ANNIE: Mi prima es una psicóp...

By Tellmemichy

142K 11.8K 2K

|Libro II de la Trilogía "Ojos Oscuros" | A una corta edad Anna tuvo que aprender que la sangre no hace a l... More

ADVERTENCIA
ANNIE: MPEUP
Epígrafe
Prólogo
Prefacio
2. Mala
3. Carne Fresca
4. Río de sangre
5. Presta atención
6. Señales
7. Un motivo
8. Princesitas
10. En la boca del lobo
11. Como fantasmas
12. Ruda
13. Risueña
14. Malas decisiones (Parte I)
14. Malas decisiones (Parte II)
15. Culpable
16. Discreta
17. Sutil (Parte I)
17. Sutil (Parte II)
18. El enemigo
19. Monstruo
20. Respuestas
21. Perversa (Parte I)
21. Perversa (Parte II)
22. Perfecta (Parte I)

9. Secretos bajo la lluvia

5K 396 92
By Tellmemichy


Estaba cayendo tremendo torrencial digno de un ciclón la madrugada del 25 de mayo de 1998. Los árboles se balanceaban de manera salvaje en contra de su voluntad debido a los feroces vientos que los azotaban, tan fuertes que muchas ramas se quebraron con la turbulencia. Las gotas de lluvia helada caían como diminutas dagas de granizo y se estrellaban contra la ventana de cristal de la habitación de la pequeña Anna.

El reloj marcaba las 4:16 am y la pelinegra no había conseguido aún conciliar el sueño. Las sombras de las ramas danzando la siniestra melodía del zumbido que producía el viento, creaban figuras espeluznantes en la pared frente a su cama.

Se cubrió de pies a cabeza, haciéndose un ovillo entre las almohadas, y cerró los ojos con fuerza. Pero las imágenes de su pesadilla volvieron a su mente como si se tratase de un visor 3D frente a sus ojos. Flashes de imágenes borrosas y muy confusas le arrebataban el sueño. Inquietantes y frustrantes, estaban acabando con sus nervios.

Volvió a descubrirse de sus colchas y miró fijo la pared otra vez. Las sombras parecían estar formando un rostro deforme con una sonrisa ladeada. La pelinegra se cuestionaba si eso era posible siquiera. Se cuestionó el hecho de que se haya ido la luz eléctrica, o que su madre no haya ido horas antes a darle las buenas noches. Pero, lo que la tenía verdaderamente en ese insomnio inusualmente silencioso y estresante, era el hecho de que su padre no había regresado a casa.

Anna se rindió en el quinto intento en menos de veinte minutos, y decidida se incorporó en la cama, se puso su pantuflas blancas con diminutas orejas de conejito y se acercó con sigilo a la puerta de su alcoba. La tomó de la perilla y con todo el cuidado del mundo la giró y haló con lentitud. Un chirrido tembloroso brotó de las viejas bisagras provocándole dentera a la niña mientras deslizaba su cuerpo fuera de la estancia.

La puerta se cerró sola detrás de sí.

Anna daba pasos de tortuga por el pasillo rumbo a las escaleras, temerosa de que su madre la oyera o que incluso siguiera en la sala del primer piso.

Bajó con pasos firmes los peldaños de la escalinata, sumergida en una tenue oscuridad, mirando todo a su alrededor sin mirar nada realmente.

Una vez en la sala, descubrió el cuerpo de su madre tendido sobre el sofá. Estaba dormida, y leves ronquidos salían por su boca, sus labios estaban entre abiertos y un hilo de saliva se deslizaba por su barbilla.

Candace se había quedado dormida esperando a Esteban, quien había salido a una reunión importante del trabajo.

Su marido era un exitoso agente de bienes raíces con su propia oficina en las alturas de uno de los edificios más altos de Nueva Orleans. Había logrado un ascenso en la empresa para la que trabajaba y el cargo le proporcionaba un considerable aumento en su sueldo, su propia secretaria y la oficina de la esquina -con ventanales de piso a techo- y una tremenda vista al hermoso Barrio Francés y el Parque Central.

Esteban sin duda estaba en su mejor momento. Un hombre exitoso, con una hermosa familia que adora con su alma. Su esposa es el amor de vida, su pequeña hija es el amor de su vida. Pero este hombre es más ingenuo de lo que aparenta. Está lleno de inseguridades en su vida laboral, aun cuando hace su mayor empeño, pues ama su trabajo.

Tiende a quedarse horas extras y llega tarde a casa aunque tiene que irse muy temprano por las mañanas, lo cual pueda ser la causa de su adicción al café.

Luego de la junta no vio venir la propuesta de uno de sus superiores de brindar por su nuevo cargo en la empresa.

Lo vitoreaban y felicitaban con palmadas en el hombro derecho, estrechamientos de manos y abrazos afectuosamente hipócritas.

Su secretaria y las de sus compañeros los acompañaban, brindaban con champaña y vino blanco la ocasión.

Su labiales caros de color rojo escarlata no manchaban las copas de cristal, lo cual en su embriaguez a Esteban le pareció asombroso.

Se cuestionaba por qué se permitió tomar tanto, si no podría conducir, ¿cómo regresaría a casa?

Se quitó el saco junto a la puerta para colgarlo en el tendedero, alejándose un rato del bullicio.

Se acababa de aflojar la corbata cuando un aroma fuerte a rosas y algo más impactaron sus fosas nasales mareándolo al instante, olía delicioso, incluso exquisito.

Era igual al perfume favorito de su esposa.

Cerró los ojos e inhaló profundo, deleitándose con la fragancia y la sensualidad de unos labios que rozaron su oreja izquierda provocándole que la piel se le pusiera de gallina.

Unas pequeñas y delicadas manos rozaron su pecho y se abrieron paso hasta sus hombros. Atrayéndolo, lo tomaron por el cuello de la camisa. Las manos de Esteban volaron a la esbelta cintura de quienquiera que fuese la que estaba pegada a su cuerpo, acercándola más. Besos húmedos se hicieron camino por su cuello hasta su barbilla. Un gruñido de puro deseo brotó de su garganta.

-¿Qué te parece si buscamos un lugar más... privado? –la propuesta de la sexy secretaria fue murmurada en su oído con voz lujuriosa.

Esteban entreabrió sus ojos y todo estaba borroso, mas asintió y se dejó guiar tomado de la mano de la castaña.

Una vez en la entrada del parqueo, uno de los guardias los acompañó con paraguas hasta un vehículo que el pelinegro desconocía. La castaña sacó unas llaves de un bolso que Esteban no había visto antes. La preciosa mujer quitó el seguro de su Mercedes Benz color negro brillante, y sin perder tiempo se adentraron en la parte trasera al tiempo que el guardia se alejaba de la escena con destino al edificio.

La calefacción estaba encendida y no pasó mucho tiempo para que el calor los arropara haciendo que la ropa sobre sus cuerpos se volviera un estorbo.

Las largas y sedosas piernas de su secretaria -y de la cual aún no se aprendía el nombre- se ciñeron alrededor de su cintura, sentándose a horcajadas sobre él.

Su vestido negro fue arrancado de su cuerpo con una velocidad y torpeza impresionantes.

Le pareció que su jefe tenía demasiada ropa, así que se deshizo de su camisa mientras el hombre se desabrochaba el cinturón del pantalón con manos ágiles. Decidió ayudarlo con el botón y el cierre, y de inmediato con los bóxers negros que cubrían su miembro erecto.

Una vez la protuberancia quedó libre llevó sus pequeñas y expertas manos hasta su longitud y empezó a acariciarlo lenta y constantemente, logrando que palabras sucias y gemidos se escurrieran sin control de los labios de Esteban.

La respiración y los jadeos de su jefe eran irregulares y cada vez más pesados con cada bombeo de su mano y roce de su pulgar en la cabeza rosada e imposiblemente suave.

Las manos de Esteban no habían podido mantenerse quietas en ningún momento, ahuecaba los pechos de la castaña cubiertos por unos sostenes de encaje mientras besaba su cuello con insistencia. Acarició sus muslos desnudos y rozó la parte más sensible de su entrepierna logrando hacerla gemir en su oído.

Lo sentía venir, así que, excitado y perfectamente estimulado, de un tirón la tomó por su redondo y suave trasero, sorprendiéndose por el hecho de que no llevaba bragas, pero sin detenerse a pensar mucho en ello, la dejó caer sobre su miembro penetrándola de forma ruda.

La embistió con desenfreno, moviendo sus caderas en un compás perfecto con las de ella, rozando pelvis y sus pechos.

Los gemidos y jadeos sordos eran apenas audibles dentro del vehículo, mientras afuera caía tremendo diluvio, sus cuerpos estaban empapados de sudor, los cristales de las ventanillas estaban empañados, y cuando el reloj marcó las 4:56 am, las piernas de la castaña empezaron a temblar y su espalda se arqueó, mientras Esteban dio una última embestida descargando todo dentro ella.

Un gemido al unísono los acompañó en su orgasmo.

La castaña se remeció sobre su jefe hasta sacar el pene de su interior, aún intentando regular su respiración. Se sentó en el asiento del piloto, se puso su vestido con la mirada fija en Esteban, éste la miraba con sus pupilas dilatadas a través de la oscuridad dentro del vehículo. Su pecho subía y bajaba con bocanadas profundas, se abrochó la camisa mientras ella se alisaba el cabello con los dedos.

La preciosa mujer palmeó el asiento del copiloto a su lado, invitando a Esteban a sentarse allí. El hombre se hizo paso hasta el asiento sintiendo un mareo momentáneo, definitivamente había bebido demasiado, esperaba no tener una resaca, pero una punzada en la cabeza le hizo saber lo que se avecinaba. O tal vez no.

Su cerebro aún no procesaba completamente lo que acababa de pasar, pero de igual modo no intentó pensarlo demasiado, mientras volvía a arreglarse el pantalón.

La mujer a su lado, sabedora de todo lo que se puede saber sobre su jefe arrancó el auto y se dirigió hacia la casa de Esteban.

Casi una hora después -en la mente del hombre, claro- llegaron. La castaña no perdió tiempo y se abalanzó sobre él.

~*~

Anna miró el reloj de la sala por millonésima vez desde que había bajado de su cuarto, eran las 5:34 am cuando escucha un vehículo estacionarse frente a su casa. Corrió hasta el ventanal del recibidor que daba una vista amplia de todo el jardín y la entrada hacia la calle.

Ese no era el auto de su padre.

Salió con uno de sus impermeables que estaba sobre el tendedero junto a la entrada y corrió entre los altos arbustos con formas artísticas del jardín que la cubrían por completo. Llegó hasta el portón que da a la calle, se escondió allí bajo la lluvia, detrás de una de las columnas, y esperó.

La ventanilla del copiloto fue bajada y Anna tuvo una vista perfecta de lo que de por vida arruinaría su infancia.

Las lágrimas se abrieron paso por sus ojos, el picor la hizo pestañear un par de veces, un nudo terrible se formó en su garganta. Se tuvo que morder el labio inferior con fuerza, conteniéndose, ahogando un sollozo.

Ella sabía que era malo, muy malo.

Su padre estaba besando a una mujer que no era su madre.

~*~

Continue Reading

You'll Also Like

91.3M 8.5M 65
El pueblo de Wilson es tranquilo, regido por sus costumbres y creencias religiosas muy estrictas, donde Leigh ha crecido, siguiendo cada regla y paut...
82.3K 8.7K 82
Vanesa Ramírez Malasaña se enfrenta al peor caso de su corta carrera como inspectora de policía. Aparecerá el cuerpo de una joven que llevaba seis me...
4.7M 532K 57
↬Cuando te vi, una parte de mi dijo: "Es hermosa" y la otra se imaginó cómo te verías amarrada a una silla con los ojos y la boca vendados, luchando...
17.2K 1.1K 59
Charlie Magne es la heredera de su familia que decide dejar su hogar para enrumbarse a construir su sueño, sin imaginar que en su camino encontraría...