Lost City. Mi Nueva Vida.

By RachelBarker07

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Después de la derrota de Voldemort la tranquilidad vuelve poco a poco. Hogwarts a quedado destruida y todos h... More

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Invitaciónes

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Capitulo 9. Adam Rosier.

—Te agradezco mucho tu ayuda.

Hermione daba las gracias a un chico alto y regordete que le recordaba a Neville. El chico le había ayudado a encontrar unas hermosas flores para Molly.

—No fue nada, espero que le gusten.

—Si, seguramente.— ambos sonreían complacidos por su hallazgo.

—Este es mi número, si necesitas algo solo llama.

—oh, gracias preciosa.— El chico se veía fascinado observando a su acompañante, se habían encontrado mientras él tomaba fotografías a las aves y ella rebuscaba debajo de un árbol. —¿Te gustaría tomar algo? Hay una buena cafetería cerca.

—Suena bien, pero solo si me permites pagar, cómo agradecimiento por la ayuda.

El chico estaba a punto de replicar cuando varias personas pasaron corriendo a su lado, gritando algo sobre una horrible pelea. Hermione siendo curiosa por naturaleza, hizo señas al chico para que fueran a ver.

No debió hacerlo.

Se llevó una muy mala sorpresa al encontrar que en medio de esa demostración de testosterona estúpida, estaba Malfoy.

—¡¡Draco!!— gritó, metiéndose entre los tres chicos, pero fue arrojada lejos por Malfoy, estaba claro que el rubio no permitiría que interfiriera en su pelea.

Hermione miro al rededor, nadie parecía querer intervenir.

—Lárgate de aquí, Granger!!—Gritó Malfoy, sonriéndole a sus atacantes.

Hermione giro en todas direcciónes, alguien debía detener eso, pero pedir ayuda de algún vigilante del parque era sinónimo de enviar a Malfoy a una cárcel muggles por 48 horas.

Los pensamientos llegaron rápido a su mente agitada. Seguramente Malfoy había comenzado la pelea, debió decir algo en contra de esos tipos y ahora se creía todo un hombre, agarrándose a golpes como un macho. La opción más viable era usar su varita, pero no podía hacerlo plena luz del día y rodeada de muggles, no sabía qué hacer.

De pronto, una alarma fuerte y taladrante robó la atención de todos.

—¡Es una alerta de bomba!— comenzaron a gritar varias personas, haciendo que la gente que miraba comenzara a correr en diferentes direcciones.

Hermione se levantó y tomó a Malfoy del brazo, corriendo lo más lejos que pudieran.

—¿¡¡Que diablos se supone que haces Malfoy!!?— la chica lo empujó detrás de un arbusto, intentando ocultarse.

—¡Que te valga todo, Granger!— se soltó de su agarre furioso.

—¿Piensas que puedes venir aquí y hacer todo lo que te venga en gana?

—¡Si! Ahora, porqué no te vas con la estúpida comadreja y me dejas ser miserable— mientras Draco gritaba furioso, la castaña noto lo mayugado que había quedado. Tenía el labio reventado y diversos golpes rojizos en el rostro y brazos que pronto se tornarían morados.

—Deberíamos ir a casa— dijo más tranquila. —Allá puedo curarte.

—¿Quien los detuvo?— pregunto Draco, sin tomar en cuenta lo que Hermione le había dicho. Miraba en todas direcciones queriendo encontrar a la persona que había lanzado el hechizo sonoro. —¿Te diste cuenta que solo parecieron escucharlo las personas que estaban cerca? Es un hechizo, alguien lo lanzó.

—Malfoy, es extraño que haya magos en este parque, por lo regular los evitan. ¿Quien lanzaría un hechizo sonoro?

—Yo.— De la nada, una voz tras de ellos los hizo estremecer.

Al ver al dueño de dicha voz, Hermione sintió que veía a un fantasma, mientras que Draco afilando la mirada lo reconoció de inmediato.

—Mira nada más. No, no, no, tu padre estaría decepcionado de verte con una sangre sucia, pequeño Malfoy.

—Adam Rosier.— susurro Hermione, levantándose al igual que Draco.

—Qué alegría vivir en la memoria de las personas.— dijo el alto joven, un par de años mas grande que ellos, sonriendo igual de tieso que Malfoy en sus mejores tiempos.

—¿Que haces aquí?— cuestionó Draco, sin dejar de mirar los extraños ojos rojos característicos de la familia Rosier.

Una familia que conocía muy bien, ya que su padre, Evan Rosier, era un mortífago al igual que Lucius.

—Vivir.— haciéndoles señas les pidió que lo siguieran

Lo hicieron hasta llegar a la salida del parque.

—Un gusto verte, Granger— dijo Rosier despidiéndose de ella y tomando el brazo de Draco.

—¿Que? No, no puedes llevartelo.— pero Adam ni si quiera la escuchó, desaparecio junto a Draco, dejándola tan confundida como siempre.

—¡Por Merlin! ¿Porque me está pasando todo esto?— se maldijo, debatiéndose entre pedir ayuda del ministerio o de sus amigos.

Esta situación ya era demasiado para ella, aunque sabía que cualquiera de las dos opciones serían muy duras con Malfoy.

—¿Dónde estamos?— Adam y Draco aparecieron en una habitación apenas iluminada.

—Solo siéntate, Malfoy— ordenó el joven acercándole una silla. —¿y cuentame por que te metiste en esa pelea de muggles?

—¿Creo que primero me gustaría saber qué diablos haces aquí?

—Ya lo dije, vivo aquí. Daba mi paseo matutino cuando te reconocí golpeando muggles como sacos de entrenamiento.

En realidad el alto y guapo joven no había cambiado mucho, seguía manteniendo ese rictus de amargura y el peinado de libro abierto característico de su familia. El único cambio radical era su ropa, que al igual que Draco ya no era formal.  Portando unos jeans deslavados y un jersey azul.

—No sé porqué lo hice, no tengo idea de nada desde que llegué.— confesó el rubio.

—Eso pasa siempre, aquí cambias.

—¿Todo este tiempo sin verte has estado escondido entre muggles? ¡Que horror!— Draco retomó su tono de asco.

—No me quejo, prefiero vivir aquí que con mi asquerosa familia, si es que aún queda alguien vivo. Supongo que te han mandado acá por lo del señor tenebroso.

—¿Cómo lo sabes?

—No eres el único, ya me he topado con otros dos, son hijos de mortífagos que temen por su vida. El ministerio los envío aquí, pero tú...— Adam tomo su brazo y lo alzó, clavando con fuerza su dedo en la mancha roja donde antes solía estar la marca tenebrosa —Tú si fuiste uno de ellos. ¿Qué haces libre?

—No encontraron nada para encriminarme. Fui obligado.

—Si por supuesto.— dijo con sarcasmo. —¿y tu padre? ¿Cómo está el imbécil de Lucius Malfoy?

Draco enfureció y Adam lo notó. Levantó su varita frente a él con el brillo en la punta, listo para lanzar cualquier ataque.

—¿Te desterraron, verdad? No tienes varita. — Rosier sonreía de manera hostil.

—No la necesito para romperte el cuerpo.

—Tranquilo, Malfoy. Tómalo con calma.— Adam bajo su varita. —ya tienes suficiente con esos golpes que te dieron y no quiero pelear, está bien que defiendas a tu padre, el mío era un cerdo.

—Lucius lo es también, es un cerdo... a veces se me olvida.—confesó Draco incómodo —el lunes lo enjuiciarán y espero que con eso acabe todo.

—Entiendo, eso es lo que pasa por odiar a todo el mundo. A mi ya no me importa nada de eso, nunca me importó realmente. ¿Por que crees que vine aquí antes de que todo estallara?— Adam tenía la mala costumbre de mover demasiado las manos para expresarse y eso comenzó a marear un poco a Draco. —Además, eres demasiado enano para pelear conmigo y aún hay rumores de como le llorabas al señor tenebroso para que no te matara, no eres rival para mi.

—¡Vete a la mierda!, no sabes lo que fueron esos tiempos, tú te fuiste.

—¿Para que quedarme? Tuve que aguantar toda mi vida a mis padres, abuelos, primos y compañeros diciendo cosas sobre sangre pura, sangre sucia y el deber que teníamos de acabar con ellos, ¿y dime que consiguieron? Morir o acabar en Azkaban. Si me quedaba un poco más, me habrían pedido hacer el trabajo que te encargaron y no creo haber tenido las pelotas para matar a Dumbledore.

—No lo hice, fue Snape... Sin él, habría muerto por no lograr el objetivo. —Malfoy miro un segundo al joven. — Pareces saberlo todo, Rosier.

—Me mantengo informado. Pero aún con lo que dices, sostengo que no debiste dejar que te marcaran, debiste pelear igual que hiciste con esos muggles en el parque.— Adam volvió a señalar la mancha rojiza y luego acercó a Draco cerveza muggle. —Anda, celebremos nuestro encuentro.

Draco se llevó la lata a la boca para descubrir el sabor agrio de la cerveza, el cual distaba mucho de la que les vendían es Hogsmeade.

—¿En dónde te hospedaron?— Rosier hizo comillas en el aire.

—En un edificio que parece un cartón húmedo con ventanas.

—Será mejor que te acostumbres antes de cometer alguna locura, hay magos que pierden el control aquí.

—Ya cometí una.— recordó el rubio cómo le había suplicado a Hermione que lo besara.

—¿Enserio? ¿Y cómo fue?

—Una fatalidad.

El cuarto donde estaban se encontraba bastante sucio y vacío, solo tenia una cama, una mesa llena de latas de cerveza muggle y kilos de polvo. Malfoy aparento estar cómodo.

—¿Que hacías con la Gryffindor comelibros?— Rosier tocó el tema con sutileza.

—Vive en el mismo lugar, es mi cuidadora o algo así.

—jajaja te pusieron una nana.

—El ministerio tiene un retorcido sentido del humor. Es lo peor que me han hecho, ahora no sé qué demonios me sucede.—confesó.

—oh, Malfoy, no me digas que te estás enamorando. — Adam le acercó otra lata de cerveza —¿acaso te estás interesando en la ratita de biblioteca?

—Tanto tú cómo yo sabemos que eso no existe entre nuestras familias. No podemos.

—El amor existe en todos lados, no importa que seamos. Slytherin, mortífagos, sangre pura.

—Cursilerias. —el rubio sacudió la mano con desinterés.

—¿Que hay de esa chiquilla que te perseguía a todos lados... Pansy Parkinson.— dijo recordando.

—Ya no es una chiquilla.— Draco alzó las cejas. —No la reconocerías si la vieras.

—Crei que Lucius forzaría su unión. Todos sabemos que a los Malfoy les gustan los matrimonios arreglados.

—Eso ya no importa.—  aventó la lata vacía, notando que se había lastimado también la muñeca —Parkinson era muy fácil y yo siempre he querido alguien que me presente un reto, que sea fuerte, que soporte todo lo que cargo desde que nací. Necesito una persona que sepa que mi vida siempre será un asco.

—¿y existe esa persona?

—No lo se.— alzó los hombros —a veces creo que sí, pero la vida me golpea y me manda de sentón a la triste realidad. —Draco se jaló la ropa llena de polvo y destrozada por los jalones de la pelea.

—jajaja más bien es porque ahora eres un pobre exiliado.

—Soy rico, Adam.

—Seguramente el dinero de tu familia está confiscado por el ministerio ¿o me equivoco?

—Lo está.

—Descuida, Malfoy, eso tiene solución. En cuanto enjuicien a Lucius, seguro que descongelan sus ingresos. Tu madre y tu estarán bien. Ahora, festejemos.


La preocupada Narcissa Malfoy estaba a punto de hacer un hoyo en el suelo, pensando infinidad de cosas que pudieran haberle ocurrido a su hijo en cuánto dieron las doce de la noche.

No había logrado obtener respuestas de los Granger, pero siguió la recomendación que le dieron: No salir.

Sabía lo malos que podían llegar a ser los antiguos conocidos de la familia, eran un blanco que siempre querrían acabar, pero confiaba que en cuanto dieran un juicio a Lucius, las cosas se calmarían.

Hermione estaba igual de preocupada.

Adam Rosier no era una persona de fiar, debió haber impedido que Malfoy se fuera con él. Ahora era imposible encontrarlos sin ayuda.

Después de que la dejaron en el parque, regresó al punto de la pelea,  solo para descubrir porque Draco se había metido en un problema ajeno.

"le quitó de encima a mis hermanos" la llorosa chica le contó a Hermione todo "Brian es mi novio, pero mi familia no lo tomó a bien porque somos de distintas clases sociales. Espero que tu amigo esté bien, me gustaría poder agradecerle, si no hubiera intervenido habrían matado a Brian."

Hermione no podía creerlo, en verdad Draco podía cambiar.

¿Y si lo decía enserio? De verdad queria cambiar. Mejorar.

No había mucho que hacer a media noche para localizarlo, ni siquiera llevaba consigo un celular, ni tenía algun lugar a donde ir. Hermione confiaba en que pronto aparecería, ocuparía las horas de espera para analizar la situación y sobretodo conectaría su corazón a su lógica.

Si no regresa, tendré que avisar al ministerio, concluyó.

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