The Beauty and the Beast

By CleonLi

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Adaptacion de la nueva version de la Bella y la Bestia para el Ichiruki. Un joven príncipe es hechizado por s... More

Prólogo: El Principe y la Hechicera
Capítulo 1: Una chica extraña
El castillo en el boque
El amo del castillo
Una invitación a cenar
Dias de Sol
Un hermoso regalo
Un gusto en común
Capítulo 9: Algo ahí
Capítulo 10: El salón de baile
Capitulo 11: El París de mis recuerdos
Capítulo 12: Organizando un baile
Capítulo 13: La Bella y la Bestia
Capítulo 14: La horda
El ataque al castillo
Capitulo 16: La bestia vs el cazador

Una jauria de lobos

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By CleonLi

Disclaimer: Bleach y sus personajes pertenecen a Tite Kubo
La Bella y la Bestia y sus personajes pertenecen a Disney
Fanfic hecho con el único propósito de entretener y sin fines de lucro
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Capítulo 5: Una jauria de lobos

Un pétalo de la rosa encantada habia caido causando derrumbes en el castillo, en el salón principal los sirvientes lo habian sentido. Sentian como los cimientos del castillo se sacudian bajo sus pies haciendo que montones de escombros cayeran desde grandes alturas. Con cada pétalo que caia, el castillo iba perdiendo forma y vida, habia habitaciones a las que ya no se podian llegar caminando, probablemente Ichigo pudiese llegar de un salto, pero para los demás era imposible.

—Otro pétalo cayó—dijo Gin encendiendo una parte de la chimenea que se había apagado cuando parte del escombro cayó en ella. Estaba junto a los otros en el salón principal, aquel en donde el sillon favorito de Ichigo se encontraba, estaban mirando melancolicos la chimenea.

—Gin… ayer me salieron 3 plumas nuevas...—dijo Rangiku mientras con sus alitas acariciaba las plumas de su cola—Sabes lo que significa ¿Verdad?

—Lo se, tesoro...—respondió el candelabro alejandose de la chimenea y mirando de frente a su amada—mis partes de metal me dificultan moverme cada vez más—dijo el moviendo la rodilla y el codo.

—Ay, no, otra vez no—dijo Aizen y sus manecillas en su rostro se movieron por si solas marcando las 9 en punto, su campana sonó sin que él lo pudiese evitar—lo lamento.

—Tranquilos todos, no debemos desesperarnos—dijo Unohana desde su carrito de té—aun nos queda tiempo.

—Mamá, ¿Crees que algún dia vuelva a ser una niña de verdad?—preguntó Yachiru acercándose a la tetera.

—Por supuesto que si, mi cielo, todos volveremos a ver la luz—dijo Unohana en un tono tranquilizador—lo que si estoy segura es que esos dos necesitan un empujoncito.

—¿Qué se le ocurre señora Unohana?—preguntó Gin con respeto.

—Una cena.

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Rukia se encontraba en su alcoba aún insistiendo con la cadena de telas en la ventana, estaba descolgandolas para calcular cuanto faltaba para llegar lo mas cerca del suelo, pero sencillamente no podia, se asomó por la ventana y cálculaba que aun le restaban unos 10 metros, seguian siendo una caída peligrosa, suspiró frustrada. De pronto escuchó que tocaban la puerta de manera mas suave que antes.

—De verdad que eres necio, dije que no iba a ceder a tus rabietas—dijo ella enérgicamente.

—Tranquila, querida, soy la señora Unohana, no hay nada que temer—se oyó desde la puerta. Rukia relajo su ceño y procuró esconder lo mejor que pudo la cadena de tela tras de ella colocándose junto a la cama, la puerta se abrió dejando entrar un carrito de té su tetera y su tacita—Por fin pude conocerte, y es cierto lo que me han dicho, eres preciosa. Es un placer, mi niña—el carrito de té seguía avanzando y eso le permitió a Unohana ver el plan que Rukia inútilmente trató de ocultar—Oh, cielos… es un viaje largo, te prepararé algo para el camino y asi será mas llevadero, ¿No lo crees?—Rukia desvió la mirada con vergüenza, se sentía muy culpable—y en todos estos años, si algo he aprendido, es que los problemas son menos agobiantes despues de una deliciosa taza de té—Unohana sirvió parte de su contenido a la taza que tenía a lado, esta por su parte, saltó del carrito para ir con Rukia—con cuidado, Yachiru—la morena levantó la taza con todo y su plato y dio un sorbo disfrutando el sabor y la calidez.

—¡Hola Rukia! soy Yachiru—saludó la tacita—vaya que eres muy bonita—Rukia sonrió en respuesta—¿Quieres ver algo genial?—Yachiru cerró sus ojos con fuerza e hizo que una burbuja de té brotara de ella, esta se reventó salpicando a la chica provocándole una ligera carcajada.

—Yachiru...—la llamó Unohana con un tono serio, la tacita solo rió en respuesta—lo que hiciste por tu padre, mi niña, fue admirable.

—Asi es—habló de pronto Orihime—todos creemos eso.

—Estoy de verdad preocupada por el—dijo Rukia caminando al carrito de té y colocando con suavidad a Yachiru junto a su madre—el nunca ha estado solo, no se que pueda pasarle.

—Tranquila, mi niña, las cosas mejoraran, y te aseguro que te sentirás mejor despues de tener algo en tu estómago… debes estar hambrienta.

—Pero él… su amo dijo que “si no cena conmigo, no cenará nada”—Rukia recordó la forma en que esa… ese sujeto lo dijo, le dio un escalofrio, aun no sabia de donde habia sacado el valor para enfrentarlo asi.

—Ah si, el enojo nos hace ser un poco dramáticos—dijo Unohana y la morena solto una risita, era la segunda vez que oia que sus sirvientes llamaban dramático a su amo—pero es desición de los demás si hacen caso a esos dramas o no ¿Vienes, querida?

—Vamos, ve, estoy segura que escuche tu estomago rugir hace unos momentos—dijo el ropero convenciendo por fin a la chica.

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—¡Ah! La convenció más rapido de lo que esperaba—dijo Gin entrando a toda prisa a la cocina—¡Última revisión muchachos!

—No estoy de acuerdo—dijo Aizen corriendo trás el—si el amo se entera que lo desafiaron y la alimentaron, me culpará a mí y me hara pedazos… literalmente.

—No te preocupes, si el amo llega a aparecer, yo me encargo—Gin subió al fregadero donde el silencioso Sasakibe lavaba unos platos—sigo maravillado por la forma en que se enfrentó a él, eso la hace la indicada, la que domará a la bestia—miró la pila de platos limpios convencido de ver un buen trabajo bien hecho—y eso nos da un rayo de esperanza, pero como dijo Unohana, debemos darle un empujoncito si queremos ser humanos—siguió avanzando tirando un cucharón al agua jabonosa—para eso ellos deben enamorarse ¿Y como lo harán si ella no sale de su alcoba?—saltó a una mesa de té que transportaba unas servilletas limpias y en la que iba Aizen colgado.

—Suena tan fácil… pero ella nunca lo amará—dijo el reloj.

—Ay, de verdad eres pesimista, pero no me dejaré llevar por esa aura tan oscura… escúchame bien, amigo mio, esos dos se amaran como nadie en el mundo, excepto Rangiku y yo—dijo Gin con elegancia y tomó una servilleta del carrito—tienes que pulirte porque ¡Es hora de brillar!—el candelabro talló al reloj con la servilleta, Aizen manoteó para quitarselo de encima.

—Está bien, está bien, haz lo que quieras… pero en voz baja, por favor.

—Si, si, pero ¿Que es la cena si no hay música?—Gin bajó de un salto del carrito para dirigirse al comedor.

—¡¿Música?!—y si, había dejado ahi Aizen sin saber que sucedía.

En el comedor Gin se reunió con un piano que entró caminando por la puerta, era el maestro Ishida Uryuu, es un piano color azul con molduras doradas, su atril era de oro pero este fungia como su rostro en donde se apreciaban sus ojos y su boca.

—Maestro Uryuu—lo saludó Gin con un ademán elegante—¿Estás listo?

—No lo se… mi ultima presentación fue hace muchos años y terminó de manera trágica… no se si recuerde como se haga.

—Déjame escucharte—pidió el candelabro, Uryuu entonó una melodia magistral con una gran combinación de notas aunque la ultima desafino terriblemente.

—Ah...—Uryuu se lamentó—tengo otra caries.

—Uryuu, no puedes rendirte, Madam Orihime esta arriba, luchando todos los dias para no dormirse, debes hacerlo por ella—rogó el candelabro mientras Aizen llegaba caminando y se posaba a su lado.

—Está bien, por ella, se que aguantaré el dolor.

—Maestro Uryuu, ¿le puedo pedir que toque su música muy silenciosamente?—preguntó Aizen, hablaba enserio.

—Oh, por supuesto...—respondió el piano con sarcasmo—¿Alguna otra petición carente de tacto y buen gusto?

—No, solo eso—replicó el reloj.

—Muy bien, ya es hora—dijo Gin al escuchar unos pasos que se acercaban, subió a la mesa a esperar. La puerta se abrió dejando pasar a Rukia y al carrito de té con Unohana y Yachiru en él.

—Adelante, querida, toma asiento—le pidió la tetera. Rukia entró y sentó en la silla que estaba al extremo de la enorme mesa.

—Vaya… esto se siente solitario—dijo la morena viendo una gran cantidad de sillas alineadas en la mesa.

—Si, bueno, te imaginaras que no recibimos visitas muy seguido… es por eso que queremos honrarte con una cena de bienvenida—dijo Gin haciendo una reverencia—Maestro.

Uryuu empezó a tocar una canción alegre pero elegante, eso fue una señal para que varios carritos de té salieran de la cocina luciendo la hermosa vajilla en el castillo. Uno de ellos traia un platillo de verduras que pese a lo simple de los ingredientes, lucia muy elegante y delicioso. La silla en la que Rukia estaba sentada se acercó por si misma a la mesa, y el perchero Sasakibe colocó el plato frente a la chica, se veía de verdad apetitoso. Dio un bocado y se maravilló por el sabor.

—Debo decirlo, esto es lo más delicioso que he probado en la vida—dijo la morena cubriéndose la boca.

—Nos complace oir eso, ¿Verdad que si muchachos?—Gin giró a ver a sus amigos que sonrieron alegres—hace mucho que esperabamos esto.

—¿De que hablas?—preguntó Rukia limpiando las comisuras de sus labios con su servilleta.

—Atender al amo es lo que mejor sabemos hacer—dijo el candelabro caminando sobre la mesa y dándole la espalda a Rukia—pero aun asi, nuestras labores resultan innecesarias si no hay nadie aqui—Gin dijo un poco desanimado, Aizen llegó dando indicaciones a Sasakibe que servía una copa de vino a la chica.

—¿Hace cuánto nadie viene al castillo?—preguntó la morena con curiosidad. El candelabro y el reloj se miraron.

—10 años…—contestó Aizen—tal vez mas, tal vez menos… han sido tiempos difíciles para el amo y para nosotros.

—Por supuesto que si, pero eso no importa ya, hoy estamos aqui celebrando tu llegada y tu estadia en el castillo, y que además, nos vuelves a dar un proposito—dijo Gin con alegría, en ese momento el piano desafinó en una nota y detuvo la música.

—Oh… lo siento—se disculpó Uryuu apenado.

—A ti no te conozco, ¿Como te llamas?—preguntó Rukia mirando el instrumento con una sonrisa.

—Soy el maestro Ishida Uryuu, el músico del castillo—se presentó con galanura, la chica analizó lo que había oído.

—¿Ishida? ¿Acaso…?

—Si, madam Orihime es mi esposa—respondió el piano con alegria mientras en su atril se veía algo parecido a una sonrisa—mi bella Orihime… vuelvo a disculparme por la infamia de una nota desafinada y continuaré tocando—dijo para enseguida entonar melodia nuevamente.

—¿Todo bien, mi niña?—preguntó Unohana desde su carrito de té.

—Si, señora Unohana, la comida esta deliciosa—dijo Rukia sonriendo.

—¿Te gustaría tomar un poco de té?—ofreció la tetera cordialmente.

—No, por el momento estoy bien, gracias

—Rukia, ¿Estas lista para el número estelar de la noche?—preguntó Gin llamando la atención de la chica.

—¿Número estelar?—preguntó ella sonriendo.

—¡Si! ¡Mira esto!—el candelabro se hizo a un lado para que la morena pudiera apreciar mejor lo que iba a suceder.

Varias copas y unas cuantas charolas de plata llegaron volando hacia en comedor, estos se acomodaron formando un torre de cristal sumamente hermoso, Rangiku junto con otro sacudidor volaron sosteniendo unos espejos que reflejaban la luz de las velas y apuntaron hacia las copas creando un bello efecto de luces, después dos filas de tres botellas de vino espumoso se alinearon una frente a otra rodeando la torre de copas y se descorcharon liberando su contenido, esto con la luz creo un efecto como de cristales cayendo. Rukia miraba maravillada la escena, no podía creer la magia que había en ese lugar. Ese momento, Gin venia bailando al son de la música de Uryuu con una charola en sus manos, dio una vuelta elegante y con una reverencia, levantó la tapa de la charola frente a la chica.

—¿Lista para el postre?—preguntó mostrándole un pequeño pastelito decorado con flores y perlas de dulce. Rukia soltó una risa.

—Esto es simplemente maravilloso—dijo tomando el pastelito y colocándolo frente a ella, empezó a comerlo mientras conversaba con los sirvientes del castillo. No estaba tan mal, quiza si podria quedarse ahi para siempre.

La cena continuó entre risas de Rukia y los sirvientes, todos los demás utensilios se retiraron a la cocina para volver a sus monótonas vidas de objetos. En ese tiempo, Rukia dedujo ciertas cosas, Aizen era muy estructurado y si las cosas no iban acorde a su plan, se estresaba. Gin era un ser mas relajado, y por lo que pudo darse cuenta, es que tenía un gran nivel de persuasión con su amo, habia descubierto que muchas veces se habia salido con la suya por ese poder. Rangiku era coqueta, pero fiel a su amor por Gin, la pasión que ellos se profesaban era digno de los libros que Rukia amaba; y sobre todo, era incondicional, en palabras de Aizen, no importaba que tan disparatado fuera un plan de Gin, Rangiku siempre lo apoyaba. Yachiru, como toda niña era traviesa y ocurrente, disfrutaba de hacer travesuras, sobre todo a Sasakibe que gozaba de una paciencia infinita. Unohana era lo que Rukia llamaba “la mamá de los pollitos”, es un ser noble y comprensivo y al parecer todos recurrian a ella cuando no sabian como proceder. Toda una mamá. Aun no comprendía todo el asunto, por ejemplo porque Uryuu y Orihime estaban separados, o porque si Aizen dijo que han pasado 10 años de tiempos sombrios, Yachiru sigue siendo una niña pequeña. Y la duda más importante, ¿Porqué estaban convertidos en objetos? Estaba claro que no le contestarían, estaban siendo tajantes en algunas cosas, pero Rukia decidió no preguntar más para no incomodarlos. Además de eso, la velada pasó sin ningún contratiempo. Después de un rato, Aizen indicó la hora.

—Lamento informarles que ya es hora de ir a dormir, ya es muy tarde—señaló viendo a la chica.

—Es cierto, Rukia, debes descansar—dijo Gin.

—¿Necesitan ayuda con algo?

—No, no te preocupes, nosotros nos encargaremos de limpiar todo esto, tu ve a descansar—dijo el candelabro chocando sus dos velas llamando a una de las mesas de té.

—Esta bien—respondió Rukia—que pasen buenas noches—dijo levantándose de la silla.

—Buenas noches—se despidieron al unisono Gin y Aizen.

—Vamos, querida, te escoltaré a las escaleras—dijo Unohana con tono maternal, la morena sonrió y empezó a caminar junto a la mesa de té—espero que la hayas pasado muy bien, Rukia—dijo la tetera una vez que salieron del comedor.

—Claro, fue maravilloso, y se los agradezco mucho…

—¿Sucede algo linda?

—No se como es que se han portado tan bien conmigo—dijo Rukia un poco desanimada—es decir, quizá ustedes tambien son sus prisioneros pero aquí están, haciéndome sentir cómoda…—dudó un poco sobre lo que iba a decir—¿Jamás se les ha ocurrido escapar?

—No, por supuesto que no, linda… el amo, por terrible que parezca, no es tan malo, en su interior hay un principe...—Unohana alargó la palabra para pensar que decir después—principezco joven esperando salir al mundo—terminó, Rukia miró las escaleras, estas al subir al primer descanso se partían en dos, una era para llegar a al ala este, donde era su alcoba y la otra era para llegar al ala oeste, el lugar al que le advirtieron no ir.

—Señora Unohana, ¿Que hay en el ala oeste?—preguntó curiosa.

—Nada de interés, mi niña, ahora ve a la cama, debes descansar—le dijo con una sonrisa—fue dia largo ¿No es asi?

—Que descanse—se despidió la chica empezando a subir las escaleras.

—Tu tambien, linda—dijo Unohana y el carrito de té empezó a avanzar, Rukia volteaba a mirarla—ve directo a la cama.

Rukia la escuchó pero prefirió ignorar el consejo, subió las escaleras y se dirigió a la direccion contraria a su habitacion, llegó a un largo pasillo alumbrado debilmente por unas cuantas velas, empezó a sentir un poco de temor. Dio la vuelta en la puerta del fondo y se sorprendió al encontrar otras escaleras, pero estas estaban deterioradas y destruidas, podian verse escombros de piedra esparcidos en el suelo. Uno de los barandales de piedra de la escalera había desaparecido, dejandolo descubierta una peligrosa saliente por la que alguien descuidado podria caer, ella se plantó al pie de la escalera y dudó, una voz en su cabeza le gritaba—¡Da la vuelta! ¡Ve a tu habitación!—pero ella prefirió ignorarla, subió a paso lento pero firme, conforme avanzaba el camino se hacia más lúgubre contrastando con su vestido azul y su palida piel. Avanzo unos metros y vio como pedazos de piedra caían el techo, ¿Que causaba que el castillo se derrumbara de esa manera? La escaleras continuaban, ella las subió de dos en dos, al llegar arriba se topó con otro largo pasillo que al final tenia una enorme puerta dorada, sus cerrojos tenían forma de leon gruñendo, la morena se paró frente a la puerta, la voz en su cabeza seguía alarmada—¡Vuelve ya! ¡Sabes que es de mala educación hacer estas cosas!—pero no había vuelta atrás. Apoyo las manos en los cerrojos y empujó con todas sus fuerzas. Entro a una habitación que estaba hecha un desastre, habia muebles rotos por todas partes, telas desgarradas, era una habitación enorme, era mucho mas grande que la alcoba que le habían dado a ella, se fijo en todo lo que había, a su derecha habia una cama con sábanas de seda, en un rincon frente a esta habia un enorme tocador iluminado con, ella cálculaba, unas 20 enormes velas, la chimenea esta encendida, sospechaba que por obra de Gin. Caminó hacia su izquierda, habia dos cuadros, uno grande donde se apreciaba a un hombre, una mujer y un niño, el segundo era más pequeño pero estaba casi destrozado. El cuadro de la familia tenia cierta peculiaridad, el rostro del hombre y de niño habian sido desgarrados, en cambio la imagen de la mujer lucia intacta. El hombre era alto, tenia su cabello negro atada en una coleta y adornado con un moño rojo, tenía un semblante fuerte y ceño muy fruncido, vestía un traje muy elegante con aplicaciones doradas. La mujer tenia una cabello castaño claro, lo tenia recogido, tenia un semblante tranquilo y lleno de paz, sus ojos miel irradiaban una extraña felicidad, vestia un vestido verde con aplicaciones doradas. De su mano, tenia a un niño pequeño de cabello naranja, tenia una sonrisa inocente, sus ojos eran igual a los de su madre, un bello color miel, vestia un trajesito de color azul. El cuadro de junto era dificil deducir de quien se trataba, alguien se ensañó con ese retrato en particular, Rukia levantó los retazos juntandolos, vio un cabello naranja y unos ojos color miel que la veian duramente, le parecía haber visto esa mirada en algún otro lado. Sacudió la cabeza intentando alejar esa idea, dio vuelta y se dirigió al tocador iluminado con velas, el espejo era muy grande al igual que la silla, dignos de un Rey. Junto a la silla del tocador había retazos de tela dispersos en el suelo, la morena tomó un trozo entre sus manos y notó que era un saco negro hecho girones ¿Que rayos había sucedido en ese lugar? Un brisa helada la hizo estremecer, volteó en dirección de donde venia y vio un balcón con las ventanas abiertas de par en par. En el centro del balcón había una mesa pequeña, y sobre ella habia una rosa roja dentro de un envase de cristal. Rukia se acercó, la curiosidad podía mas que ella, miró la rosa, era particularmente hermosa, se agachó para contemplarla mejor y acercó a su mano, quizá podria tocarla…

De pronto, una sombra cayó sobre ella, se levantó asustada y entró en pánico en el momento que vio al amo del castillo frente a ella.

—¡¿Qué haces aquí?!—preguntó Ichigo—¡¿Qué le hiciste?!—se agachó para estar a la altura de la chica y encararla, ella respiraba con agitación por el miedo.

—N-nada...—respondió ella alejándose lentamente.

—¡¿Tienes idea de lo que pudiste haber hecho?! ¡Tu imprudencia pudo haber acabado con nosotros!—Rukia podia sentir su aliento en su cara, retrocedió un poco más—¡Fuera de aqui!—gritó el y ella empezó a correr a toda velocidad—¡LARGO!—Ichigo gritó con todas sus fuerzas, se recargó en la mesa mirando la rosa.

Rukia corrió a la mayor velocidad que sus piernas le daban, bajó todas las escaleras hasta el recibidor con los gritos del amo en su cabeza, su respiración era agitada. En el descanso de la escaleras​, estaban Gin y Aizen jugando ajedrez, ajenos a lo que había sucedido arriba.

—Jaque—dijo Aizen moviendo su alfil y con su voz llena de seguridad.

—Lo siento, amigo mio, pero yo gano—dijo Gin moviendo su reina y acorralando al rey del reloj—jaque mate, jajaja.

—Dejarte ganar era parte de mi plan—dijo Aizen ligeramente molesto. Unos pasos apresurados llamaron su atención—¿Qué?—era Rukia quien venía bajando las escaleras.

—¡Rukia! ¿Que sucede?—preguntó Gin alarmado.

—¡Voy a escapar de aqui!—dijo ella sin detenerse.

—¡Kon!—Aizen llamó al taburete—¡Detenla! ¡Sasakibe! ¡Cierra la puerta!—el perchero obedeció pero el taburete, no tanto, se dirigió corriendo y ladrando hacia Rukia, pero al llegar, se hecho panza para arriba y movió su pequeño pompón que fungia como cola—¡No, Kon, no!—lo regaño Aizen provocando que saliera por la entrada para perros que era lo suficientemente grande para que Rukia pasara. Ella tomó su capa y salió corriendo.

—¡No salgas! ¡Es peligroso!—gritó Gin inútilmente, la chica se habia ido.

Rukia se dirigió a las caballerizas y tomó a Pesche, éste se inquietó debido a que estaba muy caliente.

—Por favor, Pesche, hay que ir a casa—le rogó la morena, el equino cedió y dejó que lo montara, lo espuelio y Pesche emprendió carrera, atravesaron el jardin y llegaron a la puerta exterior, al cruzarla ninguno de los dos notó la jauria de lobos que los acechaban.

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En el castillo, Ichigo respiraba profundamente, estaba tratando de calmarse, quizá había exagerado, pero ella también no debió haber estado de entrometida, se tallo la nuca con la mano, ¿Porque esa chica lo intrigaba tanto? Rodó los ojos hastiado y se dirigió al ala oeste, al llegar casi abajo escuchó a Gin advirtiendo a alguien que salir era peligroso, ¿Que rayos estaba pasando?

—¿Porqué los gritos?—preguntó el ojimiel al llegar al descanso de la escalera.

—Es Rukia, se fue, no pudimos detenerla—respondió el candelabro con angustia.

—¡¿QUE?!—Ichigo de inmediato de angustió.

—Salió hace unos momentos, quiza aun puede alcanzarla—dijo Aizen con ligero enfado.

—Esa tonta—con esta frase, el pelinaranja salió corriendo, en ese momento pensó que era una ventaja estar convertido en una bestia, eso lo hacia mas rápido.

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Rukia tiraba de las riendas de Pesche para hacerlo correr más rápido, los lobos iban pisandole los talones, se regañaba asi misma, si ella no hubiera ido al ala oeste, si se hubiera ido a dormir como se lo aconsejó la señora Unohana, eso no estaria pasando, hizo que su caballo girara a la izquierda y pudo ver un claro donde había una salida, pero en ese momento dos lobos se interpusieron en el camino, Pesche por el susto se levantó en dos patas tirando a Rukia, esta se levantó al ver que los lobos rodeaban a su caballo, tomó un palo que encontro cerca y los empezo a ahuyentar, se colocó frente a Pesche en posición defensiva, blandió el palo para golpear a uno de los lobos que estaba cerca, pero este lo atrapó con el hocico en el aire y la jaló hacía el, ella para impedir alejarse mas de su equino, lo soltó y entonces escuchó un gruñido, miro hacia su derecha y ahi estaba el lobo alfa, tenia una cicatriz en el ojo, vio como tomó impulso y saltó hacia ella, en su perspectiva todo pasó en cámara lenta, el lobo saltó mientras gruñía, ella levantó su brazo en un vano intento por protegerse y entonces un rayo blanco con naranja interceptó el trayecto del lobo lanzándolo por los aires. Rukia bajó su brazo incrédula a lo que veía, el amo del castillo estaba salvandola; los lobos al ver que Ichigo atacó a su alfa, se abalanzaron contra el, el se los quitaba de encima como podia, rodaba en el suelo para frenar sus ataque y rugía a la par de ellos, en un momento fue inutil, uno de los lobos quedó encima de él, y lo detenía con sus manos, otros lobos buscaban morder sus piernas pero Ichigo las movia para evitarlo, pudo tomar al lobo que estaba sobre el y levantarlo para lanzarlo contra un árbol, un lobo se trepó sobre su espalda y logro morder sobre el hombro y rasguñar el antebrazo, Ichigo rugió del dolor y arrancó al lobo sobre el y tambien lo lanzó. El alfa mordió su pierna, el ojimiel lo quito de una patada, quedaron los dos frente a frente a, Ichigo apoyó su mano en el suelo quedando a la misma altura que el lobo. El alfa gruño de manera amenazadora, pero entonces Ichigo rugió con fuerza ahuyentandolo, el resto de los lobos siguieron a su lider asustados, se fueron aullando para después dejar todo en silencio.

Ichigo giró a ver a Rukia, jadeaba en seña de cansancio, ella se había limitado a ver el suceso desde la distancia, hubo contacto visual entre ellos y entonces fue que Ichigo cayo sin fuerzas sobre la nieve. Rukia giró hacia Pesche y acomodó las riendas, se puso en posición para montarlo pero esa vocecita, esa que se había negado a escuchar antes, le habló—No, no puedes dejarlo aqui, podría morir… vino a salvarte y tu ¿Vas a pagarle se esa manera?—esta vez no la ignoró, no despues del error que había cometido antes. Giró nuevamente hacia el amo del castillo, se quitó su capa y se acercó con lentitud, puso la capa sobre Ichigo, el al sentir el contacto, levantó la cabeza y la miró, Rukia lo vio y lo sintió tan vulnerable.

—Te llevaré de regreso al castillo, pero tienes que ayudarme—le dijo ella en un susurro e inconsientemente acariciando su cabello.

—¿Ayudarte más?—preguntó el con ligero fastidio, Rukia soltó una risita.

—Solo levántate, odio admitirlo, pero soy demasiado pequeña para levantarte sola—le dijo aun con su mano sobre él. Ichigo se levantó con trabajo, Rukia al ver que cojeaba se colocó como apoyo, avanzaron lentamente hasta Pesche—quieto, amigo—pidió Rukia—el va a montarte esta vez—ayudó a Ichigo a subir al caballo—¿Estás bien colocado?

—Uh… si—respondió el debilmente.

—Bien—Rukia le sonrió satisfecha, el ojimiel solo desvió la mirada—Vamos, Pesche, vayamos de vuelta al castillo—Rukia y su caballo empezaron a caminar, iban a paso lento para no mover mucho a un adolorido Ichigo sobre el equino. Caminaron parte del camino en silencio, pero no era un silencio incómodo, parecian llevarlo bastante bien, Rukia miró a su acompañante y vio un gesto de dolor en su extraño rostro, algo le pasó por la cabeza, algo que no había pensado en todo ese día—Oye…—lo llamó de repente, Ichigo la vio con sus ojos color miel llenos de tristeza—Me di cuenta que no se tu nombre—continuó ella—porque tienes uno ¿Verdad?

—Me llamo Ichigo—contestó el desviando la mirada, oyó a Rukia riendo bajito—¿De qué te ries?—preguntó molesto.

—¿Te llamas fresa?

—No, mi nombre significa 'el que protege’, no soy una fresa—replicó él otra vez molesto.

—Está bien, Ichigo, no te molestes—el ojimiel contestó con un gruñido—mira, ya estamos por llegar—entraron por la puerta exterior, Ichigo volteó hacia atrás y la reja se cerró, pensó en el tiempo que pasó antes de que él saliera del castillo otra vez, se le hizo muy extraño el impulso que tuvo de ir a salvar la chica en caso de que estuviera en peligro—Llegamos—anunció Rukia, Ichigo no se dio cuenta de cuando atravesaron el jardin. La chica acarició el hocico del caballo para calmarlo, después se dirigió con su acompañante y lo ayudo a bajar—Apoyate en mi, no te preocupes—Ichigo la obedeció—Puedes irte, amigo—Rukia despidió a su caballo con una palmada, éste se dirigió al calor de las caballerizas, la chica junto al ojimiem subieron lentamente las escaleras y llegaron a la puerta—¿Puedes tocar tú?—Ichigo la miró de reojo con un poco de fastidio.

—Abre—dijo de manera simple, la puerta obedeció y se abrió por si sola, al entrar, al pie de la escalinata se encontraban Gin, Aizen y Sasakibe, sobre la mesa de té estaban Unohana y su pequeña Yachiru y flotando sobre ellos estaba Rangiku.

—¡¿Qué les paso?!—preguntó Gin alarmado al verlos entrar.

—No hay tiempo para charlas—dijo Rukia guiando a Ichigo por las escaleras aún siendo su apoyo—necesito que a su habitación lleven paños limpios, agua caliente y unos vendajes, y que sea rápido, por favor—indicó la chica, los sirvientes los miraron subir atentos, su esperanza habia vuelto a brillar.

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