outlasted spirit ⋄ stiles sti...

By eternitear

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Teen Wolf no me pertenece, ni ninguno de sus personajes, sino a Jeff Davis, MTV, etc. Con la única excepción... More

Prólogo.
1. "Alternación"
2. "Fracaso"
3. "Desconocido"
4. "Impulsos"
5. "Poder"
6. "Sensación"
7. "Instinto"
8. "Abominación"
9. "Control"
10. "Confianza"
11. "Ilegal"
12. "Delincuente"
13. "Ironía"
14. "Sospecha"
15. "Sometida"
16. "Evidencia"
17. "Oportunidad"
18. "Vulnerable"
19. "Secretos"
20. Parte 1, "Espejismo"
20. Parte 3, "Profundidad"
21. "Realidad"
22. "Expuesto"
23. "Ilusión"
24. "Adversidad"
25. "Determinación"
26. "Retribución"
Epílogo
Nota de la autora y próximo libro.

20. Parte 2, "Dorée"

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By eternitear

Playlist:

Living In The Storm - The Pretty Reckless

Murder Song (5, 4, 3, 2, 1) - AURORA

Prey - The Neighbourhood

She's Lost Control - Joy Division

In for the Kill - Billie Marten

____________________

"Entenderás por qué las tormentas llevan nombres de personas." –F. Scott Fitzgerald.

STILES.

Stiles empujó ausentemente a todos los lunáticos de la fiesta sin pensarlo dos veces. No era fácil moverse por allí con la cantidad de gente que había, mucho menos cuando el noventa y nueve por ciento estaba delirando. No encontraba a Ariel, no encontraba a Lydia, la jodida alucinación que acababa de tener hacía unos minutos le había puesto los pelos de punta, y si no supiera mejor, diría que la luna llena hasta estaba comenzando a afectarlo a él.

Divisó la enorme capa del disfraz de Scott, y apuró el paso para llegar hasta él, casi tropezando con la larga cola roja de una chica disfrazada de demonio.

–Hey, no puedo encontrarla –le dijo lo suficientemente alto para que pudiera oírle por sobre la música– Y hombre, todos los que han bebido esa cosa están alucinando.

Un grito atrajo su atención. Un chico que ninguno de los dos tenía idea de lo que estaba disfrazado corría hacia la piscina, dando un salto hacia ella. Otro más lo siguió, salpicando por completo los bordes y a la gente próxima.

Scott tenía las cejas muy alzadas. –Puedo ver eso.

–¿Qué demonios hacemos?

–No lo sé, pero tenemos...

¡No puedo nadar! –El alarido algo familiar de una persona volvió a atraer su atención–. No, no, no, ¡No puedo nadar! ¡No puedo nadar!

Dos chicos estaban sosteniendo a un tercero por los brazos, ignorando por completo los gritos que estaba lanzando. Lo tiraron a la piscina entre risas, sin ni siquiera mostrarse preocupados cuando el chico comenzó a dar brazadas erróneas entre el agua iluminada.

Stiles estaba más bien estupefacto por lo que sucedía, con una voz de su consciencia que le decía que alguien tenía que ayudarlo. Sin embargo, esa voz se esfumó cuando cayó en cuenta de que quien estaba allí era nada menos que Matt Daehler.

Reconoció a Jackson por su falta de disfraz, qué sorpresa aquello, agachándose frente a la piscina para arrastrar a Matt fuera del agua. Ambos se quedaron fulminando con la mirada a la multitud silenciosa que los observaba.

–¡¿A qué están mirando?! –vociferó Matt.

Comenzó a caminar hacia Stiles y Scott, dejando un rastro de agua tras él. Los observó por un momento extraño, antes de abrirse camino entre ellos y continuar hacia la salida.

Un segundo después, las sirenas de la policía comenzaron a aullar.

–¡La policía está aquí! –alguien gritó–. ¡La fiesta se terminó!

Stiles se giró hacia Scott con alarma renovada. –Santa mierda. Ariel, hay que buscar a Ariel. ¡Tu ve por Allison! ¡Muévete!

Ambos se lanzaron a correr en contra de la corriente del gentío que estaba haciendo lo posible por salir de la casa antes de que la policía llegara. Stiles tenía otras prioridades, y ya que sus términos con la policía no eran los mejores, imaginó que no podía tocar fondo más de una vez.

Al menos en teoría.

Luego de unos quince minutos increíblemente estresantes, estaba dirigiéndose a toda velocidad por entre los matorrales de la vereda, haciendo lo posible en que la policía no lo viera. Sentía su corazón en un puño, y no por esa razón particular.

Scott y Allison lo estaban esperando muy confundidos, medio escondidos detrás de su Jeep, que estaba aparcado a media cuadra de la casa de Lydia.

–¿Dónde está Ariel? –Allison fue la primera en preguntar. Se había sacado su peluca azul y su piloto del disfraz, luciendo más o menos normal.

Stiles no encontraba su capacidad verbal. En otras palabras, estaba demasiado ocupado volviéndose loco para poder decir algo.

–¡Stiles! –Scott lo aferró por los brazos, sacudiéndolo–. ¿Dónde está?

Se pasó ambas manos por el rostro, negando con la cabeza. –No lo... no—¡No lo sé!

–¿Cómo que no lo sabes? Stiles, estaba vestida completamente de blanco, y no era fácil pasarla por—

–¡Ya sé eso, Allison! Estoy queriendo decir que no sé qué demonios le sucedió. Encontré— encontré su móvil. En la habitación de Lydia.

Sacó el celular de Ariel que había encontrado en el suelo de la habitación, dándoselo a Scott. Apenas lo desbloqueó, pudieron ver las llamadas que había realizado.

–Me llamó, Scott. Más de tres veces. Y ni siquiera me he dado cuenta.

–Nos llamó a los tres. –murmuró su amigo, devolviéndole el teléfono–. Esto es malo.

Sí, no me digas, quería espetarle. Se mordió la lengua, sabiendo que no serviría de nada. –La ventana de la habitación estaba abierta. No quiero saltar a conclusiones, pero—

–Eso es algo que hice yo. Antes.

Ambos compartieron una mirada de complicidad. Tenía que ser en su cumpleaños, con la jodida luna llena—

–Quédense aquí. –Scott interrumpió sus insultos internos, comenzando a irse.

–Espera, ¡Scott! –Allison le detuvo agarrando su brazo, con el desconcierto plasmado en su rostro–. ¿A dónde irás? ¿Qué es lo que sucede?

–Veré si puedo captar su rastro. En serio, no se muevan de aquí.

No fue difícil para Stiles notar la frialdad en su voz. Y si no había sido difícil para él, no quería imaginarse para Allison, quién se quedó allí muy quieta sin decir palabra. Ninguno de los dos tenía intención de irse a otro lado, tampoco. Mil y una cosa estaban cruzando su mente a la velocidad del halcón milenario, y cada una era peor que la otra.

–Algo sucedió con Ariel. –murmuró Allison. No era una pregunta. Sin embargo, sintió la necesidad de responder.

–Espero que no.

Scott regresó muy poco después, más agitado de lo que esperaba Stiles. Hombre, eso no era un buen augurio.

–Definitivamente se fue por la ventana. No fue fácil, su rastro está por toda la jodida casa, pero creo que fue en rumbo hacia...

Tuvo que parar, tomando un par de respiraciones profundas. No sabía si estaba así por el esfuerzo de mantenerse en calma durante la luna llena, o por la carrera reciente.

–Por favor, no digas el—

–Bosque. –concluyó Scott.


Medio minuto después, estaban subidos al Jeep yendo a toda velocidad hacia la casa de Ariel.

–Stiles, te he dicho que—

–¡Sé que me dijiste, okey! Estaba ahí. Escuchándote. Sólo quiero cerciorarme de que ella no se fue simplemente a su casa, antes de que saltemos a las hipótesis.

No tenía que mirar a Scott para saber que lo estaba fulminando con frustración. –¿Hipótesis? ¡No puedo inventar lo que capta mi sentido del olfato, Stiles!

–Además –Allison se unió en contra de él–. ¿Por qué dejaría su celular allí? ¿Y por qué no nos avisaría?

Stiles estaba siendo completamente irracional, y lo sabía. Que le importara un carajo ser racional, era otro asunto.

–¡Okey! ¡No puedo justificar la mitad de las cosas que Ariel hace, y creo que ustedes tampoco! No estamos lejos. Sólo veamos si está allí. Si no, oficialmente estamos en un jodido problema.

No tardaron mucho en llegar a su casa, y Stiles bien sabía que Ariel no estaría allí. Pero tener esperanzas no era algo que le costaba, no al menos hasta que se dió cuenta del tiempo que les había hecho perder. Porque en la casa no había nadie.

Y estaban oficialmente jodidos.

Oh Dios mío, esto no puede estar sucediendo otra vez –Allison soltó un sollozo intencional.

Stiles contempló cómo Scott se inclinó hacia ella, apoyando una mano en su rodilla, mientras lo miraba de reojo a él. –Vamos a encontrarla.

Tenemos que encontrarla. Porque no seremos los únicos en su búsqueda. En especial hoy.

Scott se volvió hacia él. –¿De qué estás hablando?

Negó con su cabeza, arrancando el Jeep nuevamente. –Llama a Derek. Por mucho que deteste eso, vamos a necesitarlo.

–Stiles. Tienes que explicarnos qué es lo que está sucediendo –Allison se asomó entre los asientos delanteros, intranquila–. ¿Realmente crees que Ariel se ha... se ha transformado, después de tanto tiempo? ¿Por eso estamos yendo al bosque?

Stiles estaba haciendo lo posible por ignorar todo lo que cruzaba por su mente. –No sé qué es lo que creo.

–Okey. Okey, no puedo ir al bosque desarmada. Necesito ir a mi casa, buscar al—

–Busca detrás del asiento. Ariel deja su caja con cuchillos allí en caso de que... bueno, en caso de cualquier cosa.

Allison fue de inmediato a buscar lo que él le decía con la linterna de su celular. Encontró la caja con facilidad, y la comenzó a inspeccionar boquiabierta.

–¿De dónde ha sacado esto Ariel? No es algo que... oh, Dios, estos son imposibles de conseguir. No estaba bromeando cuando decía que sabía sobre estas cosas. –tenía una sonrisa extraña, taciturna.

–Creo que sé qué le sucedió –Scott habló de la nada. Su voz era tensa–. En la fiesta. Por esa cosa que todo el mundo estaba bebiendo. Ustedes también vieron algo, ¿Verdad? Algo que no era real.

La visión espantosa que había tenido Stiles con su padre reapareció en su mente. Había sido demasiado real, demasiado vívida. Odió el estremecimiento que lo recorrió.

–Sí.

Scott no tuvo que continuar explicando lo que pensaba. Stiles conocía bien cómo era Ariel. Conocía desde el modo de cómo mordisqueaba la esquina de su labio inferior cuando estaba pensando o concentrada en algo, hasta cómo reaccionaba su temperamento con algunas situaciones. Y si algo semejante le había sucedido, si había tenido alguna alucinación remotamente similar a la de él, temía que hubiera causado algo malo en ella.

Más cuando sabía que su autocontrol no era bueno. Más cuando sabía que había luna llena.

–Deberíamos haber sido más cuidadosos –su garganta se sentía agarrotada, su voz áspera.

–No podíamos pedirle que no fuera a su propia fiesta de cumpleaños –respondió Scott, que había sacado su celular, quizá para hablar con Derek.

–No creo que sea momento para pensar en eso –intervino Allison, dejando los cuchillos de lanzar a un lado–. Scott, ¿todavía puedes buscar su rastro?

–No lo sé. Debemos regresar cerca de la casa de Lydia.

Stiles ya estaba manejando de regreso. El desasosiego mezclado con la ansiedad luego de la maldita fiesta, no ayudaban para nada. No podía dejar de pensar en lo que podría haberle sucedido, en que lo había llamado, maldita sea, en lo que ella le había contado que le ocurría cuando perdía el control. Y que, si iba más allá, si no la detenían...

Tenía que dejar de pensar.

Scott comenzó a olfatear el aire nocturno como ya había hecho en otra ocasión, dando indicaciones algo confusas. Cuando llegaron al bosque fueron de mal en peor, ya que no estaban en una zona con mucho espacio entre los árboles, y Scott parecía tener problemas captando el rastro. A medida que pasaba el tiempo, menos lograba ir con cuidado entre el dificultoso camino del bosque, y el Jeep daba tumbos inquietantes.

–¡STILES! –el grito repentino de Allison lo paralizó momentáneamente–. ¡Para! ¡Detente!

Tardó en reaccionar. Scott tomó el volante para girarlo con brusquedad, y metió el pie para frenar de súbito. Los tres se vieron impulsados hacia adelante, salvándose de darse un golpe desagradable gracias al cinturón de seguridad.

Frente a ellos había una mujer. Una joven, para ser exactos. Y Stiles supo de inmediato de quién se trataba.

Bajó del Jeep sintiendo que todo su interior hervía. Le importaba un demonio el miedo que le tenía Ariel, o que pudiera ser peligrosa. Estaba allí, parada frente al Jeep, estudiándolo como si fuera una presa. O un insecto al que podría pisotear fácilmente.

–Tú. –Stiles gruñó entre dientes–. ¿¡Quién mierda eres!?

Ella apenas movió su rostro, entrecerrando los ojos. La descripción que le había dado Ariel había sido vaga, pero no errónea. Tenía un pelo imposiblemente blanco, la piel pálida y tersa, y sus ojos eran grises. Una cicatriz atravesaba su ojo izquierdo, de un modo casi premeditado. Un detalle sin el cual su rostro sería quizá demasiado perfecto.

Stiles sacudió su cabeza, sintiendo la mente embotada, como si se hubiera quedado mirando un punto fijo demasiado tiempo. Ella era extraña, y su belleza era imposible de ignorar. No, eso ni siquiera era suficiente. Y le causaba un rechazo irracional.

Scott y Allison estaban junto a él. Ella tenía dos cuchillos en sus manos, sin intención aparente de ser disimulada. Scott, en cambio, la observaba... como la había estado observando él.

Scott –le llamó, sin atreverse a quitar la mirada de quien quiera que fuera ella. Scott agitó su cabeza, justo como había hecho él.

–¡Responde, maldita sea! ¿Por qué demonios te has metido en el camino de ese modo?

Ça ne fait rien. –dijo al fin. Su voz era tumultuosa, como un arroyo.

Stiles observó a su amigo, preguntándose si realmente aquella chica les había respondido en francés.

Allison, sin embargo, casi no parecía haberlo notado. Se acercó un paso a ella, con el filo de sus cuchillos reluciendo al resplandor de las luces del Jeep. –¿Que no importa? ¿Nos tomas por idiotas?

Ella esbozó una sonrisa peligrosa. –Maintenant plus que jamais.

Allison se acercó aún más. Su expresión no presagiaba nada bueno. –¿Qué tal si te lanzo uno de estos? ¿Nos seguirás tomando por idiotas?

Scott reaccionó de inmediato, tomándola por un hombro. –Hey, creo que—

Je te défie. –Le respondió la chica a Allison, todavía con misma sonrisa–. Argent.

Stiles perdió todo rastro de paciencia. –¡Okey! ¡Hasta aquí! Dinos quién demonios eres y qué es lo que quieres. En nuestro idioma que es evidente que entiendes a la perfección.

–Ella me conoce. –Allison todavía sostenía los cuchillos amenazadoramente–. Es una cazadora.

–La primera cosa inteligente que oigo decir a un Argent. –se burló la chica.

Stiles advirtió cómo Scott volvió a sostener a Allison por el hombro, esta vez con más fuerza. Sus ojos habían brillado amarillos por un momento. –Cazadora.

–No estoy detrás de ti, Loup-garou.

Ahora los niveles de paciencia de Stiles estaban alcanzando límites negativos. –Estás detrás de Ariel. Como lo has estado desde hace mucho tiempo.

La chica se movió por primera vez, entrando en el radio iluminado por la luz del Jeep. Su ropa era totalmente negra y práctica. Tenía arneses ajustados a sus piernas sosteniendo cuchillos, y en su espalda colgaba una ballesta que lucía complicada. Si antes no había resultado obvio que era cazadora, ahora era innegable. Pero Stiles tuvo el presentimiento de que, si debían ser cuidadosos con ella, no sería por ese motivo.

–Sabía que eventualmente ella les diría sobre mí –cruzó sus brazos, cambiando su peso de una pierna a la otra. Todos sus movimientos eran calculados y precisos–. Y tú eres el listo del grupo, ¿No es así?

–¿Sabes quiénes somos? –preguntó Scott antes de que Stiles pudiera hablar.

–Scott McCall –respondió, estudiándolo. Luego su mirada pasó a Allison–. Allison Argent. Stiles Stilinski, aunque ese no sea tu nombre verdadero.

El marcado acento francés volvía todo lo que decía diez veces más extraño. Stiles decidió bajar la guardia, ya que si hubiera estado allí para atacarlos o algo por el estilo, de seguro ya lo habría hecho. –Y tú eres la demente que ha estado acosando a Ariel.

–No me importa lo que pienses de mí. No voy a justificarme, y mucho menos con... ustedes.

–Pues, cariño, es mejor que comiences a hacerlo –Allison parecía que iba a explotar de un momento a otro–. Somos tres, tú estás sola. Y claramente quieres algo, o no te habrías metido en nuestro camino. Así que dinos qué es.

La sonrisa sarcástica que había tenido antes no regresó. Se acercó a Allison, estudiándola, aunque su expresión seria hacía imposible saber qué estaba pensando o qué iba a hacer luego. Stiles notó por el rabillo de su ojo las garras de Scott.

–Spencer Dorée.

A pesar de toda la insólita situación, Stiles casi soltó una risa. –¿Tu nombre es Spencer Dorée? ¿En serio?

De inmediato sintió todas las miradas sobre él. Hasta Scott lo miraba incrédulo. –Oh, vamos. Dorée. Dorado. Y el apellido de Allison significa plata. Esto luce como una novela mal escrita.

–Tú querías mi nombre, branleur. Te lo he dado.

La rabia regresó al sistema de Stiles con toda su potencia previa. –Si vas a insultarme, al menos hazlo sin respaldarte en tu idioma. Y lo que me interesa es por qué estás tras Ariel.

El extraño silencio del bosque se hizo presente apenas terminó de hablar. La chica, Spencer, había regresado a observarlo como si fuera una plaga.

–Tú sabes lo que es, ¿No es así? –le inquirió Allison, con un tono esforzado en ser insolente.

Spencer se giró hacia ella, respondiéndole en francés, mascullando las palabras. De los tres, Allison parecía la que más la molestaba. Quizá tenían más cosas similares aparte de su apellido. Su discusión inentendible se hizo más y más fastidiosa hasta que Stiles no lo soportó más.

¡Hey! –gritó, parándose entre ellas–. ¡Basta! Allison, ¿Qué demonios están diciendo?

–Ella sabe lo que es. Sabe qué es Ariel.

Stiles sintió como si un baldazo de agua congelada se le cayera encima, y su sangre se convirtiera en témpanos. Se volvió hacia Spencer lentamente, observándola con atención. Su expresión dura no le decía absolutamente nada. –¿Es eso cierto?

Ella asintió. –Sólo he visto esos ojos una vez.

–Si eres una cazadora, tu familia debe tener reglas –Allison dejó el tono cínico de lado–, valores, tienen que tener un lema. ¿Estás cazando a Ariel?

Nous punissons ceux qui causent le mal. –respondió–. Castigamos a los que causan el mal. No depende de mí su destino. Si no de sus propias acciones. Eso nos diferencia, Argent.

Allison no parecía tener palabras para responderle.

–Tienes que decirnos lo que es –Stiles apenas había oído lo último que habían dicho–. Si estás aquí es porque nos necesitas, de un modo u otro. Porque la conocemos, ¿No es así?

–Su especie reacciona mejor con sus cercanos.

Stiles no creía que su corazón pudiera ir más rápido. –Entonces dinos. Dinos todo.

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Maratón 2/3.

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