Capítulo II
"Taladro de emociones".
Varios semanas habían pasado desde que la pelirroja se unió al grupo de jóvenes aventureros. Katara había aceptado gracias a Aang argumentando que ella le enseñaría fuego control.
No era muy sociable pero se llevaba bien con la mayoría en especial con Toph ya que ambas eran chicas de uso rudo.
Claramente el camino no sería fácil, cruzaron ya demasiados obstáculos como la perdida de Appa que había devastado a Aang. Continuaron su camino como pudieron, claramente a Ari no le importaba estaba consciente que no iba a ser fácil y esta lección la aprendió cuando tuvieron que enfrentarse una serpiente marina pero después de todo eso llegaron a la frontera de la gran ciudad.
-¡Solo nos queda un tranquilo camino hacia Ba Sing Se!.-Grito Sokka al escalar un pequeño monte.- Oh no
Ari corrió para ver la causa del cambio de actitud del moreno.
-Azula.-murmuró al ver la gran máquina con la insignia de su nación.
Era obvio que ella estaba a cargo, su padre confiaba en extremo a ella todas las misiones importantes se las entregaban a ella gracias a su sadismo.
-Esto esta mal. Debemos avisarle al rey.
Aang y Toph se encargaron de elevar a los demás en un pedazo de suelo como si fuera un elevador. Al llegar a la cima del muro pudieron observar como el taladro se acercaba cada vez más a la gran muralla junto con una escuadrón de tanques que lo escoltaban.
-Debemos hacer algo.-murmuró Ari.
-¿Qué hacen ustedes aquí? Esta prohibido estar en el muro.-Habló firmemente uno de los guardias que estaban frente a nosotros.
-Soy el Avatar, llevenme con quien está a cargo.
Los guardias llevaron a los chicos con el general Sung. Al estar enfrente del hombre sentado un escritorio Aang explico lo que estaba pasando aclarando que la Princesa Azula lideraba aquél ataque.
-Su ayuda no es necesaria.
-¡Qué!.-Gritó Aang.
-¿Qué hará con esa máquina?.-Habló Toph.
-Hemos enviado un equipo con los mejores maestros tierra, llamado el equipo Terra. No hay porque preocuparse. No transpasaran la ciudad, por eso se llama Ba Sing Se. Nadie ha podido con nuestro gran muro.
-¿Qué hay del Dragón del Oeste?.-Hablo Ari - Él pudo entrar.
La cara del general se tornó roja de vergüenza. Todos ya conocíamos aquella famoso historia.
-Pero fue rápidamente repelado.
No había más que hacer, esta vez los chicos confiaran en las fuerzas de la ciudad aunque Ari estaba segura que fracasarían.
Juntamente con el General Sung observaron desde la orilla del muro; los maestros tierra eran vencidos por dos chicas con ropas rojas, uno por uno cayeron inconscientes.
-¡No puede ser! Estamos derrotados.-Gritó con temor el general.
Sokka ante la incompetencia del general le dió una cachetada argumentando de qué clase de general era.
Un equipo de rescate trajó a los saldados caídos llevándolos a la enfermería. Katara se había ofrecido para ayudar como curandera.
-¿De qué está herido?.-Pregunta el General al mirar a su hombre gimiendo.
-Han bloqueado su chi. Su cuerpo está bien pero el daño es adentro.
Ari muerde su labio preocupada. Ella recuerda perfectamente a las amigas de Azula, aunque si el temor por la otra persona es amistad, sí eran amigas.
-Una chica lanzó un par de golpes a mi pecho y me bloqueó, ya no pude usar mi tierra control después salió dando piruetas.
-Ty Lee.-Menciona Katara al mismo tiempo que Ari.
-Es peligrosa aunque no lo parezca, conoce el cuerpo humano y sus puntos débiles.-Habla Ari mirando como Katara restablece el Chi del soldado.- Es como si te venciera desde adentro.
-¡Ajá!.-Grita Sokka.- Repite eso.
-Te vence desde adentro.
-Así venceremos al Taladro, debemos derribarlo desde adentro.
-Exacto, Sokka. Debemos sabotearlo.-Aang parece animado.
Los chicos salieron corriendo hacia el exterior del muro. Mientras el taladro se acercaba al Muro, Toph creó una gran nube de polvo dándoles una especie de disfraz. Después de esto ella creó un túnel para acercarse más, haciendo que todos entren. Luego al salir vieron una entrada. Aang, Katara, Sokka y Ari entraron, pero Toph decidió quedarse afuera para retardar su velocidad, ya que estaría en "un monstruo de metal", y no tendría poderes.
-Debemos de conseguir los planes de esta cosa.
-¿Pero cómo?
Ari toma la espada de Sokka y logra cortar una válvula que libera una especie de humo.
-¿Qué está haciendo?.-Grita Katara alterada.-Se darán cuenta.
-No, Katara. Enviaran a un técnico para repararlo y él debe tener planos. Buena idea, Ari.
Los jóvenes se escondieron y esperaron a que un hombre llegará para reparar el daño, Katara de inmediato congelo al hombre permitiendo que Sokka tomara los planes.
—Parece que la estructura interior está contratada con el casco de afuera.—Explicó Sokka extendiendo el plano.—Hay que golpear estos puntos de presión, estos pilares son la clave para que colapse.
Sokka guió el grupo directo a la cámara dónde se encontraban los pilares. Al entrar observaron que estos eran extremadamente gruesos en seguida Katara y Aang comenzaron a usar el agua como una sierra.
Un chirrido sonó cuando el metal se deslizó, pensaron que lo habían logrado sin embargo este se quedó atorado con su mismo peso.
—No creo que tenga suficiente fuerza para otro.—Susurró Aang cansado.
Ari se había dedicado a estudiar la estructura de aquella máquina cuando una llama iluminó su mente.
—Estamos haciéndolo mal. Es como la tierra control, Aang. No debes gastar toda tu energía en un golpe. Da varios y cuando esté desequilibrado das el último golpe.—Explicó usando a Sokka como muñeco.
—Solo debemos cortar una parte de los pilares.—Dijo Katara alegre.
—Todo el mundo depende de nosotros.
—Menos la nación del fuego.—Murmuró Sokka.
Ari lanzó una fulminante mirada hacia el moreno que se escondió atrás del pequeño monje.
No perdieron tiempo y comenzaron a cortar los pilares mientras Sokka y Ari hacían guardia.
—¡Abajo!.—Gritó Ari quien salto hacia una plataforma.
Una llama azul paso debajo de ambos maestros agua, su miradas se toparon con los fríos ojos de Azula y sus dos amigas.
Los chicos corrieron mientras Ari lanzaba dos llamadas con destellos dorados.
—Váyanse, yo daré el golpe final.—Gritó Aang.
—Yo iré contigo, Aang. Te cubriré de Azula.
Pov's Ari
Aang y yo corríamos por los pasillos de aquella bestia de metal como la había llamado Toph, por fin tendría la revancha con la "niña de papi". Gracias a ella mi cuerpo tenía cicatrices que no podría borrar pero también de mi alma.
Al llegar a la parte exterior Aang comenzó a abrir una grieta en forma de X.
—¡Cuidado, Aang! .— Grité al ver las llamas azules de Azula.
Con mis manos logré dirigir una flama que redireccionó el fuego de ella.
—Vaya, otra traidora.
Apreté mis dientes haciéndolos rechinar al oír aquella perra. Su ambición les cegaba los ojos, ellos eran los traidores.
Lancé un grito de furia que alimentaba mi fuego soltando agresivos movimientos. Azula como era de esperarse los esquivaba con agilidad contraatacandome. De un momento nuestra lucha empezó a ser de cuerpo a cuerpo con ayuda de nuestro elemento. Pude observar como su cuerpo había maravillosamente madurado dejando sus curvas marcadas, su bello rostro tan perfecto. Solo logro alimentar mi rabia, sin duda era hija de Ozai.
De un movimiento rápido hizo que saliera volando un par de metros gracias a una pequeña explosión. Mi espalda chocó con el duro metal logrando sacarme un gemido de dolor.
—Vaya, vaya, Ari. No imaginaba que fueses una traidora.—Se burló al ver mi rostro.— No esperaba más de una muerta de hambre como tú.
Me levanté lanzando una patada juntamente un anillo de fuego hacia su cabeza.
—Parece que el tonto de mi Tío te enseñó bien. Dime ...¿Extrañas al gordo ese?
De nuevo los golpes comenzaron pero ahora con más violencia, ella solo deseaba provocarme y lo estaba logrando.
Una intensa llama azul pasó por mi rostros, el calor tan cerca mío, el ardor que creaba este mismo es como si volviera hacia el pasado.
Flash Back
Una pequeña pelirroja se encontraba en las puertas de la servidumbre que daban hacia jardín del Palacio de la nación del Fuego. En sus manos una muñeca hecha de arapos, su familia había servido varias generaciones a los miembros que vivían ahí, sus padres no eran la excepción.
Las risas de dos niños hicieron que la pequeña Ari se escondiera en la sombra de la habitación, los príncipes no podían encontrarla en ese lugar, era un lugar familiar y exclusivo. La voz de la pequeña Azula sobresalía gracias a ese tono tenebrosa que solía usar para asustar a su hermano mayor, Zuko. Ari no entendía el comportamiento de esta, ella a comparación tenía todo lo que podía pedir; una buena posición social, riquezas, poder, comida a montones, amor. Pero eso obviamente no le bastaba.
—Eres debil, Zukko. Ni si quiera puedes quemar a una simple ave.—Exclamó la pequeña.
—No lastimaré a los patos.
—Entonces yo lo haré.—Amenzó la pequeña pelinegra creando una chispa en su mano.
Ari sin querer soltó un chillido al mirar aquella escena tan tétrica, el chillar de la pobre ave al sentir su piel ardiendo al rojo vivo.
El príncipe de inmediato tomo al ave sumergiendola en el agua con la esperanza de salvarla mientras su hermana reía.
Ari comenzó a temblar soltando unos pequeños sollozos. Cómo cabía tanta crueldad en un pequeño cuerpo.
—Vaya tenemos una llorona por aquí, Zusu.—Habló la princesa estando enfrente de la pelirroja.
De inmediato hizo una reverencia temblando torpemente al estar en contacto con aquellos fríos ojos ámbar.
—Prin- princesa Azula.—Susurró aún inclinada.
—¿Por qué lloras, tonta? Es ave merecía morir, siempre me ha intentado morder.
—No sea tonta, Azula. Déjala en paz.—Intervinó el pequeño príncipe.
—¿Te importa una mugrosa como está?
—Solo digo que no tienes porqué molestarla, su madre te satisface en lo que quieras.
Azula alzó el rostro de Ari haciéndola soltar un chillido. Desde pequeña tenía una belleza encantadora, sus ojos azules que sobresalían de su rostro aperlado y fino, su cabellera rojiza atado en una trenza. Sin duda causaba sentimientos duros en la princesa.
—Eres muy linda, Ari. Sería una lastima que eso terminará.
El pequeño corazón de ella saltaba como potrillo asustado, sus ojos estaban abiertos en par en par al mirar la flama en la mano de la pequeña noble acercándose a su mejilla ya pálida.
—Princesa, no. Por favor.—Suplicó llorando.
Zuko veía impactado la crueldad de su hermana. Rápido sujeto la muñeca de la menor alejando el fuego de la cara de Ari.
—Estas loca, Azula. ¡Le diré a mamá!
— Suéltame, inútil. Solo estábamos jugando.—Gritó siendo arrastrada por su hermano.
La mejilla de Ari ardía levemente, su pequeña mano temblaba al saber casi le quemaban la mitad de la cara. A sus 8 años ya estaba harta de los malos tratos de la pequeña Azula. Sin más poder se soltó a llorar con la esperanza de que su madre la encontrará ".
Pov's Ari
Caí al suelo confundida por aquél recuerdo, sentía mi corazón en la garganta latiendo como aquel entonces. Aún seguía siendo esa niña asustadiza.
—No eres rival, Ari.—Dijo Azula levantando una su puño con el que daría el golpe final.
Me levante como pude, utilizando mis mayores fuerzas para concentrarme pero bien el ambiente no daba para eso, rocas comenzaron a caer cerca de nosotros, los soldados trataban de defenderse.
—¡Basta Azula! No tiene caso que lo intentes, sabes que esto no acabará bien para ti y tu asquerosa familia.
Usé la mayor parte de mi chi aumentando la intensidad de mis llamas, mi cuerpo cansado por el esfuerzo me avisaba que compararía.
—¡Quítate de mi camino!.—Gritó lanzándome al aire, de nuevo el gran impacto. Sentí como cada músculo se tensaba de dolor al caer en el metal cubierto de rocas. Mi cabeza rebotó y todo se oscureció.