Mientras el mundo de Abigail Fletcher se abría por segunda vez en lo que va de semestre, Avery Clearwater miraba su lampara de lava. Ella realmente no podía creer su suerte. Era la heredera de arrecife, su papá y su tía estaban enfocados en acabar con los escorpiones, mientras su madre le decía que era su turno. Avery tenía una madre afectuosa, una buena madre, la corona agua había tenido demasiados inconvenientes antes del nacimiento de Avery, y a Avery claramente le preocupaba meter la pata tanto como su padre o su abuela. La corona fuego no era la única con un pasado truculento, ni siquiera los aire que tenían demasiado ya a los ojos de la sociedad, por segunda vez tenían dos herederas, una peor que la otra decía su padre. Jessica era callada y Ailleen no era la clase de chica con la que querías toparte.
Avery se sentía en el medio de dos mundos y quizá sean sus decisiones las que nos lleven a la perdición. Hoy uno de sus peones hizo a nuestra cenicienta autoconciente. Abigail y Avery. Las dos rubias no tienen ni idea del camión que va a golpearles pero mientras yo espero el segundo golpe. Miro la lección número dos. Opinar en la vida de otros es malo porque luego la vida te golpea y terminas aceptando lo que juzgaste como una mala decisión. No creo que Avery y Abigail sean estupidas, pero mientras ellas se revuelcan esta noche en su autocompasión, alguien está planeando algo y yo, la encargada de mantener todos los flancos abiertos tengo que descubrirlo.