Cantos de Luna.

By Angie_Eli_Carmona

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En Erydas existen dos reinos, el reino Sol y el reino Luna. Estos reinos se formaron después de que, en la g... More

Introducción.
Capítulo I. «Viejos encuentros»
Capítulo II. «Descubrimiento»
Capítulo III. «Licántropos»
Capítulo IV. «Propuesta real»
Capítulo V. «Sé fuerte»
Capítulo VI. «Pescador»
Capítulo VII. «Últimos en llegar»
Capítulo VIII. «Compromiso»
Capítulo IX. «El baile de la amada»
Capítulo X. «Cambios inesperados»
Capítulo XI. «Opiniones»
Capítulo XII. «Poder»
Capítulo XIII. «Banda»
Capítulo XIV. «Erys»
Capítulo XV. «Ventaja»
Capítulo XVI. «Nathan»
Capítulo XVII. «Tenebris»
Capítulo XIX. «Inframundo»
Capítulo XX. «Fortaleza oculta»
Capítulo XXI. «Conocido»
Capítulo XXII. «Ganadoras»
Capítulo XXIII. «Sacrificio de sangre»
Capítulo 24. «Decisión definitiva»
Capítulo 25. «Susurro mortal»
Capítulo 26. «Falsedad»
Capítulo 27. «Espíritu»
Capítulo 28. «Trato»
Capítulo 29. «Nuevos Dioses»
Capítulo 30. «Magia de manos»
Capítulo 31. «Renacimiento»
Capítulo 32. "Última batalla"
Capítulo 33. «Matrimonio arreglado»
Capítulo 34. «Sueños»
Capítulo 35. «Daño»
Capítulo 36. «Orías»
Capítulo 37. «Confrontación»
Capítulo 38. «Compasión»
Capítulo 39. «Disfruten...»
Capítulo 40. «Parecido»
Capítulo 41. «Lo sabías»
Capítulo 42. «Un largo camino para un gran destino»
Capítulo 43. «Injusticia»
Capítulo 44. «Punto de quiebre»
Epílogo.
Agradecimientos, nota final, ¿Siguiente libro?
Segundo libro ya publicado.
NO TE DETENGAS DE LEER.
AVISO. ¡LEE ESTO POR FAVOR!
Aviso.

Capítulo XVIII. «El comienzo del fin»

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By Angie_Eli_Carmona

☀️☀️☀️

Sin dudas y para la desgracia de nuestros héroes, la tercera isla en la que tenían que buscar era la más oscura y tenebrosa de las que rodeaban la isla real. A Piperina esto le gustaba por alguna razón, y mientras nadaba no pudo evitar observar el rumor del aire moviendo los árboles y palmeras, así como también el sonido que estos creaban y que hacían una brillante combinación junto con el sonido de las olas del mar al moverse. 

Harry, al contrario de Piperina, sintió náuseas al ver aquel panorama tan aterrador. Todo parecía gris ante sus ojos, lo único que podía percibir con seguridad eran los aullidos de todos aquellos animales que estaban escondidos en la isla.

Por si fuera poco, se sentía inútil. Era sólo un humano y a su lado estaban todos estos seres poderosos, e incluso uno de ellos, (Connor), lo llevaba en su lomo, haciéndole totalmente dependiente de él. Le dolía todo el cuerpo. Apenas si podía mantenerse aferrado, el agua estaba resbalosa, sus rodillas congeladas, sus ojos picaban por la sal del mar.

Para su alivio, el viaje no fue muy largo. Una vez hubieron llegado, todos se cambiaron de nuevo, (usando lo más seco que pudieron encontrar), y se repartieron de nuevo la búsqueda de los estandartes. Zedric, tan noble como siempre, aunque también lleno de confianza, se ofreció a ser compañero de Harry, así los equipos no se verían tan desbalanceados y, en caso de que algo sucediera, estaba seguro de que podría ganarle a cualquier contrincante, y al mismo tiempo, defendiendo a Harry.

—Encenderé la tuya —Nathan, galante y con una sonrisa ladeada, se acercó a Piperina y le ofreció ayudarle a encender su antorcha. Ya era de noche, y aunque Zedric hubiera preferido descansar, Nathan insistió en su decisión de no detenerse, haciendo mención de lo rápido que los demás conseguirían también sus estandartes existiendo las trampas que existían entre todos sus contrincantes.

Amaris se sentía distraída y un tanto fuera de forma después de todo lo que había sucedido. Aún así, se sintió bastante aliviada cuando le tocó ir al norte de la isla junto con los dos seres en los que más confiaba, Ranik y Piperina.

Ranik, aún cuando no lo intentara, podía tranquilizarla solo con ir a su lado. Mientras caminaban, Amaris no podía evitar sentirse agradecida por estar con él, y cuando él habló, segundos después, también se sintió bastante afortunada de tenerlo como amigo.

—Fuiste muy valiente —fue lo que dijo ella, llena de admiración y con ojos brillantes—. Tus habilidades son sorprendentes, nunca te había visto usarlas.

Ranik no era el tipo de persona que presumía o se regodeaba. Después de recibir este halago, sonrió y le contestó con cierta mesura:

—No es la primera vez que trato con un problema semejante —apretó los labios, aún así no dejando de verde agradecido por la atención que Amaris le estaba dando—. En mis viajes por el mundo he visto muchas cosas, conocido a muchas personas distintas, brujas, incluso, pero ninguna tan poderosa. No todo es color de rosa, eso lo sé bien, y es por eso que trato de estar al pendiente de cualquier cosa que pueda suceder.

Los recuerdos le sobrevinieron a Amaris tan pronto como escuchó aquello. Ranik la observó como atención, porque la forma en que brillaban sus ojos cuando pensaba en el pasado era maravillosa, como si motas blancas, copos de nieve, bailaran en ellos.

—Mientras luchabas sentiste la oscuridad en ella, ¿No es así? —preguntó. Ranik asintió, tratando de salir del aturdimiento que le habían provocado sus bellos ojos—. Es tan grande y palpable que incluso sientes que te abruma un bajón de energía, como si quisiera absorberte.

—Sí, exactamente eso sentí —contestó Ranik, lleno de sorpresa—. ¿Cómo lo sabes?

—Mi visión —explicó ella, evitando el contacto visual, porque siempre que hablaba de sus poderes la gente solía mirarla de forma extraña, con miedo, incertidumbre, desconfianza—. Esta visión fue distinta, sentí todo desde tú perspectiva, como si hubiera sido yo la que lo vivió.

—Si es así —Ranik habló con lentitud, porque no quería admitir la naturaleza de sus sentimientos. Se llevó la mano al cuello, jugando con él por los nervios—. Debiste notar lo preocupado que estaba por tí. No podía dar cabida a la posibilidad de que ella se saliera con la suya, y te encontrara...

Amaris no tenía que mirar a Ranik para saber que también se le estaba dificultando expresar lo que sentía.

—Lo sentí —confirmó, luego se detuvo, conmovida—. Y me sentí sumamente afortunada de tener un amigo como tú. Eres mi modelo a seguir.

Ranik también estaba conmovido, feliz de que Amaris notara que estaría ahí para ella siempre. Estaba a punto de asegurarle su apoyo y respeto cuando Piperina los interrumpió, diciendo:

—Lamento ser la que termine con esta fructífera conversación, pero hemos llegado a la ubicación del primer estandarte. El segundo está a dos pies hacia la derecha y el tercero detrás de aquel gran árbol —mientras decía esto señalaba al paisaje, que en esa isla tenía muchos árboles, todos más grandes y espaciosos que en las demás, tantos que incluso había muy poco espacio entre ellos—. Vayan por ellos, yo me encargaré de este. Recuerden ir con cuidado para que nadie venga y trate de usar su magia con nosotros. ¿Tienen sus antorchas?

—Sí —respondieron ambos, sacándolas de sus maletines y acercándoselas a Piperina para encenderlas.

Después de haber hecho esto se separaron.

Había muchos sonidos alrededor. El canto de los grillos e insectos nocturnos, el rumor de los árboles al moverse por el aire, las pisadas de animales moviéndose en la oscuridad. Aun así, lo único que iluminaba era sus antorchas, por lo que Ranik se confió de esto y de que mientras estuvieran encendidas las chicas estarían seguras. 

🌙🌙🌙

Desde que Amaris había tenido aquella visión tenía una rara sensación en el estómago, como si este le dijera que algo estaba a punto de suceder.

Aun así lo ignoró, tratando de convencerse a sí misma de que era fruto de su imaginación y que era de esperar después de ver lo que Zara quería con ella. La incertidumbre era demasiada, como si muy dentro de ella misma supiera que había algo que se estaba perdiendo.

Se enfocó en comenzar a excavar, aunque era mucho más lento teniendo una mano en la antorcha y la otra intentando ir e ir más adentro en la tierra.

Varios minutos después, lo logró. Miró el último estandarte con alivio y admiración, aun cuando no era suyo. Era el de Piperina. Tenía grabadas sus iniciales en el escudo de su armadura, que era verde, brillante y bello. Alrededor del escudo estaba escrito: «Felicidades, puedes pasar a la siguiente ronda. Claro, si llegas a tiempo...»

Amaris lo guardó en su bolsillo, satisfecha. Luego después de girar sobre su lugar, dispuesta a reunirse con los demás, fue que escuchó algo que llamó su atención.

Eran pasos, rápidos, dirigiéndose hacia ella. Ranik apareció inmediatamente a su lado, diciendo:

—Los oigo venir rápidamente.

Dicho esto, alzó su hacha-martillo, el arma que siempre la acompañaba, a la que llamaba su fiel compañero. La última vez se la había dejado a Iben porque era muy malo cavando, pero esta vez venía preparado.

—¡Piperina! —gritó Amaris, girand su rostro hacia donde estaba su hermana, tratando con desesperación de encontrarla—. ¡Piperina!

Los pasos estaban cada vez más cerca, Ranik y Amarisla alcanzaron, pero ella aun se esforzaba por escavar.

—No podemos huir hasta que no lo consiga —dijo, decidida.

Sin más remedio, Ranik se adelantó y usó su hacha para adelantar el proceso. Fue muy rápido, pero los pasos, que cada vez estaban más cerca, lo eran también.

Justo a tiempo y antes de que llegaran, Ranik sacó el último estandarte, lo guardó en uno de sus bolsillos y comenzó a correr, las chicas a su lado.

Aun así, por más rápidos que fueron, el grupo que los buscaba los interceptó antes. Se trataba de Calum, Adaliah, Triya Birdwind, —la hermana de la chica que cuidaba de Amaris, Natasha—, Ulim Dolphinsea y Kalim, que no lucían para nada amigables.

—Hace tiempo que no nos veíamos, hermanita —dijo Adaliah. El corazón de Amaris comenzó a latir rápidamente impulsado por los nervios, sus manos estaban cada vez más frías y su mente ya estaba pensando en las posibles formas de escapar.

Miró los árboles que la rodeaban. Tenía una buena vista en la oscuridad, pero eso no servía de nada, porque estaba acorralada. De repente sus sentidos se encendieron, haciéndola escuchar un montón de las cosas en el bosque.

Escuchaba animales, rugidos, y la forma en que sus patas hacían crujir las hojas del bosque. Escuchaba su propia respiración, el propio latir de su corazón.

—Mucho tiempo —respondió, un tono firme y que, para su sorpresa, que no denotaba los nervios que sentía.

—Un encuentro muy emotivo, debo pensar —dijo Piperina, interrumpiendo el intercambio de miradas entre sus hermanas. Sabía que, si le daba pie a los insultos de Adaliah, esta no se detendría—. Me encantaría seguir hablando, pero tenemos muchas cosas que hacer. Con su permiso...

—No —dijo Calum.

—¿Perdón? —preguntó Amaris, fingiéndose confiada, tranquila e inocente—. No he entendido lo que quiere decir, príncipe.

—No dejaremos que se vayan —especificó él, las comisuras de su boca elevadas—. Tenemos mucho de que hablar, mucho que saber.

—No hay nada que decir—dijo Ranik, furioso. Las venas de su cuello se alzaron, incluso—. ¿Dónde quedó el espíritu de competencia? ¿No deberían estar buscando sus estandartes?

—De eso se está encargando Zara —respondió Calum, eufórico—. ¡Abajo, cooperen y les irá bien!

—¿Cooperar? —preguntó Amaris, incrédula—. ¿Qué es lo que quieren de nosotros?

—Necesitamos dar vida a un nuevo poder y, para eso, primero necesitamos tus habilidades —dijo Adaliah, divertida.

—Déjenos ir, será mucho más favorecedor —dijo Ranik, furioso—. No quiero tener que pelear, estamos en el medio de una competencia, sean justos.

—¿Justos? —preguntó Calum con ironía—. En el mundo hay de todo menos justicia, ya deberían saberlo. Y, hoy, es mucho más importante que consigamos lo que queremos que el título tan preciado que, "ser el ganador del torneo" puede darnos. Hay mucho más allá de lo que ustedes piensan —se acercó a Amaris, tomando uno de sus rulos en sus manos—. Mucho, mucho, más.

Amaris mantuvo su mirada firme, tratando de averiguar lo que aquel chico tenía entre manos. Unas cuantas imágenes se formaron en su cabeza, una visión que parecía más una advertencia.

Calum sacó algún tipo de energía de sus manos. Era fuego, pero no era un fuego brillante, vivaz y puro como el que salía de las manos de Zedric, en vez de eso era negro, oscuro y fuerte.

Estaba en el medio de un claro, habían muertos alrededor de él, demasiados para contarlos.

Las imágenes se fueron tan rápidamente como llegaron.

Antes de que Amaris pudiera demostrar su incredulidad por ver tan desgarradoras escenas Piperina se interpuso entre ellos, empujando a Calum con toda su fuerza.

Calum no pudo defenderse enseguida. Estaba demasiado aturdido porque, a diferencia de Amaris, era la primera vez que sentía tanto despliegue de poder y a la vez veía el futuro que, a parte, era suyo.

—Me importa un bledo lo que quieran —dijo Piperinavpara, al instante, tomar a Amaris por la muñeca y jalar a un furioso Ranik en un esfuerzo por huir.

Los tres corrieron con todas sus fuerzas, pero sus contrincantes eran muy fuertes y no estaban desgastados por intentar cavar en el medio de la nada.

Adaliah fue la que los alcanzó primero. Sin una pizca de remordimiento pasó al lado de Piperina, inclinándose y en un gesto limpio enterrando la daga de su mano en la pantorrilla de la mencionada.

Amaris y Ranik se detuvieron en seco, el último yendo hasta Piperina y tomándola en sus brazos con la disposición de marcharse.

—Nunca, te detengas, por el más débil —se burló Calum, llegando hasta ellos e interceptándoloe ell una capa densa de fuego a su alrededor y caminando directamente a Amaris, dispuesto a conseguir la información que quería.

Amaris estaba furiosa. Nunca, en todos sus años de vida, pensó que su hermana trataría de usarla de aquella forma.

Pero tenía mucho sentido. Este tipo de magia, oscura e impredecible, sería algo que su madre nunca aprobaría, por lo que Adaliah buscó conseguir más poder por sus propios medios.

Con todas sus fuerzas, estiró sus manos y usó sus recién adquiridas habilidades con el hielo para deshacer el fuego a su alrededor.

Sintió el hielo expandirse a lo largo del césped, avanzar y apagar la vivacidad del fuego a su alrededor, pero no fue lo suficientemente rápido como para detener a Calum, que llegó a ella tan rápido como un rayo y la tomó del cuello, alzándola en el aire.

—Déjame ver lo que necesito —susurró él, su lengua tan picosa como la de una serpiente. Amaris sintió como, con tocarla, Calum se infiltró en su mente y comenzó a buscar cosas en ella, probándola.

Amaris vió pasar su vida frente a sus ojos, tal como en una visión, pero sin que se desmayara o algo por el estilo. Los ojos de Calum, arenas, la miraban de forma tajante, analizándola.

—Mi hermano puede leer mentes, pero yo puedo entrar en ellas —dijo. Amaris estaba esperando el momento indicado, por lo que, aprovechando que Calum estaba demasiado concentrado en sacar cosas de su mente, usó su aliento helado para alejarlo de ella.

Ranik ya se había levantado, pero apenas si podía defenderse, debido a que Adaliah, Triya  estaban sobre él. Era fuerte, pero no tanto.

Sin más, Amaris lanzó ráfagas de hielo directamente a los tres, desestabilizándoles en su lugar. Ranik se inclinó y volvió a tomar a Piperina en sus brazos.

—Yo te cubro —dijo Amaris, decidida.

Pero eran demasiados, todos yendo hacia ellos. Primero todos le lanzaron hielo, luego Calum se unió con el fuego, y pronto ya los tres estaban en el suelo de nuevo.

Calum se inclinó de nuevo junto Amaris, para susurrar:

—Lo veré, quieras o no.

Dicho esto, tomó su mejilla y, de improviso, hizo a su mente trabajar.

No sólo se metía en ella, sino que también la influenciaba. Calum buscó todos esos momentos en los que Amaris había usado la clarividencia antes y la hizo volver a usarla.

Lo que Amaris vería gracias a Calum quedaría grabado en su mente para siempre, sería el comienzo del fin.

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Amy2552.. No al plagio portada definitiva :Thinskyxxx [TERMINADA]