Todo sucede en Nome

By Ceejootaa

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Emily, después de la muerte de su padre, decide ir a vivir con sus abuelos a Nome, Alaska. Deja a su madre, a... More

Capítulo 1: "Nome"
Capítulo 2 : "Los chicos de la ciudad"
Capítulo 3: "La chica de blanco"
Capítulo 4: "El chico del fondo"
Capítulo 5: "Días de diciembre"
Capítulo 6: "Una noche de invierno"
Capítulo 7: "Un día para recordar"
Capítulo 8: "El pasado me sigue"
Capítulo 9: "La muerte y un estruendo"
Capítulo 10: "Una historia que contar"
Capítulo 11: "La explosión"
Capítulo 12: "James y Mia"
Capítulo 13: "Algunas verdades"
Capítulo 14: "Recuerdos"
Capítulo 15: "De mal en peor"
Capítulo 16: "La investigación"
Capítulo 17: "Entrevista"
Capítulo 18: "Enfrentamiento"
Capítulo 19: "Los fantasmas de Emily"
Capítulo 20: "La verdad de Anna"
Capítulo 22: "Fiesta"
Capítulo 23: "Después de todo"
Capítulo 24: "Sucesos desafortunados"
Capítulo 25: "Deja Vu"
Capítulo 26: "Un día de Locos"
Capítulo 27: "Otra vez, mamá"
Capítulo 28: "Tú serás la siguiente"
Capítulo 29: "Sorpresas"
Capítulo 30: "El incendio"
Capítulo 31: "La conversación"
Capítulo 32: "Él está allí"
Capítulo 33: "¿Adiós?"
Capítulo 34: "Sinceridad"
Capítulo 35: "En el cementerio"
Capítulo 36: "Nada volverá a ser igual"
Capítulo 37: "Desolación"
Capítulo 38: "Asesino"
Capítulo 39: "La mina"
Capítulo 40 "La despedida"
Capítulo 41: "Después de todo"
Capítulo 42: "Todo sucede en Nome"

Capítulo 21: "El juego"

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By Ceejootaa

Esa mañana me desperté temprano y dejé a mis amigos dormir un poco más. Bajé y recibí los saludos correspondientes por parte de mis abuelos, ya tenía dieciocho años. No esperaba mucho para mi cumpleaños, ya tenía más que suficiente, pero mi abuela se había esforzado en prepararnos un buen desayuno.

James y Mia bajaron al rato después, me felicitaron y se sentaron a desayunar con nosotros, preguntándome que haría para celebrar. Mi idea de algo sencillo fue denegada por ellos, James insistía en una fiesta y Mia se esmeró en convencer a los abuelos para que lo permitieran. Como era de esperarse ellos accedieron.

Mis amigos me hicieron saber que no debía preocuparme de nada, que ellos se encargarían de todo. No me opuse, que planificaran algo hacía que todo fuera más especial.

No me había dado cuenta de la hora, hasta que llegó Verónica a buscarme para ir a ver el partido. No se esperaba que mis amigos estuvieran allí, así que los presenté de manera apresurada, ya que ninguno de los tres estábamos listos para salir.

Mientras lo hacíamos, recibí la llamada de Nana desde Reino Unido, estaba tan feliz por mi cumpleaños que dijo que me había enviado un gran regalo a mi cuenta bancaria para comprar dulces. Reí al escucharla, mi abuela a veces era todo un tema, me sorprendía que fuera madre de mi madre. Nos quedamos unos minutos hablando, la extrañaba.

Un rato después, cuando terminé de hablar con ella y de arreglarnos, nos dirigíamos a la salida, el abuelo me detuvo y me pasó las llaves de su camioneta. Lo miré sorprendida, no me había esperado que él tuviese plena confianza en mí en prestármela. Le agradecí y acepté en manejarla.

Salimos los cuatro y nos dirigimos a la escuela. Mia se sentó a mi lado, mientras que James y Vero se quedaron atrás. Comenzamos a conversar y mis amigos pudieron congeniar muy bien con Verónica. Aunque no era algo que no supiera que iba a pasar, James y Mia tenían una facilidad para adaptarse a nuevas personas y lugares.

El día estaba hermoso, después de mucho tiempo, el clima había mostrado una cara más amable de Nome, parecía el día perfecto.

Una vez que llegamos, aproveché que aún faltaba para el partido para mostrarles mi nueva escuela a mis amigos. Mia se acercó a mí y entrelazó su brazo con el mío, mientras tanto Vero y James conversaban animadamente.

—¿Dónde los ves? —preguntó en un susurro, refiriéndose a los fantasmas.

—En todas partes, pero si te refieres a los dos que tú sabes, uno suele estar en el salón de biología, aunque ambos siempre se juntan en el invernadero.

—¿No te da miedo?

—Ellos no, pero últimamente sí, cada día son más grotescos, les puedo ver sangre y con algunas extremidades rotas—expliqué recordando algunas cosas que había visto y que me perturbaban—. Pero los ignoro—finalicé, porque en verdad no quería recordarlo.

Si antes me costaba reconocerlos, en el último tiempo ya no se me hacía difícil, los fantasmas tenían características que un humano normal no. La mayoría eran pálidos, independiente de su color de pie, siempre se veían morados o blancos, con ojeras marcadas. Algunos tenían vida en la mirada, pero otros parecían estar en modo automático. Esos eran los "normales" y abundaban más, pero había otros que parecían salir de una película de terror. No eran muchos de ellos, por lo mismo, podía evitarlos o simplemente no tomarles atención.

Después de pasar por el salón de biología, vi a lo lejos a Anna, que se dirigía a nuestra dirección, le sonreí y le hice una señal para que se acercara. Puso los ojos en blanco y con resignación se aproximó.

—Viniste. —dije acusadora.

—Me obligaron. —respondió cruzándose de brazos. Me aclaré la garganta.

—Ellos son mis amigos. James y Mia, son de Nueva York—ellos la saludaron, cordialmente, Anna se cohibió un poco, pero les correspondió el saludo—. ¿Quieres venir con nosotros?

—No me odio lo suficiente como para hacer eso, pero gracias. —dijo sin pensarlo demasiado. Reí ante eso.

—Entonces nos vemos. —nos despedimos y ella siguió su camino. Verónica se adelantó a nosotras y negó con la cabeza.

—¿Cómo la aguantas? —preguntó un tanto molesta.

—Es tierna. —bromeé.

—Me pareció un poco desagradable—dijo Mia—. Aunque hay algo que me gusta, ese sarcasmo no muchos pueden tenerlo.

—Esa chica tiene problemas con el mundo. —comentó James.

—Con todo el mundo—continuó Vero, cruzándose de brazos—. Odia a Emy, el otro día cuando Anna la golpeó...

—¡¿Qué?! —chillaron mis amigos al unísono. Allí me di cuenta que había omitido ese pequeño detalle, sonreí de medio lado. Verónica me miró con un gesto de disculpa, sabiendo que había metido la pata.

—No fue para tanto. —aclaré.

—¡Que maldita! Espero que se lo hayas devuelto. —reclamó Mia, me quedé en silencio.

—Si no lo hiciste, Mia lo hará por ti. —dijo James y mi amiga asintió, nuevamente reí.

—Vero, mira lo que hiciste.

Vero se encogió de hombros.

—Pensé que lo sabían, aunque también la golpearía.

—Sí, a veces yo también la quiero golpear, pero recuerdo que es mi amiga y se me pasa. —dijo mirándome amenazante.

—Está hablando de Anna, Mia. —aclaré. Sonrió con malicia.

—Lo sé. ¿Por qué no nos muestras el invernadero?

Suspiré y los hice seguirme, mientras cambiaba el tema. Mia y James se relajaron y comenzaron a bromear. Les mostramos el invernadero y para mi alivio, los fantasmas no estaban, eso me decía una cosa, ya estaban descansando. O eso creía.

Nos dirigimos al gimnasio para ocupar un buen lugar en las gradas. Mis compañeros ya estaban allí y al vernos se nos acercaron. Presenté a mis amigos, y estos no perdieron el tiempo de invitarlos a la "fiesta" de cumpleaños. Al escuchar eso, me felicitaron. Acepté sus saludos y nos fuimos a sentar rápidamente.

James y Mia no paraban de hablar de lo ansiosos que estaban de conocer al fin a mi novio. Además, de apuntar disimuladamente alguno que otro chico que llamaba su atención, preguntando todo sobre ellos. Verónica era la encargada de responder, ya que muchos de esos chicos no los conocía.

A lo lejos pude ver a Harper conversando con Keegan, mientras los demás profesores, en atuendos informales, esperaban el partido con ansias. Los colores del equipo se hicieron ver una vez que las animadoras hicieron su entrada.

Todo se estaba transformando en un carnaval. En un momento, una de nuestras compañeras se nos acercó para pintarnos unas líneas en la cara para apoyar al equipo.

Se escuchó un vitoreo y la mascota del equipo hizo su entrada de manera triunfal, era un oso polar demasiado tierno, no pude evitar reír. Después de tantas desgracias en Nome y sobre todo a nuestra escuela, todos estaban esperando el partido con ansias, se vivía una verdadera festividad.

No era malo olvidarse por un día de lo que nos hacía entristecer.

Comenzamos a cantar y a reír cuando la mascota dio sus mejores pasos de baile. Sin querer crucé miradas con Harper, que levantó su mano en forma de saludo, le correspondí el gesto con media sonrisa. Keegan se percató de esto y me sonrió, le saqué la lengua cuando Harper no me veía. Él comenzó a reír.

Mia me dio un codazo.

—¿Quién es ese bombón? —preguntó apuntando a Keegan.

—El profesor Keegan. —respondí, Mia abrió la boca sorprendida y James, que había escuchado todo me tomó la mano.

—¿Es una broma que es profesor? —se tocó el pecho—. Tiene cara de niño bueno.

—Espero que sea solo la cara, podría hincarle un diente en cualquier momento. —dijo con una sonrisa pícara.

—Tú y muchas más. —bromeé, pero Mia entrecerró los ojos, cuestionándome, negué con la cabeza sabiendo lo que pensaba—. Estás loca.

—¿Es gay? —preguntó James.

—Creo que está saliendo con Harper, la mujer a su lado. —comentó Vero.

—Es hermosa—continuó mi amigo—. Se ven bien juntos—pasó su brazo sobre mi hombro—, ella es la ex de tu novio, ¿no? —asentí—Tiene buen gusto, aunque te prefiero a ti.

—Todos. —dije creída, se rio y me abrazó con más aprensión.

Noté que Harper se levantaba de su asiento y salía del gimnasio, dejando solo a Keegan, el cual volvió a mirarme, se apuntó y luego apuntó al espacio libre a mi lado. Asentí.

Se acercó a nosotros y se sentó, le presenté a mis amigos y nos quedamos allí esperando, al parecer el partido se había retrasado un poco. Hasta que, de la nada, los visitantes hicieron su entrada a la cancha, algunos aplaudieron, pero otros abuchearon.

Miré a la entrada de los jugadores y pude divisar a Than que salió corriendo para acercarse a nosotros disimuladamente. Se dirigió a mí.

— ¿Dónde está Aaron? —me preguntó preocupado. Me encogí de hombros, no lo había visto. Miró a Vero y ella también se encogió de hombros. Than pegó un gruñido y bajó de las gradas de un salto.

Vero y yo quedamos atónitas, nunca había visto a Than tan enojado.

—Preséntame a ese chico, no me puedes decir que no. —dijo Mía de pronto, no pude responder porque me dejó bastante preocupada.

Me disculpé con ellos y salí detrás de Than. Cuando salí del gimnasio me los encontré a los dos. Aaron con la cabeza gacha y Than regañándolo. Me acerqué a ellos.

— ¿Qué pasa? —Than me miró furioso y entró. No entendía que estaba pasando.

Aaron me abrazó.

—Nada, no te preocupes. Feliz cumpleaños. —lo alejé, no parecía muy convencido.

—Gracias, es mejor que entres, te están esperando. —dije para que se apresurara. Me sonrió, dándome un pequeño beso en los labios y corrió al gimnasio.

Yo lo seguí detrás. Los chicos de su equipo comenzaron a reprenderlo por llegar tarde, me acerqué a mis amigos, tratando de no parecer preocupada. Me senté y Mia comenzó a mirar a los jugadores de mi escuela, se detuvo en Aaron.

—Ni lo sueñes Mía, él es mi novio. —la detuve.

— ¿Ese bombón rubio es tu novio? Oh Dios, si está más bueno que tu profesor... —soltó dándose cuenta muy tarde. Miró a Keegan, un poco sonrojada. James comenzó a reírse a carcajadas yo no pude resistir en reírme con él—, bueno, no tanto, pero para ser un niño... ay, lo siento. —se excusó acalorada.

—Habla del señor Miller. —aclaré a Keegan, este sonrió.

—Lo supuse, estaba entre él y Wilson.

Sonreí, aunque se había aligerado un poco el ambiente, no me sentía tranquila.

Cuando el partido comenzó, se me olvidaron todas mis preocupaciones. Sin dudarlo, Than era la estrella del equipo, jugaba tan bien que no había nadie que pudiese cubrirlo. Era ágil, enérgico y muy inteligente a la hora de dar pases y encestar. Aaron también destacaba, pero no tanto como su amigo. En la cancha se complementaron de manera espectacular y las asperezas que vi antes de entrar a jugar, se habían esfumado, los dos lo estaban disfrutando.

El partido estaba reñido, pero gracias a un pase de Aaron a Than, este pudo encestar y darle los tres puntos de ventaja en el partido. Todos vitoreamos al darnos cuenta que el tiempo se había acabado, habíamos ganado.

Nos levantamos para celebrar y crucé miradas con mi novio, que con un gesto me pidió que me acercara a él. No lo pensé dos veces, bajé y corrí a sus brazos. Me elevó por los aires y me besó. Sonreí sobre sus labios, estaba completamente sudado y se sentía extraño, pero ambos estábamos felices.

Después de otra vuelta, toqué el piso con mis pies y lo felicité, él estaba extasiado, feliz, rebosante. Miré de soslayo a Than, este estaba jadeando y me sonrió triunfante, le sonreí de vuelta. Antes que pudiera acercarme a él y abrazarlo, Mia se me adelantó.

No sé qué pasó por la cabeza de mi amiga, pero se presentó ante él tomándolo desprevenido, Than se rascó la cabeza y le estrechó la mano que le ofrecía, sin esperar que lo acercara a ella y lo besara. Chillé por dentro.

Ambos se alejaron y se quedaron viendo por varios segundos, sin apartar la mirada uno del otro, fue todo sorpresivo.

Me acerqué a mi amiga y la aparté, ella no entendía el porqué de mi comportamiento, pero cuando las dos vimos a Verónica y cómo ella salía del gimnasio, mi amiga lo entendió, se tapó la boca con la mano.

—Vero se fue, ¡corre! —le avisé a Than, que todavía estaba algo conmocionado, pero asintió y salió gimnasio atrás de ella.

James llegó a nuestro lado.

—Oh, no. No me di cuenta, lo siento—dijo realmente arrepentida. James la abrazó por la espalda—. Yo no soy así.

—Lo sabemos, corazón, lo sabemos. —la consoló dándole un gran beso en la mejilla.

Era mi culpa por no haberle advertido sobre la situación de Than y Verónica, aun así, Mia se sentía avergonzada. Para tratar de calmar los ánimos, les presenté a Aaron, quien se comportó sumamente amable, para que la situación con nuestros amigos no incomodara a nadie.

Luego llegó Keegan y lo sucedido pasó a segundo plano. Aaron se despidió para ir a cambiarse y yo les pedí a mis amigos que me esperaran en las gradas mientras yo iba en busca de mis otros amigos.

Salí del gimnasio y me encontré de frente con Than, que venía sumamente nervioso y perturbado.

—¿Qué pasó? —pregunté alarmada.

—No-no sé. La seguí y...me caí, me empujaron... Vero se fue. —logró decir, aún seguía sin entenderlo.

—Espera, ¿Verónica te empujó? —cuestioné.

—No, no sé quién fue, solo estábamos los dos. Me enojé porque ella me dijo muchas cosas y traté de aclarar todo, pero no me dejó hablar y me enojé, le grité, me gritó y me empujaron.

—¿Dónde?

—En el invernadero.

Pegó un gran suspiro y empecé a sospechar de quién podría haber sido.

—Hablaré con ella, no te preocupes, ve a cambiarte. —dije encaminando hacia el invernadero, Than me detuvo.

—Algo me tocó, Emily. Me duele el pecho, algo lo hizo.

Realmente estaba asustado, y yo también me estaba asustando. Tomé su mano.

—No tengas miedo.

Él asintió y yo me alejé de allí.

Corrí hacia el invernadero y lo primero que pude encontrar fue a Alex, sentado en la banca, mirándose las manos. No parecía estar presente a lo que sucedía a su alrededor, ni siquiera de mi presencia. Me acerqué con cuidado. Me asusté al verlo tan pálido, con unas enormes ojeras y pequeñas venas moradas marcando sus mejillas.

—Alex...—susurré. Él me miró con los ojos llorosos.

—Lo golpeé... Emy... lo golpeé—me puse de cuclillas frente a Alex. Estaba temblando. Con mis ojos pedí que siguiera —. Ellos estaban discutiendo y no sé por qué, pero sentí tanto odio, quería...quería...

—Alex no te entiendo. —le supliqué.

—Empujé a tu amigo Emy... y yo en todos estos años no he podido tocar a ningún vivo... excepto a ti. Traté con todos, pero no había caso... pero sentí tanta rabia que lo empujé y salió por los aires —siguió mirándose las manos — ¿Quién soy Emy? —comenzó a llorar —No me reconozco, desde que supe quién era... siento frustración y pena. Todo me irrita incluso... incluso he peleado con Tanya.

Iba a abrazarlo, pero no lo hice ¿y si esa era su verdadera naturaleza? Tal vez saber su identidad había sido el mayor error de su vida.

No sabía que decir, no le contaría mis sospechas, aun algo en mi impedía que pudiera ser totalmente compasiva con él, me sentía culpable.

—Pensé que sabiendo tu identidad podrías descansar. —dije finalmente.

—Yo igual, pero fue para peor, nunca me había sentido así. —confesó con los labios secos y partidos, cada vez se veía peor.

—¿Dónde está Tanya?

—En su casa, la traté mal y huyó—me levanté y miré a mi alrededor, el invernadero no parecía tan acogedor—. ¿Qué crees que está mal conmigo?

"Eres un asesino", pensé en responderle, pero no pude.

—Tal vez no solo basta con saber tu nombre, puede ser que necesites saber cómo moriste o que hiciste antes de hacerlo.

—Puede ser...tú me podrías...

—No—dije antes que me pidiera ayuda—, no puedo darte alguna respuesta sobre tu vida, apenas puedo con la mía—suspiré—. Lo siento, deberías disculparte con Tanya.

Él asintió. Me despedí de Alex y tomé mi celular para llamar a Verónica, se había ido sin decírselo a nadie y eso me tenía preocupada. Antes de poder salir del invernadero, Alex me llamó.

—Gracias. —dijo sin ánimos. Le di media sonrisa y me dirigí al gimnasio.

Algo no andaba bien.

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