Still into you (My Hero Acade...

By DanyJirou

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Jirou Kyouka es una chica que, a pesar de ser talentosa y mostarse dura con los demás, posee muchas insegurid... More

Capítulo I
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X

Capítulo II

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By DanyJirou

Luego de darle un par de vueltas al asunto, se decidió por su atuendo. Reemplazó sus shorts por un par de vaqueros desgarrados ligeramente de las rodillas, se puso una blusa (holgada al igual que la anterior) gris con la manga de un lado caída y dejando el hombro contrario al descubierto, un par de botas negras y un collar el cual tenía una plumilla roja de guitarra a modo de dije. Se miró en el espejo del baño de su habitación, en el fondo no se sentía muy segura ni con su apariencia, ni con asistir siquiera.

Miró el reloj que tenía en su mesita de noche, eran las 6 de la tarde y faltaba bastante para que la fiesta iniciara oficialmente. Fuera de su habitación se escuchaba algo de ruido proveniente de los pasillos, al parecer las demás estaban corriendo, subiendo y bajando escaleras constantemente y riendo de vez en cuando.

La noche poco a poco comenzó a apoderarse del cielo, las horas habían transcurrido como nunca antes y Kyouka era carcomida por los nervios cada vez con más intensidad. Enredaba el dedo índice con el lóbulo de su oreja, sabía que más de uno había salido ya en camino al salón donde era el evento; la duda la estaba matando ¿podía combatir contra villanos, pero no ir a una boba y aburrida fiesta de clase? Era patético, ella era patética.

Las 9 en punto. Silenciosamente abrió la puerta de su habitación, mirando por todo el pasillo para cerciorarse de que estaba sola. Una vez confirmado esto, cerró su habitación y bajó por las escaleras, dirigiéndose al que consideraba su infierno.

Entre más se acercaba, más nerviosa se sentía. El salón parecía un lugar donde hacían presentaciones, conferencias y, efectivamente, fiestas; las luces de todos los colores que pudiera imaginar alumbraban el perímetro de la edificación, un ritmo electrónico sonaba a lo lejos y, para su sorpresa, parecía que la fiesta no era exclusiva de la clase 1 – A.

Ya en el lugar logró confirmar ese último hecho. Alumnos de la clase B, el equipo de soporte e incluso chicos de grados mayores se encontraban ahí. Solo unas cuantas personas permanecían afuera, charlando y bebiendo algo en compañía de amigos, la mayor aglomeración de gente estaba dentro. Kyouka apretó ambos puños, de haber sabido que no era una fiesta solo de sus conocidos no habría asistido, ahora sí que se sentía una tonta.

"Habrá que ver..." pensó, adentrándose al lugar.

Tal como había imaginado, las luces eran más intensas en persona, la música electrónica resonaba dentro y fuera de las paredes que acogían a los chicos y chicas presentes; en el centro del lugar había gente bailando, en las orillas se colocaban los que simplemente querían beber o comer algo. Muchas personas no le resultaban familiares, cosa que le hizo preocuparse hasta que alguien tocó su hombro.

– ¡Kyouka! No puede ser, has asistido. – Era una voz masculina, gritando gracias al ruido del ambiente.

– ¿Sero? – Dijo Kyouka, dándose la vuelta y encontrándose con el chico. Sero era un chico de la clase al cual podía considerar como un amigo, un colega. Su apariencia era bastante común: cabello negro ligeramente despeinado, una sonrisa enorme casi todo el tiempo, lo único extraño era su particularidad en los codos, parte del cuerpo de donde sacaba una cinta muy pegajosa y resistente.

– No me esperaba verte por aquí, me alegra que vinieras. – El chico agregó con su característica sonrisa, dándole un par de palmaditas en el hombro a modo de felicitación.

Por un momento Kyouka se sintió a salvo, hasta que Sero se despidió de ella no sin antes decirle "Que te diviertas, Jirou". ¿Cómo podría divertirse así? Tenía la ligera esperanza de que Sero permaneciera con ella el resto de la noche, tal vez se juntarían con Kirishima y los demás, en esos momentos hasta el ruidoso y fastidioso de Bakugou le parecía una posible compañía agradable.

Miró a su alrededor, todos parecían divertirse a lo grande y no esperaba menos; Yaomomo lo había hecho increíblemente bien, aunque no tanto para el gusto de la chica. Recordó fugazmente esas películas norteamericanas donde sucedía el clásico cliché: una joven inadaptada en una fiesta, se le acerca un chico atractivo y después de un mal rato terminan gustándose. Parecía ser una técnica efectiva y ¿quién mejor que Jirou Kyouka para hacer el rol de chica inadaptada? Por todos lados veía chicas a las cuales se les acercaban chicos ya fuese para pedirles que bailaran juntos, beber algo o salir a tomar aire fresco y tener una charla, todas menos ella.

"Era de esperarse, obviamente no podría sucederme a mi" un enorme golpe de inseguridad le atacó. Llegó a la conclusión de que tal vez y solo tal vez debía ella buscar entonces a las personas, pues ellas no llegarían como si nada, así que se puso en marcha.

Buscaba con la mirada a sus compañeros, cualquiera le vendría bien, daba igual si era alguien fastidioso o extremadamente tímido; con conocerlo le bastaba. Intentó acercarse a alguno, pero estaban tan ocupados interactuando con gente de otras clases y grados que ni siquiera la notaban, incluso Hagakure estaba siendo bastante popular entre los invitados.

No pudo soportar más y salió del lugar, derrotada por su inseguridad y ligera timidez. El fresco aire de la noche le resultó reconfortante, tomó una gran bocanada de este y lo soltó en un largo y pesado suspiro de alivio. Con un poco de frustración clavó la mirada en la palma de sus manos, cuestionándose el porqué de su tremenda torpeza al momento de intentar interactuar con otros. Pensaba tomar un respiro y volver a ingresar a la fiesta, pero su orgullo no era tan grande como aparentaba. Inició así su caminata de vuelta a la residencia, concretamente iba directo a su habitación; intentaría dormir o lo que fuese que pudiera resultar de ayuda para despejarse y olvidar aquél trago amargo.

[...]

En el salón donde se estaba llevando a cabo la fiesta se encontraba un joven de cabellos amarillos con una marca en forma de relámpago en los mismos del lado izquierdo, estaba siendo acorralado por otro chico, muchísimo más bajo de estatura y con un cabello semejante a un racimo de uvas redondas.

– Ya te dije que no pienso hacerlo, Mineta. – Dijo el rubio, arrugando la nariz con aire de disgusto.

– ¡Por favor, Kaminari! Es un favor de pervertido a pervertido, no te cuesta nada, además... podrías disfrutarlo también. – Agregó el chico uva, de nombre Mineta. Le estaría suplicando de rodillas al más alto, pero si lo hiciera, él luciría mil veces más bajito.

Se trataba de Minoru Mineta, el chico más pervertido de la clase 1 – A y Kaminari Denki, el segundo chico más pervertido de la misma clase. Ambos se caracterizaban por fijarse constantemente en cuanta mujer se les cruzara en el camino, pero no era un secreto que Mineta era diez veces más cínico que el rubio.

– Es demasiado bajo hasta para ti, enano. Supongo que no tengo remedio, además tendrías que devolverme el favor ¿De acuerdo? – Terminó cediendo a las súplicas, encogiéndose de hombros. Mineta lo miró con gran ilusión en su rostro y, en cuestión de segundos, jaló a Kaminari por todo el recinto hasta salir ambos de la fiesta.

Se dirigían a la residencia y en el camino a paso lento, el pequeño pillo aprovechó para contarle su estratégico y casi "maestro" plan. Consistiría en lo siguiente: irían al lado derecho de los dormitorios, es decir, el lado de las chicas; Kaminari se quedaría en el primer piso para vigilar el perímetro mientras que Mineta aprovecharía la fiesta como distracción para entrar a las habitaciones de todas y cada una de sus compañeras de clase y hurtar algo de su ropa interior o de menos, tomar algunas fotos de esta para no parecer tan sospechoso. Era perfecto y no había fallas.

Llegaron finalmente, el edificio se encontraba completamente solo, silencioso y con las luces apagadas salvo las que alumbraban la entrada y los alrededores. Mineta saboreaba desde ya la dulce victoria del morbo, jugueteando con sus manos casi de forma maligna y con una risa digna de un buen villano. Kaminari solamente se rascó la nuca.

– Muy bien, me sé las habitaciones de memoria. Sígueme. – El niño uva iba sumamente preparado, parecía que había planeado todo por meses. Su fiel compañero rubio le siguió el paso, sigilosamente.

Entraron al lugar, se dirigieron a las escaleras que llevaban al primer piso habitacional de las chicas y se detuvieron abruptamente.

– ¿Y ahora? – Preguntó Kaminari, en un sutil susurro.

– En este piso están las habitaciones de la chica sin chiste y la sexy silueta de Hagakure. Obviamente me saltaré la primera e iré directamente a verificar el tamaño de los pechos invisibles. – Respondió Mineta, intentando contener la emoción que lo inundaba.

Le indicó a Kaminari que permaneciera justo en las escaleras y que, en caso de que alguien llegase, dijera que estaba buscando a Tokoyami u Ojiro. Dicho esto, el pequeño recorrió silenciosamente el pasillo hasta llegar a la última puerta e ingresó en esta, encerrándose y tomándose su tiempo.

– Eso es demasiado. – Murmuró el rubio para sí.

Se sentó justo frente a la puerta de la habitación de Jirou Kyouka, recargando suavemente su cabeza sobre ésta y cerrando los ojos unos instantes. Tenía planeado ligar un poco durante la fiesta, había cientos de chicas lindas e interesantes con las cuales se moría por poder interactuar y todo había sido estropeado ¿por qué? Por Mineta y su estúpida idea. De igual forma, ya había sido rechazado por un total de cinco chicas dicha noche y solo había transcurrido una hora desde que inició el evento; aun así, no se daría por vencido con el sexo femenino.

[...]

Cuando Kyouka regresó, lo primero que hizo fue volver a ponerse el conjunto cómodo que había usado después de la escuela para poder tumbarse en la cama. Miró el techo por un largo lapso de tiempo, mil preguntas rondaban en su cabeza y no dejaba de insultarse a sí misma por haber metido la pata.

Era obvio que necesitaba una distracción, pues dormir no resultaba rentable gracias a todos sus pensamientos licuados en el cerebro. Se sentó al borde de su cama y miró alrededor; hacía bastante tiempo que no tocaba la guitarra acústica y aprovechando que no había ni un alma en la residencia... "¿Y por qué no?" pensó. Caminó hacia donde se encontraba posado el instrumento, lo tomó y volvió a sentarse en el colchón.

Tensó algunas cuerdas, colocó los dedos de la mano izquierda sobre los trastes y con la mano derecha rasgó suavemente; emitió un dulce y cálido sonido, pero en un volumen bastante bajo, tocando acordes aleatoriamente.

[...]

Abrió lentamente los ojos al escuchar un vago sonido, al parecer era una guitarra. Se alarmó por un momento, solo una persona tocaba música en dicha residencia y en ese piso concretamente.

– ¡Jirou! – Exclamó Kaminari, ahogando su voz lo más que pudo para no alertar a la chica que, evidentemente, se encontraba justo detrás de esa puerta.

En vista de que comenzaba a tocar su música, era muy poco probable que decidiera salir por cualquier razón existente, hecho que tranquilizó al chico y le invitó a volver a acomodarse en el suelo.

Puso atención en el sonido de las cuerdas, era sumamente bajo, casi imperceptible y solo eran acordes sueltos sin gracia alguna. Comenzaba incluso a aburrirse hasta que finalmente comenzó.

Una melodía perfecta hizo presencia, aquél volumen bajo y aburrido desapareció. La canción le era familiar; se trataba de Everlong, éxito de una gran banda norteamericana de nombre Foo Fighters. No esperaba menos de Jirou, sabía que tenía gustos musicales excelentes y supuso que sabría tocar algún instrumento mínimo, pero no de esa manera.

Kaminari abrió sus ojos de par en par al escuchar a la chica cantar, acompañando la guitarra con su voz. Sonaba sumamente bien, era una armonía perfecta. A pesar de estar al otro lado de la puerta, podía percibir todo el sentimiento que Jirou ponía al tocar y cantar.

No sabía ni qué pensar, siempre se había mostrado como una chica ruda, dura y aburrida, que no hacía más que escuchar música y molestar al pobre Kaminari cada vez que podía; además solía quejarse mucho, era una rara de lo peor y ahora estaba ahí, mostrando un lado que prácticamente nadie más conocía, al menos hasta ese momento.

"Jirou tocando y cantando una canción de amor... sí que es raro, pero me gustaría poder escuchar esto más seguido"

Finalmente, la canción llegó a su fin y Kaminari quedó con una sensación de curiosidad tremenda. Quería abrir la puerta y decirle que tocaba increíble, que por favor tocara otra canción o algo... pero se contuvo, sabía lo agresiva que podía llegar a ser Jirou y encima la situación en la cual se encontraba no era la más óptima para elogiar su talento musical; tal vez lo haría en otra ocasión.

El acompañamiento musical llegó a su fin, el silencio volvió a reinar el recinto y Kaminari permaneció quieto, esperando a que el tiempo pasara y que Mineta le indicara que había concluido su misión.

"Después de todo no fue tan mala idea venir a ayudar a Mineta".

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