[TAENY]

By TaeNyKimHwang09

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ESTO ES UNA ADAPTACION TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS A LA AUTORA ORIGINAL... More

Prólogo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5.1
Capitulo 5.2
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10.1
Capitulo 10.2
Capitulo 11
Capitulo 12.1
Capitulo 12.2
13
14
15.1
15.2
16
17
18
19
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26
27 FINAL
Epilogo Parte 2

Epilogo parte 1

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By TaeNyKimHwang09

Era de esas mañanas, cuando tanteaba la cama yestaba demasiado frío, aquello indicaba que llevaba bastante tiemposola entre las sábanas. Lo odiaba.

Se levantó maldiciendo por lo bajo, frotando susojos con los dedos pulgar e índice de una mano. Sentía la gargantaseca y un leve dolor de cabeza. Buscó con la mirada sus zapatillasde dormir, aquellas que Tiffany la obligaba a tener para que nocaminara descalza por la casa.

Sí, a veces Tiffany podía ser un grano en lavagina, y por a veces era prácticamente la mayor parte del tiempo.Lo cual, de acuerdo, podía hacer que Taeyeon quisiera ponerle untapón en la boca; no lo hacía, pero la idea parecía cada vez mástentadora, como cuando Tiffany la sermoneó durante tres horas porhaber manchado su sofá color cappuccino con salsa barbacoa

Abrió las cortinas y tuvo que parpadear reiteradasveces para acostumbrarse a la luz ya que era un día malditamente soleado.

Siendo honesta, ya se había acostumbrado. Ni siquiera podía imaginarse viviendo nuevamente bajo un cielo gris ypisando tierra húmeda por el frío. Taeyeon había aprendido a odiarel frío.

Respiró profundamente al abrir la ventana, el aromade las malditas gardenias que debía regar cada tarde a las seis contreinta minutos, por órdenes de Tiffany, llegó gratamente a susfosas nasales. Jamás admitiría que le gustaba el aroma de aquellasdiabólicas flores.

Salió de la habitación principal, de aquel aposentoque tenía el perfume de Tiffany en las sábanas de la cama, quetenía una chueca repisa de pared con algunas fotos enmarcadas. Deparedes que Taeyeon insistía eran blancas y Tiffany gritaba, como sifuera la peor ofensa, que eran de color crema de nieve.

Buscó rápidamente en la pequeña y rústica cocina,frunciendo el ceño al ver la cafetera encendida. Se suponía queTiffany dejaría de beber café, se lo había prometido. Salió aljardín trasero, a ese pequeño paraíso de árboles frutales dondeTaeyeon había armado un magnífico set campestre, a sus ojos, paraque pudieran pasar sus tardes recostadas en cómodos y grandes sofásde exterior bajo la sombra de los árboles.

Vio a Tiffany acurrucada en sí misma, con la miradaperdida y una taza cerca de sus labios. Tenía sus piernas recogidasy los labios levemente morados, lo que implicaba, llevaba demasiadotiempo en el jardín, seguramente desde la madrugada. Curvas suaves,pies descalzos y su piel reflejando con soberbia los rayos del sol.Sus ojos vagaban en algún punto del suelo. Llevaba una de las sudaderas de Taeyeon y una simple braga, sin ser consciente de cuanvulnerable se veía al usar la ropa de la coreana.

Taeyeon caminó pausadamente hacía Tiffany, no dijonada. Algunas veces era así, no había sido todo un cuento de hadasdesde su reencuentro, distaba bastante de serlo. La libertad tuvo unenorme precio, uno que no pagó solamente Taeyeon, y había díasmalos, días donde Tiffany no podía con los recuerdos de aquellosmeses donde pensó que Taeyeon estaba muerta. Y despertaba,sintiéndose perdida, temiendo del mundo. Buscando apartarse, sinpercatarse de cuanto lastimaba a Taeyeon con eso.

Por lo general estaban bien, debían estarlo. Yahabía pasado un año desde que se hubieron reencontrado en La Digue,un año que llevaban viviendo en aquella isla de clima y paisajesoñado. No había sido tan difícil para Tiffany lograr aquel cambioen su vida sin levantar sospechas, no con Jessica cubriéndole laespalda.


Oh sí, la maldita rubia hija de puta. Jessica aquien Taeyeon no había vuelto a ver desde que mataron al últimosocio de Jong Gu. En realidad, Reynolds mencionó algo de caipiriñasen el caribe junto a Yuri. ¿Cómo era que la puta de su hermanahabía salido de prisión? Taeyeon no tenía idea y Reynolds senegaba a darle detalles.

Algunas veces ocultar cosas de quienes amas es laúnica manera de protegerlos.


Y con ellas ocultas, protegidas, todo transcurríacon una deliciosa y peligrosa calma, con el conocimiento de que encualquier momento su teléfono sonaría y le avisaría que el momentodel último golpe había llegado. La consumación del plan maestro deIvanov contra Jong Gu Kim; aquel designio que llevaba a Taeyeon adisparar una última vez.


Tiffany ya no debía tener miedo, ni Tiffany ni nadiecercano a ella, puesto que de su padre ya no quedaba más que unasombra en un registro militar. Jong Gu había caído, lentamente cadadía durante los meses que Taeyeon y Jessica se dedicaron a dejarlodesprotegido y vulnerable. Y finalmente, luego de un maldito año,con la certeza de que su padre ya no tenía jurisdicción niprotección de las fuerzas militares del Reino Unido y, por elcontrario, solo era un coronel jubilado y con múltiples cargosimputándosele en los tribunales de justicia; Taeyeon era libre.


Podía dormir tranquila, con unas cuantas armasguardadas estratégicamente en la casa donde pasaba sus días conTiffany. Aquel acogedor y fausto paraíso llamado hogar, porque eradonde ambas debían estar. Donde había leños mal cortados en elpórtico junto a un par de zapatos con barro, donde había juegos decortinas que no combinaban porque Taeyeon se negaba a que Tiffanyfuera la única que tuviera voz y voto en la decoración; orgullo demacho alfa al estilo Taeyeon. Eran ellas quienes convertían aquellacasa en un hogar. Era Tiffany con sus suaves bailes en las mañanasmientras preparaba el desayuno al ritmo de la música. Era Taeyeon,maldiciendo cuando alguna de las lluvias espontaneas de la isla sedejaba caer a los pocos minutos de que hubiese tendido la ropa en loscordeles.


Y la amaba malditamente demasiado. Incluidos los díasmalos, los días donde su Tiffany no era suya, sino una sombra presadel dolor de su pasado. Y era una rutina, una donde la coreana, cuyoscabellos ya se apreciaban mucho más largos, llegaba hasta Tiffany;besaba sus fríos labios y acunaba su rostro con ambas manos. Semiraban en silencio durante minutos, hasta que Tiffany finalmenteparecía recuperar la noción de sí misma, del lugar donde seencontraba.


—Hey, hola —suspiró Taeyeon sobre los labios deTiffany.


—... Taeyeon.


—Me dejaste sola en la cama. Sabes que odio cuandolo haces.


—Lo siento. —Su voz estaba cargada deculpabilidad.


—Y estás bebiendo café, prometiste no hacerlo.


—Y-yo... —Taeyeon besó sus labios, haciéndolacallar.


—Vuelve, ¿sí? Vamos, corderita. Te necesito.


Taeyeon se sentó frente a Tiffany, a poca distancia.Llevó su nariz al cuello de la castaña y olisqueó su piel. Tiffanysiempre olía como el sol; como el verano. Dejó unos pocos besos enla barbilla de la americana, cepillando con sus labios la pielcaramelizada de la chica, quien gemía bajito, casi avergonzada.


No mentía. La necesitaba para respirar, para seguirviviendo. Quizá por ese motivo podía entender el sufrimiento de sucompañera, del amor de su vida. Del único amor que había tenido ensu vida.


Escucho a Tiffany tragar y se apartó.


—De verdad estás aquí —murmuró con mejillasruborizadas, mirando a Taeyeon.


—Siempre. Tú y yo. Lo sabes, ¿verdad?


—Sí. Tú y yo.


—¿Dónde estamos, mamona?


Tiffany parpadeó y giró levemente su rostro.Parecía desconcertada, como si no pudiese creer que todo eso fuerareal. Taeyeon vio las muñecas de la americana y tragó sintiendo unnudo en la garganta.

Una asesina que se habíaenamorado de una suicida. Que dulce es el veneno de la estupidezllamada amor.


—En casa.


—Sí, estamos en casa.¿Me ves?


—Te veo.


—Estoy aquí. —Quitóel café de Tiffany de sus manos y dejó la taza sobre el suelo.Sonrió y picoteó los fríos labios de la castaña. Las manos deTiffany estaban frías, las sintió cuando las tomó entre laspropias y le besó el tatuaje de su dedo anular—. Tócame.


Tiffany arrulló elrostro de Taeyeon, acariciando los suaves pómulos de su dueña conlas yemas de sus pulgares.


—No vuelvas a dejarme,Taeyeon.


—No lo haré, lo sabes.


—No lo sé, pero porfavor no vuelvas... —Negó con la cabeza, tristeza y resignaciónen sus orbes—. No vuelvas a hacerlo.


Taeyeon sabía queTiffany jamás podría perdonar que la hubiese dejado. Ella misma nopodía perdonarse y a menudo se cuestionaba el proceder del plan deJessica. Quizá debería haberle dicho a Tiffany sobre el plan, quizádebería haber matado a su padre mucho antes; apenas salió de lafosa. Quizá nunca debió morir y hacer que Tiffany intentaraseguirla. Había tantos quizá.


Puso un dedo sobre elceño fruncido de Tiffany.


—Ya. Mira que fea teves. Venga, corderita... Regálame una sonrisa. Solo una, de esasdonde tus ojos sonríen —coqueteó, cepillando las mejillas deTiffany con sus dedos.


Y cuando Tiffany atrapósu labio inferior, intentando contener una de esas risitas que hacíanal corazón de Taeyeon comenzar una orquesta, supo que todo estababien.


—Maldita tramposa—suspiró Tiffany dejando escapar aquella sonrisa traicionera.Pequeñas sonrisas se formaban en sus ojos.


—Hm. Venga, grúñemeahora, sabes que me calienta.


Tiffany rodó sus ojos yse estiró para llegar al oído de Taeyeon. Pellizcó el lóbulo desu oreja y dio un suave lametón antes de susurrar:


—Grrr. —Arrugó lanariz, mostrando sus pequeños dientes.


—Joder. —Taeyeonsoltó un pequeño espasmo y comenzó a reírse al igual que lacastaña, quien golpeó su hombro, juguetona—. Ven, vamos a tomardesayuno.


Se levantó y estiró sumano la cual fue tomada por Tiffany. Amaba lo pequeña que lucía lamano de Tiffany en la suya. La ayudó a colocarse de pie.


—¿Dónde te quieressentar? —preguntó Tiffany una vez en la cocina. Colocando cuatrorebanadas de pan en la tostadora.


—A tu lado.


—Como siempre.—Sonrió—. Me refiero a si quieres desayunar en el comedor o enla cama.


—En la cama.


—Siempre quieres estaren la cama, Taeyeon. Ni siquiera sé para que compramos un comedor—se quejó con una falsa molestia.


—Porque te encantacuando te follo en él —se burló, colocándose tras de Tiffany,quien vertía hojas de té y bergamota en una tetera.


Besó la nuca de laamericana y gruñó cuando escuchó el sonido del timbre. Besó tresveces más la piel de Tiffany y rascándose, muy poco atractivamente,la entrepierna, llegó hasta la puerta de entrada. Observó por lamirilla y su ceño se frunció al no ver a nadie.


Podría haber sido unabroma, por supuesto, pero eso nunca era una opción cuando se tratabade ella, por lo que tomó el revólver que descansaba en una funda decuero, enganchada a la parte posterior de una mesita de adorno; allado de la puerta de entrada. Fue una cosa de segundos, con su ritmocardiaco más bajo de lo normal; todos sus sentidos alertas.

Abrió la puertaapuntando el arma. Con el pensamiento de disparar y luego ir porTiffany. Tenía un bolso con dinero oculto no muy lejos de ahí, solodebían ir por ella y...


—¡Hola señora!¿Quisiera ayudar a las niñas exploradoras comprando una caja degalletas?


Taeyeon, con su brazo enalto y su dedo índice en el gatillo, bajó la vista. Una sonrienteniña de trencitas que vestía de verde y llevaba una boina, cargabaun carrito lleno de cajas de galletas.


—¿Qué? —Parpadeó.


—¿Galletitas?—preguntó la niña, entornando los ojos y mirando con recelo elarma que Taeyeon sostenía aún en su mano. La coreana inmediatamenteescondió su mano tras su espalda y se aclaró la garganta con uncarraspeo—. Diez cajas.


—¿Disculpa? ¿Diez...?


—No le diré a nadie loque vi, si me compras diez cajas de galletas.


Decir que Taeyeon estabaestupefacta, con su cerebro haciendo cortocircuito era poco. Lemantuvo la mirada a la niña, quien en ningún momento se mostróintimidada.


—Es-espera. Malditamocosa ¿Me estás extorsionando?


—Este es un mundo muydifícil, señora. Y uno a veces debe aprender a romper ciertoscódigos para sobrevivir en él. —Se encogió de hombros—.Además, quiero ganar la medalla a la mejor vendedora.


Taeyeon bufó y seagachó, negando con la cabeza.


—Mira, pequeña perra,así no es cómo funcionan las cosas. ¿No sabes quién soy yo?—gruñó, imitando un animal feroz y mostrando los dientes.


La maldita mocosa nisiquiera parpadeó.


—¿Taeyeon? —Escuchóla voz de Tiffany y de inmediato se colocó de pie, guardando el armaen la funda bajo la mesita—. Oh. Hola, pequeña —saludó Tiffany,apoyando su cabeza en el hombro de Taeyeon.


—¡Buenos días,señora! —respondió la niña, con una enorme sonrisa de ángel,que no cometía un solo pecado.


—¿Andas vendiendogalletitas? Eso es adorable.


Taeyeon vio la luz en losojos de Tiffany. Estaba realmente seducida a desbaratar el planmaligno de la mocosa, quien asentía con tanta energía que Taeyeonesperaba, se desnucara.


—¡Sí! Y su esposadijo que me compraría diez cajas.


Tiffany arqueó ambascejas y luego miró a Taeyeon.


—¿Diez cajas?


La coreana miró a lamocosa, quien con su mano simulando un revólver, fingía que sedisparaba a sí misma.


—Uh. Ehm. Bueno, sí.¿El acto bueno del día?


Tiffany entornó los ojosy la miró con recelo unos cuantos segundos.


—Tú nunca tienes unbuen acto del día.


—¡Puedo empezar desdeahora!


—Hm. Bien, fingiré quete creo. —Volvió a mirar a la pequeña y sonrió—. Dame unsegundo, iré por el dinero.


Cuando Tiffanydesapareció de la vista de Taeyeon, quien le había regalado unaenorme sonrisa, Taeyeon volvió a agacharse frente a la niña.


—Escúchame, zorramanipuladora... Esta será la primera y última vez que quiero ver tucara. —La apuntó con su dedo índice. La niña cruzó los brazosalrededor de su pecho y rodó los ojos—. No me interesan tusmedallas ni que...


Se detuvo al ver unamedalla de color café miel, del mismo color de los ojos de Tiffany.


—¿De qué es esa cosa?

—¿Qué cosa?


—Esa, la más linda. Lacafé.


—Es la medalla de lavalentía. Me la gané cuando...


—No me interesa tuhistoria —la calló—. ¿Cuánto quieres por ella?


—¡¿Qué?! ¡No! Noestá a la venta.


—Oh, sí que lo está—le dijo intentando sonar amenazadora. Estiró la palma de su manoy dobló sus dedos—. Dámela, mocosa.


—No le voy a dar mimedalla de valor. Por. Ningún. Motivo.


—¿Me estásdesafiando, pequeña perra?


La pequeña iba aresponder pero guardó silencio y sonrió al ver a Tiffany aparecercon su cartera en mano.


—Lo siento, cielo. Noencontraba mi cartera. Dime cuanto es por las galletitas.


—Son setecientasrupias.


Tiffany parpadeó yasintió levemente sacando el dinero de la cartera. Puesto que laisla de La Digue pertenecía al estado de Seychelles, tenían supropia moneda. El nivel de vida en La Digue era simple, basado en elturismo y con sus contras al igual que todos los países.


La niña aceptó feliz elpago, guardando el dinero en un bolsito cruzado de cuero, que hacíajuego con el resto de su vestimenta.


—Bien, llevaré cincode estas cajas. Tú lleva el resto, Taeyeon. —La coreana asintiósin dejar de ver a la menor.


—¿Haremos esto por lasbuenas o por las malas? —preguntó Taeyeon con una voz tranquila ylenta. Más ronca de lo usual.


—Inténtelo.


Las comisuras de la bocade Taeyeon se estiraron en una sonrisa. Hoyuelos y todo.


  ゜・🍁゜・ 。 🍂 ゜ ゜・ 



Tiffany se encontrabauntando mantequilla en las tostadas cuando Taeyeon apareció en lacocina. Sonreía orgullosa y llevaba una camiseta blanca de mangascortas. La castaña frunció el ceño al ver la pequeña medallaenganchada en el pecho de Taeyeon.


—¿Y eso?


Taeyeon la palmeó conlas puntas de los dedos de su mano izquierda.


—Medalla de valentía.Me la gané.


Y si Tiffany no conocieratan bien a Taeyeon, quizá le habría creído, pero era esa sonrisatan encantadora la que la delataba.


—Oh por Dios, dime queno se la quitaste a la niña —rogó, sin esperanzas.


Taeyeon sacudió sucabeza en negación.


—No, no... —Fruncióel ceño y mordió su labio inferior—. Define quitar.


—Mierda.


—¡No la va a extrañar!—protestó infantilmente—. Además seguro ni le importan lasmedallas. ¡Yo la merezco!


Tiffany soltó un suspiroy se frotó el rostro. Reprochándose a sí misma por querer sonreír.


—Anda, ven a desayunar.Que después debemos ir a la playa.


Taeyeon asintió y sesentó al lado de Tiffany, besando su mejilla y tomando su taza de técaliente.


Aún era temprano, peroTiffany amaba dar largos paseos cada mañana por Grand Anse y Taeyeonamaba acompañarla. No había mucho que hacer en aquella isla, notenían necesidad económica ya que sus cuentas bancarias en La Digueestaban deliciosamente llenas, gracias a cierta empresa irlandesa quepagó con intereses los servicios de Taeyeon.

Y la vida era tranquila.Olía a mar y sol. Consistía en ellas dos haciendo el amor a todashoras, plantando semillas que nunca germinaban y que hacían aTaeyeon maldecir, insultada por la jodida madre naturaleza queparecía tener preferencia por Tiffany y sus malditas gardenias. EraTiffany, comprando insumos médicos cada viernes para salir en sutodoterreno a los campamentos pobres durante los fines de semana yayudar a quienes no poseían los recursos para tener atenciónmédica. Era Taeyeon, sintiéndose orgullosa de Tiffany, de todo loque ella daba sin esperar nada a cambio.


Al final, todo se resumíaa ellas dos, a lo que aprendían de la otra día a día. Y paraTiffany, Taeyeon era una caja de pandora que había sido abierta sinmiedos ni dudas. Completamente entregada a ella, su dueña semostraba honesta e inexperta; ansiosa de aprender sobre aquella vidaque le fue denegada desde su infancia. Por eso no era de sorprenderque tuvieran una colección de películas Disneyen la estantería del salón. Películas que veían cada domingo porlas noches mientras comían palomitas.


Tiffany jamás olvidaríael rostro de Taeyeon la primera vez que vio "Elrey león"o las miles de amenazas que le hizo a "Scar".


Naturalmente algunascosas no cambiaban, pero ya no eran sino los condimentos que servíancomo excusas para terminar teniendo sexo desenfrenado y bestial. Yesas "cosas", aludían estrictamente a Tiffany siendo una malditacoqueta y Taeyeon siendo una dueña celosa. Como la vez que Tiffanyllegó contando con un orgullo desbordante en el pecho, como unachica de dieciocho años había intentado ligar con ella en la playay que más de tres mujeres habían alabado las curvas de su cuerpo;el resultado fue exactamente el que Tiffany había esperado y decirque al día siguiente no se podía las caderas, no era mentira.


Y ahí estaban, Taeyeongruñendo como mejor sabía hacer al haber perdido el juego de"piedra papel o tijera", por lo que le tocaba lavar los platosdel desayuno mientras Tiffany se daba una rápida ducha.


Quizá aquello era lo quemás les costaba balancear y no era que Taeyeon no quisiera ayudar aTiffany, era que... que no quería ayudar a Tiffany. ¡Odiabalimpiar!


Era en definitiva lamaldita cosa más tediosa del mundo y para su gran suerte, suabusadora corderita tenía una jodida obsesión con que todoestuviera reluciente la mayor parte del tiempo.


Taeyeon iba a pedir eldivorcio.


Algún día...


Quizá.


Nunca. Jamás para serexactos.


Porque preferiríarecibir un tiro en los testívaginas y que le rompieran cada huesodel cuerpo antes de separarse de Tiffany; y porque no estabanrealmente casadas, no lo necesitaban. Ningún papel de un juzgado ibaa decirle si podía o no tomar a Tiffany como suya por el resto de suvida.


Así que como ella era"Taeyeon soy la emperadora del mundo Kim", hubo tomado a Tiffanyuna tarde cualquiera y la llevó de paseo a un arrecife pococonocido, oculto entre rocas y corales. Había sido uno de los díasmuy malos, de esos donde sin importar cuantos besos compartieran,Tiffany parecía estar lejos de ella, tan lejos que le carcomía lasentrañas.


Y sí, el lugar erahermoso, pero Taeyeon nada más tuvo ojos para la chica que mojabasus pies a la orilla de las cristalinas aguas, su piel doradaopacando el brillo del sol.


Fue ahí, donde entrebesos, mientras devoraba su cuerpo y le hacía el amor como nuncaantes lo había hecho, que le juró amor eterno, fidelidad y cuidarlaen la salud y la enfermedad.


"Eres mía. EresTiffany Hwang, el único amor de mi vida y ya. Eso es todo, mamona.Naciste para mí, para que pueda amarte, cuidarte siempre,¿entiendes? Siempre". Tiffany la miraba, abrumada y con susmejillas ruborizadas de manera violenta. Ojos vidriosos y labioshinchados, húmedos. Respiraba apenas audible entre sutiles hipidos yTaeyeon no encontraba la forma de protegerla en ese momento. ¿Cómoproteger a Tiffany de sí misma? Nadie nunca le había enseñado, nosabía cómo. "Mírame, amor. ¿Me ves? Estoy aquí, contigo. Eresla única que respetaré y a la que le seré fiel. No hubo otroantes, no habrá otro después. Eres mía y te tomo ahora y te digoque a mis ojos ya eres mi esposa. Naciste para serlo, solo tú. Ycomo se le ocurra a la muerte intentar separarnos, le meteré suguillotina por la vagina."

Su americana no habíatardado mucho en encontrarle el sentido a las palabras de Taeyeon ycon una sonrisa, no había dejado de sollozar mientras le besaba elrostro y recitaba sus propios votos matrimoniales.


Sus pieles calientespor causa del sol, tan calientes. Taeyeon sentía que Tiffany sederretía en sus brazos. Sentía que la tenía ahí, finalmente latenía. Desmoronada y temblorosa, con su cuerpo perlado por el sudory trazos de piel teñidos de rojos debido al sol.


"Y tú eres mía.Eres Taeyeon Kim, la persona por la que soy capaz de bajar alinfierno una y mil veces con tal de estar a su lado". Intentabaacunar el rostro de Taeyeon y sus manos lucían tan pequeñas yfrágiles; Taeyeon no pudo evitar girar su rostro para besarlas. "Hetomado tanto de ti, que te siento parte de mí. Eres parte de míporque eso somos, piezas de repuesto que al juntarlas forman un todo.¿No lo ves así? ¿No sientes como muero para volverme aquello quenecesitas? Porque sé que soy la única que puede hacerlo. Porque loque el mundo busca en el amor, es aquello que jamás será suficientepara nosotras y voy a hacerlo siempre, a amarte de la única formaque puedo hacerlo, a mirarte solo a ti porque si no eres tú, no lomerece. A mis ojos te volviste mi esposa cuando pusiste aquel anilloen mi dedo y hoy te digo que te acepto como tal y que esto es lo quesomos."


Escribían su propiahistoria, tenían su propio mundo sobre la tierra y eso lo era todo.Era suficiente el solo poder despertar juntas, daba igual dondefuese. Prisión o un paraíso, el lugar se resumía a nada paraellas.


Tiffany salió de laducha y caminó hasta la cocina, con una pequeña toalla húmedaamarrada a sus pronunciadas caderas. Se apreciaba una pequeñapancita, una con la cual Taeyeon tenía una leve, enorme, obsesión.Su largo cabello mojado, dejando gotas de agua caer por sus pechos yperlar su cuerpo. Vio a Taeyeon, quien se secaba las manos con elpaño de la cocina y la miraba de soslayo, sonriendo coqueta.


Esa era, sin lugar adudas, Tiffany buscando atención. Tiffany buscando atención era elpreludio al sexo.


—... Taeyeon —Susurró.Acariciando con su dedo índice una de las manzanas que se encontrabaen la fuente de la fruta, sobre la mesa de centro de la cocina.


—¿Hm? —respondió,fingiendo desinterés y sin mirar a Tiffany.


Oh, que interesante eraleer el etiquetado de la caja de jugo de naranjas, ¿verdad, Taeyeon?


Tiffany caminó hastaquedar frente a Taeyeon, quien agitó sus pestañas con lentitud,sacando su vista del cartón de jugo. Una mano traviesa comenzó ajugar en el dobladillo de la camiseta de Taeyeon.


—Creo que tenemos unproblema —murmuró levemente sonrojada, con la cabeza inclinadahacia abajo y levantando la mirada.


—¿Un problema?—Tiffany asintió y tomó las manos de Taeyeon, retrocediendo deespaldas. Paso a paso hasta salir de la cocina, sin tropezar graciasa Taeyeon, quien miraba por ella. Llegaron hasta el salón principaldonde Tiffany empujó a Taeyeon sobre el mullido sofá. La brisafresca de la mañana entraba por los ventanales abiertos cuyascortinas de muselina blanca ondeaban—. ¿Un problema muy serio?


El lugar olía a inciensode cacao y calidez. Olía a hogar.


Las pupilas de Taeyeonestaban dilatadas. Se humedeció las comisuras de la boca con lapunta de la lengua.


—Sí. Se perdio eldildo con arnésque teníamos en la ducha.


—¿En serio?, pero siayer estaba justo ahí —preguntó con una ceja arqueada.


Tiffany mordió confuerza su labio inferior y soltó la toalla que se ceñía a sucintura.


—Pues ya no está, asique, tomé este otro, se lo mostro sacudiendolo de un lado a otro.

—Oh.


No alcanzó a decir nadamás ya que Tiffany, en un movimiento rápido y certero, seencontraba sentada a horcajadas suyo, comiéndole la boca en un besohambriento, mientras sentía su humedad bajo los pantalones quellevaba puestos.


Se besaron con avidez,Taeyeon recorriendo la cavidad bucal de Tiffany con su lengua,mordisqueándole los labios. La piel de su amante se sentía suave yolía a jabón perfumada.


Tiffany gemía el nombrede Taeyeon en el beso, agónica e implorante. Comenzó a serpentearsu espalda en un duro vaivén que hizo a Taeyeon soltar un roncojadeo.


—Espera. Espera, mamona—intentó con una sonrisa, sin dejar de darle cortos besos aTiffany, quien intentaba desesperadamente intensificarlos. Peleó conlas demandantes manos de la castaña para poder sacarse su sudadera yquedar con los pechos descubiertos.


Cicatrices se apreciabanen sus hombros y abdomen.


—Quiero sentirme llena.Tan llena de ti —lloriqueó Tiffany.


Las manos de la americanarecorrieron sus pechos, rasguñando con deliciosa crueldad, tomo eldildo con una de sus manos y antes de poder entender qué demoniosestaba ocurriendo, la americana había dejado expuesta su vagina y sehabía penetrado con el dildo a sí misma encima de ella, ahogando ungemido de dolor y placer.


Sí, esa era su Tiffany.Quien algunas veces gustaba de ver a Taeyeon como un objeto sexual.¡Y la amaba por eso!


Tiffany se mordía elpunto de articulación de un dedo índice, con los labios húmedosdebido a la saliva que dejaba escapar. Taeyeon acercó su rostro ycon los dientes pellizcó la piel del dedo que Tiffany mordía.


—Vas a... vas a acabarconmigo —jadeó con dificultad, sin apartarse. Presionando sus manos en los huesos de las caderas de Tiffany, quien echó haciaatrás la cabeza y gimoteó suave.


Taeyeon se ajusto lacorrea en su cintura y se dejó caer, apoyó su cabeza en elreposabrazos del sofá, entreabriendo los labios y disfrutando de laincreíble vista.


La castaña no demoróen comenzar a mover las caderas con maestría. Con sus manosaplanadas sobre los pechos de Taeyeon, gimoteando de placer mientrassus rodillas se presionaban sobre el sofá en una búsqueda por darseimpulso.


—¿Te sientes llena,corderita?


—Mu-mucho.


—¿Quieres más? Vamos,sé que quieres más.


Taeyeon disfrutabaviéndola cabalgar encima de el miembro falso, como sus pechossaltaban llena de jadeos y gemidos. Con mejillas afiebradas y unrostro azorado.


—Quiero... a ti.Mierda. —Taeyeon dio un lametón a sus dedos y la llevó a elclitoris de Tiffany estaba tan caliente y humeda. Comenzó amasturbarla lento; torturador.


Taeyeon presionó supulgar sobre la punta de ese pequeño trocito de carne haciendo queTiffany soltara un suave y agudo sollozo.


—Mírate, mi putita.Montas tan bien, tan perfecta. —Su abdomen se tensaba cada vez queTiffany se dejaba caer en ella.


Llevó sus manos hasta elculo de Tiffany y apretó sus mejillas con fuerza, sintiendo susdedos calar en la caliente piel.


—Beso —rogó unadesarmada Tiffany, y Taeyeon se irguió para someterse al pedido desu americana.


La coreana besó loslabios de Tiffany con delicadeza, contrastando las animalespenetraciones que forzaba en Tiffany con sus manos, al hacerla subiry descender; rápido y profundo.

—Voy a sacarlo.Acuestate y abre las piernas, corderita —demandó antes de atacarlacon un beso crudo y salvaje. Tiffany se dejó devorar, bebiendogemidos de placer y sintiendo su boca derretirse.


Se separaron cuando lanecesidad de aire se hizo impostergable. Tiffany respirabaagitadamente entre gimoteos, sin inhibición alguna.


Taeyeon levantó aTiffany, cambiando de posiciones, colocando la parte posterior de sucabeza en un almohadón del sofá, con sus piernas totalmenteabiertas, dejando su abusada y febril entrada completamenteexpuesta.


—Vas a mantener tusmanos así, amor. —Tiffany consintió con un leve movimiento decabeza y miró a Taeyeon, quien la sujetó con ambas manos porencima de su cabeza antes de hundirse en ella una vez más.


—Ta-Taeyeon... Mierda.A-así, quiero. Tan profundo.


—Tú quieres lo que yovoy a darte.


—P-por favor.


—¿Quieres rogar?Deberías habérmelo dicho antes, puta masoquista. —Una mano deTaeyeon descendió hasta la entrepierna de Tiffany y envolvió susdedos sobre el clitoris de esta, apretando fuerte con sus dedos.


—N-no, Taeyeon.


—¿No qué, amor? Penséque quieras rogar. Vamos, mamona... —Aumentó el ritmo de laspenetraciones y Tiffany dejó escapar un sollozo que hizo a Taeyeonsonreír ladinamente.


Sudor cubría sus cuerposy ambas respiraban jadeantes, con la extenuación comenzando ahacerse presente.


—V-voy... Mierda, bebé.Taeyeon, me corro...


—No, no aún.


—Por fa-favor. Porfavor, bebé. Taeyeon... Me estás llenando y en-necesito...


Taeyeon apretó con másfuerza el clitoris de Tiffany, quien soltó un hipido y negó con lacabeza; desesperada por poder liberarse. Se inclinó hacia adelante ylamiendo los pezones de Tiffany provocándole un escalofrío.


—No te vas a correr,¿de acuerdo?


—No puedo.


—Venga, sí puedes.Prométeme que no te vas a correr. Quiero que lo hagas en mi boca.


Tiffany sollozó pequeñosruegos y finalmente aceptó. Taeyeon soltó su clitoris y se enfocóen su propio placer, cerrando los ojos y disfrutando la sensación deTiffany debajo de ella, no necesitaba ser tocada, con solo ver a suamericana jadeando con sus labios entre abiertos y sus gemidosamenazandola con correrse, nunca iba tener suficiente.. El calor seformó en su vientre bajo, haciéndola tensar los dedos de sus manosy su vientre. Gruñó y se corrió, dejando caer su frente, perladapor el sudor, en los pechos de Tiffany.


Taeyeon respiró unoscuantos segundos, intentando calmar las pulsaciones de su corazón.Sacando el miembro falso del interior de Tiffany . La castaña lucíaperdida y eróticamente destrozada.


Era un manojo derespiraciones erráticas, ojos rojos y labios temblorosos. Se tapóla boca con el dorso de su mano, intentando no hipar. Taeyeon no dijonada, simplemente se agachó, dejando un camino de besos desde elvientre hasta llegar a su centro; Colocó las piernas de Tiffanysobre sus hombros y llevó tres de sus dedos hasta la entrada deTiffany, penetrándola con sus dígitos al mismo tiempo que abría laboca y se introducía toda la humedad de esta, deslizándola por susafiebrados labios y recorriéndole la punta de el clitoris con lalengua.


Tiffany arqueó suespalda y enroscó los dedos de los pies. Se corrió en ese precisoinstante. Con los dedos de Taeyeon cepillando su entrada y suclitoris en la boca de la coreana.

Taeyeon tragó.Ojoscerrados, respirando pausadamente por la nariz. Continuó jugandounos cuantos segundos con la vagina de Tiffany en su boca,provocándole espasmos a la americana, quien le rogaba para que lasoltara. Finalmente se apartó, sin sacar sus dedos los cualescomenzó a serpentear con lentitud. Besó varias veces, pellizcandocon sus dientes la piel de Tiffany.


—Quiero meterte elconsolador de nuevo, corderita. ¿Me dejas?


—N-no puedo.


—Sí puedes.


—Necesito... necesitoaire —jadeó entre respiraciones profundas.


—Necesitas ese juguetellenándote. Reclamándote como mía. —Sacó sus dedos del interiorde Tiffany, lamiendolos.


—Solo dos, tres minutos—pidió con los ojos cerrados.


Taeyeon tomó sustobillos y levantó sus piernas.


—Ahora.


—... Taeyeon yo... ¡Ah!—gimoteó al sentir como Taeyeon la penetraba nuevamente.


—Lo haré lento—prometió, girando el rostro y mordiendo un tobillo de Tiffany.


—Sí, sí. Lento,solo... Beso. —Taeyeon acomodó las piernas de Tiffany a loscostados de sus caderas y se inclinó sobre los labios de esta,comenzando a besarla sin moverse aún; dándole algo de tiempo pararecuperarse—. Te amo —susurró Tiffany.


—Y yo te amo a ti. Amotu cuerpo. —Deslizó una mano por un muslo de Tiffany—. Amo tusbesos, tu aroma, tus gemidos de putita escandalosa. —Picoteó suslabios—. Amo que seas tú.


Tiffany sonrió, dejandoescapar un suspiro antes de esconderse en la curvatura del cuello deTaeyeon; respirando el aroma de su piel.


—Estás aquí —susurró,sin poder creerlo. Después de tantas lunas, todavía sin podercreerlo.


—Siempre.


  ゜・🍁゜・ 。 🍂 ゜ ゜・ 

Tiffany estaba en cama,quizá un poco molesta y es que las caderas le dolían como un putoinfierno, y su paseo a la playa había quedado pospuesto. Todo por labestia que tenía por esposa.


Leía un libro,acomodándose el marco de los lentes sobre la nariz y mirando desoslayo a Taeyeon, quien dormía una siesta al lado suyo; acurrucada.


Tiffany bufó con cariño,estirando una mano para acomodar un mechón que le caía a Taeyeonsobre los ojos. Respiraba tranquila, completamente desnuda aexcepción de unas bragas. Buscó los pies de Taeyeon y cepilló lostalones de esta con sus pequeños deditos.


La brisa de la tardeentraba por la ventana abierta y si se ponía atención, se podíaescuchar los zumbidos de pequeñas abejas recolectoras de polen a lasafueras, seguramente degustando el néctar de sus amadas gardenias.Finalmente lo tenía, aquello que tanto anheló durante su estanciaen Camp Alderson. Tenía a su dueña y una vida con ella. Díasllenos de alegrías, a veces peleas y lágrimas. Noches de besos ycaricias suaves.


Y la amaba tanto,literalmente tanto que a veces dolía. Le era imposible no recordarlas veces que estuvo a punto de perder todo eso, las veces queintentó quitarse la vida. Nunca podría agradecerle lo suficiente asu madre y Soo, aquella familia que dejó en Los Ángeles cuandovolvió a los brazos de Taeyeon.


Algún día volvería aellas, con Taeyeon tomando su mano. Cuando fuera el momento. Cuandose sintiera bien. Cuando los días malos dejaran de aparecer...


Ni siquiera entendía porqué le ocurría. Investigó al respecto y pensó en ver a unpsicólogo, sin embargo, no se sentía preparada para hablar de esotampoco. No podía hablar de cómo algunas mañanas despertabadesorientada, sin ser consciente de lo que la rodeaba... Y ella solose sentía tan ligera, tan adormilada. Era como un sueño, uno fríoque no le permitía pensar con claridad.

Y entonces todo volvía aella, recuerdos dolorosos. Su época en Camp Alderson, las cosas quevio ahí, los bramidos de las reclusas, el frío, el hambre, laspeleas, la separación con Taeyeon, la carta de Jong Gu. Sus manoscubiertas de sangre... Ella hundiéndose. Sombras y voces que legritaban "¡Esto no es real, Tiffany! Taeyeon te dejó, ¿recuerdas?Ella se fue y murió".


De esa forma todo sevolvía borroso y espeso. Le costaba hablar y respirar, su pielpicaba y solo podía pensar en alejarse, en correr, sin embargo, suspiernas apenas si podían mantenerla en pie.


Pero Taeyeon siempre lasacaba de aquel submundo que la atrapaba. Taeyeon siempre estaba ahípara ella, para llevarla de vuelta y besar sus labios; prometiéndoleque todo estaría bien. Tiffany creía en ella, no podía ser de otraforma. Por eso estaba esperando, estaba aprendiendo a lidiar con supasado, para disfrutar el glorioso presente.


Esa era la razón por lacual no había vuelto a ejercer como médico de manera permanente.Porque necesitaba ese tiempo para ella, para conocer a Taeyeon yconocer lo que ambas estaban formando. Su vocación prevaleceríaférrea al paso del tiempo, de eso estaba segura. Así que podíahacerlo, podía ser egoísta una vez más.


Cerró el libro y seacomodó de costado, con su cabeza reposando sobre sus manosaplanadas entre ellas. Miraba a Taeyeon, los detalles de su rostro.


¿Quién lo diría?Todavía podía recordar la primera vez que vio a Taeyeon dormir a sulado. Estaba tan nerviosa que apenas si podía respirar.


Sonrió y se acercó concuidado para besar la punta de su nariz. Tan ensimismada seencontraba, deleitándose con cada respiración de Taeyeon, que dioun brinco al escuchar una conocida melodía. Giró su rostro y antesde que pudiera sentarse para buscar la fuente de aquella canción,Taeyeon tomó su brazo y la detuvo.


—Es para mí —ledijo, sin amago alguno de calidez.


Tiffany vio la tensiónen el rostro de la coreana. Sus facciones contraídas con amargura.


—Bien.


Observó en silencio comoTaeyeon se levantaba de la cama y caminaba hasta la cómoda dondeguardaba aquel móvil, el único nexo que mantenían con su pasado.El corazón le pulsaba con fuerza y sus manos se apretaban al edredónde la cama.


Taeyeon se aclaró lagarganta y llevó el móvil a su oreja.


—... Jessica. Bien,gracias. Sí, está aquí.... De acuerdo, comprendo. Sí, todo bien.No te preocupes... Está bien. Te avisaré cuando viajemos.


Taeyeon colgó el llamadoy miró a Tiffany, quien se levantó con rapidez y corrió a su lado,levantando sus brazos y envolviéndola con estos. Taeyeon nonecesitaba hablar, solo su mirada melancólica y aterrada bastó paraque Tiffany supiera que ocurría.


Había llegado elmomento. Había que ponerle final a la tiranía del hombre que jugóa ser Dios y arrastró a su pequeña hija en aquel pérfido juego.


—Todo estará bien,bebé. Lo prometo —susurró, Tiffany.


—Llegó la hora, amor.Finalmente. —Había miedo en la melodía de la voz de Taeyeon.


—Yo estaré a tu lado,Taeyeon. No tendrás que volver a pasar por esto sola, ya no estássola. Estoy yo.


—Sí, lo sé. Es soloque... Mierda. Nunca pensé en este momento, que idiota.


—No. No, amor. Estábien. —Se separó y acunó el rostro de Taeyeon, dejando variosbesos ligeros y castos sobre sus labios. Todo su ser gritaba yarañaba en necesidad de proteger a la coreana.


—Te amo, te amo tanto,Tiffany. No puedo estar sin ti, no puedo.


—Nunca tendrás queestar sin mí, te lo prometo. Y te amo también. Te amo a ti, solo ati. Todo estará bien, confía en mí.


Taeyeon asintió ocultando su rostro en el cuello de Tiffany.


—No quiero tener quevolver a matar a nadie, corderita. Ni siquiera a Jong Gu —susurrócon vacilación.


Una mano de Tiffany seposó en la nuca de Taeyeon y comenzó a dejar suaves caricias.


—No, mi dueña. Noentiendes... No tendrás que matar a nadie. Ya no es tu deberhacerlo.


—Sí lo es, debo acabarcon esto.


—Taeyeon, mírame.


Taeyeon obedeció y seapartó para poder mirar a Tiffany, quien sonreía forzosamente.


—Amo a tus demonios yamo la sangre con la que has manchado tus manos.


—Phany...


—Y amaré tener lasmías manchadas por ti. Ya no estás sola, ¿no ves?


—No te dejaré hacerlo.


Tiffany pegó su frente ala de Taeyeon y cerró los ojos.


—Solo debes confiar enmí, Taeyeon. Vamos a ir y tomaremos al mundo como nuestro patio dejuegos.


—Tú eres mi mundo.


—Y tú mi emperadora.


Incierta melancolía.Había llegado la hora en que debían volver y enfrentar a Jong Gu;terminar con él. No sabían si estarían bien, solo les quedabaconfiar. Al igual que tiempo atrás cuando la parca se detuvo ante los ojos de la emperadora, quien yacía en el suelo con sangresaliendo de su abdomen y el rostro cubierto de tierra; y la muerte,subyugada y atemorizada, decidió que no era momento para llevarse suvida.

  ゜・🍁゜・ 。 🍂 ゜ ゜・ 









Mil disculpas por no actualizar el día de ayer, se me complico demasiado, pero aquí tienen la primera parte de el epilogo, mañana estaré publicando la segunda parte!!!!


Espero que lo disfruten!

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