Capítulo V

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Capítulo V

  "Encuentro cercano".



Ambos jóvenes se encontraban caminando por las calles del barrio bajo de la ciudad impenetrable.

Zuko se complacido al ver que su antigua sirvienta volvía a su lado, aunque su mente quería recordarle verla vista poco días antes.

—Así que aún no ha capturado al avatar, príncipe. —Rompió el silencio la peliroja.

—He empezado de nuevo con mi Tío. Es lo mejor.

—Es bueno comenzar de nuevo. Aunque en estos días de guerra es lo más difícil y me imagino cuánto a de ser para ustedes. Gente de la realeza.

La desagradable sensación de estar al lado de su antiguo dueño le revolvía el estómago. Su corazón le pedía que acabará de una vez pero su mente era minuciosa, quería ir lento y dolorosamente.

—No es tan malo hacer las cosas por mi mismo. Aunque extraño tus cuidados, Ari. —Murmuró el pelinegro avergonzado.

Llegaron a una parte alta del barrio que dejaba ver de lejos el palacio. Las luces destellaban por la fiesta.
Suspiró pensando en que como estaban los chicos, las cosas estaban tensas y al menos esperaba que no fueran desterrados o algo por el estilo.

—¿Recuerdas las antiguas fiestas de nuestra tierra?  Aveces suelo hacerlo, cuando éramos niños y como nos divertíamos en los festivales danzando. —Zuko se recargó en la rejilla que dividía la ciudad justo a un lado de Ari.

—Recuerdo los banquetes que preparaban los cocineros, el que hacer y los fuegos artificiales.

La música resonaba fuertemente desde donde estaban ambientando el momento.

La verdad es que Zuko se le alegraba de verla, siempre sintió cierto cariño o aprecio por ella. Había madurado estupendamente, sus pómulos marcados, una mirada gélida y un cuerpo bien acentuado para su edad, aunque era debido a su entrenamiento diario.

Ella debía mantener así su aparecía para su querido príncipe, debía hacerlo comer de su mano primeramente. Le costaba, el dolor y la venganza eran dos cuerdas que la movían a su antojo.

—Bailemos.

Ella se giró soprendida por la actitud del muchacho. Un leve sonrojo se atrevezaba por su pálida piel. De un movimiento brusco tomo la mano de la joven.

Él aún actuaba como si fuera su dueño, ella no se negó pero las ganas de quemarle la mano estuvieron ahí.

Comenzaron con movimiento suavez y sincronizados,  tomados de la mano mientras él la guiaba. La danza se aceleró de ritmo quitando la cercanía de sus cuerpos, los movimientos comenzaron a ser fogosos.
La mirada ámbar del príncipe estaba firme, sus manos varoniles llevaban el ritmo de las caderas de Ari. Terminaron el baile con una risa divertida.

Ari quedo a centímetros del rostro de Zuko, el aliento hirviendo de ambos se mezclaba. Él podía apreciar todos los detalles, en especial esos carnosos labios que invitaban a ser besados. Tuvo el valor y la osadía de acercarla más lo que alertó a Ari, no podía dejarse llevar por bajas pasiones y por los ojos coquetos de él. 

—Deberiamos volver con Iroh.

—Claro.—Murmuró apenado por su pensamientos.

Ari tenía su corazón agitado, no por el baile, sino por el hecho de que podía haber sido besado por la persona que más odiaba en el planeta.

Caminaron en silencio en el local, la gente seguía fasinada por el té y Iroh feliz de que alguien apreciará su talento.

—Ya me había preguntado si se habían perdido.

Iroh le dedicó una mirada pícara a su sobrino quien decidió entrar rápido a la cocina.

De nuevo la peliroja comenzó a hablar animadamente con el ex general.  Extrañaba de tener esas charlas, tener ese calor y abrigo que le brindaba el consejo de Iroh.

Un joven de cabello despeinado y rebelde entro a la tienda haciendo el ambiente extraño, Ari fijo sus ojos en él hasta que lo perdió de vista entre la gente.

Un ruido sordo la levantó mirando lo que sucedía.

—Estás personas son maestros fuegos.

Ari se acercó viendo a Iroh y Zuko, quienes se mostraban inmutables.

—Estas confundido, hijo. Nosotros somos refugiados.

—Callate, anciano. Yo te ví usar tus poderes en la estación del tren.

La ira recorrió las venas al escuchar la falta de respeto hacia Iroh. Tomó la jarra donde se servía el té y la vacío sobre el chico.

—¿Qué tus padres no te enseñaron a respetar, idiota?

Iracundo, el chico saco su espada amenazandola.  Sabía que no podía usar sus poderes, no podía porque quedaría expuesta.

—Rosale un cabello y te arrepentirás. —Zuko había sacado de igual manera sus dos espadas, que Ari reconoció al instante.

Ambos comenzaron el enfrentamiento, ella solo veía. No pensaba meterse, no al menos que el príncipe Zuzu lo necesitará.

Pudo ver como el azabache caía al suelo, rápido corrió y desvío el sable.

Lo alejó lo suficiente para poder hablarle.

—Él es mío.

—¿Tú quién eres?

Ella no respondió y siguió luchando con fuerza, desviaba los ataques del chico. Hasta que corto un poco de su cabello.

—Te lo advertí.

Zuko arrojó a Ari lejos para terminar con el chico, ya conocido como Jet. Ambos se enfrentaron un buen rato hasta que los guardias llegaron.
La gente les puso al tanto del asunto y como era de esperarse Jet fue arrestado aún insinuando que aquellos hombres eran maestros fuegos.

—¿Estás bien, querida?

—Lo estoy. Quizás ya necesitaba un corte de cabello.

Ella miró con indiferencia su mechón que antes era hasta su cintura ahora estaba a sus hombros.

—Debería irme.

—Te acompaño.

—No te molestes, Zuzu. —Sonrió traviesa viendo cómo se ceñía su ceño.— Sé cuidarme sola, fortachón.

Ari se despidió de ambos hombres y camino por las calles de hasta llegar a a donde se hospedaba con el equipo avatar. Abrió la puerta encontrándose con un Aang hecho una furia y Katara tratando de consolarlo; un Sokka que como siempre parloteaba y una Toph indiferente a los demás.

—¿Dónde estabas, mujer?

—Tuve asuntos que atender.

Dijo tajante al recordar sus acciones, caminó hasta su habitación y cerró la puerta que casi al instante fue abierta por Sokka.

—No creerás lo que encontramos.

Rodó los ojos al escuchar todo el relato. Sokka se detuvo y se acercó a ella tomando un mechón de cabello.

—Creo que estuviste en problemas ¿No?

Respiró nerviosa por la cercanía de este. Ya eran muchos encuentros cercanos para variar.

—Nada fuera de.

Te creeré.

Se alejó para seguir su versión de los hechos mientras ella se perdía en sus mismos pensamientos.


Hidden |Zuko| Where stories live. Discover now