[TAENY]

By TaeNyKimHwang09

81K 5.5K 2.2K

ESTO ES UNA ADAPTACION TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS A LA AUTORA ORIGINAL... More

Prólogo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5.1
Capitulo 5.2
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10.1
Capitulo 10.2
Capitulo 11
Capitulo 12.1
Capitulo 12.2
13
14
15.1
15.2
16
17
18
19
20
21
23
24
25
26
27 FINAL
Epilogo parte 1
Epilogo Parte 2

22

1.9K 129 72
By TaeNyKimHwang09




"¡Eh, rubia guapa! ¿Los ángeles como tú tienen nombre?"

"Chupa clítoris. Nos nombran en base a nuestros dones."

Yuri sonrió. Su cuerpo entumecido en el suelo, soltando pequeños espasmos debido a la gran cantidad de heroína en su sistema. Ambiguos recuerdos enturbiados por su miserable condición se bifurcaban por su cabeza.

"Sabes algo, no me vienen las mujeres... pero por ti, rubia, haría una excepción.

"Venga, que ni has visto mi vagina y ya la quieres en tu boca, eh morena. Con guarras como tú, las putas quedan sin trabajo."

Su exagerado acento coreano y la forma en que siempre tarareaba sobre el cuello de Yuri antes de quedarse dormida.

"¿Te gusto acaso? Porque tienes la típica pinta de chulita insoportable que se cree muy mujer por follar solo con hombres."

La manera en que sus mejillas siempre se pintaban de rosa y cuando gimoteaba como una niña consentida enojada por cualquier estupidez.

"Tú y yo, Yuri... Somos tan distintas, que cuando estamos juntas encajamos perfectamente."

Su rubia loca... Mocosa insolente que vivía en una maldita prisión como si fueran Las Vegas y ella una adolescente con una tarjeta bancaria sin límite.

Jessica era distinta, no necesitaba nada del mundo; podía crearse uno propio. Yuri había caído profundo por eso. Tan fiera y a momentos tan dulce. Yuri jamás podía anteponerse a sus acciones, la rubia siempre conseguía sorprenderla. Y su despedida no había sido la excepción...

"No voy a llorar, maldita hija de puta. No pienso llorar delante de ti... No pienses que por salir de este hoyo vas a olvidarme. No pienses que yo voy a olvidarte. Me llevo lo que es mío, me llevo tu puto corazón y juro que no voy a devolvértelo jamás."

Yuri no le respondió. Y es que Jessica tenía razón, Yuri jamás iba a pedir su corazón de vuelta. Preferiría morir antes de hacerlo; sin fe y destrozada. Cayendo, hundiéndose...

Nunca supo cuánto dolor podía llegar a sentir un humano antes de enamorarse.

¿Por qué las personas querían enamorarse? Absurdo.

Era dolor, solo dolor. Era el deseo de sentir dolor, porque sin ella... No se sentiría viva. Ya no se sentía viva.

゜・🍁゜・ 。 🍂 ゜ ゜・

Tiffany lavó su rostro, tratando de contener la respiración en aquel baño de mala muerte. Descascaradas paredes rayadas, dos reas inhalando neopreno en un rincón y un sollozo desgarrador al interior de un cubículo; seguramente otra eslabón débil.

El reflejo en el espejo torturaba su cabeza. La imagen de Jessica llorando, de Yuri en el suelo; sonriendo.

Las últimas palabras de la morena, de la mejor amiga de su dueña. Una frase simple, torpe y sin sentido. La reafirmación de que el amor no siempre era un regalo; algunas veces era una maldición.

"El amor mata." ¿Lo hacía? No podía negarlo. Ella moriría por Taeyeon y su dueña mataría por ella.

Salió de aquel maloliente lugar y a paso débil, destinó su trayecto a la celda donde seguramente encontraría a Taeyeon. El nudo en su garganta le hacía difícil tragar, el escozor de sus ojos por las lágrimas derramadas hacía que quisiera tumbarse en algún rincón de Camp Alderson y simplemente dormir.

Se paró a un lado del marco de la puerta. No sabía si estaba temblando, pero se sentía ligera. Los pensamientos se confrontaban en su cabeza al oír los reclamos de Taeyeon al interior de la celda.

—¡Venga, anciana! Dijiste que esta mierda funcionaba.

—¡Es una radio, Taeyeon! Y aquí no hay señal... Me pediste una radio, aquí está.

Oh. Así que su dueña había conseguido la colaboración de la abuela. Tiffany sonrió, estrechando los labios y apretando los costados de su suéter con los dedos. La rasposa tela se friccionaba con fuerza contra su delicada piel.

—¡¿Y qué cojones se supone que haga?! Esto es tú culpa, mamona. Dijiste... esa cosa de la música y toda esa mierda.

—Tranquila Taeyeon. Puedo ver si alguien tiene música o algo.

Tiffany reconoció la voz de Sunny.

—¡Ya deberías haberla conseguido!

Negó con la cabeza y se alejó; besando los grilletes de su podrida moral. Sabía que debía entrar y decirle a Taeyeon que su compañera, que su mejor amiga estaba mal, que Jessica se había marchado. No podía hacerlo, no quería actuar bien. Necesitaba de aquello, necesitaba ser egoísta. Sentirse sucia, culpable.

Tiffany siempre pensó alto de sí misma. Siempre se sintió orgullosa de ser quien era. Amaba ser la chica guapa, la gran doctora y la gran persona. La amante juguetona y poco fiel que compensaba su desazón en el amor con su lealtad al trabajo.

Pero luego se enamoró.

Quería ser sucia, egoísta y cruel. Quería proteger a la persona de quien se había enamorado y apartar a quienes podrían lastimarla. Quería ser la única que podría dañar a Taeyeon porque sabía que jamás lo haría. No quería compartir. No quería ver a su dueña mal por otra. No por Yuri, no por nadie. Era suya, Taeyeon era solamente suya, se la había ganado. Tenía ese derecho.

Tenía derecho a hacerla feliz y no dejar que nadie las arruinara.

Yuri era nadie... Había dejado ir a Jessica, había dejado marchar un pilar de Tiffany. No iba a cederle también la felicidad de Taeyeon. Que se hundiera, que sufriera la pérdida... Que cargara con el peso de sus decisiones; justo como ella misma lo había predicado tiempo atrás.

Deambuló por los pasillos de Camp Alderson, fumando un cigarrillo tras otro hasta que sintió una mano posarse sobre su hombro. Volteó su rostro y vio a Sunny, imponente y de rostro serio parada frente a ella.

—Taeyeon ha mandado a llamar por ti. —Tiffany bajó la cabeza en asentimiento y soltó el cigarrillo que había entre sus dedos; pisándolo con la suela de su zapato—. ¿Estás bien?

—Sí. Solo... Sí. Ha sido un día largo. —Se encogió de hombros y ladeó una sonrisa falsa. Sunny frunció el ceño, pero no dijo nada—. ¿Está muy cabreada? —preguntó al mismo tiempo que volvía a la celda, con Sunny pisándole los talones.

—Como no tienes idea. Amenazó a la abuela con obligarla a tomar el meado de las reclusas si no conseguía algo de música... Para acompañar las... velitas.

Tiffany se detuvo en seco. Giró y la sonrisa de Sunny, burlona y sincera, hizo que su corazón diera un brinco. La hija de puta no mentía.

—¿Velitas?

—¡Eh! Fue mi idea. —Palmoteó su pecho con falso orgullo—. Que la marrana de tu novia no tenía idea de cómo hacer una cena romántica.

—Estás llena de mierda —se burló volviendo a caminar.

—¿Puedes creer que no sabía lo que era un pastel de cumpleaños? Ni siquiera sabía que llevan velas. —Tiffany hizo un gesto con la mano y Sunny chisteó con la boca—. Y botó las ollas con comida que estaban preparando las cocineras cuando le dijeron que no podían conseguirle un maldito pastel.

—Suena completamente a Taeyeon.

—Es como ver a una niña cavernícola. Me agrada.

—Una muy obscena niña cavernícola —corrigió Tiffany.

Sunny se despidió a poco de llegar a la celda. Tiffany nuevamente se vio en un bucle de emociones a solo unos pasos de entrar.

Estaba feliz, emocionada... Quería tanto eso, quería vivir malditamente mucho el amor que Taeyeon estaba dándole. Quería ser feliz, y eso la convertía en una mierda. Porque había alguien más sufriendo, alguien que necesitaba del apoyo de Taeyeon.

Alzó el rostro y tomó una bocanada de aire. Estaba dispuesta a ser mierda, porque Taeyeon lo merecía. Porque Tiffany la necesitaba.

Tocó la puerta con golpes suaves y retrocedió un paso. Escuchó a Taeyeon maldecir y luego un silencio de largos segundos. Sus mejillas estaban arreboladas y un cosquilleo travieso se asentaba en la parte baja de su pancita. Cuando Taeyeon abrió la puerta tuvo que ahogar un gemido desvergonzado.

—¡¿Por qué te ves así?! —reclamó respecto al estropeado estado en el que se encontraba Tiffany. A diferencia de Taeyeon, quien lucía muy limpia y que olía a perfume—. No jodas, que pareces un saco de tripas. No, ve a limpiarte y luego vuelves.

Taeyeon cerró la puerta y Tiffany se quedó de pie.

—Uh... —Parpadeó.

La puerta volvió a abrirse. Taeyeon tenía una camiseta y una bolsa entre sus dedos. La estiró en dirección a Tiffany, quien al recibirla abrió la boca para decir algo, sin embargo, la puerta volvió a cerrarse.

—¡Con la vagina oliendo a rosas! ¡¿Entendido?! —La oyó gritar y miró el interior de la bolsa.

Jabón, una rasuradora y un cepillo dental... No había pasta dental.

—¡No hay pasta dental! —gritó golpeando la puerta con sus nudillos.

—¡Consigue goma de mascar o algo! Pero vuelves limpiecita, cordera sucia.

Rodó los ojos y con la bolsa aferrada a sus brazos, al igual que su camiseta limpia, caminó hasta los baños. Dos gendarmes se encontraban ahí, conversando tranquilamente mientras dentro de las regaderas...

—¡Oh joder! ¡Váyanse a su celda! —gritó apartando la vista de la escena de sexo en vivo que estaba frente a sus ojos. Una muy mojada Yuju se encontraba siendo muy penetrada por una muy mojada Yerin.

—¡En-envidia! —gritó Yuju, en un gemido placentero.

Tiffany bufó y caminó al interior. No era la primera vez que presenciaba un acto de sexo en vivo. Sí era primera que veía a Yuju ser penetrada por Yerin y no era algo que quisiera retener en su memoria; muchas gracias.

Mientras se desvestía escuchó los gemidos de su escandalosa amiga. Apretó los labios y tomó el jabón. A esa hora ya no había agua caliente ya que se suponía que nadie se bañaba después de la hora estipulada.

Pero oh, qué extraño. Nadie seguía las reglas...

Se apresuró a entrar a una regadera con la barra de jabón; siendo exactas, entró en la regadera más apartada de su jodida amiga. Ignorando los histéricos gemidos, las palabras obscenas de la boca de Yerin y a las otras reclusas que se masturbaban mientras veían a la encendida pareja; se lavó todo el cuerpo.

Tiffany, pocos recuerdos tenía de lo que significaba el pudor. Casi un año en Camp Alderson, seguramente todas las reas habían visto su cuerpo a esas alturas.

Vio por el rabillo del ojo como Yerin le daba una nalgada a Yuju y salía de las regaderas. Su amiga le guiñó un ojo y caminó, en su flamante desnudez, hacia Tiffany.

—¿Cómo lo llevas? —Le preguntaba por Jessica. Tiffany estaba segura.

—Bien, supongo. —No quiso decir nada más. Se quebraría nuevamente si volvía a pensar en lo poco probable que era volver a ver a la rubia.

—¿Le dijiste a Taeyeon?

—No. Ella, ella está haciendo todo eso para mí y yo n-no... —No pudo terminar. No sabía que tan patética sonaba su excusa.

—Hey, tranquila. Está bien. Te lo mereces, has aguantado mucha mierda... Solo, deja que fluya. Todo pasará, ¿bien? Algunas nos quedamos aquí, otras se van... Con el tiempo nos acostumbraremos.

—Sí. Tienes razón, eso... Bien.

—De acuerdo. Disfruta con Taeyeon... Yerin irá a ver a Yuri ahora. Le dirá a Sunny y cuidarán que no haga alguna estupidez.

—Ella estaba...

—¿La viste?

—Sí. —Apretó la barra de jabón y dejó que las gotas de lluvia artificial golpearan la piel de su rostro—. Borrado. Seguro se metió drogas... Muchas.

—Sí. Seguro lo hizo... La partida de Jessica nos afectó a todas. Imagino que para Yuri es mucho peor.

—¿Por qué lo hizo? Ella... Ellas, Dios. Pensé que Jessica jamás dejaría a Yuri.

—No lo sé, Tiffany. No pienses en eso, no te mortifiques. —Yuju se encogió de hombros y palmeó con cariño su mejilla antes de volver hacia Yerin, quien la esperaba completamente vestida.

Su amiga tenía razón. No debería darle vueltas, pero no podía dejar de hacerlo. Quizá porque tenía miedo, porque ni esa estúpida pareja había tenido su "y vivieron felices para siempre".

¿Qué quedaba para ella y Taeyeon?

Su dueña debía dejarla pronto. Irse a un maldito lugar desconocido y ser un carnero para entretención de ricos. Ella solo podía quedarse en prisión, con la esperanza de que volviera y luego, cada día dar las gracias por tener a Taeyeon a su lado. Por no perderla en alguna pelea, en algún tiroteo.

¿Cómo iban a tener su final feliz? No había uno. No en Camp Alderson.

Limpia, oliendo a manzana verde y menta, no a rosas, volvió a la celda de ambas. Tocó la puerta y Taeyeon la abrió de inmediato; como si hubiera estado impacientemente esperando.

—¡¿Pero dónde mierda fuiste a lavar tu culo?! —La americana rodó los ojos—. No me ruedes los ojos. Puta insolente...

Tiffany entornó los ojos y levantó su dedo índice. Apuntando directamente a Taeyeon con el sermón picando en su lengua.

—Estás siendo grosera. Nada romántica y muy infantil, señora Kim.

Taeyeon molió sus dientes al apretar la mandíbula, sintiéndose realmente ofendida por aquel simple sermón. Tiffany jamás la sermoneaba, y cuando lo hacía era tan políticamente correcta que realmente se sentía como si hubiera hecho algo mal.

—No lo soy —reprochó infantilmente. Sin excusas.

—Sí. Lo eres.

Y Tiffany podría haber muerto en ese preciso instante. Su muy chica mala, cavernícola e infantil novia, hizo sobresalir levemente su labio inferior durante una fracción de segundo. Fue un apenas reconocible gesto; habría pasado desapercibido para cualquiera, menos para Tiffany. Taeyeon había hecho un puchero.

—Bien. Es tu cumpleaños y no vamos a joderla. Eres una insolente, pero puedo dejarlo pasar. —Se removió y sosteniendo la puerta con su brazo le hizo espacio a Tiffany para que entrara.

Tiffany atrapó su labio inferior y al ver como Taeyeon pasaba saliva con dificultad, notablemente nerviosa al indicarle que entrara, sintió su ritmo cardiaco acelerarse. Demasiado. Joder.

Un pasito, otro y otro. Cortos y dudosos. Incertidumbre en sus movimientos mientras se adentraba a la celda.

—Bien... Es así, ¿no? —preguntó Taeyeon a su espalda. Tiffany estaba conteniendo la respiración—. S-se supone que así es como va esta cosa. Sunny dijo que... Ya sabes. Tú sabes de esto.

No era una cena elegante en un hotel cinco estrellas como lo había celebrado toda su vida. No había costosos presentes envueltos en papeles metálicos, ni su celular sonaba lleno de mensajes por parte de sus cercanos felicitándola. No había una costosa champagne ni copas de cristal. No estaba en compañía de la hija de un importante empresario, de una modela conocida, ni de una apuesta enfermera.

Solo era una celda, fría y con paredes opacas debido a la suciedad impregnada en ellas. Una litera maltrecha con dos camas cubiertas por roñosas mantas. Un lavamanos con el grifo oxidado, ropa apilada en un rincón...

Una mesa de madera cubierta por una manta vieja. Una botella a medio consumir de Dandelion and burdock, que tenía tazas a los lados para hacerle compañía.

—Sé que es... pobre —dijo Taeyeon repasando su nuca—. No quise pedirle nada a Reynolds... Quería, solo, hacerlo yo. Es mi mierda. No quería que él consiguiera nada para ti.

Tiffany negó con la cabeza, de manera eufórica. Su cuello llegó a doler.

—Es... —Su labio inferior tembló, al igual que su voz—. Perfecto.

Dos pequeñas velas, cada una dentro de un pequeño vaso de vidrio. Encendidas y con sus rojizas llamas agitándose inquietas.

—Entonces... ¿Te gusta? —preguntó Taeyeon apartándose de Tiffany. Caminando hasta la vieja radio que tenía enchufada y presionando el botón "reproducir".

Un disco comenzó a girar, una lenta melodía invadió el lugar. Tiffany vio los dos platos con comida, seguramente ya fría. La comida siempre estaba fría en Camp Alderson.

—Sí. —Al centro de la mesa, un plato con tres muffins y trozos de chocolate partidos alrededor—. Me gusta.

Tiffany repasaba todo con los ojos, una y otra vez, obligándose a guardarlo en su cabeza, a hacerlo una parte inolvidable de su vida. Quería sonreír. Quería malditamente demasiado sonreír. No podía hacerlo. Estaba entumecida, congelada con la única capacidad de mover sus cuencas oculares de un lado a otro.

Un pequeño pino navideño al lado de la cama, adornado pobremente, sin luces de colores ni costosas esferas como las que solía mandar a pedir su madre cada navidad. Taeyeon se percató de que Tiffany miraba el pino navideño; esbozó una sonrisa traviesa y lo apuntó con la cabeza.

—Lo robé de la oficina del prefecto. —Tiffany pestañeó—. Bueno y ahora, ¿qué? —La castaña caminó hasta Taeyeon, posó su mano sobre el pecho de la coreana y se colocó de puntitas, dejando un suave beso en la barbilla de esta—. ¿Corderita?

—Gracias, bebé.

—Es jodidamente raro cuando me dices bebé, ¿sabías?

—Sí, pero no pienso dejar de hacerlo. —Taeyeon arrugó la nariz para esconder una sonrisa.

—Bien... Puedo soportarlo si lo dice la mamona. —Se dieron un corto beso. Luego otro y otro. Tiffany se acurrucó en el pecho de Taeyeon, respiró su aroma. La mezcla de piel y agua perfumada la cautivaba—. Por lo que entendí... Primero comemos, luego te doy tu regalo y después tú me agradeces dejándome hacerte cositas malas.

Tiffany siseó, con una boba sonrisa traidora. Taeyeon no sabía, Taeyeon simplemente estaba repitiendo lo que le contaron y eso hacía que su corazón latiera furiosamente. Era la primera, estaba tomando tantos primeros de Taeyeon... ¿Cómo podría devolvérselo?

Se apartó. Buscando sus orbes ónices, ese bosque de matices profundos donde podía perderse sin miedo alguno.

—Taeyeon... Tú siempre dices que yo soy buena. ¿Y si no lo fuera? Si... No lo sé. Esto es como, solo digo... —Tiffany cerró los ojos al sentir los dedos de Taeyeon cepillando sobre sus labios—. Si no fuera esa buena persona. Si fuera... mierda. Solo mierda con un rostro bonito y... quizá un culo perfecto, ¿qué harías? —Taeyeon estiró los labios. Sonreía con un dejo de burla destellando de sus orbes ónices.

—Las malas personas; la mierda... Nunca se preocupa por ser mierda. Solamente lo es. —Pellizcó la nariz de Tiffany—. Tú te preocupas mucho, todo el tiempo. Piensas y piensas... Te duele hacer algo cuando sabes que no está bien. Eso no lo hacen las malas personas.

—Pero...

—Y tu culo debería ser glorificado porque sí, es como algo muy perfecto.

—No puedo negar eso —respondió con una alegría apagada.

—¿Qué ocurre, corderita? Estás extraña.

Tiffany mentalmente enterró un puñal en su vientre. Culpable por soltar sus inseguridades en ese momento, cuando menos debía. Cuando solamente debía sonreír y ser buena para Taeyeon. Porque ella merecía eso.

—Así son las personas enamoradas, bebé. Extrañas.

—Bien... ¿Siempre serás así? Es raro. —Soltó a Tiffany y la repasó con la mirada—. Al parecer, el amor te hace jodidamente melancólica y no. Quita el morbo. Así no lograré mojarme.

—¿Podrías dejar de darle importancia a tus deseos sexuales cuando es mi cumpleaños?

—Tiffany, esto no sería un cumpleaños sin sexo como regalo. Ya sabes, el sexo es... —Levantó sugerentemente las cejas, ladeando una sonrisa coqueta con hoyuelos a la vista—. La crema del pastel.

—Dios...

—El champagne para el brindis.

—Ya cállate. —Intentó silenciar a Taeyeon, colocando ambas manos sobre la boca de esta—. Entendí, tu vagina se lleva el protagonismo hoy. Bien, solo... deja de mencionarla.

Taeyeon asintió reiteradas veces y Tiffany sacó sus manos.

—La piñata de dulces.

—¡Taeyeon! —gritó con una carcajada emergiendo de su boca.

—Ya, vale. Vale... No más. —Taeyeon guio a Tiffany hasta la mesa e incluso corrió el pequeño taburete cojo para ella. Tiffany estaba seriamente pensando en agradecerle a Sunny por haberle enseñado eso a Taeyeon—. Bien, esto... ¿Voy bien?

—Perfecto.

—De acuerdo... —Se sentó frente a Tiffany, mirando la comida con el ceño fruncido—. ¿Solo comemos o hay que hacer algo antes?

Tiffany pensó en hablarle sobre algunas costumbres religiosas, pero no lo encontró necesario. Ninguna de ellas estaba especialmente ligada a Dios.

—Podemos solo comer. Hablar si así lo quieres...

—Hablar suena bien. Sí, puedo hablar...

—Entonces, ya que es mi cumpleaños... —Tomó el tenedor y picó un trozo de papa dorada que había en el plato plástico—. Supongo que puedo hacerte algunas preguntas y serás honesta en contestarme.

Taeyeon sirvió licor en las dos tazas y se encogió de hombros.

—Seguro. No es como si tuviera algo que esconder.

—Bien. ¿Siempre fuiste lesbiana?

Se miraron con picardía, ambas jugando con sus platos de comida, llevándose pequeños bocados a la boca.

—No lo sé. Cuando me di cuenta de que quería follar, solo había chicas a mi alrededor y veía vaginas todo el tiempo así que... supongo que sí. —Tiffany frunció el ceño. No le gustó esa respuesta... Sonaba más a alguien que no tuvo otra opción—. No me mires así. Luego intenté follarme uno que otro pene, pero no pude. Los hombres no van conmigo.

—¿Lo intentaste?

—Sí. Por supuesto, pero ni siquiera pude mamarlas. —Tenía una mueca de desagrado en el rostro—. Y esas cosas. Ya sabes, las cosas que guindan...

—Huevos —completó por Taeyeon. Una risita escapaba suave de su garganta

—Sí, eso. Los huevos... ¿Cómo pueden gustarles esas masas de carne? —Negó con la cabeza. Tiffany para ese momento tapaba su boca mientras reía a carcajadas. Taeyeon la apuntó con el tenedor entre los dedos, tragando un trozo de carne que se había llevado a la boca—. Me gustan los cuerpos de las mujeres y sobre todo... Me fascina tu cuerpo, es perfecto.

—Gracias... —murmuró—. Eso fue, sí. Fue lindo.

Tiffany se ruborizó y volvió la vista a su plato. Se sumieron unos cuantos minutos en un cómodo silencio bajo la música de fondo. Una vieja balada romántica. Taeyeon vio el plato de Tiffany, aún con demasiada comida para su gusto.

—Ven aquí, voy a darte de comer —expresó como si nada. Palmeó sus muslos y le indicó a Tiffany que se sentara en ellos. La americana, avergonzada y con su labio inferior siendo mordisqueado, obedeció. Taeyeon pasó una mano por la espalda baja de Tiffany, rodeándola mientras con su mano libre pinchaba trozos de carne—. Quiero que comas más, corderita.

—¿Qué? No. ¿Por qué? —preguntó confundida.

—Porque de solo imaginarme esto... —Apretó las caderas de Tiffany, seguido de sus muslos y sus brazos—. Más carnosos... Me entra pedazo de morbo.

—Taeyeon... ¿Te ponen las gordas? —preguntó en un susurro. Aquello sonaba a una especie de fetiche sexual y era algo que no esperaba para nada.

—No todas las mujeres quedamos satisfechas chupando huesos de pollo.

Y Tiffany amaba malditamente mucho a Taeyeon.

—Deberías andar por el mundo predicando esa filosofía. No tienes idea de cuantas niñas atendí... pequeñas y preocupándose por los pliegues que se formaban en su vientre.

—Bah. Gilipolleces... Cuando crezcan se darán cuenta de que pueden saltar en cualquier polla, sin importar cuantos kilos tengan. —bromeó—. O en cualquier... ¿coño? Sí, eso... si les gustan las mujeres, pues ya lo tienen. Los kilos dan igual.

—Eso... ha sido lindo y muy, muy guarro. —Tiffany se carcajeó por lo bajo, dejándose alimentar por Taeyeon, quien le reclamaba lo poco que abría la boca para comer en comparación a cuando se tragaba su vagina—. ¡Taeyeon no puedo más! Me estás dando de tu plato y del mío. Eso es trampa.

—¡Pero qué blasfemia, eh corderita!

Bromas, risas tontas y comentarios obscenos. Besos fugaces y roces de piel que las hacían sonreír con brillo en la mirada. En ese momento, Tiffany amaba estar enamorada de Taeyeon. Taeyeon amaba que Tiffany estuviera enamorada de ella.

Terminaron de comer y brindaron por el nacimiento de Tiffany. Taeyeon le contó sobre el pastel, omitiendo la parte donde arruinaba la cena de todas las reclusas y en su lugar, se quejaba de la mala voluntad de las empleadas de la cocina.

Una nueva canción sonó, Tiffany la conocía... Antigua, de su época universitaria. Siempre veía a las parejas enamoradas llenar la pista de baile cuando sonaba. Nunca la bailó. Tomó la mano de Taeyeon y se acunó contra la palma de esta, igual que una cachorra mimada. 

—Taeyeon, ¿bailarías conmi...?

—No —negó, tajante.

—¿Qué?

—No. Olvídalo, no bailo. Eso está fuera de mi maldita liga. Ni lo pienses. —Tiffany se colocó de pie y cruzó sus brazos a la altura de sus pechos. Era su jodido cumpleaños y quería que Taeyeon bailara con ella.

—Taeyeon.

—Prefiero cortarme el clítoris y comérmelo.

—¡Dios! ¿Por qué siempre terminas mutilando tu vagina? —La voz de Tiffany fue un susurro agudo.

—Porque sé que la amas y que sufrirías si no la tengo. Venga, si eres una putita traviesa —ronroneó, colocándose de pie. Llevó sus manos al trasero de Tiffany y lo apretó con fuerza mientras hacía un camino de besos por su dulce cuello.

—Mierda. —Gimió. Intentando mantenerse en una línea y no ceder ante los deliciosos mordiscos que su dueña le daba bajo el mentón—. ¡Quiero bailar contigo!

—No —susurró en su oído, dándole un tirón al lóbulo de su oreja.

—Vamos, por favor...

—No, Tiffany.

La americana se inclinó hacia atrás, tomando distancia. Su cuerpo estaba caliente y toda su piel erizada debido a la excitación.

—¿Podemos negociar? —Tenía un puchero en los labios y sacudía sus tupidas pestañas con insistencia.

Taeyeon le dio un lametón a su nariz y enarcó una ceja.

—¿Tienes algo que ofrecer?

—O Bailas conmigo o me dejas hacer de activa —musitó con aire desafiante. Ojos entornados y sus dedos presionándose en los hombros de Taeyeon.

—¿Activa? Estás malditamente bromeando.

—¡Lo digo en serio! —se quejó. Voz firme pero suave, no podía ser de otra forma con Taeyeon.

—Tiffany, no puedo imaginarlo. Es simplemente, anatómicamente... Imposible.

—También tengo dedos. Gracias —comentó con su refinado y pomposo acento. Taeyeon se remojó los labios y esbozó esa sonrisa triunfal que Tiffany amaba y odiaba.

—Y son muy lindos. Pero no es material para meter en mi vagina.

—Taeyeon, me estoy sintiendo muy ofendida.

—Tus dedos son como... chiquititos y lindos, deditos de una persona enana, mejor dicho pareces manca.

—¡¿Qué?! ¿Qué mierda acabas de decir? —Tiffany tenía el ceño profundamente fruncido. Realmente molesta y con su boca notablemente abierta. Se apartó de Taeyeon y con gestos exagerados de brazos le respondió—: ¡No soy manca Taeyeon!

—Dedos chiquititos y lindos. Como fresitas —se mofó, con su dedo pulgar e índice entornado el tamaño de una fresa pequeña.

—¡Cállate! Esto es malditamente humillante. Tengo mis manos pequeñas, tú las tienes anormalmente grandes. Maldita gigante.

—Y tampoco podrías mojarme. Tus manitos son... realmente chicas. Mira esos dedos, podría usarlos como mondadientes. —Tomó las manos de Tiffany y las besó. La castaña intentaba apartarlas, pero Taeyeon no se lo permitía.

Estaba completamente enojada y avergonzada. Puta Taeyeon, siempre terminaba jodiéndola.

—No puedo creer toda la mierda que estás soltando en este momento. Es mi maldito cumpleaños y me estás diciendo que...que mis dedos no son lo suficientemente buenos para penetrarte.

—Además te mueves como conejo. Es excitante si eres pasiva, pero... No, sería jodido si fueras la activa.

Tiffany logró soltarse y empujó a Taeyeon. Fue tan suave que la coreana no se removió ni un centímetro. Taeyeon inmediatamente la tomó por las caderas, bruta y posesivamente.

—¡Para de una maldita vez! Antes de entrar en prisión era una muy alabada activa.

—Por supuesto, corderita —se mofó. Su sonrisa era tan amplia, sus ojos brillaban tanto y sus manos se aferraban con tanta fuerza a las caderas de Tiffany, que simplemente no podía estar molesta.

—¡Lo digo en serio! No siempre voy a querer recibir. También quiero penetrarte, ¿sabes?

—Bien, algún día. No tengo problema en abrirme de piernas a ti. —Taeyeon miró su propia mano, dobló su dedo pulgar con picardía y se lo mostró a Tiffany—. Será como tener esto, puedo soportarlo.

—¡Hija de puta! ¡Mis dedos no son como tu maldito pulgar! —Taeyeon frunció el ceño y volvió la vista a su mano. Empuñó todos los dedos, cerrando su puño y volvió a mirar a la americana. El rostro de Tiffany se tiñó de rojo, completamente. Empujó a Taeyeon, ahora sí molesta—. ¡Detente!

Se dio media vuelta, pero antes de que pudiera dar dos jodidos pasos, fue envuelta por unos tonificados brazos. Bufó e intentó inútilmente soltarse.

—Taeye...

—Bailaré contigo. —Tiffany gimoteó, pisando fuerte con el pie al igual que una niña pequeña. ¿Cómo iba a negarse a eso?

—Y, y me dejarás hacerte cucharita. —Tentó su suerte, pero Tiffany estaba enojada. Iba a por todo, Taeyeon tendría que hacer muchas cosas si quería ser perdonada.

—¿Qué?

—Que, al dormir, me dejarás hacerte cucharita. —Escuchó la ronca risa de Taeyeon en su oído y se estremeció. Odiaba tanto no poder enojarse con ella. Era frustrante y encantadora.

—Bien... Haremos cucharita, mamonaza cursi. —Tiffany se volteó y encontró los ojos de Taeyeon. Encontró sus labios, sus dientes, su nariz... Encontró el rostro de su dueña y se enamoró una vez más de Taeyeon—. Me ves.

—Lo hago.

—Da miedo. Nadie más me ve, nunca.

—No le diré a nadie lo que veo. Tu secreto está a salvo conmigo.

—¿Qué secreto?

—Que me quieres.

—Eso no es un secreto, corderita. —Taeyeon se inclinó y juntaron sus bocas. Consagraron sus labios e hicieron bailar sus lenguas al ritmo de la música. La castaña rodeó a la emperadora por el cuello y comenzó a moverse, lento y pausadamente.

Dejaba que Taeyeon lamiera los bordes de sus labios, que los mordiera y que cepillara con su lengua cada rincón de su boca. El hambriento beso comenzó a menguar, a ser solo un suave roce entre sus bocas mientras Tiffany guiaba a Taeyeon en un lento vals. No tenían buen ritmo, Taeyeon era rígida. Solamente meciéndose de un lado a otro, pero Tiffany estaba tan cautivada que no lo notaba.

—Te amo, Taeyeon. —Y lo dijo así. Tan suave y simple, como una brisa de primavera. Porque sus sentimientos eran tantos, que necesitaba explicarlo de la manera más simple.

La emperadora se detuvo. Tiffany la escuchó tomar una gran bocanada de aire y luego sintió un beso ser depositado en su cabeza; sobre sus rebeldes cabellos.

—Eres increíble. —Sonrió sobre la frente de Tiffany—. Corderita, el regalo debía hacértelo yo a ti.

—Tú eres mi regalo, mi dueña —Susurró con el rostro escondido en la división del cuello con los hombros de Taeyeon. Retomando el torpe y poco prolijo baile, descompasado de la música.

—Tú eres... tú eres el mío. Sí, tú eres mi regalo... Mierda, eres para mí, Tiffany.

—Soy tu regalo —confirmó la americana, remontándose al hecho de que su dueña jamás había celebrado su cumpleaños—. Gracias por vivir, Taeyeon. Todos estos años... —hipó—. Por vivir todos estos años, soy tu regalo. Soy tu feliz cumpleaños.

Y Tiffany silenció el ardor en su pecho. Porque esa noche la felicidad, la dicha y plenitud era para Taeyeon; no para ella.

゜・🍁゜・ 。 🍂 ゜ ゜・

Taeyeon no vio a Yuri en el desayuno. No la vio en las regaderas ni luego en

el gimnasio. Molesta e irritada caminó por los pasillos hasta la celda de su amiga. Al entrar vio a una chica tirada sobre la cama de Yuri, lucía cardenales amoratados en su cuerpo desnudo.

Sintió como su cuerpo se ponía rígido. Eso no era común en Yuri, ella jamás lastimaba a alguien de no ser necesario. Se acercó al cuerpo y sacudió a la chica, haciéndola despertar.

—¿Yuri, dónde está? —preguntó con voz demandante.

La chica, con la mirada perdida negó con la cabeza y se encogió en sí misma cuando Taeyeon maldijo en un gruñido. La coreana la soltó con desdén; no le importaba esa pobre diablo. Solo era una más. Una del montón...

Había tenido la mejor noche de toda su puta vida y ahora la hija de perra de Yuri le estaba arruinando el humor. Iba a joderla a patadas en el culo. Caminó, buscando por distintos lugares y preguntando a algunas reclusas, quienes le informaron que Yuri se encontraba en la unidad médica.

Sobredosis de heroína. Encontrada a tiempo por Sunny, de lo contrario habría muerto. Al llegar vio a Sunny y a Yerin, ambas lucían sin vida. Parecían temerosas y cabizbajas. Sus facciones delataban algo malo, Taeyeon lo sabía.

—¿Qué mierda estás haciendo aquí? —preguntó a la morena, quien tenía la vista fija en el frente.

Yuri no respondió.

Taeyeon miró a Sunny y Yerin, ambas negaron con la cabeza y salieron del lugar. Sabían, estaban al tanto de la noticia que Yuri tendría que darle a Taeyeon. La emperadora se inclinó hacia la morena y tomó su rostro con ambas manos. Intentó enfocar su mirada.

—¿Qué ocurrió? —No era una pregunta. Estaba exigiendo saber qué había ocurrido.

Le dolía, aun cuando jamás fuera a admitirlo. El dolor de Yuri era como el propio, era aquel compañerismo que no podía explicar. Yuri colocó su mano sobre la de Taeyeon y finalmente la miró a los ojos. Gruesas pestañas largas se sacudieron al mismo tiempo que una sonrisa se formaba.

—Voy a la fosa.

Cada palabra tronó en los oídos de Taeyeon, se coló en su cabeza y se repitió miles de veces en solo unos segundos. Sintió el flujo sanguíneo de su cuerpo detenerse. Era una sentencia, un nuevo pecado que debería ser cargado en la espalda de la emperadora. Una nueva cruz.

—¿Qué?

—Reynolds me dijo que... este año debo ir a la fosa.

—No. —Su cabeza se movía de un lado a otro. No iba a aceptar eso, no pensaba hacerlo—. ¡No! ¡No puedes estar diciendo esta mierda!

—Vas a tener que matarme, Taeyeon.

—N-no. —Un decreto que no podría ser cumplido—. Lo mataré. Ma-mataré a Reynolds... No, no puede hacer esto.

—Taeyeon... Tú solo detendrás el latido de mi músculo cardiaco. Porque morir, eso lo hice cuando aparté a Jessica de mi lado.








CORRIJANME SI HAY ALGUN ERROR!!!

Continue Reading

You'll Also Like

23.4K 1.8K 18
Es la historia de una olvidadiza Jazmín y de una incesante Flor que hará todo lo posible para que recuerde. Inspirada en la película homónima, aunque...
41.7K 2.1K 25
Sus vidas se unieron por la fuerza. ¿Permanecerán juntas al final por algo más que el deber y la conveniencia? ¿O el destino terminará separándolas...
11.7K 1.3K 26
Eunha jamás salió con alguien en su vida. Su vida era normal y tranquila, ella no necesitaba salir con alguien para ser feliz. Sojung la perfecta y f...
2.9K 365 12
Ava Sharpe de quince años llega a un campamento de invierno, al llegar se topa con una chica que se presenta como Sara que tiene su edad. Ambas chica...