esconderse- dijo Smaug apareciendo a un lateral del puente.

-Detrás de tí- gritaron Bombur, Dori y Ori desde otro puente, llamando la atención del dragón, dejándonos huir.

Conseguimos llegar a la galería principal de las fraguas.

-Por aquí, es por aquí, vamos- apremio Balin.

-Thorin- dijo Noelia atrayéndome a la realidad.

Me giré para meterme en la galería lateral, pero en ese momento, Smaug nos dió alcance.

-Ve con Balin- ordené con suplica en los ojos.

-No- dijo dispuesta a correr hacia mí, pero gracias a Durin, Balin la tomó del brazo, haciendo que se introdujese en la galería lateral, justo antes de que Smaug la alcanzase.

Corrí hacia el agujeró que había frente a mí, un gran túnel que bajaba al centro de la montaña, me lancé a uno de los mecanismos que usábamos para bajar a la mina, conseguí escaparme por los pelos de las llamas y cuando Smaug estaba a punto de atraparme, Dwalin soltó el contrapeso del mecanismo, haciéndome subir justo a tiempo de esquivar las llamas, lanzadas por el dragón desde el centro del túnel.

Corrimos para reunirnos con el resto en las galerías laterales, frente al gran horno de fundición.

-No vuelvas a hacer eso- dijo Noelia tras abrazarme- no te expongas así.

-Estoy bien, no te preocupes, no iba a dejar que te ocurriese algo- dije correspondiendo su abrazo.

-El plan no va a funcionar- dijo Dwalin- estos hornos están helados.

-Tiene razón- dijo Balin- no tenemos el fuego necesario para encenderlos.

-Tenemos un dragón- dijo Noe.

-Eso es- susurré sonriéndole, antes de acercarme a una de las almenas- no esperaba que fuera tan fácil burlarte.

Enseguida, Smaug trepó por las paredes para alcanzarme.

-Estás gordo y lento- dije- decrépito, gusano.

El plan funcionó a la perfección, atraje a Noelia haca mi pecho, para ocultarnos tras una, de las grandes columnas de fuego.

-A cubierto, rápido- ordené a los demás.

Tal y como esperaba, el fuego del dragón, llegó al horno de fundición y lo encendió en instantes, de uno, pasó a otro, encendiendo todos los que había en la herrería.

-Eres un genio- me susurró Noelia.

-Tu lo eres, mi reina- dije antes de besar su mejilla.

Smaug se fue, para tratar de encontrar la forma de llegar a nosotros, ya que por donde había expulsado el fuego, le era imposible entrar.

-Bombur, pon en marcha esos fuelles- dije- Noe, sube ahí, a mi señal, baja esa palanca.

Me miró antes de asentir y dirigirse a donde le había pedido, ahí estaría fuera del alcance del dragón, al parecer, Smaug, había encontrado una posible entrada a través de una gran puerta de metal, comenzó a golpearla tratando de derribarla, esperaba que nos diese tiempo a fundir el oro, antes de que consiguiese entrar.

-Balin, prepara las fuego-llamas- dije apartándonos de la puerta.

-Sí, en un periquete- dijo Balin- venga.

-No tenemos un periquete- dijo Dwalin viendo como la puerta comenzaba a ceder.

Mientras los chicos se iban con él a ayudarle a preparar las bombas, me quedé esperando a que la puerta cediese, no tardó en hacerlo y Smaug entro en la sala a paso lento y seguro, cuando sus ojos se encontraron con los míos, temí por todos nosotros, pero no era el momento para tener miedo.

-Ahora- grité dándole la orden a Noelia.

Instantes después, activó la palanca haciendo que el agua que enfriaba las fundiciones de las fraguas, cayese de las cabezas de piedra talladas, golpeando con fuerza al dragón e impidiéndole expulsar fuego por el momento. Al poner en marcha el agua, toda la mina comenzó a funcionar de nuevo, los carros que movían el oro de un lado a otro, comenzaron a moverse, al igual que los vagones que entraban y salían por los railes en el centro de la montaña.

Bombur avivaba el fuego, gracias a los enormes fuelles, el oro se estaba fundiendo tal y como planeamos, ahora necesitábamos llevarlo al punto exacto, para verter sobre él ese oro fundido, pero las fuego-llamas apenas le afectaban y seguía directo hacia mí, Bifur y Nori, subidos en unos vagones, cortaron uno de los cables que sostenían los carros con oro sobre Smaug, haciendo que estos cayesen sobre la espalda del dragón, eso lo enfureció y comenzó a menearse, golpeando de un lado a otro con sus alas y su cola.

Abrí los conductos que permitían que oro fundido llegase al molde de piedra, con la forma de mi padre, otra parte del plan completa, ahora, quedaba la más importante, llevarlo a la galería de los reyes.

-Llevadlo a la galería de los reyes- ordené a Dwalin y Balin.

Corrí para tomar una carreta de hierro y me lancé sobre uno de los conductos de oro, para llegar a la galería de los reyes, cuando estaba a punto de atravesar uno de los arcos, que conducían al gran molde de piedra, en esa sala, vi como la torre donde estaba Noelia, caía derruida, pero gracias a Durin, ella estaba bien.

-Corre Noelia, no te detengas- dije rezando para que no le ocurriese nada.

Cuando el conducto terminó, me lancé hacia una de las cadenas que sostenían los engranajes del molde y me deslicé por ella, hasta llegar a un lateral de la gran escultura, ese era el punto en el que debía estar el dragón, para conseguir nuestro propósito.

Escuché como el dragón se dirigía a Noelia y le perdonaba la vida por el momento.

-Parece que te importan- dijo el dragón- entonces te dejaré que los veas morir.

Pasó frente a mi, sin percatarse de mi presencia, debía llamar su atención, para que se acercase al molde de piedra.

-Aquí, estúpida babosa- dije.

Se giró lentamente para enfrentarme.

-Tú- dijo susurrante.

-Voy a recuperar lo que robaste- dije.

-Tú, no vas a recuperar nada, enano- dijo acercándose- acabé con tus guerreros tiempo ha, he sembrado el terror en el corazón de los hombres, yo soy el rey bajo la montaña.

-Este no es tu reino, es el hogar de los enanos,- dije notando como los demás, estaban tras la estatua, para tirar de las cadenas cuando fuese el momento- el oro de los enanos y buscaremos venganza.

En ese momento, comenzaron a tirar de las cadenas, dejando a la vista la estatua de oro de mi padre, me agarré de una cuerda para bajar de ahí, y ver ante el asombro de Smaug, como la estatua se derretía y comenzaba a caer sobre él, cubriendo sus alas, haciendo que cayese al suelo y se hundiese bajo el oro, por unos instantes, pareció que todo había acabado, pero no fue así.

-¡Venganza!- exclamó Smaug saliendo del oro furioso, cubierto por el hermoso metal- venganza, yo os enseñaré lo que es la venganza.

Salió de la cueva por la puerta principal de Erebor. Bajé de donde me encontraba y me uní a la compañía, poniéndome junto a Noelia.

-¿Qué hemos hecho?- susurró horrorizada, al ver como el dragón, se dirigía a la cuidad del valle, con la intención de reducirla a cenizas.

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