Estábamos otra vez en el bar de siempre, otro viernes igual, tomando hasta probablemente no poder formular oraciones coherentes.
-Anoche Eunhyuk no llegó a casa, otra vez- le dije algo frustrado a mi mejor amigo mientras tomaba un sorbo de mi vaso.
-¿Y?- Respondió tranquilo.
-¿Cómo que "y"? ¿Y si me está engañando?- El solo pensarlo hizo que se me revolviera el estómago.
-Como si tú nunca lo hubieras engañado...- Respondió terminando su cerveza y sirviéndose más.
-Es diferente. Él me ama, no puede engañarme.- lo imité y tomé casi todo el vaso de un trago.
-Hace dos años que están casados, y nunca te interesaste en lo que hacía o no ¿Qué modifica que te engañe?- Me decía todo tan calmado que me daban ganas de golpearlo hasta el cansancio.
-Él me insistió para que nos casáramos, tenía montones de dinero, habría sido ridículo negarme.- Le hice una seña al barman para que nos trajera otra botella.
-Habría sido humano negarte... igual todos sabíamos que estabas con él por su dinero, supongo que hasta él mismo lo sabía. No se por qué insistió con el casamiento.- llegó la siguiente botella y Kangin sirvió en ambos vasos, me quedé en silencio.- ¿Por qué te interesa ahora, Hee? El pobre te siguió como un perro faldero dos años, a sabiendas de que lo engañabas con quien se te cruzara por delante, déjalo que tenga algo de diversión.- Mi sangre hirvió en celos, en culpa, en miles de sentimientos que no quería tener.
-Cállate, no me interesa, que haga lo que quiera.- Lo oí reír. Nunca me había interesado pero estaba seguro de que no me engañaba, por lo menos no hasta ahora...- Voy a ir a pedir algo más fuerte.- le dije a Kangin levantándome, yendo hacia la barra para así acabar con este viernes como tantos otros.