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Capitulo 10. Pensarás en mi.

—¡Querida!, ¡Querida!, ¡Cariño corre!-—la señora Granger miraba nerviosa por la ventana principal —Mira ahí, ¿Es él, no?

Desde el sexto piso, las dos pudieron ver como Draco era arrastrado cuál muñeco de trapo, por otro muchacho aún más alto que él.

—Vayan por la señora Malfoy.— pidió Hermione, tomando su varita y yendo abajo.

Sus padres solo se limitaron a obedecer, estaban acostumbrados a las cosas extrañas que atraía consigo la magia. Sabían lo inteligente que era su hija y confiaban en ella para manejar esa situación.

—¿Draco?— Hermione salió con varita en mano, aún era muy temprano para que alguien estuviera fuera.

—Baja eso por favor, si alguien te ve los tres tendremos problemas.

—¿Que le hiciste?— la castaña apuntó al rostro de Adam.

—¿Que, que le hice? Este idiota tomó de más y ni siquiera puede ponerse en pie. Quedó inconsciente y hasta ahora no ha despertado.

—¿Que le diste, Rosier?

—Primero baja eso— Adam hablaba entre dientes mirándola con furia mal disimulada.

—¿Que le diste?— repitió firme la joven bruja.

—Le di Ginebra, Brandy, Cerveza, todo muggle.

—Dejálo.

—Si lo suelto chica lista, caerá como mosca embarrada en el pavimento.

—¡Suéltalo!— Hermione alzó más la varita.

—Escucha maldita ratita de biblioteca, será mejor que te hagas aún lado y me dejes llevarlo a su casa antes de que todos los muggles nos oigan— está vez con la mano izquierda, Adam le mostró su varita escondida entre sus ropas —No quiero pelear contigo —la desafío. Los ojos de Adam parecían encenderse junto a su temperamento —si algún muggle nos ve, los Aurores estarán aquí en un parpadeó y no serán piadosos con él. Si te interesa, te harás a un lado.

No tenía más opción, se hizo aún lado y lo dejo subir, lo siguió de cerca hasta que recostó a Malfoy en su cama.

—Supongo que aún me odias, Granger—preguntó Rosier con una sonrisa burlona.

—Si, desgraciadamente si.

—A mi sinceramente se me había olvidado todo sobre ti, pero viéndote y después de lo que Malfoy me contó, te recordé mejor. La ratita de biblioteca, amiga del gran Harry Potter.

A Hermione le había costado mucho deshacerse del apodo que los Slytherin le habían impuesto desde primer año. Recordaba perfectamente a Adam Rosier, era dos años mayor que ella y cada que la veía buscaba la manera de molestarla, le tiraba los libros, le jalaba el cabello, le buscaba mil apodos e inclusive la llegó a tirar saliendo de la biblioteca, pero un día desapareció y todo eso se detuvo.

Encontrarlo ahora solo era otro castigo a su ya complicada vida.

—Sabes, es raro ver tanta gente del pasado junta, aunque es bueno recuperar a los amigos, Malfoy siempre me ha caído bien.

—No creo que él quiera ser tu amigo de nuevo— Adam sonrió y acortó distancia entre ellos.

Costumbre aprendida de la guerra, Hermione sacó su varita colocándola entre ambos. Eso no lo hizo retroceder.

—Escucha Gryffindor, debo ser sincero contigo, antes era un imbécil, creía en todo eso de la sangre, pero cambié y la verdad es que eres tan hermosa como Draco te describió anoche —el chico enrolló la punta de su varita en el cabello de Hermione.

Lost City. Mi Nueva Vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora