Cantos de Luna.

By Angie_Eli_Carmona

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En Erydas existen dos reinos, el reino Sol y el reino Luna. Estos reinos se formaron después de que, en la g... More

Introducción.
Capítulo I. «Viejos encuentros»
Capítulo II. «Descubrimiento»
Capítulo III. «Licántropos»
Capítulo IV. «Propuesta real»
Capítulo V. «Sé fuerte»
Capítulo VI. «Pescador»
Capítulo VII. «Últimos en llegar»
Capítulo VIII. «Compromiso»
Capítulo IX. «El baile de la amada»
Capítulo X. «Cambios inesperados»
Capítulo XI. «Opiniones»
Capítulo XII. «Poder»
Capítulo XIII. «Banda»
Capítulo XIV. «Erys»
Capítulo XVI. «Nathan»
Capítulo XVII. «Tenebris»
Capítulo XVIII. «El comienzo del fin»
Capítulo XIX. «Inframundo»
Capítulo XX. «Fortaleza oculta»
Capítulo XXI. «Conocido»
Capítulo XXII. «Ganadoras»
Capítulo XXIII. «Sacrificio de sangre»
Capítulo 24. «Decisión definitiva»
Capítulo 25. «Susurro mortal»
Capítulo 26. «Falsedad»
Capítulo 27. «Espíritu»
Capítulo 28. «Trato»
Capítulo 29. «Nuevos Dioses»
Capítulo 30. «Magia de manos»
Capítulo 31. «Renacimiento»
Capítulo 32. "Última batalla"
Capítulo 33. «Matrimonio arreglado»
Capítulo 34. «Sueños»
Capítulo 35. «Daño»
Capítulo 36. «Orías»
Capítulo 37. «Confrontación»
Capítulo 38. «Compasión»
Capítulo 39. «Disfruten...»
Capítulo 40. «Parecido»
Capítulo 41. «Lo sabías»
Capítulo 42. «Un largo camino para un gran destino»
Capítulo 43. «Injusticia»
Capítulo 44. «Punto de quiebre»
Epílogo.
Agradecimientos, nota final, ¿Siguiente libro?
Segundo libro ya publicado.
NO TE DETENGAS DE LEER.
AVISO. ¡LEE ESTO POR FAVOR!
Aviso.

Capítulo XV. «Ventaja»

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By Angie_Eli_Carmona

—¿Qué ha pasado? —preguntó Amaris cuando salió de la inconsciencia. Se sentó en su lugar, al instante su vista cayendo en el cuerpo inerte debajo de ella—. ¡Ah! —gritó, se trataba de Elmhir, un muerto Elmhir.

Había visto personas muertas antes, pero nunca había visto algo tan grotesco. La oscuridad con la que Elmhir había sido asesinado era evidente y atemorizante. Por primera vez en todo ese tiempo realmente creyó que algo más pudiera estar rondando en Erydas y le aterrorizó.

Parte de las obligaciones como un llamado, fuera por la Luna o el Sol, era el hecho de tener que detener a cualquier fuerza de la oscuridad que se hiciera presente. Era su destino, y le estaba llevando directamente a él sin que ella lo deseara.

Amaris comenzó a temblar, abrumada por este pensamiento, sus sentidos y habilidades aumentando inmediatamente.

—Amaris, Amaris, tranquila —habló Zedric, que había oído su grito desde afuera. Se acercó a ella con sumo cuidado, derritiendo al mismo tiempo el hielo que estaba creando, sin inmutarse. Al llegar a ella tomó su mano, tratando de tranquilizarla. Amaris centró su mirada en Zedric, aún temblando—, tranquila, todo está bien —acarició su mano, posó la suya detrás de su espalda—. Todo está muy bien.

—¿Qué le pasó? —preguntó Amaris, señalando el cuerpo de Elmhir. Zedric ni siquiera centró su mirada en él, sabía de que hablaba ella, y le dolía.

Elmhir había sido su amigo por muchos años. Tal vez no el mejor, pero lo había sido.

—No lo sabemos, pero ya lo avisamos al reino. —no tuvo más opción que contestar, al mismo tiempo apretando el agarre en su mano— Creo que tiene que ver con mi hermano, pero él no es capaz de hacer algo semejante a esto, es diferente. Alguien tal vez lo ayudó, o...

Antes de que Zedric terminara, Amaris se levantó rápidamente, agachándose frente al cuerpo.

Posó sus manos sobre él, buscando cualquier rastro de revelación que sus habilidades le dieran. No vió nada pero, al contrario de cuando se inclinó frente al árbol, sintió un leve atisbo de energía oscura infiltrarse dentro de ella.

—Esto es diferente —dijo, su voz engrosándose ante la invasión de aquella energía en su cuerpo—. Es oscuro, tanto que él no pudo soportarlo.

—Esa es a la Amaris que quiero ver —señaló Zedric, estirando su mano para ayudarla a levantarse—. Entonces, ¿Qué viste?

—Nada que valga la pena, o al menos, eso creo. Viajé muy al pasado, pero no sabremos nada a menos que encontremos a un Erys por aquí.

—¿Siguen existiendo? —preguntó Zedric, incrédulo—, será imposible encontrarlos, no han mostrado la cara en casi mil años, ¿Por qué lo harían ahora?

—No lo sé. Tal vez Ranik sepa algo sobre el asunto, debo de ir a...

—No. —la detuvo Zedric de la muñeca— Ranik ha ido con los demás en busca de los estandartes. Sólo estamos aquí Connor, Piperina, Nathan y yo.

🌙🌙🌙

—¿Erys? —preguntó Piperina, igual de incrédula que Zedric—. ¿Siguen existiendo?

—Parece que sí. El Erys que vi en el pasado tenía poderes de clarividencia muy desarrollados, tanto como para saber de mi existencia. Es obvio que sabe que los Erys siguen existiendo.

—¿Estás segura? —preguntó Nathan en tono de broma, haciendo que Amaris dudara aun más sobre su visión—. Es un cuento antiguo eso sobre los Erys. Y si es que existen, que quieran hablar con nosotros puede ser aun más imposible.

—Estoy segura de que Amaris no juega cuando se trata de esto—devolvió Piperina, fulminando a Nathan con la mirada. Luego se giró hacia su hermana, para decir—: Confía en tus capacidades, Amaris.

Esta última frase iluminó la mente de la mencionada. Fue como si un click de hubiera hecho en su cabeza haciéndole recordar la apariencia del Erys de su visión, sus ojos verdes y cabellos idénticos a los de Piperina, algo poco común, los ojos verdes casi nunca se veían en Erydas. Tal vez ella tenía una conexión con los Erys, o incluso era uno de ellos. El ser "hijos de Erydas" no podía sólo significar haber sido creados por él, sino, también, ser llamados por su planeta natal.

—Tú... —murmuró, meditando aquella idea—. Ahora todo tiene sentido. Creo que en aquel lugar, en el que Naín murió, podrás llamar al Erys.

🌙🌙🌙

—Bien, estamos aquí —dijo Nathan, que era a el que más conocía aquella isla y sus ubicaciones—. Hagan lo que vayan a hacer pronto, casi llega la hora de irnos.

Mientras Amaris le confesaba a Piperina sus deducciones, Connor se derrumbó frente aquel lugar, entristecido. Sus sentidos le confirmaron los hechos sucedidos ahí, el olor y esencia de su hermano estaban por todas partes, incluyendo el de su sangre.

—El luchó —dijo, a sabiendas—. Luchó en sus últimos minutos de vida contra alguien aun más fuerte que él.

—Averiguaremos lo que sucedió —prometió Piperina, no dudando de las palabras de su hermana—. ¿Qué es lo que ustedes hacen cuando llaman a sus habilidades? ¿Cómo se siente?

—Concéntrate en lo que quieres, olvida todo lo demás —explicó Zedric—. Cuando me concentro puedo sentir a otros llamados por el Sol, su energía. Si es verdad que eres un Erys, podrás distinguir a los tuyos.

—Esa es la cuestión, no sé si realmente soy un Erys —respondió, apretando los labios—. Pero vale la pena intentar.

Dicho esto, estiró sus manos, tragando hondo y cerrando los ojos. Se concentró en lo que quería, encontrar a un Erys, centró todo de ella en eso.

Aunque no lo pareciera, Piperina estaba muy motivada en cuanto a averiguar lo que sucedía en el reino. Tenía un mal presentimiento que la había abrumado desde que supo que Zedric había sido atacado por un lobo, y a menudo que avanzaban más en su investigación esta comenzaba a interesarle más y más.

Su espíritu era valiente, creía en la paz, el apoyo a la bondad y el gran poder de la magia. Cualquier atisbo de oscuridad debía ser combatido, ella se aseguraría de que fuera así.

Se concentró en la naturaleza, en lo conectada que estaba con ella. Oyendo todo a su alrededor, aumentando sus sentidos.

Esto hizo que, de improviso, sintiera un cosquilleo en su oído. Era algo, más bien alguien, llamándole.

«Aquí estoy, ven a mí, hermana —oyó—. Sabes dónde estoy»

Piperina abrió sus ojos de golpe, sorprendida. Esto hizo que perdiera la concentración, pero no hizo que olvidara lo que había sentido. Aquel lugar, aquel árbol.

Estiro su mano, yendo directamente hacia él. Una vez la hubo posado, dijo:

—Te siento, hermano —llamando la atención de todos a su alrededor. Una brillante luz rodeó aquel árbol, Piperina volvió en sus propios pasos al ritmo de esta.

Una vez está luz se desvaneció, todos pudieron verlo. Se trataba del Erys, un joven alto, delgado, de ojos y cabellos idénticos a los de Piperina.

—Bienvenidos a la isla Erys Uqius —los saludó, su tono de voz era tan relajante que Amaris tuvo que parpadear varias veces buscando concentrarse—. Mi nombre es Valentín Oldrige, y soy el guardián de esta zona —se giró hacia Piperina, para decirle directamente—: Debo suponer que estas aquí, hermana, porque deseas saber que es lo que le ha sucedido a tú amigo, Naín Ramgaze.

—Eso es correcto —contestó ella, por primera vez en su vida tratando de sonar elegante y sofisticada, aquel chico, aún pareciendo de su misma edad, le inspiraba un respeto, una admiración y una fascinación enorme—. Queremos saber que tipo de cosa le hizo aquello a él y a Elmhir Houndlight, nuestro fallecido compañero.

—Fue una bruja —contestó el Erys, serio—. Una Tenebris, nombre que se les da coloquialmente para diferenciar entre los magos y brujas que usan magia blanca u oscura. Ella usa la oscura. Pero deben saber, no fue sólo ella la que asesinó al licántropo, alguien de su familia le tendió una trampa.

—Eso es imposible, los Ramgaze no nos traicionamos entre nosotros —replicó Connor, furioso—, nadie traicionaría a Naín. Somos cada vez más pocos, perder a alguien más, a nuestro heredero...

—Fue lo que oí decir a aquella bruja —respondió el Erys, sin inmutarse—, específicamente dijo: "Qué lástima que tú vida haya terminado tan pronto, Naín Ramgaze, pero o eras tú o era toda tú familia, ellos eligieron"

—¡Nosotros no...! —replicó Connor, furioso, sus ojos cambiando a un color grisáceo como primera manifestación de la transformación que estaba tratando de detener. Al ver lo furioso que estaba, Piperina interrumpió:

—Él dice la verdad, puedo sentirlo. Es como una...

—Conexión —explicó el Erys, girándose hacia Piperina de nuevo—. Les he dicho lo que tienen que saber, así que ahora pueden seguir investigando. Sus amigos están esperándolos.

—Muchas gracias —respondió Piperina.

—Necesito hablar contigo a solas antes que se vayan. Hablar sobre tus responsabilidades —dijo el Erys, al momento comenzando a caminar hacia el lado contrario al que ellos se dirigían—, será rápido.

Piperina asintió, siguiendo a aquel joven. No era necesario que se lo dijeran, era mucho más grande de lo que parecía. Era como si hubiera un anciano encerrado en el cuerpo de aquel joven hombre, lo que le intrigó demasiado.

—¿Qué es lo que debo saber? —preguntó, una vez hubieron estado a solas.

—Tienes muchas cosas que aprender pero la mayoría las irás aprendiendo conforme sigas con tú vida. Quería hablarte de tí, de lo que eres, de lo que significa e implica.

—¿Y qué implica? —preguntó Piperina, poniendo las manos en sus caderas y frunciendo el ceño.

—Eres una llamada, sí, pero el que lo seas no quiere decir que tendrás habilidades maravillosas. Nada está seguro, Erydas le da un poco de sus características a todos los no llamados. Puedes verlo en los cabellos castaños, en la piel castaña. Tú puedes sentirlo, lo sé. Con el tiempo, y ahora que tu conexión es más fuerte, verás que habilidades tienes.

—¿Y esas habilidades pueden ser...?

—Control con la tierra, con las plantas, el susurro mortal, el uso de la lava mortífera, etc. No es de mucha importancia, porque si las tienes vendrán en el momento indicado.

—Hay muchas habilidades mortíferas siendo un Erys, ¿Verdad? —preguntó Piperina, entrecerrando los ojos. El chico asintió—. ¿Qué es el susurro mortal?

—La capacidad de hacer que cualquier cosa viva haga lo que le digas. Son muchas habilidades y podría seguir enumerándolas, pero vendrán cuando las necesites. Por ahora sólo tienes que saber esto, además de que, si llegas a encontrarte con otro Erys y sientes la misma conexión que hemos sentido, entonces tienes que decirle las mismas palabras que te he dicho. Eso es todo.

🌏🌏🌏

—¿Están listos? —preguntó Ranik una vez que él y su grupo se hubieron encontrado con Zedric, Amaris, Nathan y Piperina—. Hemos encontrado todos los estandartes. No ha sido muy difícil, y gracias a eso también averiguamos el estatus de los demás. Si queremos ser de los primeros tenemos que apresurarnos, el grupo de Adaliah salió a buscar sus estandartes por la noche y ya deben estar llegando a la siguiente isla.

Zedric suspiró, cansado.

—Estamos listos. Vayamos a darle una lección a esos lunares, nadie me ha ganado nunca.

—Si sigues siendo tan creído —le devolvió Elena, divertida, al momento que  sacaba el estandarte del príncipe y lo depositaba en su hombro—, posiblemente alguien lo haga pronto.

—Tenemos que conseguir una ventaja —dijo Harry, meditando—, algo que pueda ayudarnos.

Piperina frunció el ceño. Sabía que los estandartes estaban escondidos en la naturaleza, pero no sabía si podría usar sus habilidades como Erys. Mientras los demás discutían una forma más rápida de encontrar los estandartes e ir inmediatamente a la siguiente isla, ella se concentró.

Trató de sentir lo que estaba a su alrededor, de buscar esa conexión que tenía con su planeta. Erydas, a quien nunca había tenido en estima y al que ahora estaba pidiendo ayuda.

Estaba tan concentrada que incluso sentía los latidos de su corazón, los oía como nunca antes, al igual que la sangre corriendo por sus venas.

Era una llamada y, curiosamente, sentía que el llamado estaba sucediendo en aquel momento. Estiró su mano, yendo directamente a uno de los árboles cercanos a ella y sacando el estandarte de una de las casas de la Luna, la casa de Kalim, curiosamente.

—Creo que puedo saber donde están los estandartes —dijo—. Esa será nuestra ventaja.

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