Salí del hospital con los ojos rojos intentando contener las lágrimas, y la garganta hecha un nudo. Estaba harto de llorar, parecía lo único que sabía hacer. Me subí al auto limpiando mis ojos, y manejé a casa, me costaba cada tanto enfocar la vista en la carretera debido al cansancio.
El olor a hospital impregnaba mi ropa causando nauseas, y que otra vez me encontrara arruinando las malditas plantas de la entrada a casa con vómitos, me retorcí en el suelo. Dolía como la mierda.
Pasé rápidamente al baño de la habitación, lavé mi boca perdiendo la cuenta de cuantas veces lo había hecho este día y me tiré en mi cama sin mirar absolutamente nada, quedando dormido al instante.
Desperté por el frío en mi nariz, el otoño avisaba la inminente cercanía del invierno. Me abracé brindándome calor sin abrir los ojos, el acolchado se acomodó cubriendo hasta mis mejillas y escuché la puerta de mi habitación cerrarse segundos después.
¿Hee...?
Me encontraba con su pijama puesto, pero yo no me había cambiado el día anterior... no, era imposible, no había sido él.
"Seguramente lo hice solo pero no recuerdo por el cansancio, eso debió ser." Me dije a mi mismo dejando de fantasear.
El reloj en mi mesa de luz indicaba las dos de la tarde, y yo aún me sentía cansado. Recordé la pelea del día anterior, quería verlo, necesitaba verlo para poder seguir adelante. La inconfundible sensación de mareo se apoderó de mi, me recosté lentamente esperando a que pase, entonces imaginé la situación: Saliendo de mi habitación, encontrándolo (si es que estaba siquiera en casa), hablando casi en un susurro, pidiéndole disculpas, diciéndole lo mucho que todavía lo amo... Que me haga señas con una mano para que me vaya, y que eso significara estar "bien".
¿Y qué podría esperar? Si él no me quiere, probablemente no me soporte ¿Por qué habría de hacerlo? Si ni siquiera yo me soporto, soy solo un débil imbécil que se la pasa llorando, aferrándose a la persona que ama con desesperación, recibiendo nada a cambio.
Sería más fácil si solo muriera de una maldita vez.
"-¿E-estás bien? ¿Está todo bien?-
-Si... porque estas aquí-"
Sonó su voz en mi cabeza a medida que me dejaba rendir por el sueño, recordando ese hermoso beso que sin sentido me había dado la anoche anterior.