Aquella pregunta me dejó totalmente fuera de combate, no sabía por qué me preguntaba aquello.
—¿Qué? ¿Eso de donde te lo has sacado? —pregunté confundida.
—Iván se lo ha dicho a Christian. — respondió, cada vez mas calmado, aparentemente.
—No. No he follado con Iván, y aunque así fuera, ¿acaso importa ahora con quién me voy a la cama? —me crucé de brazos mirándolo con el ceño fruncido.
Soltó un bufido de enfado, no sabía por qué estaba él enfadado, cuando el que había sido él, y sólo él, el que había irrumpido en mi casa y me había hecho aquella estúpida pregunta.
—Vete de aquí. —comenté con el tono más serio y firme que pude tener.
—Ya que estoy aquí, ¿por qué no organizamos los juegos? Empezarán la semana que viene, es cuando empezarán los exámenes. —cambió de tema Jesús, con una expresión más relajada que pocos minutos antes.
—Será lo mejor, sí. —aseguré tratando de relajarme todo lo posible.
—Luego dos semanas de "descanso" y la segunda parte. —dijo haciendo comillas con los dedos en la palabra "descanso".
—Genial. Y en esas dos semanas organizamos la segunda parte y todo eso. —propuse con una sonrisa amable y un tono de emoción.
Este asintió con la cabeza, cruzando sus brazos por encima de su pecho y apartó su mirada de mí, dirigiéndola hacia una de las paredes del pasillo.
—Mejor me voy ya. —comentó con desgana y se giró hacia las escaleras.
—Adiós, Oviedo. —me despedí con cierta malicia.
—Adiós, Sellers. —respondió él de la misma forma.
Bajó los escalones rápidamente, en un abrir y cerrar de ojos ya había desaparecido de mi vista, como si se hubiera teletransportado, pero el sonido de sus pasos era lo bastante claro como para saber que seguía en la casa, hasta que un portazo llegó hasta mis oídos.