Agridulce ◆ Kookmin ; 국민

By theparkjimin

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Hablemos de que Jimin ama el rosa y Jungkook es un idiota tatuado. ➫ no copias ni adaptaciones. ➫... More

Preludio.
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Finale.
Extra ☆ Niñez

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By theparkjimin

Mira por la ventana durante todo el viaje. Juega con sus dedos de forma nerviosa y de vez en cuando se muerde el labio inferior. Le dolía un poco el estomago, quiere que esa sensación tan molesta termine de una vez, pero es inevitable. Ya falta poco para llegar al hospital y su madre se orilla con el auto para entrar al estacionamiento de los visitantes.

— Estoy tan feliz por Jungkook —dice la mujer sonriendo—, debe ser un verdadero fastidio no poder estar en tu casa cuando más lo necesitas.

— Se ha acostumbrado —aclara Jimin ladeando la cabeza—, al principio le costó, pero después entendió que solo lo hacían por su bien.

Como siempre sucedía cuando el pequeño peli-rosa se encuentra raro su madre lo nota de inmediato. Entran al aparcamiento, se estacionan y cuando están listos para salir del automóvil la señora Park pregunta:

— ¿Qué sucede, Jiminnie?

El nombrado, que ya iba a abrir la puerta del copiloto, detuvo su actuar y se quedó mirando los pies. Ni siquiera sabía como explicar lo que sentía. Tenía un montón de sensaciones dando vuelta en su interior y no las podía definir. Era un revoltijo extraño, entre felicidad, tristeza y miedo. ¿Cómo poner en palabras todo eso sin sonar como un loco?

— No sé —respondió rendido—, de verdad que no sé, mamá.

Su madre lo mira comprensiva y estira la mano para acariciarle el cabello.

— Supongo que se trata de incertidumbre sobre lo que pasara con ustedes después de este día. ¿O me equivoco?

Jimin sonríe. A Park Youngmin jamás se escapa algo.

— Es una estupidez, lo sé. Lo mío con Jungkook terminó y durante este mes eso no iba a cambiar... Supongo que solo quiero que este día se acabe pronto, sé lo que viene y lo que me dolerá.

— Pues sí. La verdad es que sí. Podrías hacer eso... O podrías intentarlo una vez más.

Jimin niega con la cabeza. Claro que no. Durante el último mes se prometió a si mismo que solo se acercaría de otra forma a Jungkook si el le dejaba hacerlo. Pero no fue así. El chico no quiere que vuelvan a estar juntos o al menos eso es lo que entiende con su actuar. Las cosas estaban claras, ya no podía seguir nadando contra la corriente.

— Él no quiere, mamá. No puedo obligarlo a hacer algo que no quiere.

La señora Park se ríe sin disimulo.

— Ustedes, niños, se complican mucho desde el principio. Siempre tratan de ocultar todo lo que sienten y por eso están donde están. ¿Qué el no quiere estar contigo? Si así fuera no hubiese soportado tu constante presencia durante un mes entero. Créeme, Jimin. Seré vieja, pero sí se como funciona el amor y ustedes dos siguen enamorados igual que el primer día que los vi regalándose miradas en la casa.

Se sonroja por las palabras de su madre y empieza cuestionarse muchas cosas. ¿Podría ser cierto que Jungkook si quiere estar a su lado? Tiene sentido, pero el miedo de terminar haciéndose ilusiones de más era lo que ganaba en su interior. Nuevamente estaba entre la espada y la pared decidiendo si era hora de arriesgarse o dejar que las cosas siguieran el curso natural que estaba planeado. Lo malo era que el ya se había arriesgado una vez y salió totalmente herido en aquella oportunidad.

Su madre nota lo callado que esta y dice:

— No pienses tanto, hijo mío. Solo ve y haz lo que sientas que debes hacer. Les daré tiempo a solas para que arreglen todo y subiré después, ¿bien?

No tiene mucho que poder, por eso contesta:

— Bien.

Abre la puerta del auto y se baja. Aún no tenía claro lo que haría exactamente, pero deseaba que el universo le diese alguna señal para arreglar las cosas. Cierra la puerta mientras se despide de su madre moviendo la mano y la señora Park le regala una sonrisa de ánimo. Con eso Jimin sigue su camino. Eran unos cinco minutos de caminata los que había entre el estacionamiento y el hospital, pero aún así se sentía lo bastante nervioso como para considerarlos el camino más largo que pudiese tomar. Ni siquiera podía encontrar las palabras correctas para preguntarle a Jungkook lo que pasaría con ambos. Un "¿qué mierda hacemos ahora?" no sonaba muy convincente.

Siguió su camino mientras rememoraba el último mes de su vida. A pesar de que los diversos cuidados que Jungkook requería significaban un esfuerzo anímico y físico extra para ambos, jamás se había sentido tan bien haciéndole compañía a alguien. Se dedicaban a realizar los ejercicios dados por el doctor, asistir a rehabilitación y jugar cartas cuando se encontraban en sus tiempos libres. Para Jimin estar con Jungkook nunca había sido complicado y lo notó desde la primera vez que caminaron juntos buscando un lugar donde comer durante la madrugada de la fiesta de Taehyung. Eran distintos, tan distintos que cualquiera se preguntaba como es que habían terminado juntos. Pero quizá todos esos detalles que parecían separarlos los terminaban uniendo aún más. Le gustaba estar con Jungkook porque le gustaba él. Era mucho más simple de lo que alguna vez pensó y solo ahora se daba cuenta de ello.

Entro al hospital y subió al cuarto piso para ir en busca de la habitación D-14. Pasó por la recepción donde varias enfermeras que ya lo conocían le saludaron alegremente y les sonrío en agradecimiento. Sería la última vez que las vería y sentía mucha gratuidad hacia ellas al siempre estar pendiente de lo que el y Jungkook necesitaran. Quizá más adelante volvería a visitarlas para dejar regalos para todas, nunca estaba de más.

Se acercó a la enfermera principal y pidió el libro de visitas para anotarse antes de entrar a la habitación de Jungkook. Antes de abrir el cuaderno viejo y purpura que conocía de memoria sintió que le tocaban el hombro y por inercia se giró para encontrarse con Minna, la enfermera que estaba asignada a la recuperación de Jungkook.

— Supongo que vienes por el chiquillo ese —dice aparentando que no soportaba al castaño—, gracias al cielo ya no tendré que preocuparme por ustedes dos.

Jimin sonríe y le da un abrazo corto de despedida. Minna también había sido muy importante durante aquel mes. Sin ella a Jimin jamás le hubiesen permitido poder visitar a Jungkook de manera tan seguida para ayudarle en la recuperación. Se habían visto tan solo una vez antes de que ella abogara con el Doctor que lo mejor para el castaño era que tuviese su compañía. Apenas una vez se atrevió a preguntarle por qué lo había hecho si ni siquiera habían hablado ni se conocían y ella simplemente le contestó:

— Creo que el hecho de que no quisieras apartarte de su lado significa que no hay mejor persona para cuidarlo que tú.

Extrañaría a Minna y sus constantes bromas. También sabía que en el fondo ella los extrañaría a ambos a pesar de que más de una vez le provocaron un dolor de cabeza las veces en que intentaban escabullirse para salir al jardín que a Jungkook tanto le gustaba. Cuando eso sucedía ella siempre terminaba haciendo la vista gorda y les daba 20 minutos antes de traerlos a ambos por las orejas hasta la habitación.

— Muchas gracias por todo, Minna —susurra cuando dejan de abrazarse y la mujer asiente.

— Nada de gracias. Solo cuídense para que nunca más estén confinados a un hospital durante tanto tiempo porque alguno de los dos se le ocurrió probar suerte chocando con un auto.

Jimin se ríe y contesta:

— Cuenta con ello.

Se da vuelta para terminar de anotarse en el libro de visitas y apenas abre la hoja donde se encuentra el número de la habitación de Jungkook nota que ya hay otro nombre escrito. Eso era muy raro, porque los chicos solo visitaban a Jungkook los fines de semana y ese día era martes. Además, después se dio cuenta que el nombre a un costado tenía su mismo apellido. Lo que era más raro aún.

¿Qué hacía su padre visitando a Jungkook?

Extrañado anota su nombre justo debajo y desea preguntarle a Minna si vio a alguien hablando con Jungkook, pero esta ya se ha ido a seguir con sus funciones de enfermera. Suelta un suspiro y siente que de nuevo el miedo emerge de su estomago. Era muy extraño y las cosas extrañas muy pocas veces eran buenas. A pesar de que tiene ese mal presentimiento rondando en su cabeza, cierra el cuaderno y se dispone a ir a ver a Jungkook. La única forma que le quedaba para despejar sus dudas era preguntarle directamente al chico.

Conoce el camino de memoria y en apenas unos segundos esta frente a la habitación D-14. Sería la última vez que entrase y la nostalgia le invade. Había tenido buenos momentos en esa habitación por muy raro que sonase y a pesar de que prefería que Jungkook estuviese en el que sí era su hogar, iba a extrañar el lugar. Dejando las sensaciones de lado posa la mano en la perilla y la gira. Con un leve empujón ya estaba dentro de la habitación y lo que vio allí era era todo menos lo que esperaba.

Vacía. Completamente vacía.

Las cosas de Jungkook ya no estaban sobre la pequeña mesa que se ubicaba a un costado de la camilla y esta última estaba ordenada, como si nadie hubiese estado nunca en ese lugar. Casi sintió que fue teletransportado al pasado porque esa misma imagen ya la había vivido una vez y se quedo quieto mientras tragaba saliva sonoramente. El deja vú que le apresaba se hizo mucho más intenso cuando ve sobre la camilla un trozo de papel que llevaba escrito su nombre. Debía ser una broma, una cruel broma que le hacia sentir como si en el pecho le hubiesen clavado un maldito puñal que acababa de forma directa con su corazón.

Le tomó unos segundos acercarse hasta la nota. Cuando la tomó entre sus dedos sintió todo menos calma. Conocía la letra, era de Jungkook sin duda alguna y tenía miedo de leerla. La última vez que algo así sucedió entre ambos finalmente fue una despedida amarga, tan amarga que pensó que todo había acabado entre ellos dos. Sus manos tiemblan. No quiere leerla, pero debe hacerlo. Gira la nota y allí esta el mensaje claro. Una lagrima rueda por su mejilla y sabe que todo llegó a su final.

"Lo siento, Mariposa."

Y es allí, justo allí cuando esta leyendo la nota, que su vida da un giro de 180 grados. Muchas veces las historias de amor no terminan como uno desea. A veces debes alejarte para encontrarte a ti mismo y a veces hay que dejar ir ese amor por el bien de alguno de los dos. No siempre hay finales felices, de vez en cuando solo te encuentras con un final y ya. La vida te da lecciones y debes aprender a apreciarlas, buscar después una oportunidad para volver a sentir aquella conexión tan especial que encontraste. No era fácil y Jimin se había esforzado durante toda su vida en ello. Tuvo caídas, golpes y tomó malas decisiones. Aprendió a amarse por quien era y sintió lo que era ser amado...

Por eso, esta vez, si habría un final feliz.

— Y de verdad lo siento, Mariposa.

La voz viene desde su espalda y se gira de inmediato para encontrarse con el dueño de esta. De inmediato lo vio en todo su esplendor, con la luz del sol chocando contra su piel mientras su cuerpo era sostenido por dos muletas. Estaban frente a frente. Mirándose. Jimin recuerda que la primera vez que lo miró a los ojos se dio cuenta de que era una persona que llevaba mucho dolor en su espalda, justo como el también lo hacía. Eran dos almas dañadas que se encontraron y que por fin estaban listas para dejar todo el sufrimiento detrás.

— La primera vez que escribí esa nota me fui sin explicarte porque lo hacia. La verdad es que soy un cobarde, me sentía incapaz de enfrentarte y darte una explicación. Si te veía me arrepentiría de mi decisión y no podía hacerlo. Solo me aleje porque creía que por mi te quedarías en esta ciudad donde te hicieron tanto daño y pensé que la única manera en que serías feliz iba a ser comenzando de cero en un lugar nuevo, una vez que tu padre ganase tu custodia. Mi único objetivo era que estuvieses bien porque no quería que nadie más volviese a hacerte daño. Aquella vez que nos golpearon me sentí como un maldito bueno para nada porque no fui capaz de protegerte como tantas veces me lo prometí a mi mismo. Eso me persiguió y fue la razón por la que me aleje. En mi lógica si me terminabas odiando te irías con tu padre sin sentirte atado a mi en ningún sentido, tendrías una vida nueva y serias feliz, para mi eso era todo lo que importaba... Pero me equivoque.... Realmente lo hice.

Esta vez Jimin había dejado de llorar. Siempre lo hacía cuando las situaciones lo superaban, pero ahora, escuchando a Jungkook, sentía que de a poco todo estaba cayendo en su lugar y que no debía soltar lagrimas por ello.

— Nos hice daño, a ambos. Te hice sufrir y yo sufrí también. Tuve al amor de mi vida en mis brazos y lo empuje fuera de ella sin piedad alguna. Por eso te pido perdón ahora. Quiero que sepas que jamás me había enamorado de una manera tan profunda como contigo. Soy capaz de hacer cualquier cosa por ti, Jimin. Solo dime que suba un risco para gritar tu nombre y lo haré. Pide que salte del edificio más alto y no dudaré ni un segundo. Pídeme todo lo que quieras, haré todo solo por ver tu sonrisa. No importa lo que sea, una vez te dije que te daría todo de mí y es la verdad. Todo lo que soy, lo que fui y lo que seré, es tuyo. Eso es lo que tengo para ofrecer si me aceptas una vez más en tu vida.

En ese momento Jimin comienza a acercarse a Jungkook. Las cosas habían cambiado, ya no eran los chicos de antes. La primera vez que hablaron jamás creyeron que llegarían hasta allí. Jungkook le salvó una vez. Jimin le dio las gracias. El destino se encargó de juntarlos porque eran lo que el otro necesita en su vida.

— Cuando desperté de la operación tu me dijiste algo y yo no pude contestártelo. Me susurraste que siempre me amarías y me sentí el chico más afortunado del planeta justo allí, a pesar de que estaba muerto de dolor. Quería responderte, pero no pude. Tenía miedo de decirlo después porque parecía que al terminar este mes nos alejaríamos para siempre, justo como lo había planeado para segurar tu felicidad. Mientras los días pasaban y la fecha se acercaba me sentía más y más miserable. Tenía las palabras atoradas en mi garganta y no era capaz de decirte nada, pero ahora quiero decírtelo. Necesito decirte que yo también te amare siempre, Mariposa.

Solo unos centímetros le separaban y Jimin tomo la cara de Jungkook entre sus manos. Hace mucho no lo hacía y a pesar de ello se sentía igual que la última vez. Justo como si calzaran al igual que piezas de un rompecabezas.

— La pregunta es... ¿Tu aún me amas a mí, Jimin?

Y la respuesta no es una frase, sino un gesto. El pequeño peli-rosa se pone de puntitas y toma el rostro de Jungkook para hacer que los labios de ambos se encuentren. Durante el beso sonríe, sonríe de verdad. Allí, justo allí era donde se encontraba su lugar feliz. El castaño se había equivocado pensando que sin él iba a hallar la felicidad, no había nada que le hiciera más feliz que tener al chico que amaba justo a su lado.

Así que se separa y dice:

— Tu eres mi felicidad, Jeon Jungkook.

El le sonríe y contesta.

— Y tu la mía, Mariposa.

Opuestos. Eso eran. Rosado y negro. Suave y áspero. Peli-rosa y castaño. Uñas pintadas y tatuajes. Dulce y agrio. Formaban las combinaciones más extrañas y nada de eso importaba. Jimin era quien le enseñó a Jungkook a amar otra vez y Jungkook era quien le mostró a Jimin que podía ser amado por quien era, sin cambiar ni un poco. Muchos dirían que estaban destinados al desastre y la verdad era que les faltaba mucho para aprender, pero lo importante es que lo harían juntos. Justo como debía ser.

Y con un último beso sellaron su unión.














( ✧ )

Nota: Capítulo final. Yo estoy llorando. Nos vemos en el epílogo.

PD: Les dejó el gif más Agridulce que alguna vez verán.

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