La Secretaria ©

By autumn-may

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#FinalistaPremiosWatty 2014 De chica de los encargos, paso a ser su secretaria personal. Venus Avner era la m... More

Aclaración
La Secretaria
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 08
Capítulo 09
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Epílogo

Capítulo 07

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By autumn-may

Dos días después, más precisamente el lunes, luego de vestirse y maquillarse muy natural y haciéndose un rodete y perfumándose, salió de la habitación, bajó las escaleras y se dispuso a prepararse el desayuno.

Llegó como siempre, minutos antes del horario habitual de trabajo, después de desayunar tranquilamente en su casa. Dejó todo acomodado y fue hacia el piso siguiente, el cuál le correspondía.

Y no pasó tanto tiempo, en que su jefe, quién ya estaba allí, la llamara a su despacho para encargarle algo.

—Buen día, señor Wayland.

—Buenos días, Venus.

—¿Necesita algo de mí, señor?

—Sí, ¿quiero saber por qué te fuiste el sábado a las apuradas?

—Estaba cansada, me había levantado muy temprano el sábado, y me estaba cayendo del sueño.

—¿En serio? No te vi demasiado somnolienta.

—Suele agarrarme de repente el sueño, señor Wayland.

—Mira tú.

—¿Algo más se le ofrece?

—No, nada más Venus, puedes retirarte ya.

—De acuerdo, con su permiso.

—Ve tranquila.

Y así, pasaron los días, las noches, y las siguientes semanas también. Y cada día que pasaba, se acercaba un poco más el día de su boda junto con Begoña. Venus, por su propio bien, y para no seguir pensando en algo que ya no tenía caso, prefirió anotarse en la universidad, para realizar el curso de verano para los exámenes y poder ingresar a la carrera de decoración de interiores, eso implicaba renunciar al estudio de arquitectura, ya que iba a instalarse en otra ciudad. Y prefería eso, antes que seguir viéndolo y saber que estaba felizmente casado con Begoña.

Ya desde hacia días atrás, lo había hablado con sus padres, y decidieron apoyarla en la decisión tomada, era lo mejor. Ciudad nueva, trabajo nuevo, estudios nuevos también, y quizá una vida social más acorde a lo que ella era en verdad.

Los días pasaron, y con los mismos, la noche de su boda por Iglesia.

Venus, se puso un sencillo vestido largo, de color dorado, de breteles muy finos y escote en la espalda. Era sencillo, pero precioso a la misma vez. Accesorios al tono, cartera de mano, zapatos de taco altos, y maquillada muy natural, salvo por la sombra dorada que había decidido colocarse.

—¿Irás al final, cariño?

—Sí, mamá, me lo ha pedido.

—Te ha pedido tantas cosas, y tú se las has concedido a todas que jamás se dará cuenta lo indispensable que eres tú para él.

—No soy indispensable para él, mamá —le contestó sonriendo sutilmente—, fácilmente puede conseguirse a una más competente que yo y listo, asunto arreglado y todo el mundo contento, ya igual el lunes de la semana que viene dejaré de trabajar para él, y me iré a otra ciudad.

—Tú y tus decisiones, Venus.

—Sabes que pueden venir a visitarme cuando quieran, el departamento está muy cerca de la playa, así qué, de vez en cuando bien pueden darse una escapadita a donde estaré viviendo.

—Lo sé, preciosa, pero hasta que tu papá no salga de vacaciones o no decida cuándo querrá tomárselas, no te avisaré.

—De acuerdo, mamá —le dijo dándole un beso en su mejilla, y ella le dio otro beso.

Venus, había llegado a La Iglesia cuando su jefe dio el sí y todo su mundo se vino abajo, se le llenaron los ojos de lágrimas, y se le cayeron un par. Cuando la ceremonia nupcial terminó, los novios caminaron por la alfombra roja hacia la salida de La Iglesia, Begoña se veía perfecta, y la palabra perfecta le quedaba demasiado chica para su personalidad, y su carácter. Estaba mucho más que sonriente, contenta y feliz por demás, en cambio Caden, se veía como el perfecto y atractivo muñeco de la torta de bodas, pero su rostro y sobre todo sus ojos azul verdoso, estaban apagados, sin brillo y a la joven le sorprendió verlo de aquella manera.

Él, giró su cabeza, y allí la vio, ataviada en aquel vestido dorado y ajustado a su cuerpo. Y ella en silencio pronunció un Felicidades jefe, con su mejor sonrisa falsa, y él le dijo muchas gracias en silencio también.

Para ser sincera consigo misma, no pudo quedarse en la fiesta de casamiento. Pero cuando saludó y felicitó a Jules, ella le pidió por favor que se quedara, que lo haga por su hijo. Y la joven no pudo negarse.

Después de unas cuatro horas y algo más, decidió irse de la fiesta. Y sin despedirse de él, salió del salón, escabulléndose entre la multitud de invitados.

El domingo, la muchacha preparó todas sus cosas para empaquetarlas en cajas y llevarlas al departamento donde se quedaría mientras durara la carrera de decoración de interiores.

Todas aquellas cajas las mandó a través de un camión de mudanzas hacia el departamento que había alquilado por adelantado en Newport.

Y el lunes mismo de aquella semana, le entregó la carta de renuncia a la madre de su jefe.

—Buenos días, Jules, perdóname la indiscreción de haber venido hasta tu casa, pero me gustaría que le entregaras éste sobre a tu hijo.

—Buenos días, Venus, ¿no se supone que debes de estar en el estudio?

—Sí, se supone, pero no iré.

—¿Por qué no?

—El sobre contiene dentro, mi carta de renuncia, y otra nota para él también.

—¿Por qué?

—Quiero seguir una carrera que no está en ésta ciudad, decoración de interiores, y me voy a vivir a otra ciudad por el tiempo que dure la carrera.

—Esa carrera sabes perfectamente que está aquí también en Kansas.

—Tú me entiendes, Jules y sabes bien porqué me voy de aquí.

—Lo sé, pero creo que estás cometiendo un tremendo error, cariño.

—No sé eso, pero no puedo quedarme en el mismo lugar que él, me mata verlo, y solo quiero que le entregues el sobre cuando lo veas, por favor.

—Sí, lo haré, Venus, no te preocupes por eso, ojala y espero volverte a ver muy pronto, niña.

—Gracias, lo mismo digo, espero verte pronto, pues bien, creo que ya es hora de irme, mi vuelo sale dentro de una hora y media, y he salido de casa atrasada, hasta muy pronto —le dijo, abrazándola fuertemente contra ella.

—Hasta muy pronto, preciosa.

—Y muchas gracias por haberme tenido el aprecio intacto desde el momento en que me has conocido —le dijo sujetando sus manos entre las suyas, mirándola a sus encantadores ojos y a Venus se le aguaron los ojos y se le hizo un nudo en la garganta.

—De nada, querida, ojala que encuentres a un hombre que te valore y te merezca, tienes todo para darle a esa persona especial, lo único que lamento es que el sábado no hayas sido tú la que se casaba con mi hijo.

—Por favor, no me digas esas cosas, si Caden es feliz, yo soy feliz también, por más que me duela saber que está casado con otra mujer que no sea yo.

—Será mejor que te vayas ahora mismo, Venus, si no perderás tu vuelo.

—Sí, lo sé, gracias por todo una vez más, y hasta muy pronto, Jules.

Se saludaron nuevamente con un beso en sus mejillas, y ella se subió al taxi que la estaba esperando.

Dos horas después, cuando la joven estaba volando hacia Newport para una nueva vida, diferente a la que había dejado en Kansas, su madre llamó de inmediato a su hijo.

—Caden, ¿podrías venir a la casa?

—De acuerdo, mamá, ¿qué ha pasado?

—Nada, pero necesito entregarte algo muy importante.

—Está bien, ha tocado el horario del almuerzo, en unos minutos estoy por ahí.

—Bueno, cariño, ven pronto.

Y media hora después, llegó a la casa de sus padres, y sin esperar un segundo más, su madre, le entregó un sobre blanco.

—¿Qué es?

—Me lo ha dejado en mis manos hace más de dos horas atrás, Venus.

—No...

De inmediato lo abrió sin perder el tiempo, y primero sacó la carta de su renuncia y luego la nota de su puño y letra que iba dirigida hacia él.


Señor Wayland:

No soy buena redactando cartas, y peor soy para las despedidas. Lo que más lamento es no habérselo avisado mucho antes para que por lo menos se consiguiera una mejor y más eficiente secretaria personal que yo. Sé perfectamente que no soy indispensable para usted. Así qué, ahora tiene la posibilidad de poder conseguir a la secretaria perfecta que siempre ha querido, y por mi culpa no pudo. ¿Lo recuerda? ¿La manera en cómo le había insistido en que me diera el puesto desde ser la chica que hacia los encargos hasta terminar siendo su secretaria personal? Pero no creo que lo recuerda en lo más mínimo. Estos tres años que han pasado ya, me han enseñado a respetarlo como mi superior y como hombre también. Decidí irme del trabajo y de la ciudad desde hace bastante tiempo atrás, apliqué en una Universidad, me aceptaron y tendré que hacer el curso de verano. Y si apruebo todos los exámenes, pues, me quedaré a vivir aquí. Le agradezco todo lo que ha hecho por mí, señor Wayland. Siempre le estaré sumamente agradecida por todo, por absolutamente todo. Jamás lo olvidaré, señor.


No hacía falta quién escribía la carta. Terminó de leerla, y miró a su madre con lágrimas en sus ojos.

—Se ha ido y jamás volverá aquí.

—Caden, hijo mío, jamás te he visto así, ¿por qué lloras?

—Venus sí era indispensable para mí.

—¿Por qué nunca se lo has dicho?

—Porque era una más de mis tantas empleadas del estudio de arquitectura.

—Lo siento, hijo pero ya no se puede volver atrás —le dijo su querida madre y le dejó un sabor amargo a su boca apenas escuchó aquellas verdaderas palabras.

Y al terminar de escuchar aquellas palabras por su madre tan sinceras, se dio cuenta del tremendo error que había cometido. Pero ya era demasiado tarde para todo.

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