Cantos de Luna.

By Angie_Eli_Carmona

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En Erydas existen dos reinos, el reino Sol y el reino Luna. Estos reinos se formaron después de que, en la g... More

Introducción.
Capítulo I. «Viejos encuentros»
Capítulo II. «Descubrimiento»
Capítulo III. «Licántropos»
Capítulo IV. «Propuesta real»
Capítulo V. «Sé fuerte»
Capítulo VI. «Pescador»
Capítulo VII. «Últimos en llegar»
Capítulo VIII. «Compromiso»
Capítulo IX. «El baile de la amada»
Capítulo X. «Cambios inesperados»
Capítulo XI. «Opiniones»
Capítulo XII. «Poder»
Capítulo XIII. «Banda»
Capítulo XIV. «Erys»
Capítulo XV. «Ventaja»
Capítulo XVI. «Nathan»
Capítulo XVIII. «El comienzo del fin»
Capítulo XIX. «Inframundo»
Capítulo XX. «Fortaleza oculta»
Capítulo XXI. «Conocido»
Capítulo XXII. «Ganadoras»
Capítulo XXIII. «Sacrificio de sangre»
Capítulo 24. «Decisión definitiva»
Capítulo 25. «Susurro mortal»
Capítulo 26. «Falsedad»
Capítulo 27. «Espíritu»
Capítulo 28. «Trato»
Capítulo 29. «Nuevos Dioses»
Capítulo 30. «Magia de manos»
Capítulo 31. «Renacimiento»
Capítulo 32. "Última batalla"
Capítulo 33. «Matrimonio arreglado»
Capítulo 34. «Sueños»
Capítulo 35. «Daño»
Capítulo 36. «Orías»
Capítulo 37. «Confrontación»
Capítulo 38. «Compasión»
Capítulo 39. «Disfruten...»
Capítulo 40. «Parecido»
Capítulo 41. «Lo sabías»
Capítulo 42. «Un largo camino para un gran destino»
Capítulo 43. «Injusticia»
Capítulo 44. «Punto de quiebre»
Epílogo.
Agradecimientos, nota final, ¿Siguiente libro?
Segundo libro ya publicado.
NO TE DETENGAS DE LEER.
AVISO. ¡LEE ESTO POR FAVOR!
Aviso.

Capítulo XVII. «Tenebris»

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By Angie_Eli_Carmona

—¿Qué ha sucedido? —preguntó Amaris mientras se acercaba a sus heridos amigos. Harry parpadeaba rápidamente, apretando los labios por el dolor. Se acercó a él, al instante embargándole una visión.

Harry y a Ranik, que reían mientras corrían por el bosque en busca de sus estandartes cuando, por sorpresa, fueron emboscados por el grupo de Kalim.

Estos, tan abusivos y molestos como eran, lanzaron un montón de cuerdas que hicieron que ambos cayeran directamente al suelo.

Saimon, un chico pequeño y al que le apodaban, "el duende", por su rapidez y pequeño tamaño, se posó sobre Harry, y dijo:

—¿Dónde está? —su tono de voz sonaba afilado, agudo, y con un acento que hacía parecer que chasqueaba la lengua al ritmo de sus palabras.

—¿Quién? —preguntó Harry, tartamudeando por el miedo. Era un príncipe, había pasado la mayor parte de su vida en su castillo, encerrado, no estaba acostumbrado a cosas así.

Saimon sacó una daga, la posó sobre su cuello, y dijo:

—Amaris. Todos están con ella. Zedric, Elena, los chicos de su grupo. Dinos donde están y los dejaremos ir.

—¿Qué es lo que quieren de ella? —preguntó Ranik, al que la cuerda con la que lo habían inmovilizado inhibía sus habilidades, por lo que apenas podía moverse, sus palabras sonando ásperas y doloridas—. ¡No sean cobardes! ¡Hablen!

—Claro —respondió Zara, divertida. Sus ojos alargados mostraban su confianza, su oscura maldad—, te diremos nuestro plan y, entonces irás y se lo dirás a tu grupito. Ni hablar.

—Cobardes —farfulló Ranik, por lo bajo. Harry, que estaba a su lado, seguía siendo interrogado sin muchos resultados.

—Bien, estoy cansado de jugar —dijo Saimon, soltando un resoplido. Movió la daga hacia la parte baja de Harry y rasgó en su muslo izquierdo, haciendo que este soltara un chillido de dolor—. Habla, dinos lo que sabes y seré gentil.

—¡Saimon! —gritó Zara, irritada—. No los lastimes.

—Ah, sí, dile eso a el pequeño solecito del que te deshiciste.

—Por eso, precisamente, es que no puedes deshacerte de él ahora. Ya habrá tiempo.

Ranik frunció el ceño, no entendiendo lo que sucedía. La red que estaba sobre él frenaba más y más sus habilidades, pero comenzaba a sentir que, aparte de eso, se estaba acostumbrando a sentirla sobre él, también recobrando sus fuerzas. Se fingió igual de débil sin demostrar que estaba recuperándose.

Zara, furiosa y con el tiempo sobre ella, se acercó a él, sus ojos oscuros mirándolo con tanta maldad y oscuridad que, por unos segundos, Ranik se sintió perdido.

—Dime. Dónde. Está —lo presionó, cada vez más y más cerca de él. Ranik permaneció firme, ocultando el obvio miedo que sentía—. Es una lástima que nos conociéramos de esta forma —susurró Zara, tan cerca de él que podía oler su perfume a rosas—. Seré buena contigo, sólo confiesa. No puede ser tan importante para tí.

Pero lo era.

Amaris sintió cada uno de los sentimientos de Ranik al entrar a esa visión, tal como si fueran suyos. Había algo. Un sentimiento muy profundo de afecto dirigido hacia ella.

De verdad la quería, y no dejaría que le hicieran daño.

Ranik aprovechó ese momento y, estirándose, redireccionó la red que estaba sobre él y Harry directamente hacia Zara con una maestría impecable.

Esta, desconcertada, cayó al suelo abrumada por la magia que frenaba sus habilidades.

—¡Quiténmela! —gritó, como si esta le quemara—. ¡Ya!

Por su parte, Ranik tomó a Harry del brazo, esperando ayudarlo a caminar con las pocas fuerzas que le quedaban.

Fue difícil, pero se pusieron en pie antes de que Kalim y los demás de su grupo pudieran arremeter de nuevo contra ellos. Estaban demasiado ocupados en ayudar a Zara, olvidando por completo sus responsabilidades.

—¡No sean idiotas! —gritó, al ver que iban hacia ella—. ¡Detengánlos!

Ranik, apresurado, extendió su mano y, sientiendo sus habilidades de vuelta, creó una apenas gruesa capa de hielo que pudiera detener a aquel grupo de venir hacia ellos. Zara, furiosa, estiró su mano, la posó sobre este y, de un golpe, lo quebró.

Kalim, por su parte, con una agilidad sorprendente, subió al árbol al lado de él, moviéndose entre las ramas y atravesándolas a toda velocidad, incluso rebasando a los dos, que trataban escapar con todas sus fuerzas.

—Alto ahí compañeros —dijo, con ironía—. ¿Creyeron que sería tan fácil?

—Sí —respondió Ranik, impacible. Había estado en situaciones peores, podría resolverlo.

Cuando Kalim se acercó y arremetió contra él con su puño, Ranik fue más rápido y lo detuvo con toda su fuerza, que, aunque se había visto considerablemente reducida, aun seguía siendo bastante.

Kalim entrecerró los ojos, soltándose del agarre de Ranik y buscando derribarlo con un golpe en las piernas.

Este respondió mucho más rápido, tomando a Kalim por el cuello antes de que lo golpeara y lanzándolo por los aires.

El siguiente en atacar mientras huían fue Saimon. Su velocidad era magnífica, seguramente heredada por su lado de duende. Este fue trepando a Ranik, llegando a su espalda y encajando la daga en su hombro derecho.

Ranik, sin inmutarse, empujó a Saimon haciéndose hacia atrás. Este cayó al suelo, soltando un pequeño quejido de dolor.

—Hasta aquí llegaste —murmuró Zara, furiosa, poniéndose frente a él.

Ranik frunció el ceño. Estaba cansado de oírlos decir que moriría, de sus vanas amenazas sin sentido.

Zara, por su parte, entró en acción. Estiró sus manos, su cabello volviéndose negro al instante, sus labios tomando un tono morado y sus ojos, antes castaños y oscuros, volviéndose completamente negros. Estiró sus manos, una pequeña esfera de energía oscura saliendo de ellas y enseguida la lanzó directamente a Ranik, que hábilmente la interceptó colgelándola antes de que llegara a él.

—¡Tú! —gritó ella, furiosa, su cabello volando y demostrando el poder que tenía—. Iba a ser amable contigo, realmente iba a serlo.

—Y yo contigo —respondió Ranik, divertido—. Pero... ¿Cómo son las coincidencias del destino? ¿No?

Energía oscura creció alrededor de Zara. Las plantas respondían a esta, creciendo en intentando encarcelar a Ranik y Harry.

Ranik, que sentía las plantas juntarse a su alrededor, hizo el único movimiento que se le vino a la mente.

Se inclinó en el suelo dejando que Harry se sostuviera por si mismo y estiró su mano, concentrándose e intentando sentir todo a su alrededor para, con las últimas fuerzas que le quedaban, lo congeló todo.

Usar sus habilidades siempre era una experiencia magnífica. Ranik sentía el hielo como una parte de sí, podía manejarlo con mucha facilidad y, a la vez, concentrarse y sentir la energía que esto les daba.

Claro, el utilizar el hielo podía ser cansado si se hacía demasiado, pero en el punto exacto podía dotar a su usuario de una energía fuerte e indescriptible.

Ranik abrió sus ojos, encontrándose con los de Zara, que dentro de su capa de hielo lo miraba con furia y resentimiento.

Ya bastante recompuesto como para cargar a Harry, lo tomó en sus brazos y se puso en marcha a donde estarían los estandartes.

Aun tenía muchas cosas por hacer.

—No puede ser —fue lo que dijo Amaris al salir de su visión—. Zara es la Tenebris.

—¿Qué? —preguntó Ranik, no llevando el hilo de la conversación.

—No, nada, vamos adentro —respondió. Las miradas de los chicos que esperaban se centraron inmediatamente en ellos.

Hiden, que era su mejor amigo, soltó una exclamación ahogada, yendo directamente Ranik y ayudándolo a llevar a Harry.

—¿Qué sucedió? —preguntó, confundido. Ranik estaba a punto de explicarse, pero Amaris lo detuvo con un leve roce en su mano, para luego explicar:

—Fue la Tenebris de la que nos dijo el Erys. Los atacó porque quería saber donde estaríamos.

—¿Quién fue? —dijo Connor, su voz sonaba entrecortada porque intentaba contener sus impulsos naturales. Amaris sintió su garganta seca, no quería contestar y causarle todo ese daño, pero debía.

—Fue Zara Pickerhell —dijo. Un silencio arrasador llenó aquella cabaña, Ranik imaginó enseguida que Amaris había sabido todo eso sin que se lo dijera gracias a sus visiones. Una vez dejaron a Harry en una de las camas, ella se lanzó a sus brazos y dijo:

—Fuiste realmente heróico, nunca vi semejante despliegue de poder tan grande.

Ranik correspondió su abrazo, dejándose llevar por el cariño que ella le daba, y respondió:

—Eso no fue nada, no podía dejar que los encontrara.

Ambos se separaron, mirándose a los ojos y transmitiéndose calma y tranquilidad uno al otro.

—Bien, me alegra que todos estemos bien —dijo Nathan, con aire despreocupado. La siguiente frase cambió completamente de tono, sonando mucho más furioso—. Ya sabemos quién es el asesino. Zara Pickerhell asesinó a Elmhir, a Naín, e incluso tal vez utilizó su magia para intentar también asesinarnos a nosotros. Debe pagar.

—No puedo creer que todo este tiempo dudara de mi hermano —dijo Zedric, asimilándolo todo y, al mismo tiempo, tratando de entender los enredados pensamientos de Amaris—. Él nunca mandaría uno de esos lobos para amenazarlo, sería demasiado estúpido.

—Tal vez quiere que tú creas que está de tú lado —dijo Elena, sin dudar—, para luego poder ganar tú confianza en el mejor momento.

—Tal como una gran e interesante novela —dijo Hiden, burlón. Ailum, grande e imponente como siempre, dijo:

—Mi padre es un maestro en las artes de la guerra. Lo he oído hablar miles de veces sobre esta y lo único que sé es que en nadie podemos confiar más que en nosotros mismos. No sé ustedes, pero no creo que agregar a una persona más a nuestra unión pueda ser de mucha ayuda.

—¡Nunca quedó en discusión eso! —exclamó Piperina, exasperada—. Tenemos que pensar que es lo que haremos a partir de ahora. Que es lo que haremos con ella, y qué tan en peligro estamos ahora que sabemos que tiene habilidades.

—Depende de lo fuerte que sea —dijo Harry, a sabiendas—. En mi continente ha habido brujas desde tiempos inmemoriales. Ellas pueden tener distintas habilidades y adquirir más dependiendo de lo talentosas que sean. Es raro que Zara sea una bruja viniendo de la realeza, pero estoy seguro de que esas habilidades solo vienen de nacimiento, y en su reino la magia no está prohibida.

—Pero en el mío sí —dijo Zedric—. Está usándola para matar, peor tantito.

—Pero hay algo que la oí decir —dijo Ranik, que había dejado de susurrarle cosas a Amaris para hablar—. Ella dijo que no podía darse el lujo de asesinar más personas. Tenía la intención de mantenernos a Harry y a mí secuestrados, tiene un plan y tratará de llevarlo a cabo a como dé lugar.

—Tenemos que averiguar cuál es ese plan y vengar la muerte de nuestros compañeros —dijo Connor, decidido—. Hay que hacerla pagar.

—Lo haremos —dijo Ranik, yendo hasta él y dándole un buen abrazo y apretón. Amaris se les unió, los dos le decían palabras motivadoras a Connor para tratar de tranquilizarlo.

Zedric, al ver que necesitaban cierta privacidad, salió de la cabaña, dejándolos solos mientras trataba de pensar en un plan factible.

Nathan y Ailum fueron detrás de él, como fieles ayudantes y amigos que eran.

—Siempre supe que los lunares eran dramáticos y sentimentales —dijo Nathan, una vez estuvieron afuera—, pero no tanto.

—Déjalos ser —dijo Zedric, que estaba bastante melancólico respecto a la muerte de Elmhir, quien, aunque era bastante creído y altanero en la mayoría de las ocasiones, era un buen chico.

—Los dejaría ser sino estuviéramos en el medio de una competencia importante —respondió Nathan, que no dejaba de dar vueltas de un lado al otro—. Tenemos que ganar, eso es todo.

—Nathan, perdimos un amigo —respondió Ailum, del que resultaba raro oír palabras que no se refirieran a guerra y peleas—, ellos también, Connor perdió un hermano. No importa el juego, esto es serio.

—Como sea —Zedric los interrumpió, fingiéndose ya recompuesto—. No nos hará mal perder unos minutos en lo que ellos se ponen bien.

—Bien, entonces yo les hablaré sobre mí día —dijo Nathan—. Besé a Piperina, y fue bueno.

—Maravilloso —se burló Ailum—. Eso es súper importante, claro.

—Sirvió de mucho —dijo él, divertido—. Hubieras visto el rostro de su hermana, ella y su grupo no podían creerlo. Creo que eso fue lo más bueno de todo.

—Estamos listos —interrumpió Piperina, que oyó todo mientras esperaba a que sus amigos se recompusieran. Caminó hasta Nathan y susurró—. Así que te gustó aquel beso, para mí fue un asco, así que no presumiría de él.

N/A. ¡Hola! Lamento estar tardando tanto en actualizar, pero tuve un gran bloqueo con esta novela, en especial con este capítulo.

Lo comencé, a duras penas fui avanzando con él, y cuando creí que ya iba a terminar no estuve nada conforme con eso, así que lo reinicié y este es el resultado.

Cómo sea, voy a tratar de actualizar cada semana, no me tardaré más de dos semanas, eso es seguro.

Saludos, Angie. <3

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