Brave /Draco Malfoy/

By juliimpala67

317K 11.3K 1.2K

_____ Potter va creciendo hasta estar en medio de la delgada línea entre el bien y el mal, el amor y el odio;... More

Brave.
Brave. Draco Malfoy x oc
1/2
2/2
Capitulo I
Capitulo II
Capitulo III
Capitulo IV
Capitulo V
Capitulo VI
Capitulo VII
Capitulo VIII
Capitulo IX
Capitulo X
Capitulo XI
Nota.
Nota.
Capitulo XII
Capitulo XIII
Capitulo XIV
Capitulo XV
Capitulo XVI
Capitulo XVII
Capitulo XVIII
✨Capitulo XIX✨
Capitulo XX
Capitulo XXI
Capitulo XXII
Capitulo XXIV
Capitulo XXV
Capitulo XXVI
Capitulo XXVII
Capitulo XXVIII
🔥Capitulo XXIX🔥
Capitulo XXX

Capitulo XXIII

4.7K 268 13
By juliimpala67

Sábado por la mañana, la mayoría de los estudiantes se despertaron tarde. Malfoy, Zabinni y Pansy esperaban que Astoria terminara de aprontarse para subir a desayunar.

- Es como te digo. - siguió hablando Blaise. - A Dumbledore no le queda mucho tiempo como director, esperemos que el próximo sea más competente.

- Mi padre dice que el ministro está desesperado por sacarlo, solo tiene que esperar a la próxima vez que se equivoque... - dijo el rubio sentado casualmente en el posa brazos de uno de los sofás. - dudo que falte mucho.

- ¿Que van a hacer en vacaciones de navidad? - Pansy estaba parada junto a Zabinni, su cara hinchada, al haberse levantado minutos antes, exponía aún más su nariz de chancho.

- Draco va a hacer un baile ¿verdad? - sonrío Blaise cruzando los brazos sobre su pecho fingiendo interés. En su cabeza, había mil cosas mejores que podría hacer que ir a una fiesta de navidad de los Malfoy. No porque no fuera un evento importante, todo lo contrario, era uno de los mas esperados por la sociedad de magos de sangre pura, pero en su cabeza estaba por encima de todos y de todo.

- Como todos los años... - suspiro Draco cansado.

El baile de navidad en la Mansión Malfoy era un evento de alto prestigio que sucedía la noche antes a vísperas de navidad. Para Lucius Malfoy, se trataba de política, contactos y estatus social. Draco solía disfrutarlas si ignoraba lo suficiente las miradas de advertencia de su padre, asegurándose que su hijo no lo avergonzara.

Sus amigos siempre asistían, los únicos invitados eran familias de sangre pura y como Draco se había asegurado de acercarse a los estudiantes "adecuados", las familias de su séquito estaban invitados.

Se basaba en una noche elegante con decoraciones navideñas y comidas refinadas que a Draco le gustaban demasiado. A pesar de ser criado en un ambiente tenso y frío, Draco disfrutaba el estatus social que confería ser un Malfoy. La navidad era el evento favorito de su madre y a Draco le gustaba verla feliz, pero se ocupaba que no se pasara de copas de modo de no enojar a Lucius. Cada año, la gran fiesta era la primera plana del famoso periódico "El Profeta".

La familia Malfoy se encargaba de invitar a los periodistas correctos, los políticos adecuados y los amigos convenientes.

- Vamos. - llamo Astoria bajando por las escaleras plateadas.

Se veía perfecta, como siempre. Pelo perfectamente peinado, pestañas rizadas, ropa de diseñador y ni un centímetro de su cara hinchada por el sueño.

Subieron las escaleras de piedras hacia el primer piso del castillo, los estudiantes vestidos en sus ropas casuales estaban alborotados y susurraban entre ellos en los pasillos.

- ¿Qué está pasando con estos inútiles? – pregunto Astoria mirando con confusión.

Llegaron al gran comedor y el barullo seguía aumentado a diferencia de otros días. Draco paro por el pecho a un niño de primero que pasaba corriendo por su costado. El chico emitió un sonido sordo de dolor y se apretó el pecho dando traspiés hacia atrás. Iba a gritarle al rubio de forma defensiva pero cuando le vio el rostro cerro la boca rápidamente.

- Niño. ¿Qué está sucediendo?

- S-se esta diciendo que se escucho gritar a uno de los Potter anoche y despertó a todo Gryffindor. Supuestamente, alguno de ellos tuvo una visión de que el padre de los pelirrojos estaba por morir y se fueron en el medio de la noche... - el niño pareció esforzarse por pensar y luego agrego: - Y ____ se paseo por los cuartos de los chicos y no entendí muy bien, pero a los chicos les gusto.

- ¿Que? – pregunto Malfoy con los ojos abiertos como platos.

- No se... - el pobre niño se achico en su lugar, amenazado por el rubio con reputación de brabucón.

Draco bufo y levanto la mano en el aire dándole la señal al chico para retirarse.

- ¡Los Potter están realmente locos! – rio Parkinson caminando hacia la mesa de Slytherin. - Que vergüenza.

- Oh vamos, Pansy... - Astoria levanto una pierna y se giro para sentarse en el banco. – No es nada nuevo. Siempre tienen que estar llamando la atención. Cada año sucede algo distinto.

- Con el escandalo de Tu-ya-sabes-quien estamos de acuerdo que tienen razón... - susurro Blaise. – volvió. Pero su error fue ponerse bajo el foco de luz.

- No hables de el que me dan escalofríos. – se estremeció Pansy.

- Si lo piensas, si quieren ganar tienen que hacer que la gente les crea. – comenzó Draco. – Pero les disparo la varita por detrás.

- Que estupidez. – bramó Astoria permitiendo que la jarra flotante le sirviera jugo de naranja en su vaso. - ¿Quiénes se creen? Les dan demasiado crédito. No son nadie.

- A los magos les gustan los héroes y los encuentran donde no los hay. – Blaise le dio un sorbo a su taza de café.

Malfoy fijo su vista más allá de la mesa, hacia la puerta, pero no esperaba que pasaras por ella. Debería mandarle una carta a su padre de inmediato y preguntarle si habían atacado al padre de los mugrosos. En cuanto escucho al niño decirlo ya lo había creído, no parabas de sorprenderlo y dudaba que esta fuera la excepción. Pero si el niño decía la verdad, te habías ido en el medio de la noche a no sabía dónde y de alguna forma... estaba ansioso.

- Se les esta subiendo a la cabeza, parece que no pueden estar un segundo sin hacerse el centro de atención. Cuando termina una noticia de ellos, comienza otra. Realmente no se cansan.

Astoria siguió hablando y Draco la observo, si les tenia tanto odio solo por quienes eran, estaría furiosa si supiera que ____ lo había besado. No pudo evitar levantar las comisuras de sus labios. 

- Mi madre se divorcio de nuevo. – ante esas palabras, Draco volvió a la conversación con una risa.

- ¿Tan rápido? – pregunto.

Su amigo asintió con una sonrisa que mostraba los dientes, untando mermelada de calabaza en una tostada de pan de duende.

Hoy, Blaise Zabinni era mas rico que ayer.

Se dice por las calles que la madre de Blaise utiliza pociones de amor en los hombres para enamorarlos y divorciarse poco tiempo después, o fallecen poco tiempo después, heredando inmensas sumas de galeones. Draco, conociendo a la madre, el mismo sospechaba que esos rumores eran ciertos y le daba gracia, solo esperaba que jamás le pasara a él. A pesar de que los rumores hubieran llegado a los Aurores, ninguno se acerco a la familia del chico.

Su familia también era increíblemente racista en cuanto a los hijos de magos, mas incluso que los Malfoy. El chico de tez oscura era increíblemente arrogante y a pesar de estar criticándote por "sentirte superior", era él quien se posicionaba a si mismo sobre todos. Incluso su "amigo" Draco Malfoy.

Apenas terminaron de desayunar, el cielo comenzaba a despejarse. Draco Malfoy fue directo a mandarle una carta a su padre.

Todos menos tu y Harry quedaron dormidos luego de que Molly llegara a la casa de Sirius a las cuatro de la mañana con las noticias de que Arthur iba a vivir.

- Harry... necesitas dormir. – le dijiste ya en la habitación que habían compartido los últimos días de verano.

- Tengo miedo. – confeso. – Tengo miedo de atacarte mientras duermo o a alguien más en la casa.

Estaba sentado en su cama sobre las sabanas y aun con ropa, rodillas contra el pecho y completamente estático. Le sonreíste con pena. – Yo me quedare despierta si quieres, haremos turnos.

Te miro con duda, pero cada musculo de su cuerpo le pedía a gritos dormir.

- Esta bien.

Te paraste de la cama mientras el se acostaba bajo las sabanas, agarraste un libro que habías dejado del estante y te sentaste en el borde de su cama a leer. Estabas cansada, pero podrías dormir mas tarde.

No dormiste. Cuando llego el momento de cambiar con Harry, Ojo loco Moody y Tonks habían llegado para escoltarlos hasta San Mungo. Te tambaleaste en tu lugar parada frente a la puerta de la habitación del papa de Ron, mientras discutían que no podían entrar todos a la vez. Te sentaste en una de las sillas del corredor, los parpados te pesaban y tu boca colgaba en su lugar.

- _____. – llamo Molly con una sonrisa amorosa.

- Pasen, pasen. Yo espero.

- No mi niña, Arthur quiere agradecerles a ambos.

Respiraste hondo y hiciste un esfuerzo para pararte. Observaste a Harry, se limpiaba el sudor de las manos en su pantalón que le habían traído a la mañana.

La sala era pequeña y bastante cutre, la única ventana era estrecha y estaba muy arriba en la pared frente a la puerta. La mayor parte de la luz venía de burbujas brillantes de cristal apiñadas en medio del techo. Supusiste que era el equivalente mágico del Hospital publico.

Había sólo tres pacientes. El Señor Weasley ocupaba la cama del fondo de la sala al lado de la ventana diminuta. Escuchaste a Harry suspirar a tu costado cuando vio a Arthur.

- ¡Hola! -saludó, apartando El Profeta-. Bill acaba de marcharse, Molly, tenía que volver a trabajar, pero dijo que pasaría por ti más tarde.

- ¿Cómo te encuentras, Arthur? – preguntó la Señora Weasley, inclinándose para besar su mejilla y mirando su rostro con inquietud- Aún te ves un poco paliducho.

- Me siento absolutamente bien- replicó el Señor Weasley contento, extendiendo su brazo bueno para dar un abrazo a Ginny-. Si pudieran quitarme las vendas, estaría listo para irme a casa.

- ¿Por qué no pueden quitarlas, papá? – preguntó Fred.

- Bueno, comienzo a sangrar como loco cada vez que lo intentan- explicó el Señor Weasley despreocupadamente, moviendo su varita mágica, que estaba junto a su armario de cabecera, y al agitarla, siete sillas extras aparecieron al lado de su cama para que se sentaran todos-. Parece que había en los colmillos de esa serpiente, alguna clase de veneno poco común que mantiene las heridas abiertas. Están seguros que encontrarán un antídoto, dicen que han tenido casos mucho peores que el mío, y mientras tanto solamente tengo que seguir tomando una Poción Restituidora de Sangre cada hora.

- Entonces, ¿vas a decirnos qué pasó, papá?- preguntó Fred, acercando su silla a la cama. Su rostro estaba serio, era extraño verlo con la sombra de su sonrisa en el rostro.

- ¿Bien, en realidad ya lo saben, no?- comentó el Señor Weasley, con una sonrisa significativa hacia Harry-. Es muy simple, había tenido un día muy largo, me había quedado dormido, logró acercarse sigilosamente y mordió.

- ¿Salió en El Profeta la noticia de que fuiste atacado? – preguntó Fred indicando el periódico que el Señor Weasley había dejado de lado.

- ¡No, desde luego que no!- contestó el Señor Weasley, con una risa ligeramente amarga-. El Ministerio no querrá que se sepa que una serpiente grande y sucia atrapó...

- ¡Arthur!– le advirtió la Señora Weasley.

- Eh... me atrapó- finalizó el Señor Weasley a toda prisa, entrecerraste los ojos dudando. No habia querido decir eso.

- ¿Y dónde estabas cuando sucedió, papá? –preguntó George.

- Eso es asunto mío- replicó el Señor Weasley, aunque con una pequeña risa.

- Nos quedaremos contigo si se puede. – dijo Ginny tomando su mano.

- ¡Oh no! Estoy bien. ¿Mañana no tienen partido? La mitad de su equipo esta en esta habitación, los necesitan.

- No puedes estar hablando en serio. – respondió George enojado.

- Fred. – su madre lo miro seria. – Tonks y ojo loco quieren hablar. Ya vieron a su padre, salgan asi puede volver a descansar lo mas pronto posible.

- Nos veremos en unos días para navidad. – sonrió Arthur. – Gracias -los miro a Harry y a ti -, a los dos.

La vuelta a Hogwarts fue tan rápida como habían llegado y Harry estaba más pálido que nunca. Para distraerse, decidió distraerse con los maniquís de la sala de entrenamiento, Ron lo acompaño y luego Hermione fue tras ellos después de asegurarse que te encontrabas bien. La observaste marchar y comprendiste que a tu mejor amigo lo habías perdido en el torneo de los tres magos y que realmente ya no tenías uno. Hermione y Ron le pertenecían a Harry.

Te alejaste a paso lento de la gárgola de la oficina de Dumbledore, el sol más allá de las colinas ya se estaba ocultando, nieve comenzaba a caer del cielo. Tus pies pesaban, no podías evitar arrastrarlos al caminar, llevabas casi veinticuatro horas despierta.

Tu vuelta al castillo no paso desapercibida, todos sabían que habían vuelto y al verte, nadie se animaba a cercarse y preguntarte que había pasado. Todo lo que veían era que tenias ropa que te quedaba mas grande, cortesía de Tonks, y las grandes ojeras de tu rostro.

Llegaste al gran comedor que estaba vacío, horas antes de la cena. Preferirías evitar el bullicio de gente hablando de ustedes, por lo que te sentaste y cerraste los ojos rezando que la comida apareciera delante de ti. Luego de unos minutos te diste cuenta que aunque podías hacer magia, esto no te correspondía a ti.

- Dobby. – llamaste apoyada contra la mesa con los hombros caídos.

Segundos después, Dobby apareció con un "pop" con los pies sobre la mesa y una gran sonrisa. - _____ Potter ha llamado a Dobby. Dobby esta para servirle. – dijo feliz.

- Buenas noches, Dobby. Lamento haberte llamado.

- Dobby es feliz de servirle a _____ Potter. Dobby es un elfo libre gracias a los Potter, Dobby es feliz de que lo llamen... ¿____ se encuentra bien?

Le sonreíste gentilmente y le tomaste la mano, gracias a todo el afecto físico que le habías trasmitido los últimos años ya no se estremecía ante el contacto físico y se sentía cómodo con él. Al menos proviniendo de ti.

- ¿Podrías por favor traerme algo de cenar? Realmente me gustaría acostarme temprano.

- ¡Dobby le traerá la cena a ____ Potter! – chillo con alegría para luego desaparecer.

Te mantuviste allí sentada con los ojos entrecerrados mientras esperabas. Era extraño estar en el Gran comedor sola, sin todos los estudiantes en las largas mesas. Lentamente te apoyaste sobre la mesa con los brazos como almohadas y cerraste los ojos, dejándote dormitar por un rato.

Tick-tock

"Déjame entrar"

Abriste los ojos con miedo y te erguiste en tu lugar solo para sobresaltarte por la bandeja de comida que Dobby había dejado para ti. Miraste a tu alrededor. Estabas sola. Comiste sin apuro y en silencio el plato de fideos que aun humeaba en su lugar.

- Andas en la boca de todos, Potter.

Levantaste la vista y cerraste los ojos lamentándote. No querías lidiar con el en este momento, era emocional y energéticamente drenante.

- No es nada nuevo ¿o sí? – preguntaste antes de meter un bocado de pasta con salsa a la boca. Estaba tibio.

Las grandes puertas se cerraron detrás de el con un estruendo y no pudiste recordar la ultima vez que las habías visto cerradas. Observaste alrededor y confirmaste que no hubiera nadie cerca.

- Te ves como la mierda misma. – dijo parado al otro lado de la mesa, manos en sus bolsillos y el entrecejo fruncido.

- Gracias. Tuve una noche de mierda.

- ¿Qué sucedió?

- ¿Para qué quieres saber? – preguntaste dejando el tenedor. - ¿Para ir corriendo a contarle a tu papa? ¿Por eso te me aceras? ¿Para espiarme?

Giro para mirar hacia la gran puerta antes de sentarse frente a ti. – Seria una estúpida estrategia, papa sabe que nos llevamos mal, seria muy sospechoso que me acercara.

- Exacto.

- ¿Vas a seguir alejándome?

- Te estas exponiendo mucho. – diste una bocada más, siempre manteniendo al chico dentro de tu campo visual.

- Ve a la Torre de Astronomía, esta noche a las once. – giro sobre sus pies y comenzó a alejarse.

- Estoy cansada para que me molestes. No voy a responder a ninguna pregunta que me hagas de anoche.

- Bien. No pienso hacer preguntas.

Tu varita vibro en tu bolsillo al mismo tiempo que sentías una corriente eléctrica en tu estómago, pero la sensación se fue rápidamente al recordar las palabras de Sirius.

"Si el ministerio se entera que Harry tiene contacto con la mente de Voldemort, ¿Qué crees que harían con esa información? ¿Qué haría Voldemort cuando se entere, si es que aún no lo sabe?"

Suspiraste. No sabias si dejarte llevar por los deseos de una adolescente o ser lo madura que deberías en situación de guerra. La verdad es que siempre fuiste la mas madura en cuanto a responsabilidad ante el bien mayor, estando la vida de tu hermano y la tuya siempre en peligro, ser despreocupada por las cosas que sucedían alrededor no era un lujo que pudieras permitirte.

Permitirle a Draco acercarse a ti era un riesgo, por mas que el chico no buscara otra cosa que contacto físico, que fuera un espía era una gran posibilidad. Pero tus deseos de ser una adolescente real por al menos un rato era un respiro necesitado y quizás Draco podría ser justo la briza de aire que necesitabas para volver más osada que nunca a tu vida real. Podías fingir por un rato, que la guerra mágica no estaba en tus manos.

Mientras que no bajaras la guardia demasiado, todo estaría bien. ¿Verdad?

Dormitaste sobre el banco un rato más, terminando de comer la cena ya fría. Podrías tomar una siesta mientras esperabas hasta la hora de encontrarte con tu enemigo.

Tick-tock

"Déjame entrar."

Despertaste alarmada nuevamente, no pudiendo dormir por intervalos mayores a diez minutos. Si no dormías en tres días te volverías loca, pensaste. Debías decirle al profesor Snape que el reloj había vuelto y no estaba solo.

Miraste al techo de tu cuarto con la cara hinchada, completamente cansada e irritada.

- Déjame tranquila. – exigiste con voz débil.

Estabas sola en la habitación, todos los estudiantes estaban cenando en el gran comedor. Te mantuviste allí, tendida sobre la cama con las extremidades pesadas y respiración profunda. Tus ojos comenzaron a cerrarse nuevamente, pesados por la cantidad de agotamiento que llevaban consigo.

"Puedes alejarme cuando quieras."

Abriste los ojos asustada, la voz masculina zumbo contra tus oídos. Te mantuviste quieta, manteniendo presente que tu varita estaba bajo tu almohada. No sentías ninguna presencia en la habitación. Un profundo silencio siguió por varios segundos y comenzaste a dudar si de verdad habías escuchado algo.

"No estás loca, pequeña."

Te sentaste de golpe con varita en mano, estática. La voz resonaba en tu cabeza con un sutil zumbido de fondo.

- ¿Quién está ahí? – examinaste la habitación con la vista.

Tick-tock

Aprestaste tu mandíbula con fuerza ante el latido que sentías en tu cabeza al compás del sonido del reloj.

"El reloj no lo controlo, tendrás que disculparme."

Terminaste arrodillada sobre el colchón. Observaste detrás de ti, solo para asegurarte que no había nadie allí. Te encontraste con tu reflejo en la ventana oscura, los exteriores del castillo estaban sumidos en completa penumbra, ni un rastro de luz. Tu rostro estaba reflejado en los pequeños vidros biselados que componían la gran ventana, peor esta vez no te asustaste al verlo esta vez.

Tus ojos, negros como el mismo abismo, acompañado de unas pronunciadas venas negras que se ramificaban bajando por tu rostro con cada latido.

Tu primera sensación fue querer que te dejara tranquila, miedo a morir, inseguridad al no saber de donde venia aquella presencia. Mas tu rostro, no traicionaba tus intenciones de parecer mas fuerte de lo que eras.

"No tienes que fingir para mí, pequeña. No hay nada que puedas ocultarme."

Respiraste alarmada. ¿Acaso lee la mente?

"No necesito leerla si estoy dentro. La escucho sin intención, como si fuera la mía propia."

Su voz era grave y atractiva, casi seductora en su esencia. Cerraste los ojos con fuerza y te tambaleaste en el lugar, obligándote a apoyar tus manos sobre la almohada.

Déjame tranquila.

"Puedes sacarme cuando quieras, pequeña. Permití que aprendieras Oclumansia para que tuvieras la seguridad de echarme a voluntad, para generar una mayor confianza."

Dudaste.

Tick-Tock

"No tengo razones para mentirte."

Ignoraste sus palabras. Ahora que tenias una voz con la cual reconocerlo, intentaste unirla a alguna cara conocida. No era la voz de Voldemort y al intentar recordar las voces de los Mortifagos que conocías, ninguna te resonaba en la mente.

"No nos conocemos, no malgastes tu preciada mente en intentar adivinar mi identidad. Si tienes suerte, jamás me veras el rostro."

¿Qué quieres de mí?

"La pregunta que quieres que te responda es, qué puedo ofrecerte yo, mi pequeña."

¿Qué?

"Poder."

Una de las antorchas en las paredes que iluminaban la habitación parpadeo y se apago sin previo aviso.

No necesito poder. Ya soy fuerte por mi misma.

"Oh si, lo eres. Tu dedicación y fortaleza es admirable... es por eso que quiero ver cuanto poder puede tu pequeño cuerpito aguantar." Lo podías sentir bajo tu piel, te sentías completamente desnuda y no en forma pura, algo en él era tan sexual que te incomodaba.

Te imaginaste explotando en mil pedazos.

"No te limites, pequeña. No te mientas a ti misma pensando que no deseas el poder que te puedo dar. Puedes ser mucho más poderosa."

Lo que sea que me puedas dar, lo conseguiré por mi misma. Puedo entrenar y cultivar energía. Tengo la determinación y la habilidad. Puedo ser tan poderosa como desee.

"Claro que puedes, tienes el potencial de ser la mejor maga de tu época. ¿Pero en cuanto tiempo? ¿Años? Eres una chica inteligente, sabes perfectamente que no tienes tanto tiempo. La guerra se acerca."

Agarraste tu frente con tu mano libre, haciendo presión para aliviar el dolor. Tick-tock.

Puedo hacerlo. Pensaste.

"Puedes hacerlo. La magia es natural en ti, fluye sin inconvenientes, crece con el tiempo. Necesito que entiendas que te reconozco por quién eres. Tienes una chispa dentro de ti. Aquello que hace que te muevas, aquello que contribuye a tu perseverancia y a tu egocentrismo. Puedes ser poderosa, si, con tiempo. Pero tiempo no es algo de lo que goces, pequeña. Sola te tomaría años, permíteme ayudarte."

Hacer un trato con alguien sin rostro suena como los muggles dicen, "Hacer un pacto con el diablo". Lo que me prometes suena demasiado perfecto. La respuesta es no.

"Si quieres salvar a tu hermano tan desesperadamente, aceptaras mi propuesta. Ni siquiera has preguntado que quiero a cambio."

Haber traído a tu hermano a la conversación era un punto clave para convencerte y él lo sabía.

No voy a aceptar, pero que pides a cambio.

"¿Importa? Vas a morir de todas formas."

El zumbido aumento en tus oídos, taladrando tu mente con fuerza. Las antorchas se apagaron. Al sentirte amenazada, cerraste tu mente de toda invasión.

Aquella presencia ya no estaba, pero la oscuridad de la habitación era lo suficientemente amenazadora para que mantuvieras la varita en alto varios minutos más.

Subiste a paso rápido por las escaleras del castillo, completamente despierta, pero con unas ojeras que daban miedo. Aquel intercambio te había dejado con una energía que parecía te duraría semanas, pero que dentro de las próximas horas descendería con creses. Aun necesitabas dormir.

Abriste la puerta del salón de Astronomía sin problemas. A la profesora le gustaba dejarlo abierto para que los estudiantes que quisieran observar las estrellas fuera del horario de clase pudieran hacerlo, ignorante de que los estudiantes lo utilizaban para tener sexo a escondidas.

- Mírala. – hablo una voz desde la oscuridad. – Acudiendo al llamado de su enemigo. – dijo Malfoy con sarcasmo dando un paso hacia la luz que entraba por el gran domo de vidrio.

- Una palabra mas y me voy por donde vine. – amenazaste con una sonrisa.

La mitad de su rostro estaba en la oscuridad, llevaba unos leggins negros y una remera manga larga también negra. La tela se veía perfecta y suave, sin ninguna imperfección.

- Te ves peor que antes. – agrego frunciendo el ceño.

- He tenido días peores. – te observo con duda. - No es broma. – agregaste en un suspiro.

Sentías sus ojos sobre ti, pasando por las bolsas debajo de tus ojos y tus parpados caídos. Honestamente, estaba preocupado. Había recibido una carta de su padre en la noche, confirmando en código que Arthur había sido atacado y que no había forma que se hubieran enterado. Sabía que no debió haber mandado esa carta en cuanto recibió la respuesta de su padre, sentía que de alguna forma los había expuesto. De todas formas, si no se enteraban por él, se enterarían por cualquiera de sus amigos en algún momento.

- Si no te molesta, me voy a sentar. – dijiste arrollándote en el suelo y tomando asiento contra uno de los bancos frente a la gran pared de vidrio que subía hasta formar un domo por sobre sus cabezas.

Te observo bajo la luz azul de la luna, parecías mas pálida bajo esa luz.

- No se para que preguntas si en realidad no te importa lo que responda.

- Tenes razón. – sonreíste, pero carraspeaste al nuevamente sentirte incomoda por la situación. – ¿Por qué querías verme?

- Pensé que no estarías tan mal. ¿No dormiste?

- No pude. La cabeza me da vueltas. – de alguna forma no estabas mintiendo, realmente te sentías mareada.

Draco recordó la conversación de sus amigos a la mañana y pregunto: - ¿No te cansas?

- ¿De qué? – gritaste tu cabeza para observarlo confundida.

Termino de sentarse frente a ti, con las piernas cruzadas y hablo: - De todo. Cada año te sucede algo distinto. – tenia un portafolio consigo.

- Mírame, Malfoy. ¿Te parece que lo disfruto?

- No pueden ganar. – respondió rápidamente.

Sus palabras te espabilaron y enderezaste tu rostro para mirarlo. - ¿Qué dices?

- Umbridge sabe de su grupo. Me parece una estupidez, un par de niños no van a lograr nada en la guerra. Nosotros no controlamos nada.

- No se de lo que hablas. – mentiste.

Te observo concentrado en cada musculo de tu rostro. Sabía que mentías, pero también sabía que jamás le admitirías nada.

- Si no pudiéramos ganar la guerra... - comenzaste observando las estrellas por sobre su cabeza. - Dime, ¿Por qué nos tiene tanto miedo?

- De que hablas.

- Voldemort. – Draco se estremeció cuando mencionaste su nombre. – Hace años está obsesionado con mi hermano y conmigo. ¿Por qué? – esperaste a que respondiera, pero no se movió ni un centímetro. – Porque tiene miedo de perder y mientras el tenga miedo, nosotros tenemos una oportunidad.

El rubio se quedó callado, prestando atención a tu cara, tu postura, analizando tu tono de voz. Estabas decidida a ganar la guerra, pero solo eras una chica en un mundo que aun no conocías.

- No sabes como son. – dijo Draco arrugando la nariz, firme con su voz pero su alma temblaba al recordar como con miedo se encerraba en el cuarto cada vez que los Mortifagos tenían una reunión en su casa.

- ¿No lo sé? – tu cara reflejaba un dolor que deseo jamás llegar a conocer. - Soy victima directa de todo lo que son capaces. Soy la ultima a la que le tendrías que estar diciendo eso. No soy una niña estúpida que se mete donde no le llaman. A mi me metieron en esto el día que mato a mis padres y no se termina hasta el día que el muera. – las lagrimas picaban en el fondo de tu garganta.

Apoyaste la cabeza hacia atrás y cerraste los ojos, respirando hondo. No querías llorar. No frente a él, pero los acontecimientos de los últimos días cayeron de repente sobre ti como montañas en tus pequeños hombros y lloraste.

Lloraste de bronca, por cansancio, por dolor emocional y confusión.

Draco se quedó rígido escuchando como sollozabas y se lamentaba el haber comenzado con el tema de conversación.

- Puedes correr a tus amigos y contarle lo que estas viendo. No me importa. – sorbiste tu nariz. - En unos meses nada importara.

Aquella voz tenia razón. La guerra se acercaba y tu estabas dando saltitos de conejo hacia el control y la obtención de poder. Pero no podías aceptar su trato a ciegas. Ninguna de las opciones te servía, no habías dormido en días, no sabias que hacer, los problemas se sumaban sin que ninguno se resolviera. Y ahora el chico que juraste odiar te estaba escuchando llorar luego que vinieras a verlo específicamente a él.

Qué vergüenza.

Sentiste que se movía, pero no te atreviste a mirar, suponiendo que abandonaría la habitación y te dejaría llorar tranquila. Mejor quizás, así se asustaba y ya no te buscaría. Sin embargo, lo sentiste sentarse a tu costado y pasar un brazo sobre tu hombro. Te tensaste bajo el tacto.

Draco estaba rígido y tenía preocupación acentuada en su rostro. Cuando decidió apoyarte en este momento de debilidad, juro que si le rechazabas el abrazo se iría y lamentaría esa noche por el resto de su vida. El no debería estar apoyándote, pensó, era absurdo y estúpido. Pero al verte desbordada de tantas emociones, a pesar de querer demostrar que no le importaba, no podía evitar que lo hiciera.

El no diría que te había visto llorar y vos no contarías que Draco Malfoy te había contenido.  

Continue Reading

You'll Also Like

46.2K 6.8K 16
Max Verstappen es el dueño del mundo, es el jefe de una de las mafias más poderosas, lo controla todo, es rey, el amo y señor, tiene a todos a sus pi...
78.2K 8.2K 54
☆ y me pueden decir diez mil cosa' de ti pero yo pongo mi alma en el fuego por ti nadie sabe, lo que yo haría no saben que ni con cien mencione' van...
162K 22.5K 21
Viajar al Amazonas a pesar de su disgusto le abrió los ojos para darse cuenta que al final... Todavía no era verdaderamente libre. . . . No. 1 en #t...
67.5K 6.8K 21
━━━━━━━━━━ ‹𝟹 ━━━ ⠀⠀⠀⠀𝘐𝘸𝘢𝘪𝘻𝘶𝘮𝘪, 𝘵𝘶 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯𝘢 𝘮𝘦𝘯𝘰𝘳 𝘦𝘴 𝘭𝘪𝘯𝘥𝘢.. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀﹫𝘈𝘬𝘢𝘳𝘪 𝘐𝘸𝘢𝘪𝘻𝘶𝘮𝘪| 2023