outlasted spirit ⋄ stiles sti...

By eternitear

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Teen Wolf no me pertenece, ni ninguno de sus personajes, sino a Jeff Davis, MTV, etc. Con la única excepción... More

Prólogo.
1. "Alternación"
2. "Fracaso"
3. "Desconocido"
4. "Impulsos"
5. "Poder"
6. "Sensación"
7. "Instinto"
8. "Abominación"
9. "Control"
10. "Confianza"
11. "Ilegal"
12. "Delincuente"
13. "Ironía"
14. "Sospecha"
15. "Sometida"
16. "Evidencia"
17. "Oportunidad"
18. "Vulnerable"
19. "Secretos"
20. Parte 1, "Espejismo"
20. Parte 2, "Dorée"
21. "Realidad"
22. "Expuesto"
23. "Ilusión"
24. "Adversidad"
25. "Determinación"
26. "Retribución"
Epílogo
Nota de la autora y próximo libro.

20. Parte 3, "Profundidad"

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By eternitear

Playlist:

Cold Hands - The Dose

I Will Follow You Into the Dark - Death Cab For Cutie

I Don't Want to Change You - Damien Rice

Creep - Radiohead

Every Breath You Take - The Police

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"I am the soundless, boundless, bitter sea;
All things in the end shall come to me.

Mine is the kingdom of Persephone.
The inner earth, where lead the pathways three.

Who drinks the waters of that hidden well
shall see the things whereof he dare not tell,
shall tread the shadowy path that leads to me,
Diana of the Ways and Hecate,
Selene of the Moon, Persephone."

—Sea Priestess, Dion Fortune.



–No hay tiempo –Spencer negó con la cabeza, haciendo que su pelo se moviera sobre su rostro. Extrañamente, era el primer gesto que le veía hacer que simulaba ser normal–. No si parte de lo que sé es real.

–Entonces dinos en el camino. Scott, ¿Todavía tienes su rastro?

Él tomó una fuerte inspiración, alzando el rostro. Luego asintió.

Los cuatro se subieron al Jeep silenciosamente.

No estaba seguro de qué esperar de la cazadora. Hasta se sentía como un límite que no debía cruzar el sólo hecho de que subiera a su Jeep, y por un momento pensó que no iría con ellos. Pero ella no objetó en contra, lo que le llevó a pensar que era algo que había planeado. Tenía un extraño aire a su alrededor, que de cierto modo le daba una sensación familiar. Como cuando sabes que no debes pasar muy cerca de un lugar porque hay un perro arisco que querrá darte un mordiscón si te le acercas. Y era extraño por qué rayos no les había preguntado qué hacían los tres disfrazados de ese modo.

Stiles creía que habría muy pocas cosas que lograrían sorprenderlo luego de todo lo que había sucedido en su vida. Y estar en su Jeep, con un hombre lobo, dos cazadoras, y siguiendo el rastro de su novia desaparecida, en el mejor de los casos, no era algo que hubiera esperado. Nunca.

La adrenalina no le permitía preocuparse del modo que sabía que haría de haber estado sin moverse, sin hacer algo. La chica estaba sentada de modo rígido en el asiento del copiloto, mientras que Scott y Allison estaban en el asiento trasero, con su atención fija en ella. Stiles no quería imaginarse lo que pensarían sobre ella, sin saber lo que él sabía, lo que Ariel le había contado.

Todos esperaban alerta, sin embargo, a que comenzara a hablar.

–¿Están familiarizados con la mitología?

Stiles no supo si esa frase significaría algo bueno o malo. –¿Cuál?

–Cada una tiene criaturas similares con diferentes nombres. Pero me estoy refiriendo a la griega.

Tuvo que repetir sus palabras en su mente, ya que su acento más el ruido del motor del Jeep no hacían que le comprendiera con facilidad. –Leí incontables veces todo lo que internet tenía para ofrecer.

–Entonces conoces a las ninfas. Específicamente, las Náyades.

La descripción teórica de todo lo que había leído apareció en su mente como si estuviera en un examen. No podía dar crédito a lo que estaba oyendo. –Sí. –respondió, al mismo tiempo que Scott decía: –No.

–Sé a dónde estamos yendo –murmuró Spencer, distrayéndose con la atención fija en el bosque frente a ellos.

Stiles sintió por décima vez que su corazón iba a salirse por su pecho. –¿Eso es bueno?

–Voy a decirles lo que sé. La mayor parte no es más que leyenda. Pero creo que su amiga es una Ondina.

Stiles, Scott y Allison respondieron a coro: –¿Una qué?

El rostro de la cazadora continuó inmóvil como una estatua de mármol. –Son fées. Lo siento, hadas. Según la tradición... –se quedó sopesando sus palabras–. el mito, o la leyenda, como ustedes deseen llamarlo, se las asocia con lagos, ríos, y mares interiores. Su forma es mayormente humana.

¿Mayormente? –Stiles lo dijo sin siquiera pensarlo.

–No me interrumpas, branleur. Se dice que son similares a las sirenas, aunque no con algo tan inútil como una cola de pez. Como todas las hadas, su temperamento es sumamente inestable, similar a las aguas de las que provienen. Son fáciles de... perturbar.

Dejó de hablar por un momento. Stiles asumió que era para darles un momento de procesar lo que les estaba diciendo. Su explicación no tenía sentido en su mente.

–Eso no... –no le importó que se enfadara si creía que la había vuelto a interrumpir–. Ariel le tiene fobia al agua. ¿Cómo puede ser que sea... eso que dices?

Spencer no se mostró sorprendida. –Eso explica por qué no se ha transformado antes.

–¿Y cómo estás tan segura de que lo ha hecho ahora? –inquirió Scott desde atrás.

Ella levantó su mentón, taladrándolo con su mirada fija. –Aprendí hace mucho tiempo a seguir mi instinto. Algo que tu especie debería hacer menos, Loup-garou.

–Sigo sin comprender algo –la mente de Stiles continuaba funcionando a toda velocidad–. ¿Por qué crees que hará algo malo? Si lo que sé sobre las ninfas es real, son... criaturas pacíficas.

–Las Ondinas son diferentes. Son consideradas por algunos como seres impíos. Se hablaba de Ondinas que salían de sus reinos para satisfacer su hambre, cuando ningún hombre se acercaba a su hogar, y los atraían hacia lugares oscuros para devorarlos. La leyenda cuenta que no necesitaban de eso para sobrevivir, ya que su alimento era abundante en los mares o lagos, sino que alimentarse de las carnes de un humano lograba rejuvenecerlas como si se tratara de un elixir. Los que lograban capturarlas decían que su frenesí y sed de sangre era casi insaciable, al menos hasta que los primeros rayos del sol salían, y caían en un plácido sueño, como si nada hubiese ocurrido. Éstos pocos que lograron capturarlas notaban que, al igual que las hadas, el hierro las hiere profundamente.

El Jeep cayó en un silencio sepulcral.

Stiles recordó la sangre que había visto en la ropa que Ariel tanto había ocultado. Recordó lo que le había relatado, y su temor.

–Tú eres quien la detuvo. De que atacara al criminal.

Spencer asintió sólo una vez.

Scott comenzó a preguntar algo, pero su voz enmudeció antes de que pudiera comprenderse. No obstante, dió un respingo un segundo después, con el ceño fruncido. –Su rastro. Desapareció.

La cazadora asintió, dejando en claro que esperaba algo así. –Entonces debemos caminar desde aquí.

Stiles detuvo el Jeep. Sus movimientos eran robóticos. Tomó la linterna de metal que siempre guardaba en la guantera del auto, antes de apagar el motor.

Lo que había dicho quizá era parte de una leyenda, pero Spencer lo había contado como si fuera completamente real. Seres impíos.

–¿A dónde iremos?

Era Allison la que había preguntado.

–Estamos a menos de un kilómetro de un lago.

Su atención en el camino del bosque –que siendo honestos estaba inventando en el momento– cambió. No era posible que pudiera reconocer la parte del bosque, mucho menos en medio de la noche con las únicas luces proviniendo de las linternas. Sin embargo, algo en sus recuerdos asomó en su mente, gracias a las palabras de Spencer.

Ariel y él habían estado en un lago en la mitad del bosque, hacía varios días atrás. O más bien él la había encontrado cerca de la orilla, deteniéndola antes de que pudiera hacer algo que provocara su fobia. Le había parecido extraño en aquél entonces, pero no le dio importancia en el momento. Ahora... ahora recordaba la mirada perdida que ella había tenido, como si su mente estuviera en un lugar muy lejano. Cómo su mano no había titubeado ni una vez al acercarse al agua.

Todo parecía una locura, y a pesar de eso, algo comenzaba a formar sentido en su mente.

–Creo que hemos estado aquí antes. Ariel y yo.

Les explicó de qué estaba hablando al recibir miradas inquisitivas, mientras todos comenzaban a caminar por el bosque cubierto en tinieblas, mantenidas a raya por el débil resplandor de la luna llena, y la solitaria luz de su linterna.

Notó como Scott no le quitaba la mirada de encima a la cazadora. Parecía tener su modo alerta activado. Aunque los tres lo tuviesen en realidad con una situación como aquella, en Scott era algo diferente, que no podía adivinar a simple vista. La vigilaba como si esperara que de un momento a otro ella fuera a girarse y le lanzara una flecha con su ballesta.

No podía culparlo, realmente. Pero, aun así, algo le resultaba extraño.

Caminaron en silencio en cuanto Stiles terminó su explicación. Estaba haciendo un terrible esfuerzo por no pensar en todo lo que la cazadora les había explicado, sobre lo que podría ser Ariel, cuando Allison se le acercó. Todavía estaba aferrándose a los cuchillos.

–Esto no me agrada. Ella no me agrada.

–Puedo oírte, Argent. –Spencer le respondió sin mucho sentimiento en su voz.

–No estoy siendo reservada. No me agradas.

–Veloz en juzgar. Tu familia debe estar orgullosa de ti.

A pesar de la oscuridad, Stiles pudo ver el rostro de Allison enrojeciéndose.

–¿Cómo estás tan segura de todo esto? Podríamos estar perdiendo el tiempo. Podrías ser una psicópata. No sé cómo esperas que confiemos en ti.

–No estoy esperando nada. Si están aquí, es porque no tienen una alternativa mejor. Y por que quieran o no, saben que lo que dije puede ser posible.

Agregó una frase en francés que claramente iba dirigida a Allison. Stiles no comprendió absolutamente nada, pero ella cerró su boca, puso los ojos en blanco, y enganchó los cuchillos en su cinturón.

–En caso de que... –Stiles sintió una raíz de árbol sobresaliendo de la tierra con el pie, pero se tropezó de todos modos–. En caso de que algo salga mal. Y de que ella sea lo que tú dices. ¿Cómo la detenemos?

–Necesitamos hierro. Y a su alfa.

La cazadora no había titubeado en responder. Sacó de su espalda la ballesta con un movimiento veloz, en el cual Scott se tensó visiblemente, pero ella sólo sacó una flecha que estaba conectada allí.

–Las puntas son de hierro.

–¿Para qué necesitamos a su alfa? –Stiles no pudo evitar preguntar malhumoradamente.

Spencer se detuvo en seco, agachándose. Tomó un puñado de tierra con las manos, inspeccionándola de cerca antes de soltarla, y proseguir con la caminata.

–Quizá no sea una de ellos –señaló a Scott con la flecha que todavía sostenía– pero el vínculo con quien la convirtió es el mismo. Incluso más... particular.

Eso definitivamente no era algo que quería oír. –¿Qué quieres decir?

–Todos los hijos de la luna tienen un vínculo. Las Ondinas son útiles en las manadas. Tienen dificultades al negarse hacia su alfa, quizá más que un hombre lobo beta.

Los puños de Stiles se cerraron con fuerza. Tuvo que obligarse a pensar con frialdad, porque de otro modo haría algo de lo que se alegraría con seguridad, pero no serviría de mucho. Optó por seguir haciendo preguntas, y estuvo a punto de hablar, hasta que notó a dónde habían llegado.

Los árboles del bosque hacían una parada repentina, y a no más de tres o cuatro metros de distancia se encontraba la orilla del lago.

El cielo estrellado descubierto de nubes más la luna llena en lo alto se reflejaban en el espejo negro que era el agua. El lago estaba sereno, casi demasiado quieto visto su tamaño. El silencio que había allí era extraño para ser un bosque, pensó. Casi no oía grillos, o algún pájaro nocturno. Lo único que realmente se oía era el murmullo de la cascada que estaba en la punta contraria del lago. El lugar de día era precioso, pero de noche... espeluznante le iba como anillo al dedo.

–Oh, no. Mierda. –maldijo Allison a unos metros de Stiles, con la mirada fija en el suelo.

Se acercó a ella con velocidad, alumbrando los guijarros de la orilla. Allí había una solitaria pluma blanca.

Spencer tenía razón.

–¿Qué demonios vamos a hacer? –se escuchó a sí mismo hablar entre jadeos. Había comenzado a hiperventilar apenas vio la pluma perteneciente al disfraz de Ariel.

–Derek está en camino. Stiles. ¡Hey!

Scott se había acercado a él, y ahora lo estaba sacudiendo por los hombros. Stiles se soltó, negando con la cabeza, yendo hacia donde se encontraba la cazadora. Ella tenía la mirada fija en el lago.

–Toma esto. –le ordenó apenas estuvo junto a ella. Stiles tomó la pequeña flecha con cierta torpeza, no familiarizado con el objeto.

–Tú eres la única que parece tener una idea sobre todo esto –llegados a ese punto, las palabras de Stiles eran súplicas–. ¿Qué hay que hacer? ¿Llamarla? ¿Cómo sabemos si... si...?

–¿Si intentará devorarte como en las leyendas? –inquirió con el rostro duro y frío– No lo sé. Eso ayudará.

Se estaba refiriendo a la flecha. –No voy a atacar a Ariel.

Spencer se giró hacia él, con los brazos cruzados y la mirada irritada. –¿Qué tal salvarla de que haga algo que luego se arrepienta? Esto no es un simulacro, y tú no eres más que un humano. Si ella mata a alguien, me encargaré de que no tenga la oportunidad de volver a hacerlo.

Apretó su mandíbula con fuerza. –Eso no sucederá.

Ella volvió a girarse hacia el lago. –Entonces haz lo que tengas que hacer.

Era fácil decir eso para ella, evidentemente. Regresó hacia donde se encontraba Scott, sintiendo que iba a perder los nervios otra vez, y ahí ya no lograría calmarse.

–¿Qué le has dicho a Derek?

Scott lo observó. Tenía una mueca dubitativa en el rostro, una que Stiles comprendió al instante.

¿Qué demonios le has dicho a Derek?

–Tengo un plan. –farfulló a toda velocidad– Le dije que fuera a la veterinaria, y buscara lo que... lo que utilizamos la otra vez para detener a Jackson. Si la encontramos, y algo sale mal, será lo mejor. Hasta que decidamos qué hacer. Porque no sé tú, pero no tengo idea de qué demonios pueda hacer aquello que dice esa chica.

Los ojos de Stiles se entrecerraron. –¿Aquello? Estamos hablando de Ariel, Scott. ¡Ariel! ¡Sabemos que no dañaría a una mosca, no intencionalmente!

Quizá eso era estirar la verdad, pero estaba comenzando a sentir toda la desesperación que había ignorado hasta el momento.

Scott había notado su error de inmediato. Sin embargo, la determinación seguía grabada en su rostro. –Lo sé. Lo sé, Stiles, lo siento.

–No es un mal plan –dijo Allison con la voz muy baja. Estaba observando la pluma que había encontrado minutos antes–. Mejor que atacarla con una flecha de hierro. Podemos decidir luego qué vamos a hacer.

Aquélla flecha que estaba sosteniendo se volvió mucho más pesada.

La impotencia de no poder hacer nada, de no saber qué hacer, lo estaba carcomiendo por dentro. Se alejó de ellos y de Spencer, sintiendo que su cabeza iba a explotar. No podía procesar todo lo que había sucedido en la última hora, ni todo lo que la cazadora les había dicho. No podía creer lo que estaba sucediendo.

Muy profundamente, no obstante, sabía que algo así estaba destinado a pasar. Con las cosas extrañas que Ariel podía hacer, tenía que había una explicación, algo más allá. Scott y él lo habían estado esperando. Pero todo aquello era...

Apretó con fuerza la flecha hasta que el dolor cortante de la hoja le hizo detenerse. Observó su mano y la fina línea roja de sangre, de la cual una gota comenzó a caer por su palma. Una parte del relato de Spencer volvió a su mente.

La niebla se arrastraba entre los árboles próximos al lago, acechando, como una espectadora silenciosa. Comprendió, al mirar hacia el agua, lo que tenía que hacer.

Regresó hacia la cazadora, quitándose el tapado y el chaleco de tweed de su estúpido disfraz. Ella lo observó de inmediato, reconociendo qué era lo que iba a hacer.

–Vas a usarte a ti mismo de señuelo.

Stiles encogió sus hombros. –Si vas a decirme que soy un idiota, guárdatelo.

–En realidad, iba a decirte que era la mejor opción.

Comenzó a quitarse las botas a toda velocidad, antes de que Scott notara lo que estaba haciendo y se pudiera negar. –Scott tiene un plan. Dile que te lo explique. En caso de que... de que todo se vaya al infierno, saben qué hacer.

Comenzó a caminar hacia el lago, arrancándose mentalmente todo rastro de instinto de supervivencia.

–Escucha.

Spencer lo había tomado del brazo. Su mano estaba increíblemente fría.

–Mantén tus pensamientos en claro. Porque podrá hacer que hagas lo que ella quiera, si se ha transformado. Y mientras estén en el agua, tendrá ventaja absoluta sobre ti.

–¿Cómo son? Las Ondinas –la palabra sonó extraña en su voz–. ¿Cómo será Ariel?

Spencer soltó su brazo. –Las leyendas tienen algo de cierto.

No dijo nada más.

Stiles se dirigió hacia el lago, entrando en él antes de que pudiera arrepentirse.

Apenas el agua tocó su piel, sintió que sus músculos se agarrotaban. Estaba helada. Tanto que apenas cubrió su estómago, comenzó a tener dificultades en respirar.

Escuchó de modo lejano los gritos de Scott, e hizo lo mejor que pudo para ignorarlos.

Las piedras del fondo del lago se le clavaban en los pies, y la flecha que continuaba sosteniendo le hacía doler la mano herida. No podía ver casi nada allí, más que el reflejo de la luna sobre el agua. La incertidumbre le acechaba más cerca de lo que le gustaría aceptar.

Por Ariel. Se dijo a sí mismo. Lo estás haciendo por Ariel.

Continuó nadando, haciendo lo posible por controlar los escalofríos y el temblor de su cuerpo. La tarea se volvió diez veces más complicada en cuanto ya no hacía pie, y tenía que hacer lo posible por mantenerse a flote sin soltar la flecha.

Se atrevió a girar el rostro para ver cuánto se había alejado de la orilla. Lo único que notaba eran las siluetas y el resplandor de la linterna.

Cuando regresó su mirada hacia adelante, tenía a Ariel enfrente.

No pudo reaccionar. No transcurrió ni medio segundo, cuando ella se hundió bajo la superficie. Y algo tomó su tobillo izquierdo, tirando hacia abajo.

Apenas pudo tomar aire. Lo que resultó en vano, ya que no pudo impedir que el grito saliera de su garganta. Estaba siendo arrastrado hacia la profundidad demasiado rápido, con demasiada fuerza, y por más que abriera los ojos no veía más que profunda oscuridad.

Lo estaba ahogando. Ariel quería ahogarlo.

No, alguna voz perdida en su consciencia le recordó. No sabe lo que hace.

Todavía estaba sosteniendo la flecha. Hizo como pudo, antes de que estuviera demasiado lejos de la superficie, aferrándose a la flecha y lanzando su mano para defenderse del agarre en su pierna.

Un grito penetrante aturdió sus oídos. Un grito que no sonó humano. La flecha que sostenía se había iluminado por un momento, como si hubiera estado cerca del fuego durante mucho tiempo. Y ya no había nada que lo arrastrara hacia el fondo.

Comenzó a dar brazadas desesperadas, sintiendo que el poco oxígeno que había logrado detener se estaba extinguiendo. Su corazón latía tan rápido que dolía, al igual que todo su pecho por la falta de aire. Creyó ver un movimiento cerca de él, o más bien sentir uno. El resplandor casi inexistente de la superficie era lo único que le mantenía haciendo el esfuerzo de seguir nadando. Apenas logró sacar sus brazos, cuando una mano se cerró en su cuello.

Creyó que iba a ser arrastrado hacia abajo nuevamente. Sin embargo, su rostro fue llevado a la superficie. No pudo hacer más que tomar una dolorosa bocanada de aire.

De inmediato supo que estaba mucho más lejos de la orilla, por el sonido cercano de la cascada. Ariel estaba frente a él, sosteniéndolo con facilidad por el cuello. Su cuerpo no se había acostumbrado al frío, y con el esfuerzo que le había tomado nadar temía que, si lo soltaba, no lograría llegar a ningún lado.

Pero todo eso desapareció de su mente cuando la observó.

No podía dar crédito a lo que veía. Era Ariel, no tenía ninguna duda. Sin embargo, había... cambiado. La piel de su rostro mojado estaba parcialmente enmarcado por escamas pálidas azuladas y verdosas que tenían un brillo etéreo e iridiscente a la luz de la luna. Sus ojos brillaban con fuerza, más vívidos de lo que recordaba, de ese color similar a la piedra que le había regalado. Su pelo estaba oscurecido por el agua, pero veía que era del mismo color que las escamas de su rostro.

Stiles no creía haber visto algo tan bello en su vida.

Sólo con observar sus ojos podía olvidarse de todo. De que estaba sin fuerzas en medio de un lago, del agua gélida. No le importaba lo que le hiciera.

Su mano comenzó a soltar la flecha. Sintió cómo ella cerraba su agarre sobre su cuello, y no le importó.

Escuchaba su nombre, a lo lejos. Creyó que estaba en una especie de sueño, del que no estaba seguro querer despertar. Lo estaban llamando. El aire comenzaba a extinguirse de sus pulmones otra vez.

Scott. Scott lo estaba llamando.

De algún modo, logró reaccionar. Aferró la muñeca de Ariel con toda la fuerza de la que fue capaz. El rostro de ella cambió de una expresión serena a una enfurecida.

–Ariel. Soy yo. Soy Stiles.

Ella lanzó un grito de amenaza similar al anterior, enseñando colmillos blancos, afilados y letales.

El miedo se hizo presente de inmediato.

–Tienes que reaccionar. Ariel, soy yo. Escú—

La mano de ella se cerró con más fuerza sobre su cuello, haciéndole casi imposible continuar hablando.

Escúchame –su voz no era más que un susurro ahogado–. Tienes que recordar. Esta no eres tú. No quieres hacerme daño.

La flecha ya debía estar en el fondo del lago. Movió sus manos con dificultad hasta que logró tomar el rostro de ella. –Ariel.

Ella parpadeó sólo una vez. No sabía qué significaba, pero lo tomó como algo bueno.

–¿Recuerdas lo que te dije? Cuando creías que lo que eres iba a ser algo malo –cada palabra era un dolor punzante en su garganta–. No importa lo que me digas, o lo que hagas. Nada va a cambiar lo que siento por ti.

Un rastro de reconocimiento cruzó su rostro. El agarre de su cuello se suavizó, hasta que pudo volver a respirar.

–¿Sti...?

Él vio como alguien se acercaba detrás de Ariel. Y cómo enterraban una aguja en su cuello.



_______________________

Maratón 3/3.

Hello, my darlings. No quieren matarme, no? 

heheheheh

Okey, al fin llegué a esta parte que venía anticipando desde los comienzos (?) me costó una barbaridad, pero ya está. Después de darle tantas vueltas a lo que se me ocurrió sobre Ariel, ya saben el secreto(? es todo una mezcla de cosas que busqué en internet, un libro sobre hadas que tengo, y cosas que inventé porque sí. Así que no respeta ninguna leyenda ni nada (excepto la que yo inventé y que si quieren la subo como capítulo especial, o la incluiré quizá en el cap que viene). Fun fact: el nombre de Ariel era la pista más obvia, porque bueno, LA SIRENITA, y Cordelia significa "hija del mar". Sí, soy bastante exagerada, go hard or go home :D

Espero que les haya gustado esta maratón, y que sepan disculparme tanto cliché JAJAJ Aclaro que de francés no sé nada, así que si alguna sabe y ve algún error en lo que decía Spencer, toda ayuda es bienvenida n.n Ah, y en la nota del cap 19 medio como que exageré diciendo que el cap 20 tenía 20K en total de palabras, sólo tiene algo más de 13K, sorry.

So, yeah. De nuevo, espeeeero que les haya gustado, que voten y comenten sus opiniones♥

Les dejo con un par de edits que fui haciendo y que no podía subir porque hubiera arruinado todo el secretismo meheheh, love you all!♥

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