Estando a tu lado ©

By LittleAramat

143K 6.6K 1.4K

Trilogía Prohibido #2 Promesas son promesas, juramentos los cuales a pesar de no ser escritos en un solido pa... More

Estando a tu lado
Estando a tu lado - Book Trailer
Reparto
Prólogo: Olvidarla
Capítulo Uno: Dejarlo ir
Capítulo Dos: Llamadas
Capítulo Tres: Emociones
Capítulo Cuatro: Mía
Capítulo Cinco: Papá
Capítulo Seis: Contigo
Capítulo Siete: Junto a ti
Capítulo Ocho: Somos Uno
Capítulo Nueve: Liberación
Adelanto
Capítulo Diez: Segura
Capítulo Once: Adrenalina
Adelanto
Capítulo Doce: Solo Mía
Capítulo Trece: Roto
Adelanto
Capítulo Catorce: Desesperación
Capítulo Quince: Completo
Capítulo Dieciséis: ¿Por qué?
Capítulo Diecisiete: Inmensamente Triste
Capítulo Diecinueve: Nunca Más
Capítulo Veinte: Los Tres
Capítulo Veintiuno: Leoncito
Adelanto
Capítulo Veintidós: Estando a tu lado
Agradecimientos
Preguntas & Respuestas
Campanas de Boda

Capítulo Dieciocho: Citas

3.2K 207 54
By LittleAramat

KHALESSI

¿Cómo puedo decirle que «no» a ese hermoso ángel al que tengo por hija? Ella que es toda mi inspiración y lo único que necesito para salir adelante por completo. Jhalessi es mi motor y motivo para continuar en el largo camino de la vida, no dándome por vencida.

Mi corazón late con fuerza al verles a ambos juntos, los dos jugando en el gran salón, llenándolo de alegría con sus bellas risas. La forma en que ambos se miran, se observan y se acarician, es única y especial. Es como poder a dos personas hechas de la misma rama, siendo completamente iguales. Gia es idéntica a él a pesar de que todavía su padre no lo vea por completo, ambos siendo uno bajo la luz del sol.  

Sonrío con mis mejillas sonrojadas al ver como ella se abalanza sobre él, su padre riendo inevitablemente ante ello. Se incorpora sentándose con sus piernas cruzadas, mi pequeña sentada sobre su regazo sin intenciones de bajarse de ellas.

Sube la mirada encontrando la mía a través del cristal del espejo, sus grandes ojos azules hipnotizándome como de costumbre, dejándome atontada por muchos segundos. ¿Cómo poder detestarlo? ¿Odiarlo cuando me ha dado la mejor maravilla de todas?

—Mira eso, pequeña leona —le pide a nuestra hija, quien rápidamente observa el espejo —. ¿Qué ves?

—Somos nosotros —responde ella confundida, no entiendo el por qué de su pregunta.

—¿Sabes lo que yo veo? —le pregunta arqueando una de sus cejas, a lo que mi pequeña niega —. Yo veo a una sola persona.

—Pero somos dos —replica.

—Solo hay una persona —le asegura Judah, colocando su frente sobre la de nuestra hija —. ¿Sabes por qué? Porque tú vives en mí, de la misma manera en que yo vivo en ti —le explica sonriendo —. Todo lo que ves en el agua, en tu reflejo... yo vivo en ti.

Gia sonríe encantada ante la metáfora de su progenitor, aquello provocando que me percate de que yo también estoy sonriendo, sus ojos azules clavados en los míos mientras abraza a nuestra pequeña leona, quien se acurruca contra el pecho de su padre como si la vida le fuese en ello.

Suspiro, pensando en todo lo que daría por pertenecer a ese cuadro familiar, por saber que él es mío y que yo soy completamente suya, ambos viviendo la etapa más dulce y amorosa de nuestras vidas juntos al tener a nuestra pequeña con nosotros. 

Pero no, no es mío y aquello rompe mi corazón de mil maneras. Duele saber que sin él es mejor, aunque al principio sea más que torturador. Me pregunto si mi hermano en realidad tiene razón al decirme que él siempre me ha formado a la manera que quiere, cambiando cada uno de mis pensamientos, mis deseos y mis inspiraciones, volviéndome algo que no soy en realidad.

Subo la mirada percatándome de que son las dos de la tarde, y que le prometí a Matthew estar lista antes de las cuatro, hora en la que pasará a recogerme. Me levanto de la mesa de sala como alma que lleva el diablo, llamando la atención de ambos, a lo que le ofrezco una sonrisa a mi pequeña mariposa, quien no necesita más que eso para entender que me refiero a su segundo padre, rápidamente corriendo hacia mí. 

—¿A dónde van? —pregunta Judah, confundido.

—Voy a ayudar a mamá a arreglarse para su cita con papá Matthew —responde por mí la pequeña —. ¿Quieres sugerir unos vestidos? —cuestiona con sorna, sabiendo que aquello provocará a su padre.

—Mejor estaré aquí viendo televisión —se limita a responder su padre, su rostro tratando de ocultar cada una de sus emociones.

Le echo una última mirada al padre de mi hija cuando cree que se encuentra solo en la sala, apreciando como su mandíbula se tensa, provocando que las venas de su cuello se marquen gracias al enojo. Maldice en voz baja pensando para sí mismo, mis labios liberando un suspiro. Batallo en contra de mis ganas de ir hacia él y decirle que no tiene por qué sentir celos, que no tiene que temer perderme porque todavía me tiene colgando en sus manos a pesar de que lucho todos los días por soltarme de su fuerte agarre.

Mi pequeña leona entra emocionada a mi habitación y corre directa hacia el gran armario que poseo, empezando a pasearse por él mientras busca entre los múltiples vestidos que tengo, haciendo comentarios sobre los colores favoritos de Matthew, dándome su opinión. 

—De hecho, estaba pensando en utilizar este —le digo, acercándome a uno de los estantes. Descuelgo la prenda gris —. Papá Matthew la compró el mismo hace unos meses y no tuve la oportunidad de usarla. 

—No te quitará los ojos de encima —me asegura, provocando que ría —. Papá Matthew aun te ama, mamita. Yo sé que aún lo quieres, ¿por qué no darte una nueva oportunidad con él?  

—Papá Matthew y yo nos amamos mucho —admito, dándole la razón.

—Y ambos tienen muchas cosas en común —agrega con una sonrisa en sus labios —. Siempre he pensado que cuando ustedes se miran hay una gran conexión. Es lo mismo que veo con papá —murmura.

—Mariposa, Judah y yo tenemos una historia complicada. Pero te prometo que haremos todo lo posible para llevarnos bien solo por ti —le aseguro, acariciando su cabello.

—Dale una lección, mamá —me pide en un susurro, a lo que mi ceño se frunce —. Enséñale que no siempre estarás esperando a que se decida por ti, que ahora es él quien tiene que luchar si de verdad te ama.

Las palabras se quedan atoradas en mi garganta al escuchar a mi hija decirme aquello con tanta seguridad y confianza. Me sorprende que me pida alejarme de él, ya que cualquier otro niño en su lugar hubiese pedido que no dejase de luchar por su padre, pero ella no está pensando en sí misma, sino en lo que es mejor para mí. Rodeo su cuerpo con mis brazos susurrándole lo mucho que la amo, ella repitiendo lo mismo mientras me abraza fuertemente, haciéndome saber que se encuentra a mi lado.

—Hora de ayudar a mamá a ponerse linda para papá Matthew —le digo en broma, ella rodando los ojos al mismo tiempo que ríe.

—Tú ya eres linda, mamá —me asegura, haciéndome sonreír.

Cierra la puerta del armario mientras yo me deshago de las prendas que llevo puesta. Después de escoger un bonito conjunto de lencería negra, coloco el vestido gris sobre mi cuerpo, admirando como la tela se pega a mi cuerpo marcando mis curvas. Sonrío al pensar que Matthew sabe cada uno de mis gustos en ropa. La prenda es corta pero elegante, el cruce hasta el cuello dándole un toque romántico.

Me siento en el sofá ubicado delante del espejo para empezar a maquillarme, mi pequeña mariposa empezando a hacer su trabajo con mi cabello, recogiéndolo en un moño desordenado, unos cuantos mechones dorados cayendo por los lados. Lo sujeta con ganchos dorados que se pierden en mi melena gracias al color. 

Gia chilla de felicidad cuando me encuentro terminando de colocarme mis aretes, provocando que mis mejillas se sonrojen. Nunca me he encontrado tan emocionada por una cita antes, especialmente ahora. Había olvidado en estos meses lo que es salir y sentir mariposas en el estómago, y saber que es Matthew quien se está encargando de hacerme volver a sentir esas emociones perdidas, provoca que algo se encienda en mi interior, un sentimiento que pensé olvidado. 

—Ya se estaban... —Judah deja de hablar cuando sus ojos se posan en mí, mirándome disimuladamente por completo. Sus ojos azules delatan lo que siente, lo cual son celos y rabia, pero es demasiado orgulloso como para decirlo —. Te ves hermosa, Khalessi.

—Muchas gracias —le agradezco algo cortante. Mi móvil vibra en mi bolso y sonrío al ver que es Matthew, exactamente a las cuatro —. Deséame suerte —le susurro a mi mariposa, quien sonríe para después de darme un beso en la mejilla.

Judah parece querer decirme algo a gritos, pero no se atreve a articular palabra alguna. Sus ojos me suplican que no salga por esa puerta, que no salga con alguien que no es él. Suspiro negando con la cabeza. Ya no habrá más aquella mujer que se deja utilizar por sus falsas promesas.

Con pasos llenos de emoción camino hacia el auto plateado de Matthew, quien me espera con una sonrisa en sus labios. Se ha vestido con un traje negro y una camisa blanca con los dos primeros botones abiertos, mi mente no dejando de pensar en lo guapo que es. 

—Me has robado el aliento cuando te vi salir de casa. Estás hermosa —me asegura. Deposita un beso en mi mejilla como saludo, y me sorprende a mí misma cuando me decepciono ante ello, deseando la caricia en mis labios —. Tengo una velada llena de sorpresas, eh.

—Siempre me has sorprendido con tus citas —replico.

—Pero esta es diferente —me sonríe, guiñándome un ojo.

Todo el transcurso al lugar se ve lleno de risas por parte de ambos, los dos recordando viejos tiempos. El regresar a nuestra primera cita provoca que mis mejillas se sonrojen, avergonzada al recordar cómo me alejé de él cuando trató de besarme. 

—Nunca nadie me había rechazado un beso —me cuenta, a lo que río —. Supe que eras especial desde ese momento.

—Fuiste muy paciente conmigo.

—Seis meses para que me dejaras besarte, sí, eso me debe de hacer el hombre más paciente del universo —admite, ambos riendo ante su comentario.

Me percato de que hemos llegado a su casa de playa, mi ceño frunciéndose al mismo tiempo que mi corazón amenaza con salirse de mi pecho en cualquier instante. Emoción corre por mis venas mientras que caminamos tomados de la mano hacia la arena. 

Mi boca se abre al ver lo que ha preparado para nosotros. Una manta roja gigante cubre la arena, varios cojines de múltiples colores adornando los lados. Velas blancas rodean el espacio iluminándolo, dándole un toque romántico y especial. Una botella de champagne se encuentra esperando por nosotros.

—Matthew, es hermoso. —Le rodeo con mis brazos besando su mejilla —. Gracias.

—Haría lo que sea por verte sonreír, Kai —susurra, mirándome a los ojos —. Nunca lo olvides.

Me siento sobre la blanda superficie mientras que él hace lo mismo, abriendo la botella de champagne y sirviéndola en dos copas, a lo que yo le comento sobre cómo ha estado yendo las cosas con nuestra pequeña caracola. 

Sería mentir el decir que no siento nada al estar a su lado, al contrario, mi cuerpo tiembla de los nervios al esperar el siguiente movimiento, queriendo saber qué hará para avanzar. Sus bellos ojos cafés me hipnotizan por varios segundos cuando se acerca un poco más a mí, su mano rozando la mía. Matthew continúa hablando a pesar de que mis ojos deben delatar las ganas que tengo que me bese, que me acaricie y que me estreche entre sus brazos.

—Tenemos una hermosa vista —comenta mirando hacia el océano.

Dioses, ¿cuándo empezó a atardecer por completo? He perdido rastro del tiempo al estar a su lado, y aquello provoca que mis labios suban en una sonrisa enamorada. Hace tiempo que no tenía una salida que me entretuviese tanto, en la que disfrutase del más mínimo comentario. 

Subo mi mano derecha a su barbilla, mis dedos obligándole a girar su rostro, obligándole a mirarme. Matthew me observa confundido, tomándole segundos percatarse de lo cerca que nos encontramos. Sus ojos bajan delicadamente a mis labios, inclinándose hacia adelante, provocando que estos se rocen con los míos. 

Antes de que pueda decir algo más, junto mis labios con los suyos, mis manos yendo directas a su cuello al igual que las suyas, tratando de acercarlo más a mí. Había olvidado lo bien que se sienten sus labios sobre los míos, besándome de una manera que me lleva a la locura. 

Mis manos suben a su cabello, sentándome a horcadas sobre él. Mi lengua y la suya se encuentran en un acalorado y hambriento beso que ninguno de los dos se atreve a detener. Mi labio inferior se cuela entre sus dientes, los cuales tiran sin delicadeza, provocando que un incendio empiece a formarse en mi interior.

Sus manos suben por mi espalda hasta encontrar el cierre de mi vestido, empezando a bajarle lentamente, como si aquello doliese de alguna u otra manera. Se deshace de la prenda hasta que quedo en mi ropa interior, yo ya habiendo quitado su camisa y saco.

Sus besos encienden cada centímetro de mi piel, robándome suspiros los cuales salen de mis labios sin permiso alguna, sus dientes marcando cada espacio posible. 

Pero entonces lo veo a él, sonriéndome esperanzado. Puedo imaginar sus pupilas completamente dilatadas mientras espera ansioso que le permita de una buena vez por todas que le deje hacerme el amor, que le permita recorrer mi cuerpo con sus besos y caricias, siendo el único que me ha hecho sentir completamente mujer. 

Matthew se da cuenta de ello, ya que deja de besarme mirándome preocupado, pensando que ha hecho algo mal. Me alejo de él subiendo mi vestido, cubriendo mi cuerpo. Sus mejillas se tiñen de rojo inmediatamente, él empezando a vestirse lleno de vergüenza. 

No puedo.

N/A: Siguiente actualización requiere de 35 comentarios. Pobre Kai, Judah no sale de sus pensamientos. Pobre Matthew que me hace recordar a mi William. ¿Qué creen que sucederá?

#Kaitúpuedessuperarlo

Continue Reading

You'll Also Like

122K 9.5K 65
-ᴍᴏʀɢᴀɴ ᴡᴇʟʟꜱ || 𝕻𝖗𝖊𝖋𝖎𝖊𝖗𝖔 𝖈𝖔𝖗𝖗𝖊𝖗 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖘𝖎𝖊𝖒𝖕𝖗𝖊 𝖈𝖔𝖓𝖙𝖎𝖌𝖔 𝖖𝖚𝖊 𝖖𝖚𝖊𝖉𝖆𝖗𝖒𝖊 𝖘𝖔𝖑𝖔 𝖘𝖎𝖓 𝖙𝖎. Cuando el aceler...
29.2K 2K 39
Han pasado años desde la última vez que la vi. Es un recuerdo horrendo. Estaba totalmente llorosa, sus manos temblaban del miedo. No era ella en ese...
95.8K 4.3K 23
Me Llamo ____ Horan y soy del distrito 11,Tengo 16 y un Hermano "Mellizo".Gane mis primeros juegos a los 13 años y después fui mentora, Solo tengo un...
5.6K 223 31
El mayor error que pudieron ,cometer ,pero a veces el orgullo ,la vergüenza hasta el temor suele ser más fuerte,ella soñaba y anelaba un día ser otra...