Corpóreo y mundano

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Cuando naces en la cúspide de la pirámide social, no tienes nada de que preocuparte. Elemiah Lumiett, hijo de... More

Prefacio
I.
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
Por favor, necesitamos sus votos
XII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
Epilogo

XIII

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Saludos a todos.

Muchísimas gracias por sus comentarios. De todo corazón espero que disfruten esta historia así como disfruto escribiendo.

Les tengo que contar unas cuantas cosas. Primero, tengo una página de Facebook donde  hay varias novedades de esta novela y las otras que escribo.  Les dejo el enlace, por favor denle un vistazo.

En la misma página se van a hacer dinámicas y entrevistas a los personajes. Se pone a votación el turno del personaje. Así que entren a la página para votar.

Y lo último es algo personal. No tengo computadora ni mucho tiempo disponible. Lo que si tengo son bebes y un problema en la mano que me dificulta escribir. Pero nada. Los mellizos son La Luz de mi vida y escribir también. Sin embargo, esas dos son las principales razones por las que no puedo avanzar las novelas con prontitud.

Sin más que agregar, me despido. Nos leemos en las notas finales.

Ese chico omega tenía razón, no hay cómo salir de este lugar. Quizá debí hacerle caso y quedarme en ese sitio, pero no puedo... Tengo que volver con Giovanni, aunque sea lo último que haga.

Mi hijo me necesita. No importa lo que me pase, no puedo dejarlo solo. Es muy pequeño y tengo que regresar para protegerlo.

Me tuve que esconder porque alguien venía por el pasillo. Encontré una puerta abierta y me metí. Es mi mala suerte. Ahora no sé cómo voy a salir de esta...

—No me digas que es demasiado pedir. En el fondo es lo que quieres...

Es la voz de una mujer. No sé si me escuchó entrar porque la habitación está oscura y ella está hasta el fondo, tras una cortina gris. ¿A dónde me fui a meter?

—¿Ahora lees mi mente?

La otra voz fue de un alfa. Me encogí en mi sitio. Carajo, ahora qué voy a hacer...

—No, tu mente no. Tu cuerpo.

Ella continuó y pude escucharlos moviéndose detrás de la cortina. No podía verlos, sólo oír sus respiraciones.

—No sigas con eso. —la interrumpió el alfa. —No es el momento. Además, tenemos compañía.

La conversación de esos dos terminó y fue ella la que apareció primero. Abrió la cortina de un tirón y no me dio tiempo de esconderme.

Era una omega, no como la anciana esa, está era joven. No me dijo nada, sólo me quedó mirando enojada. Chasqueó los labios y avanzó hacia donde estaba.

—Tenías razón. —dijo ella torciendo los labios. —¡Esa inútil dejó que se saliera otro más! ¡No veo la hora de deshacerme de esa vieja!

El alfa tras la cortina se rió solo. Lo escuché moverse allá atrás, pero no lo podía ver.

La actitud de la mujer omega no me sorprendía. Algunos omegas se creían mejores que otros porque era los favoritos de sus alfas. Esa mujer era una de esas. Ese alfa y ella...

—No lo vas a hacer y lo sabes. —El alfa se rió de nuevo y lo vi salir de donde estaba. Se acomodaba la ropa, ese alfa era...

—Si no fuera por Sami, me deshago de ese estorbo... —Ella resopló pesado y el alfa pasó a nuestro lado, sin siquiera mirarme.

—¿Es esa la excusa que te das? No te atreves, eso es. ¡Quién iba a pensarlo!

Las palabras del alfa la enojaron más. No podía creer lo que estaba viendo. Ella era una omega y estaba hablándole a ese alfa como un igual.

—¿Qué no me atrevo? —ahora ella sonrió y me dio miedo mirarla. —Haré lo que sea necesario, todo, lo que sea. En cambio, tú querido... Mmm, es algo muy simple lo que tienes que hacer y mmm, no te atreves. Pareciera que tienes, no sé...

—No sabes lo que dices...—la cortó ese alfa.

Su voz me asusta, sus ojos también. Me encogí en mi escondite. No sé que hacer...

—¿Ah no? —Ella acababa de interrumpir al alfa y no se detuvo ante lo amenazante que se vió ese tipo. —Creo que no te atreves, porque temes no poder hacerlo. ¿Tan difícil te parece tomar lo que es de otro alfa?

No, ella no debió desafiarlo así. ¿Estaba loca? ¿Qué le pasaba?

—Ocúpate de tus asuntos. —le dijo y el alfa giró para mirarme. —Yo me ocupo de los míos.

Pensé que iba a morirme. Que me iba a matar ahí mismo como hizo con Roger. Ese alfa es de lo más cruel. No me mató antes, pero me hizo daño con eso que hizo tomar...

Pero no lo hizo, sólo me miró y se fue sin más. ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Cómo voy a salir de esto?

La mujer omega tampoco le dijo nada. Pero parecía que estaba lista para hacerlo. Para contestarle al alfa. ¡Estaba loca! Ese alfa la podía destrozar ahí mismo, hacerla pedazos. Pero no, hasta la Escuché resoplar molesta.

No podía creer que le hablaba así a un alfa. Como le contestaba, como lo miraba de frente y no le tenía ningún respeto.

—Por supuesto que me voy a ocupar de mis asuntos. —le gritó al verlo marcharse.

Nos quedamos solos y no supe que hacer. Ella torció la boca enojada y maldijo al alfa. De repente, como era omega como yo, podía entender mi situación. No, imposible, ella no era como yo. Esa estaba loca.

La vi resoplar y luego giró hacia mí. Me sonrió, pero era pura mentira esa cara de buena gente.

—¿Cuál era tu nombre?

—Fran... Frank.

—Cierto, cierto. —ella me acarició el rostro y fue algo raro.

Ella era omega, eso era claro. Su cuerpo olía a ese alfa. Ese olor me llegaba fuerte y claro, pero un momento... Su olor a omega... de pronto desapareció.

De repente era el del alfa lo que escondía el de la omega o no sé... Nunca había visto algo así. Intenté olerla, pero nada, sólo el potente aroma a ese alfa me llenaba.

—A ustedes no hay quien los entienda. —continuó la mujer omega. —Son todos unos idiotas, casi como los animales. Frank, no tenías más que quedarte dónde estabas, sin dar problemas. Pero no, mírate ahora, estás aquí ahora...

Ella tomó su teléfono, ya no me estaba mirando.

—No me gusta cuando mis animalitos me dan problemas... Es fastidioso.

Ella estaba loca. Demasiado loca. No sabía que hacer, si correr, si intentar huir.

—Me haces perder mi valioso tiempo. —me dijo y seguro se dio cuenta de mis ganas de escapar. —Y ni lo pienses, no vas a ir a ningún lado. Tengo planes para ti, animalito. Así que ni se te ocurra volver a escapar de tu corral.

No tenía porque escucharla, ella era una omega como yo. Pero tenía razón, no tenía escapatoria. Ese alfa no debía estar lejos.

—No me puedo quedar, tengo que ver por mi hijo.

—Te dije que no vas a ningún lado.—no me miraba, seguía con los ojos metidos en el teléfono. —y olvídate de ese niño omega. No lo vas a volver a ver.

Se podía ir a la mierda. No tenía porque seguir oyéndola. Me di media vuelta y estaba dispuesto a pasarle encima si trataba de detenerme.

—¿Giovanni, no?

Al escuchar el nombre de mi hijo, mi cuerpo se quedó inmóvil. Esa mujer...

—¡Ay lo siento tanto! ¿Ese era el nombre de tu animalito bebe? ¡Es historia! Tu adorado Elemiah no lo pudo cuidar! ¿No es una pena?

Ella me miraba y me sonreía enseñándome  la pantalla de su teléfono. Giovanni estaba en esa pantalla...

—Le tomaron esa fotografía un momento antes de deshacerse de ese animalito asqueroso. Ahora me van a mandar el vídeo, vas a tener que esperar un poco.

El mundo entero se me derrumbó y cayó sobre mis hombros. Mis rodillas tocaron el suelo y se me fueron la ganas de correr hacia ningún lado.

—¡Lastima que no pudiste estar presente cuando pasó! Seguro estaba muy asustado y llamándote, ¿no crees?

Giovanni... No podía estar ocurriendo todo esto. Era una pesadilla.

—Era muy pequeño ese animalito bebé. Si te portas bien de ahora en lo que te queda de vida, voy a dejar que veas lo que quedó de él. ¿Verdad que soy muy generosa?

Ella sonrió todavía más y quiso mostrarme la pantalla de su teléfono. Cerré los ojos y no quise ver. No podía creerle, tampoco parar de llorar.

Vanni...

Todo estaba perdido. No me quedaba más razón por la cual seguir existiendo. Vanni, mi hijo...

Un par de alfas aparecieron. Ella los llamó y me obligaron a levantarme. No me sirvió pelear contra ellos. Por más rabia que tenía mis fuerzas no me permitían liberarme. Grité todo el dolor que podía sentir en ese momento. No me dolía el cuerpo, si no mi alma.

—¡Ah! No puedes comportarte ni un poco, ¿no? No esperaba nada de ti omega. Llévenselo.

Los alfas me arrastraron y sentía que a mi cuerpo se le iba la vida. Ya no me quedaba más porque pelear. Sin Vanni, no tenía necesidad de seguir viviendo.

***

El oso de felpa quedó abandonado en el pasillo. Giovanni no se separaba de ese juguete. Adele me contó que hasta dormía abrazándolo.

Si es que le llegaban a hacer daño yo...

Jamás me lo iba a perdonar.

Me repuse de la sorpresa. Esto no podía estar sucediendo. Giovanni estaba bajo mi cuidado y lo dejé solo...yo le había fallado. Empecé a correr hacia la salida más cercana. No iba a permitir que le pasara lo que a Frank. Una vez el niño abandonara el edificio, sería muy difícil recuperarlo.

¿Cómo pude ser tan torpe y descuidarme? Primero Frank y ahora Giovanni... Tuve que sacudirme esa idea de la mente. Al doblar el pasillo, pude divisar algo que me casi me hace estallar de rabia.

Vanni estaba en brazos ajenos. No se movía, y estaba muy asustado. Pero apenas me vio, rompió en llanto, intentando sacudirse de su captor.

No iba a ser necesario que peleara más. Yo estaba aquí para protegerlo.

—¡Alto ahí! ¡No des un paso más!

Mi voz se escuchó seguramente en todo el edificio. Tuve que contenerme y no sacar mi pistola, porque el niño estaba en medio. Ese alfa se detuvo en su sitio. Le iba a dejar la cara hecha añicos apenas le quitara a Giovanni.

—¿A este omega? Claro Elemiah, no hay problema.

¡Qué carajo!

—¿Qué haces tú aquí?

Recuperé a Giovanni de un tirón y lo apreté contra mi cuerpo. Con la mano libre tomé a mi ex compañero de la chaqueta y lo estrellé contra el muro más cercano.

—¡No te quedes callado! ¡Respóndeme!

La rabia se me salía por los poros. El niño empezó a llorar del susto. Lo siento Giovanni, iba acabar con el idiota de Jim en ese instante y no sería nada agradable.

—¿Qué te pasa a ti? ¡Elemiah! ¿Estás demente? ¿Por qué me preguntas...

—¡Respóndeme ahora y si me convences te dejo seguir respirando!

El rostro de Jim se llenó de rabia. El muy rastrero aprovechó mi desventaja y se zafó muy pronto. Pero si pensaba que podía escapar, estaba completamente loco.

—¡Vine a ver cómo está tu madre y este maldito omega! —me gritó haciéndose el ofendido. —¿Qué carajo pasa contigo, Elemiah?

El viejo Jim y su drama barato no me convencieron. Arremetí contra él con más fuerza. Esta vez conseguí prensarlo contra la pared y no lo dejaría ir hasta que escupiera la verdad.

—¡Me estas mintiendo, Jim! —gruñí entre dientes intentando no asustar más a Giovanni.

Otra mirada de incredulidad por parte de mi ex compañero. ¿De verdad creía que iba a convencerme?

—¡Vine porque tu nueva compañera pidió refuerzos en el cuartel! ¿Qué no te lo dijo?

Me estaba mintiendo, lo sabía, algo me lo decía. Esa explicación no me bastaba. Jim me miraba con ira, sujetaba mi mano con fuerza, pero no intentó soltarse esta vez.

—¿Por qué tenías al niño...

—¡Elemiah, hermano! —y me sonrió rodando los ojos. —. Lo fui a buscar para llevarlo contigo. ¿Para qué más? Tanto revolcarte con omegas te hace daño, ah. No te das cuenta de las cosas.

Quien no se da cuenta de nada es el imbécil de Jim. No me está engañando, sé que oculta algo.

—Vine para ayudar, hermano. Pero parece que a ti no te interesa... No, veo que pierdo mi tiempo...

—Inventa algo mejor, Jim. Y hazlo rápido que se me acabó la paciencia.

—¡Es la verdad! ¿De qué me sirve un asqueroso mocoso omega a mí? A quien le gusta esa clase de compañía es a ti.

Esta vez Jim me empujó y consiguió que me apartara de él.

— Maselli llamó y yo vine a ayudar a mi ex compañero. Pero veo que te molesta, así que me largo Elemiah.

—¿Y tú estabas al pie del teléfono, esperando la llamada? ¡Dime la verdad, Jim! ¿Qué tienes que ver en esto?

Esta vez su rostro palideció y se trabó con las palabras. Por un momento entero Jim me preocupó un poco. Porque si era cierto lo que estaba pensando...

—¡Piensa lo que te dé la gana, Elemiah! —Jim se irguió con un gesto furioso y se dio la vuelta. —Ya te dije que sólo quería ayudar.

No quería dejarlo partir, sin exprimirle una explicación convincente. Pero Vanni aun en mis brazos, lloraba en silencio.

—¡Dime la verdad, Jim! ¿Qué tienes que ver en ...?

—¡Nada! Elemiah, ¿te estás escuchando? —se me acercó un paso y yo retrocedí otro. —¡Eres un alfa, hermano! Yo soy un alfa y soy tu compañero de siempre. Me conoces, te conozco... y ahora me estas acusando de algo que...

—¡Dime la verdad Jim! Es todo lo que quiero de ti.

Jim entonces cerró los ojos un momento y sacudió la cabeza en negativa. Apretó los labios y lo vi lanzarme una mirada de enojo.

—¡Tengo cosas que hacer! Regresa a lo tuyo, a revolcarte con esos omegas de mierda, Elemiah. Parece que es lo único que te importa últimamente.

—Esto no se queda así.—le advertí mientras se alejaba. —Tú y yo tenemos asuntos pendientes. Si descubro que estás metido en esto...

Jim apenas batió una mano, sin dignarse a darme la cara.

—Cuando quieras, Elemiah. Por cierto, tienes que mejorar la comunicación con tu flamante compañera. Parece que te da información a medias.

Eso fue todo. No me dio tiempo de seguirlo. Tenía a Giovanni en mis brazos y regresé sobre mis pasos para recoger el oso de juguete que dejé tirado en plena persecución. Se lo entregué al niño y este lo abrazó con fuerza.

—Ya pasó. Todo va a estar bien. No te voy a dejar.

Giovanni se colgó de mi cuello y se echó a llorar sobre mi pecho. No supe que más decirle, sólo le acaricié la cabeza. No tenía palabras para él, para decirle que lo iba a proteger, porque a estas alturas no estoy seguro de poder hacerlo.

***

—Recuerdo haber dicho que no me puedes engañar, Miles.

Escuché sus pasos entrando  y no me molesté en abrir los ojos. Quizá si pensaba que me había muerto, por fin me dejaba en paz.

No fue así. Vico me arrojó el agua de la jarra en la cara, que estaba en la mesa a mi lado. No tengo idea de cuánto tiempo ha pasado, si es de día o no, si afuera el mundo se acaba... Sólo sé que hace... ¿qué? Unas horas me sacaron esos tubos y cosas de la piel.

Me dieron agua, eso es lo único que me dejan tomar. Tengo hambre y no recuerdo cuándo fue la última vez que comí algo.

Vico se sienta a mi lado, mientras mi pobre actuación se va a la mierda. 

Tengo frío y no traigo ropa encima. Ya no me importa nada. Estoy exhausto.

—¿Qué más quieres de mí? —esa fue una pregunta sincera. —¿Es qué ya me vas a matar?

A esas alturas ya ni me importaba lo que me fuera a hacer. No quedaba nada de mí, nada que quisiera rescatar. Vico se rió suavemente y lo vi cruzar las piernas.

—¿Todavía no? ¿Verdad? —mi voz salía sin control. Estaba seguro que mi hora se acercaba, así que no necesitaba cuidar mi lengua.

—Sigues vivo porque conseguiste agradarme. —me dice y lo veo sonreír ampliamente.

Sí, en mis momentos finales estoy mirando a ese maldito alfa de frente. Creí que no iba poder odiar a nadie más que a quien le hizo tanto daño a Nana y a mis hermanas. Pero la vida si que nos da sorpresas. Vico es quien más odio, no tiene competencia.

—Resulta aburrido lidiar con los de tu clase. Omegas sumisos y temerosos, siempre rogando por su vida.

Vaya, cuando pensaba que Vico no podía ser más hijo de puta, me sale con eso.  Al final no me ha contestado. ¿Qué más quiere de mí? Mi cuerpo está hecho pedazos. Tengo las marcas que dejaron las agujas a sobre mis brazos. Puedo ver mis huesos salidos y mi piel está cubierta de moretones.

—Me interesas porque eres distinto a todos los demás omegas que han pasado por mis manos. Tienes un aroma bastante fuerte, cuando entras en celo. Es casi irresistible.

¡Ah era eso! Pues gracias hijo de perra! Mi olor a omega y mi idiotez suprema te resultan interesantes. Pues que te aprovechen, porque a mí nada bueno me han traído.

Vico me acaricia el rostro y solo quiero que me deje en paz. No tengo fuerza para resistirme, pero mi mente no funciona bien últimamente. Intentó apartarlo de mi, pero no sé en qué estaba pensando. 

Consiguió derribarme sobre la cama donde estuve tendido durante quién sabe cuando. Sus manos siguen donde las dejó, sobre mi cuerpo. Una de ellas me acaricia el pecho y la otra se centra en mi garganta. Vico está aspirando el olor de mi piel y yo solo quiero que se aleje pronto.

—Olvidas que puedo hacer lo que quiera contigo, Miles. ¿No te ha quedado claro?

No le respondo, sin embargo sigo peleando. Ni yo mismo sé porque lo hago. No tengo cómo salir vivo de esto, no hay manera de que gane. No me queda nada más porque seguir luchando. Vico me ha usado como su  juguete y no he podido detenerlo. Mi orgullo está tan quebrado como mi cuerpo.

Vico me sonríe y hace que me estremezca al verlo. Se levanta de sobre mi y no le puedo quitar la mirada. Algo trama y no es nada bueno.

Ahora se aleja un poco. Se va a sentar en aquella silla que está al lado de mi cama. Tiene algo, lo sacó del bolsillo de su chaqueta. Es un frasco pequeño, lo destapó con el pulgar de un suave movimiento.

Esa sonrisa de nuevo.  No puedo odiarlo más, imposible.

—Miles, ven aquí.

No. No. No. Mi cuerpo se levanta de la cama y a duras penas lo hace. Siento que me impulsa algo que no sé que es. Pero es un calor que me invade.

Un paso y luego el otro. Casi tambaleándome me quedo frente a ese malnacido de Vico y su maldita sonrisa.

—Te dije que me agradas porque no eres como los demás omegas, que suelen estar a mis pies. Por eso ponte de rodillas. Hazlo, Miles.

Y mi cuerpo obedece, mientras que mi mente grita que no lo haga. De nuevo esa sensación de vacío, de no estar presente en mi propio cuerpo.

Me acaricia el rostro y mi piel se acaba de encender. Mi boca lo busca ansiosa, me encuentro ahora en pleno celo. Es el modo como mi cuerpo reacciona, desesperado ante la presencia de ese alfa.

—Estuviste casi una hora debajo de la mesa en ese restaurante, Miles.

Sus manos me sujetan el rostro para hundirlo sobre su entrepierna. Pero las mías lo ayudan a liberarse de las prendas que encierran su erección.

— Me hiciste sentir muy bien.—su voz tiene el acento muy marcado. Eso es algo que no había sentido antes.—  Por un momento estuve a punto de follarte sobre esa mesa. Pon las manos sobre el suelo, Miles.

Mierda. Me voy a asfixiar y Vico no se detiene. Presiona con más fuerza sus dedos contra mi cráneo. Sus manos están enredadas en mi cabello y está  disfrutando mucho ese hijo de perra.

Mis palmas en el suelo me ayudan a mantener el balance. Aunque por momento siento que Vico me va a perforar la cabeza. No se detiene, me sujeta más fuerte y no sé hasta cuando pueda resistir.

No puedo sentir nada más que dolor y placer. Este último envuelve al primero, lo atrapa y engulle. Vico gruñe como un lobo y  es su olor lo que me está afectando demasiado.

—Puedo hacer contigo lo que quiera.—su voz suena grave y rasposa. Casi como un gruñido de animal. —No puedes hacer nada para evitarlo.

Mi cuerpo se abandona a su voluntad. Como si sus palabras fueran comandos. Mi mente se sumerge en ese mar de placer. Ya casi no escuchó mis propios pensamientos.

Mi cabeza golpea el suelo. Me quedo mirando el techo mientras que intentó recuperar el aliento. Siento la piel húmeda, como si estuviera transpirando un océano.

Y Vico avanza sobre mi, como una tempestad ominosa. Cubriéndome con su cuerpo, envolviéndome con sus manos, manejándome a su antojo. Me hace girar y mi frente llega al suelo con la misma delicadeza con la que mi cráneo un momento antes.

Puedo sentir la palma de Vico serpenteando mi espalda, hasta apoyarse en El Centro. Su otra mano me golpea en las nalgas y mi boca lanza un gemido.

No es mi cuerpo, ahora le pertenece a Vico. Me siento ajeno a mi propio ser. Y lo escuchó gruñir de nuevo, acomodándose entre mis piernas. Hunde sus dedos en mis caderas y los puedo sentir rosándome los huesos.

Vico se sacude al ritmo de la tempestad en la que se ha convertido. No va a quedar nada de mi, salvo mi piel hecha jirones cuando él termine. Mis manos intentan frenar el bamboleo furioso que me aprieta contra el suelo.

No necesita responderme con palabras. Ya sé que es lo que quiere de mí. Matarme de este modo. Humillarme y dejarme morir como un animal.

Siento su boca sobre mi espalda, sus dientes  arañando mi nuca. Pronto se cierran sobre mi carne. El gruñido de Vico se vuelve eterno. Me sujeta más fuerte, me hunde los dientes con más maña, me embiste con más odio.

—Me perteneces, Miles. —su voz es tan honda como el abismo en el que se pierde mi propia voluntad. —Eres mi propiedad.

No, no lo soy. Aunque mi cuerpo diga lo contrario y reaccione aceptándolo dentro de mi carne. Puedo sentir que también estoy a punto de correrme.

Mis gemidos se acentúan, mis caderas se mueven al compás de las embestidas del maldito alfa. Todo mi ser reacciona al placer que me provoca tenerlo dentro de mi.

Es ese maldito olor a alfa. Es demasiado fuerte, es demasiado intenso. Se me queda sobre la piel por días y no me lo puedo quitar de encima. Es el aroma de Elemiah. Lo puedo reconocer incluso en el mismo  infierno.

Pero es Vico quien está presente. Ese hijo de mil perras... Me toma del cabello y me hace girar sobre el suelo. Su rostro queda frente al mío. Lo odio con la misma fuerza con la que me esfuerzo por seguir respirando.

Lo observó reir, dice algo pero ya mis sentidos no funcionan. Lo veo acariciar con un zarpazo la marca borrosa que me dejó Elemiah. Esa cicatriz casi desaparece por completo.

Su voz suena a gruñido. No lo escucho más. La visión se me nubla. Hay alguien más en la habitación. Sólo puedo percibir sombras.

Este es el fin... Ya no tengo nada más porque seguir peleando.

Xxx

Acababa de recibir la confirmación de que Adele, el viejo Bix y Giovanni llegaron con bien. Conseguí convencerlos de regresar a casa, donde estarían seguros.

Si los cobardes de la Baraja sabían lo que les convenía, no intentarían ir tras mi familia en su propio terreno.

Adele se negó a abandonar a Bix en el hospital. Por fortuna, sus lesiones no eran de gravedad. Salvo unas cuantas fracturas que no eran rivales para el viejo Bixby. Se pondría bien pronto, en casa y con todos los cuidados que Adele le daría.

Esos dos... mi madre y Bix se necesitaban el uno al otro. Ella nunca lo iba a aceptar, pero era evidente que lo sabía. Si el mundo fuera distinto, quizá podrían estar juntos como querían. Pero mi padre estaba en medio y la jerarquía social.

Lo cual me llevaba a pensar en otro asunto importante. Vanni era un niño omega. En la casa de mis padres, tendría una mejor vida de la que podría tener al lado de Frank. Recibiría comida y educación para poder ser un buen omega de servicio en mi casa...

Esa idea me astillaba la mente. El destino que le esperaba a ese niño omega, era lo mejor que le podía pasar. Resultaba tan... injusto... que no sólo no tuviera a Frank a su lado, además no podía aspirar a nada mejor que servir a una familia de alfas.

¡Ah, sin quererlo Miles regresó a mis pensamientos! Hasta me parecía oírlo en mi mente de cuando en cuando.

Miles quien odiaba ser omega y hacia todo lo posible por escapar de ese destino, ahora estaba sirviéndole a ese ... ¿cómo se llamaba ese sujeto?

—La cena está servida.

Maselli no se movió de mi lado durante estos últimos días. Me está apoyando en todo lo que necesito.

Regresamos a mi departamento y ella se encargó de preparar algo de comer. Pero estoy tan cansado que solo quiero ir a dormir.

Me tuve que arrastrar del sofá donde estuve, hacia la mesa. Maselli acababa de servir un par de copas y me acercó una a los labios.

—Si se enfría no sabe bien. —y apenas bebo un sorbo ella me ofrece sus labios.

Sí, podría dejar esa copa a un lado y dejarnos de rodeos de una vez. Maselli se frota contra mi cuerpo y la verdad es que no me siento del todo bien.

Estoy exhausto. Sólo quiero recostarme.

—Vamos, ven a cenar que ya está servido.

Maselli se desenvuelve de mi cuerpo y me ayudó a levantarme. La comida está en la mesa y lo último que me provoca es probar bocado.

La dejo acariciarme los hombros, frotarse contra mi otra vez. Hasta me deja un beso en el cuello para ir a tomar asiento.

—Tienes que alimentarte. —me dice mientras acomoda una servilleta sobre su regazo. —No puedes vivir de comida rápida.

Apuré el resto de vino que quedaba. De verdad no tenía apetito. Sin embargo, probé unos cuantos bocados para darle gusto.

A Maselli no se le pasó mi falta de hambre. No dijo nada y también dejó de comer.

—Será mejor que te recuestes. —me dijo acariciándome los hombros. Sus manos tibias se centraron en mi cuello, masajeándolo.

—Primero quiero tomar un baño. —anuncié poniéndome de pie.

De repente era el cansancio lo que me hizo sentir ligeramente extraño.

—Suena bien. —y ella sonrió lo suficiente para darme a entender sus planes. —te alcanzo en un momento. Apenas ponga en orden La Cocina.

La dejé entonces, hablando sola. Necesitaba una ducha y luego dormir. Si ella quería compartir mi cama, tendría que dejarme descansar.

Claro que Maselli tenía planes trazados, pero yo no estaba del todo dispuesto a participar de ellos.

Dejé caer mi ropa en el suelo del baño. La recogería luego. Casi arrastrándome, abrí la llave del agua y me quedé bajo la ducha

El recuento de todo lo ocurrido en días pasados me pasaba la factura. El "accidente de Adele", la desaparición de Frank... no podía quitarme la idea de que les fallé. Puse en peligro a mi propia madre. Si algo le sucedía a Adele, sería mi culpa.

Anímicamente me encontraba en ruinas. En el cuartel nadie tomaba en serio la búsqueda de Frank. Era un omega más, no era prioridad.

Estuve a punto de enfrascarme en una pelea con otro alfa, por un comentario que hizo. Que me buscara otro omega, dijo, y que no valía la pena gastar energías en "eso".
De pronto me sorprendía tanto lo imbeciles que podían resultar los del cuartel. Sabía que no eran del todo brillantes, pero tampoco tenían que ser tan evidentes.

Para ellos Frank era un omega más, pero se olvidaban entre otras cosas, que era parte e una investigación que estaba en curso.

Esos bastardos me hicieron perder la paciencia y estuvo muy cerca de partirles la cara a todos.

Quizá lo haría el día de mañana. Cuando tuviera más energía, porque ahora no me quedaba fuerzas ni para levantar el jabón.

Me haría tanto bien tener a Miles conmigo y que me jabonara la... ¿por qué carajo tengo que pensar en ese imbécil? En estos momentos debe estar de lo más feliz moviéndole la cola a ese infeliz de como sea que se llame.

Tengo que dejar de pensar en Miles. Él eligió su camino y mejor que no se cruce con el mío. No tenemos nada en común, no tenemos asuntos pendientes. No tengo nada que ver con Miles y es mejor que me olvide de él.

Maselli en cambio, es una alternativa para olvidar. La escucho acercarse, sus pasos vienen a buscarme. Podría pasar la noche con ella, pero no es lo que quiero. Necesito descansar, eso.

La ducha terminó. Me envolví en una toalla, justo cuando ella entraba al cuarto de baño.

—Pensé que me ibas a esperar. —su voz sonó a reproche. Sin embargo, me abrazó mientras aún estaba húmedo, aspirando el olor de mi cuerpo.

—Maselli, es tarde. Dame un momento. Te llevaré a tu casa.

Su reacción era de esperarse. Maselli se replegó con una mirada de incredulidad. Acababa de rechazarla y seguramente me iba a arrepentir después por desperdiciar semejante oportunidad con ella.

La sorpresa le duró un momento y al siguiente sacudió la cabeza.

—Tienes razón, es tarde.—Maselli giró sobre sus talones dispuesta a marcharse. —Es hora de que me vaya.

—Te llevaré a casa. —insistí porque era lo menos que podía hacer.

—No. —y fue rotundo. —Tomaré un taxi.

Giró de nuevo y sus ojos me indicaron que hablaba en serio.

—Descansa Elemiah. Necesitas dormir un poco y eso.
La seguí apurada hacia el pasadizo. Apenas tenía una toalla en la cintura y mojado como estaba, no iría a despedirla hasta la puerta.

La escuché tomando sus cosas con más prisa de la usual. Maselli no estaba contenta y era evidente la razón.

Vaya, como cambian las cosas. Por lo general se marchan apresuradas la mañana siguiente. En fin.

Mi cama vacía me espera. Las sábanas limpias, ya no tienen el olor a Miles. Se supone que tengo que dejar de pensar en él, pero es un tema recurrente, en mis noches a solas.

Cuando vi a Miles por primera vez, no supe que fue lo que me atrajo tanto. Quizá la manera altiva como se me enfrentó. De repente fue su cinismo al encararme y pretender engañarme con su actuación.

Lo que fuera me despertó cierta maliciosa curiosidad y al descubrir que era un omega, todo cambió. Tenía que hacerlo mío, por supuesto. Era una necesidad tomarlo porque era algo que nunca había tenido. Un omega desquiciado, belicoso y necio como él solo.

Fue un capricho que me permití. Total, los omegas están en el mundo para servirnos a los Alfas. Pero Miles es algo distinto al común. Es terco, es rebelde y no mide consecuencias. Igual que yo.

No esperaba que me fuera a durar tanto el capricho. No imaginé que me fuera a gustar tanto tenerlo bajo mis sabanas. Y, sobre todo, no puedo creer que siga pensando en él cuando se supone que debería estar descansando.

Es que los encuentros con Miles han sido algo difícil de olvidar. Mis encuentros anteriores no han sido lo mismo, no he sentido lo mismo que con Miles. Puede ser porque los omegas son tremendamente sumisos. Frank dejaría que hiciera mi voluntad con él, pero no es lo que quiero.

En cambio, Miles busca imponerse y es terriblemente delicioso cuando se pone en ese plan en la cama. No voy a negar como disfruto esa pequeña batalla. Porque como resultado mi cuerpo y el suyo se combinan en uno, con una sola misión, sentir placer. No es algo que pueda explicar, simplemente sucede.

Pero ahora en mi cama vacía y mis sábanas frías, el sueño me es esquivo. La noche va a pasar por mi ventana y yo sin hallar descanso.

Es inútil..

Quizá debería lanzarme a las calles en busca de Miles... No, es Frank a quien tengo que encontrar.

No hay remedio, ¿verdad? Miles no se me va a olvidar tan fácilmente.

¿Qué mierda fue eso?

¿Maselli olvidó algo o qué mierda? Hay alguien en la sala, puedo escuchar movimiento...
Mi arma reglamentaria se quedó sobre mi velador. Carajo, no tengo fuerzas para sostenerla. ¿Qué me está pasando?
Más vale que sea Maselli... y más le vale estar atenta porque pienso disparar...

No. No es Maselli. Ella no dejaría abierta la maldita puerta. 

La luz de la lámpara de la sala quedó encendida. Puedo ver una sombra desde mi escondite en el pasillo. ¡Mierda!

—¿Qué carajo haces aquí?

¡Uy! Se acabó el capítulo. 🤔Por favor, les agradezco que me digan que les pareció. 😋

Acá 👉🏻 https://m.facebook.com/groups/289370324730527
está en enlace a mi página de escritor.

👇🏻y acá una bella imagen hecha por un artista muy talentoso, Lakei Loku. Gracias!
#elemiles

Hasta la próxima.

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