[TAENY]

By TaeNyKimHwang09

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ESTO ES UNA ADAPTACION TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS A LA AUTORA ORIGINAL... More

Prólogo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5.1
Capitulo 5.2
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10.1
Capitulo 10.2
Capitulo 12.1
Capitulo 12.2
13
14
15.1
15.2
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27 FINAL
Epilogo parte 1
Epilogo Parte 2

Capitulo 11

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By TaeNyKimHwang09

       

Advertencias:

Este capitulo contiene peleas, situaciones violentas y asesinatos.


Los rugidos del público creaban ondas vibratorias en todo el lugar. El aroma del sudor y de la sangre se aunaba en el aire y entraba en las fosas nasales de las espectadoras. La voz de la réferi, indicando a las ganadoras y perdedoras de cada round, se alzaba por el resto y creaba oleadas de adrenalina al gritar el nombre de las indiscutibles campeonas.               

Taeyeon secó el sudor de su frente, escupiendo al suelo la sangre que brotó de las cortaduras internas en su boca. La mujer frente a ella, una peleadora de Brasil de la cual Taeyeon había escuchado varios rumores, sonreía               

No esperaba la participación de una rival digna esa noche, Nicholas iba a tener que darle explicaciones.              

El árbitro indicó que podían continuar la pelea; Taeyeon hizo oscilar sus hombros y levantó los puños en defensa. Cuando su contrincante se abalanzó contra ella con un juego de patadas bajas y rodillazos, Taeyeon conectó un golpe en el diafragma de la mujer.               

El público gritó su nombre.               

Esquivaba algunos golpes, recibía otros, pero el destino de esa pelea ya estaba escrito. Taeyeon iba a destrozarla.             

Cayó al suelo y se levantó de golpe, impulsándose con sus manos a los costados de su cabeza y curvando su espalda. Sus piernas hicieron de resorte y la ayudaron a colocarse de pie en un solo segundo. Giró sobre su eje y con una pierna a la altura de su pecho, lanzó una patada que encajó directamente en la quijada de la contraria.             

Podía sentir como el aire que entraba a sus pulmones quemaba todo a su paso. Su cuerpo secretaba adrenalina y fuego. Soliviantada por el sabor metálico de su propia sangre, por el dolor nimio de su cuerpo. Quería destrozar a la mujer  frente a ella.              

La tomó del cuello, alzándola en el aire y haciéndola caer sobre sus hombros. Se enredó en el cuerpo de la brasileña en una llave y logró capturar su pierna izquierda. Las vociferaciones del público exigían que terminara con la vida de su oponente. Sonrió, sabiendo que, por esa noche, la corona permanecería en su cabeza.               

El bramido de dolor de la mujer cuando le rompió una pierna fue la señal de que la pelea había terminado. Todas alababan a su emperadora, entregaban sus pútridas almas a la reina de aquel infierno. Taeyeon alzó los brazos y girando en todas direcciones.

Vio a Ley en una esquina, aplaudiendo con ambas cejas enarcadas y una sonrisa complaciente. Taeyeon quiso retarla ahí mismo, acabar de una vez con los rumores que comenzaban a aparecer, indicando que la oriental era incluso mejor que Taeyeon.               

—Bien hecho, Taeyeon. —La réferi palmeó su hombro y bajó del ring.              

Se colocó las prendas de vestir que aguardaban por ella, con rapidez. Las felicitaciones de su mecenas a su espalda, sonaban como un molesto zumbido. Sin responder, abandonó el sector apartado donde estaban los peces gordos.               

Gruñó y golpeó a aquellas que intentaban acercarse a ella. En ese momento solo había un pensamiento en su cabeza; venganza. Los escalones que conducían a la salida de aquel antro se le hicieron eternos, quizá era la ansiedad de saber que cada segundo que pasaba, era un segundo menos que podría usar torturando a esas bastardas.               

Vio a Yuri. Su compañera se encontraba afuera de las puertas que guiaban al Under. Sostenía un cigarrillo con la boca y su esculpido torso estaba al desnudo, solamente con el Top deportivo que usaban en las peleas. Esa noche también había peleado, llevándose dos vidas con sus manos.

—Ya están ahí —masculló calmadamente.

Taeyeon  asintió y vio la venda en el tobillo de Yuri. Gruñó por lo bajo.               

—Tu pie —exigió saber.             

No era normal en ella preocuparse por otras, pero una de las peleadoras que luchó contra Yuri, al verse humillada por esta y en un acto de desesperación, desde el suelo agarró el pie de la princesa y lo desgarró con sus dientes cual caníbal, por encima del tobillo. Era primera vez que veían algo así...

—Nada de lo que preocuparse. Vamos. — Taeyeon no insistió.

El camino hacia las alcantarillas fue en completo silencio por parte de Taeyeon. Yuri le comentaba algunas cosas de la prisión, algunos ajustes de cuentas que debían hacerse y cobros de insumos que la emperadora dio en su momento a algunas súbditas. También le informó sobre los preparativos para la realización de la fosa.

Taeyeon escuchó atentamente. Yuri siempre era la primera en enterarse de todo respecto a los sórdidos juegos que sus mecenas creaban para ellas. Uno de esos era la fosa. No era un simple torneo de los bajos mundos, era una guerra de supervivencia animal. Yuri no participaba, Reynolds sabía que su peleadora no tenía posibilidades si Taeyeon se presentaba, y la emperadora estaba nimiamente agradecida de no tener que asesinar a su compañera.

La fosa se realizaba una vez al año en una locación secreta fuera de Camp Alderson. Las peleadoras luchaban en una fosa de tierra como si fueran gladiadoras de la antigua Roma. Con armas otorgadas a capricho de los mecenas y con una sola vencedora, La única sobreviviente. Taeyeon había peleado dos veces, ambas resultando victoriosa.

Creía que Nicholas estaba aplazando su enfrentamiento con Ley para hacerlas pelear en la fosa. No era idiota, Nicholas no necesitaba dos peleadoras y si las mantenía era para obtener algún gran beneficio de ello. La reputación de Ley crecía cada día y seguramente muchas apostarían a favor de ella cuando tocara enfrentarse en la fosa. Lo único que Taeyeon no sabía, era por quien apostaría su mecenas.

Taeyeon vio a sus mujeres afuera del umbral que conducía a las alcantarillas. Recibió sus guantes de castigo, aquellos trozos de tela en cuero con nudillos metálicos que usaba para castigar a las que osaban desobedecerla. Tomó el fierro con punta oxidada que Yuri le ofreció y remojó sus labios, colocándose una pañoleta negra por encima del tabique nasal, tapando la mitad de su rostro. Respiró por última vez el aire húmedo antes de descender a aquellas cloacas podridas.

—Ahí están. —Yuri señaló a cinco mujeres encapuchadas. También cubrió su rostro con una pañoleta.

—¿Encontraste un chivo expiatorio? —preguntó Taeyeon en dirección a Yuri

—Sí. Tranquila, que la princesa lo tiene todo cubierto. Tú solo diviértete.

  El paladar de Taeyeon cosquilleó cuando pasó la punta de su lengua por él. Poco importaba el tóxico olor de aquel lugar, todo su cuerpo vibraba de la emoción. Ver a las guardias con grilletes en los pies y de manos atadas, igual como había estado ella tantas veces, le daba una sensación de placer enfermizo. 

—Hm. Vaya, ¿qué me han dejado aquí? — Taeyeon caminó alrededor de las mujeres, sacándoles la capucha una por una. Sentía el aroma del miedo emanar por sus cuerpos, los temblores en las que se retorcían. Detuvo sus pasos, quedando frente a una de ellas.

El rostro gordo y lloroso de la mujer  la hizo curvar sus labios en una sonrisa.

—Y-yo, yo no la golpeé, lo Juro. P-por favor, perdóneme la vida —suplicó en un balbuceo.

Taeyeon no escuchaba sus palabras. Su cabeza viajaba de vuelta en el tiempo, al momento en que vio a su corderita, al momento en que Tiffany se arrimó a su pecho buscando ser protegida por ella.

—Voy a contarles una historia. Es una maldita mariconería, pero espero que escuchen en silencio o tendré que cortarles la lengua. —Retomó su camino. Con la vista fija en el suelo donde el fango se incrustaba en sus botas militares—. Hace mucho tiempo, el diablo convenció a Dios para que una vez cada mil años le enviara una de sus ángeles. Prometió que si una de esas divinas criaturas descendía al infierno, él dejaría libres las almas de mil mujeres. Una por año. Dios aceptó ciegamente, pero no quiso ser quien decidiera que ángel descendería y sufriría aquel tormento, así que reunió a todas sus querubines y les preguntó si alguna de ellas tenía el valor para tomar el lugar de un cordero de sacrificio... Naturalmente nadie quería, entonces pensaron que lo mejor sería dejarlo a la suerte. Cada una sacó una pluma de sus alas y decidieron que aquella que tuviera la pluma más pequeña, sería la desafortunada. La suerte escogió a una pequeña ángel de ojos café para ser la cordera del diablo. —El recuerdo de Tiffany se hizo presente y no pudo evitar sonreír bajo la pañoleta que le tapaba la boca—. El infierno la quebrantó con su maldita oscuridad. Los demonios le cortaron las alas y la cubrieron en lamentos. La desdichada ángel, lloró mares de diamantes y pensó que moriría antes de que se cumplieran los mil años. Fue en ese entonces que el diablo la reclamó... Hechizado por las pequeñas chispas de luz que su ángel dejaba al paso, resplandeciendo cada lugar en el que se encontraba, pero el diablo no tenía ni puta idea de cómo tratar a una angelita, así que la lastimó. Demasiado. Se desesperaba al no poder tocarla, porque sus manos estaban hechas para arrebatar almas y sus garras para lastimar a quien tocase. Pensó en deshacerse de la pequeña ángel antes de enloquecer al no poder tenerla. Entonces... algo que los celestiales llamarían un milagro, ocurrió. Su pequeña ángel quiso ser tocada, aun cuando sabía que sería lastimada.

Recordó las primeras semanas, como todo era tan extraño y nuevo para ella; como no lograba comprender que sus acciones podían lastimar a la americana.

—¿Pueden creerlo? Esa ángel quiso que el hijo de puta del diablo la tocara. Es que era tonta la mamona. —Soltó una corta carcajada—. ¿Y saben qué ocurrió? El infierno se congeló en ese momento. Cuando el diablo enterró sus garras en la tersa piel de su ángel por vez primera y se sepultó así mismo en el acto. Porque sin darse cuenta, mientras ella tocaba al ángel, esta la tocaba a ella... Y nadie jamás había tocado al diablo.

Taeyeon  soltó un suspiro y se encogió de hombros.

—Ahora... ¿Qué debería hacer este diablo si algunos de los demonios que habitaban en el infierno hubieran lastimado al ángel que ella estaba aprendiendo a cuidar? ¿Qué castigo sería apropiado para quienes osaron robar las lágrimas de su ángel? — Taeyeon presionó un dedo índice en el borde derecho de sus labios, rascando la pequeña comezón que se había instalado ahí. El silencio de las mujeres era su respuesta—. ¿Qué opinas tú Yuri?

Su amiga se hallaba de brazos cruzados a la altura de su pecho. Se encogió de hombros y aun cuando Taeyeon no podía ver su boca debido a la pañoleta, sabía que la hija de puta sonreía.

—P-por favor...

Taeyeon giró su rostro en dirección a la mujer que le había hablado.

—Tengo una pregunta... ¿Qué les hizo pensar que podrían joderse a mi protegida y seguir con vida? —Realmente no lo entendía.

—P-perd...

—Oh vamos. ¿Es lo mejor que tienes? —La mujer  abrió su boca, pero no pudo hacer otra cosa sino romper en llanto—. Venga maricona... ¿Es en serio? ¿Llorar?

Taeyeon chasqueó con la lengua. El llanto de su víctima comenzó a colmar su paciencia y en un acto despiadado se abalanzó sobre ella. Apretó la garganta de la mujer, estrangulándola.

—Yuri. Córtale la lengua —ordenó.

—Como gustes. —Yuri sacó una navaja, que guardaba celosamente en un bolsillo de su viejo pantalón deportivo, y se acercó a Taeyeon.

La guardia se resistió, ganándose un rodillazo en las costillas que la hizo caer al suelo. Taeyeon se colocó tras ella, sostuvo su cabeza y con una mano golpeó su quijada reiteradas veces, provocando que se dislocara.

—Ya. Ahora sí, córtale la puta lengua. —La sostuvo con fuerza mientras Yuri tomaba el órgano muscular de la mujer y enterraba su cuchillo en ella.

Los gritos llenaban las cloacas. Las otras guardias suplicaban, ofrecían lo que no tenían y aullaban como ratas al fuego. Yuri torció el cuchillo en un movimiento limpio, cortando la carne de la mujer que se retorcía en el suelo. Se colocó de pie y mostró la lengua a Taeyeon antes de soltarla en uno de los pozos de restos fecales.

—¿Saben que Tiffany terminó con dos costillas rotas? —preguntó con calma y mirando a la que sería la siguiente en sufrir. Se acercó con paso sigiloso, saboreando el rostro de pánico de la mujer—. Con lo que le gusta montarme. Me han jodido toda la puta diversión.

—No te olvides de la cena.

—¡Verdad! — Taeyeon apuntó a Yuri con su dedo índice y asintió con la cabeza—. Ya... Es que esto es lo divertido. Vale, mi cordera se ha puesto bien mamona, ¿saben? Le gustan todas esas gilipolleces románticas.—Yuri rodó los ojos, pensando en cierta rubia que incluso la hacía recordar fechas tan estúpidas como la vez que se dieron su primer beso—. Y al parecer quiso hacerme una maldita cena romántica. A mí...

—Con velitas —mencionó Yuri, agregando leña al fuego.

—Con velitas —repitió—. Si es que me la imagino y todo. Chillando como maricona mientras ordenaba nuestra celda y se ponía como a mí me gusta, pero yo no pude llegar... Tuve un pequeño inconveniente.

Taeyeon se encogió de hombros y tomó a la mujer que había estado mirando por los hombros. De un rodillazo en el abdomen la hizo doblegarse en el suelo. La mujer sintió su respiración dejar de pasar a través de su garganta.

—El problema es... que ahora me he quedado sin cena y con mi maldita cordera a medio morir. — Taeyeon conectó su puño en la nariz de la mujer, rompiéndosela y haciéndola caer de espaldas—. Y estoy muy molesta.

—¿Necesitas algo?

—El fierro y una navaja. Vamos a hacer esto bien, ¿de acuerdo? No quiero que mueran antes de tiempo. —Señaló a la mujer que seguía en el suelo, chillando por su lengua cortada y con el rostro cubierto de fango y sangre—. O no estaré satisfecha con sus muertes y tendré que ir por sus familias.

Yuri le extendió la navaja a Taeyeon, quien con un gesto de cabeza le indicó que sujetara a la guardia. Yuri obedeció y con una patada de costado, la hizo caer de espalda al suelo.

—Toda tuya. —La coreana se sentó a horcajadas de la mujer mientras Yuri la sujetaba por los brazos. Las otras víctimas intentaban desesperadamente soltarse de sus cadenas—. Voy a necesitar una ducha y una buena cogida después de esto.

—Bueno, igual y le pones una correa a tu puta. Que hoy la vi muy coqueta con Hyoyeon —se mofó de Yuri mientras levantaba la camisa de la mujer, dejando su torso descubierto.

—Ya, humorista y te mueres de hambre, bastarda —gruñó en respuesta.

Taeyeon soltó una risilla. Con sus ónice brillantes sobre la piel de la mujer que se retorcía bajo ella. Deslizó su cuchillo hasta quedar con la punta sobre la zona torácica. Lamió con la punta de su lengua su labio inferior cuando una sonrisa mordaz se le dibujó en la boca.

Enterró el cuchillo, con sus dedos apretándose al puñal y su brazo ejerciendo presión sobre la carne mutilada. La enorme incisión dejó a la vista las costillas de la mujer y Taeyeon soltó la navaja para hundir sus dedos enguantados en el rio de sangre y órganos de la agonizante guardia. Crispó sus dedos alrededor de una costilla y con un gruñido hastiado le exigió a Yuri que sujetara mejor a la bastarda. Cerró los ojos, llenándose los pulmones de aire y tensando la muñeca para jalar aquel hueso torácico.

—Cuando llegues al infierno dile a mi impostora, que Kim Taeyeon le manda saludos.

Se colocó de pie y miró a las desafortunadas que esperaban su turno. Algo le decía que esa noche tampoco dormiría.

゜・🍁゜・ 。 🍂 ゜ ゜・

Tiffany despertó dos días después. Tenía una intravenosa en su antebrazo y sentía todo el cuerpo de plomo. Agitó las frondosas pestañas que abrazaban a sus ojos y lentamente logró acostumbrarse a la luz. No recordaba mucho, solo vagas imágenes de los golpes recibidos por esas guardias y como Taeyeon la había llevado a la unidad médica.

Intentó girar su rostro, pero no tenía las fuerzas necesarias y su garganta estaba inflamada por lo que alzar la voz tampoco era una opción. Gracias al cielo no tuvo que esperar mucho ya que un médico con la que se llevaba bastante bien la vio a su paso, mientras cruzaba el lugar.

—Oh. Despertaste. Bienvenida  al mundo de los vivos. —La mujer se acercó a Tiffany y le dio una mirada empática—. Vaya que sabes cómo provocar caos, Tiffany.                     

—¿C-cuanto... dormí?                

—Dos días, pero deberás quedarse aquí un poco más. —Tiffany iba a abrir la boca para preguntar por la única mujer que ocupaba sus pensamientos—. Y antes que preguntes, Taeyeon sí ha venido a verte. Todos los días, de hecho... ya tiene que estar por llegar.

                     

—Gracias.                     

—No te preocupes. Voy a ir a ver si puedo conseguir que te preparen algo nutritivo de comer.                      

Tiffany quiso devolver la sonrisa, más le fue imposible. No tenía energías por lo que solamente la vio alejarse. Escuchó unos cuchicheos y a los pocos segundos vio la imponente figura de Taeyeon aparecer frente a sus ojos. Su hermosa y cruel dueña.                    

—¿Cómo te sientes? —preguntó la coreana sentándose a un lado de la camilla.                   

Tiffany quiso preguntar por las ojeras bajo sus ojos, pero prefirió no hacerlo.                     

—Mejor —respondió en un suspiro. La presencia de Taeyeon la hacía sentir menos miserable y alejaba el frío que intentaba arraigarse en el tuétano de sus huesos. No iba a decirle que el solo hecho de hablar hacia doler como el infierno sus costillas.                     

—¿De verdad? Porque luces como la mierda. —Tiffany rodó los ojos y esbozó una suave sonrisa.                  

Usando los nuevos depósitos de fuerza que iba recuperando. Estiró sus dedos sobre las mantas para acariciar el dorso de la mano de Taeyeon. Fue un movimiento lento y sutil. Sus mejillas teñidas de carmín por aquella intima muestra de afecto. Su dueña frunció el ceño, con una sonrisa perspicaz que dejaba a la vista sus sensuales hoyuelos.                     

—Pequeña ramera. Ni con medio pie dentro del cementerio se te quita lo coqueta.                     

—Y te encanta.                    

—Ya. Los golpes te dejaron tonta.                  

—Por ti.                   

—¡Joder! ¿Quién demonios eres tú, cabrona? — Taeyeon ni siquiera intentó evitar la risa que brotó de su garganta.                     

Tiffany quiso imitarla, pero no pudo, por lo que se limitó a admirar la escena frente a sus ojos. Con gusto volvería a vivir todo ese martirio solo para ver a Taeyeon sonreír.                      

¿Cuánto tiempo llevaba ya en Camp Alderson? Honestamente había perdido la cuenta. La libertad ya no lucía tan dulce y su propio bienestar se encontraba perdiendo importancia con cada día transcurrido. Seguramente si hablaba eso con alguien más, le recomendaría un psicólogo. Tiffany no sabía hasta qué punto quería encontrarle una cura a su demencia.                     

—Tengo algo para ti, corderita. Seguro si los golpes de esas hijas de puta no te mataron, esto sí lo hace. —Su dueña se acercó un poco y levantando los brazos por detrás de su nuca, jaló su suéter que llevaba. Le mostró con un brío de orgullo su brazo, la sonrisa en su rostro era jactanciosa y arrogante.                    

El labio de Tiffany tembló al ver la tinta sobre la piel de Taeyeon. Una rosa. Taeyeon se había tatuado una rosa.                     

—¿Duele mucho? —Tiffany  apenas rozó el plástico transparente con un toque vacilante.                     

—¿Dolor? ¿Esa sensación aguda y punzante? —preguntó con sus ojos en un punto ciego. Como si realmente estuviese pensando en ello.                     

—Sí —respondió a tientas. Taeyeon ladeó una sonrisa quedada. Presionó un pulgar sobre los blandos y tibios labios de Tiffany. La americana acalló un pequeño gemido de dolor.

—Lo sentí una vez, supongo. Cuando te vi en el suelo de ese calabozo. —Tiffany pestañeó incrédula, y entreabrió los labios, atragantándose con un gemido—. Como te burles de mi romanticismo, te boto los dientes de un golpe.

—Yo... Uhm. N-no sé. —No lograba ordenar las palabras en su cabeza. Había tanto que quería decir en ese momento, sin embargo, solo podía balbucear estúpidamente—. Taeyeon... Yo, yo.

—Ya, si te traigo tonta. Lo sé. —Volvió a colocarse su suéter y con un encogimiento de hombros le restó importancia—. No tengo ni puta idea de por qué me lo hice. Anoche me emborraché con la botella de vodka de tu caja y cuando desperté ya lo tenía.

—... ¿Qué?

—Bueno. Tú estás media muerta y ni en broma vas a poder tomar así que le di un buen uso. ¿Qué? ¿Acaso era especial o algo? Porque si me dices que tiene que ver con esa Sooyang o algo así. Te juro que...

Tiffany tapó la boca de Taeyeon con su mano. No quería pelear con ella, no tan pronto al menos.

—Choi SooYoung. Es como mi hermana... Vendría siendo tu cuñada o algo así. — Taeyeon rodó los ojos y abrió la boca, dándole un lametón a la palma de Tiffany—. ¡Taeyeon! Eso es obsceno.

—Obscena es la lengua que voy a meter en tu vagina cuando te den de alta —se burló Taeyeon , con un guiño de ojos

—Por ahora me conformo con que me des un beso.

—A saber que tornillo se te zafó de tanto golpe. Porque has despertado siendo una insolente. —Y Tiffany iba a responder, pero Taeyeon la silenció con un beso.

゜・🍁゜・ 。 🍂 ゜ ゜・

Tres semanas después, Tiffany salió de la unidad médica con indicaciones de reposo. Jessica, Yoona y Yuju prácticamente armaron un carnaval de camino a la celda en donde una gruñona Taeyeon la esperaba.

Que hubieran peleado un día antes de que a Tiffany se le diera el alta, era el motivo por el cual Taeyeon no la fue a buscar a la unidad médica. Lamentablemente los celos de la coreana eran imposibles de apaciguar y si se le había metido que Tiffany le coqueteaba a la enfermera, nada podía hacer la americana. Tiffany pensó que quizá era una maldición personal lo que tenía con las enfermeras.

Sus costillas aún le dolían y necesitaban tres semanas más hasta estar completamente soldadas. El dolor por otro lado, sería mucho más prolongado, al igual que su muñeca la cual permanecía enyesada. Los medicamentos ayudaban a pasar el dolor, pero el frío de las noches hacían lo suyo también y Tiffany pasaba noches enteras sin poder dormir. Quiso pedirle a Taeyeon que se quedara con ella muchas veces, sin embargo, sabía que su dueña no iba a ceder a cada petición suya por lo que silenció su dolor y aguantó pacientemente.

Y ya estaba finalmente de vuelta en su pequeño oasis. Todo se encontraba como lo recordaba, a excepción del banquillo de madera que se encontraba bajo la mesa y un baúl viejo que había a los pies de la litera en donde Taeyeon se encontraba recostada de brazos cruzados.

—¡Y aquí estamos! —Exclamó Jessica entre aplausos—. Hola, Taeyeon.

—Cállate, perra loca —gruñó en respuesta. Acomodándose de costado y haciendo a la rubia rodar los ojos—. Dejen de armar tanto escándalo y salgan de mi puta celda o las boto a patadas en el culo.

—Pones una mano o pie en mi culo y te despiertas sin tetas —desafió nuevamente Jessica. Taeyeon se enderezó de inmediato, con un gutural gruñido formándosele en la garganta; haciendo a la rubia chillar y dar un brinco—. ¡Ay, que me orino, maricona! ¡No hagas eso!

La americana mordió su labio inferior para no romper en carcajadas. Sus pobres costillas no lo soportarían.

—Ya. Vamos, Jess. Que esta necesita comerse la vagina de Tiffany o terminará con la lengua atrofiada —soltó Yoona palmeando el hombro de Jessica.

Yuju se llevó ambas manos a la boca y en un acto inteligente, abandonó la celda.

Taeyeon saltó de la litera y antes de que pudiera llegar a las amigas de Tiffany, estas habían puesto en acción sus pies. Corriendo en pasos cortos para salir de la celda. Tiffany se colocó frente a Taeyeon para evitar que esta saliera persiguiendo a sus amigas. En los últimos días, las chicas comenzaban a tomar un poco de confianza con la coreana y si bien, a ella le encantaba... Taeyeon no estaba muy de acuerdo con la familiaridad con la que la estaban tratando.

—Solo estaban bromeando.

—Son unas putas insolentes y se les ha olvidado cómo deben tratarme. — Taeyeon respiraba denso. Notablemente encolerizada. Tiffany colocó ambas manos sobre sus pechos y ladeó una sonrisa coqueta al mismo tiempo que cargaba el peso de su cuerpo en un lado de su cadera.

—Yo no he olvidado cómo debo tratarte, dueña. —Su voz bajita y aguda, directamente sensual, fue un imán para los ojos ónice de Taeyeon —. Te extrañé.

—Hm. No me di cuenta. Como te la pasabas de puta fácil con la enfermera.

Tiffany retuvo el impulso de rodar los ojos y en su lugar, hundió su rostro en el pecho de Taeyeon. Inspirando hondo y deleitándose con el aroma femenino de su dueña. Las manos de Taeyeon  inconscientemente se posaron sobre sus caderas.

—De verdad te extrañé. Creo que me estoy volviendo loca. —Dejó un beso en la barbilla de Taeyeon y sonrió al escucharla ronronear como un gatito grande.

—¿No te lo había dicho? Mi demencia es contagiosa.

—Estamos a mano, entonces.

Taeyeon se apartó. Con una ceja levantada y un amago de confusión en el rostro.

—¿Por qué lo dices?

—Yo también tengo una enfermedad que se contagia, Taeyeon.

—¿Qué? ¿De qué mierda estás hablando ahora, pedazo de zorra malparida? ¿Qué puta enfermedad tienes?

—Estoy enferma de amor y pronto lo estarás tú también.

—Oh, mujer... Que ya echaba de menos tus mariconerías cursis. Ven aquí, corderita coqueta. — Taeyeon hundió sus dedos en los glúteos de Tiffany y con una delicadeza desconocida para la americana, la apretó contra ella.

Sus labios no demoraron en encontrarse en ese apasionado beso que ambas necesitaban. Que ambas querían.

Fue así como la corderita volvió nuevamente a los brazos de su dueña.





Aqui concluye este maratón, espero que lo hayan disfrutado!!

Nos vemos pronto!!

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